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El soldado filipino (Primera parte)

EL SOLDADO FILIPINO. UN CASO DE OVNIS FANTASMAS Y APARECIDOS

Fue Morris Karl Jessup, un astrónomo profesor de las universidades de Michigan y Drake, el primero en mencionar el caso en relación con los OVNIs. Su libro The Case for the UFO, publicado en los Estados Unidos en 1955 y en México en 1956 recoge la leyenda escrita por Luis González Obregón. Para Jessup el caso es más que una leyenda: una realidad relacionada con los secuestros que llevan a cabo los tripulantes de los platos voladores. Jessup escribe en el segundo capítulo de la Tercera Parte de su libro:

«¿Teletransporte o secuestros?

Con motivo de deleite, nada se compara con la intriga de los incontables informes, verificados, de translaciones extrañas e instantáneas de personas, desde un lugar a otro, a distancias de muchos kilómetros.

En servicio de nuestros fines, debemos buscar una vez más la selectividad, y si es posible, alguna indicación de motivo. Puede ser que adscribamos esos fenómenos a caprichos de los habitantes del espacio. Por otra parte puede haber en ello un elemento de error involucrado. O quizá por razones inexplicables, los OVNIs escogen los objetos de su captura o secuestro y luego descubren tardíamente, que su selección no ha sido tan atinada como creían. De lo que hemos ya descubierto sobre la velocidad del movimiento y las bastas áreas que pueden cubrirse, no es del todo desechable pensar que una vez hecho el arrebato y descubierto el error, devolviendo lo secuestrado, los OVNIs han viajado tan grandes distancias, ¡que no pueden calcular la colocación del objeto (o persona) en el mismo espacio relativo! Puede uno preguntarse con certeza: pero si son inteligentes, ¿cómo no se dan cuenta de que no depositan su ex presa en el lugar de donde la tomaron? Puede ser, pero, ¿por qué habrían de preocuparse?

Estos pensamientos deben ser tenidos en cuenta mientras revisamos nuestro primer caso de teletransporte.

En la mañana del 25 de octubre de 1593 «“refiere don Luis González Obregón en «Las Calles de México»- apareció un soldado en la Plaza Mayor de la capital; un soldado vestido con el uniforme del regimiento que en aquellos momentos guardaba la ciudadela amurallada de Manila, en las Filipinas.

A la extraña presencia del soldado, se agregó el rumor de que su Excelencia Gómez Pérez das Mariñas, Gobernador de las Filipinas, había muerto. Un rumor muy precipitado, seguramente, pero que se desparramó por la ciudad como reguero de pólvora.

Intrigados sobre cómo un soldado había podido viajar más de quince mil kilómetros sin ajar siquiera el uniforme, las autoridades decidieron, sin embargo, meterlo en la cárcel como desertor de su regimiento filipino.

Las semanas pasaban y el soldado languidecía en prisión; lentas semanas, necesarias para vencer por barco la distancia entre las Filipinas y Acapulco y luego por mensajero, al través de las altas montañas hasta el Valle de México la distancia entre el mar y la capital»¦

De pronto, la Ciudad de México se estremeció con la noticia. Su excelencia, el Gobernador de Filipinas, había muerto, asesinado por una tripulación china amotinada frente a punta de Azufre, ¡poco después de salir de su isla domiciliar en una expedición militar contra las Molucas! Y más aún, había sido asesinado el mismo día en que el soldado filipino apareció en la Plaza Mayor de la ciudad de México.

El tribunal de la Santa Inquisición se hizo cargo del soldado. Éste no pudo declarar cómo había sido transportado de Manila a México. Dijo solamente que todo había sido hecho «en menos de lo que canta un gallo». Tampoco pudo decir cómo había sucedido que la ciudad de México se enterara de la muerte del Gobernador, aún antes de que lo supiera la propia ciudad de Manila.

Por orden del Santo Tribunal, el soldado fue regresado a Filipinas para posteriores investigaciones en el sonado caso. Testigos irrefutables salieron en su defensa, para jurar que el soldado había estado en servicio en la isla capital la noche del 24 de octubre, de la propia manera que quedaba probado que la mañana siguiente había sido aprehendido en la Plaza Mayor de México, a más de quince mil kilómetros de distancia.

¿Una leyenda? No, de acuerdo con los registros de los cronistas de la Orden de San Agustín y la Orden de Santo Domingo; tampoco de acuerdo con el doctor Antonio de Morga, alto magistrado de justicia en la Corte de los Criminal, de la Real Audiencia de la Nueva España, en sus «Sucesos de las Islas Filipinas».

El caso de este peripatético soldado, es uno de los que podemos ligar por ambos cabos al eje del teletransporte, si éste realmente existe. Podemos hallar desapariciones y apariciones inexplicables; pero de las que tenemos a mano, ninguna como ésta. Y parece que hay también muchas desapariciones discutibles. ¿Pero qué vamos a hacer con el caso de las apariciones? A mí me parece que hay en ellas una especie de segundo orden fenoménico, a menos de que puedan ser conectadas de alguna manera con sus correspondientes desapariciones en algún lugar. ¿Debemos admitir la posibilidad de secuestros por parte de los OVNIs?

EL PRIMER CRONISTA

Pero ¿qué había de verdad en lo publicado por el ufólogo americano? Ciertamente, algo.

Jessup había tomado la historia del escritor e historiador mexicano Luis González Obregón, quien había cultivado el género literario llamado «la tradición», iniciado por el peruano Ricardo Palma en 1872. La Tradición era una mezcla de verdad y de fantasía, de realidad histórica y de ficción novelesca. El género fue desarrollado en México por Ignacio Manuel Altamirano, Vicente Riva Palacio, Juan de Dios Peza y el propio González Obregón.

José Luis Martínez nos explica, refiriéndose a González Obregón, que «Cuando relata la historia de la calle de Puente de Alvarado rechaza la leyenda del «salto» del conquistador y pone en su lugar los hechos que narran las crónicas antiguas y que son más fascinantes que la leyenda. La historia de amor de la hermana de los Ávila y las audacias de la Monja Alférez provienen de testimonios históricos. Y cuando González Obregón cuenta que los ángeles conducen a la horca a don Juan Manuel, o los lúgubres gemidos de La Llorona que atemorizaba la ciudad, o el viaje que emprende la Mulata de Córdoba en el navío que ha dibujado en la cárcel de la Inquisición queda explicito que recoge hermosas leyendas y tradiciones».

Luis González Obregón nació en la ciudad de Guanajuato, Gto., el 25 de agosto del año de 1865. Era bajito y muy delgado, de hombros encorvados y largos y espesos bigotes.

Poco se sabe de su infancia. Al cumplir dos años, sus padres abandonaron Guanajuato para ir a residir a la ciudad de México. Sus biógrafos mencionan su ingreso en la Escuela Nacional Preparatoria de la ciudad de México en 1880, en donde conocería a Ezequiel Chávez y Ángel del Campo que serían el núcleo del llamado Liceo Mexicano Científico y Literario, fundado en 1885, y al que luego se unirían Luis G. Urbina, Toribio Esquivel Obregón y Francisco A. de Icaza. El Liceo subsistiría hasta 1894.

Entre sus maestros de la preparatoria se puede destacar a don Ignacio Manuel Altamirano, miembro de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística y uno de los héroes de la Reforma, quien tenía la cátedra de Historia de México. Altamirano influyó en la vocación de González Obregón impulsándolo en su carrera de historiador. Es por eso que sus primeros trabajos estuvieron dedicados a la Reforma y a la vida prehispánica, pero pronto se dedicaría a un trabajo de reconstrucción de la vida virreinal en la Nueva España, reuniendo antecedentes del movimiento independentista.

Colaboró en diversos semanarios y periódicos, pero sobre todo en El Nacional, en donde tenía una columna semanal dedicada a reconstruir el pasado anecdótico de la ciudad de México. Su primer libro Una posada, se publicó en 1886. Se trata de una recopilación de sus artículos en El Nacional a los que se añadieron prólogos para obras de amigos y compañeros suyos. De la misma forma nació México Viejo (1521-1821), en 1891.

Uno de sus biógrafos, Alberto María Carreño, contabilizó doscientos nueve títulos, entre libros, folletos, artículos, notas biográficas, prólogos y compilaciones. Entre los más importantes se encuentran: Don José Joaquín Fernández de Lizardi, el Pensador Mexicano (1888); Breve noticia de los novelistas mexicanos en el siglo XIX (1889); Reseña histórica de las obras del desagüe del valle de México (1902); Los Precursores de la Independencia mexicana en el Siglo XVI (1906); El capitán Bernal Díaz del Castillo, conquistador y cronista de Nueva España, biografía (1907); Don José Fernando Ramírez, datos biográficos (1907); Don Justo Sierra, historiador (1907), Don Guillén de Lampart, La Inquisición y la Independencia en el Siglo XVII (1908); Fray Melchor de Talamantes, Biografía y escritos póstumos (1908); México Viejo y anecdótico (1909); La Biblioteca Nacional de México (1910); La Vida en México en 1810 (1911); Cuauhtémoc (1914); Croniquillas de la Nueva España; Vetusteces (1917); Cronistas e historiadores (1936); y Novelistas mexicanos.

Pero sus obras más leídas fueron México viejo, Vetusteces y Las calles de México (1922), que lo colocarían entre uno de los principales historiadores de su tiempo. Las Calles de México es una continuación de México viejo al que añadió otras leyendas y tradiciones más antiguas.

En 1886 se le nombra director de El Liceo Mexicano, periódico científico y literario, órgano de la Sociedad del mismo nombre, cargo que ocuparía hasta 1892. También fue secretario de la misma sociedad. Ocupó el cargo de Jefe del Departamento de Historia en el antiguo Museo Nacional hasta el año de 1910. En 1911 fue designado director de la Comisión Reorganizadora del Archivo General de la Nación y posteriormente director de la misma, cargo que desempeñó hasta 1917. A partir de entonces fungió como Jefe de Historiadores, cargo que ocupó hasta muy cercana su muerte.

González Obregón ingresó a la Academia Mexicana el 26 de julio de 1914 y ocupó la silla número XI. El mismo año de 1914 fue designado Bibliotecario, por lo que tuvo la oportunidad de escribir la historia de la Biblioteca Nacional. Laboró en el Museo Nacional de Antropología e Historia y tuvo bajo su responsabilidad las publicaciones de la Biblioteca Nacional. Fue nombrado cronista vitalicio de capital mexicana.

De precaria salud, sufrió varias afecciones crónicas que lo llevaron a la vejez prematura, pero su principal desgracia consistió en la miopía progresiva, que durante los últimos años de su vida terminó en ceguera casi completa. Fue un duro golpe para un hombre cuyo quehacer cotidiano era investigar, leer y escribir. Pero continuó publicando algunos libros con recopilaciones de varios de sus trabajos. «Como las hormigas, estoy viviendo de lo almacenado», decía. No obstante, acudió a personas que con sentido del humor llamaba sus «lectores de cámara». Casi ciego, y después de haber vendido su rica y selecta biblioteca, murió en una vieja casa en la antigua calle de la Encarnación, llamada después primera de San Ildefonso, y finalmente rebautizada con el nombre del historiador. Don Luis González Obregón dejó de existir en la ciudad de México el 19 de junio de 1938.

La historia motivo de este estudio forma parte del libro Las Calles de México y se titula:

UN APARECIDO

Leyenda de la Plaza Mayor

I

Refrene su espanto el lector, pues no se tratará aquí de un alma del otro mundo, sino de un misterioso personaje que se apareció una mañana en la plaza principal de México, allá en el siglo XIV.

El aparecido, es cierto, vino del otro mundo, pero con su propia carne y huesos; caminó y no por voluntad propia, sin incomodidad ni fatiga, y en menos tiempo del que ha gastado la pluma para escribir estas primeras líneas.

En antiguos pergaminos hemos encontrado este acontecimiento poco conocido, y certificado por muy graves autores, insignes por su veracidad y teologías. Pero vamos al cuento…; esto es, a la historia.

Refiere el doctor Antonio de Morga, alcalde del Crimen de la Real Audiencia de la Nueva España y consultor que fue del Santo Oficio, en un libro que intituló Sucesos de las islas Filipinas, que en la plaza Mayor de México se supo por primera vez la muerte del gobernador Gómez Pérez Dasmariñas en el mismo día en que acaeció, aunque se ignoraba cómo y por qué conducto.

Ciertamente, en aquella época en que ni el cable submarino ni la telegrafía sin hilos aún se soñaban, fue sorprendente que en la misma fecha en que se verificó el suceso se haya sabido desde una distancia tan grande como es la que separa a México de las islas Filipinas.

El hecho al que alude el doctor Morga, de un modo tan superficial y misterioso, lo narran otros cronistas con claridad, aunque atribuyéndolo a medios sobrenaturales.

Cuentan que en la mañana del 25 de octubre de 1593 apareció en la plaza Mayor de México un soldado con el uniforme de los que residían en las islas Filipinas, y que el dicho soldado, con el fusil al hombro, interrogaba a cuantos pasaban por aquel sitio, con el consabido y sacramental ¿quién vive?

Agregan que la noche anterior se hallaba de centinela en un garitón de la muralla que defendía a la ciudad de Manila, y que sin darse cuenta de ello y en menos que canta un gallo, se encontró transportado a la capital de Nueva España, donde el caso pareció tan excepcional y estupendo, que el Santo Tribunal de la Inquisición tomó cartas en el asunto y después de serias averiguaciones y el proceso de estilo, condenó al soldado tan maravillosamente aparecido a que se volviese a Manila; pero despacito y por la vía de Acapulco, pues el camino era largo y no había de intervenir, como en su llegada, el espíritu de Lucifer, a quien se colgó el milagro del primer viaje tan repentino como inesperado.

II

Consta el suceso que hemos consignado en gruesos pergaminos escritos por muy reverendos cronistas de las órdenes de San Agustín y Santo Domingo, y la muerte de Gómez Pérez de Dasmariñas la refiere uno de ellos con pormenores que no carecen de interés.

Entre las naciones que más frecuentaban el comercio con los españoles en las Filipinas, se contaba la del Japón, la cual era apreciada tanto por su policía y política, cuanto por sus valiosos géneros y otras ricas mercancías.

Siendo gobernador de las citadas islas Gómez Pérez, recibió una embajada del emperador Taycosoma.

«Casi por el mismo tiempo «“dice fray Gaspar de San Agustín– llegaron a Manila por parte del rey de Camboxa Embaxadores, el vno Portugués, nombrado Diego Belloso, y el otro Castellano, llamado Antonio Barrientos, que truxeron de regalo al Gobernador dos hermosos elefantes, que fueron los primeros que se vieron en Manila. El motivo de esta Embaxada se reducía a pedirle su amistad, y alianza, para que les diese socorro contra el Rey de Siam su vezino, que pretendía invadirle. Recibió el Gobernador Gómez Pérez Das Mariñas la embaxada con agrado, y el regalo que le traía; y como no se hallase con bastante gente para el socorro que se le pedía, despachó los Embaxadores, dándole al Rey de Camboxa buenas esperanzas: y correspondiéndole con otro regalo, se estableció buena correspondencia para el comercio entrambas naciones».

Empero, Gómez Pérez reflexionó que aquella era la oportunidad para la conquista del Maluco. Envió al efecto un explorador, el hermano Gaspar Gómez, religioso de la Compañía de Jesús, y adquirió copiosas noticias de otro, el padre Antonio Marta, que residía en Tidore.

Resuelto a llevar a cabo su propósito, se proveyó de cuatro galeras y de varias embarcaciones, con el competente número de soldados, y con pretexto de impartir auxilio al rey de Camboxa, dejó a Manila el 17 de octubre de 1593, acompañado de personas notables y venerables religiosos.

La armada se dio a la vela en el puerto de Cavite el 19 del mismo mes y año.

En la punta de Santiago y el día 25, el viento del este estrechó a la galera capitana a abandonar a las demás, lo que obligó a Gómez Pérez a fondear en la punta de Azufre. Como la corriente de las aguas era impetuosa, había ordenado a los chinos que llevaba consigo que remasen con fuerza, y éstos que eran 250, alegando disgustos porque los había reprendido con severidad el gobernador, resolvieron robar la galera y las mercancías, y para ello matar a todos los españoles, con tanta mayor facilidad cuanto que los rebeldes eran muchos e iban armados. Tramada la conspiración, en la misma tarde se vistieron los chinos con túnicas blancas para distinguirse entre sí, y después de haber degollado a los españoles, en el mismo instante que salía Gómez Pérez Das Mariñas de su camarote, le abrieron por mitad la cabeza y su cadáver, junto con los de los otros, fue arrojado al mar, logrando los criminales, de tan pérfida manera, apoderarse de lo que codiciaban.

III

No faltan cronistas tan sencillos como severos, que digan que aquella muerte fue un castigo del cielo, que afirman que el gobernador Pérez Das Mariñas, durante su vida, no había caminado de acuerdo con el obispo de Manila, fray Domingo de Salazar, y que varias y repetidas disputas se entablaron entre los dos con motivo de los negocios del Estado y de la Iglesia.

Sea de esto lo que fuere, lo que sí atestiguan los ya mencionados cronistas, es que tanto en Manila como en México la muerte del gobernador fue anunciada por signos sobrenaturales.

Que en Manila, entre los retratos de los caballeros de las órdenes militares que existían en la portería del convento de San Agustín, había uno de Gómez Pérez, y que en el mismo día de su fallecimiento amaneció cuarteada la pared en que estaba pintado el retrato, en la parte que correspondía a la cabeza del gobernador, a quien, como se dijo, habían dividido el cráneo los asesinos.

«Es digno de ponderación -concluye fray Gaspar de San Agustín- que el mismo día que sucedió la tragedia de Gómez Pérez, se supo en México por arte de Satanás; de quien valiéndose algunas mujeres inclinadas a semejantes agilidades, transplantaron a la plaza de México a un soldado que estaba haziendo posta vna noche en vna Garita de la Muralla de Manila, y fue executado tan sin sentirlo el soldado, que por la mañana lo hallaron paseándose con sus armas en la plaza de México, preguntando el nombre de cuantos pasaban. Pero el Santo Oficio de la Inquisición de aquella ciudad le mando bolber a estas islas, donde lo conocieron muchos, que me aseguraron la certeza de este suceso…»

Ante semejante aseveración de un cronista tan sesudo, nosotros «no ponemos ni quitamos rey», y nos conformamos con repetir:

«Y si lector, dijeres, ser comento

como me lo contaron, te lo cuento».

EL SEGUNDO CRONISTA

Pero Luis González Obregón no fue el único en relatar esta historia. Su sucesor, don Artemio del Valle Arizpe, también la cuenta en Historia, tradiciones y leyendas de las calles de México. El libro fue publicado tan sólo tres años después de aparecer en México El caso de los OVNIs, de Jessup, en 1959. Es la continuación de Leyendas Mexicanas, de 1943.

Hijo de un gobernador del estado de Coahuila, Artemio del Valle Arizpe nació en la ciudad de Saltillo el 25 de enero de 1884. Los jesuitas fueron sus primeros mentores en el Colegio de San Juan. Cursó la preparatoria en el Ateneo Fuente y luego cursó la carrera de abogado en la ciudad de México. Siendo coahuilense representó como diputado en el Congreso de la Unión a un distrito de Chiapas, que sólo conocía de nombre. En 1912 viajó a San Luis Potosí en donde residió hasta 1919, año en que ingresó al servicio diplomático. Ese año parte a Madrid para servir en la legación mexicana en la Villa y Corte. En la península residió cinco años colaborando con la Comisión de Investigaciones y Estudios Históricos. También se desempeñó como diplomático ante Bélgica y Holanda.

Ejemplo es el nombre de su primera novela, publicada en 1919 y prologada por plumas del calibre de Luis González Obregón, Luis G. Urbina, Eduardo Colín, Amado Nervo, Enrique González Martínez, Rafael López y Enrique Fernández Ledesma. A ese libro le seguirían muchos otros:

Ejemplo (novela) (1919); Vidas milagrosas (1921); Doña Leonor de Cáceres y Acevedo y Cosas tenedes (1922); La muy noble y leal ciudad de México, según relatos de antaño y ogaño (1924); Del tiempo pasado (1932); Amores y picardías (1932); Virreyes y virreinas de la Nueva España (1933); Libro de estampas (1934); Historias de vivos y muertos (1936); El Palacio Nacional de México (1936); Tres nichos de un retablo (1936); Por la vieja Calzada de Tlacopan (1937); Lirios de Flandes (1938); Historia de la ciudad de México, según relatos de sus cronistas (1939); Cuentos del México antiguo (1939); Andanzas de Hernán Cortés y otros excesos (1940); El Canillitas (novela de burlas y donaires) (1941); Notas de platería (1941); Leyendas mexicanas (1943); Cuadros de México (1943); Jardinillo seráfico (1944); La movible inquietud (1945); Amor que cayó en castigo (1945); En México y en otros siglos (1948); La Lotería en México (1948); La Güera Rodríguez (1949); Calle vieja y calle nueva (1949); Espejo del tiempo (1951); Lejanías entre brumas (1951); Sala de tapices (1951); Fray Servando (1951); Coro de sombras (1951); Inquisición y crímenes (1952); Piedras viejas bajo el sol (1952); Juego de cartas (1953); Personajes de historia y leyenda (1953); De la Nueva España (1954); Papeles amarillentos (1954); Horizontes iluminados (1954); Engañar con la verdad (novela) (1955); Deleite para indiscretos (1955); Cuando había virreyes (1956); Gregorio López, hijo de Felipe II (1957); De otra edad que es esta edad (1957); Cosas que fueron así (1957); Historia, tradiciones y leyendas de las calles de México (1959); Santiago (1959); Memorias (historia de una vocación) (1960).

El 29 de agosto de 1924 la Academia Mexicana de la Lengua lo nombra Miembro Correspondiente; y el 2 de diciembre de 1931, Miembro de Número. Fue secretario de la Facultad de Filosofía y Letras (1934). A la muerte de Luis González Obregón, en junio de 1938, fue designado Cronista de la ciudad de México. Murió en esta ciudad el 15 de noviembre de 1961.

La versión de Artemio del Valle Arizpe se titula:

POR EL AIRE VINO, POR LA MAR SE FUE.

Leyenda de la Plaza Mayor, luego Plaza de Armas, hoy de la Constitución, llamada generalmente Zócalo.

Despertó la ciudad entre las voces graves, tímidas, alborozadas, solemnes, locuaces, de sus campanas innumerables. Campanas de conventos y de iglesias entre la diáfana madrugada, que purifican y lavan las almas con su serena frescura. Las gentes iban y venían afanosas por la Plaza Mayor. Iban a misa, salían de misa. Por el ancho canal que corría por un costado de Palacio calle del Agua y pasaba por frente a los portales del Ayuntamiento, para seguir por las calles de las Canoas, hasta doblar por detrás del convento de San Francisco, por ese canal venían los viejos bergantines ya con leña, ya con maíz, o con la carne para el abasto en que su asentista u obligado tenía abierta la carnicería en la Callejuela, costado del Ayuntamiento, pasado el puente de las Marquesoteras, y junto a la humeante Fundición de la Casa de la Moneda. Venían por el canal las lentas canoas cargadas de verduras, rebosantes de flores y con la melosa canturia de los indios que proponían sus mercaderías mirando con ojos dóciles y tristes. Junto al Puente de Palacio se bamboleaba, remeciéndose suave, la chalupa pintada por de fuera con fresca policromía de batea michoacana, y su interior suavizado con forro y cojines de damasco y con blandas catalufas, y en la que era llevado el virrey hasta las mismas puertas del Coliseo las noches de función.

La multitud que se revolvía por la plaza, bajo la gustosa tem­planza del sol, y, preocupada como andaba con sus diarios afa­nes, no había reparado en un soldado que, con arcabuz al hombro y ojos azorados, iba de un lado para otro y, de tiempo en tiempo, atajaba a alguno dándole un largo y sonoro: «¿Quién Vive?» Y después seguía derramando el extraño asombro de sus ojos por todo el ámbito de la plaza. Nadie le hacía el menor caso por creérsele un loco de apacible manía que andaba en los días en que la luna le estaba sorbiendo más el seso pero, de pronto, alguien se fijó, muy extrañado, en su traje: Ese uniforme no lo usaban los soldados de esta tierra. La persona que primero paró mientes en el comunicó su descubrimiento a otra, y esta a otra, y luego a otras más y todas, a su vez, extendieron pronto la voz de que andaba allí un hombre extraño, con cara de espanto y arcabuz al hombro, deteniendo a mucha gente con un «¿Quien Vive?» Y, al ver que no le respondían, se llenaba de azoro consternado.

Pronto, en torno del extraño soldado, se agitó un compacto corro. Los que estaban detrás hacían violentos esfuerzos para ponerse delante, y los de las primeras filas luchaban, desesperados, para no perder su buen lugar y seguir viendo de cerca a aquel hombre de tan singular pergeño y cara de terror, que andaba inquieto como buscando algo, lleno de afán angustioso. A las preguntas, muy repetidas, de quien era y qué había perdido, con las que todos lo cercaban, dijo ser un soldado de las Filipinas, y que en la noche pasada, estando de posta en una de las torres de la muralla que rodea a la ciudad de Manila, sintió, de pronto, como un desfallecimiento en el que se le anublaron los ojos, y que todo su ser se le desleyó en un desmayo, y que, cuando recobró su espíritu, estaba en esa ancha plaza que nunca había visto en su vida, y que ignoraba de qué barrio remoto era de Manila, pues en jamás de los jamases había puesto en ella los pies, lo que le extrañaba mucho, porque era viejo conocedor De todos los andurriales, ostugos y recovecos de la ciudad en la que hacia años vivía feliz con mujer e hija.

Pero, al asegurarle que estaba diciendo desatinos, grandes desatinos, pues no se hallaba en Manila, como él creía, sino en México, capital de la Nueva España, se quedó el hombre atónito, así como adementado, y cuando ya pudo hablar empezó a Jurar y a perjurar con vehementes palabras que el no decía embustes, ni tampoco era loco como, de fijo, pensaban que lo era, y que, por amor de Dios, rogaba que le creyesen que en la noche del día anterior estaba muy tranquilo haciendo su cuarto de guardia en la torre de San Eligio, de la muralla vieja, y que no atinaba a explicarse cómo le decían ahora que andaba por México, que bien sabía él lo distante que era de Manila, donde tenia mujer e hija en el barrio de quiapo. Y aun iba a añadir otras persuasivas demostraciones para afirmar más su dicho, cuando el apretado corro que lo circundaba se empezó a abrir con temor respetuoso, para dar paso a unos alguaciles de la Inquisición, que iban a aprehender al soldado filipino, que se dio preso sin chistar, más asustado que nunca. En la tétrica calesa verde se lo Llevaron con toda rapidez al sombrío, pavoroso caserón del Santo Tribunal de la Fe.

¡No faltaron almas buenas y piadosas! -¡ay! nunca faltan-, anhelantes de indulgencias para la salud de su alma, que fueran en volandas, bebiéndose los vientos, a referir a los señores inquisidores que en la Plaza Mayor estaba un soldado que, por artes del diablo, ¡Jesús nos cuide!, Había llegado a México en sólo una noche desde las lejanas Islas Filipinas.

Cuando estas piadosas y buenas almas vieron que se llevaron preso los temibles alguaciles a aquel pobre hombre, tal vez para que lo achicharraran pronto en una santa hoguera, un gran sosiego benéfico les entró en el pecho, junto con una cándida alegría, pues cumplieron un estricto deber de conciencia y, de fijo, que en la otra vida se les iba a conceder un lindo premio entre los cánticos de los querubines, por la grande y meritoria acción de haber denunciado a aquel individuo que, era indudablemente, tenía firmado pacto con Satanás, ¡Dios nos libre!, y, pensando en esto, se quedaban con los ojos vueltos al cielo en un divino arro­bamiento, buscando en él la señal anticipada que les confirmara el divino galardón. Las demás gentes se retiraron, asustadas, de la plaza, haciéndose mil cruces, pues algo habría de nefando en aquel hombre cuando la Santa Inquisición se lo llevaba a sus cárceles, en donde en una hoguera purificadora le iban a limpiar santamente el a1ma.

Y ante los hoscos y negros inquisidores repitió el soldado una vez, y muchas, lo que le había sucedido y, además, dijo que el 17 de este mes octubre 1593, había salido del puerto de Cavite el gobernador de las Filipinas don Gómez Pérez Dasmariñas, con ocho galeras llenas de soldados, dizque a auxiliar al rey de Camboja, quien le acababa de mandar una embajada con ricos regalos (¡regalos, regalos, a cuántos hombres buenos ha­béis hecho malos!), pidiéndole auxilio contra el rey de Siam, que se aprestaba a invadirle su reino; si bien se supo en Manila que el solícito gobernador no iba en socorro de su aliado, ni muchísimo menos, sino a conquistar Maluco para España; pero que, obligada la galera capitana, por vientos contrarios, a abandonar el resto de la armada, llegó a Punta Azufre de arribada forzosa y allí se sublevó la tripulación, que era de chinos.

Como estos chinos eran muchos, vencieron pronto a los españoles y degollaron después a los que salieron con la vida del sangriento combate. Eran venerables religiosos y personas de distinguida calidad, con arraigo en Manila, todos los que perecieron y que formaban el acompañamiento del gobernador Dasmariñas, a quien un desaforado tagalo de aquellos le abrió la cabeza hasta el cuello, de un formidable golpe de machete o kampilán, que dicen en su lengua, y, echando 105 cadáveres al agua, se fueron los sublevados mar adentro con la galera, vestidos ya de blanco, celebrando un extraño y complicado rito. Que estas malas noticias andaban ese día por la ciudad, y que toda Manila estaba consternada y de luto por la muerte de sus caballeros principales y de sus frailes más calificados, claros varones llenos de saber y virtudes; Y que él, de guardia en la torre de San Eligio, estaba pensando con pena en la suerte que habría corrido en ese desastre un alférez de su tierra, Antón de Peñaranda, que, a menudo, lo beneficiaba, generoso, con amplias dádivas de dinero, cuando le entró un gran desfallecimiento en todo su cuerpo, del que vino a salir aquella mañana en la plaza que le dijeron era la Mayor de México, y a la que no supo cómo llegó ni cuando, y en la cual lo habían aprehendido los alguaciles del Santo Tribunal.

Esto lo refirió una vez y lo refirió muchas veces el soldado en ese día, y después en varias audiencias subsecuentes a las que fue llamado a declarar. Pero, francamente, los señores inquisi­dores contra la herética pravedad y apostasía, no estuvieron nada bien en el desempeño de su delicado oficio, pues sólo echaron al soldado en un calabozo húmedo, estrecho, oscuro, hediondo, mas no le dieron ningún tormento, ninguno, ¡Señor! Ni una sola vez lo descoyuntaron, ni le retorcieron el cuerpo, ni le pegaron en los hierros candentes, ni le aplastaron los pies entre los torniquetes, ni le quebraron un solo hueso, ni el más pequeño, ¡caramba!, ni le desgarraron las carnes a azotes ni siquiera le hicieron tragar unos cuantos cuartillos de agua; nada, nada, sino que lo sentenciaron a que volviera a Manila, no ya con la violenta rapidez con que se trasladó a la Nueva España, en solo una noche, sino en el galeón que iba a zarpar en esos días del puerto de Acapulco. ¡Vaya una sentencia! ¡Para eso más valía que ni lo hubiesen aprehendido! ¡Lástima!

Se fue el soldado en el galeón de Acapulco, y cuando regresó la nao, pasados ocho meses largos, con su maravillosa carga de sedas, jades, porcelanas lacas y marfiles, se supo en México, por cartas y papeles impresos, que el gobernador de las Islas Filipinas don Gómez Pérez Das Mariñas, había tenido muerte airada en el mar, tal y como lo contó aquel extraño soldado que en la mañana del 25 de octubre, año que acababa de pasar 1593 apareció lleno de admirado espanto, con un arcabuz al hombro, en la Plaza Mayor, dando largos quienvives.

Continuará…

Los extraterrestres del siglo XIX

LOS EXTRATERRESTRES DEL SIGLO XIX[1]

Seguramente nuestros lectores recuerdan al ingeniero Roberto López, investigador y escéptico profesional que se interesa por cuestionar con solidez y buena fe lo dicho por los ufólogos. Independientemente de la respetable opinión de nuestros lectores, queremos apuntar que nosotros consideramos que un poco de escepticismo, siempre resulta saludable.

En esta ocasión, Roberto López no se ocupa de los ufólogos ni de los ovnis, sino de un curioso caso de credulidad masiva ocurrido en 1835, que resulta de particular interés por las indudables enseñanzas que puede reportar.

He aquí el relato de uno de los engaños más exitosos en la historia del periodismo… mucho tuvo que ver en la credulidad de personas ingenuas del siglo pasado que prefirieron maravillarse ante lo que les describieron como un hecho extraordinario, antes de formularse e intentar responder con rigor las preguntas que debía suscitar.

En todas partes se cuecen habas. Y podemos añadir que también en otros tiempos «“como hoy-, se cocían habas. Fraudes ha habido, hay y habrá, pero uno de los campos más fértiles para que se desarrollen son los de los ovnis, la parapsicología, y en general, los de las llamadas «paraciencias». Y esta no es una posición elitista de mi parte. Ya el mismo «padre de la ufología», el doctor J. Allen Hynek, director del CUFOS, decía: «Este campo «“el de la ufología- ha atraído también a una notable cantidad de mentirosos y embusteros que abrazan la causa porque les satisface alguna necesidad psicológica íntima».

Dejemos de lado en esta ocasión los casos recientes, y retrocedamos hasta 1833, en que se realizó el engaño periodístico de mayor éxito en la historia.

EL VIAJE DE HERSCHEL

Screen-Shot-2013-04-10-at-1.41.15-PMTodo empezó el otoño de 1833, cuando el famoso astrónomo inglés Sir John Herschel salió de Inglaterra rumbo al Cabo de Buena Esperanza, con el fin de establecer en ese lugar un observatorio, y elaborar un catálogo y múltiples mapas de las estrellas visibles en el Hemisferio Sur. Con algunos colegas y varios instrumentos ópticos, llegó a su destino.

Sir John Herschel había nacido en 1792: era hijo del también astrónomo (de origen alemán) Sir William Herschel, descubridor de Urano en 1781, y de dos de sus satélites «“Titania y Oberón- en 1787. Sir William había descubierto asimismo dos satélites de Saturno «“Encelado y Mimas- en 1789, y era autor de otros trabajos y descubrimientos. Su hijo, Sir John, perfeccionó el método de su padre para calcular las magnitudes estelares, y realizó importantes investigaciones sobre las estrellas dobles y nebulosas.

Durante dos años no se supo nada de Sir John. El primer informe que llegó a los Estados Unidos sobre sus investigaciones apareció en The Sun de Nueva York del viernes 21 de agosto de 1835.

El periódico Edinburgh Courrier (Escocia) informaba a sus lectores: «Acabamos de saber, por conducto de un eminente editor de esta ciudad, que Sir John Herschel ha realizado en Cabo de Buena Esperanza algunos descubrimientos verdaderamente maravillosos con la ayuda de un enorme telescopio, de diseño enteramente nuevo».

EL SOL DE NUEVA YORK

Cuatro días después aparecía el siguiente encabezado en la primera plana del Sun:

GRANDES DESCUBRIMIENTOS ASTRONÓMICOS

Por Sir John Herschel, L.L.D, F.R.S, & C.

En el cabo de la buena esperanza.

(Del Suplemento del Edinburgh Journal of Science)

SIL7-281-01En El Sol de Nueva York se explicaba que un «culto caballero» de Escocia, que visitaba Nueva York, traía un ejemplar del Suplemento de la Revista Científica de Edimburgo. Había leído el artículo sobre Herschel y proporcionó dicho ejemplar al Sun. El artículo había sido escrito por el doctor Andrew Grant, principal colaborador de Herschel en Cabo de Buena Esperanza. Era su bitácora diaria que comenzaba de la siguiente manera:

«En esta adición inusual de nuestro diario, tenemos la dicha de dar a conocer al publico británico, y por lo tanto a todo el mundo civilizado, recientes descubrimientos en la astronomía que constituirán un monumento imperecedero a la época en la que vivimos, y conferirán sobre la actual generación de la raza humana una orgullosa distinción para tiempos venideros».

La primera parte del artículo estaba dedicada a la descripción de un extraordinario y novedoso telescopio que contaba con una lente colosal de cuatro metros, y pesaba 6,725 kilogramos. Con él se obtenía una amplificación de 42,000 veces el tamaño del objeto observado a la distancia. A este telescopio se le había añadido las lentes de un microscopio que amplificaba la imagen miles de veces. Para resolver el problema de la falta de nitidez que se producía mientras más se amplificaba una imagen, Herschel enfocaba la primera parte del telescopio sobre una placa de vidrio pulido y la iluminaba con la luz intensa de un pedazo de cal que había sido calentado previamente con un soplete oxhidrílico. La imagen así abrillantada era amplificada aún más por el microscopio, y proyectada sobre la pared del cuarto de observación (como en la pantalla de un cine).

SIL7-281-02«Para hacer nuestro entusiasmo inteligible, indicaremos inmediatamente que, por medio de un telescopio de grandes dimensiones basado en un principio enteramente nuevo, el joven Herschel, en su observatorio en el hemisferio Sur, ya ha hecho los descubrimientos más extraordinarios en cada planeta de nuestro Sistema Solar; ha descubierto planetas en otros Sistemas Solares; ha obtenido distintas vistas de objetos en la Luna, completamente iguales a como vemos los objetos terrestres a distancias de cientos yardas, a ojo desnudo; ha resuelto afirmativamente la pregunta de si este satélite esta habitado, y ordenando las cosas; ha establecido firmemente una nueva teoría de fenómenos cometarios; y ha solucionado o ha corregido casi cada problema fundamental de la astronomía matemática».

La segunda parte del artículo, aparecida el miércoles 26 de agosto de 1835, consignaba las narraciones maravillosas según las cuales Sir John y su ayudante habían visto por primera vez la Luna con el nuevo telescopio la noche del 10 de enero de 1835, distinguiendo en ella un área cubierta de roca basáltica verde oscuro, flores de color rojo oscuro, y unas como amapolas rosas.

«Al quitar la pantalla del último, el campo visual fue cubierto completamente por una visión maravillosamente distinta, e incluso viva de roca basáltica. Su color era de un marrón verdoso, y la anchura de las columnas, como se definió por los intersticios en la pantalla, era invariable de veintiocho pulgadas».

UNICORNIOS, PÁJAROS Y DEMONIOS

SIL7-281-03El relato continuaba hablando de selvas árboles semejantes a los tejos y abetos ingleses. Más tarde, Sir John y sus colaboradores exploraron el lugar conocido como «Mare Nubium» (Mar de las nubes) de Riccoli:

«… Las playas más lindas que ningún ángel haya pisado en un viaje de placer. Playas de arena blanca, con rocas encastilladas que parecían de mármol verde, adornadas y festonadas en sus cimas con el follaje de árboles desconocidos, que se movían por toda la brillante pared de nuestro departamento, dejándonos mudos de admiración».

Después, tuvieron a la lista una región de grandes cristales de amatista de 27 metros de altura; y descubrieron por fin los primeros «animales», manadas de cuadrúpedos «color café» parecidos al bisonte, unicornios de color azul plomo, más o menos del tamaño de una cabra; pájaros marinos y «una extraña criatura anfibia de forma esférica, que rodaba a gran velocidad por la costa llena de guijas».

Termina el reportaje del 27 de agosto con este párrafo: «Las noches del 11 y 12 estuvieron nubladas, y eran desfavorables para la observación; pero en las del 13 y 14 se descubrieron más animales de interés para el ser humano».

SIL7-281-05En la tercera parte del reportaje se abundaba sobre las especies zoológicas; se incluían «una especie de reno pequeño, un alce, una morsa, un oso con cuernos, un cuadrúpedo elegante de piel listada, de un metro de altura, como una pequeña cebra y, lo más sorprendente, un castor bípedo sin cola, que caminaba erecto sobre las dos patas traseras, y que construía chozas de altas chimeneas que dejaban escapar humo».

En toda la costa Este de los Estados Unidos, principalmente en Nueva York, se había formado un pandemonium. Todo mundo hablaba de los sorprendentes descubrimientos efectuados en la Luna.

El Sun de Nueva York, que no tenía ni dos años de establecido, había aumentado su tiraje a 19,360 ejemplares, en esa época el mayor del mundo; superando al Times de Londres, con 17,000 ejemplares, a pesar de que éste ya tenía 50 años de fundado.

La cuarta parte del reportaje apareció en el Sun el 28 de agosto, y en ella aparecía lo más sorprendente.

EL VESPERTILIO-HOMO

SIL7-281-06El doctor Andrew informaba en el Sun que había visto a los habitantes de la Luna, a los que se les dio el nombre de «vespertilio-homo» u «hombre-murciélago»; el promedio de estatura de estos seres era de 1.20 metros y, con excepción del rostro, estaban enteramente cubiertos de pelo corto, brillante y de color cobrizo; tenían alas formadas por una membrana delgada, carente de pelo, que caían sobre sus espaldas desde los hombros hasta las pantorrillas. Esta característica era la que les daba aspecto de murciélagos.

«Eran ciertamente como seres humanos, porque sus alas ahora habían desaparecido, y su actitud al caminar era erguida y digna. Observándolos por algunos minutos a esta distancia, introdujimos la lente Hz que los trajo aparentemente a una distancia de ochenta yardas; la máxima magnitud que tuvimos hasta finales de marzo, cuando efectuamos una mejora en los quemadores de gas.

«A la mitad de la primera parte había pasado más allá de nuestra pantalla; pero de todos los otros teníamos una visión perfecta distinta y deliberada.

«Tenían un promedio de cuatro pies en altura, estaban cubiertos, menos la cara, con pelo corto color cobre y brillante, y tenía alas integradas por una membrana fina, sin pelo, descansando cómodamente sobre sus espaldas, desde sus hombros hasta sus pantorrillas.

«La cara, que era de un color amarillo carne, era una leve mejora del orangután, siendo más abiertos e inteligentes en su expresión, y teniendo una extensión de la frente mucho mayor.

«La boca, sin embargo, era muy prominente, aunque rodeada por una barba gruesa sobre una quijada más baja, y con labios más humanos que los de cualesquiera especies del género simia.

«En general la simetría del cuerpo y los miembros eran infinitamente superiores al del orangután; tanto, que, por sus alas largas, el teniente Drummond dijo que se veían tan bien como ¡un desfile de la vieja milicia de cockney!

«El pelo de la cabeza era de un color más oscuro que el del cuerpo, rizado, pero al parecer no ensortijado, y arreglado en dos curiosos semicírculos sobre los temporales de la frente».

En la quinta y sexta partes del reportaje se descubrían otras maravillas, como un vidrio de cuarzo sólido de 544 kilómetros de longitud; lomas de «mármol blanco como la nieve»; un «venado alto y blanco, con largas y amplias astas negras como ébano»; enormes templos de zafiro pulido, con techos de metal amarillo, sostenidos por columnas de zafiro de 21 metros de altura, y «primorosos valles verdes de belleza y fertilidad paradisíaca, como un Edén primitivo, para bendición de su habitantes».

En la parte final del artículo hablaban los astrónomos de hombres murciélagos «de belleza infinitamente superior, ligeramente superada por los ángeles de las escuelas pictóricas de mayor imaginación».

«(Esto concluye el Suplemento, a excepción de cuarenta páginas de notas ilustrativas y matemáticas, que elevarían mucho el tamaño y el coste de este trabajo, sin añadir gran cosa a su interés general. «“Editor del Sun)»

Después de causar asombro en los Estados Unidos, la historia fue reproducida en casi todo el mundo.

Varios de los periódicos competidores del Sun señalaron que la historia constituía un engaño, pero muchos consideraron que esto se debía a lo celos suscitados por el éxito obtenido por el Sun. El Herald, también de Nueva York, aclaró que la Revista Científica de Edimburgo había dejado de existir años antes, e identificó al autor de la historia como Richard Adams Locke, reportero estrella del Sun, y brillante profesional graduado en la Universidad de Cambridge. Pero fue inútil, la gente siguió creyendo en lo dicho en el Sun.

Locke nunca admitió públicamente ser el autor de la broma. Se han mencionado otros dos nombres como posibles autores: Jean-Nicolas Nicollet, astrónomo francés que en ese entonces viajaba por América, aunque cuando aparecieron los reportajes del Sun él estaba en Mississippi; y Lewis Gaylord Clark, redactor de la revista Knickerbocker. Pero las sospechas más fuertes caen sobre Locke.

El 16 de septiembre de 1835 el Sun publicó una columna en la cual discutió la posibilidad de que la historia fuera una broma, pero nunca confesó nada. Por el contrario, escribió:

«Ciertos corresponsales nos han estado urgiendo a confesar que todo fue una broma; pero esto no lo podemos hacer de ninguna manera, hasta que tengamos el testimonio de los artículos ingleses o escoceses para corroborar tal declaración».

Esto fue lo más cercano que estuvo el Sun de admitir su culpabilidad.

TODO FUE UN FRAUDE

Casos como el referido no son propios de esa época, y resulta particularmente importante saber porqué ocurren. El necesario análisis de sus implicaciones psicológicas corresponde «“obviamente- a los especialistas en estos temas.

Por mi parte, creo que existen varios factores que suscitaron la credibilidad en el relato del Sun. La gente de todos los lugares y todas las épocas gusta de oír y creer en lo milagroso y raro. Se trata del tipo de dependencia que describe Erich Fromm en El miedo a la libertad. Historias como la referida combinan elementos múltiples y extraordinarios como el telescopio, las flores, los animales comunes, animales raros y hombre-murciélagos mencionados.

La mayoría de la gente considera que si algo ha sido publicado es que necesariamente es cierto, y este prejuicio se refuerza con el uso inescrupuloso de palabras como «ciencia», «teoría», etcétera. En muchas ocasiones se citan datos concretos como nombres, fechas y lugares, los que dan visos de realidad al relato. Muchas veces el autor del artículo tiene suerte y aparece por ahí alguno que aporta nuevos datos que confirman lo dicho por él. Fue el caso del distinguido caballero que se encontraba entre la multitud apiñada en torno al edificio del Sun, y que señaló haber visto subir el gigantesco lento a un barco en los muelles de Londres. (El caballero en cuestión era nada menos que Richard Locke).

Por supuesto que cuando la gente tiene algunos conocimientos científicos, es más difícil que se le engañe. Pero, a lo que parece, nadie de aquella época reparó en el tremendo error que constituía decir que en la Luna había mares y una atmósfera que permitía volar a los extraños seres alados. Tampoco hubo quien reparara en el truco practicado con el telescopio y el microscopio, pues al proyectar una luz brillante sobre una imagen imprecisa, ésta simplemente desaparece. Por otra parte, cuán risible resulta hoy el cuento de los unicornios, los seres angelicales y los huertos del Edén. Finalmente, pueden ocurrir acontecimientos inesperados que respalden el fraude, cuando las personas dan testimonios falsos por un error honrado o sin honestidad, únicamente para obtener publicidad.

CONCLUSIÓN

Hoy día, como en épocas anteriores, la gente está ansiosa por creer en historias extrañas e improbables. Muchos creen firmemente en la reencarnación, en la astrología, en los platillos voladores, en las casas encantadas, en el Yeti, etcétera. Esto ha propiciado un «boom», un resurgimiento de las diversas «paraciencias». Entre los libros más vendidos se encuentran los relativos a los ovnis o a la parapsicología. Muchas nuevas revistas sobre estos temas han ido apareciendo en el mercado. Existen programas de televisión especializados, y se han realizado varias películas alusivas que se han significado especialmente por su éxito en las taquillas.

Continúa aún la polémica suscitada por Platón sobre la existencia de la Atlántida. Pero, ¿y si Platón hubiese escrito su reato al estilo de Locke?

Muchas veces se ha atacado a la «ciencia establecida u oficial» de ser demasiado escéptica, pero yo creo que el escepticismo es saludable. La mejor defensa contra el engaño consiste en ser un poco escépticos y tener algunos conocimientos científicos básicos, porque, como decía William Shakespeare: «Que buena mentira nos rodea».

REFERENCIAS

Poe Edgar Allan, Richard Adams Locke, en The Literati of New York City No. VI, October 1846, Godey’s Lady’s Book, págs.159-162.

Griggs William N., (ed.), The Celebrated «Moon Story,» its origin and incidents; with a memoir of the author, and an appendix containing, I. An Authentic description of the moon; II. A New Theory of the Lunar Surface, in relation to that of the earth. New York, 1852.

O’Brien Frank M., The Story of The Sun, D. Appleton and Company, New York. 1928, Chapters 1-6.

Reaves Gibson, The Great Moon Hoax of 1835, The Griffith Observer, November, 1954. Vol. XVII, No. 11, págs. 126-134.

Seavey Ormond (ed.), The Moon Hoax, Or, A Discovery That The Moon Has A Vast Population of Human Beings, Gregg Press, Boston, 1975.

Evans David S., The Great Moon Hoax, Sky and Telescope, September, 1981, págs. 196-198.

Evans David S., The Great Moon Hoax, Sky and Telescope, October, 1981, págs. 308-311.

Crowe Michael J., The Extraterrestrial Life Debate, 1750-1900, Cambridge University Press, 1986, págs. 202-15.

William Herschel.

Diversas fotografías de John Herschel.

El telescopio de Herschel.

Portada de The Sun con la noticia de los descubrimientos de Herschel.

Castores bípedos: Detalle de un folleto inglés de 1836

Bisonte lunar de The Great Moon Hoax, un libro para niños escrito por Franklyn M. Branley, ilustrado por Richard E. Brown, Lexington, Mass, 1973.

«A View of the Inhabitants of the Moon» ilustración de un folleto inglés de 1836

«Descubrimientos lunares». Litografía que apareció en el Sol de Nueva York, viernes 16 de octubre de 1835.

Litografía de 1835 que representa el Colosseum de rubíes

«Templos lunares» detalle de una litografía de 1835

Vespertilio-homo: Ilustración de una edición italiana (Delle Scoperte Fatte Nella Luna del Dottor Giovanni Herschel, Napoli, 1836) del fraude de la Luna.

Ilustración francesa del caso del fraude de la Luna.

Richard Adams Locke y uno de sus libros: Magnetism and Astronomy.

Lewis Gaylord Clark.

Viaje a la Luna de Georges Melies.


[1] Una versión breve de este artículo apareció originalmente como López Roberto (pseudónimo de Luis Ruiz Noguez), Los extraterrestres del siglo XIX, Contactos Extraterrestres, No.135, México, 3 de marzo de 1982, págs. 26-29.

El marcianito de Metepec (Final)

UN FÍSICO CURIOSO O UN CURIOSO FÍSICO

Estando en la milpa nos dimos cuenta que la situación en la que estaba el «humanoide» era tal que, si hubiera estado un metro más a la derecha, a la izquierda o adelante, Sara Cuevas no lo hubiera podido filmar. Es decir, estaba en una posición ad hoc para ser filmado desde la ventana. Cuando mencionamos esto en la emisión de Frecuencia Desconocida, Luis Ramírez Reyes no tuvo más remedio que admitir que resultaba altamente sospechoso. A esa misma conclusión llegó un supuesto físico matemático (más recientemente firma sólo como físico), quien escribió:

«¿Por qué la señora Cuevas vive en un segundo piso (se encontraba a tres metros de altura) a 30 metros de distancia del lugar en donde apareció el humanoide, este pudo tomarse no obstante la altura de las milpas, que llega en algunos tramos a cuatro metros?

«Si las milpas cercanas son tal altas. ¿Cómo pudo captar con una cámara de video casera una figura que no mide más de 1.30 metros, a una distancia de 30 metros entre las milpas?»

Lo más extraordinario de todo el caso fue lo que descubrió este supuesto físico matemático. Con un barómetro (¡Sí, con un barómetro!) logró medir la temperatura del lugar. Años después cuando comentaba este desatino con el doctor Jesús Galindo Trejo, me dijo, en tono de burla, que tal vez el físico-matemático-ingeniero-doctor-abogado-licenciado-químico-biólogo-veterinario-policía-bomebero y vendedor de seguros (que por las noches probablemente trabajaba como velador y los domingos es monaguillo), intentaba medir la temperatura de una manera sofisticada: primero medía la presión con el barómetro y luego, utilizando las ecuaciones de estado, calculaba la temperatura. Dudo mucho que la capacidad intelectual del supuesto físico diera para eso.

El doctor Galindo también me dijo que el supuesto físico le había contado que la temperatura oscilaba extrañamente. En efecto, en su artículo para Reporte Ovni escribió:

«La temperatura variaba de menos 340ºC hasta 63ºC, mientras que en los alrededores era estable, es decir, en los cuatro puntos cardinales».

Medir temperaturas con un barómetro es una cosa, pero además medir temperaturas de -340 grados centígrados es el colmo. ¿En dónde quedó el cero absoluto (-273ºC)? ¿Qué ocurre con las leyes de la termodinámica? ¿Conoce el supuesto físico estas leyes?

Se me olvidaba. El nombre del físico es Mario Torres Lujan.

PROBABLE ORIGEN DEL FRAUDE

Para el decano de los ufólogos mexicanos, Pedro Ferriz Santacruz, el caso Metepec es un total y completo fraude. El 12 de octubre declaró en una entrevista radiofónica que:

«No es cierto lo del marciano de Metepec que apareció el 16. Se trata de una persona vestida de blanco, con un pantalón de mezclilla, que traía un costal en el cual depositaba los elotes que se robaba[1]. Es muy difícil que estando todavía los festejos de la independencia y siendo que había muchas luces de los fuegos artificiales, Sara Cuevas haya podido ver una luz en particular».

Ferriz no estaba tan equivocado en considerar el caso Metepec como un fraude; sin embargo, el «humanoide» no es ningún ratero que trata de robar el maíz y que fuera captado «in fraganti». Al parecer se trata de un niño, Kevin, hijo de Sara Cuevas, la verdadera responsable del fraude. Algunos de los puntos que nos hacen suponer lo anterior son:

– Sara Cuevas es una fanática de los ovnis y los temas paranormales.

– Afirma tener recuerdos de vidas anteriores y lee cuanto libro o revista se publica sobre estos asuntos.

– Admira a Jaime Maussán y posee algunos de sus videos (Luces en el cielo y Evidencia irrefutable, este último acerca de los crop circles de Inglaterra).

– Basándose en estos videos preparó y montó todo el show. El detalle de la desconexión de la cámara de video y la fecha (16 de septiembre) los tomó del video de Vicente Sánchez Guerrero que aparece en «Luces en el cielo». Sánchez filmó un globo en el desfile del día de la Independencia de 1991. A partir de ahí todos los 16 de septiembre filma ovnis. Su teoría es que los extraterrestres aparecen en esa fecha (porque son muy patriotas). Curiosamente cuando el viento mueve el globo hacia la posición de Sánchez, es decir, cuando se podría ver claramente que se trata de un globo, Sánchez deja de filmar y afirma que es porque se le bajó la batería a su cámara y ya no pudo seguir grabando.

– El comentario de «Diosito me perdone… te lo juro por mi madre», es una copia literal de lo dicho por otro de los testigos, Eduardo del Callejo, que filmó el 12 de enero de 1992 algunas de las tomas de ovnis que aparecen en «Luces en el cielo». En el video se escucha la voz de Del Callejo que dice: «… te lo juro, se está moviendo… ¡Te lo juro por mi madre!… sí estaba grabando …» Maussán indicó en su momento que ese comentario avalaba la veracidad y espontaneidad de los testigos, pero si uno escucha el audio de ese video, se puede dar cuenta que es una pose estudiada.

– En cuanto a la huella en la milpa de maíz, es una clara referencia a los crop circles o círculos en los campos de trigo de Inglaterra que, curiosamente, Sara conocía a través del video de Jaime.

– El esposo de Sara, camarógrafo de televisión, bien pudo dar los conocimientos técnicos para filmar el video.

– Nadie vio la dichosa Blanca nave y sus siete enanos. Este es un detalle muy curioso ya que se trataba de una noche en la que prácticamente todo el pueblo de México se encuentra en las calles celebrando el día de la Independencia. Es más: a unos doscientos metros de la milpa se encuentra una estación de taxis sobre una avenida de gran circulación. Ningún taxista vio el ovni, ni menos un coche perseguido por un ovni.

– A un lado de la milpa hay un gran espacio de terrenos baldíos. ¿Por qué el ovni no aterrizó en ese lugar? ¿Será que los extraterrestres son unos delincuentes cuya única intención es joder al prójimo? ¿Por qué fueron a destrozar la milpa de la señora Carrillo?

CONCLUSIONES

Tiempo después del aterrizaje de Metepec, a principios de octubre, cuando todo el mundo hablaba del caso, a pocos kilómetros de ahí, en el pueblo de Jocotitlán, rumbo a Atlacomulco, otro bromista repitió el «aterrizaje». Nuevamente en un sembradío de maíz aparecieron las cañas aplastadas formando dos letras (la P y la I o la H y la D, según la orientación en la que se observe).

Nuevamente ocurría algo muy similar a lo que habíamos observado en San Marcos o Atitalaquia, Hidalgo: cada pueblo quería tener su huella ovni.

Lo interesante del caso es que algunos ufólogos afirmaron que los hechos habían ocurrido el mismo 16 de septiembre y que el Ejército Mexicano había «acordonado la zona», porque varios de los curiosos que entraron en el terreno habían enfermado y otros habían muerto, supuestamente por efectos de la radioactividad. Hoy, a más de 2 años de los sucesos, todavía continuamos proporcionando buenos dolores de cabeza a los ufólogos. Los escépticos somos inmunes a la radioactividad de los Ovnis.

El caso Metepec, y sus secuelas, es uno de los más pueriles y absurdos que hemos investigado. Todo está rodeado de una atmósfera y personajes infantiles, desde Blanca Nave y sus siete enanos, hasta la Cenicienta y su calabaza, pasando por el Chapulín Colorado, el Oso Hormiguero y la Pantera Rosa, Pedro y el lobo y Jimmy Maus, el mejor amigo de Mickey Mouse. Si estas son las mejores pruebas de la ufología en favor de la existencia de los Ovnis, será mejor que volvamos a leer detenidamente a los hermanos Grimm.

PS

Por aquellos años, José Luis Martínez Jiménez era uno de los más activos ufólogos del país. Tenía una columna semanal en el diario de mayor circulación: La Prensa. No era raro que José Luis también se ocupara del asunto. Martínez coincide en muchos puntos con nuestro análisis:

«»¦ la familia Hernández, cuyas ventanas y escaleras de su casa dan hacia los maizales y esa noche ahí se encontraban, aseguran no haber visto nada, ni siquiera los policías que vigilaban la población esa noche. Es imposible pensar que sólo dos personas vieron esa luz y que sólo una vio el supuesto extraterrestre y a través del zoom de la cámara, a pesar de que es una zona altamente poblada.

«No se hallaron huellas, el carbón que se encontró lo deposita como abono un señor que hace cazuelas a dos cuadras del lugar.

«El tallo de los maizales sí estaba hidratado, al contrario de lo que dijo el señor Maussán en TV[2]. Yo partí uno ahí, delante del hijo del dueño el joven Luis Noé[3], y varios testigos más, incluso me manché el pantalón con el jugo».

También menciona los problemas que tenían en la unidad habitacional con sus vecinos, además de acotar que debía dinero a la unidad y que esas deudas estaban anotadas en la pizarra de deudores de los departamentos. Para José Luis Martínez se trata de un tipo que se está robando el maíz.

«»¦ un maicero que ese día se robaba los elotes para su elotada, cosa que practican muchos campesinos esos días para celebrar la noche de la Independencia.

«»¦ analicé el video y me pareció que la cara del supuesto ser extraterrestre era un costal semillero, sostenido por una persona, por cierto en forma previa escribí de esto y la revista OVNI[4] me plagió mi teoría sin dar créditos a La Prensa ni a mí. En enero acudí al lugar a reproducir lo que sucedió según mi hipótesis, compré unos costales y ¡valla sorpresa! El ser del video y lo que saqué es lo mismo. Primero hice un dibujo del extraterrestre tomándolo del video presentado (dibujo 1), después pedía a un niño de 1.20 de estatura que sostuviera el saco lleno de elotes (foto 1) y lo calqué dando el dibujo 2, y si usted los compara son exactamente iguales».

No comparto la idea de José Luis de que se haya tratado de un ratero de elotes, pero le aplaudo y me sorprende su escepticismo. Martínez se había caracterizado en ser uno de los ufólogos más crédulos de México. Incluso, él junto con Oscar García fueron los primeros «adoradores» de Maussán que fundarían el prototipo de lo que después vendría a ser el grupo de Los Vigilantes. Pero Martínez se apresura en aclarar que no es ningún escéptico:

«Amigo lector, ahora tiene usted las cartas sobre la mesa, y usted podrá sacar la mejor conclusión, pero ojalá que no nos pase como en el cuento de «Pedro y el Lobo» que por estos casos que hacen rica y famosa a una persona al rato cuando halla uno verdadero nadie nos crea, y luego nos andemos quejando de que hay escépticos».

Lo que no me quedó claro es a quién se refería con lo de la persona rica y famosa, ¿a Maussán? ¿a Sara Cuevas? En este sentido hay que mencionar que Jaime comercializó el video de Sara sin -por lo que se verá más adelante-, darle su parte a la dueña del video.

Oscar García mencionaba frecuentemente que Maussán había llegado incluso a registrar los videos que la gente le enviaba. No tengo constancia de eso, pero sí sabemos que los comercializa, no sólo en su serie de videos, sino vendiéndolos a las televisoras del extranjero. Tampoco tenemos constancia de qué parte de las ganancias vayan a sus legítimos dueños. En el caso de Sara Cuevas parece que no recibió su parte, por lo que vemos en un mail que Sara envió a una compañía de abogados (Zertuche Gloria y Asociados Consultoría Legal Abogados) que asesora a través de Internet:

Nombre: Sara Cuevas Tornell

Direccion E-mail : contacto@ovnisaracuevas.com

Si tiene pagina web: http://www.ovnisaracuevas.com

Ciudad y pais: Cancun Quintana Roo

COMENTARIO, PREGUNTA O CONSULTA. (Un solo click para enviar):

Me gustaria obtener una consulta de parte suya sobre este caso que a continuacion voy a resumir. Yo videograbe un ser «extraterrestre» en metepec, Edo. de Mexico el cual registre ante los derechos de autor en 1994. El lic. Jaime Maussan lo ha estado utilizando en Mexico y en el extranjero en conferencias, y me he enterado que este señor lo ha vendido en el extranjero, pero jamas he podido hacer nada porque no tengo pruebas, solamente de las conferencias que da por la republica se que presenta mi video. Sin embargo creo que ya por fin pude «agarrarlo» con algo mas solido ya que la empresa BMG saco a la venta un CD de musica y video interactivo llamado satar mix 3 en el cual sale mi obra en su totalidad y la empresa BMG de adjudica este material. Yo no tengo ni un solo peso para invertir en abogados, pero quiero que me orienten sobre como puedo poner yo sola mi demanda desde cancun quintana roo y por que via, y sobre todo que posibilidades tendria yo en este caso ya que tambien han echado abajo mi negocio que acabo de poner (o sea mi web[5]) ya que ni siquiera yo presente este material ya que mis planes eran vender yo misma mi video al que le inverti mucho dinero) De antemano les agradesco su fina atencion a este caso. Un saludo

Saturday, April 28th 2001 – 08:49:04 AM

Se ha respetado la redacción y ortografía de Sara Cuevas, podemos observar que no hay un solo acento y que Sara piensa que Quintana Roo es un país. Pero aquí hay algunas cosas que resaltar, además de la ortografía. En primer lugar esta el hecho de que Sara entrecomilla lo de «extraterrestre». Si fuera algo real no habría porqué entrecomillarlo. Esto sugiere que su «extraterrestre» fue fabricado. Eso se confirma al enterarnos que registró «ante los derechos de autor» desde 1994 (año de su filmación). ¿Sospechoso, no?

Sara también menciona lo que apuntábamos más arriba: Jaime, al parecer, vende los videos que recibe, a las televisoras de otros países.

Finalmente tenemos que Sara declara que invirtió mucho dinero en su video. No creo que se refiera a la cámara, que la utiliza en ese y otros videos familiares; tampoco podría ser la cinta. Juntos, cámara y cinta no deben representar una cantidad muy alta. Pero si pensamos en una producción con guión, camarógrafos, actores, y otras gentes involucradas, entonces sí podríamos aceptar que invirtió mucho dinero, pero eso confirmaría nuestros resultados: el video es un fraude.

REFERENCIAS

Anónimo, ¡No era marciano!, en Reporte OVNI, No. 42, México, febrero de 1995, Pág. 19.

Anónimo, Análisis de los lugares en los que el OVNI dejó huella, en Metepec, Toluca, en Reporte OVNI, No. 42, México, febrero de 1995, Págs. 20-21.

Anónimo, Se analiza el humanoide, en Reporte OVNI, No. 42, México, febrero de 1995, Págs. 16-18.

Chávez Mario Alberto, ¡Gigantesco OVNI aterrizó en Toluca!, en Reporte OVNI, No. 42, México, febrero de 1995, Págs. 3-5.

Contreras Esparza Roberto S., Avistamientos en Metepec, en Reporte OVNI, No. 42, México, febrero de 1995, Págs. 14-15.

Cuevas Tornell Sara, mail en Internet del 28 de abril del 2001, http://books.dreambook.com/zertuche/3247.html

Martínez Jiménez José Luis, La verdad del extraterrestre de Metepec, en NOTI-OVNI Internacional, Año 1, No. 1, México, diciembre de 1996, Págs. 3 y 7.

Ruiz Noguez Luis, 100 fotos de extraterrestres, Corporativo Mina, México, 1996, Págs. 78-83.

Ruiz Noguez Luis, El extraterrestre de Metepec, artículo en Internet,

http://www.geocities.com/Area51/Dunes/9515/ovnis/metepec.html , también se puede ver en: http://www.alcione.org/metepec.html,

http://www.angelfire.com/scifi/metepec,

http://tvufo.tripod.com/id58.html

Ruiz Noguez Luis, OVNIs en Metepec, en Perspectivas Ufológicas, No. 4, México, enero de 1995, Págs. 62-67.

Salazar Mendoza Alfonso, Más sobre el caso Metepec, en Reporte OVNI, No. 42, México, febrero de 1995, Págs. 22-24.

Téllez J. Fernando, Tripulantes OVNI, Equipo Sirius Mexicana, México, 1994.

El video de Sara Cuevas se puede ver aquí:

http://www.youtube.com/watch?v=EdJseeF_B58

Ver primera parte en: https://marcianitosverdes.haaan.com/2006/09/el-marcianito-de-metepec-primera-parte/

Fotograma del video de Sara Cuevas.

Aspecto del terreno en Metepec. Al fondo la unidad habitacional en donde vivía Sara Cuevas.

La misma zona vista hacia el lado opuesto. En el centro podemos ver plantas de maíz que aún no han sido derribadas.

Vista desde la unidad habitacional en donde vivía Sara Cuevas.

El joven Baltasar Gutiérrez.

Hojas de la planta de calabaza que sufrieron una notable disminución en su tamaño. Ver la siguiente foto.

La hoja normal de la planta de calabaza, comparada con la planta deshidratada.

Luis Noe Gutiérrez Carrillo, propietario de la milpa.

El «chapulín de Metepec».

Ilustración de la revista Reporte OVNI que muestra que el «extraterrestre de Metepec» es un chapulín.

Otra interpretación de los dibujantes de Reporte OVNI.

En esta versión el extraterrestre está usando una aspiradora.

Aquí vemos al extraterrestre de Metepec debajo del ovni.

Fotos de José Luis Martínez que ilustra su hipótesis de que se trataba de alguien robando el maíz (foto 1).

Dibujos de José Luis Martínez. A la izquierda el dibujo 1, tomado del video de Sara Cuevas. A la derecha el dibujo 2, hecho a partir de la foto del niño con el saco de elotes.

Fotografía de Martínez que muestra la pizarra que señala la lista de deudores del condominio.

La Pantera Rosa, Blanca Nieves, el oso hormiguero y Pedro y el Lobo.

Los hermanos Grimm.

Guillermo Ortega Ruiz, el primero en dar la noticia.

Don Pedro Ferríz y José Luis Martínez.

Don Pedro y otro de sus amigos.

Luis Ramírez Reyes.

Jaime Maussán.

Nino Canun.

El doctor Jesús Galindo Trejo.

Sara Cuevas.

Sara Cuevas en el programa de Cristina con Jaime Maussán, el contactado Carlos Díaz y Carlos García el esposo de Sara Cuevas.

En uno de los programas de Nino Canun, Héctor Escobar explica la formación de los anillos de hadas. De izquierda a Derecha, Canun, Héctor Chavarría, Ramiro Garza, Mauricio José Schwarz, Maussán, Escobar y Zitha Rodríguez Montiel.


[1] La idea original es del ufólogo José Luis Martínez Jiménez. Ver el apéndice.[2] Aquí se equivoca José Luis. Maussán se refería a una calabaza.

[3] Se refiere a Luis Noé Gutiérrez Carrillo.

[4] Se refiere a Reporte OVNI.

[5] Sara tenía una página web en donde vendía chucherías relacionadas con el marcianito de Metepec. Incluso ofrecía fotografías autografiadas http://web.archive.org/web/20010607092527/www.ovnisaracuevas.com/pyservicios.htm

El marcianito de Metepec (Primera parte)

EL CHAPULÍN DE METEPEC

Jorge Sánchez es un periodista mexicano que en la década de los setenta fue colaborador y corresponsal de los principales grupos ufológicos franceses. En la actualidad se encuentra semirretirado del asunto de los ovnis. En septiembre de 1994, gracias a sus relaciones periodísticas con personal de Radio Televisión Mexiquense, Jorge se enteró de un posible aterrizaje en las cercanías de la ciudad de Toluca, en la noche del 15 al 16 septiembre (fecha de la conmemoración de la independencia mexicana).

El lunes 26, en compañía del también experto en ovnis Óscar García, acudimos a dicho lugar. Se trataba del pueblo de Metepec, situado a unos 10 minutos de la ciudad de Toluca, capital del estado de México. En ese lugar, a espaldas del conjunto habitacional Villas de San Agustín (en la esquina que forman las calles Galeana y Pedro Asensio), se encuentra un pequeño sembradío de maíz (milpa), propiedad de la señora Agustina Carrillo García, en donde ocurrieron los hechos que relataremos.

La noche en cuestión, según cuenta la señora Sara Cuevas Tornel (38 años), estaba ella en su casa, en compañía de su hermana Erika Cuevas Tornel (20 años), cuando repentinamente, observó en la penumbra de la noche «algo» que se movía en la milpa ubicada en la parte posterior de su casa. Rápidamente tomó su cámara de video, una handicam autofocus de Sony, y comenzó a grabar. En la misma grabación se puede escuchar el siguiente monólogo:

«¿Qué es eso?… Es horrible… Diosito, Diosito lindo. Que Dios me perdone, Erika. Lo vas a ver en mi video. ¡Qué feo! Es un enano, Erika. ¡Qué horrible animal! Erika. Te lo juro por mi madre… ya se va, Erika».

Lo que no entiendo es por qué si las dos estaban en el mismo lugar (o venían huyendo del ovni, según otra versión), sólo Sara es la que ve al humanoide y Erika no. Esto se deduce cuando Sara le indica a Erika que lo va a ver (al «extraterrestre») en el video. Si las dos estaban en el mismo sitio, las dos deberían haber visto al humanoide. Si no lo estaban, entonces Sara está mintiendo.

Por su parte, el ufólogo Luis Ramírez Reyes dio otra versión, producto de la entrevista que le hizo al doctor Eduardo Cuevas Tornel, hermano de la testigo principal, la cual fue publicada en el periódico Novedades del 1º de octubre de ese mismo año.

Según Ramírez (declaración que me hizo en el programa radial Frecuencia Desconocida, de mediados de octubre de 1994), el doctor Cuevas le dio una versión distinta a la de su hermana:

Salió de casa de sus padres como a las doce de la noche. El esposo de Sara estaba en el canal y Sara se hizo acompañar por su hermana Erika de 17 años… se asustaron porque un ovni las iba siguiendo… estaban angustiadas porque el ovni iba sobre ellas… llegaron al poblado, llegaron a su casa… se bajaron del automóvil…. Sara fue por su cámara de video… Suben a la azotea…. Cuando volvía la cámara hacia arriba para captar la nave, se desactivaba… De repente descubrió un «ser ahí…»

LA BLANCA NAVE Y SUS SIETE ENANOS

Se supone que Sara y su hermana estaban observando, y tratando de videograbar, una enorme nave blanca y brillante, como de unos ocho metros de diámetro, que estaba rodeada por otras siete más pequeñas, de 1 metro de diámetro. Se trataba, ni más ni menos, de «Blanca Nave y sus siete enanos». Cuando intentaba filmar el ovni y dirigía la cámara hacia las «naves», ésta se «desconectaba» y dejaba de funcionar. En ese momento vio al humanoide y lo filmó.

El video dura un total de 21 segundos. Sara afirma que el humanoide estaba a unos 30 metros de distancia, y entre ella y el «enano» se encontraba el ovni que parecía estar iluminado por una luz roja y estaba rodeado por siete naves más pequeñas. La «nave madre» tenía ventanas de forma circular y, de acuerdo con la primera versión de Sara, aterrizó en la milpa, aplastando las cañas de maíz y quemando la zona. Posteriormente dijo que los ovnis no aterrizaron y tan sólo se limitaron a subir y bajar sobre el terreno.

El «humanoide» tenía una altura de entre 1.20 y 1.30 metros, vestía un traje rojizo que le quedaba ostensiblemente grande; calzaba unas botas, que también le quedaban grandes, y sus manos parecían estar cubiertas por guantes. Su piel era de color grisáceo. De su cabeza sobresalían dos «antenitas» y sostenía en sus manos una especie de mazo.

Indudablemente, la descripción del humanoide coincide con una de las figuras o personajes de la televisión mexicana más conocidos: ¡El Chapulín Colorado! (¡No contaban con mi astucia!)

Se trata en ambos casos de un personaje de baja estatura, vestido de rojo, con sus antenitas de vinil y con su mazo (el famosísimo «chipote chillón»). Como vemos, el dibujo presentado por la revista Reporte OVNI recuerda mucho a este personaje de televisión.

En determinado momento el ser se dio cuenta de que estaba siendo vigilado y volteó hacia la ventana en donde estaba Sara y su hermana. Se les quedó viendo un momento y luego se dirigió a su nave. Desafortunadamente, este detalle no fue captado por la camarógrafa, pues recordemos que «misteriosamente» la videocámara se desconectaba al enfocar el OVNI. No seamos exigentes, una cosa es poder filmar a un tipo vestido con disfraz de extraterrestre y otra, mucho más difícil, es captar una nave «alienígena» en pleno vuelo, en el momento justo en que el extraterrestre entra en ella.

Algunos ufólogos afirmaron que el extraterrestre tenía forma de elefante, ya que la nariz le colgaba hasta el cuello. Para otros parecía más un «oso hormiguero con cuerpo de ser humano». Con toda seguridad, dentro de la nave extraterrestre también se encontraba la Pantera Rosa.

El lunes 19 de septiembre se presentó el video en el canal 7 de la Radio Televisión Mexiquense, en donde, curiosamente, trabajaba el esposo de Sara Cuevas. Se trata de uno de los camarógrafos del canal. El 30 de ese mes apareció el primer reporte en un periódico matutino de la Ciudad de México. El clímax llegó cuando el video se presentó, el 6 de octubre, en el noticiario «Al despertar» del canal 2 de Televisa (conducido por Guillermo Ortega Ruiz), junto con un análisis computarizado, hecho a petición de Jaime Maussán, por los miembros del Grupo Sol, una escuelita de computación.

Para Maussán, ésta era una de las pruebas más impresionantes de la visita de seres extraterrestres a la Tierra.

Gracias a un delineador electrónico, les indicó a los televidentes lo que tenían que ver en esa curiosa mancha luminosa -nótese la manipulación-, que más parecía una mancha de Rorschard que un ser extraterrestre. Se mostró, además, escenas de los destrozos de la milpa, de una flor de calabaza «extrañamente deshidratada» y de residuos negros «incombustibles». Todo lo anterior indudablemente para ese ufólogo, demostraba la presencia de naves cósmicas de las Pléyades. A partir de este punto todo hizo explosión. El video se presentó una y otra vez en diversos programas y noticieros, los periódicos y revistas enviaron a sus reporteros y en la radio se organizaron varios programas para discutir el caso.

¿OTROS TESTIGOS?

Cuando estuvimos en Metepec (una semana después de que el video apareció en el canal 7 de Toluca, pero dos semanas antes de que se conociera a nivel nacional por su transmisión en canal 2 de Televisa), nadie a excepción de Sara y su hermana, afirmaba haber visto nada. Después de que el caso se hizo famoso, todo el mundo quería ser entrevistado y aparecer en la televisión o en los periódicos, señalando hacia el lugar en donde, supuestamente, habían visto los platillos. Tal es el caso de Filiberto Rosario Nicolás, vigilante del conjunto habitacional Villas de San Agustín, quien afirmó haber visto los ovnis que «pasaron dos veces haciendo que se fuera la luz». Por su parte, Justiniano Mendoza, describe a los ovnis exactamente iguales al esquema aparecido en la televisión. En general, todas las versiones de los supuestos testigos son muy similares a lo que se les indujo a creer por medio de la televisión.

Entrevistamos a Baltasar Gutiérrez, hijo de Luis Noé Gutiérrez Carrillo, uno de los dueños del terreno. He aquí la trascripción de dicha entrevista:

Luis Ruiz Noguez.- ¿Cuál es tu nombre?

Baltasar Gutiérrez.- Baltasar Gutiérrez

LR.- ¿Qué ocurrió aquí?

BG.- La señora Sara escuchó un ruido en la noche y se asomó. Vio una nave grande y encima de ella había dos más. De la mayor salieron siete que se desplazaron a los lados, como si estuvieran jugando.

LR.- ¿A qué hora fue?

BG.- Entre las 8 y las 11 de la noche.

Óscar García.- ¿Era una luz o un objeto (sólido)?

BG.- Un objeto.

OG.- ¿Estaba aterrizado?

BG.- No, estaba volando.

LR.- ¿Llegó a aterrizar?

BG.- No.

OG.- Y si estaba volando, ¿cómo es que aplastó…?

BG.- (Sin dejar que termine la pregunta) Nada más dobló el maíz, no aplastó nada. Sólo lo acostó.

OG.- ¿Nada más las puntas, o lo dobló todo?

BG.- Nada más las puntas.

LR.- Es decir, todo esto que vemos ahora, ¿lo hizo la gente al entrar al terreno?

BG.- Sí.

LR.- ¿Qué ocurrió con la flor de calabaza?

BG.- A esa se le encogieron las hojas y se dividieron como en cinco partes y le salieron como granos.

LR.- ¿Cuándo se dio cuenta tu abuelita?

BG.- Hasta el lunes, como a las diez de la noche, después de ver el video en el canal 7 de Radio Televisión Mexiquense.

LR.- Es decir, ¿ella no lo sabía hasta que lo vio en la televisión?

BG.- Así es.

LR.- ¿La señora Sara no le avisó?

BG.- No.

OG.- ¿Quién avisó a canal 7?

BG.- La señora Sara porque su marido trabaja en la Radio Televisión Mexiquense. Ella filmó al enanito y llevó el video a la televisión y luego se lo dio a Jaime Maussán.

OG.- ¿Él cuándo vino?

BG.- El 24 de septiembre.

LR.- Me decían que Jaime encontró unos residuos como de carbón quemado. ¿De qué estamos hablando?

BG.- ¡Ah!, eso es carbón de un señor que nos lo trae y tiene un horno en donde fabrica cazuelas. Ese carbón lo usamos como abono para el maíz.

LR.- Jaime decía que eso no se quemaba.

BG.- Claro, ya no se quema porque está bien cocido.

LR.- ¿Eso se lo dijeron a Jaime?

BG.- Claro que sí.

LR.- Y a pesar de eso sigue afirmando que no se quema…

BG.- Sí, sigue diciendo eso.

LR.- Es decir, ¿no cree que sea carbón?

BG.- Al parecer no lo cree.

LR.- Regresando a la calabaza…

BG.- La calabaza se encogió, es decir la hoja. Normalmente mide unos treinta centímetros, y ahora tiene cinco.

OG.- ¿Se quemó, se chamuscó, se hizo chiquita?

BG.- Se encogió.

OG.- Pero, ¿quedó verde?

BG.- Sí.

LR.- A menos de medio metro hay otras flores de calabaza y esas están intactas…

BG.- No, a esas no les pasó nada.

LR.- ¿Por qué?

BG.- Tal vez porque estaban más retiradas. Nada más fue en la parte de aquí, en la orilla…

LR.- ¿Por qué colocaron estacas, cercaron esta parte del terreno?

BG.- Para cuidar la calabaza y que no la pisaran.

OG.- ¿Realmente sólo las puntas del maíz se doblaron y fue la gente la que aplastó todo…?

BG.- Sí, así fue. La gente aplastó todo el maíz.

OG.- El terreno afectado, ¿qué área cubría?

BG.- Unos quince metros.

OG.- ¿Qué forma tenía?

BG.- Dice la señora Sara que era perfectamente circular.

En ese momento llegó la señora Agustina Carrillo, dueña del predio, quien no dejó que usáramos la grabadora. No obstante, Óscar García la encendió y la metió en el maletín de las cámaras sin que ella se diera cuenta. He aquí el contenido de dicha conversación:

OG.- Señora, usted sabe que esto no estaba aplastado y que fue la gente la que lo hizo.

Agustina Carrillo.- Así es, ya lo dije; pero en un periódico me sacan diciendo cosas que yo no dije, por eso ya no quiero hablar nada. Dijeron una mentirotas que Dios no se las va a perdonar.

OG.- ¿Qué fue lo que dijeron de usted? (Óscar tratando de ser agradable)

AC.- Que yo había dicho que me vinieron a robar el 15 ó 16. Yo nunca he dicho tal cosa. Que me habían robado para vender mi maíz. Eso no es cierto porque ese día yo estaba durmiendo.

OG.- ¿Usted no dijo que se habían robado el maíz?

AC.- No, yo no dije nada de eso.

OG.- ¿Usted no dijo que vio entrar a personas que estaban aplastando el maíz?

AC.- Pues…, ¿qué no ve ahorita…? (con fastidio)

OG.- ¿Pero no estaba aplastado, verdad?

AC.- Yo ya quiero descansar… ya todo el mundo lo sabe… (alejándose del lugar)

OG.- No estaba aplastado, no estaba aplastado. (contestándose él mismo)

OTRA VERSIÓN

Efectivamente, el campo de maíz estaba totalmente destrozado, no por la supuesta presencia del ovni, sino por cientos de curiosos que se habían acercado a visitar el lugar del aterrizaje del «platillo». El presidente municipal de Metepec, en un intento de resarcir las pérdidas de esta familia, autorizó el cobro de un peso por persona. En los días más álgidos se llegó a cobrar hasta diez pesos por persona.

Fernando J. Téllez Pareja también estuvo en el lugar del aterrizaje. Según cuenta en uno de sus libros, uno de sus cuñados, Miguel Ángel del Hierro Orozco, que vive en Metepec, fue quien le informó del caso inmediatamente después de que el video salió al aire en el canal 7 de Toluca.

La versión de este ufólogo es la siguiente: Sara, su hermana Erika y los dos hijos de la primera, venían del fraccionamiento Casablanca, en el mismo Metepec, la noche del 15 de septiembre, a las 19:00 horas. Al llegar a unas siete calles de su domicilio, Erika llamó la atención sobre un objeto que veía en el cielo. Sara dijo que se trataba de un avión, pero ante la insistencia de su hermana, detuvo el coche para verlo mejor.

Entonces todos pudieron observar una nave de color rojo «como las que se ven en la televisión». La impresión fue tal que rápidamente todos subieron al coche y se dirigieron a su domicilio. Al llegar ahí el ovni estaba «prácticamente arriba de su casa» -como escribe Téllez-, por lo que subieron a la azotea para verlo mejor. Llamaron a sus vecinos, «quienes quedaron sorprendidos» (Téllez dixit).

En ese lugar (la azotea), uno de los niños, Kevin (7 años), señaló hacia la milpa, en donde se encontraban siete platos que volaban a una velocidad increíble entrecruzándose entre sí. Según la trascripción de Téllez: «… fueron a caer donde había un montón de carbón que alguien había tirado».

Aquí cedemos la pluma a Téllez porque es importante leer su versión para poder hacer, posteriormente, un análisis general del caso.

Casi sin pensarlo salieron todos corriendo al terreno que está atrás de la casa para ver de cerca el lugar de donde habían salido los «platos». La primera en entrar a la milpa fue Erika Cuevas Tornel, (quien) vio, junto con su familia, los hoyos grandísimos, toda la milpa aplastada, iba ella adelante con la lámpara. (Sic)

De pronto su hermana Sara dijo: «algo se está moviendo». Erika se volteó, no vio, pero los demás observaron que la milpa se empezó a levantar como si algo hubiera abajo, por lo que todos salieron corriendo. Al estar a cierta distancia, Erika se quejó que le ardía el brazo izquierdo. Ella traía una chamarra gruesa, y su blusa; se levantó la manga y vio que tenía una quemada de unos ocho centímetros de largo en la parte externa del antebrazo izquierdo.

…Pero todavía faltaba más; el día 16 de septiembre en la noche, Sara y su familia subieron a la azotea de su casa con su cámara de video VHS. Sara tuvo la oportunidad de grabar en un cerro, otro o el mismo ovni del día anterior de color rojo que se mantenía a distancia. Los «platos», como dice Sara Cuevas, volaban tan rápido que era imposible esperar a prender la videocámara y grabarlos, por lo que optó por dejarla prendida y esperar los acontecimientos.

Se supone que fue nuevamente Kevin quien señaló que en la milpa había algo extraño: se trataba del famosísimo enano. La misma Sara dijo que se parecía a «uno de los enanos de Blanca Nieves, en particular, el que trae la ropa grande».

ANÁLISIS DE LA EVIDENCIA

Hasta donde sé nadie, ni el mismo Jaime ha mencionado que los avistamientos duraron dos noches, ni que fuera en la segunda noche, el 16 de septiembre, cuando se filmara al extraterrestre.

Hay varios puntos oscuros en esta versión: Después de observar un punto luminoso en el cielo y suponer que era una nave extraterrestre, y luego de dirigirse a su hogar «para verlo mejor», ¿por qué los ovnis iban a pararse exactamente encima de la casa de Sara? ¿Por qué no dieron aviso de este primer avistamiento? ¿Por qué nadie más vio la enorme nave y las naves pequeñas que se movían vertiginosamente sobre el sembradío, si aún no era tan tarde (19 horas)? Según Téllez, Sara llamó a sus vecinos, quienes «quedaron sorprendidos».

Sobre este último punto el doctor Jesús Galindo Trejo, físico y astrónomo del Instituto de Astronomía de la UNAM, que por coincidencia tiene unos parientes viviendo en el mismo conjunto habitacional, afirma que la historia de Sara se parece a la de «Pedro y el lobo». En diversas ocasiones Sara salía a la puerta de su casa a gritar que veía ovnis. Las primeras veces los vecinos le hicieron caso, salieron de sus hogares, pero al no ver nada volvieron a sus actividades. En la noche en cuestión Sara volvió a gritar que veía ovnis. Ahora nadie le hizo caso. Viendo que nadie salía, Sara comenzó a gritar: «Â¡nacos, nacos, todos ustedes son unos nacos!», refiriéndose obviamente a sus vecinos.

La personalidad de esta familia es peculiar. Al parecer los esposos reñían frecuentemente, llegando a enfrentarse a gritos y a golpes. No guardaban buenas relaciones con sus vecinos. Tan es así que muy poco tiempo después de los sucesos, dejaron la casa y se mudaron[1]. Los vecinos, por su parte, no creen ni una pizca lo del «enano extraterrestre» y están seguros que todo fue un invento de Sara.

A principios de julio de 1996 me invitaron a un programa de televisión en Radio y Televisión Mexiquense. Al hablar con los productores y el conductor del programa y decirles que según mi investigación el caso Metepec era un fraude montado por Sara y que su esposo, camarógrafo del canal, probablemente había intervenido, me miraron sorprendidos y asintieron. Efectivamente todo había sido un fraude. Quedamos en realizar un programa especial en donde hablaríamos del caso, desenmascarándolo.

Analicemos, punto por punto, cada uno de los detalles de este supuesto aterrizaje.

En primer lugar, veamos la planta de calabaza supuestamente deshidratada. Efectivamente encontramos una rama con hojas de calabaza deshidratas (no quemadas, como señaló Baltasar Gutiérrez) a punto de secarse. Sin embargo, otra rama de la misma planta estaba perfectamente sana. Al parecer alguien pisó la rama, originando que se comenzara a secar. Por otra parte, existen otras muchas calabazas que se encuentran perfectamente bien y floreciendo. Es decir, no es necesario recurrir a los Ovnis para explicar esta «deshidratación». La cuestión del encogimiento de la calabaza suena más al cuento de la Cenicienta y su carruaje mágico hecho con una calabaza. En realidad esa planta no se encogió, sólo se marchitaron las hojas que, al perder agua, disminuyeron de tamaño.

Lo de la sustancia negra e incombustible queda bien aclarado en la entrevista con Baltasar Gutiérrez: se trata de carbón vendido por un fabricante de cazuelas de barro, y que ellos utilizan como abono para la milpa. Sara, tal vez tratando de asimilar esta sustancia al fenómeno ovni, dice (en la versión de Téllez) que efectivamente era carbón, pero que en el lugar en donde estaba se estrellaron los ovnis más pequeños.

La segunda parte se puede leer aquí: https://marcianitosverdes.haaan.com/2006/09/el-marcianito-de-metepec-final/

 


[1] Actualmente viven en Cancún, Quintana Roo.