Vida después de la muerte ¿Realidad o engaño?

Vida después de la muerte

¿REALIDAD O ENGAÑO?

Mario Méndez Acosta

A lo largo de la historia, el hombre ha manifestado en multitud de formas su repugnancia a la idea de extinción total de la conciencia que implica la muerte.

No es ningún secreto que la supervivencia en el más allá ha sido el motor y fundamento de la mayoría de las religiones.

Sin embargo, no deja de ser curioso que en ciertas culturas no haya existido tal expectación de inmorta­lidad o, por lo menos, de supervivencia post mortem. Así, por ejemplo, los hebreos inicialmente no incluían en su doctrina la creencia en un alma inmortal. Sola­mente después de su estancia en Egipto, surge en ellos el concepto de la inmortalidad. A pesar de esto, ciertas sectas judías, como la de los saduceos, rechazaban la existencia de un alma eterna ya por la época de Jesucristo.

La mayor parte de las religiones modernas postulan la inmortalidad del alma como una cuestión de fe, y la evidencia que presentan al respecto se basa siem­pre en manifestaciones abiertamente milagrosas o sobrenaturales. No obstante, ha surgido un grupo, cuyas ideas han alcanzada cierta difusión en los últimos diez años, que afirma poseer pruebas científicas de que existe la supervivencia conciente del individuo después del momento de la muerte.

¿EVIDENCIAS?

Moody Este grupo, que cuenta con el apoya oficial de la revista Reader»™s Digest, ha iniciado un movimiento casi místico con fuertes tintes seudocientíficos. Su ini­ciador fue Raymond Moody, norteamericano que, en 1975, lanzó su éxito de librería denominado Vida des­pués de la vida.

Moody, quien es médico siquiatra, basa sus hipóte­sis en la descripción de las experiencias de un gran número de casos de pacientes que han sufrido la llama­da muerte clínica al ser sometidos a operaciones qui­rúrgicas o al haber sido víctimas de accidentes o trau­matismos.

Moody describe una experiencia mortal típica como sigue: En el momento de mayor incomodidad el pa­ciente, semiinconsciente, escucha que el médico lo decla­ra muerto. A continuación percibe un molesto y fuerte zumbido y se siente absorbido y arrastrado a lo largo de un profundo túnel. Es entonces que se da cuenta que posé un nuevo cuerpo, con poderes muy distintos, y que puede ver a su antiguo cuerpo yaciendo en el lecho, rodeado del equipo médico de resucitación. Su punto de vista está muy por encima y alejado de su ya inminente cadáver. Puede observar a sus parientes y amigos fallecidos y se encuentra con un ser muy luminoso, un espíritu «cálido» y amable el cual le ayuda a rememorar, en forma instantánea, los acontecimientos de su vida pasada. Se apodera de él una sensación de sapiencia total… la sabiduría de siglos. Finalmente, alcanza una barrera, en la que, contra su voluntad, se le hace volver a su hospitalizado cuerpo. Después de ser revivido, el sujeto queda muy afectado emocionalmente y pierde el temor a la muerte.

CRITICA

Alcok El sicólogo James E. Alcock se ha encargado de investigar lo que hay de realidad en las afirmaciones de Moody y de otros impulsares de las teorías de la vida después de la vida, como Currie, Osis, Haraldsson y Kubler-Ross.

Primeramente, Alcock descubrió que las encuestas que supuestamente apoyaban estas ideas adolecían de muchos defectos metodológicos. Por ejemplo, los cuestionarios se dirigían a los médicos y a las enfermeras, y no a los pacientes. Se les preguntaba en general si sus pacientes habían visto tal cosa u otra al estar al borde de la muerte. De esto lo única que se puede deducir es que algunos médicos recuerdan a algunos pacientes que tuvieron algunas experiencias de seudo­muerte.

También detectó Alcock que Moody mismo acepta que hay pacientes que describen las mismas experien­cias en situaciones en las que la vida no estaba en peligro. Esto lo explica Moody diciendo que las drogas, medicamentos y las experiencias místicas pueden lle­gar a «disparar el mecanismo que deja escapar el alma del cuerpo».

Alcock describe también las condiciones del orga­nismo y de la mente cuando se encuentra el individuo en estada de sueño ligero (hipnagógico).

En esta situación la mente puede formar imágenes como figuras geométricas, luces, colores brillantes, rostros humanos conocidos o desconocidos y hasta paisajes bellos y grandiosos.

También revisa Alcock las investigaciones que se han realizado sobre las alucinaciones que se sufren bajo la influencia de diversas drogas o en estados de alteración nerviosa grave. Alcock halló pruebas de que una de las imágenes más comunes que surgen es la del túnel y la de una revisión mental panorámica de acontecimientos de la vida pasada del paciente. No hay duda de que las alucinaciones ordinarias contienen todos los elementos descritos por Moody como visiones del más allá.

Finalmente, se puede llamar la atención acerca de la naturaleza profundamente influenciada por aspectos culturales que tienen las experiencias de casi muerte.

Un anciano blanco, barbado, vestido con una túnica, canoso y de ojos azules le pregunta al presunto difunto: «¿Qué has hecho de tu vida, hijo mío?»… Esto suena lógico para un norteamericano de la clase media. Pero si se trata de un niño etiope que ha muerto de hambre a los ocho años de edad… ¿también llegará el anciano caucásico a preguntarle cómo aprovechó su vida?

Alcock concluye su análisis señalando algunos ries­gos que involucran esta y otras creencias seudocientificas similares. Existe par lo menas un caso docu­mentado de un suicidio, el de una madre que intentó confiadamente reunirse con su hija fallecida, influen­ciada par las ideas de Moody y socios.

Hay también algo más que molesta a Alcock, y es la extraña necesidad que tienen quienes impulsan esta mistificación de obtener evidencia sólida para apoyar su fe religiosa, engañando al lego con fines claramente proselitistas.

10 pensamientos en “Vida después de la muerte ¿Realidad o engaño?”

  1. me parece bastante razonable pero creo que es valido que alguien quiera saber, o ir más alla de lo comunmente conocido, creo que es mi caso, creo profundamente en dios, y tambien se lo que le ocurrio a Adan, comio del arbol de la sabiduria etc.etc.
    Si fue desterrado del paraiso, por desobedecer a dios , nosotros ya tenemos en nuestra curriculum su falta, pero eso nos ¿ habilita ? a seguir intentando comer de ese arbol, aunque en muchos casos sea para hacer el bien, como es el caso de los médicos..
    Creo que esto es algo con lo que se nace, el hombre siempre intentara conocer más y más. a pesar de que eso no parece gustarle a dios ya que no nos permitio eso desde el principio de nuestra existencia. O fue solo desobedecer su orden, no justifico a adan, sino que creo que fue un deseo innato, que bien lo sabia la serpiente.
    Pero lo más importante es que aprender es lo más bello, porque mientras más se aprende más se cree en dios y en lo majestuoso de su obra. por lo menos en este mundo… en los otros lo sabremos más adelante, cuando pasemos a otrs etapas de nuestro desarrollo espiritual,… gracias por darme la oportunidad de expresar mi pensamiento que bien puede estar equivocado, pero en ningun caso es con mala intensión.

  2. Creo en dios y en una vida mejor despues de la muerte,si no fuera asi que es lo que hacemos en este mundo,nada mas que padecer pasar enfermedades, disgustos, angustias de todo tipo.¿que hemos hecho para merecer esto ?, yo creo que nada,tenemos que pasarlo para ganarnos el premio que dios nos tiene reservado porque el si que existe.

  3. Detrás de ese «sentido» va una coma, amigo Henry. (Perdón, deformación profesional).

    Evidentemente (¡Ops! he aquí la muy perseguida evidencia ;-)), si sigues vivo y aún no te has dibujado un siete en las muñecas con una hoja de afeitar es porque, a un nivel subconsciente, vislumbras que, como dijo el amigo Jose, esta amalgama de tragedias, trabajos esclavizantes, hipotecas eternas, enfermedades, funcionarios ineptos y suegras imperecederas que es la vida, tiene algún tipo de propósito, oculto por el momento, quizás, pero real.

    Cuanto más cómodo sería morir y «dormir» eternamente sin problemas ni desasosiegos… ¡Eso sería la pera! ¿Que sigues vivo porque te gusta vivir? Venga ya… La vida no es más que un paréntesis absurdo y cargante entre dos eternidades vacías y en tinieblas, ¿por qué habría de gustarte tal chorrada? Con lo a gusto que se está ensopao… ¿Que no quieres suicidarte por no hacer daño a los que te aman? Los que te aman no son más que montoncitos de partículas bien colocadas, poco más que una mesilla de noche (¿no es una mesilla de noche también un montón de partículas bien colocadas? ¿Serías capaz de aguantar dolores y humillaciones por un mueble?) ¿Por qué habría de preocuparte lo que «sientan» unos seres absurdos, surgidos a raíz de una combinación química absurdamente casual, cuyas raíces primigenias se remontan a una absurda charca de cieno medio podrido que apareció en un estúpido «cacho» de piedra redondo que gira sin razón, absurdamente, en un universo vacío, también absurdo? ¿Ellos y tú y yo no somos más que «bultos» sin sentido, el gusano que nace de la nada dentro de la nuez podrida, ¿qué más da todo? ¿Por qué te importa lo que esos seres absurdos piensen o sientan? Son mesillas de noche en movimiento ¿Que les amas? ¡Venga ya! El amor no es más que una reacción química carente de significado, tú lo sabes, ¿por qué le das importancia? 🙂 Amar no tiene ningún sentido como todo lo demás. ¿Que tienes proyectos y te ilusiona cumplirlos? Oh ¿Quieres decir que te sientes bien matándote a estudiar para conseguir un trabajo, en el que también te matarás para conseguir dinero? Matarte haciendo cualquier cosa en una vida donde nada tiene sentido raya un poco en la insensatez, ¿no te parece? Es como ponerte a cavar un agujero de mil metros de profundidad para encontrar oro en un lugar donde tú «sabes» que No hay oro. Una bobada. Desengáñate. Eres Nada, una masa informe, un quiste que le salió por casualidad al peñasco absurdo éste que gira por tonta inercia en torno a una estrella de tercera categoría. Eres un proyecto de ceniza, eres la muerte con patas y Ella, la Parca, ya se ríe en la calavera que espera su turno bajo la piel de tu rostro, eres sólo un cúmulo hueco que va hacia la nada que lo engulle todo. ¿Por qué preocuparte en trabajar, en madrugar, en pagar hipotecas, en saludar siquiera a los otros «quistes» errantes que te acompañan?

    Reconócelo. La vida es una estupidez, un paréntesis erróneo, un vacío dentro del vacío, la náusea (Camus), L’enfer (Sartre). ¿Por qué la aguantas?

    Lo sensato es tumbarse y dormir hasta que llegue el sueño definitivo al que estamos destinados.

    Si llegados a este punto no has ido a buscar la hoja de afeitar, amigo Henry, es que piensas que no tengo razón.
    Y si yo no tengo razón… es que tú tampoco la tienes 😉

    Saludos desde mi madrugada.

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