El monstruo del Loch Ness. Los primos de Nessie (19)

EL MONSTRUO DEL LOCH NESS. LOS PRIMOS DE NESSIE (19)

Ameghino Tal vez el origen del mito del monstruo del lago Nahuel Huapi (y de otros varios monstruos de lagos australes) sea la envidia que el doctor Clemente Onelli le tenía a Florentino Ameghino. A finales del siglo XIX la fama de Ameghino ya había rebasado las fronteras de la Argentina mientras que Onelli tan sólo era el director del jardín Zoológico Nacional SeveroVaccaro de La Plata, en Buenos Aires.

Onelli nació en Roma, Italia el 22 de agosto de 1864 y llegó a la Argentina en 1888, «luego de haber dilapidado la fortuna de su familia», como escribe Severo Vaccaro. A partir de 1897, el doctor Clemente Onelli comienza a coleccionar informes de criaturas descomunales que supuestamente habitaban los lagos del cono sur. Algunos de esos informes, como veremos, se refieren a monstruos en Chile y en lagos argentinos como el Nahuel Huapi. En 1904 asume la Dirección del Zoológico, ZooArgentina cargo que desempeña durante 20 años. Construye fuentes de agua en el zoológico, y afirma que una de ellas es «medicinal», comenzando a venderla en frasquitos para recavar fondos para el zoológico; construye recintos con la arquitectura acorde al país de origen de los animales; trae él mismo, y Onelli4 caminando, una jirafa desde el puerto de Buenos Aires hasta el zoológico, causando así un gran revuelo en las calles y periódicos del día siguiente, promocionando de esa manera el «nuevo Jardín Zoológico». Su curioso interés por los «monstruos» y sus extravagancias dieron origen a un popular latiguillo de la época, ante Onelli1 un hecho asombroso de cualquier índole se decía: «Son cosas de Onelli».

Onelli describe así algunos de los reportes coleccionados:

«Ya en 1875, el cacique Nahuel-pi -oriundo de esa zona- relataba al Dr. Nietsche sobre la existencia de un monstruo al que los indios temen». Esto ocurrió en el lago Alumine.

En 1897 un hombre llamado Vaag descubrió los restos de un animal a lo largo de la orilla del Río Tamanga. Onelli estaba convencido de que las trazas que encontró Vaag Onelli2 eran las de un Plesiosauro.

«En Colhe-Huapi, a fines del siglo pasado, un indio tehuelche llamado Hompen entregó a mi gran amigo el Dr. Ameghino, el cuero de Mylodón cazado allí». El suceso ocurrió en 1898.

«Corría el año 1900 cuando en Lago Vinter un lugareño denuncia el avistaje de un animal de características poco comunes».

«En 1910, en Lago Pueyrredón, Alfredo Sepúlveda detecta un saurio mientras toma un baño. Un biólogo alemán, en la misma época asegura que el animal existe». Hay otro suceso Plesio1 que supuestamente ocurrió en ese mismo año pero fue reportado doce años más tarde y del cual hablamos más abajo.

Onelli reveló otro avistamiento en 1913, cuando la población local dijo que una criatura similar apareció en un cuerpo de agua en la zona de Santa Cruz. Otro reporte proviene de la Plesio2 misma zona pero ocurrió nueve años después: «En el Río Santa Cruz, durante 1922, un indio testimonia nuevamente al Dr. Ameghino- que un extraño animal le cerraba el paso y creyó haberle dado muerte a bolazos».

UN GAUCHO COWBOY

Plesio3 Una mañana de enero de 1922, el doctor Onelli encontró una misteriosa carta sobre su escritorio:

«Esquel 19 de Enero 1922

«Señor Dr. Onelli

«Director del Jardín Zoológico Buenos Aires

Plesio4 «Muy señor mío:

«Conociendo el empeño que usted siempre ha demostrado en fomentar el adelanto del establecimiento que tan dignamente dirige, me permito distraer su atención sobre el siguiente fenómeno que por cierto ha de despertar su vivo interés, ya que se trata del posible ingreso a su jardín Sheffield1 de un animal hasta ahora ignorado del mundo. Un fenómeno sin duda del mayor beneficio, y que además podría permitirle adquirir un animal desconocido hasta ahora por la ciencia.

«Paso a relatar el hecho:

«Hace varias noches que he podido registrar un rastro en el pasto que cerca la laguna donde tengo establecido mi puesto de cazador; el rastro es semejante a una huella de una chata (carreta) muy pesada, la hierba queda aplastada y no se levanta más, lo que hace suponer que el animal que por allí se arrastró debe de ser de un peso enorme.

«Entonces, en el medio de la laguna, he podido Sheffield2 apercibir un animal enorme. A primera vista, supuse que se trataba de una especie desconocida de cisne de formas descomunales, pero las curvas visibles en el agua me llevaron a decidir que su cuerpo se parecía más bien al de un cocodrilo.

«El objeto de la presente es de conseguir de usted el apoyo material para una expedición en toda regla, para la cual se precisa una Sheffield3 lancha, arpones, etc.; la lancha se podrá construir aquí. Ahora bien: para el caso de no poder sacar al animal vivo, sería también preciso de contar con material de embalsamar.

«Si mi proposición le interesa, le ruego que me envíe a casa de Pérez Gabito fondos para realizar esta expedición.

«Espero de su gentileza me conteste a la brevedad posible y aprovecho la oportunidad para saludarlo con mi mayor consideración

«Muy atentamente.

«Martín Sheffield»

El autor de esta carta era un pintoresco aventurero del condado de Tom Green ButchCassidy en Texas, mitad vaquero y mitad gaucho, llamado Martin Sheffield. Decía ser aviador norteamericano que tiempo atrás había aterrizado en El Bolsón con el fin de surcar los cielos patagónicos[1]. También decía ser sheriff e incluso llevaba la estrella correspondiente y el sombrero como prueba del cargo. Afirmaba que había llegado a la Argentina BuscadosEnLaPatagonia siguiendo la pista de Butch Cassidy y Sundance Kid (quienes se establecerían en Cholilla). Persistía en él la ilusión de que la Patagonia era una extensión del Lejano Oeste. Fue así según Sheffield, que mientras seguía pistas de los fugitivos, descubrió en la laguna Epuyén, en el Noroeste del Chubut, uno de estos «monstruos» que lo dejo perplejo.

En realidad, como luego se sabría, Sheffield era un prospectador que vagaba por las montañas «mas pobre que Job», con una yegua blanca y un perro alsaciano por compañía, en busca de oro. Eso sí, era un gran tirador. Desde la orilla del río cazaba truchas, le daba al cigarrillo que el jefe de policía llevaba entre los labios y tenía el hábito de agujerear los tacones de las mujeres.

LA EXPEDICIÓN

SundanceKidEthelPlaceButchCassidyEnCholilla Pero todo eso no lo sabía Onelli y, dejándose guiar por sus sueños, organizó una expedición a un ignoto lago patagónico en busca del mítico plesio­sauro.

Los principales diarios se ocuparon del asunto. La Nación decía: «Un ciudadano norteamericano radicado en el lugar dijo haber visto en una laguna de la zona a una fiera con Epuyen cabeza parecida a la del cisne, de dimensión descomunal». Pronto la prensa bautizó al misterioso animal con el nombre de «Plesiosauro del laguito Epuyén». Otros daban falsas noticias, como que el presidente de los EU manifestaba su interés y también había decidido enviar científicos Tounens para preservarlo y llevarlo a su país.

Onelli conocía muy bien la zona pues la había explorado en compañía del baqueano Monsieur Poivre (quien posteriormente fue encerrado en Punta Arenas por apoyar a Orellie Antoine de Tounens, el autoproclamado Rey de la Patagonia). Luego había trabajado para la Comisión de Límites, bajo la directiva de Francisco Perito Moreno, con el fin de levantar el plano de la región desde un poco más Moreno al sur del Lago Nahuel Huapi hasta los precipicios y cañones al suroeste de la Colonia 16 de Octubre. Durante esas expediciones había aprendido a hablar el tehuelche y el araucano, con mayor fluidez que el castellano. Entre los tehuelches era conocido como «meliñé» (cuatro ojos), en referencia a sus lentes redondos estilo John Lenon.

A pesar de estos conocimientos, Onelli también era conciente de su precario estado de salud, por lo que invitó a su amigo el ingeniero Emilio Frey para que ejerciera la conducción de la expedición ya que era geógrafo y también gran Onelli3 conocedor de la región; a José M. Cinaghi administrador del Zoológico y cazador; Alberto Merkle, conocido taxidermista y embalsamador de la institución científica más importante del país; Santiago Andueza, experimentado tirador y eximio cazador; el corresponsal del diario La Nación y la Agencia Associated Press, señor Estrella; y el periodista independiente doctor Severo Vaccaro[2].

Onelli convoco a una conferencia de prensa y anuncio la salida de la expedición en busca del plesiosauro. También pidió el apoyo del gobierno, pero pronto se dio cuenta que del presidente Hipólito Irigoyen no obtendría ningún apoyo pues en esos días toda su HipólitoYrigoyen atención la ocupaba su apoyo a Marcelo T. De Alvear, el candidato del radicalismo para las elecciones de 1922. Entonces dirigió su petición al público y a la prensa.

El público sí le ofreció su apoyo de distintas formas. Un par de jubilados se escaparon del hospicio de las Mercedes ofreciéndose para ir a luchar contra el monstruo. Una dama de sociedad contribuyó con 1,500 dólares para la compra del equipo y los víveres. Emilio Frey decía: «De todas partes me llovían cartas y obsequios entre los que había las cosas más notables: un MTAlvear tango «˜el Plesiosauro»™, una caja de cigarrillos marca «˜Plesiosauro»™, lápices hechos por los presos con la efigie del presunto monstruo»¦»

La empresa adquirió ribetes políticos cuando el plesiosauro se incorporó a la campaña como emblema de la derecha. El gobierno aprovechó la noticia para desviar la atención pública de las horrendas masacres cometidas por el ejército, un mes antes, en la represión de los huelguistas de Santa Cruz[3]. El diario La Montaña dijo que, «domesticado, el animal podría resultar útil PatagoniaRebelde para los infortunados habitantes de la Tierra del Diablo», en franca alusión a la revuelta.

La Nación confirmo: «La existencia de este rarísimo animal que ha despertado la atención en el extranjero es un LaPatagoniaRebelde acontecimiento científico que llevara a la Patagonia a una posición privilegiada por el hecho de contar con una bestia tan insospechada».

Edmund Séller, compañero de caza de Teddy Roosevelt, escribió solicitando un trozo de piel para el Museo Norteamericano de Historia Natural. La universidad de Pennsylvania manifestó que un grupo de zoólogos estaba dispuesto a partir de inmediato para la Patagonia, añadiendo que si atrapaban al animal el lugar más adecuado para él era Estados Unidos.

«Resulta obvio», comentaba el Diario del Plata, que «este mundo fue creado para mayor gloria de los norteamericanos, manifiesta en la doctrina TRoesevelt Monroe«. Otro articulo llevaba el titulo de «El dragón de Capadocia» y la publicación nacionalista La Fronda escribía: «Este animal milenario, piramidal y apocalíptico hace un ruido de la madona y por lo general aparece en medio de los opacos sopores de gringos borrachos».

La mayor parte de la gente reaccionó negativamente ante la participación de cazadores y cuando Onelli insinuó que quizás seria necesario embalsamarlo. El público sostenía que se Albarracin le debía dejar vivo para llevarlo al museo platense. Los miembros del Jockey Club expresaron la esperanza de poder exhibirlo embalsamado, pero esto provoco las protestas de don Ignacio Albarracin, presidente de la Sociedad Protectora de Animales, quien le solicitó al Ministro del Interior que revocara la autorización para la búsqueda, ya que las leyes prohibían la caza de animales exóticos. Finalmente se resolvió el tema del permiso.

El plan era partir de Buenos Aires de forma independiente para reunirse en Bariloche en la primera quincena de abril. De esa manera esperaban EmilioFrey1 que nadie se adelantara en llegar al lugar, de fácil y frecuentado acceso para automóviles. «He dejado que la opinión general siga creyendo que el denunciador había visto al animal exageradamente monstruoso en la laguna de Esquel», escribió Emilio Frey en las instrucciones reservadas para el grupo.

Auto Por su parte, Frey viajó en tren hasta Plottier. Ya en Neuquén, se reúne con Onelli y los otros miembros de la expedición. De ahí partirán en automóvil hasta Bariloche. Luego de descansar, el 19 salen de Bariloche rumbo al sur, hacia una mina de carbón en Epuyén, y de ahí, en un automóvil y seis caballos PatagoniaTren se trasladan al rancho de Sheffield, en donde sólo encuentran a su esposa y a José, uno de sus hijos. Se enteran por boca de éstos que Martin Sheffield se encuentra en la casa del paraje Los Repollos, cerca de El Bolsón, donde la familia vivía la mayor parte del año.

Establecen un EmilioFrey2 campamento en la ribera del laguito, que tiene unos 300 metros de diámetro y luego le piden a José que los lleve al lugar donde encontraron los rastros. Ahí encuentran unas pistas de unos 30 centímetros de ancho, ya muy borradas.

En los días subsecuentes se dedican a rastrear la zona, principalmente la ribera del pequeño lago, aunque sin resultados positivos. Al mismo tiempo se establece una comisión de observación cuya tarea es observar día y noche, por turnos, cualquier movimiento en el lago. Se ofrece una recompensa a EmilioFrey3 los lugareños por cualquier informe sobre estas bestias, por lo que no es de extrañar que en la primera noche de vigilia, Frey comentara con los otros miembros de la expedición: «Yo recuerdo que, de paso por el Departamento Las Minas, muchas veces oí decir a vecinos respetables de Junin de los Andes algo parecido a eso. Y no se trata de muchachos… Les voy a citar los nombres: El señor Cecilio Gerio, comerciante; el señor Mendaña, viejo estanciero de esas regiones, uno de los primeros pobladores de la cordillera… Otro: El Rubio Bagual, que fue soldado de la expedición Nahuelito1 al desierto. Todos estos me han dicho muchas veces que en el Lago Huachi-Lauquen, al atardecer, se suele presentar en la superficie de las aguas un animal, que más o menos tiene las mismas características que el que dicen haber visto en Esquel. Cuello muy largo, cabeza de lagarto, cuerpo que debe ser enorme, porque cuando se sumerge produce una especie de ebullición en las aguas…»

ContinuarỦ


[1] Matamala Juan Domingo, El embrujo de El Bolsón

[2] Vaccaro publicaría una reseña completa de la expedición basada en su diario de viaje, en la revista Caras y Caretas, entre los meses de marzo y mayo de 1922.

[3] Retratada en la película La Patagonia rebelde.

[4] En La Argentina Austral, No. 146, 1943.

[5] En La Argentina Austral, No. 141, 1942.

[6] Chatwin Bruce, En la Patagonia, Quinteto, Barcelona, 2002.

Un pensamiento en “El monstruo del Loch Ness. Los primos de Nessie (19)”

  1. Hola, buenas noches.
    Me interesa mucho saber mas del «monstruo del lago Vintter», quiero conocer mas sobre esa historia. Contactame.

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