La historia oculta del ufólogo chileno que mató en dictadura

La historia oculta del ufólogo chileno que mató en dictadura[1]

Diego Zúñiga C.

GajardoL (5)Raúl Gajardo Leopold es un investigador relativamente conocido en Chile, donde aparece cada tanto en prensa narrando avistamientos de ovnis. Sin embargo, pocos conocen su relato más terrible, que no habla de extraterrestres, sino de personas sin humanidad.

El 16 de septiembre de 1973 Chile llevaba cinco días bajo una dictadura militar. Capitaneadas por el general de Ejército Augusto Pinochet, las Fuerzas Armadas habían derrocado a Salvador Allende, el primer presidente socialista en ser elegido democráticamente en todo el mundo. Carabineros de Chile, la policía militarizada, apoyó el alzamiento y Raúl Eduardo Gajardo Leopold, como teniente de ese cuerpo armado, cumplía con imponer el orden y la disciplina con mano dura. Brutal, incluso. Precisamente ese 16 de septiembre dio una prueba de cuán lejos estaba dispuesto a llegar para demostrar su lealtad al nuevo régimen.

Esa madrugada llegó hasta la tenencia de Quellón Héctor Arturo Hildebrando Santana Gómez. Con solo 24 años, Santana era técnico agrícola, jefe de Área del Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP) y militante del Partido Comunista, proscrito tras el golpe de Estado. Se hizo presente en la unidad policial porque su esposa, Liliana Hernández, había sido detenida para presionarlo a él, que era buscado por las fuerzas de seguridad de la dictadura. Y en Quellón, en el extremo austral de la isla de Chiloé, el mando lo ostentaba Gajardo.

GajardoL (3)«Testimonios verosímiles y concordantes indican que el afectado se presentó voluntariamente a dicho cuartel al tener conocimiento que su cónyuge había sido arrestada en razón de que le buscaban a él. Asimismo, que al presentarse había sido golpeado y ejecutado en el mismo recinto policial», relata en el Informe Rettig la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, formada durante el primer gobierno democrático posdictadura para buscar la verdad sobre lo ocurrido con los asesinados y detenidos desaparecidos durante los 17 años de régimen militar. Santana murió en las caballerizas de la subcomisaría por «fuego de metralla», dice un fallo de la Corte de Apelaciones de Puerto Montt. El hombre que jaló el gatillo en esa ejecución fue Gajardo Leopold, según la sentencia judicial.

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Gajardo dice que se enamoró del tema ovni exactamente el 31 de julio de 1965, cuando era subteniente en Puerto Montt. En esa fecha ocurrió el caso Pelluco, que para los ufólogos chilenos es todo un hito: durante un velorio nocturno, algunas personas vieron unas luces en el cielo en medio de una tormenta; al día siguiente, se descubrió un deslizamiento de tierra en un cerro cercano, algo usual tras unas lluvias torrenciales. Los ufólogos creen que un disco volador succionó la tierra. Gajardo asegura hoy que investigó el caso y que eso lo llevó a interiorizarse en las procelosas aguas de la ufología, aunque ni la prensa de la época ni los investigadores de entonces lo citan o recuerdan.

La verdad es que, ufológicamente hablando, Gajardo no existe hasta 1996, cuando empieza a hacer sus primeras apariciones en la prensa de la ciudad donde se estableció, Angol, así como en periódicos de Temuco, la capital de la Novena Región. Esto tiene sentido: tras haberse acogido a retiro como carabinero, ser detenido por la Justicia y recuperado la libertad en 1992, Gajardo debía rehacer la larga vida como civil que le esperaba, y vio en los ovnis una forma de validarse socialmente. Tiempo y ganas tenía de sobra, y esta nueva faceta de ufólogo lo podría ayudar a dejar atrás el sabor amargo de haber estado preso por la muerte de una persona.

Nacido el 23 de mayo de 1941 en Concepción, desde pequeño fue un amante de las armas. A los seis años ya cazaba aves y, claro, veía cosas raras en el cielo. Al menos eso cuenta él. A los ocho años estaba en la localidad de Nacimiento cuando vio un meteorito, que él equipara con un objeto volador no identificado. A los 13, en Concepción, vio algo brillante con forma de tubo y también unos seres con el cráneo plano, que se le aparecieron en distintas circunstancias cuando paseaba por el centro de la ciudad. Aunque en otras entrevistas ha dicho que su primer ovni lo vio en 1977 o en 1989, es un hecho que el policía de gatillo fácil recuerda que tuvo una infancia llena de enigmas. Y una adultez también: cómo olvidar que en 1966 un fantasma lo aterrorizó en Puerto Montt.

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La impunidad total nunca es eterna. Bueno, al menos en este caso no lo fue. Tras la publicación del Informe Rettig, donde aparece consignado el asesinato de Héctor Santana, la Comisión de Derechos Humanos presentó una denuncia el 21 de marzo de 1991 contra Gajardo. Ésta fue acogida por el juez del Crimen de la ciudad de Castro, Luis Rolando del Río Moncada, quien decretó la detención del acusado mientras duraba la investigación. Este magistrado llegó a la convicción de que el homicidio fue perpetrado «alevosamente» y «sin que mediara provocación que justificara» la muerte, como señala en su sentencia. Para Del Río, Gajardo debía responder por un delito de lesa humanidad que es imprescriptible, y aseguró que con su acto no solo ofendió a la víctima, sino «a la sociedad chilena en su conjunto y a la humanidad toda».

GajardoL (4)El abogado de Gajardo, Jaime Alonso Elgueta Burgos, recurrió presentando un recurso de amparo en favor de su defendido, alegando que la prisión era arbitraria, pues «los hechos que motivan la causa» (el asesinato, en castellano) ocurrieron en 1973, y por lo tanto se encontraban amnistiados, de acuerdo con el Decreto Ley Nro. 2191 de 1978, mediante el cual la dictadura militar exculpó a todos los violadores de derechos humanos que hubieran cometido crímenes entre el 11 de septiembre de 1973 y el 10 de marzo de 1978. En la defensa no se niega el crimen, sino que se apela a que éste se encuentra prescrito.

Esa primera presentación fue rechazada por la Corte de Apelaciones de Puerto Montt el 31 de enero de 1992 dado que la «orden de detención emanó de autoridad que tiene facultad para disponerla sin que se establezca «“suficientemente»“ que se haya expedido fuera de los casos previstos en la ley o sin que haya mérito o antecedentes que la justifiquen». Gajardo debía seguir preso.

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GajardoL (1)Desde que ganó cierta fama como ufólogo, Gajardo ha protagonizado entrevistas y reportajes, especialmente en la prensa regional. Allí ha narrado sus numerosas desventuras con los ovnis, que él considera indudablemente naves provenientes del espacio exterior que sienten una predilección muy marcada por Angol y, particularmente, por él mismo. Ha contado, por ejemplo, que estaba cerca del volcán Llaima cuando vio su primer ovni real (sic). Luego, en 1977, vio otro en Puerto Montt, donde se desempeñaba como ayudante del prefecto con el rango de capitán. Y en 1989 tuvo la suerte de estar junto a su hijo Raúl Alberto, de cinco años, cuando se les cruzó otro ovni. Los dos juntos vivieron una experiencia similar en 1998, cuando iban camino al colegio San Francisco. «He vivido casos espectaculares, con ovnis frente a mí, muy cerca», dijo en 2013 al Diario Austral de la Araucanía.

Pero no solo entrega sus testimonios, no vayamos a pensar que lo suyo es puro ego. También habla de los muchos casos que ha investigado, como uno que le tocó conocer a comienzos de los 80, cuando era comisario de la Primera Comisaría de Osorno, ciudad donde vivía en unos bloques de departamentos en la población Vicente Pérez Rosales. Era la historia de una mujer que vio unos extraterrestres y, aterrorizada, dejó su auto abandonado en medio del campo. O lo ocurrido en octubre de 1982, cuando una patrulla policial vio a lo largo de 17 kilómetros una luz. Aunque este último podría ser el mismo caso que Gajardo dice en otra entrevista que ocurrió no en octubre de 1982, sino en septiembre de 1978, en el marco de un rally internacional que unía Perú, Chile y Argentina.

«Los últimos 17 kilómetros antes de cruzar a Argentina, un ovni se posó sobre un radiopatrulla, la situación conmocionó a los uniformados que estábamos en el lugar («¦) querían disparar, le colocaron la baliza, el ovni era plateado de (forma) circular, se movía sobre el vehículo, se supo después que dos pilotos chilenos fueron abducidos en territorio argentino, ellos contaron que los habían llevado con auto y todo», recordó Gajardo en otra entrevista, donde curiosamente relata estos hechos como si él hubiera estado ahí, aunque también de una manera que permite deducir que en realidad todo se lo contaron terceras personas.

GajardoL (2)Desde que comenzó su devenir por el mundo de los ovnis Gajardo ha recopilado, según propia confesión, más de dos mil casos. Muchos de ellos los protagoniza él mismo, como las 40 veces que vio ovnis entre 1980 y 1982, cuando trabajó en la Comisaría de Osorno, y los otros que conoció cuando se desempeñó en la Tercera Comisaría de Rahue, al menos entre octubre de 1982 y abril de 1983. En esa época un colega carabinero le contó que había visto entrar una estrella en el lago Llanquihue, y un cuidador de la Escuela Agrícola Adolfo Matthei le aseguró que había visto cuerpos luminosos en el cielo. No puede ser de otra forma: el mismo Gajardo ha revelado que cada vez que conoce a alguien, le pregunta si ha visto cosas extrañas en el cielo. Si le dicen que sí, esa experiencia pasa a engrosar las carpetas que el carabinero retirado acumula en su casa.

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Hay un testimonio que asegura que Gajardo Leopold ya tenía entre ceja y ceja a Héctor Santana. Es el de Cataldo Martínez, amigo de Santana y quien se encontraba con él unos días antes del golpe de Estado. En el ambiente se respiraba ya la tensión política y para muchos funcionarios de Gobierno era evidente que el alzamiento militar era cosa de poco tiempo. Ese ánimo de enfrentamiento lo vivieron Martínez, dirigente de las Juventudes Comunistas, y Santana cuando pasaron por fuera de la subcomisaría de Quellón rumbo a la localidad de Yaldad y fueron conminados a detenerse por un grupo de carabineros liderados por Gajardo Leopold.

«Fuimos revisados y allanado el vehículo de INDAP que Héctor conducía. Se nos exigió la documentación personal y del vehículo y en medio de amenazas pudimos continuar hacia nuestro destino», relató Martínez en el sitio web Memoria Viva. El testigo confirmó a EOC cada uno de sus dichos y que la persona que estuvo a cargo de ese operativo fue la misma que luego fue amnistiada por el crimen de Santana, es decir Gajardo Leopold, que entonces era teniente de la Tenencia de Quellón, como el mismo ufólogo reconoció en un texto titulado «Algo más sobre Francisco Coloane».

Sigue Cataldo en Memoria Viva: «El teniente tuvo expresiones como éstas: «˜van los conchasdesumadre a organizar guerrillas a Yaldad, a levantar a los indios»™, «˜a ti (por Héctor) te tengo en la mira, comunista culiao»™». Y luego a Martínez lo miró fijamente y le dijo «no es primera vez que te veo por estos lados… espero que sea la última». Al regresar de Yaldad, nuevamente Gajardo, acompañado por otros funcionarios policiales fuertemente armados, realizaron «la misma comedia de terror y todas las amenazas fueron esta vez más fuertes y más violentas».

Cataldo Martínez vivía en Castro, al norte de Quellón, y volvió hasta allá preocupado. Afirma que le rogó a Santana, «amigo entrañable», que evitara el contacto con las fuerzas policiales. El 11 de septiembre, día del golpe de Estado, Martínez se encontró en una sede del Partido Comunista con Santana. Le pidió que no viajara a Quellón, por temor a que le sucediera algo. El jefe de Área del INDAP le respondió «debo ir donde el compañero Presidente ha ordenado: mi puesto de trabajo». Cinco días más tarde, a las 0.50 horas del 16 de septiembre, las balas resonaron en las caballerizas de la tenencia de Quellón.

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Gajardo Leopold llegó a Angol en 1986. En las paredes de su casa en la Población Cornelio Saavedra luce algunas de las fotografías que ha obtenido en su dilatada carrera como ufólogo. Hay también figuras de extraterrestres de distintos tamaños y una enorme cantidad de carpetas donde acumula sus investigaciones, meticulosamente ordenadas con números de orden, como si se tratara de reportes policiales, de accidentes de tránsito, de robos a casas, de crímenes pasionales. Tras salir en libertad en 1992, inició un periplo por distintos grupos ufológicos y empezó a navegar con soltura por ese mundo.

En 1996, junto con ingresar a la Agrupación de Investigaciones Ovnilógicas (AION), el famoso grupo de Rodrigo Fuenzalida, tuvo un programa radial en Angol. Ese mismo año fue entrevistado por el Diario Austral de Temuco, donde un tiempo más tarde, en septiembre, reveló haber visto ovnis junto a unos vecinos. A comienzos de 1999 ya escribía esporádicamente una columna en el diario local Renacer de Angol, donde mezclaba sus creencias en seres extraterrestres y mitología mapuche.

Tras dejar AION y en 1997 comenzar a colaborar con la revista Revelación, entró al Equipo Superior de Investigaciones Ovnilógicas (ESIO) en 1998, entidad a la que enviaba sus videos. En uno de ellos, Gajardo aparece horas mirando un ovni que permanecía estático sobre su casa, y se mantuvo en esa condición hasta el amanecer. También relataba sus avistamientos de lo que él llama ovnis-máquinas, que «“conviene saberlo»“ son distintos a los otros ovnis, los ovnis-estrella, que son los estáticos. Tras el fin de ESIO, se vinculó al Instituto de Investigación y Estudios Exobiológicos (IIEE), en cuyo boletín NOUFA suele publicar sus anécdotas o investigaciones. También ha sido delegado del Comité de Estudios de Fenómenos Aéreos Anómalos (CEFAA), aunque ya no forma parte de él. Y siempre que se ha ido de un grupo lo ha hecho hablando mal de sus miembros en entrevistas y también en correspondencia privada.

Por ejemplo, tras no ser tomado más en cuenta por CEFAA, comenzó a referirse a ese grupo «con un particular y agresivo tono», cuenta el investigador Héctor Méndez en su artículo «Anatomía de un mito con nombre de persona», donde agrega que «en un principio atribuí esto a su condición de ex uniformado, pues en repetidas ocasiones me narró sus experiencias durante el gobierno militar, por el cual siente una especial adoración».

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La versión oficial de la muerte de Santana, la entregada por la dictadura, afirma que el joven llegó a la dependencia policial con un arma de fuego y que habría intentado agredir con ella a los funcionarios. El Informe Rettig desmiente esa afirmación señalando que «testimonios verosímiles y concordantes indican que el afectado se presentó voluntariamente» en el lugar. Asimismo, para la Comisión de Verdad resulta «inverosímil que el afectado se haya presentado ante Carabineros armado, máxime cuando su esposa se hallaba detenida en el lugar», y estima que «si hubiese existido alguna agresión a los funcionarios, estos están capacitados para enfrentar el hecho sin necesidad de dar muerte a las personas», por lo que «la Comisión se formó convicción de que Héctor Santana fue ejecutado por agentes del Estado con violación de sus derechos humanos, y al margen de la ley».

Al ser rechazado el amparo por la Corte de Apelaciones, se presentó un recurso ante la Corte Suprema, que el 2 de junio de 1992 falló que si bien se encuentra justificada «la existencia del delito de homicidio simple de Héctor Arturo Santana Gómez, como asimismo la participación en calidad de autor de Raúl Eduardo Gajardo Leopold», el caso cumple con los requisitos señalados en la Ley de Amnistía, por lo que «se revoca la resolución apelada de 31 de enero último» y se deja sin efecto «el auto de reo dictado» en contra de Gajardo. Los jueces de la Corte Suprema, además, señalaron que Luis Rolando del Río Moncada excedió sus atribuciones «al manifestar opiniones de índole personal y subjetivas» sobre la naturaleza del crimen. Deja establecido, también, que Gajardo no recibió órdenes de sus superiores para actuar contra quienes «fueran enemigos políticos del régimen imperante».

Se dio, en consecuencia, la instrucción de dejar en libertad a Gajardo de forma inmediata ese mes de junio de 1992. Se envió un telegrama al recinto penal para dar la noticia.

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A Gajardo le gustan las luces y la fama y por ello le molesta cuando le disputan el rol de especialista en su pequeño feudo. De eso deja constancia Héctor Méndez cuando relata que una vez recibió «una carta de Gajardo donde decía: «˜Héctor, ¡¿por qué saliste en la televisión hablando del fenómeno de Angol, si eso es mío?! («¦) Me estás dejando en ridículo… Yo te invité para que ratificaras mis dichos y no para que me rebatieras…». Esto revela la forma de trabajar de este ex carabinero, algo que también queda en evidencia cuando Gajardo se pregunta en la revista Revelación «¿por qué se da espacio en prensa a otros investigadores para brindar opiniones sobre lo acontecido y no así al protagonista de este extraordinario evento, cuyos documentos, grabaciones y videos son material único de consulta para dar explicación al suceso?». Se refiere a sí mismo, claro.

Para él la investigación se reduce a subir un cerro y mirar el cielo. Siempre habrá algo raro con lo que añadir material al archivo. Nunca ha explicado un caso, porque para él la explicación está clara: todas las luces son naves extraterrestres, aunque a veces se trate de las lámparas de los cazadores que recorren los cerros en busca de conejos. Por ello le encanta realizar vigilias («noventa al año», ha declarado) y se siente a gusto con el grupo de adláteres que lo sigue como a un gurú. Siempre con anteojos largavista y una cámara de video, no debe sorprender que cada vez que sale a cazar ovnis, se encuentra con al menos uno, y en ocasiones varios, decenas.

Para Gajardo, cuando no se ven ovnis, es culpa de la gente, que prende luces y contamina la zona del avistamiento. Le gusta que lo acompañen, pero no que le roben el protagonismo. Al mismo tiempo, se sacrifica por la causa. En un correo que le envió a Ramón Navia-Osorio el 14 de marzo de 2009 y que éste publicó en su libro Dimensiones en el planeta cobaya, Gajardo dice que si no alcanza a encontrar alojamiento en un viaje a la localidad de Parral para investigar un importantísimo caso que hemos olvidado, está dispuesto a «dormir en un banco de la plaza». Todo sea por los ovnis, con disciplina militar y entrega de soldado.

Por ello no extraña que su mundo siga operando en la lógica de la Guerra Fría. En octubre de 2000 le escribió una carta a un ufólogo santiaguino, cuya identidad preferimos mantener a buen resguardo, donde le dice, tras no poder comunicarse telefónicamente con él, que «esto se asemeja a los mejores momentos de la Unidad Popular (el gobierno de Allende): paralización y desabastecimiento». Luego se queja de que lo entrevistaron y no le dieron mucho espacio en una revista donde él quería tener más protagonismo. También pide que se hagan gestiones para que lo consideren en el programa de televisión «Ovni», muy famoso en ese entonces. En general todo se trata de él.

Incluso se entrevista a sí mismo en algunos de sus «casos», como el «Número de orden» 596, donde relata cuando vio a un ave parecida a un cóndor, pero que él atribuye a la presencia del chupacabras. O cuando iba entrando a la ducha, el 10 de agosto de 2005, y vio una especie de «lombriz» voladora por la ventana. O la vez en que encontró una tuerca en la calle, algo realmente fuera de lugar en el tiempo y el espacio y que él, presuroso, registró para la posteridad y publicó. En otro caso relata el testimonio de una persona que dice haber visto un tigre de Tasmania en el sur de Chile. Bueno, en ese mundo vive el ufólogo angolino en la actualidad.

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El caso penal de Gajardo Leopold ha sido utilizado en diversos textos como ejemplo de la aplicación de la Ley de Amnistía a violaciones a los derechos humanos cometidas en Chile durante la dictadura militar de Augusto Pinochet. Un ejemplo es la memoria para optar al grado de Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales en la Universidad Central de Chile Amnistía en el D.L. 2191, de 1978: Análisis y Evolución Jurisprudencial, de María Alejandra López Bertin y Cristián Viera Naranjo.

También aparece en estudios académicos como Incidencia de los tratados y del ius cogens internacional en el tratamiento de graves violaciones a los derechos humanos en Chile, de Liliana Galdámez Zelada (Revista de Derecho Público, Vol. 77, pps. 295-319), e incluso en alemán, como en el texto de Kai Ambos Straflosigkeit von Menschenrechtsverletzungen («Impunidad en casos de violaciones a los derechos humanos»), en cuyo capítulo 4 se cita el caso de Gajardo como ejemplo de falta de castigo. No podía ser de otra forma. La Ley de Amnistía dejó precisamente en la impunidad a quienes torturaron y mataron bajo el amparo de las armas y en control total del poder, lo que permite que hasta hoy asesinos probados caminen libres por las calles.

Algunas veces la historia pone las cosas en su sitio. En noviembre de 2009, se constituyó en la ciudad de Castro, en Chiloé, la Agrupación de Derechos Humanos Héctor Santana. Y en 2017 INDAP homenajeó a sus funcionarios asesinados en dictadura y puso una placa en su memoria. Entre ellos se menciona también al joven asesinado por un oficial de Carabineros que se dedicaría, en su retiro, a mirar el cielo para cazar discos voladores. Por fortuna, hoy Gajardo solo dispara malas fotos de ovnis.

Fuentes:

-Anónimo. Santana Gómez, Héctor Arturo. Disponible en Memoria Viva. http://www.memoriaviva.com/Ejecutados/Ejecutados_S/santana_gomez_hector_arturo.htm

-Bowen, Roderick. Los ovnis de Angol. En Revista Revelación Nro. 42. Año 5. 2000. Pps. 18-22.

-Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación. Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, Tomo I. Febrero de 1991. 438 pps.

-Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación. Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, Tomo III. Febrero de 1991. 422 pps.

-Corte de Apelaciones. Fallo del 31 de enero de 1992. En Gaceta Jurídica Nro. 144. 1992. Pps. 82-85.

-Corte Suprema. Sentencia del 2 de junio de 1992 (Gajardo Leopold, Raúl). En Revista de Derecho y Jurisprudencia y Gaceta de los Tribunales. Mayo-Agosto de 1992. Tomo LXXXIX, segunda parte – sección cuarta. Pps. 87-89.

-Mardones, Sergio. Raúl Gajardo: «Yo he visto 14 ovnis y tengo registrados cientos de avistamientos». En Las Últimas Noticias. Jueves 17 de enero de 2002.

-Méndez, Héctor. Anatomía de un mito con nombre de persona. En La Nave de los Locos Nro. 21/22. Marzo de 2003. Pps. 75-78.

-Navia Osorio, Ramón. Dimensiones en el planeta cobaya. La Regla de Oro. Madrid. España. 2015. 527 páginas.

-Neira, Roberto. La IX Región es una «zona caliente» en avistamientos. En El Diario Austral de Temuco. Viernes 24 de septiembre de 1999. Pág. A12.

-Núñez, Liliana. Los profundos enigmas del Lago Llanquihue. Enero de 2006. Disponible en http://planetaovni.blogspot.de/2008/01/los-profundos-enigmas-del-lago_21.html

-Sandoval, Pablo. ¡Ovnis en Angol! En El Diario Austral de Temuco. Miércoles 18 de septiembre de 1996.

-Santa María, Orietta. «No hay explicaciones para los ovnis». En Las Últimas Noticias. Domingo 4 de marzo de 2001. Página 3.

-Soto, Hugo. «Al año realizo unas 90 vigilias con otras personas en busca de ovnis». En El Diario Austral de Temuco. 20 de julio de 2013.

Agradecimientos especiales a Sergio Sánchez y al personal de la Oficina de Derechos Humanos de la Corte Suprema por la ayuda desinteresada prestada para la obtención de documentos esenciales para la elaboración de este artículo.


[1] Publicado originalmente como Zuñiga C. Diego, La historia oculta del ufólogo chileno que mató en dictadura, El Ojo Escéptico, Nro. 87, de septiembre de 2018. Se publica bajo autorización del autor.

Las fotografías Rhodes (70)

Phoenix FBI

Por Don Ecsedy

24 de marzo de 2014

Cualquiera que esté familiarizado con este caso probablemente conoce la historia de los intentos de Rhodes de que le devolvieran sus negativos (es parte de la tradición de los fanáticos de los ovnis que Rhodes no logró recuperar su propiedad). Ni los archivos del FBI ni de la USAF tienen textos de Rhodes que hagan estas solicitudes, aunque se mencionan. Las solicitudes de fotografías están dirigidas al FBI, no a la USAF en 1950 y en 1952.

Lo anterior es una fuerte evidencia circunstancial contra el informe de la entrevista de Fugate que implicaba, pero no decía, que Rhodes le había dado un negativo de la primera y una copia de la segunda (que es lo que el Proyecto Sign tenía del CIC). Rhodes apoya en parte el informe de Brower: que de hecho le dio los negativos a la oficina del FBI en Phoenix, pero no que le informaron que serían entregados a la USAF y que los «negativos» no le serían retornados. Hay un problema adicional: ¿dónde está el recibo firmado para los negativos? ¿Cuál es la prueba del FBI de que sucedió? El informe de Brower sobre su propio comportamiento (y el de su oficina) es impecable por el FBI … excepto que no lo documentaron según lo que estoy seguro que era (y es) S.O.P.

Como resultado de las dos solicitudes, una en 1950 y la otra en 1952, se encuentra en el relato de la CIC de su entrevista a George Fugate en mayo de 1949.

1949-05-19 Doyle

Una solicitud del 17 de abril de 1950 de Rhodes a la oficina del FBI de Phoenix para sus fotos, según esa oficina. Esta puede ser la primera vez que Rhodes se entera de que sus negativos fueron entregados a la Fuerza Aérea por el FBI. No hay evidencia en PBB que indique que USAF estaba al tanto de esta solicitud.

La consulta de 1952 no vino de Rhodes, sino de Drew Pearson. El FBI y la USAF pueden no haber sentido la necesidad de extenderse a True Magazine o a Rhodes, pero Drew Pearson era otro asunto completamente distinto. La solicitud de Pearson llevaría dos años después al aparente retorno de los negativos de Rhodes (dos) y las impresiones (cuatro).

1952-06-04 FBI

«<Tachado – posiblemente alguien de la oficina de Pearson> afirma que el Dr. <tachado – Rhodes> le dijo a Pearson hoy que el FBI tomó prestados sus negativos de los discos voladores (sic) y cuando pidió su devolución, el FBI le dijo a Rhodes que los negativos no estaban disponibles».

Pearson quería saber si la historia que le relató Rhodes es cierta (y es cierta, ¿no es así?). El FBI, sin embargo, no se divierte ya que, según sus registros (informe de la entrevista de Brower) Rhodes «sabía muy bien» que el FBI los entregó a la USAF. El FBI de Phoenix parece sentir que, sin ser culpa suya, y debido enteramente a la intransigencia de Rhodes, han hecho que Drew Pearson les haga preguntas … sobre un problema que algunos de los que aún se encuentran en la oficina de Phoenix podrían no querer ver publicado. También está el tema de la amistad que se desmorona entre Hoover y Pearson en este momento (se conocían y habían colaborado, desde principios de los años 30). No sé si la oficina de Phoenix había escuchado los rumores. Tal vez alguna mezcla de estos explique que el comentario de «sabía muy bien». La oficina de Phoenix podría haber respondido simplemente: «Sí, no los tenemos disponibles. Fueron entregados a la Oficina de Inteligencia de Campo de Hamilton en 1947». Creo que es probable que Rhodes le haya dicho a Pearson que el FBI le había dicho que le habían dado las fotos a la Fuerza Aérea, pero esa no es razón para que Pearson (o quizás su protegido, Jack Anderson) no descubra lo que diría el FBI.

Las fechas de las dos solicitudes son dignas de mención. La solicitud de Rhodes en 1950 llega un año después del artículo de Sidney Shallet en el Saturday Evening Post, un año después del Memorando a la prensa de la USAF sobre Project Saucer, después de los artículos de Scully en Variety a finales de 1949, el artículo de Keyhoe en True Magazine, enero de 1950 The Flying Saucers Are Real, y un mes después del artículo del comandante Robert B. McLaughlin en la edición de marzo de True. La solicitud de Drew Pearson es apenas dos meses antes de los avistamientos en Washington DC.

En el verano de 1948, Rhodes tuvo un contacto significativo con el Proyecto Sign, lo supiera o no. Sabía que fue entrevistado por Wright Field – Loedding, Beam, McCoy y Clingerman – sobre sus fotografías, pero hay pocos indicios de que Sign les prestó mucha atención como fotografías, excepto Lewis Gust, que no era parte de Sign, sino de AMC. Aunque Loedding obtuvo la cámara que usó Rhodes, aparentemente no recopiló la información que debería tener (lo que Lewis Gust solicitó), y no hay preguntas en la entrevista o correspondencia sobre por qué el negativo que tenían era «cortado», y no pregunta si ha encontrado el segundo negativo todavía. Después de la correspondencia con respecto a Larmore en junio de 1948, no hay constancia de que la USAF haya estado en contacto con Rhodes hasta 1954, si, de hecho, la USAF le envió a Rhodes el paquete de los negativos y las impresiones que prepararon, y la «carta de disculpa».

¿Debería haber sido obvio para Rhodes que la USAF tuvo sus negativos? A menos que lo dijeran, podía asumir fácilmente que habían visto las fotos en el periódico. En cualquier caso, está claro que Rhodes entregó los negativos a la oficina del FBI en Phoenix el sábado 30 de agosto de 1947.

A diferencia del informe de Fugate, que se relaciona solo con el número de negativos, el FBI, el Pentágono y Hamilton Field se refieren a los «negativos» en todo el caso. El intermediario entre lo que Rhodes disparó y lo que Sign y AMC tuvieron fue el Agente Especial de CIC, George Fugate, quien presenta los detalles de un negativo y una impresión, pero excepto por este conjunto, nadie menciona una técnica de revelado deficiente o «corte» de negativo. Esta es la razón por la que hice la pregunta: ¿el CIC afectó las fotos?

http://www.foreshadower.net/Rendezvous%20In%20Phoenix.php

Cómo las afirmaciones paranoicas colonizan la cultura popular

Desde el control de la mente hasta el Truman Show: cómo las afirmaciones paranoicas colonizan la cultura popular

GREG

8 de octubre de 2018

Stranger Than Fiction de Mike Jay presenta 24 ensayos «explorando las zonas de crepúsculo de la historia, la cultura y la mente humana» (disponible en formatos de paperback y Kindle). La siguiente publicación es una muestra gratuita del libro.

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Los artículos de psiquiatría clínica rara vez son un gran revuelo para los medios de comunicación, pero quizás fue apropiado que una contribución al número de mayo de 2012 de Cognitive Psychiatry titulada The Truman Show Delusion: psychosis in the global village se convirtiera en una sensación global. Los autores Joel e Ian Gold presentaron una sorprendente serie de casos en los que las personas se habían convencido de que estaban siendo filmadas en secreto para un reality show. En un caso, el sujeto viajó a Nueva York, exigiendo ver al «director» de la película de su vida y deseando comprobar si el World Trade Center había sido destruido en la realidad o simplemente en la película que se estaba reuniendo para su beneficio. En otro, un periodista hospitalizado durante un episodio maníaco jugó junto con el personal médico, convencido de que el escenario del hospital se estaba falsificando y que recibiría un premio por cubrir la historia una vez que se revelara la verdad. Otro sujeto estaba trabajando genuinamente en una serie de televisión de realidad, pero llegó a creer que los miembros de su equipo lo estaban filmando en secreto, y esperaba constantemente el momento de This-Is-Your-Life en el que las cámaras se voltearían y revelarían que él era la verdadera estrella del espectáculo.

Pocos comentaristas pudieron resistirse a la idea de que estos casos, todos diagnosticados como esquizofrenia o trastorno bipolar y tratados con medicamentos antipsicóticos, eran en cierto sentido la punta del iceberg, exponiendo una patología en nuestra cultura en su conjunto. Fueron tomados como ejemplos extremos de un malestar moderno más amplio: una obsesión con las celebridades que nos convierten en estrellas narcisistas de nuestras propias vidas, o una cultura saturada de medios que distorsiona nuestro sentido de la realidad y difumina la línea entre la realidad y la ficción. Parecían ejemplos perfectos del zeitgeist: cuentos de precaución para una época en la que nuestra experiencia de la realidad se manicura y personaliza de manera sutil e insidiosa, y todo, desde nuestro correo no deseado hasta nuestras búsquedas en línea, nos alienta discretamente a suponer que somos el centro. del universo.

Pero la razón por la que el delirio de Truman Show parece increíblemente en sintonía con los tiempos es que las películas taquilleras de Hollywood ahora presentan regularmente narrativas que hasta hace poco estaban confinadas a las notas de casos de psiquiatras y la literatura clínica sobre psicosis paranoica. La cultura popular de hoy está llena de historias sobre la tecnología que observa y controla en secreto nuestros pensamientos, o en la que la realidad se simula con construcciones virtuales o memorias implantadas, y donde la verdad solo se puede vislumbrar en secuencias de sueños distorsionadas o en momentos de casualidad cuando la máscara se resbala. Tales creencias se usaban normalmente para marcar a los personajes ficticios como locos, la mayoría de las veces como maníacos homicidas; ahora es más probable que identifiquen a un protagonista que, como Truman Burbank de Jim Carrey, se ha topado con un secreto cuidadosamente orquestado del cual los que lo rodean son completamente inconscientes. Estas historias obviamente resuenan con nuestra modernidad saturada de tecnología, pero lo hacen adoptando una perspectiva radicalmente alienada que hasta hace poco era un sello de alejamiento de la realidad. ¿Sugiere esto que las tecnologías de los medios nos están haciendo a todos paranoicos? ¿O que los delirios paranoicos de repente tienen mucho más sentido del que solían tener?

the-truman-showJim Carrey en «˜The Truman Show»™

La primera persona en examinar la curiosa relación simbiótica entre las nuevas tecnologías y los síntomas de la psicosis fue Victor Tausk, uno de los primeros discípulos de Sigmund Freud, quien en 1919 publicó un artículo sobre un fenómeno que denominó «la máquina que influye». Tausk había notado que era común que los pacientes con el diagnóstico de esquizofrenia recientemente acuñado estuvieran convencidos de que sus mentes y cuerpos estaban siendo controlados por tecnologías avanzadas invisibles para todos menos para ellos. Estas «máquinas de influencia» se concibieron y se basaron a menudo en los nuevos dispositivos que estaban transformando la vida moderna. Los pacientes informaron que estaban recibiendo mensajes transmitidos por baterías ocultas, bobinas y aparatos eléctricos; Las voces en sus cabezas fueron transmitidas por formas avanzadas de teléfono o fonógrafo, y alucinaciones visuales por la operación encubierta de «una linterna mágica o cinematógrafo». El estudio de caso más detallado de Tausk fue el de una paciente llamada «Natalija A.», que creía que sus pensamientos estaban siendo controlados y su cuerpo manipulado por un aparato eléctrico operado en secreto por médicos en Berlín. El dispositivo tenía la forma de su propio cuerpo, su estómago, una tapa forrada de terciopelo que podía abrirse para revelar las baterías correspondientes a sus órganos internos.

Aunque estas creencias eran tremendamente delirantes, Tausk detectó un método en su locura: un reflejo de los sueños y las pesadillas de un mundo en rápida evolución. Las dinamos eléctricas inundaban las ciudades de Europa con energía y luz, y sus redes de ramificaciones hacían eco de las estructuras de filigrana observadas en las diapositivas de laboratorio del sistema nervioso humano. Los mundos invisibles y los misteriosos poderes de los rayos X y la radio fueron discutidos con entusiasmo en revistas científicas populares, extrapolados en series de ficción en pulpa y afirmados por los espiritistas como la evidencia más reciente del «otro lado». Pero toda esta novedad no era, en opinión de Tausk, crear nuevas formas de enfermedad mental; más bien, estos descubrimientos proporcionaron a sus pacientes un nuevo lenguaje para describir su condición. En el núcleo de la esquizofrenia, argumentaba, había una «pérdida de límites del ego» que hacía imposible que los sujetos impongan su voluntad en la realidad, o formaran una idea coherente del yo. Sin una voluntad propia, les parecía que los pensamientos y las palabras de los demás estaban siendo forzados en sus cabezas y salían de sus bocas, y sus cuerpos eran títeres, sometidos a torturas o dispuestos en posturas misteriosas. Estas experiencias no tenían ningún sentido racional, pero quienes las sufrieron estaban, como todos los demás, sujetos a lo que Tausk llamó «la necesidad de causalidad inherente en el hombre». Se sentían a merced de fuerzas externas malignas, y sus mentes inconscientes formaron una explicación del material a la mano, a menudo con sorprendente ingenio. Incapaces de imponer un significado al mundo, se convirtieron en recipientes vacíos para las nociones que giraban a su alrededor. A principios del siglo XX, muchos se vieron atrapados por la convicción de que algún operador oculto los atormentaba con tecnología avanzada.

La teoría de Tausk fue radical en su implicación de que las expresiones de la psicosis no eran aleatorias al azar, sino un bricolaje ingeniosamente ensamblado de memes culturales. A lo largo de la historia hasta este punto, el marco explicativo de tales experiencias había sido esencialmente religioso: eran vistos como posesión por espíritus malignos, visitas divinas, brujería o trampas del diablo. En la era moderna, estas creencias seguían siendo comunes, pero ahora había explicaciones alternativas disponibles. Las alucinaciones experimentadas por los pacientes psicóticos, observó Tausk, no son típicamente objetos tridimensionales sino proyecciones «vistas en un solo plano, en paredes o ventanas». La nueva tecnología del cine replicó esta sensación con precisión y fue en muchos aspectos una explicación racional de ella: «no revela ningún error de juicio más allá del hecho de su no existencia».

En su comprensión instintiva de los poderes y amenazas implícitos de la tecnología, las máquinas de influencia pueden ser convincentemente futuristas e incluso asombrosamente proféticas. El primer caso registrado, desde 1810, fue un recluso de Bedlam llamado James Tilly Matthews, quien dibujó exquisitos dibujos técnicos de la máquina que controlaba su mente. El «Air Loom», como él lo llamó, usó la avanzada ciencia de su época (gases artificiales y rayos mesméricos) para dirigir corrientes invisibles a su cerebro, donde se había implantado un imán para recibirlos. El mundo de Matthews de haces y corrientes cargadas eléctricamente, pura locura para sus contemporáneos, ahora es parte de nuestro mobiliario cultural. Una rápida búsqueda en Internet revela docenas de comunidades en línea dedicadas a analizar los implantes magnéticos cerebrales, tanto reales como imaginarios.

Air-Loom-Original-Illustration-2Ilustración del telar aéreo de James Tilly Matthew

La interpretación de Joel e Ian Gold sobre el delirio de Truman Show es similar: puede parecer un fenómeno nuevo que surgió en respuesta a nuestra cultura hipermoderna de los medios, pero de hecho es una condición familiar dado un cambio de imagen moderno. Hacen una distinción entre el contenido de los delirios, que es espectacularmente variado e imaginativo, y las formas básicas del engaño, que caracterizan como «tanto universales como bastante pequeñas en número». Los delirios persecutorios, por ejemplo, se pueden encontrar a lo largo de la historia y en todas las culturas; pero dentro de esta categoría es más probable que un nómada del desierto crea que un djinn lo está enterrando vivo en la arena, y un estadounidense de zonas urbanas en que se le ha implantado un microchip y está siendo monitoreado por la CIA. «Para una enfermedad que a menudo se caracteriza como una ruptura con la realidad», observan, «la psicosis se mantiene notablemente actualizada». En lugar de estar alejados de la cultura que los rodea, los sujetos psicóticos pueden verse consumidos por ella: incapaces de establecer los límites del yo, están a merced de su mayor sensibilidad a las amenazas sociales.

En esta interpretación, el Show de Truman es una expresión contemporánea de una forma común de ilusión: la grandiosa. Aquellos que experimentan el inicio de la psicosis a menudo se convencen de que el mundo ha experimentado un cambio sutil, y se les ha colocado en el centro de un drama de proporciones universales. Todo está repentinamente lleno de significado, cada pequeño detalle cargado de significado personal. La gente que te rodea a menudo es cómplice: desempeña roles asignados previamente, te prueba o te prepara para un momento inminente de revelación. Esta experiencia ha sido típicamente interpretada como una visita divina, una transformación mágica o una iniciación en un nivel más alto de realidad; pero es fácil imaginar que hoy, si descendiera sobre nosotros sin previo aviso, podríamos formular la hipótesis de que se trataba de un artilugio de la televisión o de las redes sociales: que, por alguna razón deliberadamente oculta, la atención del mundo se había centrado repentinamente en nosotros, y un público invisible miraba con fascinación para ver cómo responderíamos. El engaño de Truman Show, entonces, no implica que la realidad televisiva sea una causa o un síntoma de enfermedad mental; podría ser simplemente que la presencia generalizada de la realidad televisiva en nuestra cultura ofrece una explicación plausible para sensaciones y eventos que de otra manera serían inexplicables.

Aunque la formación de delirios es inconsciente y, a menudo, es una respuesta a un trauma profundo, la necesidad de construir escenarios plausibles le da muchos puntos en común con el proceso de escribir ficción. En raras ocasiones los dos se superponen. En 1953, Evelyn Waugh sufrió un episodio psicótico durante el cual fue perseguido por un elenco de voces incorpóreas que discutían sus defectos de personalidad y difundían rumores maliciosos sobre él. Se convenció de que estaban siendo orquestados por los productores de una reciente entrevista de radio de la BBC cuyas preguntas había encontrado impertinentes; explicó su capacidad para seguirlo dondequiera que iba invocando alguna tecnología oculta en la línea de una «˜caja negra»™ radiónica, el entusiasmo de uno de sus vecinos. Sus delirios se volvieron cada vez más floridos, pero, como Waugh lo describió más adelante, «no era en absoluto como perder la razón … Estuve racionalizando todo el tiempo, simplemente fue la razón por la que trabajamos duro en las premisas equivocadas». Su brillante novela cómica basada en la experiencia, The Ordeal of Gilbert Pinfold, fue desnuda de carácter autobiográfico: su protagonista es un autor pomposo pero quebradizo de la mediana edad cuya paranoia sobre el mundo moderno se nutre de un régimen creciente de licores y sedantes hasta que estalla en plena manía de persecución (un compañero familiar para Waugh, quien lo abrevió discretamente con «pm» en cartas a su esposa). Aunque la novela suaviza los límites de las extrañas asociaciones de Waugh y hace un guiño a sabiendas de la situación surrealista de Pinfold, la ficcionalización forma un continuo con la narrativa que surgió durante la psicosis: incluso para sus amigos íntimos, era imposible decir exactamente dónde terminaron la primera y comenzaba la segunda.

En el momento en que Waugh publicó Gilbert Pinfold en 1957, los relatos de paranoia y psicosis comenzaban a sangrar de la psiquiatría a la cultura popular. Memorias en primera persona de enfermedades mentales aparecían como libros de bolsillo en el mercado masivo: los pseudónimos Operators and Things: revelations of a schizophrenic de Barbara O’Brien (1958), que contaba la extraordinaria historia de una mujer perseguida en Estados Unidos en autobuses de Greyhound. La pandilla de «operadores» con un «estroboscopio» que controla la mente, fue presentada y empaquetada como un thriller de ciencia ficción. A la inversa, los thrillers incorporaban argumentos que asumían la realidad de las tecnologías de control mental. The Manchurian Candidate, de Richard Condon, que se convirtió en un éxito de ventas en su publicación en 1959, se basó en la premisa de que un sujeto hipnotizado podría programarse para responder inconscientemente a señales preestablecidas: en el memorable y (con retrospectiva) clímax de la novela inquietantemente presciente, un agente involuntario se activa para asesinar al presidente de los Estados Unidos. La sátira inexpresiva de Condon fue informada por inquietudes de la Guerra Fría sobre el lavado de cerebro y la infiltración comunista, pero también por recientes exposiciones populares de técnicas «subliminales» de publicidad, como The Hidden Persuaders (1958) de Vance Packard. Fue lanzado de manera experta en el disputado territorio de las artes negras de la psicología: un cuento paranoico de tiempos paranoicos, que aún informa a un próspero inframundo de teorías de conspiración dirigidas por Internet.

La aparición de la máquina de influencia en la ficción moderna se puede rastrear más claramente a través de la carrera y la vida después de la vida de Philip K. Dick, quien combinó la profesión de prolífico novelista con una intensa fascinación hipocondríaca con trastornos psicóticos. Se diagnosticó a sí mismo paranoico y esquizofrénico en varias ocasiones, e incluyó caracteres esquizofrénicos en su ficción; muchas de sus novelas y cuentos tienen un parentesco más cercano con las memorias de enfermedades mentales que con los relatos de robots y naves espaciales de sus contemporáneos de ciencia ficción. Juegan inquietas iteraciones de la idea de que la realidad de consenso es de hecho la construcción de alguna forma de máquina de influencia: una simulación diseñada para probar nuestro comportamiento, un conjunto de recuerdos generados artificialmente para mantenernos en nuestras rutinas diarias, una fantasía de consumidor vendida a nosotros por corporaciones hambrientas de poder o complacientes proporcionados por extraterrestres que leen mentes En el mismo año que The Manchurian Candidate, publicó Time Out Of Joint, del cual The Truman Show es un descendiente directo. Su protagonista Ragle Gumm habita en un mundo suburbano insípido, que gradualmente se revela como una simulación militar cuyo único propósito es mantenerlo jugando felizmente en lo que él cree que es un rompecabezas del acorazado en el periódico, mientras que en realidad sus soluciones son dirigir ataques de misiles en una guerra. De lo cual se le ignora.

A lo largo de su vida, Dick siguió siendo un autor de culto, con una base de fans devota pero limitada que apreciaba su trabajo por su rareza intransigente y nunca imaginó que podría ser asimilado a la corriente principal popular. De hecho, después de una serie de episodios visionarios en 1974 que elaboró en una compleja teología personal, su trabajo se volvió aún más hermético y menos accesible incluso para sus lectores de ciencia ficción. Murió justo cuando su novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? se estaba adaptando en el Blade Runner de Ridley Scott, su historia fue pedaleada suavemente por un estudio que creía que las audiencias serían alienadas por la sugerencia de que su protagonista era él mismo un androide. Las posteriores adaptaciones cinematográficas de su trabajo, como el Total Recall de 1990, también redujeron los cambios radicales de realidad de su material original, limitándolos a la configuración inicial antes de establecerse en un acto final de acción sin complicaciones.

Sin embargo, en 1999, The Matrix alcanzó el éxito de taquilla con un guion que presentaba una máquina de influencia Dickian clásica en forma rígida y sin diluir. Un curioso hacker solitario tropieza con el último secreto: el llamado «mundo real» es de hecho una simulación, que oculta una realidad en la que toda la humanidad ha sido esclavizada y cosechada por las máquinas durante siglos. Respaldado por una serie de diálogos que exploran las preguntas existenciales planteadas por este escenario, esto fue precisamente lo que los ejecutivos de Hollywood habían asumido que las audiencias odiaban: los cineastas jugaban inteligentemente con su público, tiraban de la alfombra narrativa e incluso jugaban con la cuarta pared del drama – pero fue un éxito sensacional, que resonó mucho más allá del múltiplex y en la cultura más amplia que ahora alberga Internet.

red-pillComo William Goldman observó de las películas, nadie sabe nada, y puede ser que una metaficción igualmente audaz pudiera haber tenido éxito años antes. Pero parece más probable que el momento cultural de The Matrix reflejara la ubicuidad que los medios interactivos y digitales habían alcanzado a fines del siglo veinte. Este fue el punto en el que la sociedad interconectada alcanzó una masa crítica: las ideas futuristas que una década antes había sido preservada por una vanguardia que leyó las novelas del ciberespacio de William Gibson o siguieron las especulaciones de Mondo 2000 se habían convertido en parte de la textura de la vida cotidiana para una generación global y digital. La lógica de los pretzels que limitaba el atractivo de Philip K. Dick a las franjas de culto de una generación anterior ahora era accesible a una audiencia masiva con un apetito por alegres retorcidas que disolvían los límites entre lo virtual y lo real.

Cuando James Tilly Matthews dibujó los rayos invisibles del Air Loom en su celda Bedlam, estaba describiendo un mundo que solo existía en su cabeza. Pero su mundo es ahora nuestro: ya no podemos contar los rayos invisibles, los rayos y las señales que pasan por nuestro cuerpo en cualquier momento. Victor Tausk argumentó que la máquina de influencia surge en última instancia de una confusión entre el mundo exterior y los eventos mentales privados, que se resuelve insertando una causa externa para dar sentido a los pensamientos, los sueños y las alucinaciones. Pero la palabra moderna de televisión y computadoras, lo virtual y lo interactivo, difumina las distinciones tradicionales entre percepción y realidad, fusionando constantemente lo que realmente hemos experimentado con lo que solo hemos observado. Cuando vemos eventos deportivos en vivo en pantallas públicas gigantes o seguimos noticias de última hora en nuestras salas de estar, solo recibimos imágenes parpadeantes, pero nuestros corazones laten en sincronía con millones de personas invisibles. Realizamos Skype con facsímiles bidimensionales de nuestros amigos y modelamos versiones idealizadas de nosotros mismos para nuestros perfiles sociales. Los avatares y los alias nos permiten comunicarnos de manera íntima y anónima al mismo tiempo; Los juegos multijugador y los mundos en línea nos permiten crear realidades personalizadas tan completas como The Truman Show. Las noticias, las filtraciones y las revelaciones continuamente socavan nuestras suposiciones acerca de lo que estamos revelando y a quién, hasta qué punto se monitorean nuestras acciones y se transmiten nuestros pensamientos. Manipulamos nuestras identidades y somos manipulados por otros desconocidos; No podemos distinguir con fiabilidad lo real de lo falso, o lo privado de lo público.

En el siglo veintiuno, la máquina de influencia se ha escapado de las salas cerradas del hospital psiquiátrico para convertirse en un mito distintivo para nuestros tiempos. Es convincente no porque todos nos hayamos convertido en esquizofrénicos, sino porque la realidad se ha convertido en una escala de grises entre el mundo externo y nuestra imaginación: mediada en parte por tecnologías que la fabrican y en parte por nuestras propias mentes, cuyas rutinas de reconocimiento de patrones funcionan constantemente entre bambalinas para ensamblar el cine privado de nuestra conciencia. Los mitos clásicos de la metamorfosis exploraron los límites entre la humanidad y la naturaleza y nuestra relación con los animales y los dioses. Estas tecnologías fantásticas que alguna vez fueron el sello distintivo de la locura se han convertido en nuestros mitos modernos, permitiéndonos articular las posibilidades, amenazas y límites de las herramientas que están extendiendo nuestras mentes hacia dimensiones desconocidas.

https://www.dailygrail.com/2018/10/from-mind-control-to-the-truman-show-how-paranoid-delusions-colonized-popular-culture/

¿Dónde se han ido todos los ovnis? Culpe a las películas

¿Dónde se han ido todos los ovnis? Culpe a las películas

Por Peter Howell

27 de septiembre de 2018

Los avistamientos de objetos voladores no identificados han disminuido en todo el mundo. Esta noticia, informada la semana pasada por el diario The Guardian, debería alarmar y entristecer a cualquiera que alguna vez haya mirado maravillado el cielo.

Dos sitios web importantes para informes de ovnis, el National UFO Reporting Center y la Mutual UFO Network, han registrado una fuerte caída en los avistamientos globales. El declive comenzó en 2014, un año pico para los ovnis, y para el año pasado el número total de avistamientos había alcanzado solo el 55% del total de 2014.

The Guardian cita a varios académicos sobre por qué está sucediendo esto, con varias teorías avanzadas. Pero el autor de la pieza, Philip Jaekl, informa sobre la impactante verdad que puede haber que «a más personas no les importa más» los ovnis.

«Dado que estamos acostumbrados a estar inundados de reclamaciones salvajes producidas por políticos, medios de comunicación y anunciantes, el próximo informe de un ovni no se cree más que el pronóstico meteorológico a largo plazo», escribe.

Si los ovnis realmente van por el camino del pájaro dodo, culpe a las películas.

Los cohetes en las pantallas de ciencia ficción hoy en día son simplemente aburridos, ya sea que sean pilotados por terrícolas o alienígenas espaciales. Estas creaciones de creadores de modelos y magos de efectos especiales no logran despertar la vista y la mente, y de ahí la imaginación que nos llevaría a ver cosas extrañas y maravillosas en el cielo.

Considere los vehículos interestelares de los invasores con cara de insecto en The Predator, actualmente en los cines. Se parecen a los controladores de juegos voladores de Xbox, apenas algo para acelerar el pulso, a menos que seas un jugador de 12 años.

La desgarbada nave extraterrestre en Alien: Covenant del año pasado se parecía a un camarón volador gigante. Fue construido por una raza llamada los Ingenieros, que ciertamente no eran artistas. La nave espacial humana en la película no era más bonita, solo cajas voladoras con artefactos sobresalientes.

No me hagas comenzar con las naves espaciales de Solo: A Star Wars Story, la escasa entrega de la telenovela intergaláctica de este año. Es herético decir, lo sé, pero no soy un gran fanático del Millennium Falcon de Han Solo, que parece que fue construido a partir de Lego, y en realidad hay una versión de Lego. Cualquier apego que tenga al Halcón Milenario es completamente nostálgico, no estético.

¿Recuerdas cuando humanos y alienígenas solían enorgullecerse del diseño de sus naves espaciales?

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Estoy pensando en el platillo volador en The Day the Earth Stood Still, el clásico de 1951. Tenía el ovni arquetípico: una elegante máquina plateada de curvas esculpidas, construida para inspirar asombro dondequiera que volaba, y no solo porque era de otro planeta.

El platillo fue emparejado con un robot asesino, un gigante llamado Gort que estaba tan bellamente diseñado (no había ni un rayo ni un remache para ver) que casi podría olvidar que vino aquí para matarnos a todos.

Gort era casi tan genial como el Maschinenmensch, la robot femenina en la Metrópolis épica de ciencia ficción de Fritz Lang, en 1927, que, no de forma tan incidental, inspiró el diseño de C-3PO en la franquicia Star Wars.

Lang también tenía un gran gusto en el diseño de naves espaciales. Echa un viztazo a su hermoso cohete a la luna en Frau im Mond (Mujer en la Luna), su melodrama de ciencia ficción de 1929. Esta película muda ofreció una visión notablemente presciente de cómo funcionaría una misión lunar real, incluida la idea de múltiples etapas de cohetes.

Una gran parte de la culpa de la caída en el buen diseño de cohetes es que la realidad se encontró con la fantasía de los escritores y cineastas de ciencia ficción. No hay atmósfera en el espacio profundo, por lo que no tienes que preocuparte por la fricción. Puedes hacer naves espaciales tan grumosas y deformes como desees, y muchos diseñadores de ciencia ficción han tomado en serio este hecho científico.

El Módulo Lunar (LM) usado para las misiones Apolo era un verdadero patito feo. En términos mecánicos, fue elaborado como un cristal Swarovski; en términos físicos, era tan poco atractivo como un cobertizo de jardín de hojalata.

La compañía Volkswagen tomó nota de este hecho en un anuncio de 1969 que se publicó después del aterrizaje lunar del Apolo 11 de ese año: «Es feo, pero te lleva allí», decía la línea de anuncios, comparando el LM con el escarabajo utilitario de Volkswagen, que en realidad es un vehículo diseñado.

Pero Stanley Kubrick no dejó que la realidad se interpusiera en un gran diseño cuando describió una visita lunar en 2001: Una Odisea del Espacio, que salió un año antes del Apolo 11. El vehículo lunar Aries en la película es similar al LM de Apolo. Excepto que es una esfera preciosa que se niega a poner la utilidad por delante de la belleza.

Kubrick creía en los ovnis. Cuando miraba al cielo, como todos nosotros, esperaba ver máquinas maravillosas, no montones de chatarra volando. De lo contrario, ¿qué sentido tiene incluso mirar hacia arriba?

https://www.thestar.com/entertainment/movies/opinion/2018/09/27/where-have-all-the-ufos-gone-blame-the-movies.html

¿Qué hay detrás del declive en los avistamientos de ovnis?

¿Qué hay detrás del declive en los avistamientos de ovnis?

En una época de afirmaciones descabelladas producidas por políticos, medios de comunicación y anunciantes, tal vez a las personas ya no les importe mucho.

Philip Jaekl

25 de septiembre de 2018

Este mes, los dos principales sitios en línea para informar de ovnis, el National UFO Reporting Center y la Mutual UFO Network, documentaron fuertes caídas en avistamientos en todo el mundo. Las disminuciones comenzaron alrededor de 2014, cuando los informes estaban en su punto máximo. Desde entonces, se han reducido drásticamente al 55% del total combinado de ese año, muchos grupos de interés ovni se han retirado, y se han divulgado numerosos documentos gubernamentales previamente clasificados.

¿Estas disminuciones revelan que el interés ovni se está convirtiendo en un problema en el radar cultural humano? Quizás el ovni y el saber extraterrestre parezcan más un reflejo de la cultura humana, vinculado a la era espacial, motivado por la conquista de nuevas fronteras existenciales.

Puede que no sea una coincidencia que el término ovni (objeto volador no identificado) y algunos de los fenómenos que lo rodean (abducciones y tecnologías imposibles) sean relativamente recientes. Antes de la década de 1940, los informes de avistamientos de objetos en el cielo eran extremadamente raros. Siglos de la historia registrada no dan una indicación clara de tal actividad. Luego, en la madrugada de la era espacial, en la época de la conspiración de Roswell, nació la cultura ovni, dando lugar a todo, desde Space Invaders a The X-Files.

Las posibles respuestas sobre por qué disminuyen los avistamientos son variadas. Un factor clave, sin embargo, puede ser que a más personas simplemente no les importe más. Ya que estamos acostumbrados a estar inundados de salvajes reclamos generados por políticos, medios de comunicación y anunciantes, el próximo informe de un ovni no se cree más que el pronóstico meteorológico a largo plazo.

Antes del video casero, las fotografías eran el elemento básico de la evidencia ovni. La evidencia de video, durante el apogeo de la manía ovni de la década de 1990, fue considerada por muchos como aún más sustancial. Imágenes amateurs de objetos brillantes en el cielo, tan misteriosos como parecían reales, aparecieron en la televisión: estaban destinados a ser tomados en serio y alimentaban a un público hambriento de asombro, ayudado por una buena dosis de teorías de conspiración.

Según el historiador cultural Stuart Walton, «la creencia en los ovnis está definitivamente en un estado de declive, junto con muchas otras cosas que podrían clasificarse como paranormales. Parte de la razón es que la tecnología para proporcionar evidencia documental de tales asuntos ahora está ampliamente disponible para todas las personas con un teléfono inteligente, y tal evidencia presunta como la que hay en YouTube parece extremadamente inverosímil«.

Él agrega: «No es tanto que la creencia pueda existir sin pruebas; es que debe evitar enfáticamente la prueba para seguir siendo creencia. Estamos en el proceso, paradójicamente, de demostrar una hipótesis negativa con los ovnis: nunca hubo tal cosa».

De hecho, la indiscutible evidencia de vida inteligente que llega a la Tierra podría ser la mejor noticia de todos los tiempos. Sin embargo, después de miles de informes anecdóticos, de fotos y de videos que se han acumulado durante décadas, ¿qué vamos a concluir? Con el mayor equilibrio de escepticismo y «querer creer», todo lo que se puede afirmar con confianza es que algunos objetos, que aparecen en el cielo en la película o el video, parecen no identificables.

Además, la divulgación por parte del gobierno de sus sus propias imágenes de video no ayuda a mantener la creencia. Joseph Baker, profesor de sociología en la Universidad Estatal de Tennessee, dice: «En realidad, es mejor para los ovnis cuando los ufólogos pueden afirmar que «˜los poderes que lo saben todo y nos lo están ocultando»™ en lugar de ver que el gobierno parece tener básicamente la misma información acerca de los ovnis como público, es decir, evidencia visual granulosa e inconclusa».

Quizás, sin embargo, las disminuciones en los avistamientos informados pueden significar solo un fin de las tendencias actuales en ufología. Después de todo, desde la década de 1940, los alienígenas fueron originalmente caracterizados como salvadores que podían ayudar a los humanos a trascender la paranoia de la guerra fría de la aniquilación nuclear; especialmente marcado en el momento, después de dos guerras mundiales. Pero después de eventos como Watergate y la guerra de Vietnam, la desconfianza en el gobierno aumentó, los ovnis fueron considerados más como una posible amenaza, y algunos llegaron a creer que su existencia se verificó en documentos militares secretos.

Sharon Hill, investigadora de lo paranormal y la pseudociencia, dice: «Las ideas sobre ovnis y extraterrestres continúan evolucionando a medida que proyectamos nuestras ideas sociales y culturales en ellos. Dado que no tenemos una explicación sencilla para todas estas afirmaciones con respecto a la disminución de los avistamientos, la visión futura de la ufología parece bastante abierta. No creo que esté muerto, solo está cambiando».

https://www.theguardian.com/world/2018/sep/21/what-is-behind-the-decline-in-ufo-sightings