La presunta sonda alienígena resultó ser un trozo de roca

La presunta sonda alienígena resultó ser un trozo de roca

Un asteroide inusual pensado por muchos como evidencia de ET ha sido identificado como de origen natural. Andrew Masterson informa.

Nop, todavía no es una nave alienígena. Ese es el hallazgo central de una revisión de un asteroide cercano a la Tierra que se avistó por primera vez en 1991 y que ha estado despertando historias de extraterrestres sobrevolando desde entonces.

El objeto de 20 metros de diámetro, llamado 1991 VG, fue descubierto por primera vez por el astrónomo estadounidense James Scotti en noviembre de ese año. Inmediatamente atrajo mucha atención por dos razones. En primer lugar, estaba muy cerca de la Tierra: los astrónomos calcularon que, a las pocas semanas de su descubrimiento, pasaría a solo 450,000 kilómetros del planeta.

En segundo lugar, exhibió una órbita heliocéntrica muy similar a la de la Tierra, que era inusual, por no decir sin precedentes.

En ese momento, estas observaciones llevaron a una ráfaga de teorías que intentan explicar su apariencia y comportamiento. Algunos astrónomos consideraron que 1991 VG era simplemente un tipo de asteroide pequeño descubierto recientemente, pero otros no estaban convencidos.

El mismo Scotti sugirió que, en base a su patrón orbital, podría ser una nave espacial que regresaba a la Tierra. Otros investigadores observaron su curva de luz, la forma en que la luz se reflejaba en múltiples imágenes, y concluyeron que bien podría tener paneles laterales reflectantes. Posiblemente era un satélite cayendo, sugirieron.

A partir de ahí, fue sólo una breve distancia narrativa de la posibilidad de que un satélite hecho por humanos a uno hecho por alienígenas, y las teorías de que 1991 VG fue una sonda extraterrestre surgió. Han demostrado ser extraordinariamente resistentes.

El objeto desapareció de la órbita terrestre en 1992. Sin embargo, según su trayectoria, los astrónomos confiaban en que volvería en algún momento de 2017. Cuando surgieron las noticias de su llegada prevista en 2015, todas las viejas teorías alienígenas se desempolvaron y recibieron una sorprendente cantidad de cobertura en muchas publicaciones, algunas más extravagantes que otras.

Regresó, como se predijo, en agosto, pasando por un orden de magnitud más alejado de la Tierra.

Para entonces, sin embargo, la comprensión astronómica del comportamiento y la frecuencia de los pequeños asteroides había avanzado considerablemente.

En un artículo publicado en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, los astrónomos Carlos y Raúl de la Fuente Marcos de la Universidad Complutense de Madrid en España revisan la historia cargada de rumores de 1991 VG y la filtran a través de la investigación actual.

Confirman que el objeto «fue capturado brevemente por la gravedad de la Tierra como una mini-luna durante su anterior vuelo en 1991-1992», un fenómeno que casi con certeza ha sucedido en el pasado y muy probablemente sucederá nuevamente en el futuro.

El asteroide, sin embargo, «no es un compañero co-orbital actual de la Tierra».

Lejos de ser únicos, dicen los astrónomos, cualquier modelado realista de las órbitas de los objetos cercanos a la Tierra predice que los asteroides como VG 1991 deben existir. De hecho, señalan que hasta el momento se han observado otros tres similares en 2001, 2008 y 2014 (ninguno de ellos provoca especulaciones sobre orígenes alienígenas).

El documento llega a una conclusión que es tranquilizadora o desalentadora, según el punto de vista de uno: «Toda esta evidencia confirma que no hay una razón convincente para creer que 1991 VG no es natural».

https://cosmosmagazine.com/space/suspected-alien-probe-turns-out-to-be-lump-of-rock

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