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Los ovnis "químicos"

QUIMILUMINISCENCIA Y OTRAS HIPÓTESIS SOVIÉTICAS

«El fenómeno se debe a la formación de una zona de destello en la atmósfera, la así llamada zona QL (Quimiluminiscente) aumentada por la polución debida al óxido nitroso producido por las fábricas».

Martinov Dmitriyev (1)

En la década de los cincuenta Freder von Holke afirmó que los ovnis eran reflejos producidos en el cielo por poderosos haces de ondas teleguiadas a través de cohetes de largo radio de acción.

«Tales ondas servirían, de manera intencional, como «˜rieles»™ invisibles e impalpables, pero reales: desde su punto de partida serían, primero, proyectados hasta la ionosfera y luego reflejados por ella en dirección de tal o cual punto del planeta, disparados por medio de cálculos. Pero, al mismo tiempo, esas ondas ultracortas tendrían la propiedad de ionizar ciertos gases del aire y de esta manera serían fenómenos erráticos involuntarios que formarían las apariencias conocidas como platillos volantes. Habría pues, una base formada por un inmenso armazón, rígida, calculada, relativamente fija e invisible que, de vez en cuando, sería revelada por efectos inestables, imprevistos y visibles».

En California, el profesor Motz, de la Universidad de Stanford, logró producir, al aire libre, un halo luminoso concentrando haces de ondas milimétricas en 1954.

El 25 de octubre de 1954 el Fígaro presentaba una hipótesis del físico francés D»™Alton, según el cual los «platillos volantes no son más que un fenómeno puramente luminoso debido al encuentro de un haz de ondas ultracortas y de capas de aire ionizado».

«Admitamos que los especialistas disponen de elementos suficientes para establecer auténticos transportadores de energía cuyo montaje y puntería no necesitarían más que algunos segundos con precisión que casi puede ser perfecta. Se sabe que los especialistas en ondas ultracortas han alcanzado la Luna con sus haces y que el mensaje les fue devuelto en el tiempo previsto. Los que algunos han hecho en nombre de la investigación desinteresada, otros podrían hacerlo no para alcanzar la Luna, sino para observar a sus vecinos y verificar la precisión y el tamaño de sus cables sin hilos que transportan energía. Les bastaría en caso de guerra, lanzar sus máquinas sobre esos cables para aniquilar al adversario». (2)

A principios de 1977, el famoso químico y astrónomo ruso Dimitriyev Martinov, declaró a la agencia TASS:

«Los platillos voladores son fenómenos ópticos. En principio se trata de objetos brillantes que surcan el cielo y fueron divisados desde los más lejanos lugares del planeta. Hasta la Biblia hace constar la existencia de tales fenómenos. Lo que pasa es que son espejismos debidos a la refracción de la luz en cristales de hielo infinitamente pequeños o tenues capas de niebla. En ese sentido los platillos voladores son fenómenos reales, tan reales como el arco iris, los espejismos o la Aurora Boreal».

A mediados de agosto de 1978 el doctor en Ciencias Químicas Martinov Dmitriyev publicó un artículo (1) en el que proponía la teoría de la «Zona Quimiluminiscente» para explicar los ovnis. El artículo discute algunos posibles efectos sobre la mente de los pilotos: alucinaciones; y sobre el equipo electrónico: disturbios en el radar.

«No está excluido que la aparición de los platillos pueda deberse a fenómenos de naturaleza terrestre: a formaciones quimiluminiscentes (FQL). La quimiluminiscencia es uno de los tipos de luminiscencia del aire, que surge a raíz de determinadas reacciones químicas. Las formaciones quimiluminiscentes pueden brillar o reflejar la radiación solar, trasladarse velozmente y en ciertos casos llegan incluso a estallar. La aparición de formaciones quimiluminiscentes en la atmósfera es un acontecimiento bastante común. En los laboratorios de la URSS se han reunido bastantes miles de testimonios y fotografías de estos fenómenos.

«Las formaciones quimiluminiscentes presentan características individuales, así como muchos rasgos comunes: aparecen en la atmósfera, pueden encenderse rápidamente y casi apagarse por un tiempo. En ciertos casos las formaciones quimiluminiscentes caen a la tierra y dejan tras sí cráteres o terrenos fundidos y objetos carbonizados, pero no se han encontrado nunca residuos de las propias formaciones quimiluminiscentes. Todo se evapora y se disipa en el aire. Han sido descritas por muchos pilotos, viajeros y navegantes famosos como Nikolái Roerich, Francis Chichester y Thor Heyerdahl y no son raros los casos en que se han observado decenas e incluso cientos de formaciones quimiluminiscentes a la vez.

«En la URSS más de una vez se han analizado las huellas dejadas por las formaciones quimiluminiscentes en las piezas de aviones deteriorados, en árboles y en el suelo, sin que se pudiera descubrir ningún elemento que no se encuentre en la atmósfera. Se estableció que están compuestos de átomos, moléculas y de iones de nitrógeno, oxígeno, ozono, carbono e hidrocarburos, partículas activadas y electrones.

«La intensidad de los destellos de radiación óptica en la zona quimiluminiscente alcanza 15 Cal/cm2 min; y la concentración de la materia quimiluminiscente llega a 50 mg/m3 de ozono y 25 mg/m3 de óxido de nitrógeno. Esto contribuye en gran medida a la intensidad de tales destellos.

«El peligro de operar aviones en las zonas quimiluminiscentes depende de su tamaño y concentración. Las zonas quimiluminiscentes no son peligrosas per se tanto en los rangos ópticos e infrarrojo. Sin embargo, pueden actuar como fuentes de radioemisión, lo cual afecta el funcionamiento de los aparatos electrónicos, especialmente en los equipos de radar. Además, todos los componentes de las zonas quimiluminiscentes son tóxicos y si están presentes en altas concentraciones pueden penetrar las cabinas de los aviones y afectar a la tripulación. El color es un buen indicador de la toxicidad de las zonas quimiluminiscentes: luces negras o azules indican la prevalencia de ozono y de átomos de oxígeno; los cuales son más tóxicos que el óxido o el dióxido de nitrógeno, cuyo color es rojo o naranja. Aún bajas intensidades en la zona quimiluminiscente pueden tener efectos narcóticos en la tripulación. Cuando un avión entra en la zona quimiluminiscente se percibe un olor irritante dentro de la cabina. A concentraciones muy altas de energía en la zona quimiluminiscente, la zona es capaz de producir explosiones similares a los relámpagos esféricos o centellas. El tamaño de la zona explosiva es relativamente pequeño, 1 a 1.5 metros. Los pilotos deberían mantener en mente la existencia de tales zonas; deberían conocer su apariencia, intensidad y olor inusual para evitar desastres. Finalmente deberían redoblar su atención ya que las zonas quimiluminiscentes no sólo pueden afectar su mente sino los aparatos de radar y equipo electrónico».

Aunque Dmitriyev hace la distinción entre las formaciones quimiluminiscentes y los relámpagos esféricos o centellas, parece que su hipótesis mezcla estos fenómenos con los fuegos fatuos e incluso con otros de naturaleza óptica como los parhelia.

En enero de 1979 el doctor Vladimir V. Migulin, director del Instituto Soviético de Magnetismo Terrestre y miembro de la Academia de Ciencias de la URSS presentó una ponencia ante la misma en la cual atribuía el fenómeno ovni a «cambios físicos en la atmósfera superior», probablemente de origen magnético. Posteriormente explicó, en un artículo aparecido en una revista francesa (3), cómo pueden canalizarse dentro de la atmósfera los electrones solares hacia un punto particular por una tormenta magnética (4).

Migulin reconoció que la Academia de Ciencias de la URSS:

«»¦ clasifica, analiza y estudia todas las informaciones sobre fenómenos celestes observados sobre territorio soviético. Los casos esporádicos de fenómenos aéreos anormales vistos por varias personas, así como los llamados «˜encuentros cercanos con extraterrestres»™, son más bien del dominio de la ciencia ficción y los estados de alucinación. Actualmente los científicos tratan de buscar testimonios objetivos y seguros que permitan construir los modelos físicos de la aparición de los ovnis. Podemos afirmar que en muchos casos los fenómenos observados dependen de las modificaciones que ocurren en las capas superiores de la atmósfera terrestre y, sobre todo, en la ionosfera, que se encuentra sometida a la actividad solar como a la actividad humana».

A fines de 1979 la agencia TASS difundió el siguiente comunicado:

«Desde hace tiempo se ha formulado la hipótesis de que los discos o platillos voladores que se han podido observar en la atmósfera terrestre pueden ser el resultado de complicados movimientos de las masas de aire, al mezclarse con las partículas de polvo de otras materias. Estos movimientos podrían deberse a la heterogeneidad o diversa densidad de los estratos atmosféricos. Especialistas del Instituto de Oceanología de la URSS han reproducido las condiciones necesarias para la formación y persistencia de los discos durante un cierto periodo; y luego han reproducido esto en el laboratorio, observando cómo se formaba un platillo volador ante sus miradas atónitas. El proceso de formación de las acumulaciones naturales en forma de platillo puede ocurrir a diversas alturas: en los estratos más bajos de la atmósfera y en las partes más altas. Los platillos que nosotros vemos, comúnmente llamados ovnis, tienen su origen en los límites de los estratos atmosféricos a lo largo de los flancos de las cadenas montañosas». (5)

G. I. Barenblatt, doctor en Física y Matemáticas, y A. Monin, miembro correspondiente de la Academia de Ciencias de la URSS opinan (según el redactor de la revista Téjnika i Naúka) que los platillos se deben a determinados procesos que tienen lugar en la atmósfera y representan ciertas formaciones discoidales en movimiento. Afirman que los ovnis son el resultado de complejos fenómenos ópticos que se producen en la atmósfera a raíz de turbulencias particulares del aire. En la atmósfera se forman espontáneamente zonas de densidad constante que crean cuerpos semejantes a trompos que giran por su cuenta en esas masas aéreas. Estos trompos tienen el aspecto de discos, que tienen además la capacidad de captar polvillos difundidos en la atmósfera que, al acumularse suficientemente, hacen que el disco aéreo sea visible. (6)

Según la hipótesis de Barenblatt y Monin, la atmósfera de nuestro planeta se compone de diferentes capas de aire con igual densidad, que por lo general no presentan límites claros (7). Nunca se encuentra en estado de quietud absoluta: aparte de los vientos se observan en ella movimientos turbulentos del aire, y debido a la ausencia de límites precisos entre las capas, oscila todo el grueso del aire, creándose «islotes» de igual densidad, que contienen capas entremezcladas y presentan en un primer momento, contornos precisos que luego se comprimen bajo la acción de la presión externa.

Los experimentos realizados en el Instituto de Oceanología adjunto a la Academia de Ciencias de la URSS demostraron que, en la etapa inicial, esta compresión transcurre con gran rapidez volviéndose luego más lenta.

Así que se puede hablar con todo fundamento de zonas relativamente estables en la atmósfera, de forma semejante a un disco, cosa también comprobada por los experimentos de los científicos del Instituto de Oceanología.

Estas zonas pueden observarse debido a que están formadas no sólo de aire, sino también de polvo. Por lo general, la atmósfera siempre contiene cierta cantidad de polvo. Durante la calma, este cae en la tierra, pero si surgen corrientes de aire «“y más aún torbellinos- el polvo se mantiene estable y hace que los discos sean visibles desde la tierra. En el crepúsculo pueden resplandecer vivamente, reflejando la luz del Sol poniente.

Los discos de polvo no sólo pueden trasladarse empujados por fuertes corrientes de aire, sino también acelerar bruscamente su movimiento durante los saltos de presión en la atmósfera. El número de ovnis sería entonces directamente proporcional al grado de contaminación del medio, lo que explica que estos fenómenos sean más frecuentes en nuestros días que en otras épocas. (8)

Barenblatt y Monin concluyen:

«Los ovnis que en el transcurso de decenios han alterado la imaginación de la gente, y algunas veces se hacen pasar por naves de otros planetas, pueden ser sólo acumulaciones de polvo o de agua en estado pulverizado». (9)

REFERENCIAS

1. Dmitriyev Martinov, Aviation and Cosmonautics, agosto de 1978.

2. Carrouges Michel, Aparecen los marcianos, Editorial Pomaire, Barcelona, 1967.

3. Migulin V. Vladimir, Les phénoménes aerospatiaux non identifiés á l»™étude, La Recherche, No. 102, Pág. 760, París, junio de 1979.

4. Oberg E. James, UFOs & Outer Space Mysteries. A Sympathetic Skeptic»™s Report, Donning Norfolk/ Va. Beach, Págs. 167-168, 1982.

5. Gutiérrez Ch. Alonso, OVNIs en la URSS: declaraciones oficiales, DUDA, No. 624, Págs. 20-23, 15 de junio de 1983.

6. Ruiz Noguez Luis, Construcción de un modelo fotoquímico para una atmósfera de oxígeno, Tesis de licenciatura, Universidad Nacional Autónoma de México, 1984.

8. Anónimo, OVNIs o identificación sin careo, Sputnik, No. 6, Págs. 38-43, junio de 1981.

9. OVNInotas, Los OVNIs, sólo ilusión óptica, OVNIs. Todo se inició hace 33 años, No. 33, Págs. 4-5, septiembre de 1980.

Esferas de luz observadas por Nikolái Roerich.

Nikolái Roerich

Francis Chichester.

Thor Heyerdahl.

Vladimir V. Migulin.

G. I. Barenblatt.

A. Monin.

Las luces de los terremotos (Final)

LA NUEVA TEORÍA DE LA TRIBOLUMINISCENCIA

En 1986 se supo de los resultados experimentales de Brian T. Brady y Glen A. Rowell, del Servicio Mineralógico de los Estados Unidos. Estos investigadores habían fragmentado núcleos de granito, ricos en cuarzo, para generar efectos piezoeléctricos, y de basalto, libres de todo cristal piezoeléctrico. Una vez puestos en varios gases (argón, helio, aire), en el vacío y en el agua, fueron examinadas las fragmentaciones por espectroscopia colimada e intensificación de luminiscencia, con el objeto de captar el espectro de las eventuales luces generadas.

En ambas muestras, las de granito y las de basalto se produjeron luces minúsculas, lo que aparentemente desmentía la teoría de la piezoelectricidad para las luces telúricas. El análisis espectral mostraba que las luces no presentaban trazas de los componentes de las rocas, y sólo de los que provenían de los gases o de los líquidos que las circundaban. La conclusión era que el mecanismo responsable de la emisión luminosa era la excitación electrónica de la atmósfera y del ambiente circundante a las rocas, y no se trataba de plasmas. No quedaba claro cómo se podía producir tal excitación. Se suponía que el campo producido por la fragmentación podía crear una especie de botella en la que era «contenida» la manifestación luminosa en forma esférica o de otro género, pero la cuestión permanecía en controversia. Un posterior descubrimiento obtenido de los mismos experimentos demostró que el núcleo de los materiales fracturados en el agua hacían iluminar el líquido produciendo al mismo tiempo hidrógeno atómico y molecular llevaron a concluir a Brady y Rowell que la disociación molecular del género descrito podría iniciar una reacción química y forzar alguna de tipo biológico, lo que indujo a John Derr a especular en la posibilidad de que tales procesos pudieran haber tenido un papel importante en la biogénesis de nuestro planeta.

En el ensayo de 1989 de Rutkowski escribe que Devereux publicó muy rápido los resultados de sus pruebas de fragmentación de rocas y describió la aparición de destellos y de centellas. En efecto, en el ámbito de la teoría de la triboluminiscencia, Devereux dedica un párrafo del Capítulo 7 «Lights in the Laboratory» (p. 197-201). También publica 5 fotos de los experimentos que confirman las ideas de Devereux, McCartney y John Merron. Esos experimentos se hicieron en Londres en 1983 y su conclusión es que se trata de cierto tipo de ionización del aire. Con el artículo del New Scientist, Devereux y sus colaboradores pusieron fin a la teoría piezoeléctrica, para dar paso a la triboluminiscencia. En 1984 y de parte de unas investigaciones llevadas a cabo en la Universidad de Sussex, Devereux recibió otra confirmación a su teoría. En estos experimentos se observaron emisiones luminosas en rocas no piezoeléctricas. Incluso se encontró que no era necesaria una gran presión para generar luces relativamente intensas. Además, estas luces eran muy vistosas en atmósferas carentes de iones negativos, a tal punto que el sólo contacto con una bola de cristal puede producir leves destellos.

La hipótesis que explica estos efectos parte de la constatación de que la mayor parte de los minerales son una verdadera reserva de electrones en estado libre. Sobre el origen de esta riqueza, Devereux y McCartney sostenían que si un material mineralógicamente «simple», como un cuarzo o una calcárea es examinado con la técnica de la espectroscopia de resonancia de espin electrónico (ESR), presentará un espectro energético típico de los electrones «intrapolados» en el retículo. Cuando, en el curso del tiempo, la radiación natural «expele» los electrones de la órbita atómica, son rellenados todos los huecos en el retículo del mineral. Estos electrones pueden manifestarse en varias formas, por ejemplo, como emisiones luminosas, sobre la base de diversos mecanismos.

Pero con el tiempo Brady había moderado su entusiasmo. Posteriores experimentos le llevaron a concluir que las luces no se podían producir a distancias mayores a unos pocos metros del área de fractura.

Pero el problema mayor era que los experimentos de Brady, Rowell, Persinger y Devereux se habían realizado a una escala microscópica y no necesariamente se podía verificar en escala macroscópica, en la naturaleza.

Entre el 1 de noviembre de 1988 y el 21 de enero de 1989 se dieron más de 50 observaciones de luces durante el monitoreo sísmico del Lago Saguenay (Canadá), por la Universidad de Québec. De acuerdo con el reporte aparecido en Nature, diversas bolas de luz, de varios metros de diámetro salían del suelo, algunas veces cerca de los observadores. Otras bolas de luz fueron vistas en el aire. Algunas de estas duraban más de 12 minutos.

En Earth Lights Revelation, de 1989, David Clarke, Andy Roberts y el geoquímico Paul McCartney reportaron sus investigaciones en la zona de Barmouth y Harlech, al norte de Gales. Los reportes de esta zona incluyen esferas rojo sangre, objetos en forma de diamante luminoso y otros fenómenos luminosos. Los investigadores encontraron que las luces seguían el curso de la característica local más importante, la falla de Mochras. En julio de 1984 se presentó un temblor de 5.5 grados en la escala de Richter, con epicentro en la península de Hellín. La tarde anterior al sismo, un residente vio una brillante luz blanca «del tamaño de un auto pequeño» flotar desde el mar y desaparecer sobre las dunas de la playa.

En 1990 se consiguieron los recursos económicos para formar el International Consciousness Research Laboratories (ICRL), para investigar las luces en el campo.

Las primeras investigaciones se hicieron en junio de 1993 en New Jersey. Se trataba de la «Hooker light» que en la década de los setenta se aparecía a lo largo de la vía férrea cercana a Washington Township. En ese entonces el grupo ufológico Vestigia intentaba cazar OVNIs. Hoy las vías de ferrocarril han dado paso a un rack de tuberías. Devereux y compañía encontró que el efecto se producía por la distorsión visual de las luces de los autos que se acercan a la zona a una distancia de unos 3 kilómetros.

El primer reporte de las luces de Marfa se dio en 1617. Varios de los avistamientos que se dieron en la expedición del 6 al 15 de marzo de 1994 por los miembros del ICRL, incluyendo al físico Hal Puthoff, eran espejismos que elevaban las luces de vehículos ubicados a 50 kilómetros del horizonte distorsionándolas, en el camino al presidio de Marfa. También se encontró, utilizando vehículos todo terreno sobre el desierto Mitchell Flat, que algunas luces pertenecían a ranchos aislados que desde lejos se veían como luces misteriosas que salían del suelo, se fusionaban o se dividían. La noche del 12 de marzo se vio la única luz que no pudo ser explicada de manera convencional.

El profesor Yoghi-hito Ohtsuki también ha hecho cuatro expediciones a Marfa. Sólo en una de ellas ha podido ver una luz fuera de lo normal. Esta luz cambió de forma a menos de 100 metros de su equipo y fue capturada en video y con equipo electrónico de monitoreo.

Del 28 de septiembre al 14 de octubre de 1995 Devereux y Strand realizaron un viaje de expedición a Kimberley, Australia. El lugar era idóneo para probar la TTT debido a que en ese lugar no hay contaminación y no hay carreteras ni autos que puedan perturbar, con sus luces, la visión.

La noche del 3 de octubre se encontraban en un pequeño valle totalmente desabitado. A poco menos de un kilómetro, recorriendo hacia arriba la pendiente del valle, aparecieron pequeñas luces blanco azuladas, de corta duración. Strand pudo capturar una de esas luces en su cámara.

El 8 de octubre una luz brillante pareció emerger de una pequeña colina en frente de un acantilado. Debido a que el área carece por completo de toda luz artificial, la luz fue en extremo notable. La luz se movía lentamente hacia abajo y al llegar al desierto desapareció. Las cámaras del equipo apuntaban en otra dirección, pero se pudo tomar una foto. Debido a que estaba a más de 10 kilómetros de distancia no se pudo determinar si era, efectivamente, una luz anómala, aunque simultanea a su aparición, los magnetómetros registraron una amplitud en la frecuencia, cresta a cresta de 800 nanoteslas en pulsaciones de 2 Hz. Lo normal es tener menos de 1 nanotesla. Si estos dos fenómenos están conectados, esto probaría la teoría de Persinger de que las luces terrenas van acompañadas a cambios en el campo geomagnético local.

Se han reportado luces terrenas de todos los colores. Su tamaño va de bolas de ping pong a luces gigantescas, aunque el tamaño de un balón de basketball es lo más común. Las formas más comunes son la esférica, tubos, cigarros, rectángulos, diamantes, y formas irregulares. Ocasionalmente emiten ruidos de varias clases, desde zumbidos, hasta siseos, casi siempre acompañados de una sensación de presión en los oídos. Se han visto «formaciones» de luces múltiples con vuelos «coordinados», que se pueden dividir o fusionar entre si. No es raro verlas aparecer o desaparecer en el mismo terreno. Lo más común es que aparezcan sobre las cumbres, los techos aislados, torres, antenas y otros objetos en punta, lo que indica que existe alguna conexión electromagnética. Se les ha visto circundar reservas de agua, como ríos, lagos y lagunas, e incluso volar por encima de estos lugares. Esto no es raro si consideramos que el agua actúa como una especie e lubricante de las rocas y que éstas pueden emitir más partículas cargadas, cuando están húmedas.

You-Suo Zou, del Instituto de Física Atmosférica de La Academia de Ciencias de Beijing, e investigador asociado del Departamento de Meteorología de la Universidad de Utah, en 1994, hizo un estudio del Proyecto Hessdalen original y encontró que algunas de las fotos presentan trazas que revelan un efecto similar al de un sacacorchos. Esta estructura es típica de los plasmas en movimiento, lo que se ha visto en muchas ocasiones en laboratorios. Zou encontró que en ciertas ocasiones los plasmas pueden transformarse en solitones (ondas solitarias). Los registros del radar en el proyecto Hessdalen muestran que hay evidencia de una propagación de energía en forma de onda. Estos datos le llevaron a suponer que estas luces son una especie de plasma.

Las luces se prenden y se apagan todo el tiempo, en rápidos movimientos imperceptibles para el ojo humano. Tony Dodd tomó una foto de dos luces sobre Carleton Moor, Yorkshire, el 14 de marzo de 1983. La foto fue analizada por el físico Fred Alan Wolf que encontró unas ligeras líneas verticales que le hicieron suponer que los objetos tenían una acción estroboscópica que dejó en la película esas líneas oscuras. Algunas luces en Hessdalen daban ecos intermitentes en el radar, mientras que los observadores veían una luz continua. Otro físico, David Kubrin y su esposa vieron una de estas luces sobre las copas de los árboles en la Falla Pinnacles (adyacente a la Falla de San Andrés), en California 1973. Mientras se movía, la luz creo ondas en el aire que estaba en su parte superior inmediata, lo cual indicaba la presencia de una masa, pero la luz paró su movimiento de forma instantánea, sin desacelerar, lo que sugería la no existencia de masa. Kubrin captó el decaimiento de esta luz con su cámara.

Las luces, a veces, pueden ser visibles en una dirección, pero no en otra. En el temblor de Barmouth-Harlech, por ejemplo, una luz en forma de barra de poco más de un metro de longitud, de color azul, voló sobre el camino cerca de la capilla Egryn y fue visible para un grupo de observadores desde un lado del camino, pero invisible para los que se encontraban en el lado contrario.

David Fryberger cree que las luces son el resultado de unas supuestas partículas subatómicas desconocidas llamadas vortones, más exóticas que los quarks y los gluones.

Algunos testigos han escuchado «voces de niños cantando» y otros hablan de «personas rezando». Estos pueden ser efectos alucinatorios del mismo campo electromagnético que afecta el cerebro de los testigos. Persinger ha llevado estudios clínicos que parecen demostrar esta hipótesis.

En 1996 Devereux, Strand y el físico David Fryberger, del Centro de Aceleración Lineal de Stanford, de California, investigaron la relación de los avistamientos OVNI y la actividad del Popocatepetl, los resultados fueron menos relevantes que los australianos, aún cuando tuvieron un avistamiento y registraron una fuerte lectura anómala (sin relación con el avistamiento) en el magnetómetro.

El proyecto FAL (Fenómenos Aéreos Luminosos) de Turquía, se iniciò en 1999 después del terremoto de Izmir, en donde murieron aproximadamente 25,000 personas. Sus objetovos son:

Probar que las luces que se ven antes de los terremotos no son ovnis.

Disminuirle número de muertes causadas por los terremotos, al alertar a la gente antes de que ocurran.

Su director es el camarógrafo Erol Erkmen.

COLOFÓN

En muchos otros países también hay zonas en donde en diversos periodos de la historia aparecen silenciosa y esporádicamente luces curiosas que surgen del suelo y se elevan en el aire o chisporrotean y se disuelven en el aire. Fenómenos como estos se producen constantemente en algún lugar de la Tierra, principalmente durante los sismos. De vez en cuando se registra un súbito incremento en la actividad de esas luces en alguno de estos lugares, durante semanas o, incluso, meses, y entonces tenemos una psicosis de OVNIs: una oleada. En otras, la actividad volcánica puede producir esos avistamientos. Luces, relámpagos y efectos triboluminiscentes hacen su aparición durante el periodo de actividad volcánica e, incluso, las erupciones. Entonces los ufólogos ponen el carro delante de los bueyes y dicen que los OVNIs son los que producen las erupciones. No es así, la gran actividad geológica eleva los campos electromagnéticos que irrumpen en la atmósfera en forma de pequeñas bolas de luz, que incluso se han llegado a fotografiar.

Las ciencias físicas como la geología, la geofísica, la meteorología y otras relacionadas, tienen un campo virgen que recorrer. Las luces de los terremotos, la triboluminiscencia e incluso los reportes de supuestos OVNIs pueden abrir nuevos campos de estudio. Actualmente se están dando los primeros pasos. Podemos ver un excelente estudio sobre la tribología y la piezoelectricidad en el trabajo de Wladyslaw Roman Pawlak, que apareció en Ciencia y Desarrollo.

Más de 2,000 veces al día el empuje o la colisión de movientes placas tectónicas, de 80 kilómetros de espesor, que cubren la superficie de nuestro planeta hacen temblar al mundo. Más del 95% de esos temblores son demasiado débiles para que se adviertan, salvo en los muy sensibles sismómetros. Si la hipótesis de la triboluminiscencia resulta cierta, con estos datos, no es raro la gran cantidad de reportes de OVNIs alrededor del mundo.

NOTAS Y REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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El presente artículo forma parte de uno de los capítulos de mi tesis de maestría Ruiz Noguez Luis, Análisis discriminante para una población de fenómenos aéreos anómalos. Se ha actualizado utilizando el excelente trabajo de Giuseppe Stilo.

El físico Hal Puthoff durante la expedición de Devereux para investigar las luces famosas de Marfa, Texas.

Anthony Dodd es actualmente uno de los ufólogos más activos del Reino Unido. Tomó una curiosa foto que pudiera ser una luz telúrica.

Fred Alan Wolf es famoso por sus apariciones en TV y sus libros de divulgación científica. También se ha interesado en el fenómeno de las luces telúricas.

La hermosa fotografía tomada por el periodista gráfico Alfonso Reyes, de la agencia Notimex, el martes 19 de diciembre del 2000, a las 6:10 de la mañana. Es, indudablemente, un efecto eléctrico del tipo de los relámpagos, producido por un efecto triboluminiscente. El fotógrafo utilizó una exposición de 20 segundos, un angular de 24 milímetros y una abertura de diafragma de 4.0. Existen varias otras fotos tomadas por las cámaras web del CENAPRED (Centro Nacional de Prevención de Desastres) que pueden caer dentro de esta misma categoría.

Ampliaciones de dos de los objetos vistos y fotografiados con cámaras de video durante el terremoto de Izmir, de 1999, en Turquía.

Turquía es un país con alta actividad sísmica, por lo que no es raro que las luces de los terremotos se vean muy frecuentemente. Las fotografías que aparecen en la página anterior y en esta fueron extraídas de películas tomadas por el camarógrafo Erol Erkmen, quien fundó el TUVPO (Turkey UFO and Paranormal Events Research Organization), que se ha dedicado a estudiar estos fenómenos.

En la TUVPO se utilizan cámaras con rejillas especiales para hacer análisis espectrométrico y determinar la composición química de las luces. Aquí una de estas fotos.

La televisión en Turquía también ha explotado la aparición de fenómenos luminosos naturales, que aparecen durante los terremotos, presentándolos como naves extraterrestres

Vea también los siguientes enlaces
https://marcianitosverdes.haaan.com/2006/05/las-luces-de-los-terremotos-primera-parte/
https://marcianitosverdes.haaan.com/2006/05/las-luces-de-los-terremotos-y-2/
https://marcianitosverdes.haaan.com/2006/05/las-luces-de-los-terremotos-y-3/
https://marcianitosverdes.haaan.com/2006/05/las-luces-de-los-terremotos-y-4/
https://marcianitosverdes.haaan.com/2006/06/las-luces-de-los-terremotos-final/
https://marcianitosverdes.haaan.com/2007/05/luces-de-los-terremotos/
https://marcianitosverdes.haaan.com/2007/08/luces-de-los-terremotos-en-per/
https://marcianitosverdes.haaan.com/2007/08/el-terremoto-de-per-y-las-luces-ssmicas/
https://marcianitosverdes.haaan.com/2007/08/otro-video-de-las-luces-de-los-terremotos-en-per/
https://marcianitosverdes.haaan.com/2007/08/transformadores-o-luces-de-los-terremotos/
https://marcianitosverdes.haaan.com/2007/08/luces-rojas-en-el-terremoto-de-per/
https://marcianitosverdes.haaan.com/2007/08/luces-elctricas-en-el-terremoto-de-per/

Las luces de los terremotos (y 4)

LA TTT ORIGINAL

En el mismo año en que Corliss publicó sus primeras recopilaciones de artículos aparecidos en revistas científicas, 1977, también se publicó el primer libro dedicado a la teoría geofísica de estos fenómenos: Space-Time Transients and inusual events, de Michael A. Persinger y Gyslaine Lafreniére. En ese estudio encontraban correlaciones entre la actividad sísmica y los OVNIs. Había nacido la Tectonic Strain Theory (TST) o Teoría de la Tensión Tectónica (TTT).

El mecanismo específico en el que originalmente pensó Persinger para explicar los OVNIs, fue una versión particular del efecto piezoeléctrico, que podía generar una columna electromagnética de algunas decenas de centímetros hasta cientos de metros de diámetro. El fuerte campo presente que recorría la columna produciría la ionización del aire creando el fenómeno luminoso a cierta altura del suelo. Esta era la primera versión de la TTT para los OVNIs.

El origen de las luces de los terremotos es, según la TTT, la tensión tectónica de bajo nivel que existe en ciertos puntos dentro de la corteza terrestre. Puede ocurrir que los campos electromagnéticos producidos por esta tensión crucen ciertas regiones durante el leve doblamiento de la geología local. Esto provocaría un temblor de intensidad pequeña o mediana en los puntos en donde la corteza cede un poco, es decir, en las fallas, mientras que en las partes más resistentes de la geología se forman poderosos campos electromagnéticos, que a veces dan por resultado la manifestación de fenómenos lumínicos. Las irregularidades del terreno, como pueden ser las mismas fallas, las masas de agua, los yacimientos de menas y otros, intensifican la aparición de esas luces. Los aficionados a los OVNIs saben, desde hace tiempo, que muchos avistamientos se dan alrededor de lagos, ríos, embalses de agua, minas y líneas de transmisión eléctrica. Los mecanismos exactos por los cuales tiene lugar todo esto son desconocidos hasta el momento, y pueden constituir campos nuevos de la geofísica. Los científicos podrían acercarse a la literatura ufológica, espulgar el trigo de la paja y extraer conclusiones interesantes.

La segunda parte de la investigación de Persinger fue el detectar los posibles efectos que tales campos electromagnéticos podían tener en los cerebros de los testigos. Esta investigación ha producido casi 150 artículos de Persinger publicados en Perceptual and Motor Skills.

Persinger declara en su libro que algunos fenómenos eléctricos generados por los sismos pueden ser muy intensos y durar mucho tiempo. Para ilustrar lo dicho, cita la pérdida o interrupción de la transmisión de radio durante una hora antes del terremoto de Hilo, en Hawai, el 26 de abril de 1973. Expresa que los experimentos en el laboratorio han mostrado que hay pequeñas corrientes eléctricas que en contacto con el cerebro pueden causar parálisis, pérdidas de conciencia y alucinaciones. Por lo tanto, los testigos que sufren la influencia de campos eléctricos transitorios causados por las presiones subterráneas, pueden tener alucinaciones, que para ellos sería un suceso «real».

Los efectos de la proximidad de un efecto triboluminiscente puede afectar el funcionamiento del cerebro de los testigos. Persinger menciona que los campos electromagnéticos afectan las regiones de los lóbulos temporales del cerebro (entre las que está el hipocampo). Entre los efectos más notables están la perdida de la noción del tiempo, amnesia, visiones en estado de vigilia consciente, voces exteriorizadas, sensaciones corporales, especialmente en la zona genital, sensaciones de flotación, distorsiones en los recuerdos, etcétera. Los aficionados a los OVNIs podrán comprobar que muchos de estos fenómenos (prácticamente todos) se han reportado en los supuestos casos de abducción. Existe gran semejanza en los relatos de los abducidos, de episodios de viajes extracorporales y de encuentros cercanos con la muerte. Todos ellos son idénticos a los reportados, clínicamente por personas sanas y que no tenían relación alguna con OVNIs o con la literatura parapsicológica, en los experimentos de Persinger.

Además de los mecanismos que producen la piezoelectricidad, durante los terremotos se emiten ciertas cantidades de gas radón que puede producir efectos quimiluminiscentes. De ahí que concluya que las luces telúricas no están correlacionadas sólo con los terremotos sino con la misma actividad tectónica. Según el neurólogo los efectos energéticos tienden a acumularse y distribuirse a lo largo de las fallas. Esta acumulación de energía puede producir efectos en la corriente eléctrica, disturbios psiquiátricos leves, confusiones mentales, interferencia en los sistemas de comunicaciones, etcétera. Por otra parte, también pueden producir apariciones de «OVNIs» y otros fenómenos luminosos, generados por alucinaciones inducidas por las emisiones electromagnéticas sobre el lóbulo temporal. Incluso se podrían mostrar efectos «paranormales» e insólitos.

El doctor Persinger, psicólogo e investigador científico de la Universidad Laurentian, en Sudbury, Ontario (Canadá), junto con su ayudante Lafreniere, aplicó el análisis por computadora a una muestra constituida por 6,000 hechos paranormales (incluyendo OVNIs, serpientes marinas, luces fantasmas, big foot, etcétera). Sus resultados indicaron que la mayoría de estos casos tuvieron lugar sobre las líneas de falla o cerca de ellas. Persinger cree que el 85% de los avistamientos de OVNIs no son más que efectos electromagnéticos luminosos producidos por las líneas de falla geológicas.

«Cuando chocan las placas tectónicas presionan al cuarzo y a otros cristales en ciertas regiones y por breves periodos. Esto causa que los enlaces atómicos, al romperse, produzcan plasmas.

«Esta luminosidad rodeada por un intenso halo electromagnético llega a la superficie terrestre, y es vista por la gente.

«Ya que nuestras mentes son sensibles a los campos electromagnéticos, estos pueden producir alucinaciones (fantasmas, encuentros cercanos del tercer tipo, etc.)».

En cuanto a la interferencia de los OVNIs sobre radios de onda corta, televisores, luces de los autos, etcétera, Persinger declara que se trata de columnas eléctricas ambulantes, que parten de los campos eléctricos transitorios, y someten a su influjo los campos más débiles asociados con estos aparatos.

Los fenómenos debidos a campos eléctricos transitorios pueden ocurrir en zonas de bajos niveles sísmicos. Debido a que las rocas cristalinas están ampliamente distribuidas por todas partes, existen puntos débiles en la corteza terrestre, aún en las áreas que no son proclives a los terremotos.

MÁS ALLÁ DE LA TTT

En 1973, Harley D. Rutledge, un profesor de física de la Universidad Estatal del Sureste de Missouri, organizó investigaciones de campo para investigar los avistamientos de supuestos OVNIs en los alrededores de Piedmont. Los resultados fueron publicados en 1981 en el libro Project Identification. Sus conclusiones eran muy similares a las de Persinger.

Rutledge visitó Piedmont y vio por sí mismo doce de las misteriosas luces celestes. Durante siete años continuó con sus investigaciones, con la ayuda de cuarenta científicos, ingenieros, estudiantes y personas fuera del ámbito universitario. Su equipo era más sofisticado y costoso que el que había utilizado Akers. Valuado en más de 40,000 dólares, se contaba con varios telescopios, un analizador espectral, un magnetómetro, un gravímetro, cámaras y otros instrumentos. Se hicieron 157 avistamientos de 178 luces, y se tomaron varias fotografías.

Paul Devereux continuó la línea trazada por Persinger y presentó sus trabajos en diversas publicaciones y congresos, como en el Tercer Congreso Internacional de la Asociación Británica para Investigaciones OVNI (BUFORA), en agosto de 1983. Devereux publicó su primer libro en 1982. Un año después la ufóloga británica Jenny Randles publicó su libro Pennine UFO Mystery, sobre los fenómenos luminosos vistos en esa cadena montañosa. Inspirados por esta obra y por el proyecto noruego de Hessdalen, en 1986, David Clarke y Andy Roberts iniciaron el Project Pennine.

Devereux realizó experiencias en el campo de la piezoelectricidad en Inglaterra. Encontró que la famosa área de Warminster tiene un subsuelo cruzado por muchas líneas de falla de la corteza y que en la oleada de Dyfed (Gales), un 30% de los casos se verificaron a una distancia menor a los 50 metros de una línea de falla (fault line). Algunos de sus hallazgos son los siguientes:

«En Gran Bretaña y en Escandinavia se han encontrado indicios parecidos. En Gran Bretaña se localizaron zonas de luz terrestre en algunas partes de la cadena Penina, alrededor de Burton Dassett, Warwickshire, alrededor de Helpston, Cambridgeshire, en Dartmoor, Devon, en algunas regiones de Gales, en lagos específicos de Escocia y en otros muchos lugares bien definidos. En la cadena Penina un pequeño grupo de investigación llamado Project Pennine, a cuya cabeza estaban David Clarke y Andy Roberts, han encontrado casos notables de fenómenos que ocurren en las mismas regiones desde hace generaciones. Se han observado bolas de luz en repetidas ocasiones y a veces, en un valle con fallas llamado Longdendale, en el que hay una cadena de embalses, ¡se ilumina toda la ladera de un promontorio! Se ha observado que la temperatura baja mucho coincidiendo con este último efecto lumínico. Los escasos habitantes de la cadena Penina son reacios a hablar de los fenómenos, pero es claro que los padres y los abuelos de los actuales agricultores y pastores también vieron las luces y que éstas despertaban en ellos un fuerte sentimiento de superstición y temor. Leyendas, topónimos y tradiciones también reflejan la existencia de luces en las zonas que se sabe que son afectadas por los fenómenos.

«En una de estas zonas, los agrestes páramos de los alrededores de Grassington, en Yorkshire, muchos agentes de policía han visto las luces durante sus patrullas nocturnas y se han tomado algunas fotografías extraordinarias. Clarke y Roberts han podido mostrar correlaciones entre los fenómenos lumínicos, las fallas y la actividad sísmica. En Gales, Devereux y sus colegas también han podido detectar correlación entre ciertas zonas de luz terrestre y parecidos factores geológicos, y en Escocia siete de los ocho lagos donde se producen fenómenos lumínicos se encuentran sobre fallas importantes, mientras que el octavo se ve afectado por fallas menores, de índole local. El material británico incluye los relatos de numerosos testigos presenciales que vieron luces surgidas directamente del suelo».

Dan Mattsson han hecho un trabajo similar en Suecia. Ha identificado varias zonas de actividad de fenómenos lumínicos y ha comprobado la correlación entre la actividad sísmica, los yacimientos de menas de hierro, o de otro tipo, y las fallas.

En 1983 Devereux publicó otro libro, en colaboración con el geoquímico Paul McCartney, en el que desafiaba por completo a los ufólogos pro extraterrestres. En el libro se señalaban varias conexiones entre las fallas, epicentros sísmicos y los fenómenos aéreos luminosos en varios lugares de la Gran Bretaña. En septiembre de 1983 Devereux, McCartney y Don Robins, especialista de la química aplicada a la arqueología, suscitaron un debate a través de una artículo aparecido en New Scientist. En ese artículo incluían la teoría tradicional de la piezoelectricidad, pero, además, presentaban la triboluminiscencia y la termoluminiscencia como mecanismos posibles para la formación de las luces.

En 1986, John S. Derr se unió a Persinger para estudiar las luces que aparecían en la reservación india de Yakima, en el Estado de Washington. Guardabosques habían visto bolas naranja flotando sobre las rocas, así como pequeñas «bolas de ping-pong» de luces que saltaban los riscos. Este periodo de avistamientos también estuvo acompañado de nubes luminosas, lo que indicaba una atmósfera cargada, y de sonidos subterráneos, sugiriendo un tipo de asociación tectónica. Los guardabosques lograron fotografiar las luces y triangular su posición mediante el uso de la comunicación radial.

Derr, en colaboración con Greg Long escribió un libro sobre el asunto. Inicialmente constató que los fenómenos luminosos se daban tanto en las crestas de las colinas, como en derredor de las fallas. Derr introdujo una nueva variable, la consideración del rol de los líquidos en movimiento sobre la incidencia de las luces telúricas. Derr argumentaba que la presión sobre el agua la hacía fluir entre los capilares de la roca y eso producía un aumento en la intensidad del campo electromagnético que contribuía a las manifestaciones luminosas sobre el terreno. De esta manera, la lubricación de los estratos geológicos con el agua facilitaba el deslizamiento de los estratos en los puntos de falla y promovía los mecanismos generadores de las luces.

Otros casos importantes estudiados por Derr fueron Uintah, Utah, en medio de las ciudades de Vernal, Roosvelt y Duchesne. Luego, Persinger y Derr se ocuparon de los fenómenos de Colorado atribuyéndolos a la inyección de agua en las rocas de la zona de la ciudad de Derby. En este caso dedujeron que el presunto campo electromagnético estaba a unos 50-100 kilómetros a partir del epicentro.

CRITICAS A LA TEORIA TTT

En un artículo de 1989 el geólogo y ufólogo canadiense Chris Rutkowski, quien es un crítico de la hipótesis de Persinger, reexaminó la teoría TTT. En particular el caso de las luces fantasma. Citaba un detalle interesante en el caso canadiense de luces telúricas en Alberta y Manitota y se refería como la tentativa de aproximarse a estas fuentes luminosas fallaron regularmente porque estas se «apagaron» cuando se les acercaba. Había, entonces, que recurrir a una característica específica de estos fenómenos, que Rutkowski definió como LATER (Lights At The End of the Road, Luces al final del camino), por su tendencia en aparecer y mostrarse en el horizonte, al final de un camino.

El problema inherente de la TTT para las luces telúricas, según Rutkowski era parecido. La naturaleza de la energía producida por el roce de las tensiones no era clara. Las emisiones de radio registradas de repente en los terremotos resultaban débiles e inconstantes.

La idea de que los OVNIs pueden, en última instancia, revelarse como luces sísmicas (EQL) en las que la energía es confinada de manera particular en una zona limitada (mientras que la mayor parte de las luces sísmicas son en realidad descritas como destellos y luces poco definidas) fue criticada por Greg Long. Las diferencias entre el momento en que se verifica el temblor y las observaciones de las luces terrenas (EL) no son compatibles con el modelo actual de la teoría sobre la generación de las luces sísmicas. Además, el «radio de compresión» debido a la tensión tectónica no parece compatible con la claridad de las observaciones de los presuntos fenómenos aéreos insólitos muy alejados del centro de la tensión.

Para obviar esta objeción, Long, en 1988 había propuesto la localización de una región sísmicamente inactiva y, para convalidar la teoría, observar la existencia de Earth Lights (EL) (o de otros fenómenos aéreos insólitos) . Un último análisis, parece que, en la carencia de un mecanismo causal claro, las correlaciones de las observaciones OVNI y la energía tectónica descansan en gran parte únicamente en el tipo de estadística y no es directamente causal.

De las otras objeciones, Chris Rutkowski recordaba que el ufólogo francés Claude Maugé había presentado críticas sobre la significatividad de la base de datos usada por Persinger para construir la TTT, cosa que retomará en un artículo de poco éxito en 1990.

El ufólogo escéptico inglés Steuart Campbell ha sostenido que la solidez de las relaciones entre las observaciones OVNI y las fallas geológicas en Gran Bretaña de las que habla Devereux es del todo aleatoria y que sólo se sostiene en el hecho de que en las islas británicas existe un número elevado de discontinuidades de ese tipo.

Rutkowski ha hecho notar que no esta claro el medio a través del cual estas emisiones energéticas puedan superar grandes estratos de roca y manifestarse en la superficie en forma tan variada. Acepta que algunos tipos de roca pueden actuar como «transistores naturales», aunque permanece la dificultad.

A partir de febrero de 1973, alrededor de Piedmont, Missouri se comenzó a reportar la presencia de extrañas luces de diversos colores, en coincidencia con repetidas interferencias de las emisiones televisivas y de interrupciones en la energía eléctrica. El jefe del departamento de física de la Universidad estatal del Sudeste de Missouri, el Dr. Harley D. Routledge tuvo algunas observaciones de estos objetos celestes por lo que, con algunos de sus colegas, inició una serie de campamentos de guardia en las colinas cercanas a la ciudad. Durante una serie largísima (157 semanas) y sistemática de tales campamentos logró captar 178 fotografías de «objetos anómalos» que cambiaban de dirección de forma abrupta, aceleraban o se quedaban estáticas. A través de una triangulación y gracias al avistamiento simultáneo de varios investigadores, Routledge pudo calcular la velocidad y concluyó que se podía excluir las explicaciones de faros de vehículos, espejismos, refracciones, aviones, meteoritos e incluso centellas. Se hicieron estudios de radar y se encontraron disturbios en las señales de radiofrecuencia gamma VHF. Una de las cosas más embarazosas que describe Rutledge fue el hecho de que, al menos, treinta y dos casos parecían responder a las acciones de los observadores. Las luces parecían reaccionar a los mensajes verbales, señales de radio o a los pensamientos de los experimentadores. Por lo que Routledge pensó que el fenómeno poseía una forma de inteligencia, respondiendo a la objeción de la ufóloga Jenny Randles que creía se trataba de un fenómeno natural hasta el momento desconocido, o al escéptico Steuart Campbell. También en los setenta, otro grupo de apasionados de los fenómenos anómalos, de New Jersey, denominado «Vestigia» efectuó diversos estudios de campo en la localidad de Washington Township, cercana a New Jersey. Observaron, fotografiaron e hicieron varias mediciones instrumentales de un pequeño globo de luz que en su interior parecía contener un núcleo similar a un proyectil. En el momento de la aparición de esa EL se elevaron las lecturas en un contador Geiger y cambio la resistividad mientras el fenómeno se posaba. En cuanto partía el grupo de investigadores volvía a ver el fenómeno sólo de una parte de la carretera, pero no de la otra parte, cosa que sugería que se trataba de una emisión fotónica unidireccional.

El doctor Michael A. Persinger, neuropsicólogo que se arriesgo a entrar al mundillo de la ufología y desafió a los ufólogos con su hipótesis TTT.

Jenny Randless, la ufóloga inglesa más famosa, estudió la oleada de OVNIs en la cadena de montañas Pennina, en Inglaterra, y luego publicó su libro The Pennine UFO Mystery.

Uno de los OVNIs observados durante la oleada de los Pennine. La foto fue obtenida por el señor Anthony Vaivods, en Wyke Woods, a las 9:30 de la noche del 15 de octubre de 1981, con una cámara Polaroid. Se trata de una exposición de varios segundos.

«La Curva del Diablo», en la carretera B6105 en Longdendale, Pennines, Inglaterra. Sobre este punto corre una falla y se encuentra en una zona de gran actividad OVNI.

Un ejemplo del fenómeno LATER, o de luces al final del camino. En este caso dos fotografías de Paul A. Roales sobre la famosa Ruta 66.

Durante la oleada de OVNIs sobre la ciudad de Piedmont, Missouri, en 1973, el doctor Harley D. Routledge logró obtener varias fotografías de estas luces.

Según Dan Mattsson, las líneas Ley siguen las líneas de falla terrestre y sobre ellas se construyeron varios de los monumentos antiguos.

Paul Devereux ha viajado a diversos lugares, incluyendo México, en busca de las misteriosas luces. Aquí lo vemos en Australia investigando las luces Min Min.

Miembros del Project Pennine con Devereux, al fondo a la derecha.

Gráfico del magnetómetro durante la variación del campo magnético terrestre.

Devereux en el laboratorio de Persinger experimentando la estimulación del lóbulo temporal.

El 25 de marzo de 1905, en dos ocasiones se vieron emerger desde este valle, cercano a la capilla Llanfair, bolas de luz roja. La falla de Mochras corre directamente por debajo.

Erlin Strand preparando el equipo durante la expedición en busca de las luces Min Min.

Continuará… Vea también los siguientes enlaces
https://marcianitosverdes.haaan.com/2006/05/las-luces-de-los-terremotos-primera-parte/
https://marcianitosverdes.haaan.com/2006/05/las-luces-de-los-terremotos-y-2/
https://marcianitosverdes.haaan.com/2006/05/las-luces-de-los-terremotos-y-3/
https://marcianitosverdes.haaan.com/2006/05/las-luces-de-los-terremotos-y-4/
https://marcianitosverdes.haaan.com/2006/06/las-luces-de-los-terremotos-final/
https://marcianitosverdes.haaan.com/2007/05/luces-de-los-terremotos/
https://marcianitosverdes.haaan.com/2007/08/luces-de-los-terremotos-en-per/
https://marcianitosverdes.haaan.com/2007/08/el-terremoto-de-per-y-las-luces-ssmicas/
https://marcianitosverdes.haaan.com/2007/08/otro-video-de-las-luces-de-los-terremotos-en-per/
https://marcianitosverdes.haaan.com/2007/08/transformadores-o-luces-de-los-terremotos/
https://marcianitosverdes.haaan.com/2007/08/luces-rojas-en-el-terremoto-de-per/
https://marcianitosverdes.haaan.com/2007/08/luces-elctricas-en-el-terremoto-de-per/

Las luces de los terremotos (y 3)

ALGUNAS HIPÓTESIS

A) La piezoelectricidad.

Algunos cristales dieléctricos, como el cuarzo, presentan una propiedad eléctrica peculiar: generan cúmulos de cargas eléctricas, de signos opuestos, en cado uno de sus ejes polares si son sometidos a compresión mecánica. Esta separación de cargas genera un campo eléctrico que permanece en tanto se mantenga la compresión. La intensidad del campo eléctrico de un solo cristal es prácticamente indetectable, pero la acción de una gran cantidad de cristales produce una gran intensidad que puede, incluso, superar el gradiente dieléctrico del medio en el que se encuentran y generar una descarga eléctrica con emisión de luz. Este mecanismo es el que algunos investigadores, como David Finkelstein, James Powell y R. Hill, presentan como responsable de las Luces de los Terremotos EQL (Earth Quake Lights).

El cuarzo es un elemento muy difundido en la corteza terrestre; el terremoto de Izu del 26 de noviembre de 1930 se produjo en una zona con alto contenido en cuarzo. En la elaboración de su teoría, Finkelstein y Powell calcularon que una onda sísmica con frecuencias comprendidas entre 1 a 10 Hz, pueden ejercer una presión de 30 a 300 bar, que a su vez puede generar un campo eléctrico en el medio de 500 a 5,000 V/cm. Para una distancia de media longitud de onda sísmica, se pueden obtener gradientes de potencial parecidos a los que generan los relámpagos en una tormenta atmosférica normal (5 x 107 a 5 x 108 V). De esta manera el fuerte campo eléctrico en la superficie puede generar las centellas, luces, y globos luminosos que se reportan en los terremotos.

El único punto débil de esta teoría es el hecho de que para soportar un gradiente de potencial tan elevado se necesita una resistividad del terreno extremadamente elevada (109 Ohm x metro), mientras que el valor real medido resulta ser de sólo 300 a 3,000 Ohm x metro. Esto ha hecho que se introduzcan nuevos parámetros para corregir la teoría y poder sostener su validez. Sin embargo, algo que le ha dado cierta validez a la teoría son las experiencias en laboratorio con varios tipos de roca.

En el terremoto de Tangshan, de 7.8 en la escala de Mercalli (M 7.8), del 28 de julio de 1976 se captaron extrañas interferencias en las comunicaciones de radio. También se han captado emisiones de RF (radiofrecuencia) en el rango de 106 Hz. (Mhz). El 31 de marzo de 1980, por ejemplo, se captaron señales en la banda ELF de 10 Hz a 81 KHz, durante 30 minutos antes del terremoto (M 7) en Tokio. La señal provenía de un lugar a 250 Km de distancia del receptor de radio y a una profundidad de 480 Km.

Uzi Nitsan, en 1977 demostró que todos los materiales que contienen minerales piezoeléctricos, como el cuarzo, granito y arena, si se someten a compresión, emiten señales de RF, lo que no ocurre con los materiales como el basalto, la obsidiana o las rocas calcáreas.

B) Campo eléctrico debido al contacto o separación de materiales rocosos.

Cuando dos tipos de rocas se ponen en contacto se genera un gradiente de tensión debido a la composición química distinta de los materiales, creando un cúmulo de carga eléctrica a lo largo de la superficie de contacto. Esta situación permanece en tanto no se retorne al equilibrio eléctrico al pasar los electrones de la zona con potencial mayor a la de menor. Esta separación momentánea de carga genera un campo eléctrico modesto, que en escala macroscópica, en el caso de un terremoto, puede producir un campo eléctrico de gran intensidad capaz de producir EQL. Una acción diametralmente opuesta, es decir, la separación instantánea de dos rocas, como la que ocurre en una zona de fractura, da origen a un gradiente de potencial a lo largo de la superficie de la rotura, dando lugar a un paso de electrones a través del proceso llamado «efecto túnel».

C) Triboelectricidad y piroelectricidad

En su investigación Musya y Terada recogieron varios testimonios de luces observadas a lo largo de los flancos de la montaña, en concomitancia con las avalanchas. La causa era debida a la triboluminiscencia y la piroelectricidad.

La triboelectricidad es la propiedad de algunos materiales de electrizarse por fricción. La fricción genera calor y esto produce otro mecanismo: la piroelectricidad.

En este caso algunos cristales, como la turmalina se calientan produciendo una separación de cargas en las caras opuestas de su estructura. A gran escala esto produce valores de campo eléctrico elevados

D) Movimientos oscilatorios del aire al nivel del suelo.

James E. McDonald, el famoso ufólogo y geofísico de los sesenta, analizó varios casos de terremotos con presencia de luces, a finales de esa década, y llegó a la conclusión de que un posible mecanismo residía en la violenta perturbación que trasmite el suelo, durante un terremoto, a la masa de aire sobre él. Estas perturbaciones producen rápidos movimientos ascensionales, que son transportados con sus cargas eléctricas presentes. De esta separación tan rápida se crea un gradiente de tensión que puede formar luces sísmicas mediante el fenómeno de descarga reportados.

E) Descarga electroquímica luminiscente.

El químico Tributsch H., ha sugerido que las EQL y otros signos precursores pueden ser parte causados por un aumento en la carga electrostática de la atmósfera sobre la zona del epicentro (electricidad atmosférica). La causa de este aumento de carga libera cargas electroquímicas luminiscentes. El hecho de que los terremotos influencian el clima, aumentando la electricidad atmosférica, es cosa conocida de hace tiempo. El primero en reconocer esto fue el explorador y naturalista alemán Alexander von Humboldt en 1799 cuando fue sorprendido, en Cumana, Venezuela, por una serie de terremotos. Humboldt, durante el sismo, hizo una serie de mediciones meteorológicas (presión, temperatura, carga eléctrica atmosférica), llegando a determinar con un electrómetro, un considerable aumento en la electricidad en el aire, carga electrostática. A un mismo resultado llegó Vassalli Eandi, sismólogo italiano, durante el sismo piamontés de 1808. La hipótesis de Tributsch se funda en el hecho de que el cuarzo, de propiedades piezoeléctricas, es un mineral muy difundido en la corteza terrestre y en presencia de una onda de compresión, temblor, produce un gradiente de potencial elevadísimo. Los bajos valores de resistividad del terreno no pueden sostener esta separación de carga y hacen que la corriente eléctrica atraviese varios estratos de terreno.

La corteza terrestre no esta formada por completo de rocas compactas, uniformemente distribuidas, estas tienen fracturas y cavidades que pueden estar llenas de agua. La corriente eléctrica, atravesando estos sistemas complejos, estimula la aparición de dos fenómenos electroquímicos. El primero es el surgimiento de un proceso electrolítico del agua, con la separación de los dos elementos que la constituyen, y si la intensidad de la corriente lo permite, la emisión electrolítica de las sales eventualmente disueltas. El segundo proceso son las descargas electroquímicas luminiscentes. Si una celda electroquímica tiene uno de sus dos electrodos fuera de la superficie acuosa, dejando una sutil película de aire, entre el electrodo y el líquido continuará fluyendo la corriente manifestando un efecto luminiscente. En esta reacción lo que más interesa no es la luminiscencia en sí, sino el hecho de que la reacción es equiparable a un proceso electrolítico, que viene liberando radiación ionizante en el campo del ultravioleta y radiación de baja energía.

La condición para que se produzca este proceso es que entre los dos electrodos exista una diferencia de potencial de 500 a 800 Volt.

La corriente que discurre a través de la película de aire es de naturaleza iónica (los iones positivos del agua H+). Estos iones se aceleran por la diferencia de potencial presente entre el electrodo y la superficie acuosa, y cuando llegan a estar en contacto con el agua generan más, con el resultado final de la formación de una notable cantidad de iones positivos. El transporte de este proceso al interior de la corteza terrestre no resulta una operación errática; en efecto, el aumento del stress tectónico, en la zona del sismo, produce la formación de fracturas, prontamente llenadas con agua, siempre presente en el subsuelo. Ya que el aire y el agua se interpolan en la corteza terrestre y suponiendo que la corriente telúrica precedentemente examinada, se debe producir este efecto electroquímico. Los iones liberados se recombinan en parte en el subsuelo, pero otros lo hacen en el aire.

Este aumento de cargas libres eleva el gradiente dieléctrico del medio (aire), facilitando la formación de los fenómenos luminosos producidos por un mecanismo de descarga del tipo corona, fuegos de San Elmo y rayos.

F) Emisiones exoelectrónicas.

En 1986 Brian Brady y Glen Rowell condujeron una serie de experimentos que produjeron resultados inesperados. Para verificar la hipótesis de que las luminosidades se producen por la compresión de las masas rocosas, Brady y Rowell hicieron varios análisis espectrográficos en el visible y el infrarrojo. Esto permitiría determinar el tipo de proceso involucrado en la formación de estas luces. Hasta ese momento se consideraba el fenómeno de la piezoelectricidad; el calentamiento debido a la incandescencia de los materiales rocosos; la emisión de plasma por la fractura de las rocas produciendo la emisión de electrones o aerosoles ionizantes que, interactuando con los gases de la atmósfera emitían radiaciones visibles.

Por lo tanto un análisis espectrográfico podría verificar la validez de cualquiera de estas hipótesis. Cada una de las hipótesis propuestas podría generar un espectro óptico de características inconfundibles. La radiación óptica debida al calentamiento produce un espectro continuo en la región del visible similar al de un cuerpo negro colocado a la misma temperatura. Los procesos piezoeléctricos producen líneas continuas características de los elementos excitados. En el caso de la emisión luminosa fuese producida por un plasma, el análisis daría un espectro continuo, con la sobreposición de la línea de emisión causante de la interacción electromagnética en el interior del plasmoide. Y, finalmente, si la emisión fuese producida por la interacción de gas atmosférico y electrones emitidos por las rocas, se tendrían líneas espectrales típicas del gas excitado.

Brady y Powell eligieron sólo dos tipos de rocas para su experimento: basalto y granito. El primero no posee cristales piezoeléctricos, mientras que el segundo es muy rico en ellos. Se utilizó argón, helio y aire (todos ellos a presión atmosférica), agua y vacío. Los espectros obtenidos eran muy semejantes tanto con granito como con basalto. Es decir, el espectro era independiente del tipo de roca (piezoeléctrico o no) utilizado y las líneas espectrales eran las típicas del ambiente atmosférico en el que se efectuó el experimento. Ni espectro continuo, ni líneas de emisión debidas al plasma, sino líneas espectrales de argón, helio y de los gases contenidos en la atmósfera estándar. Se obtuvieron emisiones luminosas aunque en el granito inmerso en agua se formó el espectro del hidrógeno atómico. En el vacío (10-6 torr) el espectro que se obtuvo era menos claro, no aparecía una banda continua ni una línea reconocible del material probado. Comparando este espectro con el obtenido en un vacío menos intenso (10-3 torr), reconocieron que el espectro era el del aire. La conclusión de los investigadores fue que el fenómeno responsable de la luminiscencia, en este caso, era el bombardeo de los constituyentes atmosféricos con electrones emitidos por las rocas sujetas a compresión.

Otra conclusión fue que los conceptos fundamentales de que las EQL podían ser producidas en los terremotos de magnitud modesta y que las luces se podían manifestar en el agua, avalando el testimonio de los testigos en el mar.

G) Hipótesis de la fricción. Vaporización.

D. Lockner, M. Johnston y J. Byerlee estudiando los fenómenos geofísicos que se producen en la profundidad de la corteza terrestre en presencia de un terremoto, sugirieron una nueva hipótesis en 1983. Durante el terremoto en la zona focal se genera un calentamiento de las rocas causado por la presencia de un fuerte estado de compresión tectónica. En esta zona el agua presente se evapora formando cargas eléctricas libres mediante el bien conocido proceso Leonard.

En efecto, en presencia de una rápida evaporación o nebulización del agua, actúa una destrucción instantánea de la tensión superficial del líquido que contribuye a la aparición de cargas electrostáticas. Al mismo tiempo, el aporte de calor debido al encuentro de las masas tectónicas continúa elevando la temperatura, ocasionando una disminución de la resistividad eléctrica de las rocas sujetas a calentamiento. Este proceso produce un canal de alta conductividad en donde, al concentrarse las cargas liberadas, surgirá un fuerte campo eléctrico. Si el proceso se produce a una profundidad no muy grande, el campo generado modificará el gradiente eléctrico atmosférico estimulando la aparición de un fenómeno luminoso parecido a los relámpagos o a las descargas en corona.

H) Hipótesis electrocinética del agua (potencial 0)

Algunos investigadores japoneses refutaron la hipótesis piezoeléctrica para las EQL. Si se considera la formación un fuerte campo eléctrico, como la suma de simples campos piezoeléctricos, esto sólo se podría producir si en la estructura los cristales estuvieran alineados en la misma dirección. De otra manera, la orientación casual de los minerales puede anular esos campos. H. Mizutani e T. Ishido supusieron que el escurrimiento subterráneo del agua es la causa desencadenante de las luces sísmicas observadas en Matsushiro entre 1965 y 1967.

Poniendo en contacto dos materiales de naturaleza química diferente se puede crear un gradiente de potencial a lo largo de la superficie de contacto (debido a la acumulación de cargas positivas en un lado y negativas en el otro). El proceso se complica si uno de los dos compuestos resulta ser una solución acuosa (agua y sal) en movimiento. Aunque en este caso, luego de perder el contacto, se crea una barrera de potencial eléctrico, con una acumulación relativa de cargas de signo opuesto a lo largo y circundando la superficie. Suponiendo que la parte sólida posee un potencial negativo, en la solución acuosa se forma una separación de cargas H+ y OH, con la tendencia de los protones H+ a difundirse al interior del estrato sólido, mediante un proceso osmótico. Con este evento se forma un estrato de iones H+ firmemente vinculado a lo largo de las paredes de contacto. Considerando el hecho de que la solución electrolítica está en movimiento, y que algunas de las cargas están vinculadas a las paredes, las restantes (OH y parte de H+) con el correr del tiempo, forman una barrera de potencial (potencial 0) con un campo eléctrico relativo.

La intensidad de este campo depende de la concentración de las sustancias disueltas, del pH, de la presión y de la temperatura de la solución acuosa. Este proceso, transportado a gran escala podría explicar la aparición de las EQL en Matsushiro. El campo eléctrico resultante del escurrimiento en una fina red de poros y fracturas puede alcanzar valores de intensidad tales, que permiten la aparición de fenómenos luminosos atmosféricos (efecto corona y relámpagos).

I) El campo eléctrico y la aceleración de cargas atmosféricas.

Una de las últimas teorías propuestas es la del japonés M. Ikeya y S. Takaki en 1996. Según ellos la triboelectricidad, la piezoelectricidad y el proceso electrocinética del agua pueden generar sólo cargas electrostáticas transitorias. La intensidad del campo eléctrico producido por estos procesos no produce más que alcance valores para los cuales se manifiestan fenómenos luminosos mediante descargas como los efectos corona, centellas y fuegos de San Elmo. La hipótesis sugerida por los japoneses es que los procesos precedentes, como el piezoeléctrico, pueden intervenir en la creación de un campo eléctrico modulado a lo largo de la zona de la rotura (hipocentro). El campo tiene una característica de ser por impulsos, mientras los minerales piezoeléctricos son estimulados por la onda sísmica, determinan la aparición de cargas eléctricas momentáneas que se recombinan en periodos de tiempo pequeños, gracias a la baja resistividad del terreno. Esta secuencia de separaciones y recombinaciones de carga determinan el carácter de impulso del campo y la extensión de su esfera de influencia en la baja atmósfera, y le permite imprimir una aceleración a las partículas liberadas (electrones) que están normalmente presentes en una baja concentración (la densidad de carga es máxima al nivel de la ionosfera y disminuye con la altura).

Las cargas aceleradas de esta forma colisionan con las moléculas del gas atmosférico (oxígeno y nitrógeno) estimulando la emisión de fotones, en número tal, que es perceptible como EQL.

J) Fonoluminiscencia.

En varios testimonios de EQL hay reportes de estas luces vistas en el mar. Estos han obligado a los investigadores a proponer otros medios físicos que permitan la aparición en el mar. La fonoluminiscencia o sonoluminiscencia es un proceso en el que la conversión directa del sonido en luz. Este fenómeno no esta muy bien comprendido, fue descubierto por Frenzel y Schultes en 1934 cuando pudieron producir una bola luminosa estimulando el agua con una onda sonora. Una bola de aire inmersa en agua, cuando es estimulada por una onda sonora de alta frecuencia comienza un proceso de expansión y contracción de la bola. La superficie de la esfera implosiona hacia el centro a velocidad supersónica para después explotar a la dimensión original con una velocidad similar. El ritmo de estas pulsaciones es proporcional a la frecuencia utilizada. Una bola de aire puede pulsar regularmente unas 30,000 veces por segundo. Durante este proceso la temperatura interna de la bola alcanza valores superiores a los que se registran en la superficie del Sol, con emisión luminosa en la parte gamma y azul del ultravioleta. Johnston A. sugiere que durante un terremoto la onda de compresión (p, onda primaria) propagándose en el interior de la masa de agua, estimula la aparición de estas manifestaciones luminosas gracias al proceso ya indicado.

K) Quimiluminiscencia y combustión

En el Siglo XIX se pensó en la posibilidad de que los gases fueran la causa de estos fenómenos luminosos. Los investigadores reconocieron los reportes en donde se mencionaba olores nauseabundos como de azufre.

Entre los fenómenos implicados puede estar el de la quimiluminiscencia. Esta es una reacción química que manifiesta emisiones luminosas. El gas emanado de las profundidades, en contacto con el oxígeno, nitrógeno u ozono puede generar una reacción luminiscente. Lo que resulta difícil determinar es la naturaleza exacta de este gas. Peter Hedervari y Zoltan Noszticzius relacionaron estos fenómenos a los llamados Transient Lunar Phenomena o TLP, que son reportes de luces en la superficie de la luna que se han dado desde hace mucho tiempo. Existen más de 1,400 de estos reportes que permiten asegurar que no todos son debidos a errores, distorsiones del instrumento de observación u otras explicaciones. Es decir. El fenómeno existe y se distribuye en un área bien delimitada en el cráter de Aristarcos (330 casos), Platón (75) y Alphonsus (25). Después de las misiones Apollo, cuando se instaló una red de estudio sísmico, se observó que la Luna poseía una cierta actividad sísmica y que después de los lunamotos se registraba un aumento de TLP. Se supuso que durante los movimientos sísmicos se escapaban los gases presentes en el subsuelo lunar y producían esas luminosidades transitorias. Estas eran producto de una reacción quimiluminiscente estimulada por los rayos cósmicos.

T. Gold y S. Soter encontraron que en ciertos terremotos el metano sale de la superficie terrestre y se enciende en contacto con el aire.

El gas, una mezcla de dos tercios de metano y el resto dióxido de carbono, es producido por la descomposición y putrefacción de los vegetales y animales en un ambiente anaerobio.

LAS PRIMERAS INVESTIGACIONES SOBRE LAS LUCES TELÚRICAS

Aunque Devereux y otros autores afirman que John S. Derr hizo su aparición en el campo de las luces telúricas a mediados de los ochenta, la verdad es que no es cierto. Probablemente fue de los primeros geofísicos occidentales, junto con Byerly, Davison, Finkelstein y Powell, en ocuparse del asunto. Conozco por lo menos un artículo de 1973 en que Derr hace una revisión de las teorías con las que se contaba en ese momento.

Las primeras investigaciones sobre este fenómeno fueron las realizadas por Galli. Posteriormente, en el siglo pasado Terada y Musya llevaron a cabo sus investigaciones. Davison describió el fenómeno para la comunidad científica norteamericana en 1936 y 1937. Byerly escribió en su artículo de 1942:

«Después del temblor de enero de 1922, en el Norte de California, un testigo reportó un destello en el mar que, al principio, creyó que era un barco en llamas. Durante el temblor en octubre de 1926, en la Bahía de Monterey, un observador reportó un destello en el mar que parecía como un «transformador explotando». En el terremoto del Condado de Humbolt, California, en 1932, un testigo dijo que «varios de mis amigos y yo vimos, al Este, lo que parecía ser relámpagos en bola viajando de la tierra al cielo. La noche era clara». Se han hecho varios intentos en describir las luces de los terremotos como fenómenos secundarios, ya que no conocemos la fuente de tales luces en el fenómeno original del terremoto. En verdad, los movimientos de una falla podrían generar considerable calor, como ocurrió en el terremoto de Sonoro en 1897, en donde los árboles que estaban sobre la falla se chamuscaron. Pero esto difícilmente podría producir destellos en el cielo, particularmente sobre el océano. En los tiempos modernos, la prevalencia de las líneas eléctricas permite explicar muchas de estas observaciones como debidas a rupturas en tales líneas; pero muchas no se ajustan a esta hipótesis. Los deslizamientos en las montañas pueden generar mucho calor por fricción. En el temblor de Owens Valley de 1872, se produjeron varios incendios por dicha causa. En algunos casos las tormentas pueden coincidir con los temblores, y de esta manera los relámpagos pueden dar cuenta de los reportes de los destellos. Las luces en el mar se han atribuido a organismos marinos que, al excitarse por las vibraciones, emiten luz».

Otro sismólogo japonés, Yutake Yasui ha estudiado algunas fotos de estas luces tomadas en la oleada de temblores en Matsushiro, Japón, de 1965 a 1967. De los 35 avistamientos y de las fotografías se eliminaron los fenómenos relacionados, como relámpagos distantes, meteoros, luz zodiacal, luces del crepúsculo y arcos en las líneas eléctricas. Sólo quedaron 18 casos sin explicar. Yasui concluyó que uno de estos fenómenos desconocidos son las luminiscencias sobre las montañas que duran de más de 10 segundos a pocos minutos y que se producen en las noches frías y calmas de invierno. El piensa que es un fenómeno eléctrico atmosférico, pero el mecanismo telúrico que lo dispara es desconocido. Existen cinco características en los fenómenos estudiados por Yasui:

1. El centro del cuerpo luminoso es una hemiesfera de diámetros que van de 20 a 200 metros. El cuerpo es blanco, pero las reflexiones sobre las nubes pueden ser de colores.

2. La luminiscencia sigue, por lo regular, al terremoto con una duración de 10 segundos a 2 minutos.

3. Las luminiscencias aparecen en áreas restringidas, ninguna de ellas en el epicentro. También aparecen en la cumbre de las montañas con rocas sin cuarzo-diorita.

4. A la luminiscencia le siguen ondas esféricas que son más fuertes en el rango de 10 a 20 KHz. La luminiscencia aparece con más frecuencia después que ha pasado un frente frío.

5. No existen indicaciones en los magnetómetros de los observatorios locales.

Yasui cree que la ionización en la atmósfera baja por lo regular se incrementa en el momento de los terremotos y es lo que causa los fenómenos luminosos en los lugares en donde el potencial eléctrico es grande.

En México sólo el doctor Cina Lomnitz Arosnfrau, que yo sepa, ha estudiado tangencialmente el fenómeno. Para él todos los fenómenos precursores a los terremotos (luces, sonidos, reacciones de los animales, etcétera), son causados por efectos electromagnéticos. Lomnitz reporta su propio caso en el temblor del 2 de agosto de 1968 en la ciudad de México. Un perro comenzó a tener una conducta inusual, al menos un minuto antes que se sintiera el temblor, con epicentro en las costas de Oaxaca. También recabó información de los fenómenos luminosos observados en el D.F. con ocasión del terremoto de 1957, con epicentro en las costas de Acapulco. Esto indica, según Lomnitz, que los efectos electromagnéticos durante los terremotos de magnitud 6.5, o mayores, se llegan a sentir a distancias de entre 3° y 4° del epicentro.

James E. McDonald en sus años mozos. Su interés en los OVNIs y su profesión le hicieron arribar al tema de las luces sísmicas. Probablemente si no se hubiera obnubilado por los OVNIs, habría hecho algunos descubrimientos interesantes en el campo de la Geofísica.

El famoso naturalista alemán, Fiedrich Heinrich Alexander, Barón de Humboldt.

Luces de Marfa.

Una de las pocas fotos conocidas de las luces de los terremotos.

Luces de la tierra.

Las luces de Hessdalen (Valle de Hess) son, actualmente, el fenómeno triboluminiscente más famoso del mundo. Se lleva años estudiándolo.

Las luces de los terremotos, como estas en una fotografía tomada durante los sismos en Matsushiro, Japón, en 1965-1967. La investigación de este tipo de fenómenos atmosféricos promete resolver muchos avistamientos OVNI.

El doctor Cinna Lomnitz Aronsfrau, en su cubículo del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Continuará… Vea también los siguientes enlaces
https://marcianitosverdes.haaan.com/2006/05/las-luces-de-los-terremotos-primera-parte/
https://marcianitosverdes.haaan.com/2006/05/las-luces-de-los-terremotos-y-2/
https://marcianitosverdes.haaan.com/2006/05/las-luces-de-los-terremotos-y-3/
https://marcianitosverdes.haaan.com/2006/05/las-luces-de-los-terremotos-y-4/
https://marcianitosverdes.haaan.com/2006/06/las-luces-de-los-terremotos-final/
https://marcianitosverdes.haaan.com/2007/05/luces-de-los-terremotos/
https://marcianitosverdes.haaan.com/2007/08/luces-de-los-terremotos-en-per/
https://marcianitosverdes.haaan.com/2007/08/el-terremoto-de-per-y-las-luces-ssmicas/
https://marcianitosverdes.haaan.com/2007/08/otro-video-de-las-luces-de-los-terremotos-en-per/
https://marcianitosverdes.haaan.com/2007/08/transformadores-o-luces-de-los-terremotos/
https://marcianitosverdes.haaan.com/2007/08/luces-rojas-en-el-terremoto-de-per/
https://marcianitosverdes.haaan.com/2007/08/luces-elctricas-en-el-terremoto-de-per/

Las luces de los terremotos (y 2)

EN EL PAÍS DEL SOL NACIENTE

Japón es un sitio con gran actividad sísmica, y no es raro que una buena parte de los recursos económicos asignados a la investigación científica, se dediquen al estudio de los terremotos. El fenómeno en Japón es conocido desde la antigüedad. Un viejo haiku dice lo siguiente:

«La tierra le habla

suavemente a la montaña,

que tiembla

e ilumina el cielo».

El geólogo japonés Kinkiti Musya mencionó que la mayoría de los objetos vistos durante los temblores tienen las siguientes formas: haz, columnas, bolas de fuego, pelotas, embudos y trompetas. La mayoría de estos fenómenos se ven en el epicentro del temblor. Bajo la luz de estos fenómenos se pueden ver los árboles y las casas sin necesidad de otra fuente de luz. Se calcula que tienen aproximadamente 1 x 108 CP (Candle Power) y pueden llegar a iluminar una región a 100 kilómetros de distancia.

Musya clasificó las luces de los terremotos en:

1. Iluminación instantánea e indefinida

a. relámpagos

b. chispas de luz

c. bandas delgadas de luz

2. masas móviles luminosas bien definidas

a. bolas de fuego (centellas)

b. columnas de fuego verticales

c. haz de fuego (horizontal y oblicuo)

d. chimeneas luminosas

3. Flamas y emanaciones brillantes

a. flamas

b. llamas pequeñas

c. múltiples chispas

d. vapor luminoso

4. Fosforescencia de nubes y cielo

a. luz difusa en el cielo

b. nubes luminosas

Torahiko Terada, quien investigó profundamente estos fenómenos hizo la siguiente descripción de ellos:

«Características del fenómeno.

«1.- Color e intensidad de la luz.

«La mayoría de las veces se reporta un azul pálido similar al de los relámpagos. Sin embargo, hay testigos que informan que el color era rojo o naranja parecido al de las chispas.

«Causas probables del fenómeno.

«a) Fuegos distantes. Durante los temblores se producen algunos incendios que podrían confundir a observadores distantes.

«b) Relámpagos. Es poco probable que ocurran los dos fenómenos al mismo tiempo (Temblor y tormenta).

«c) Chispas eléctricas. Corto circuitos. Esto no podría explicar porqué la mayoría de los reportes localizan el fenómeno sobre el epicentro del temblor. Tampoco explica la duración del fenómeno, ya que un corto circuito tiene una vida media corta. Y finalmente no explica todos los reportes que se dieron antes de que se utilizara la electricidad.

«d) Triboluminiscencia producida por deslices de terreno. No podría explicar la enorme intensidad de la luz observada.

«e) Movimiento del agua en la corteza terrestre. En el Proceedings of Imperial Academy, Volumen VI, Número 10, páginas 401-404, de 1930, se demuestra que el movimiento del agua a través de capas subterráneas conteniendo una cadena de canales capilares pueden, bajo condiciones favorables, producir una enorme diferencia de potencial en la atmósfera superior y excitar una descarga eléctrica luminosa en la misma.

«De acuerdo con Wiedemann, Quincke, Helmholtz y sus estudios de química de superficies, una diferencia de potencial llamada Stromungs-potential se establece entre dos extremos de un tubo capilar por el cual fluye un líquido bajo un gradiente de presión.

«Galli dice que una explicación sencilla fundada en el vapor de agua puede dar la explicación a estos fenómenos: «Este vapor, saliendo con suficiente presión por una fisura puede dar origen a una manifestación eléctrica parecida a la que se obtiene en el laboratorio con la máquina de Armstrong»».

Ignacio Galli, el físico italiano al que hacía referencia Terada, tenía una impresionante colección de trabajos sobre este fenómeno y los relámpagos esféricos o centellas.

Uno de los eventos sísmicos que produjo mayor información, fue el sismo del 26 de noviembre de 1930 en la península de Edo (Izu). Musya recopiló más de 1500 testimonios. Envió 150 cuestionarios a las escuelas preparatorias y universidades pidiendo información sobre cualquier manifestación luminosa que se hubiese visto durante el terremoto. Al mismo tiempo, Terada reconstruyó el evento. Los fenómenos luminosos se observaron en un área vasta: 80 Km al Este, 110 Km al Nordeste y 70 Km al Oeste del epicentro. La distribución de los testimonios se correspondía a la distribución de la población y a la intensidad del sismo en esos lugares. De notable valor fueron los reportes de los guardas forestales de la torre de Sibaura (Tokio); la importancia fundamental estriba en que el fenómeno fue observado antes de la aparición del temblor (a las 4.03 de la mañana). El vigía de la torre notó, unos 6 segundos antes del temblor, una luz en dirección del Sur, que ascendió súbitamente al cielo al momento del sismo. Las observaciones restantes reportaron lámparas y fuegos de una duración increíblemente larga con respecto a las reportadas en otras ocasiones. Diversos testimonios reportaron la presencia de un cielo limpio y sin nubes (lo cual fue comprobado por la carta meteorológica consultada por Terada); al contrario de otros casos en los que se reportó algún banco de nubes. Sin embargo la vastedad de la zona que afecto el temblor puede permitir la coexistencia de varias condiciones meteorológicas. Se reportaron diversos casos de trabes y columnas luminosas observadas en distintos lugares. Algunos informaron de rayos luminosos emergiendo del suelo, tan intensos como los reflectores eléctricos. Se describieron algunas nubes luminosas, algunas de ellas tan brillantes como para permitir observar el más mínimo detalle de objetos a más de 250 metros de distancia.

El día anterior al terremoto, a las 4 p.m., varios pescadores de Siduura, observaron desde el mar un objeto luminoso esférico, que salió de la parte central del monte Wasidu, al oeste del monte Amago, y que se movió hacia el noroeste a gran velocidad.

Se vieron muchas bolas de fuego y nubes luminosas. También se vio una luz en forma de chimenea o parecida a una de las luces que actualmente se utilizan con motivos publicitarios. La mayor parte de los testigos vieron una luminosidad azul pálido o blanca, pero otros reportaron luces rojas y naranjas. Musya escribió al respecto:

«Las observaciones fueron tan abundantes y se hicieron tan cuidadosamente que no se pueden guardar dudas de la realidad del fenómeno y su conexión con el temblor. En la mayoría de ellos, el cielo brillaba como si fuera un relámpago en forma de hoja, y todos los observadores coinciden en afirmar que la duración de uno de esos destellos era mayor a la de los relámpagos normales. En un lugar localizado al Este de la bahía de Tokio, la luz parecía una banda auroral que divergía de un punto del horizonte. Se vieron en diferentes sitios haz y columnas de luz, varios observadores compararon dicho haz a los de un reflector. Otros describieron luces como bolas de fuego. Algunos declararon que las nubes se veían iluminadas o que un destello rojizo iluminaba el cielo. En Hakona-Mati, cerca del epicentro, y al Noroeste, se vio un flash de luz que aparecía un punto y luego en otro, y cuando el terremoto estaba en su clímax, al Suroeste apareció una columna de luz compacta, como si tuviera masa. De acuerdo con la mayoría de los observadores, el color de la luz era azul pálido o blanco, o como el del relámpago, pero otros vieron colores rojos y naranja. Se dijo que en Tokio la luz era tan brillante que los objetos en las habitaciones se podían ver fácilmente. En otro lugar, cerca de 50 kilómetros del epicentro, fue más brillante que la Luna llena»¦

«Las luces se vieron antes y después del terremoto, pero fueron más conspicuas durante el mismo. La dirección en que fueron vistas las luces, en general, apuntaban al epicentro, esto es, hacia la parte Norte de la península de Idu. Sin embargo también se vieron luces en otras direcciones, incluso en dirección del mar»¦

Durante el siguiente año Musya investigó otros fenómenos luminosos reportados en otros cuatro temblores. Los más numerosos fueron los del temblor del Sur de Hyga, en noviembre 2 de 1931. En este temblor se describieron las luces como un haz que salía de un punto en el horizonte, dándole al cielo nocturno una coloración azul.

Varios resplandores, de breve y mediana duración, se debieron a la ruptura de los cables eléctricos. Se dieron reportes en los que se informaba que los cortocircuitos produjeron tal intensidad de luz que se podía observar perfectamente el ambiente circundante. Algunos reportes se debieron, sin duda, a estas fallas eléctricas, pero otros, los que ocurrieron en zonas en donde no había electricidad no tienen esta explicación. La abundante casuística recopilada por Musya y Terada les llevó a concluir que, el proceso físico involucrado, era la triboluminiscencia. Esta teoría fue sometida a pruebas de laboratorio en las que se uso un aparato constituido por un disco metálico, de 5 mm de espesor, al que se le hacía girar rápidamente, mediante un motor eléctrico que trituraba diferentes tipos de rocas colocadas en su interior. Este instrumento simple y rudimentario produjo emisiones de luces en la superficie de contacto entre el disco y las rocas, confirmando la tesis de los investigadores.

Terada T., Hirata M. y Utigusaki T., del Instituto de Investigaciones Físico Químicas del Japón realizaron experimentos de triboluminiscencia para tratar de probar que éste es el origen de los fenómenos luminosos vistos durante los temblores.

Cuando se comprimen los cristales de ciertas sustancias (el azúcar, por ejemplo), se hacen visibles chispas y otros fenómenos luminiscentes. Íntimamente relacionado a esto está la luminiscencia azul tenue que se observa cuando se desenrolla una cinta adhesiva, y la luminiscencia exhibida cuando el bromato de estroncio, y algunas otras sales, se cristalizan en soluciones calientes. En todos estos casos se producen cargas positivas y negativas, por la separación mecánica de las superficies y durante el proceso de cristalización. La emisión de luz ocurre por descarga, tanto directamente por fragmentos moleculares, o vía excitación de la atmósfera en la vecindad de las superficies separadas: el resplandor azul proveniente de las cintas adhesivas es emitido por el N2 del aire que ha sido excitado por las descargas eléctricas.

Los movimientos de tierra producen tensiones en las rocas cristalinas por las cuales el efecto piezoeléctrico genera campos eléctricos de varios miles de volts por metro. Estos campos electromagnéticos se concentran en las áreas de más susceptibilidad, como lo son las líneas de falla. Teóricamente estos campos pueden crear la ionización de un bajo nivel de las moléculas de aire adyacentes a la columna eléctrica que se proyecta a través del terreno.

Otro proceso que podía dar cuenta de la fuerte intensidad del campo eléctrico es el flujo del agua a través de los microscópicos capilares de las rocas, debida a la presión de las ondas sísmicas. Este proceso produce destellos luminosos similares a los relámpagos.

UN FORTEANO CIENTÍFICO

William R. Corliss es la nueva imagen del forteanismo. A diferencia de su antecesor (Fort), Corliss tiene una excelente preparación académica y su estilo no es tan obtuso como el de «la foca del Bronx». Se licenció en física, en 1950, en el Rensselaer Polytechnic Institute, y obtuvo una maestría en ciencias físicas por la Universidad de Colorado, en 1953. Trabajó en la industria espacial desarrollando proyectos de motores de propulsión. Luego se dedicó a escribir temas de divulgación científica que iban de la tecnología espacial, la astronomía, a la geofísica. Escribió para la Nacional Science Foundation, La National Aeronautics and Space Administration y la Energy Research and Development Administration. Pero no fue sino hasta 1974 que encontró su verdadera vocación. Fundó su Soucerbook Project, dedicado a recopilar notas aparecidas en la literatura científica de todo el mundo, en donde se da cuenta de anomalías en los campos de la astronomía, geología, biología, geofísica y arqueología.

En el campo de las luces de los terremotos, Corliss tiene un extenso abanico que mostrar. El siguiente es sólo un ejemplo aparecido en el Scientific American:

«El Dr. Walter Knoche, el director alemán del Servicio Meteorológico Chileno, inició una investigación del curioso fenómeno llamado «relámpago de calor» que frecuentemente se observa a lo largo de las cumbres de los Andes, y ocasionalmente es visible desde mar adentro. (En un caso el Dr. Knoche lo vio desde la Isla de Pascua, a 540 Km de las costas chilenas).

«Las tormentas con relámpagos son raras en Chile, y este hecho puede explicarse por la suposición de que los Andes actúan como gigantescos pararrayos, entre los cuales ocurren, a gran escala, descargas silentes desde las nubes. Las descargas visibles ocurren durante la estación cálida, desde finales de la primavera hasta el otoño, y parecen concentrarse sobre ciertos puntos. De acuerdo con el Dr. Knoche parecen estar confinadas a cierta región de los Andes, la Cordillera Real, en la costa. Vistas desde un punto favorable y cercano a su origen, se puede observar, a veces, un destello constante alrededor de las cumbres de las montañas, con arranques ocasionales, que frecuentemente simulan un haz de luz parecido a los reflectores, que se dirigen hacia el Oeste y se extienden sobre el océano. El color de la luz es amarillo pálido, y raramente rojizo.

«Un hecho sorprendente de estas descargas es que se amplifican durante los terremotos. En el momento del gran terremoto de agosto de 1906, a través del centro de Chile, el cielo entero parecía estar en llamas; nunca antes ni después había estado tan brillante. Los nativos consideran estas luces como reflexiones en el cielo de la lava en los cráteres de los volcanes; pero parece no haber duda de que se trata de descargas eléctricas.

«Se ha planeado hacer mediciones espectroscópicas de este fenómeno singular, y también, si es posible, medir el campo eléctrico de la atmósfera en los altos Andes donde parecen tener su origen. Posiblemente el resultado pueda conectar los «Relámpagos de los Andes» con una forma peculiar de aurora que ha sido observada por Lemstrom sobre las cumbres de las montañas».

OVNIS Y LUCES TELÚRICAS

Al iniciar el siglo pasado, Charles Hoy Fort reportó que meteoros «extraños» aparecían durante los terremotos. Pero no fue sino hasta 1960 que el ufólogo americano John A. Keel, que se asoció la aparición de esas luces con las líneas de falla magnéticas y con la presencia de los terremotos. En 1967 el escritor americano Vincent H. Gaddis se ocupó del tema y escribió el primer libro dedicado por entero a las luces misteriosas: Mysterious fires and lights. El libro es sensacional, y mucho de ello se debe a las excelentes dotes de escritor de Gaddis, un asiduo colaborador de la revista Fate. Este escritor es, también, el primero que se ocupo y bautizó al famoso Triángulo de las Bermudas, y el mismo que difundió varios casos de «desapariciones misteriosas» como el de David Lang u Oliver Larch (casos espurios de los que nos ocupamos en otro lugar). El libro que nos ocupa va de la presentación de casos de foo fighters a los critters (los OVNIs como organismos vivientes), centellas, anomalías en la recepción de radar, fuegos fatuos, fuegos de San Elmo, centellas y otros fenómenos relacionados. Su habilidad con la pluma no le exime de haber generado mucho de los mitos actuales de los cultores de los fenómenos paranormales.

Pasó tan solo un año, y poco antes de aquel famoso mayo francés del 68, y sin conocer la obra de Gaddis, (aunque la de Keel, probablemente, fue el disparador para dar una vuelta de giro a la fallida hipótesis de Aime Michel y las ortotenias, y presentarla bajo un sustento geofísico), el ufólogo francés Ferdinand Lagarde, tras un análisis concienzudo de 86 casos de presuntos aterrizajes de OVNIs en territorio francés, durante la oleada de 1954, determinó que el 37% de ellos se situaban sobre fallas geológicas. Con esos datos trató de demostrar una relación entre los avistamientos de OVNI y las fallas geológicas. Según él había una correlación notable entre los aterrizajes OVNI y la vecindad de fallas geológicas. Su hipótesis fue que los fenómenos piezoeléctricos generaban fenómenos electromagnéticos.

El ingeniero español Félix Ares de Blas halló una correlación parecida entre OVNIs y zonas geomagnéticas. Un trabajo similar fue el que realizó el capitán Tomás Ramírez y Barbero, de Zamora, y posteriormente, David G. López y Félix Ares de Blas publicaron un artículo en donde apuntaban:

«Queremos mencionar aquí la circunstancia, ya apuntada por algunos investigadores, de que el número de observaciones OVNI se incrementa en las horas anteriores y posteriores a los movimientos sísmicos. En España tuvimos ocasión de comprobarlo, aunque de forma no demasiado significativa, con motivo del sismo del 28 de febrero de 1969, que afectó primordialmente a la zona sur de la Península».

Sus resultados encontraron eco en

«»¦ la Embajada de Japón, mediante la publicación de una noticia donde se decía que científicos de aquel país han comprobado que durante las horas anteriores a cualquier movimiento sísmico, se han detectado alteraciones en el campo magnético de la zona».

Tomás Ramírez y Barberó encontró que el 34.4% de las observaciones de OVNIs se producen sobre líneas de falla. Más tarde, la mancuerna Ares-López obtuvo un coeficiente de correlación de Pearson de -0.069 para el total de sismos versus OVNIs, comprendidos entre los años 1950 y 1977 (inclusive). Estos autores anotan:

«Los resultados obtenidos en este capítulo parecen estar en contradicción. Por un lado se demuestra la inexistencia de correlación entre las distribuciones que a lo largo del tiempo han seguido las observaciones OVNI y la actividad sísmica. Por otro, en cambio, existen leves indicios de que las líneas de falla y zonas de mayor intensidad sísmica son las que detectan un porcentaje de casuística OVNI superior al esperable por azar.

«No obstante, el científico soviético Iván Zayanchkovski, en un artículo publicado recientemente por la revista Sputnik, escribe el siguiente párrafo:

«Â«Se ha descubierto que durante los temblores de tierra aumentan las corrientes eléctricas, que surgen de las entrañas de la tierra a causa de la deformación de las rocas. Con la descarga de poderosos campos eléctricos, corrientes de electrones se precipitan desde las profundidades del subsuelo hasta la atmósfera; en el cielo aparecen luminiscencias y resplandores. Así sucedió en la madrugada del 26 de abril de 1966 en Tashkent: varios segundos antes de la sacudida se pudo observar un gran resplandor sobre la ciudad.

«Â«Por consiguiente, al observar los cambios de concentración de electrones en la atmósfera se pueden predecir los terremotos unas horas antes de producirse»».

Efectivamente, los servicios sismológicos soviéticos declararon, según la Revue France-URSS, No. 60:

«Algunos instantes antes del terremoto que sufrió tan dolorosamente Tashkent en 1966, el cielo se iluminó como si ardiera por encima de la ciudad.

«Esta visión de Apocalipsis ha sido explicada: las deformaciones que sufren las rocas son acompañadas de emisiones de electrones que recalientan las capas subterráneas, aceleran su ruptura y llega a la atmósfera provocando esa iluminación».

Ignacio Darnaude, en un estudio de la casuística andaluza, señala la observación de objetos no identificados en diversas localidades, coincidiendo con el terremoto de intensidad IX registrado en la noche del 28 de febrero de 1969.

Parece ser que en 1975, Andrew Cork y Paul Devereux publicaron las investigaciones que habían hecho en Leicestershire, relacionando múltiples anomalías meteorológicas con la aparición de OVNIs. No he tenido acceso a ese trabajo.

Un año antes, William R. Corliss fundó su Sourcebook Project y en 1976 publicaría su primer libro y al año siguiente iniciaría su Science Frontiers. En varias de estas obras menciona fenómenos luminosos naturales, que podrían ser confundidos con OVNIs.

Hilary Evans publicó, en julio de 1982 en su revista de ufología The Probe Report, un largo artículo en el que proponía una nueva etiqueta para la serie de fenómenos que estamos estudiando: BOL (Balls of Lights). Decía que eran entidades naturales e inteligentes «proteiformes» (con la propiedad de cambiar de forma) que en general no siempre viven en el aire y que son originarios de nuestra atmósfera. Se les describe como bolas de luz. Para Evans eran la «verdadera llave del enigma de los OVNIs», y por ello animó el «Project Bolide», en donde la palabra era en realidad el acrónimo «Ball of Light Internacional Data Exchange», un grupo informal de apasionados que se dedicó a recopilar bibliografía de procedencia dispersa y de difícil acceso. La coordinación del grupo estuvo a cargo del ufólogo del BUFORA Robert Moore

Henk Hinfellar, de Nueva Zelanda; Paul Norman, de Melbourne (Australia) y Stan Seers, director del Departamento de Investigaciones de OVNIs en Brisbane (Australia), basándose en observaciones de OVNIs y en ortotenias, llegaron a determinar la correspondencia de estos avistamientos con las líneas de fractura, o sea, las zonas ubicadas en los cinturones de fuego que bordean la costa Oeste de América, la costa Este de África, el Mediterráneo, el Norte de la India y la costa e islas del Japón y de Oceanía, que forman el famoso cinturón de fuego del Pacífico. Sus resultados fueron expuestos en un capítulo de UFOs around the World.

Las luces de los terremotos han sido reportadas con tanta frecuencia que el doctor John S. Derr, del Servicio Geológico de los Estados Unidos (US Geological Survey), ha dicho que su existencia no puede seguir siendo ignorada. Derr ha investigado la posible correlación entre los fenómenos luminosos vistos en la reservación india de Yakima, Washington y las líneas de falla. En los años setenta hubo una oleada de avistamientos OVNI en la reservación, bajo la forma de luz ígnea, efectos de resplandor y destellos y curiosas nubes luminiscentes. También eran frecuentes los ruidos sordos bajo tierra. Las luces fueron bien observadas por los testigos, y también se tomaron fotografías. Los fenómenos tendían a congregarse alrededor de Toppenish Ridge, cordillera de múltiples fallas que cruza serpenteando la reservación. Curiosamente, la reservación se encuentra en el flanco oriental de las montañas Cascada, cerca de donde Kenneth Arnold vio sus famosos platillos voladores en 1947.

Cuenta una leyenda de los indios Yakima que hace mucho tiempo, cuando murió un chaman o médico brujo que tenía los ojos rojos, un objeto del cielo bajó a la tierra y se llevó los restos del brujo. Esos objetos luminosos se continúan viendo hasta nuestros días en la reservación de más de medio millón de hectáreas.

Muchos de los informes modernos provienen de vigías forestales contra incendio. Sus reportes hacen referencia a luces nocturnas rojo anaranjadas o blancas, que se comportan de modo errático. Joseph Allen Hynek recabó fondos para poner al ingeniero David Akers al mando de un proyecto de investigación. Haciendo uso de cámaras de foto fija, una de ellas con una rejilla para analizar la longitud de onda de la luz, y otras de cine, Akers se preparó a partir hacia Yakima. Contaba, además con un magnetómetro, contador Geiger y aparatos para medir radiaciones infrarrojas y ultrasonidos. Su expedición comenzó el 19 de agosto de 1972 y duró dos semanas. Durante ese tiempo logró tomar varias fotografías pero no se pudo llegar a conclusión alguna.

Desde comienzos de 1950, la Oficina Nacional de Información Geográfica ha confeccionado mapas de todas las zonas de fallas magnéticas de los Estados Unidos. Según el ufólogo Eric Norman, existe una importante concentración de informes sobre OVNIs en aquellas áreas.

Otra región que estudiaron Derr y Persinger fue Uintah Basin, en el Nordeste de Utah. También esta zona experimentó una oleada OVNI en los años setenta. Una vez más se vieron bolas, huevos de luz y globos que parecían tener un lustre metálico. Los investigadores encontraron indicios convincentes de la veracidad de la hipótesis relativa a la tensión tectónica.

Ya el mismo doctor Edward U. Condon había encargado al físico Martin D. Altschuler que investigara una posible relación entre estas luces y el fenómeno OVNI. Sus resultados aparecen en la Sección 12 y 13 del Informe Condon. Altschuler escribió:

«La mañana del 14 de noviembre de 1963 comenzaron las erupciones volcánicas a unos 23 kilómetros de las costas de Islandia, en donde la profundidad del mar es de 130 metros. En tan sólo 10 días de creo una isla de 1 kilómetro de longitud y de 100 metros sobre el nivel del mar. Había nacido la isla de Surtsey.

«Las películas del fenómeno muestran nubes que se elevan verticalmente a una velocidad de 12 m/seg hasta una altura de 9 Km. Las nubes que se grabaron el 1 de diciembre mostraban luces intensas y continuas, presumiblemente debidas a la fricción entre las partículas de polvo y a los efectos eléctricos del azufre.

«Las mediciones del campo eléctrico que se hicieron desde aviones mostraban valores superiores a los 11,000 volt/m».

Algunos de estos fenómenos luminosos eran parecidos a los mostrados en el Popocatépetl en sus días de mayor actividad, y que fueron presentados como OVNIs por el ufólogo de la televisión de todos conocido.

Ilustración de principios del siglo pasado que muestra el curioso fenómeno de «Las luces de los Andes».

La «foca del Bronx», Charles Hoy Fort, frente al inmenso tablero de damas de su invención.

John A Keel fue el primer ufólogo que relacionó las luces telúricas con los OVNIs.

Vincent Gaddis.

El primer libro de OVNIs que trató el tema de las luces telúricas: Mysterious fires and lights, de Vincent Gaddis.

William R. Corliss.

El primer libro de William R Corliss sobre curiosidades y anomalías naturales.

Aime Michel sería la inspiración para Ferdinad Lagarde, quien relacionó a los Misteriosos Objetos Celestes con las líneas de falla: las nuevas ortotenias.

Los cuatro ufólogos españoles que se interesaron en las luces telúricas, de izquierda a derecha: José Tomás Ramírez y Barberó, Ignacio Darnaude Rojas Marcos, David G. López y Félix Ares de Blas.

Paul Devereux es uno de los principales adalides de la hipótesis de las luces terrenas.

Uno de los investigadores de fenómenos forteanos más activo en nuestros días, el ingles Hilary Evans, fundador del Project Bolide.

Toppenish Ridge, a la izquierda, en la reservación india de Yakima, lugar de múltiples avistamientos OVNI en la década de los setenta. A la derecha, una de las fotos obtenidas por Ackers.

Más ejemplos de las luces de Yakima.

Arnold y sus nueve discos. ¿Fueron los platillos volantes de Arnold originados por luces sísmicas? Lo más probable es que no y que sólo exista una curiosa coincidencia entre ese avistamiento y el hecho de que esa región sea una zona de alta incidencia de luces sísmicas, debido a que se encuentra en una falla tectónica.

El ingeniero David Ackers realizó estudios en campo de las luces en la reservación de Yakima, apoyado económicamente por el doctor Hynek

Edward Condon ya pensaba, en la década de los sesenta, gracias a las investigaciones del doctor Martin D. Altschuler, que muchos de los reportes sobre supuestos OVNIs correspondían a luces telúricas o de origen natural. Continuará…

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