Romeo y la erupción porteña

ESCRUTINIO

Romeo y la erupción porteña[1]

Juan José Morales

Bien merece Romeo Frías Bobadilla, colaborador de Por Esto!, su cargo de cronista vitalicio de Progreso. Nacido en 1920 en el puerto, se inició en el periodismo cuando tenía apenas 12 años de edad, como ayudante «”redactando crónicas deportivas»” de su padre, el legendario Sixto Frías, un ícono del periodismo progreseño, y durante 80 años no ha dejado de escribir cotidianamente, ya sea como corresponsal de diarios y revistas, ya sea como autor de una veintena de libros sobre la historia de la ciudad y puerto de Progreso, como oficialmente se le denomina.

Fruto de esa labor es su más reciente obra, En el cráter porteño, publicado bajo el sello de Ediciones el Faro de Progreso. En él, Romeo ofrece, como él mismo dice, una «erupción de anécdotas, cuentos, puntadas, curiosidades y hechos históricos» sobre Progreso, sus habitantes y sus instituciones, una erupción surgida de su rico archivo documental y de su excelente memoria, que no deja de asombrarme cada vez que en alguna de mis ocasionales conversaciones con él se refiere con asombrosa precisión a hechos, lugares, personas, fechas o edificios de prácticamente cualquier período de la historia porteña.

Ciertamente, quienes movidos por la curiosidad o la nostalgia deseen conocer las costumbres, las tradiciones, la vida cotidiana o los acontecimientos más relevantes de Progreso desde sus primeros tiempos hasta la actualidad, en este libro encontrarán una rica fuente de información.

clip_image002Una veintena de libros han salido de la máquina de escribir de Romeo, quien sigue usándola en vez de computadora. Entre ellos esta monografía de Progreso, aparecida el año pasado y que aporta una visión integral de la población.

Al leerlo, se entera uno, por ejemplo, de que durante muchos años la sirena de la planta eléctrica sonaba «”con tal puntualidad que servía para poner a tiempo los relojes»” a las 7 de la mañana para marcar el inicio de las labores, no sólo en la propia planta, sino en toda la ciudad, a las 11 para indicar el descanso de medio día, y por la tarde a la 1 y a las 5 para señalar el comienzo y el final de las labores vespertinas. O que, en tiempos más remotos, un cañonazo el sábado a las 6 de la tarde en el muelle indicaba el fin de la semana laboral.

Por las páginas de En el cráter porteño desfilan personajes de Progreso, como aquel comandante de la policía, José Jatar Atala, que se mantuvo tantos años al frente de la corporación que parecía ser parte del inventario y que ahuyentaba del puerto a presuntos delincuentes mediante el sencillo expediente de interrogar a todo fuereño que se le hiciera sospechoso y, de no recibir una explicación satisfactoria sobre la razón de su presencia, le daba dinero para su pasaje con la advertencia de que no quería volver a verlo por ahí.

Describe costumbres ya desaparecidas, como la retreta dominical en el parque principal, con hombres y mujeres caminando en círculo mientras escuchaban la música, pero en direcciones opuestas para mirarse al pasar. Y «”dado que Romeo estudió aviación y trabajó en ella por muchos años»” no podía faltar en el libro una sección al respecto. Así, relata que el primer vuelo comercial a la península de Yucatán no fue a Mérida como podría suponerse, sino de Veracruz a Progreso, cuando un acaudalado pasajero a quien urgía alcanzar un buque contrató un avión correo que aterrizó en un llano próximo a la ciénaga. Y la primera mujer oriunda de Progreso que obtuvo licencia de piloto fue Irma Morales, quien falleció precisamente en un accidente aéreo.

En fin, en este su más reciente libro «”no diremos último porque sin duda vendrán más»”, Romeo Frías Bobadilla nos ofrece, como él mismo nos dice, «hechos no sólo de ayer sino también de anteayer y de más allá del anteayer» y que gracias a su pluma han quedado registrados con un dejo de melancolía por lo que se fue y ya no volverá.

Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx


[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Martes 28 de agosto de 2012. Reproducción autorizada por Juan José Morales

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