Elizabeth Klarer: viajera espacial 16

ElizabethKlarer3Elizabeth Klarer murió en febrero de 1994 a la edad de 83 años, y hasta el último minuto sostuvo su historia en el lecho de muerte.

Su narración es tomada muy en serio por los científicos, ya que no se trata del relato de cualquier campesina, sino de una mujer educada en la Universidad de Cambridge, el máximo recinto universitario de Inglaterra.

Elizabeth no sólo reafirmó su versión hasta el día de su muerte, sino que proporcionó información a los científicos, quienes están convencidos de que no se trata de un cuento.

Elizabeth tuvo algunas experiencias psíquicas desde su infancia: hasta la edad de 47 años, confesó que había conocido a un ser espacial llamado Akon, cerca de su casa ubicada en Sudáfrica.

Aquella noche se encontraba en su hogar, cuando sintió una inexplicable urgencia de escalar la montaña cercana.

Al llegar a cierta altura, vio cómo descendía de las nubes una nave espacial. De la puerta del impresionante artefacto salió la silueta de una figura humana: era su primer avistamiento del extraterrestre llamado Akon.

«Se quedó parado con los brazos cruzados sobre su pecho, hipnotizándome con sus ojos que, a pesar de estar a una gran distancia, me influenciaron totalmente», narra Elizabeth.

«En ese momento, el tiempo pareció detenerse. Yo no sentí temor, sino sólo una profunda y emocionante alegría».

Luego, el ovni se elevó hacia el espacio exterior; pero Elizabeth sabía que el extraterrestre regresaría por ella.

Un día, despertó e instintivamente supo que Akon había vuelto. Corrió hacia la montaña y ahí se quedó, es­perando a que él llegara.

«Sonriendo de manera encanta dora, me tomó de la cintura y me subió a bordo de su nave, como si fuera la cosa más natural del mundo».

«Akon hablaba perfectamente el inglés», según explica Elizabeth, «y hacer el amor con él fue simplemente ¡algo fuera de este mundo!».

Ella quedó embarazada, así que, nueve meses después, Akon se la llevó al planeta Metón para que allá diera a luz a su hijo Ayling.

Elizabeth revela que permaneció en ese planeta por cuatro meses y que, después, regresó a la Tierra a bordo de una nave que controlaba las ondas del tiempo y de la gravedad.

Su hijo Ayling fue educado por su padre.

Inclusive, adquirió la misma profesión, ya que se convirtió en un científico investigador interestelar.

Mientras tanto, Elizabeth reasumió su estilo de vida terrestre y se casó tres veces más, teniendo otros dos hijos.

Sin embargo, ella nunca olvidó a su hijo extraterrestre y jamás se quitó del dedo el anillo que le dio Akon.

Elizabeth escribió su increíble experiencia en un libro titulado Más Allá de la Barrera de la Luz.

No tomó fotos ni de Akon ni del niño. Porque tomar fotos está prohibido por los extraterrestres, ya que éstos alegan razones de seguridad: en cambio sí retrató la nave espacial e hizo varias pinturas al óleo de Akon, una de las cuales cuelga en la recámara de su casa en Johannesburgo.

Cuando le diagnosticaron el temible cáncer, Elizabeth no tuvo miedo de morir, ya que había conocido otros mundos más bellos. De hecho, ella estaba impaciente por morir cuanto antes, para abandonar este planeta.

«Ya no quiero estar aquí», expresó poco antes de morir.

«Los terrestres son una raza primitiva y estúpida, así que prefiero no seguir viviendo más al lado de bárbaros».

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