Terapias mortales

TERAPIAS MORTALES[1]

Mario Méndez Acosta

E1 pensamiento mágico, la ignorancia, así como la codicia producen combinaciones mortales por la desesperación que causan la enfermedad y el dolor humanos. En el umbral del siglo XXI, la ma­yor parte de las personas sigue siendo presa fácil de la charlatanería médica, que emplea en su favor artimañas psi­cológicas basadas en nuestros más inex­plicables instintos, inclinaciones y te­mores no conscientes, y hasta sé disfraza con ropajes de la mayor respetabilidad, ante la falta de conocimientos sobre las causas reales de las enfermedades y de información crítica acerca de las terapias sin bases científicas, que afecta al consumidor ordinario y aun a las autoridades de salud.

Shaya Dos ejemplos en boga demuestran cómo, hasta las terapias más irracionales y ostensiblemente inútiles o dañinas, pueden ser aceptadas por grandes grupos sociales, por el simple hecho de que nadie les advierte de los peligros que im­plican, ni de las absurdas bases teóricas que supuestamente las respaldan, pero también porque sus proponentes gozan de un acceso total a los medios masivos de comunicación, sin que nadie les pueda exigir cuentas. El caso más notable en este sentido es el de una superstición peligrosa llamada orinoterapia, que con­siste en que las personas ingieran su pro­pia orina con el supuesto fin de curarse de los males más diversos, práctica que proponen los curanderos naturistas ra­diofónicos, como uno llamado Shaya Michán.

La orinoterapia carece de cualquier base o explicación teórica o fisiológica. Se trata de una creencia mística de la India, con raíces en el hinduismo, que se acomoda en la llamada medicina a­yurvédica -dentro de la cual se deno­mina amaroli- y que le asigna «poderes limpiadores» mágicos a la orina. Asegu­ran que sana el sida, la artritis, el herpes, la lepra y muchos otros males, que desde luego no tienen ninguna relación entre sí y se derivan de causas muy dis­tintas, por lo que sus respectivas curas tienen que ser diferentes. La verdad es que se trata de una práctica muy peli­grosa. La orina contiene sustancias de desecho que con gran cuidado elimina el cuerpo humano a través de los riño­nes. Los mismos proponentes de esta práctica en los Estados Unidos (Barnett y Adelman, 1987), señalan que tiene efec­tos secundarios nocivos como nausea, migrañas, forúnculos en la piel, urtica­ria, espinillas, palpitaciones, diarrea, ansiedad y fiebre. Lo que omiten es que puede causar la muerte en personas a­fectadas por insuficiencia renal, y la lla­man «un regalo de Dios para tu creci­miento espiritual y bienestar físico». La teoría ayurvédica también recomienda el consumo de heces fecales de cabra para la indigestión. Estas prácticas re­curren a los impulsos autodestructivos y de autocastigo que afectan a algunas personas, quienes sienten que la enfer­medad es culpa de ellas y que sólo pue­de curarse con un sacrificio propiciatorio muy doloroso y desagradable. «Remedio que no es amargo, no es efectivo», se de­cía en el siglo XIX.

Otra práctica en boga, supuestamen­te curativa, se va al otro extremo del gus­to civilizado; se trata de la medicina o terapia floral del doctor Edward Bach, creada en los años treinta por ese médi­co homeópata inglés, y ahora resucitada en México por algunos negociantes ar­gentinos. Según esta doctrina todas las enfermedades pueden aliviarse oliendo extractos del perfume de diversas flores. Los síntomas externos y malestares físi­cos de todas las enfermedades son cau­sados por estados emocionales negati­vos, que son sanados al oler las esencias florales. El temor, la incertidumbre, la apatía, la soledad, el abatimiento y has­ta la preocupación excesiva por el bien­estar ajeno causan todas las enfermeda­des conocidas. Señala Bach, en su libro Cúrate a tí mismo que «nunca se erradi­cará ni se curará la enfermedad con los actuales métodos materialistas, por la sencilla razón de que la enfermedad no es material en su origen…», y agrega tam­bién que «la enfermedad, en apariencia tan cruel, es en sí beneficiosa, y existe por nuestro bien y, si se le interpreta co­rrectamente, nos guiará para corregir nuestros defectos esenciales. El sufri­miento es un correctivo y no puede erra­dicarse hasta que no se aprende la lec­ción». Ante la pregunta de por qué los niños se enferman, Bach aclara que en su caso esa lección corrige errores come­tidos en otras vidas.

El hecho de que se hayan identifica­do las causas materiales de la mayor par­te de las enfermedades, y que en muchos casos, como por ejemplo de viruela y de poliomielitis, éstas han sido casi erra­dicadas de todo el mundo por la medi­cina moderna, ello no arredra a los pro­ponentes de esta peregrina teoría. El común denominador de estas creencias es su fascinación con el sufrimiento hu­mano, y la orinoterapia la propicia direc­tamente al aprovechar las tendencias autodestructivas de las personas y fo­mentar la demolición de la autoestima del individuo, mientras la terapia floral elogia la enfermedad y el dolor y les encuentra méritos larvados, permitien­do que las personas los acepten como un castigo divino y no traten de comba­tir sus males por medios racionales, de­jando de luchar efectivamente por su salud.

El doctor Fernando Saraví, de la Uni­versidad de Mendoza, en Argentina, concluye en un estudio sobre la terapia floral: «El sistema del doctor Bach con­siste en una mezcolanza de doctrinas gnósticas, budistas e hinduistas con sólo una pizca de cristianismo para volverlo digerible al gusto occidental… Los reme­dios florales carecen de convalidación científica».

Lo más preocupante es el grado de indefensión en que se encuentra el con­sumidor mexicano, al que se le protege contra la publicidad fraudulenta en bie­nes y servicios, pero se le deja a la mer­ced de los estafadores en cuestiones de salud.

Bibliografía

Raso, Jack. Alternative Healthcare. A Comprehensive Guide, Prometheus Books, Buffalo, N.Y.

Saravi, Fernando. Dígalo con flores, El ojo escéptico, Año 2, Núm. 5, Buenos Aires, Argentina, 1992.


[1] Artículo publicado en Ciencia y Desarrollo, No. 138, México, enero febrero de 1998

4 pensamientos en “Terapias mortales”

  1. Que bueno que leí este artículo, pues a veces sin razonar, llegue a pensar si esto de la orinaterapia, podría funcionarle a alguien como «una vacuna», sin embargo no hice la asqueroza y ahora se que peligrosa terapia naturista … la verdad me estaba esperando a ver un caso de cerca «real», que se haya aliviado con dicha terapia, pero no conocí a nadie, ni a un testiguito, más bien por el contrario todo mundo le hacía a la «guacala de perro» y nadie que yo conozca la hizo, y miren que conozco a media humanidad… Pues que bueno que no la hice y que no fui una ingenua-incauta, que haya caido en las carcajadas del perverso que invento esta mafufadaperversa, porque esa fue la finalidad de esto o no????

  2. Conocía una señora que tomaba su orina todos los días,hizo los ayunos, luego le dio una infección vaginal que casi se muere, los médicos al hacerle los exámenes quedaron extrañados de lo raros que salieron, la señora se recuperó y luego volvió a tomar la orina y supe que le dio de un momento a otro un tumor cerebral y murió en pocos días. Después su hija siguió con la costumbre y hoy esta enferma del pecho. Y digo esto sin el animo de ofender, yo quería que funcionara porque la quería practicar, pero ahora me da miedo. Ah y recuerdo un mensaje en un chat donde relataban el caso de una señora que muró como consecuencia de esta practica y moribunda le rogaba a sus hijas que nunca fueran a tomar la orina.

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