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Falsos indicios médicos

FALSOS INDICIOS MÉDICOS[1]

Mario Méndez Acosta

El ansia de poder pronosticar la predisposición o la vulnerabilidad de las personas a ciertas enfermedades ha llevado a algunos a descubrir indicadores de posibles males donde no existen.

De este modo, se ha venido divulgando con insistencia que es posible pronosticar si una persona va a sufrir algún padecimiento cardiaco, cuando se le puede observar una pequeña arruga oblicua que divide el lóbulo de sus orejas. Semejante afirmación se basa en el hecho de que numerosos pacientes cardiacos, a partir de cierta edad, muestran esa característica en sus orejas.

imageExiste un tipo de llamada falacia lógica denominada falsa correlación, en la cual se supone que existe una relación causa-efecto entre dos fenómenos que están correlacionados causalmente con un tercer fenómeno, aunque nada tengan que ver entre sí.

Supuestos expertos, sobre todo en medicina alternativa, señalan que algunos patrones de calvicie en hombres maduros son también indicadores de patologías cardiacas.

Esta información no corroborada, de ninguna manera, ha causado alarma entre personas que muestran esas características, y desde luego mucha especulación sobre los mecanismos fisiológicos o causas comunes que ligarían la falla cardíaca con la forma de una parte de la oreja.

Verdaderos expertos en medicina, en cardiopatías y en salud pública han señalado que estas nociones vienen a ser claras muestras de una falacia lógica denominada falsa correlación, en la cual se supone que existe una relación causa-efecto entre dos fenómenos que están correlacionados causalmente con un tercer fenómeno, aunque nada tengan que ver entre sí.

En realidad, todo indica que, en el caso de la arruga del lóbulo, la forma de la calvicie en hombres y la frecuencia de padecimientos cardiacos, la causa subyacente de estos tres fenómenos no es otra que la edad del sujeto.

Pero esto no implica que varios desórdenes y enfermedades no desencadenen una serie de cambios en la apariencia de las personas. Las llamadas facies, que ocasionan ciertas enfermedades, están bien documentadas. Una facie es una manifestación o cambio visible en el rostro de las personas, que es un claro indicio de alguna enfermedad. Así, la facie de la angina de pecho implica palidez en el rostro y expresión de angustia; la de infarto al miocardio inminente implica una tez con tinte gris plomizo y también expresión de terror.

Hay también facies que revelan la presencia de graves desarreglos en hígado, riñones o muchos otros órganos. Pero la arruga en la oreja o la configuración de la calvicie no han demostrado ser signo de nada relevante.


[1] Publicado originalmente como: Méndez Acosta Mario, Falsos indicios médicos, Ciencia y Desarrollo, Vol. , No. 265, México, mayo-junio 2013. Págs. .

El negacionismo y Bernal Díaz

EL NEGACIONISMO Y BERNAL DÍAZ[1]

Mario Méndez Acosta

BernalDiazCon el término negacionismo, se denomina una tendencia de la cultura contemporánea que pretende obtener algún tipo de beneficio político o económico al negar la veracidad de hechos históricos o científicos bien establecidos.

Existe un tipo de llamada falacia lógica denominada falsa correlación, en la cual se supone que existe una relación causa-efecto entre dos fenómenos que están correlacionados causalmente con un tercer fenómeno, aunque nada tengan que ver entre sí.

En el ámbito de las ciencias destaca, por ejemplo, el movimiento que niega la eficacia de las vacunas, o bien, lo que ocurre con quienes niegan la existencia del virus del sida. En las ciencias sociales, y en especial la historia, destacan los que niegan el holocausto nazi, o bien, la llegada del hombre a la Luna en 1969, así como muchos otros ejemplos que siguen una agenda política muy fácil de discernir.

DuvergerCon estos antecedentes, resulta de gran interés, para quienes estudian los procesos de manipulación deliberada del conocimiento, el caso que ha protagonizado un historiador francés llamado Christian Duvergier, quien ha lanzado la especulación de que el escritor español Bernal Díaz del Castillo no es el autor de ese gran clásico del siglo XVI, que es La historia verdadera de la conquista de la Nueva España, sino que ésta es obra, nada menos que, del propio Hernán Cortés.

 

El argumento básico que esgrime Duvergier es su convicción de que Bernal Díaz era un simple soldado inculto, de origen humilde, y que era un analfabeto incapaz de lograr una creación literaria de la calidad indiscutible de la Verdadera Historia. Asevera también que, por la edad avanzada que supone Duvergier tenía Bernal cuando escribió la obra, le resultaría imposible recordar con tanto detalle acontecimientos que ocurrieron en su lejana juventud.

Estos argumentos resultan ser, por completo, subjetivos y no constituyen evidencia real de que Bernal no haya escrito la obra, sino simples prejuicios del impugnador. De hecho, Bernal Díaz es originario de Medina del Campo, España, que, entonces, era un importante centro comercial ganadero y textil, del que su padre era regidor. Como muchos otros jóvenes del lugar, se educó para ser escribano. Por otro lado, Bernal Díaz redacta su obra durante los últimos 30 años de su vida, por lo que puede situarse su primer manuscrito en 1553.

 

Duvergier señala que los primeros datos útiles para certificar la existencia de Díaz del Castillo provienen del Archivo de Indias, concretamente, de 1544; sin embargo, lo cierto es que hay una encomienda de indios a su favor dada por Hernán Cortés, fechada en 1522, así como muchos otros testimonios de su carrera.

 

Desde luego, la mejor evidencia de la autoría de Bernal es su estilo, el cual difiere, por supuesto, del de Cortés, manifiesto en sus Cartas de Relación a Carlos I.

Duvergier hace caso omiso de testimonios contemporáneos de Bernal Díaz, como el de Alfonso de Zorita, oidor de Guatemala de 1553 a 1557, quien señala haber oído de labios de Bernal «”quien le mostró sus escritos»” que tenía ya redactada parte de su Historia; al igual que fray Juan de Torquemada, quien, en su Monarquía Indiana, asevera haber conocido a Bernal en Guatemala y estar al tanto de que escribía acerca de la Conquista. Incluso, ha respondido de manera airada a historiadores como Guillermo Serés, de la Universidad de Barcelona, y el mexicano Miguel León Portilla «”ambos, autores de ediciones comentadas, muy críticas por cierto, de la obra de Bernal»”, sin aportar evidencia sólida, en especial, pruebas de que en algún lugar haya existido un manuscrito de Hernán Cortés con el contenido de la Verdadera Historia.

Es notable, también, cómo Duvergier acude a las explicaciones ad hoc para justificar, por ejemplo, las descripciones que hace Bernal de hechos que él sólo atestiguó, como son los ocurridos en las expediciones de Hernández de Córdoba y las de Grijalva a México que antecedieron a la de Cortés. Éstas las adjudica a la enorme inteligencia que supone en Cortés, cuando éste se propuso escribir una historia de la Conquista, la cual intentaba atribuir a la autoría de alguien más.


[1] Publicado originalmente como: Méndez Acosta Mario, El negacionismo y Bernal Díaz, Ciencia y Desarrollo, Vol. , No. 266, México, julio/agosto 2013. Págs. .

La dorada mediocridad

LA DORADA MEDIOCRIDAD[1]

Mario Méndez Acosta

Una de las recetas más efectivas en el ámbito científico es el llamado principio de la mediocridad usado sobre todo en las ciencias naturales. No pretende, a pesar de su nombre, hacer juicio alguno de valor sobre lo que se aplique; el término «mediocridad», en el lenguaje ordinario, implica un enjuiciamiento negativo, ya que denota una falta de deseo de superarse en las acciones o el comportamiento de aquel o aquellos a quienes se aplica; pero en el mundo natural, mediocridad implica sobre todo falta de elementos que permitan destacar o distinguir una situación como algo especial o extraordinario.

El principio de mediocridad ha permitido obtener información importante acerca de la naturaleza del universo. En el caso de la astronomía, permite decidir, por ejemplo, que la situación de la Tierra en nuestro sistema solar, y a su vez la de éste en nuestra galaxia, no tienen nada de particular y que, por lo tanto, es posible esperar que en otros lugares existan otros planetas similares y otros sistemas planetarios equivalentes. Brevemente, el principio de la mediocridad señala que no vivimos ni en un lugar especial, ni en un tiempo especial, y así podemos esperar que en el pasado, en el futuro y en las regiones más lejanas del cosmos, prevalezcan condiciones equivalentes a las que nos rodean, y rijan ahí las mismas leyes naturales con las mismas constantes físicas.

El principio de la mediocridad es tal vez el argumento más convincente que hay para seguir con los programas de busqueda de inteligencia extraterrestre. Estos programas intentan detectar, en los millones de estrellas situadas cerca de nuestro Sol, alguna evidencia de que alguien use señales de radio de origen artificial, lo cual revelaría la existencia de alguna civilización extraterrestre avanzada. El principio de la mediocridad nos dice que nuestra existencia no tienen nada de especvial y que por lo tanto debería haber infinidad de civilizaciones tecnológicas en cualquier lugar del cosmos tal como ocurre en nuestra galaxia en condiciones de habitabilidad y disponibilidad de tiempo para que funcione el proceso evolutivo.

No obstante, aunque los programas de búsqueda han funcionado ya por más de cuarenta años, no se ha posido encontrar ningún indicio de que, en otro sitio de nuestra galaxia, la Vía Láctea, alguien esté utilizando señales electromagnéticas como las de radio para comunicarse, y ello entra en aparente contradicción con el principio de la mediocridad que permitió establecer las bases de la física contemporánea. ¿Por qué la esfera celesta no se ve pletórica de señales de radio de las millones de civilizaciones que deberían ya haber evolucionado en la Vía Láctea o en las galaxias más cercanas? La clave está en considerar con cuidado lo que implica en verdad el principio de la mediocridad. Si señalamos que en cualquier otro lugar, en donde se presenten las condiciones que rigen aquí en la Tierra, debería surgir pronto una civilización tecnológica capaz de usar el radio, el meollo del asunto esta en definir bien esas condiciones.

El surgimiento de nuestra especie tomó aproximadamente cuatro mil millones de años desde que la vida apareció en el planeta. La vida en si apareció más o menos rápidamente después del enfriamiento de la Tierra, pero todo indica que ello fue facilitado por la existencia de mareas causadas por el hecho de que tenemos una luna de gran tamaño, en comparación con el tamaño de la Tierra o bien porque existe en nuestro planeta un mecanismo llamado tectónica de placas, causante de que las placas continentales se desplacen y así surjan fisuras en el fondo del mar, donde propician una fuente de calor muy favorable al surgimiento de la vida.

La vida ya era lo suficientemente compleja como para que hubiera surgido una especie inteligente hace unos 300 millones de años; sin embargo, ello no sucedió sino después de presentarse varios acontecimientos fortuitos, como por ejemplo, la extinsión de los dinosaurios por causa del impacto en la Tierra de un gigantesco meteorito. Si ello no hubiera ocurrido, los mamíferos no se hubieran convertido en el orden zoológico dominante.

Una serie de cambios climáticos fortuitos y quizá difíciles de repetir, propiciaron que un cierto tipo de primates, alejados del medio ambiente para el que estaban perfectamente adaptados, tuvieran que desarrollar algo llamado inteligencia para sobrevivir en condiciones muy cambiantes y hostiles.

Si el planeta hubiera mantenido las agradables condiciones que mostraba hace unos treinta millones de años, nosotros todavía viviríamos en las copas de los árboles, alimentándonos de sabrosos frutos, sin necesidad de bajar al suelo a enfrentarnos con depredadores y sin vernos obligados a cambiar nuestra dieta para incluir la proteína de la carne, lo que nos obligó a aprender a cazar con armas y herramientass.

El principio de la mediocridad, para el caso de nuestra evolución, debe entonces expresarse de esta manera: «en todos los mundos situados en una órbita adecuada alrededor de su estrella, en los cuales exista una luna que cause mareas en los oceanos; donde haya además tectónica de placas, causante de que se modifiquen los continentes a lo largo del tiempo geológico; en donde regularmente desaparezcan «“por causa de desastres naturales- las especies dominantes demasiado especializadas, y en donde, finalmente, surja un ser con la capacidad de manipular objetos y comunicarse entre su grupo, transmitiendo conceptos complejos, en esos planetas surgirá, tarde o temprano, una civilización tecnológica capaz de desarrollar la comunicación por radio».

Este nuevo conjunto de condiciones hace que el número esperado de civilizaciones en la galaxia, o en el mismo universo, sea extremadamente reducido. Prácticamente, según los más severos analistas, ese número en la galaxia, y tal vez en el cosmos visible, sea, en este momento, de cero. Resulta así que sí somos algo especial, por lo que debemos tomar medidas para no arruinar nuestras perspectivas como un factor de cambio en el cosmos futuro.


[1] Publicado originalmente como: Méndez Acosta Mario, La dorada mediocridad, Ciencia y Desarrollo, Vol. XXX, No. 175, México, marzo/abril, 2004. Págs. 54-55.

Supercherías sobre el maremoto en Japón

SUPERCHERÍAS SOBRE EL MAREMOTO EN JAPÓN[1]

 

Mario Méndez Acosta

Las catástrofes que padece la humanidad frecuentemente se convierten en campo propicio para el florecimiento de diversas supercherías, mitos y estafas.

La tragedia que vivió Japón como resultado del terremoto y el subsecuente tsunami ocurridos el pasado 11 de marzo, no ha sido la excepción. Según diversos proponentes del catastrofismo ficción y de la visión mágica, el desastre fue causado, ya sea por la Luna llena, por un ovni o hasta por un rayo lanzado por Estados Unidos, capaz de cambiar el clima o de ocasionar terremotos.

Se asegura así, que desde un lugar en Alaska, donde se encuentra un enorme arreglo de 180 antenas transmisoras, capaces de funcionar como una sola, y de emitir hasta casi 4 GW, cuyo objeto es transmitir en conjunto impulsos de radiación electromagnética hacia la ionósfera, con el fin de investigar su comportamiento al rebotar en la misma y su capacidad de envío de comunicaciones de ondas electromagnéticas a gran distancia y sin grandes pérdidas de energía.

Se culpa de esto a un proyecto estadounidense conocido por sus siglas HAARP (High Frecuency Active Auroral Research Program), es decir, Programa Activo de Investigación Auroral de Alta Frecuencia que, según una mitología moderna, se ha convertido en una especie de arma en unas hipotéticas guerras meteorológicas y, ahora, hasta geológicas.

La hipótesis del ovni se basa, como ocurre normalmente, no en testimonios de expertos presentes en el lugar, sino en imágenes borrosas en una grabación. Al parecer, se trata de la imagen de un helicóptero que vuela a poca altura, lo cual no impide que se desborde la imaginación de los ovniólogos que, de manera habitual, asocian la presencia de naves extraterrestres con desastres naturales.

La hipótesis de la influencia de la Luna se basa en el hecho de que una semana después del desastre en Japón, se presentó un fenómeno astronómico muy vistoso, conocido como la Súperluna, que no es otra cosa que la coincidencia de la Luna llena con el perigeo del satélite en su órbita, el cual deriva en una Luna llena 30% más brillante de lo normal. Todo lo anterior es fruto de la imaginación de un astrólogo llamado Richard Nolle. Esta idea parece olvidar que la Luna ejerce la misma atracción gravitatoria, al menos una vez cada día, así como cada mes, sobre cualquier punto del planeta y no importa que el hemisferio lunar que siempre mira hacia la Tierra esté iluminado o no por el Sol.

La noción de que el grado de iluminación de la Luna por el Sol tiene influencia sobre los humanos se basa en la creencia primitiva de que la porción no iluminada del disco lunar desaparece o deja de influir en la Tierra durante los días en que no hay luna llena.

En el caso de quienes afirman que el sismo en Japón se debió a la acción de un rayo capaz de cambiar el clima, lanzado por EU desde Alaska, a través del sistema HAARP, todo parte de las ideas de Benjamin Fulford, un periodista estadounidense avecindado en Japón, quien asegura que este país recibió la amenaza de ser atacado por un terremoto «si no se sometía a las presiones financieras de la mafia banquera de Wall Street». Al parecer el maremoto del día 11 de marzo vino a ser la realización de dicha amenaza.

Aquí hay varias incongruencias. En primer lugar, difícilmente los terremotos pueden ser considerados parte del clima. Estos fenómenos no son atmosféricos, sino causados por los desplazamientos graduales de las placas tectónicas continentales que, al chocar o deslizarse unas sobre otras, producen estas colosales liberaciones de energía que se convierten en las ondas de un sismo. La cantidad de energía liberada en los terremotos es muy grande y está muy por encima de la capacidad de manejo de la civilización humana; así pues, queda descontada la posibilidad de que respondiera a la acción de un rayo de señales electromagnéticas. También es inocultable que Estados Unidos tiene mucho mayores problemas con las finanzas y el comercio de China que con los de Japón, y no ha lanzado ningún rayo en contra de ese gran país.


[1] Publicado originalmente como: Méndez Acosta Mario, Supercherías sobre el maremoto en Japón, Ciencia y Desarrollo, Vol. , No. , México, mayo-junio 2011. Págs. .

Rumores contra la vacuna anti VPH

RUMORES CONTRA LA VACUNA ANTI VPH[1]

Mario Méndez Acosta

Las teorías conspiratorias difundidas a manera de campañas de rumores pueden dañar gravemente el tejido social de cualquier comunidad.

Las más dañinas, empero, son aquellas que afectan la salud de grandes sectores de la población, pero que, sobre todo, ponen en duda la buena fe y la confianza que merecen las instituciones públicas y la comunidad científica.

A lo largo de los últimos meses ha corrido una versión muy peligrosa que cuestiona la decisión de las autoridades sanitarias de nuestro país de aplicar, de manera generalizada, una vacuna contra los diversos virus del papiloma humano a niñas en etapa previa a la pubertad, una medida que se recomienda también para su aplicación a los niños de esa misma edad.

Se afirma que dicha vacuna no ha sido adecuadamente evaluada en sus efectos ni probada a satisfacción; lo cual, además implicaría la existencia de riesgos en la salud de los pacientes, la posibilidad de adquirir esa enfermedad o, incluso, de quedar estériles.

Detrás de esta oposición manifiesta, sobre todo en países hispanohablantes, como es el caso de México y España, podemos reconocer un rechazo psicológico de algunos padres de familia al hecho inevitable de que algún día sus hijas ejercerán su sexualidad, o bien que una medida sanitaria como ésta propiciaría una iniciación sexual temprana.

Los virus del papiloma humano (VPH) constituyen un grupo de más de 150 virus relacionados entre sí, algunos de cuyos tipos pueden causar cáncer.

Las vacunas Gardasil y Cervarix, aprobadas por la Administración de Alimentos y Drogas de los Estados Unidos (Food and Drug Administration, FDA), son altamente efectivas para prevenir la infección por ciertos tipos de VPH.

Esta vacunación, en concreto, representa la posibilidad de reducir el número de muertes en el mundo por cáncer de cuello uterino, en dos terceras partes, y de prevenir el cáncer de ano en hombres y mujeres. Por otro lado, Gardasil puede prevenir también las verrugas genitales.

La vacunación generalizada (es decir, si la protección que se busca es de largo plazo y si todas las mujeres estuvieran vacunadas) tiene el potencial de reducir hasta en dos terceras partes el número de muertes por cáncer de cuello uterino en el mundo.

Antes de autorizar cualquier vacuna, la FDA de EU y las autoridades sanitarias en México deben verificar que sea segura y efectiva. Las principales vacunas han sido probadas en miles de personas en los Estados Unidos y muchos otros países. Hasta ahora, no se han registrado efectos secundarios graves causados por la aplicación de tales vacunas, y los problemas más comunes han sido una breve dolencia y otros síntomas menores en el sitio de la inyección; problemas semejantes a los que se experimentan ordinariamente con otras vacunas. No obstante, Gardasil y Cervarix no han sido suficientemente probadas durante la gestación, por lo que no deberán ser aplicadas a mujeres embarazadas.

El movimiento contra las vacunas que previenen el VPH es parte de una campaña antivacuna mundial que abarca todas las variedades y afirma que la vacunación es parte de una acción genocida promovida por monopolios internacionales.


[1] Publicado originalmente como: Méndez Acosta Mario, Rumores contra la vacuna anti VPH, Ciencia y Desarrollo, Vol. , No. , México, enero-febrero 2013. Págs. .