Milagros del agua

MILAGROS DEL AGUA[1]

Mario Méndez Acosta

Es el agua una sustancia en realidad prodigiosa, y la base de la vida en nuestro planeta. De ella depende la riqueza biótica de la Tierra, la existencia y la salud de cada ser viviente.

La habitabilidad de los planetas se define por la posibilidad de que exista agua en su superficie, en estado líquido, lo que finalmente depende de la distancia que los separe de la estrella en torno a la cual orbitan y de la presencia de una atmósfera gaseosa con una presión mínima capaz de permitir que el agua no se evapore y escape al espacio.

Es, además, el solvente universal que permite a los seres vivos ingerir las sustancias nutritivas y las sales minerales que requieren. La falta de agua es causa de un pronto deterioro e, inevitablemente, de la muerte de todo ser vivo. No es de extrañar, pues, que todas las asombrosas cualidades del agua hayan propiciado una serie de leyendas y consejas sobre supuestos beneficios extraordinarios que puede traer a las personas su consumo sin medida.

Circula con frecuencia en las redes sociales y en los servicios de correo electrónico un consejo, supuestamente medicinal, en el que recomienda consumir todos los días de dos a siete litros de agua, aseverando que ello acarrea beneficios maravillosos a la salud.

La verdad es que el consumo exagerado de agua puede ser perjudicial. Existe un problema de salud llamado intoxicación o envenenamiento por agua, cuya práctica sin vigilancia puede conducir a graves daños en el metabolismo, los cuales son, potencialmente, mortales, según el doctor Juan José Rufilanchas Sánchez, quien asegura que lo peligroso no es la deshidratación, sino la intoxicación por agua. Sabemos que algunos atletas en los certámenes mueren o se colapsan debido a intoxicación por agua. La intoxicación por agua (hiperhidratación o envenenamiento por agua) se produce cuando se desequilibra la cantidad normal de sales en el cuerpo por beber demasiada agua de forma rápida y perderla por el sudor.

Puede ser mortal debido a que perturba el correcto funcionamiento del cerebro. En general, una persona sana no debería tener problemas si bebe menos de 7 litros de agua al día a razón de 1.5 litros por hora.

En la maratón de Boston, del año 2002, a 488 corredores se les sacó sangre antes y después de la carrera, y se vio que la mayor parte de ellos tenían el sodio bajo, es decir, habían bebido demasiada agua; también se observó que quienes colapsaban, así como los que llegaban a la meta presentando pérdida del conocimiento o confusión, no sabían lo que hacían, pues todos ellos tenían intoxicación por agua.

En México fue célebre el caso del agua milagrosa del Tlacote, un rancho en el estado de Querétaro donde había un pozo, cuyas aguas «“se afirmó»“ eran capaces de curar absolutamente todas las enfermedades. En 1991 ante el rancho de Jesús Chain Simón se formaban larguísimas filas de gente a lo largo de la carretera en las que se incluía personas enfermas o que desfallecían, en algunos casos, por la insolación, en espera de tener acceso a un grifo de agua en el cual llenaban cientos de recipientes de plástico que eran vendidos en el sitio. La fama del agua del Tlacote trascendió las fronteras y, en Argentina, al ser decomisado por las autoridades un cargamento del líquido, se ocasionó una manifestación de enfermos en el aeropuerto que reclamaban su liberación inmediata a lo cual accedió el gobierno de Carlos Ménem.

Pero pronto, ante las advertencias de las autoridades de salud, descendió la fama del agua del Tlacote. Jesús Chain falleció en 2004 víctima de cáncer, uno de los males que aseguraba curar el agua de Tlacote, la que ahora se expende como cualquier agua embotellada.

De igual manera ha recuperado notoriedad la noción de que el agua de mar posee propiedades curativas maravillosas. El más célebre representante de esta afirmación es el francés René Quinton, quien a principios del siglo XX creó toda una teoría sobre las propiedades curativas del agua de mar y la utilizó para tratar a muchos enfermos. Este hombre diluía el agua marina con agua destilada y la administraba por vía oral e, incluso, intravenosa.

El agua salada tiene unas ciertas propiedades antisépticas, pero eso no quiere decir que sea capaz de curar enfermedades importantes. Sin embargo, en los primeros años del siglo pasado, sus curas tuvieron buena acogida y su suero fue considerado como un medicamento, a pesar de lo cual, el suero inyectable se prohibió en los años cincuentas, ya que producía más contraindicaciones que beneficios.


[1] Publicado originalmente como: Méndez Acosta Mario, Milagros del agua, Ciencia y Desarrollo, Vol. , No. 251, México, abril 2011. Págs. .

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