Los videntes y las torres gemelas

LOS VIDENTES Y LAS TORRES GEMELAS

Juan José Morales

Vidente El próximo domingo será el cuarto aniversario del ataque a las torres gemelas de Nueva York, y ello me hizo reflexionar sobre la relación entre ese hecho y la adivinación.

No voy a poner en tela de juicio los poderes sobrenaturales que dicen tener los astrólogos, síquicos, videntes, espiritualistas, parasicólogos, mentalistas, cartomancianos, ocultistas y demás hombres -y mujeres- que ofrecen sus servicios para conocer el futuro. No seré en modo alguno escéptico respecto a su capacidad adivinatoria. Por lo contrario, estoy dispuesto a aceptar que efectivamente tienen las extraordinarias dotes que afirman poseer, y que por unos cuantos -o unos muchos- pesos pueden decirle clara e inequívocamente a cualquier ser humano qué le depara el destino, según prometen en los incontables anuncios que publican en los periódicos y transmiten por televisión y que -dicho sea de paso- indican que su negocio les deja ganancias lo bastante cuantiosas como para permitirles gastar tanto dinero en publicidad.

Pero a cambio de creer que poseen tan asombrosas facultades, solamente pido a todos esos cientos de miles o millones de videntes dispersos por los cinco continentes y que todos los días ejercen su actividad de las más diversas y extrañas maneras y -supongo- con toda seriedad, dedicación y profesionalismo, que me respondan a una pregunta. Una sola: ¿por qué, si tienen el privilegio de saber lo que ocurrirá dentro de unos días, meses, semanas o años, a cualquier hombre, niño, mujer, anciano o adolescente de este planeta, ni uno solo de ellos, en ningún lugar del mundo, nos advirtió que el 11 de septiembre de 2001 dos aviones se estrellarían contra las torres gemelas en Nueva York, o que el 11 de marzo de 2004 habría atentados con explosivos en los trenes suburbanos de Madrid, o que el 7 de julio de 2005 ocurriría algo similar en el metro de Londres?

Hay, reitero, muchísimas formas de practicar la adivinación. Lo mismo mediante la clásica bola de cristal o la no menos clásica astrología, que con las cartas del tarot -ya sea egipcio, francés o italiano-, las oscilaciones del péndulo, las runas, el I-Ching, la copa de agua, el vuelo de los pájaros, las entrañas de los animales, la cristalomancia, las líneas de la mano, las piedras, los sedimentos del café, la escritura y hasta -por si usted no lo sabía-, la catoptromancia, que es la adivinación por medio del espejo.

Me pregunto cómo es posible que habiendo tantísimas maneras de adivinar el futuro y tantísima gente consagrada a ello -gente que, vuelvo a insistir, afirma ser realmente capaz de hacerlo- ni uno solo de tales procedimientos ni tampoco uno solo entre todos esos adivinos para quienes atisbar el futuro no representa ningún problema sino, por lo contrario, pueden verlo claramente, haya permitido saber que ocurrirían hechos tan notorios. ¿Cómo es posible que ni uno solo de los miles de muertos en esos atentados hubiera podido saber lo que le esperaba, a pesar de que muchos de ellos sin duda consultaban adivinadores? ¿Cómo es posible que no haya un solo caso de alguien que ese día no hubiera ido a trabajar o no tomara el tren o no abordara el metro porque un vidente le previno que corría peligro de muerte si lo hacía?

Sólo hay dos posibles respuestas. La primera es que los síquicos, parasicólogos, astrólogos, quiromancianos y similares sabían lo que iba a ocurrir, pero criminalmente lo callaron en lugar de prevenir a las autoridades y evitar las catástrofes. Si los adivinadores admiten que así fue, estarían aceptando ser encubridores y cómplices de asesinatos en masa, o simplemente estarían aceptando que la vida humana les importa un bledo. La segunda posibilidad es que sencillamente no sabían que todo eso ocurriría. Pero si lo aceptan, estarían también aceptando que es mentira que puedan ver el futuro.

En fin, cada quien es libre de seguir ingenuamente creyendo en la eficacia de las técnicas adivinatorias y los poderes de los videntes. Pero -sobre todo- de seguir pagando a esa gente por tales servicios.

Un pensamiento en “Los videntes y las torres gemelas”

  1. Q buen articulo hombre, derrepente deberian de existir mas gente asi para abrirnos los ojos.

    Desde Chile un amigo.

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