La triste suerte de tiburones y mantarrayas

IMPACTO AMBIENTAL

La triste suerte de tiburones y mantarrayas[1]

Juan José Morales

En estos días, a partir de hoy hasta el 13 de marzo, se celebrará en Bangkok, Tailandia, la décimo sexta reunión anual de las naciones firmantes de la convención internacional sobre el tráfico de especies de flora y fauna amenazadas (CITES por su sigla en inglés). El plato fuerte del encuentro serán las discusiones sobre la regulación del comercio de ciertas especies de tiburones y mantas cuya sobrexplotación ha diezmado sus poblaciones tan severamente que ya resultan vulnerables o pueden considerarse amenazadas.

clip_image001Esta foto de un par de mantarrayas permite apreciar las características de su cuerpo, aplanado y extendido hacia los costados. Aunque pueden causar temor por su tamaño y aspecto, son inofensivas. Su enorme boca sólo le sirve para absorber agua, filtrarla con unas estructuras llamadas branquispinas, y retener animalillos que le sirven de alimento.

Son en total siete las especies de tiburones y casi todas las de mantas las que se encuentran en tal situación debido a la sobrepesca. Pero, a diferencia de otros pescados y mariscos, no se les aprovecha integralmente para consumo humano, sino sólo pequeñas partes de sus cuerpos. El resto «”la mayor parte de él»” se arroja al mar como desperdicio.

En el caso de los tiburones, lo que se utiliza son únicamente las aletas, que tienen gran demanda en los países asiáticos para preparar una sopa considerada delicia gastronómica. El cuerpo del animal se desecha. Incluso, después de cortarles las aletas se les tira al agua todavía vivos, pero obviamente condenados a muerte al no poder nadar. Por lo que respecta las mantas, lo que se aprovecha son solamente las branquispinas, unas estructuras de las branquias que sirven para filtrar agua y retener los animalillos que hay en ella y sirven de alimento a la manta. Las branquispinas se usan en la medicina tradicional oriental para elaborar un tónico que supuestamente mejora la salud. También en este caso el resto del animal se descarta. Así que ya lo saben los partidarios de la «sabia» y antiquísima medicina oriental.

Pues bien, este asunto de las acciones para proteger a mantas y tiburones es particularmente interesante para nosotros, en primer lugar porque México «”junto con Ecuador, Honduras, Colombia, Brasil y Costa Rica»” ha sido uno de los impulsores de las propuestas para regular el comercio de productos de especies amenazadas. En segundo lugar, porque algunas de tales especies existen en aguas de la península, y no basta protegerlas localmente dado que, por sus constantes migraciones, se ven expuestas a la depredación en aguas internacionales y de otros países.

Tal es el caso, por ejemplo, del tiburón martillo o cornuda Sphyrna lewini, conocida como chata por los pescadores locales. Esta especie en particular se considera una de las más vulnerables en todo el mundo.

También tenemos en aguas peninsulares a la gigantesca manta o mantarraya Manta birostris, otra especie seriamente amenazada. Este enorme pez «”que aunque pariente de los tiburones es muy diferente a ellos, semejante más bien a un ave colosal»” puede alcanzar más de 6.5 metros de punta a punta de las aletas. Los pescadores la denominan también diablo y, a pesar de su impresionante aspecto, es enteramente inofensiva. Un nadador puede sujetarse a ella y ser llevado a remolque. En el noreste de la península, en las inmediaciones del Cabo Catoche, se forman en ciertas épocas del año grandes concentraciones de estos animales.

Como decíamos, el problema con los tiburones es que han sido pescados en exceso, y ello ha hecho disminuir sensiblemente las poblaciones de varias especies. No han llegado todavía al grado en que puedan considerarse amenazadas de extinción, pero podrían alcanzar ese punto si continúan siendo explotadas ilimitada y desordenadamente.

Y aunque algunas personas podrían pensar que si los tiburones desaparecen del océano no se perdería nada e incluso el mar se volvería más seguro para los seres humanos, la realidad es que esos depredadores tienen un papel fundamental para el buen estado de los ecosistemas marinos y su ausencia repercutiría negativamente sobre la pesca comercial. Los tiburones, por ejemplo, eliminan peces que devoran al camarón. Si no ejercieran esa acción depredadora, disminuirían las capturas de tan valioso crustáceo. Por ello los tiburones, aunque temidos y detestados por mucha gente, requieren ser protegidos y conservados.

Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx


[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Lunes 4 de marzo 2013.

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