El retorno de los ¿brujos?

EL RETORNO DE LOS ¿BRUJOS?[1]

Por: Luis Ruiz Noguez

Aquella mañana estaba a punto de salir rumbo a la Refinería de Tula, cuando el timbre del teléfono me detuvo. Del otro lado, el Ing. Mario Méndez Acosta[2], me decía que necesitaba hablar conmigo de un asunto de extrema importancia: el relevo de funciones de Philip J. Klass. El viejo adalid de batallas ufológicas, debido a su edad, pensaba retirarse y la gente del CSICOP estaba buscando a alguien que lo sustituyera. Mario me había propuesto.

-¡Pero, yo no tengo los tamaños del señor para hacer su labor¡- fue lo que pude responder.

-Ahí esta Oberg o el mismo Sheaffer-, le balbucee.

-El trabajo de Oberg (asesor en algunos proyectos de la NASA), y las labores de escritor de Scheaffer les impiden tomar este puesto-, me aclaro Mario.

-¿Y los «arpios»?[3]

-Tendrían que desplazarse y radicar en los Estados Unidos y no quieren o no pueden. Por otra parte, en el CSICOP conocen bien tu trabajo, tus libros y artículos. La «PUS»[4] se ha vuelto un objeto de culto en Latinoamérica por ser el primer boletín ufológico netamente escéptico. Saben que la comunidad de ufólogos escéptica esta extrañada por tu inactividad. Tanto los chilenos de «La Nave de los locos»[5], como los miembros de la «Anomalist»[6] te están buscando para que vuelvas a escribir.

Después de un rato de no oír mi respuesta, Mario concluyó: «Vamos hombre, nos vemos en la noche para darte los detalles».

Contando los segundos

Ya en el auto, rumbo a la refinería[7], en donde me esperaban para hacer un estudio de corrosión en uno de sus tanques, no me podía imaginar trabajando codo a codo con un Sprague de Camp; o el mítico editor de la sección de juegos matemáticos del Scientific American, Martin Gardner; y menos aun con los ganadores del Nóbel Murray Gell-Mann y Steven Weinberg; o con el profesor Stephen Jay Gould; o los directivos del CSICOP Paul Kurtz y Joe Nickell; y aun con la que fuera la mejor parapsicóloga del mundo Susan Blackmore (por lo menos esos eran mis sueños guajiros en ese momento).

Al anochecer, en la casa de Mario, ya tenía tomada mi decisión. Hacía un par de años que había abandonado el mundo de los ovnis, había rematado mi colección de más de 3,000 libros sobre el tema, incluyendo colecciones completas de revistas como The APRO Bulletin, Australian UFO Bulletin, The BUFORA Journal, Canadian UFO Report, Flying Saucer Review, Flying Saucers from other worlds; Planete; Stendek, Contactos Extraterrestres y otros cientos que lo único que me dejaron fue un profundo vacío en los bolsillos y una clara idea (¡quién lo iba decir¡) de que detrás del fenómeno ovni no hay nada extraterrestre… ni intraterrestre, ni paranormal ni nada por el estilo. Todo tiene una explicación racional.

Los ovnis ya no me interesaban, no había nada nuevo bajo el Sol. Para quien había leído perfectamente a Ray Palmer[8], las abducciones, los implantes, los UFOcrash, el ocultamiento de los gobiernos, etcétera, etcétera, eran tan sólo una vuelta de tuerca al mismo manoseado asunto. Nadie había encontrado el Objeto Ufológico Permanente que yo había propuesto a principios de los noventa. Cada década, año, día e incluso segundo que pasaba, era un segundo o un año en contra de los ovnis. Desde las 2:30 de la tarde de aquel 24 de junio de 1947 no se ha presentado una sola prueba[9] de la existencia de estos objetos. Hoy a casi 55 años, tenemos 1,709,164,800 segundos[10], que uno a uno caen, tan pesados como piedras, sobre el «fenómeno ovni», sepultándolo para cualquiera que tenga dos dedos de frente. Cada segundo que pasa, sin que se encuentren pruebas a favor de los ovnis, es un segundo en contra del fenómeno ovni. Tarde o temprano la gente inteligente se ira dando cuenta de esta verdad.

Ya no me interesaban los ovnis, era cierto, pero principalmente le tenía miedo a las comparaciones y a la responsabilidad de darle continuidad al trabajo de Klass.

Segunda llamada, segunda

También ya pasaron dos años desde que recibí aquella llamada. Hace unos meses, más o menos por el mismo motivo, recibí otra llamada. También era inesperada, pero por otros motivos. Esta vez era Mario Torres quien me proponía colaborar en sus revistas.

En primera instancia esto parecería, por diversos motivos, insólito y extraordinario. Según se le mire, era como si los borregos se acercaran al lobo en busca de colaboración; o que el lobo le pidiera a los corderos una ayuda.

Por otra parte, hacía años que en esta misma revista se habían organizado muchos ufólogos para pedir que, quien esto escribe, dejara de aparecer en sus páginas. Y en realidad tenían razón. No era normal que una revista hecha por personas que creen en los ovnis, y dirigida para quienes creen en ellos, tuviera a un escéptico como colaborador. Incluso yo pensé que, tras ese argumento, había una lógica indiscutible. Pero hay un error de planteamiento. ¿No eran las mismas revistas del ramo (desde Fate, pasando por DUDA, hasta las modernas Más Allá o Año Cero) quienes afirmaban que en sus páginas sólo se exponían los hechos, y que era el lector quien debía sacar sus conclusiones? ¿Cómo podía el lector llegar a conclusiones válidas si no podía ver el lado opuesto de la moneda? Existe un aforismo contundente de Voltaire que puede aplicarse a este asunto: «Tal vez no esté de acuerdo con lo que piensas, pero defenderé cabalmente tu derecho a decirlo».

En este sentido Mario Torres esta aceptando esa responsabilidad y ese reto. Reto, porque es más que probable que reciba nuevas críticas por parte de la comunidad ufológica mexicana (lectores y ufólogos incluidos); y responsabilidad, porque asume su compromiso de editor y aplica la política de estar abierto a las ideas, cualquiera que sea su origen, y deja (ahora sí) que sea el lector quien tome sus posiciones.

Pocos ufólogos se han atrevido a darles espacio a los escépticos. Luis Ramírez Reyes fue el único que, con todos los nervios que provocaba el asunto, me invitó a sus programas de radio[11]. Otros han preferido obviar nuestra labor crítica e, incluso, ocultarla por todos los medios. El hecho de que tengamos puntos de vista diferentes no nos hace enemigos. Guardo un enorme respeto por personas como Don Pedro Ferriz, por su enorme erudición; Daniel Muñoz por su rápido dominio del asunto y su tolerancia hacia mis ideas; Carlos Guzmán por sus conocimientos enciclopédicos del tema y su aceptación[12]. Con ellos he compartido diversas veladas e incluso con algunos me une cierta amistad. Espero que esta declaración no les afecte ante la comunidad ufológica.

Don»™t push me

Pasaron algunos días y Mario no veía respuesta de mi parte. Yo estaba a punto de aceptar colaborar con su revista cuando, en una jugada magistral de su parte, Torres publicó un artículo mío[13] que me sorprendió porque, aunque se había publicado en Estados Unidos, y Argentina, nunca había aparecido en Internet y tener acceso a él suponía para mí que la ufología mexicana, representada en este momento por Mario, ya estaba teniendo acceso a revistas especializadas en ufología (lo que parece paradójico, pero es cierto)[14].

Ese fue el último empujón que me decidió a escribir, de nuevo, sobre los ovnis. Pero, ¿por qué escribir para «el bando contrario» y no aceptar las invitaciones de mis amigos chilenos, por ejemplo. Creo que es más valioso y puede dar más frutos entablar comunicación con personas que sostienen puntos de vista distintos a los nuestros. Esto nos enriquece y nos permite observar aspectos distintos de un mismo problema que no notaríamos de otra manera.

Por otra parte, aunque los menos de 100 dólares que prometen pagarme por colaboración no son nada comparados con los miles de dólares que recibo, por mi labor de debunker, por parte de la CIA, el FBI, la Fuerza Aérea, la NASA, el Pentágono y los Estudios Disney, bien me pueden servir para pagar las cuentas de los equipos que utilizo para espiar las labores de los vigilantes.

La amenaza

Pues bien, hemos aceptado la invitación-reto y en los próximos números nos dedicaremos hacer la disección y crítica de los casos y temas clásicos de la ufología mundial, desde un punto de vista escéptico, para que ahora sí el lector pueda ver un aspecto distinto del tema y saque sus conclusiones.

Muy probablemente no hagamos investigaciones de campo[15] ni nos ocupemos de los casos actuales, debido a nuestra falta de tiempo y a que esos casos actuales, por lo regular, son nimiedades.

Espero, también, que este nuevo reencuentro con la ufología nacional no le haga perder lo ganado a los ufólogos: un pensamiento más crítico. Al desaparecer la corriente escéptica mexicana, los diferentes grupos ufológicos nacionales se dedicaron a atacarse y criticarse mutuamente, destrozando los casos que los «otros» presentaban y encontrando las explicaciones de cada uno de esos casos. Esto pudiera cambiar al polarizarse la situación, y de nuevo cerrar sus filas para presentar un frente común contra el «escéptico», que representa todas las fuerzas del mal.

¡No importa¡ trataremos de derribar sus ídolos y darle de palos a los iconos ufológicos, poniendo un poco de orden en la casa del plativólogo. Porque, como todo mundo sabe, para que la cuña apriete[16]

Esto no es una advertencia, pero como dice la conseja popular: «ya encarrerado el ratón…[17]


[1] Este artículo jamás fue publicado. Iba a reinaugurar la sección «El rincón del escéptico» en la revista Contacto Ovni, pero al final su editor decidió dar marcha atrás

[2] Director de la SOMIE (Sociedad Mexicana para la Investigación Escéptica) y miembro consultor de la mesa directiva del CSICOP (Committee for the Scientific Investigation of Claims of the Paranormal).

[3] Los miembros de la española Alternativa Racional para las Pseudociencias ARP, Javier E. Armentia; Félix Ares de Blas; Luis Alfonso Gámez.

[4] LA PUS es la desaparecida Perspectivas Ufológicas, que dirigí junto con Héctor Escobar y Oscar García.

[5] La Nave de los Locos es un boletín que editan mis amigos y compañeros en estos asuntos de los ovnis, Sergio Sánchez y Diego Zúñiga.

[6] Ballester Olmos, Julio Arcas de Cuadernos de Ufología; algunos miembros del CISU italiano como Edoardo Russo; y mi amigo argentino Alejandro Agostinelli.

[7] Iba a decir que soy consultor de PEMEX en el control de la corrosión, pero esto me suena mucho a la faramalla de algunos que afirman ser asesores de la NASA (saludos Dilettoso y Garrido)

[8] Raymond Palmer, como lo veremos en otro artículo, fue uno de los «inventores» del fenómeno ovni.

[9] Más adelante, en otros artículos, hablaremos de lo que constituye una prueba, y no las «evidencias» como videos, fotografías, huellas de aterrizaje, etcétera, que esgrimen los ufólogos en su favor.

[10] Escribo esta nota el 27 de abril del 2002.

[11] Claro que antes de salir al aire me pidió que no fuera tan crítico, «sólo lo necesario».

[12] La aceptación va más allá de la tolerancia, pero no significa que se comulgue o se tengan las mismas ideas

[13] Ruiz Noguez Luis, Un policía atacado por un OVNI. El caso Val Jonson, Archivo OVNI, No. 4, México, junio 2002, págs. 31-32.

[14] Me enteré de la aparición de ese artículo gracias a un excelente amigo ufólogo que mantiene nexos con las diversas corrientes ufológicas mexicanas, vigilantes, Contacto OVNI, CIFEEEAC, etcétera, y del cual me reservo su nombre para no afectarlo en esas relaciones.

[15] Sobre el asunto de los investigadores de campo y de gabinete ya tendremos ocasión de extendernos en el futuro.

[16] Como todo buen ufólogo sabe, yo provengo de las filas de la ufología y siguiendo los lineamientos de los clásicos (id est, Benítez), he tomado mi libro de citas citables y pongo una cada dos párrafos (vean si no, cómo los libros de Benítez están llenos de estas citas).

[17] Al final Mario Torres se echó para atrás y decidió no publicar mis artículos.