Los sapos del Mayab

IMPACTO AMBIENTAL

Los sapos del Mayab[1]

Juan José Morales

A propósito de nuestros comentarios del pasado lunes sobre el uo much o sapo borracho, un lector pregunta qué diferencias hay entre sapos y ranas, si es que hay alguna.

Las hay, y muy importantes. Las ranas se desplazan a grandes saltos, tienen la piel lisa y necesitan mantenerla permanentemente húmeda. Los sapos, en cambio, caminan, no saltan, tienen la piel llena de verrugas, y soportan bastante bien largos períodos de desecación. Además, poseen glándulas cutáneas que segregan sustancias tóxicas o irritantes, capaces de matar o causar graves trastornos a un animal que los devore. Incluso, algunas tribus sudamericanas usan en sus flechas venenos extraídos de la piel de sapos.

imageSapo Rhinella marina. Posee glándulas secretoras de un potente veneno que afecta al sistema nervioso y es mortal para un animal que se trague al sapo. Al contacto con esa sustancia un ser humano sufre inflamación, náuseas, vómitos y otros trastornos. Tiene también efectos alucinógenos, y hay evidencias de que los mayas y otros pueblos prehispánicos la utilizaban en dosis moderadas en sus ritos religiosos para lograr estados de trance que interpretaban como una comunicación con los dioses.

En la península de Yucatán tenemos una buena cantidad de especies de ranas pero pocas de sapos, a los que en lengua maya se conoce como much. Un par de buenos ejemplos, por su abundancia y tamaño, y por ser bastante conocidos, son el sapo gigante o sapo marino Rhinella marina, antes clasificado como Bufo marinus, y el sapo costero o sapo del Golfo Incilius valliceps, antes Bufo valliceps.

El primero, pese a su nombre común, no habita aguas marinas sino tierra firme, ciénagas y pantanos. El calificativo de marino probablemente se le asignó porque se le observó por primera vez cerca del mar. Robusto y macizo, color atabacado oscuro moteado de amarillo y lleno de verrugas, es el coloso de nuestros sapos. Normalmente mide unos 12 centímetros y pesa más de cien gramos, pero las hembras son mayores aún. Existen registros fidedignos de una que midió 23 centímetros y marcó casi kilo y medio en la báscula.

Originalmente sólo existía desde el sur y sureste de los Estados Unidos hasta Sudamérica por la vertiente del Atlántico, incluidas las Antillas. Pero como es un animal muy voraz, que consume grandes cantidades de insectos, se le introdujo deliberadamente en muchos países para combatir insectos plaga de la caña de azúcar y otros cultivos. Por eso en algunos lugares se le conoce como sapo de la caña. Fue él, sin embargo, quien se convirtió en plaga al acabar con especies nativas útiles y ahora en muchos lugares donde fue introducido se hacen grandes esfuerzos para erradicarlo.

El sapo costero o del Golfo, por su parte, es más pequeño. Por lo general mide entre cinco y diez centímetros «”las hembras un poco más»” y se le reconoce por unas crestas muy marcadas en la cabeza.

También está ampliamente distribuido, aunque no tanto como el marino, desde el sur de Estados Unidos hasta Honduras y el norte de Costa Rica por toda la vertiente del Golfo. Del lado del Pacífico se le encuentra sólo desde el istmo de Tehuantepec hasta el sur de Guatemala.

Además de esos sapos conocidos desde tiempos prehispánicos, hay por estos rumbos otro que apenas en 1994 fue identificado como nueva especie y se incorporó al listado de la fauna peninsular: el Incilius campbelli o sapo de selva. Exteriormente se parece tanto al valliceps, que se le confundía con él. Fue descubierto en Belice y si bien se supone que existe en otras partes de la península «”al menos en el sur de Quintana Roo y Campeche»”, aún no se conoce su área de distribución.

En fin, estos son los sapos del Mayab, cuyo croar se escucha en esta época de lluvias.

Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx


[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Lunes 29 de agosto de 2016

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