Searle y su cuarto chino

SEARLE Y SU CUARTO CHINO[1]

Mario Méndez Acosta

Hofstadter Un acre debate se ha venido desarrollando, desde hace varios decenios, entre diversos grupos de científicos en torno a la factibilidad de desarrollar no sólo inteligencia artificial, sino algún tipo de autómata con autoconciencia equivalente a la humana.

En uno de los últimos episodios de esta discusión, el conocido profesor de ciencia cognitiva, cibernetista y matemático Douglas Hofstadter -quien ganara gran celebridad con su éxito Godel, Escher, Bach: una eterna trenza dorada– arremete de manera enfática, en su más reciente libro, I Am a Strange Loop (Soy un rizo extraño) en contra su adversario de años, el Searle filósofo John Searle, para quien nunca será posible lograr la inteligencia artificial fuerte (IAF); es decir, aquella que no puede ser distinguida de la capacidad de un cerebro humano.

Señala Hofstadter que Searle ha pasado gran parte de su carrera lanzando burlas sobre la investigación relacionada con la inteligencia artificial y los modelos computacionales del pensamiento, mofándose, sobre todo, de las llamadas máquinas de Turing -ideadas por el matemático inglés Alan Turing– y que son sencillos artificios ideales, capaces -también en teoría- de desarrollar en un tiempo finito cualquier operación aritmética. Estos artefactos cuentan además con una memoria ilimitada y se ha demostrado que pueden modelar toda operación lógica realizada por las redes neuronales del cerebro humano. Como ocurre que es posible construir una máquina de Turing mediante cualquier material imaginable -incluso, papel sanitario o latas de cerveza-, Searle aprovecha para ridiculizar a los teóricos de la IAF, diciendo que éstos aseveran que existen papel sanitario o latas pensantes, desvirtuando el hecho de que sería el sistema global que se puede construir con todas estas combinaciones funcionales de materiales lo que en verdad viene a modelar la actividad pensante. Combinaciones como éstas incluyen, desde luego -y como un caso especial-, a las redes neuronales en un cerebro humano.

Para muchos cibernetistas y epistemólogos contemporáneos los argumentos de Searle resultan ser por completo pseudocientíficos y, en el fondo, revelan la irreductible creencia de este estudioso en un dualismo mente-cerebro, conforme al cual sólo lo sobrenatural puede producir autoconciencia.

Pero, ¿qué es el experimento mental del cuarto chino?: supongamos que un individuo está encerrado en un cuarto y se le entrega un cierto número de papeles escritos en idioma chino; supongamos también que éste no habla chino en absoluto, y que ni siquiera puede distinguir los caracteres chinos de otras representaciones escritas. Pero también se le proporciona un segundo conjunto de caracteres chinos, junto con una serie de reglas para cotejar la segunda tanda de signos con la primera; estas reglas están en inglés, que es su lengua materna y que, por lo tanto, entiende. Las reglas le enseñan a poner en relación las dos series de símbolos chinos formales.

Este proceso se repite con otros materiales hasta que el ocupante del cuarto logra correlacionar los que se le van dando para producir una respuesta en cada caso. Puede responder siempre con el conjunto correcto de caracteres si se le ha dado inicialmente otra serie de éstos. Luego, para complicar aún más la situación, al ocupante se le formulan preguntas y respuestas en inglés, las que maneja sin dificultad.

Supongamos que después de un tiempo, el sujeto en la habitación llega a dominar con gran pericia las instrucciones para manipular los signos escritos chinos, y que los programadores han sido tan hábiles en elaborar los códigos que, desde el punto de vista de alguien que está fuera del cuarto, las respuestas dadas a las preguntas no pueden distinguirse en absoluto de las que proporcionaría un chino-parlante. Nadie que analizase las respuestas se enteraría de que la persona dentro del cuarto no sabe una palabra de chino. Supongamos también que sus respuestas a las preguntas en inglés resultan indiscernibles de las de cualquier otro hablante de esta lengua, como con seguridad ocurrirá, por la simple razón de que esa es la lengua natal del ocupante Desde el punto de vista de alguien que estuviera leyendo esas respuestas, tanto las que da a las preguntas en chino como las que da a las preguntas en inglés, son igualmente correctas. Sin embargo, ocurre que en el primer caso, a diferencia de lo que sucede con el segundo, las redacta manejando signos formales que no sabe interpretar. Así, en lo que concierne al idioma chino, se conduce igual que una computadora que realiza operaciones computacionales sobre elementos formales específicos. A los fines de la lengua china, el sujeto del cuarto no es más que una manifestación del programa de la computadora.

Vemos claramente que si acaso existe alguna comprensión en tal sistema gigantesco, no sería la comprensión del sujeto ocupante (puesto que éste no es sino una tuerca en la máquina, ajeno a lo que está haciendo). Searle pretende no comprender que no es el sujeto dentro del cuarto quien es capaz de entender o no el chino, es todo el sistema el que entiende este idioma, incluyendo el cuarto, el ocupante y los programadores que le proporcionan el código para relacionar cada conjunto de caracteres chinos con otro de salida. Todo ello junto es lo que sí entiende el idioma chino, y es lo que duplica la capacidad del cerebro humano. Nunca habrá algo remotamente parecido a comprensión genuina en un trozo o segmento de programación lo suficientemente pequeño para ser imaginado con facilidad. Un segmento como éste es sólo una rutina, para transformar unas hileras de símbolos en otras hileras de ellos, de acuerdo con cierta receta mecánica o sintáctica. Para Searle más segmentos como éste -y no importa cuántos más- nunca alcanzarían a ser una comprensión genuina. Pero, para Hofstadter, esta comprensión es una propiedad que emerge inevitablemente de la totalidad de un sistema complejo.

Referencias

Morales, Cesáreo, Inteligencia, medios y aprendizaje. http://investigacion.ilee.edu.mxpanel_controVdoc/c37inteligenciaq.pdf

Hofstadter, Douglas R., I Am a Strange Loop. Nueva York: Basic Books, 2007.

Godel, Escher. Bach: un eterno y grácil bucle, trad. A. López Roseau y Mario Arnaldo Usabiaga Bandizz. Barcelona: Tusquets, 1989.

Searle, John, «Is the Brain a Digital Computer», discurso presidencial dirigido a la Asociación Filosófica Estadounidense (American Philosophical Association), http://users.ecs.soton.ac.uk/harnad/Papers/Py104/searle.comp.html


[1] Publicado originalmente en Ciencia y Desarrollo, No. 211, México, septiembre de 2007, Págs. 56-57.

Viaje a Venus en un plato volador. La increíble historia de Salvador Villanueva (4)

VIAJE A VENUS EN UN PLATO VOLADOR

CAPÍTULO II

«Â¡LA INCREÍBLE VERDAD!

«¦

«Cerca del mediodía volvieron los dueños del au­tomóvil acompañados de un mecánico. Este me echó la culpa del desperfecto, por lo que tuvimos una discusión y allí mismo me rehusé a seguir adelante. Viendo que pasaba un camión de carga rumbo a Mé­xico, lo paré y pedí al chofer que me llevara. Ama­blemente, mi compañero abrió la portezuela y me introduje en el camión sentándome a su lado.

«Yo hablé poco. Le contestaba con monosílabos. Estaba aún fuertemente impresionado. Le conté el in­cidente que había tenido con los texanos, que ni siquiera me pagaron. Y él rió…

«Pasaron las horas. El notó que yo estaba preo­cupado. Dedujo que algo me pasaba y que yo se lo ocultaba. Finalmente, le conté una parte de lo que me había sucedido. El soltó la carcajada y su único comentario fue que seguramente yo había fumado mariguana.

«Disgustado, cambié la conversación. Y seguimos el viaje hasta México, en donde le dí las gracias y me dirigí rumbo a mi casa.

«Mi esposa también me notó alterado. Le dije que había tenido un disgusto, pero ella me dijo que tenía aspecto de enfermo. Me acosté y me puse el termó­metro. Tenía fiebre…

«Por la noche, viendo que yo no podía dormir y que me revolvía nerviosamente en el lecho, me preguntó qué me pasaba. Entonces le conté todo…

«Ella me escuchó con calma. Después, me acon­sejó que no se lo contara a nadie, pues me tomarían por loco.

«Me enojé. ¿De modo que ella me consideraba loco?

«-No -me dijo- Yo te creo. Te conozco y sé que no me dirías una mentira, pero los demás no te creerán…

«¿SERA VERDAD?…

«Salvador Villanueva Medina guardó el secreto du­rante dos años. Sólo lo sabían su esposa y sus dos hijos mayores. Cuando yo publiqué una serie de re­portajes sobre el tema apasionante de los discos vo­ladores, su esposa le aconsejó que me viera y me contara todo.

«Fue entonces cuando me escribió. Fue así como lo conocí. Y desde entonces, juntos hemos buscado pruebas de que dice la verdad. Hicimos una expedición a Ciudad Valles, acompañados de tres investi­gadores norteamericanos, a los que yo invité a ir. Encontramos el sitio en que había aterrizado la nave. Recorrimos la zona, en donde florece una espesa ve­getación tropical. Árboles y plantas estaban verdes en todos los alrededores, pero en el sitio en donde se posó la nave -un área casi circular, de quince metros de diámetro aproximadamente- todo estaba seco. Los arbustos estaban aplastados…

«Tomé muestras de la tierra del área seca y del área fértil, a unos cuantos metros de distancia. Las muestras fueron analizadas en los Laboratorios Phil­lips y no se encontró nada extraordinario. Sólo que la tierra de la zona es rica en fosfatos y en otras substancias. Y la muestra que tomé del área seca no contiene fosfato. Es salitrosa. ¿Por qué?

«Las dos muestras fueron tomadas a una distan­cia no mayor de cuatro metros.

«Ese es el primer indicio de que Villanueva dice la verdad, pero ya seguiremos adelante, para ofrecer otros datos, que no han sido publicados hasta la fe­cha…

CAPÍTULO III

«»™Â¡YO HICE UN VIAJE A OTRO PLANETA!»™

«¦

«»¦más tarde fue publi­cado por numerosos periódicos de los Estados Uni­dos, de Sudamérica y de Europa. En Caracas, el dia­rio Noticias, rompió su récord de circulación el día que lo publicó. Y más tarde fue transmitido un programa especial de televisión abordando el tema.

«Villanueva fue interrogado ampliamente por di­versas personas interesadas en la investigación. En mi estudio, yo lo ví contestar a todo con seguridad. Primero lo interrogó George Adamski, en su primer viaje a México. Después vino Desmond Leslie, de Londres, y pasó largas horas en mi departamento, ha­blando con él. Ambos aseguran que Villanueva dice la verdad.

«Yo seguí todas las pistas. Buscaba una prueba que demostrara de modo evidente la veracidad de la historia. Villanueva se prestó a auxiliarme. No sólo me acompañó a Ciudad Valles, sino a otros lugares, en pos de algún indicio importante. Y así nació en­tre nosotros una amistad que ha perdurado al través del tiempo.

«Y así llegó a mis manos otra narración extraor­dinaria, que supera en interés el caso Villanueva: el caso de un joven ranchero de Jalisco, que asegura que lo llevaron a otro planeta a bordo de una astro­nave»¦

«Un día, el correo me trajo un rollo de papeles escritos a máquina, que contienen la narración más extraordinaria sobre el asunto de los platillos vola­dores. Desgarré la fajilla postal, que traía el mata­sellos de Guadalajara y leí asombrado la carta que ustedes van a conocer»¦

«Firma Antonio Apodaca y dice así:

«»™Señor.

«»™Salvador Villanueva Medina. México, D. F.

«»™Muy Señor mío:

«»™En primer lugar, le suplico me dispense por es­cribirle por conducto del señor M. Gebé, pero por más pesquisas que hicieron unos parientes míos ra­dicados en el Distrito Federal, no lograron investigar su domicilio. Me he enterado de la aventura que co­rrió cerca de Ciudad Valles. Los parientes de quienes le hablo me mandaron los reportajes, que he leído con gran interés.

«»™Uno de mis parientes es doctor y hace aproxima­damente un año vino de vacaciones a mi rancho en Jalisco y le platiqué de una formidable aventura que yo había vivido. Naturalmente que por lo extraordi­naria que es, no me creyó absolutamente nada. Eso me mortificó en parte, máxime que como testigos «a medias» le presenté a mis dos peones, y como si eso fuera poco, hasta mi madre le aseguró la veracidad de mi relato.

«»™Pero vamos por partes…

«»™Yo estudié en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, terminando la instrucción primaria y la secundaria, y hubiera seguido hasta ingeniería, de no ser por la desgracia de haber perdido a mi padre. Tengo un rancho a seis horas de camino de la ciudad de Guadalajara. Como le digo, me vine al rancho, abando­nando mis estudios por esa desgracia, pero estoy con­tento y me ha ido bien, pues soy descendiente de campesinos y mi trabajo me agrada.

«»™Tengo ahora 23 años. Cumplo en este mayo, seis meses de casado y nos viene en camino nuestro pri­mer hijo. Me vive mi madre. Por tanto, verá usted que soy más o menos feliz.

«»™Pero de lo que yo le quería hablar y lo que le conté a mi primo, y por tanto, motivo de esta carta, es lo siguiente:

«ATERRIZAJE DE UN PLATIVOLO

«»™El día 9 de octubre del año de 1953, estando yo en compañía de mis dos peones, arreglando una cer­ca de un pequeño huerto que mi madre cultiva, nos llamó la atención un objeto que descendía a unos cien metros del lugar en que nos encontrábamos. Dicho objeto era azul brillante y afectaba una forma cir­cular.

«»™Los tres nos quedamos de una pieza. El objeto descendía lentamente, como desciende una pluma, me­ciéndose ligeramente en el viento.

«»™Cuando tocó tierra, ninguno de los tres nos atre­vimos a acercamos, ya que nos paralizó cierto te­mor.

«»™De pronto vimos rodeando al aparato, para di­rigirse a donde nos encontrábamos, a dos pequeños y extraños personajes. No medía el más alto arriba de un metro con veinte centímetros»¦

«»™Instintivamente me llevé la mano a la cacha de la pistola, para retirarla poco después avergonzado de mi cobardía. Los dos hombres se acercaban con pasos menudos y con los brazos en alto, hacia noso­tros. Cuando los tuve a tres o cuatro metros les pre­gunté quiénes eran y qué deseaban, puesto que ha­bían descendido en terrenos de mi finca.

Villanueva9MV Dibujo de la época que representa el avistamiento de Antonio Apodaca.

«»™Ellos dibujaron la mejor de sus sonrisas y ade­lantándose el más bajito me dijo en c1aro y sonoro español:

«»™-¡Somos amigos!

«»™Como ya dije, el más alto no medía más de 1.20 y el que se había adelantado era aún más pequeño. Llevaba un uniforme de aviador, de una pieza. La tela de que estaba hecho era una especie de pana de color gris, ajustado a los tobillos y muñecas, cubriendo con el mismo material las manos y los pies. Se cubrían la cabeza con un casco un poco más pro­longado en la parte trasera, pero no tanto como para evitar que su pelo gris y ondulado escapara de dicho casco, cayéndoles sobre los hombros. Me llamó la atención que llevaban un cinturón ancho y brillan­te.

«»™Tenían ojos de gato montés, pero su aspecto en general era inofensivo. Cuando el que habló me hubo medido con la vista; me dijo:

«»™-¡Qué alto es usted!

«»™Hasta entonces caí en la cuenta que seguían con sus bracitos en alto, por lo que me apresuré a decir­les que por qué no los bajaban.

«»™-Bueno… -me dijo- no queríamos que fue­ran ustedes a pensar que veníamos en forma de ene­migos y como usted está armado, lo más prudente era llegar como llegamos.

«»™Mis peones estaban alelados y hasta mi madre, que había salido a la puerta de la casa, atraída por los ladridos de los perros, estaba estupefacta.

«»™-Bueno -les dije- como supongo que vienen de visita, lo correcto es que los invite a pasar a la casa. ¿No es así?

«»™Les pregunté esto como bromeando y mi inter­locutor respondió:

«»™-Efectivamente. Nosotros venimos de visita y aceptamos su afabilidad.

«»™Me encaminé hacia la casa y cuando llegamos al pequeño portal de entrada, le dije a mi madre:

«»™-Le presento a usted a unos amigos de Guada­lajara que vienen a visitamos»¦

«»™No sé por qué se me ocurrió mentirle a mi ma­dre. Pienso que en mi subconsciente se formó la idea de que si lo hacía de otra manera, mi madre des­confiaría de los desconocidos.

«»™Mi madre, mide un metro y sesenta y cuatro cen­tímetros y yo mido un metro ochenta y dos, así que ya verá usted el contraste que había entre nuestros visitantes y yo, en estatura. Pero me apresuré a decir a usted que solamente en estatura, porque a decir verdad, algo había en esos señores que imponía cier­to respeto.

«»™Los pasamos a nuestra pequeña sala, invitándolos a sentarse. Con ­cierta agilidad treparon a los si­llones de tule que forman nuestro ajuar y me pareció correcto invitarles una copa de tequila, digamos, para iniciar la conversación. Moviendo graciosamen­te la cabeza me contestaron que tequila no, porque era una bebida muy fuerte y no querían embriagarse. Se alejó mi madre rumbo a la cocina, para aparecer poco después con una charola con algunas fru­tas y dulces. Sólo aceptaron nueces en dulce, que parecieron ser de su agrado. Por lo visto, mis visitantes eran gente chic, así que ya no les ofrecimos nada más.

«»™SERES DE OTRO MUNDO

«»™No hallando con qué agradar les invité a conocer la finca y aceptaron de inmediato. Mi madre se encaminó a la cocina a seguir preparando la co­mida y yo los llevé al huerto. Daba gusto ver el interés con que examinaban las hortalizas de mi madre. Se hubiera pensado que los amigos eran estudiantes de horticultura. Luego fuimos a nuestro corral y mostraron igual interés a la vista de nuestros cerdos, gallinas, patos y guajolotes. Tal parecía que en su vida no habían, tenido oportunidad de conocer uno de esos animales. Pero lo más asombroso fue cuando estuvimos frente a las vacas, pues su sorpresa llegó al límite cuando les dije que producían alimentos de gran calidad.

«»™Todo un laboratorio, dijeron sonriendo, pero en eso el laboratorio pegó un mugido espantoso. Creo que le sorprendió la traza de nuestros visitantes. Hubiera visto usted con qué ligereza se pusieron a distancia del animal.

«CAPÍTULO IV

«Â¡A BORDO DE LA NAVE INTERPLANETARIA!

«¦

«La plática que siguió -dice nuestro hombre- ­no se la repito porque la acabo de leer en los repor­tajes de M. Gebé y terminaría haciéndole pensar a usted que solamente lo copié. Me hablaron largamen­te sobre su mundo y sus costumbres y al leer lo que usted relata, encuentro una absoluta similitud.

«¦

«CAPÍTULO V

«Â¡EN OTRO PLANETA!

«¦

«CAPÍTULO VI

«LA URBE REFULGENTE Y PRODIGIOSA

«¦

«CAPÍTULO VII

«EL RETORNO A LA TIERRA

«¦

«»™Poco después aterrizamos en mi rancho. Llegamos el día 14 de octubre a las 12 y minutos. Puesto que habíamos salido el día nueve de octubre a las cinco de la tarde, el viaje había durado cuatro días y diecinueve horas.

«¦

«»™Mis amigos cumplieron su promesa. Dos semanas después aterrizaron en el rancho y pasaron allí tres días como huéspedes míos. Si le dijera todo lo que me platicaron, nunca acabaría esta carta.

«»™Durante su estancia en el rancho, cubrimos la na­ve con rastrojo y ramas secas para que no fuera visi­ble desde arriba, pues en ocasiones pasan por allí aviones de línea.

«»™Procuré atenderlos lo mejor que pude. Les conse­guí una gran variedad de semillas y les regalé tam­bién varias parejas de aves de corral de mi rancho. Espero que haya llegado todo bien.

«¦

«»™Le ruego que no me busquen.

«»™Adiós. Créame que me considero su amigo y compañero.

«»™Antonio Apodaca»™

Continuará…

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Sasquatch marino

SasQuatch marino

21 de abril 2010

Por Gerry Dorsey

SeaSasquatch

San Francisco, CA – Un Sasquatch marino ha sido localizado en una playa, cerca del distrito de San Francisco, Richmond, cerca del famoso restaurante Sea Cliff

El sorprendente descubrimiento, un exclusivo Weekly World News ha tenido lugar esta mañana en Ocean beach, a sólo 5 millas del centro de San Francisco, los investigadores utilizaron un perro policía llamado Burly para identificar a la criatura, pero el perro corrió aterrado después de oler las extremidades pútridas de la criatura. Los lugareños han llamado el cadáver de San Francisco el Sasquatch marino.

El Sasquatch mide más de 9 pies de largo, tenía un color gris pálido y estaba cubierto de una piel densa y enmarañada. El brazo izquierdo del Sasquatch marino mostraba signos de traumatismo o una mordedura. Las autoridades no están seguras si este fue el resultado de una lucha con una ballena, posiblemente una ballena asesina. Los testigos han informado de que ha habido avistamientos recientes de ballenas que se han aventurado en la bahía de San Francisco como resultado de la crisis del cambio climático.

http://weeklyworldnews.com/headlines/17146/sea-sasquatch/

Stephen Sevitzky. Keep the Dream Alive

Keep the Dream Alive – Stephen Savitzky

In the year of Nineteen Eighty Six,

On an icy winter’s day

The shuttle Challenger left the pad

And started on her way

The shuttle Challenger lifted off

With seven brave women and men

In flames they died just ten miles high,

And never came home again.

Never came home again,

In flames they died just ten miles high

And never came home again.

And seventeen years later

Nearly forty miles high,

Columbia’s wreckage wrote a line

Of fire across the sky

But long before the jetstream blew

Her trail of smoke away

We saw that it marked a highway

We would travel again some day.

–2003–02–01

So never say that they died in vain

Nor stay on the ground afraid,

The stars are one step closer now

Because of the price we’ve paid.

And mourn for the shuttles that fly no more,

And weep for the friends we’ve lost,

But to leave the Earth will still be worth

Whatever it has to cost.

And fire no guns in last salute

But let the rockets roar,

And reach for the wide and starry sky

As Challenger did before.

And raise no earthbound slab of stone,

To mark the place they lie,

But write their names with a shuttle’s flames,

Ten miles in the sky.

And here’s a toast to the shuttle crews

Who died for the dream of space

And all the pioneers who have

The sky for a resting place.

No grave nor tombstone do they need,

For their memory will survive

As long as we fly beyond the sky

And keep the dream alive.

Keep the dream alive,

As long as we fly beyond the sky

And keep the dream alive.

Keep the dream alive,

Let the shuttles fly beyond the sky

And keep the dream alive.

Space Monkey from Leo Burnett on Vimeo.