ESCRUTINIO
El BIRM, falso medicamento amazónico[1]
Juan José Morales
El nombrecito resulta bastante rimbombante: Modulador Biológico del Sistema Inmune, aunque «”por aquello de que todo lo extranjero es mejor»” se anuncia como BIRM, por la sigla de su nombre en inglés, Biological Immune Response Modulator. Y para que más impresionante resulte, se dice que el tal modulador fue obtenido de cierta planta que crece en la región del Amazonas, lo cual «”a los ojos de muchos creyentes en las llamadas medicinas alternativas»” es una especie de garantía de efectividad.
Pese a todas las pomposas aseveraciones sobre su capacidad curativa contra el cáncer, el sida, la artritis y un sinfín de enfermedades, el BIRM no está registrado como medicamento sino como suplemento alimenticio de origen natural. Es el viejo truco al que recurren los fabricantes de productos milagro, pues así no tienen que demostrar su eficacia terapéutica.
¿Y qué es el tal BIRM? «Es «”citemos textualmente la publicidad, con su pésima sintaxis y su profusión de mayúsculas»” un producto elaborado para personas que hayan sido diagnosticadas con Enfermedades Crónica en etapa Inicial o Intermedia y efectivamente Sugerido para Casos de Cáncer de Próstata y Sida», y cuya fórmula «ha sido potenciada por 10, provocando una Agresiva y Rápida respuesta como Modulador Biológico del Sistema Inmune y contra las Células Cancerígenas, generando un ciclo de Apoptosis (Muerte Programada de las Células), y cuyos primeros resultados se pueden percibir en los Tres Primeros meses de Iniciado el Tratamiento». Y concluye grandilocuentemente la publicidad diciendo que el Modulador Biológico del Sistema Inmune «es una Nueva Alternativa Oncológica Integral, para combatir eficazmente el Cáncer de Próstata, el SIDA y muchas otras Enfermedades Crónicas fármaco resistentes.»
El solo hecho de que cure el cáncer justificaría desembolsar los 800 pesos más gastos de envío que en México cuesta un frasquito de 120 mililitros del producto de marras, suficiente apenas para 15 días. Pero si se toma en cuenta que además de «impedir el desarrollo de los tumores malignos», acaba con el sida o lo evita, aquello resulta una verdadera ganga.
Si todo lo anterior le suena a charlatanería, no se equivoca. El bebistrajo en cuestión fue inventado por cierto médico ecuatoriano de nombre Edwin Cevallos Arellano, quien lo produjo a partir de extractos de una planta denominada Solanum dulcamara. Sólo que la tal planta dista mucho de ser, como se le presenta en la publicidad, una exótica especie que sólo crezca en las selvas del Amazonas o que de ahí sea originaria. Pertenece a la familia de las solanáceas «”que incluye al tabaco»” y proviene del Viejo Mundo, es muy común a todo lo largo y ancho de Europa y se ha propagado a otros continentes, donde abunda en muchos lugares. De hecho, en Estados Unidos se le considera una maleza indeseable. Se le conoce popularmente con una diversidad de nombres, como uvas del diablo, matagallinas, emborrachadora, amargamiel o parra real de Judea, todos los cuales aluden al hecho de que tanto sus frutos como las hojas y otras partes de la planta contienen alcaloides, unos compuestos tóxicos entre los cuales puede mencionarse a la cafeína, la nicotina, la estricnina «”altamente venenosa»” y la morfina, que actúan sobre el corazón y el sistema nervioso y en algunos casos producen alucinaciones. Consumir sus frutos o sus hojas puede resultar mortal.
Don Edwin dice haber inventado el BIRM hace ya más de un tercio de siglo, en 1976, pero en todo ese largo tiempo no se ha demostrado que posea las extraordinarias propiedades anticancerosas, antisida y antimuchosotrosmales que le atribuye. Y aunque el buen señor se la pasa vendiendo su producto y hablando maravillas de él en los congresos de medicinas alternativas y naturistas, y hay también plétora de artículos y reportajes al respecto en revistas esotéricas, de modas, de recetas de cocina, de espectáculos, sobre platillos voladores y otras por el estilo, en la literatura científica la única referencia al BIRM es un estudio realizado hace una década, con ratas. No hay más, ni tampoco una sola prueba clínica con seres humanos.
En pocas palabras: el tal Modulador Biológico del Sistema Inmune, no es más que una de esas falsas promesas de curación del cáncer, y prueba de ello es que no está registrado como medicamento sino como producto alimenticio.
Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx
[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Jueves 27 de diciembre de 2012.