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El maíz en la milpa maya

IMPACTO AMBIENTAL

El maíz en la milpa maya[1]

Juan José Morales

Una característica de la milpa maya tradicional es que los campesinos acostumbran sembrar, entremezcladas, semillas de diferentes variedades de maíz, cada una con diferentes características de crecimiento, tamaño y color de los granos, rendimiento y adaptación a las condiciones meteorológicas. Así, junto con el maíz de ciclo largo y alto rendimiento, se planta maíz precoz, de ciclo corto, que da rendimientos más bajos.

clip_image001Campesinos en un poblado de Yucatán intercambiando semillas de las variedades que siembran. Esta es una costumbre tradicional, practicada durante siglos, que ha permitido mantener y ampliar una gran riqueza genética, la cual podría perderse si se utilizaran semillas de una sola variedad con el pretexto de que son más resistentes o dan mayores rendimientos.

Esta práctica a primera vista se antoja contradictoria y poco inteligente, pues parece un desperdicio de tierra y esfuerzo sembrar plantas que darán poco grano en vez de dedicar toda la milpa al maíz de más alto rendimiento. Pero en realidad constituye una atinada estrategia, heredada de los mayas prehispánicos, que permite hacer frente exitosamente a los caprichos de la naturaleza, ya que la milpa es un cultivo de temporal y depende de la abundancia y adecuada distribución de las lluvias. Con la mescolanza de variedades, el agricultor asegura que, en caso de que las condiciones naturales sean desfavorables, se salvará por lo menos una parte de la cosecha.

De acuerdo con una investigación etnobotánica acerca de las plantas de la milpa entre los mayas, que fue realizada por Silvia Terán, Christian H. Rasmussen y Olivio May Cauich, hay por lo menos cuatro variedades de maíz «”cada una con variantes»” que se cultivan regularmente y que son el producto de siglos de manejo y cuidadosa selección. El de ciclo más corto es el que en maya se denomina nal t»™eel o k»™aay t»™eel, términos que significan respectivamente maíz gallo y canto del gallo, por alusión al hecho de que esta variedad es muy tempranera: en siete semanas ya ha completado su desarrollo y está listo para la operación de doblar las plantas y dejar que las mazorcas se sequen antes de cosecharlas. Su inconveniente sin embargo es que produce sólo dos mazorcas por planta. Lo hay con grano de tres colores, amarillo, blanco y negro, y según los registros arqueológicos es una de las variedades más antiguas. La variante negra tiene poca demanda entre los comerciantes debido a que por su tonalidad no es muy atractivo para los consumidores. Por ello se siembra poco. Los campesinos de todas maneras lo comen y a veces lo emplean para preparar bebidas ceremoniales.

Otro maíz tempranero es el xmejen nal o xt»™uup nal. Estos nombres, que significan maíz chico, aluden al tamaño de los granos. De él hay igualmente tres variantes de color: blanco, amarillo y negro o morado.

Un tercer tipo de maíz que se acostumbra sembrar en las milpas es el xchuum yá, que se traduce como «tronco de zapote». Es de ciclo intermedio y se desarrolla en un lapso de tres a tres y medio meses. Como es bastante vulnerable a los ataques de animales, para protegerlo mejor se acostumbra sembrarlo cerca de la casa cuando ello es posible, o bien intercalarlo con variedades más altas para ocultarlo de los pájaros. Este maíz, del cual hay variantes de color amarillo, blanco, rojo y morado, es resistente a la sequía.

De las variedades de ciclo largo, alto rendimiento y granos de considerable tamaño pero que requieren de una temporada normal de lluvias para poder completar su desarrollo, el que más se siembra en las milpas es el xnuuk nal o maíz grande. Presenta también variantes de color. La amarilla «”k»™an nal en maya»”, que madura en un período de cuatro a cuatro y medio meses, es bastante resistente a la sequía, la cual soporta alargando su período de maduración. La de granos blancos o sak nal, que es la más popular, da mayores rendimientos, pero no soporta tan bien el sol intenso. Si las lluvias son abundantes, puede cosecharse a los tres meses y medio.

Estas variedades, como decíamos, ya se conocían desde los tiempos prehispánicos y a ellos hacen referencia diversos documentos de la época colonial. No se siembran al mismo tiempo, sino en diferentes épocas. El xmejen nal o maíz chico, por ejemplo, se siembra anticipadamente en abril antes de las lluvias, y el grande en mayo o junio, cuando ya se han iniciado. También se acostumbra sembrarlo unas tres semanas después de la siembra,

Todas estas prácticas son el resultado de un largo y minucioso trabajo de selección genética realizado por los antiguos agricultores mayas, que de esta manera lograron desarrollar una eficiente agricultura de temporal, y la mejor prueba de que tuvieron buen éxito es que todavía hoy, a siglos de distancia, sus descendientes continúan sembrando el maíz de igual manera.

Son, ciertamente, conocimientos muy valiosos que deben conservarse y aprovecharse sin dejarse deslumbrar «”o cohechar»” por las promesas de altos rendimientos de las semillas transgénicas de las semilleras transnacionales.

Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx


[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Viernes 29 de noviembre de 2013

El sexo, ese asunto tan complicado

ESCRUTINIO

El sexo, ese asunto tan complicado[1]

Juan José Morales

A la generalidad de las personas, la diferencia entre hombre y mujer, entre el sexo masculino y el femenino resulta tan clara y evidente, que sin duda se sorprenderán al saber que la ciencia no tiene elementos para distinguir categóricamente entre un macho y una hembra, que no hay una prueba única, sencilla, directa e indiscutible para determinar en todos los casos si un individuo es hombre o mujer, y no se sabe tampoco con plena certidumbre qué características sexuales están determinadas biológicamente.

clip_image002Las viejas y tradicionales ideas sobre qué es «normal» o «natural» respecto a la orientación sexual de las personas, se han visto rebasadas a la luz de los estudios científicos, los cuales han demostrado que el sexo es resultado de una combinación de muchos y muy diversos factores.

En realidad, más que una dicotomía, una división clara y precisa entre dos sexos, éstos son resultado de todo un conjunto de factores muy diversos, desde los estrictamente biológicos «”como los del código genético»” hasta los familiares, sociales, culturales y sicológicos, pasando por los anatómicos, los patológicos y otros muchos.

Todo esto viene a cuento con motivo de la tendencia, que cada vez cobra más fuerza, a reconocer legalmente los matrimonios entre personas del mismo sexo. Y es que esa tendencia se funda en la idea, también cada vez más clara y extendida, de que la humanidad no se divide casi a partes iguales entre hombres y mujeres, y que lo «normal» o «natural» es que sexualmente los primeros se sientan atraídos por las segundas y viceversa, sino que hay una gran cantidad de individuos que física o mentalmente no pueden ser catalogados en ninguna de esas categorías sino que ocupan posiciones especiales.

En algunos casos, se trata de anomalías genéticas. La gran mayoría de los hombres, por ejemplo, tienen un cromosoma X y un cromosoma Y, en tanto que las mujeres tienen dos cromosomas X. Pero hay personas «”hombres o mujeres»” que tienen un cromosoma X adicional. En cuanto a anomalías anatómicas, existe por ejemplo lo que se conoce como afalia, o sea la falta de desarrollo del falo o pene en un hombre.

Respecto al deseo sexual «”que se considera un claro indicativo del género de un individuo»”, la homosexualidad está mucho más extendida de lo que generalmente se cree, no sólo entre el género humano sino también entre otros muchos animales. Hasta la fecha se han identificado más de 1 500 especies que presentan comportamientos homosexuales. Y qué decir de lo que se conoce como disforia de género «”a la cual nos referimos hace algún tiempo en esta columna»”, una condición en la cual una persona que por sus características anatómicas es considerada hombre en realidad tiene una mentalidad claramente femenina, o viceversa.

Desde luego, la vieja clasificación binaria «”hombres y mujeres»” es suficiente desde el punto de vista práctico y para la mayor parte de las actividades humanas. Un médico, por ejemplo, puede seguir tratando como hombre a un homosexual y como mujer a una lesbiana, ya que independientemente de su orientación sexual seguirán siendo anatómicamente distintos, sufrirán diferentes enfermedades, y responderán de distinto modo a los medicamentos.

Pero el sexo ha resultado mucho más complejo e impreciso de lo que tradicionalmente se había considerado, y no se puede seguir encasillando a los seres humanos en sólo dos categorías. Hay otras muchas que también deben ser reconocidas y aceptadas, y dar a quienes pertenecen a ellas los derechos que les corresponden para su incorporación a la sociedad.

Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx


[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Miércoles 27 de noviembre de 2013

El opulento país de los desamparados

ESCRUTINIO

El opulento país de los desamparados[1]

Juan José Morales

Hace poco comentamos en esta columna que la tripanosomiasis o mal de Chagas, una típica enfermedad de pobreza, es un serio problema de salud en Estados Unidos, donde «”a contrapelo del sueño americano y a pesar de su opulencia económica»” hay 50 millones de pobres.

Pues bien, hoy abundaremos un poco sobre el tema de la pobreza en aquel país. O más exactamente, de la miseria. Porque en la miseria y no en la simple pobreza puede considerarse a quien no tiene absolutamente nada; ni siquiera un techo que lo cobije. Según las estadísticas más recientes, se ha registrado en el vecino país a más de 630 mil personas que, literalmente hablando, viven en la calle, pues no tienen hogar. Esos «”hay que recalcarlo»” son los desamparados que fueron censados. Se ignora cuántos más eludieron los registros por temor o simplemente no fueron localizados.

clip_image001Buen lugar para el sueño americano: el quicio de la puerta de una iglesia, con protección divina por añadidura.

Esos 630 mil norteamericanos sin hogar «”hay que recalcarlo también»” no son, como mucha gente podría pensar, vagabundos alcohólicos o drogadictos. Ciertamente, los hay entre ellos. Y hay también buen número de veteranos de guerra que padecen desequilibrios mentales por los horrores que les tocó vivir o las atrocidades que fueron obligados a cometer, y que por su estado no pueden mantener un trabajo estable. Pero un alto porcentaje de quienes viven en la calle, y entre los cuales se incluye a mujeres y niños, son simplemente personas que por diferentes circunstancias se quedaron sin empleo, sin casa y sin recursos para vivir.

Un caso que me tocó conocer de cerca, en una ciudad del sur de Estados Unidos, fue el de un obrero que vivía en un pueblo a 50 kilómetros de su lugar de trabajo y diariamente se transportaba en automóvil. Un día, su vehículo fue robado. Como el transporte público es casi inexistente en esa región, comenzó a llegar tarde a su empleo, fue despedido, al carecer de ingresos no pudo pagar la renta, se le echó de su casa, y casi de la noche a la mañana, se vio forzado a vivir en la calle, durmiendo en parques o quicios de puertas, sin poder asearse, buscando desperdicios para comer, cada vez más sucio y por ende cada vez con menores posibilidades de ser aceptado en un empleo. Cayó así en ese círculo vicioso en que viven muchos desamparados y del que es muy difícil salir.

En un reciente viaje por aquel país, pude verlos por todas partes. Lo mismo en los bancos de los parques, con una expresión de derrota y desesperanza, que haciendo cola para pernoctar en los albergues de templos y del Ejército de Salvación, o vendiendo ciertos periódicos sobre su problemática, expresamente editados por organizaciones de ayuda para que puedan obtener ingresos sin mendigar, ofreciéndolos por un dólar. Pero, sobre todo, me llamó la atención ver tantos en las bibliotecas públicas. No las frecuentan «”me explicó alguien»” porque sean muy cultos o ávidos lectores, sino porque en esos sitios pueden sentarse cómodamente, gozar de la calefacción en invierno y el aire acondicionado en el tórrido verano, usar los sanitarios, asearse en los lavabos y hasta disfrutar de televisión o usar el internet para ver películas, y porque son también los únicos lugares públicos donde no se les somete a humillantes revisiones y se les permite entrar sin mayores problemas.

Pero hay desamparados que llevan «”también literalmente hablando»” una vida subterránea, fuera de la vista de los transeúntes, en túneles y alcantarillas. En Nueva York hay miles de ellos, conocidos como topos, que las autoridades tratan constantemente de expulsar de sus refugios. Y en la deslumbrante ciudad de Las Vegas, en 2010 se descubrió que mil personas vivían en los más de 220 kilómetros de túneles que corren bajo la ciudad.

Ciertamente, el sueño americano a menudo se convierte en pesadilla.

Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx


[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Martes 26 de noviembre de 2013

Los 90 grandes contaminadores

IMPACTO AMBIENTAL

Los 90 grandes contaminadores[1]

Juan José Morales

Hay muchos factores que contribuyen a la contaminación atmosférica con los llamados gases de efecto invernadero «”o GEI para abreviar»” del tipo del metano y el dióxido de carbono que son los causantes del calentamiento global y el cambio climático. Pero casi las dos terceras partes de las emisiones de tales gases registradas durante los últimos dos siglos y medio, a partir del inicio de la Revolución Industrial, son consecuencia de las actividades de sólo 90 grandes compañías transnacionales. Y de ellas, todas, salvo siete, son productoras de petróleo, carbón y gas natural. Las otras siete son fabricantes de cemento.

clip_image001Entre las transnacionales petroleras causantes del calentamiento global y el cambio climático, el primer lugar lo ocupa Chevron Texaco, responsable del 3.5% de las emisiones de gases de efecto invernadero, seguida por Exxon con el 3.2% y por British Petroleum con el 2.5%. Las tres, por cierto, quieren apropiarse del petróleo mexicano.

Así se señala en un informe que acaba de aparecer en la revista especializada Climatic Change (Cambio Climático). El estudio, elaborado por un grupo de investigadores de la institución norteamericana Climate Accountability Institute (Instituto de Responsabilidad Climática) de Colorado, señala que de 1751 «”año que puede considerarse el de nacimiento de la Revolución Industrial»” a 2010, se generaron en el mundo entero unas 914 gigatoneladas «”914 mil millones de toneladas»” de dióxido de carbono. De ese gran total, el 63% fueron producidos, como señalábamos líneas arriba, por 90 grandes empresas, principalmente petroleras pero también carboníferas y cementeras.

Lo más grave de esta situación es que las emisiones de GEI siguen incrementándose sin que los gobiernos hagan nada por evitarlo, ya que en su gran mayoría solapan, encubren y protegen a las compañías causantes del problema. De hecho «”subraya el informe»” la mitad de esas 914 gigatoneladas se produjeron en los últimos 25 años. Es decir, cuando ya se sabía sin lugar a dudas que las crecientes emisiones de gases producto de la quema de combustibles fósiles estaban conduciendo a un peligroso cambio climático. Y ello está llevándonos a un punto crítico de no retorno.

En efecto, en la pasada reunión del Panel Internacional Sobre Cambio Climático celebrada en septiembre, se dijo que el mundo está ya a sólo 30 años de agotar lo que puede denominarse su presupuesto de carbono. Es decir, la cantidad de dióxido de carbono que puede soportar la atmósfera terrestre sin que ocurra un incremento de dos grados en la temperatura media del planeta, lo cual «”consideran los expertos»” tendría consecuencias catastróficas sobre el clima.

En la lista de esos 90 grandes contaminantes, dicho sea de paso, sobresalen algunos nombres bien conocidos, como Chevron, Exxon, British Petroleum y Royal Dutch Shell, compañías todas que tienen la mirada puesta sobre el petróleo mexicano y están listas para adueñarse de él si Peña Nieto y sus satélites del PAN, el Panal y el llamado Partido Verde Ecologista «”de que ecologista no tiene nada»” se salen con la suya en sus intenciones de privatizar Pemex.

Es decir, además de entregarle nuestra riqueza petrolera a las voraces transnacionales, la privatización tendría como consecuencia agravar los problemas de contaminación ambiental que ya padece México, pues «”como escribíamos no hace mucho en esta columna»”, para incrementar sus ganancias y obtener los máximos rendimientos en el menor tiempo posible, esas empresas no tienen el menor empacho en arruinar campos agrícolas, ríos, lagos y lagunas, como lo demuestra el verdadero desastre ambiental que padece Nigeria por la actividad de las petroleras extranjeras.

Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx


[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Lunes 25 de noviembre de 2013

Una enfermedad de pobres en el país más rico

ESCRUTINIO

Una enfermedad de pobres en el país más rico[1]

Juan José Morales

La tripanosomiasis o mal de Chagas es una de esas típicas enfermedades de pobreza. La ocasiona cierto parásito, el Tripanosoma cruzi, y se transmite principalmente por la picadura de la chinche hocicona o besucona Triatoma dimidiata, que al picar a un ser humano, defeca sobre su piel, y como el excremento contiene el parásito, al rascarse por el escozor de la picadura, se puede hacer que penetre al cuerpo.

clip_image001Esta es la llamada chinche hocicona o besucona, el insecto transmisor de la tripanosomiasis o mal de Chagas. Se alimenta con sangre, y al picar a un ser humano para obtenerla, deposita sobre la piel excremento con el parásito causante de la enfermedad, que puede penetrar al organismo al rascarse por la comezón que ocasiona la picadura.

Esta enfermedad afecta sobre todo a la gente más pobre, que habita viviendas precarias, vive en malas condiciones higiénicas y sanitarias, y carece de adecuados servicios médicos y sanitarios. Por eso está tan extendida en América Latina.

Pero, aunque a muchos pueda sorprender, también es un serio problema de salud pública en Estados Unidos. De acuerdo con un reciente editorial de la revista Public Library of Science (PLOS), hay en aquel país no menos de 300 mil y probablemente un millón de enfermos. La amplitud de las estimaciones se debe, por un lado, a que no se ha hecho un estudio epidemiológico detallado para determinar la situación real, y por otro lado a que el mal de Chagas no siempre presenta síntomas evidentes, sino que éstos se manifiestan a menudo años después de ocurrida la infección. En un principio, el enfermo sólo experimenta debilidad, fatiga y malestar general. Es ya avanzado el mal cuando se presentan graves problemas del corazón y trastornos generalizados de los órganos, que pueden desembocar en la muerte del paciente. Por eso al mal de Chagas se le llama la enfermedad silenciosa.

Además, es un padecimiento crónico y de difícil curación. Para ello se requiere un largo y sistemático tratamiento que a menudo debe prolongarse por años y exige constancia por parte del paciente para someterse a la aplicación de medicamentos y a repetidos análisis clínicos orientados a comprobar los resultados y verificar si ya se ha eliminado al parásito.

El hecho de que la tripanosomiasis afecte a una cantidad tan grande de norteamericanos, como decíamos, puede parecer sorprendente a mucha gente, pues comúnmente se tiene la idea de que en el vecino país todo mundo disfruta de un buen nivel de vida, vivienda adecuada, muy buenas condiciones higiénicas y sanitarias y una excelente atención médica. La realidad, empero, es muy diferente. Según recientes estadísticas, 50 millones de norteamericanos se encuentran en la pobreza, y un alto porcentaje de ellos vive en condiciones que facilitan la infestación de sus viviendas por insectos de todo tipo, incluida por supuesto la chinche hocicona, sobre todo en los estados del sur.

En cuanto a la atención médica, en Estados Unidos es prácticamente un lujo debido a su alto costo y a la falta de un sistema público de medicina. La gente pobre prácticamente no tiene más alternativa que acudir a las clínicas de caridad, que en su gran mayoría no son gratuitas sino simplemente menos costosas que las demás. En tales condiciones, una persona puede pasar años sin que siquiera se le diagnostique su padecimiento, mucho menos que reciba tratamiento. Y sobra decir que no hay campañas gubernamentales para la detección y atención de pacientes de tripanosomiasis.

Por otro lado, el mal puede transmitirse por otras vías, igualmente relacionadas con la pobreza, como el consumo de alimentos contaminados con el parásito. También puede ocurrir que una madre enferma contagie a su hijo durante el parto si no se toman las debidas precauciones.

Así «”concluye el editorial de PLOS«”, los norteamericanos más pobres sufren en silencio el flagelo de esta enfermedad, cuyas víctimas en una proporción desmesuradamente alta, son las mujeres embarazadas.

Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx


[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Miércoles 20 de noviembre de 2013