La Invasión Británica. El día que aterrizaron los platos voladores en Inglaterra. Prólogo

PRÓLOGO

PortadaEl libro, La Invasión Británica. El día que aterrizaron los platos voladores en Inglaterra, que forma parte de la colección de la Biblioteca Marcianitos Verdes, es una investigación con minuciosa recopilación testimonial de Luis Ruiz Noguez, escéptico destacado que a través de sus publicaciones mantiene un juicio racional al momento de interpretar el fenómeno OVNI.

Una de las virtudes de este escrito es dar cuenta de sucesos pretendidamente relacionados con visitantes de otros mundos en regiones específicas y acotadas de Gran Bretaña, de esta manera el autor proporciona un seguimiento constante de casos que nos transporta incluso a percibir la cotidianeidad de los acontecimientos.

La primera parte del libro, con una escritura que atrapa por su claridad en la construcción del relato, Luis Ruiz Noguez presenta los sucesos relacionados con «La Cosa» o The Thing, y nos muestra cómo, a partir de la década de 1960, crece progresivamente la creencia en la presencia de naves de otros mundos sobre la localidad Warminster y sus alrededores (como la ciudad de Salisbury) al sudoeste de Inglaterra. El autor transcribe los testimonios de manera pertinente, los deja hablar por sí mismos y posteriormente genera interpretaciones plausibles sobre las causas tentativas con un corte mundano no menos interesante, además de poner en la mesa las contradicciones internas entre algunos testigos.

Las peculiaridades del capítulo inicial son también fuente para interpretaciones culturales y sociológicas que acompañan a toda expresión humana, y los testimonios o supuestas experiencias con lo desconocido no exentan el cariz de estos dominios. A pesar de que hay patrones reconocibles en lo que se afirma en todo el mundo sobre naves espaciales de otras inteligencias o sus tripulantes, lo local se pone en evidencia.

Con base en lo anterior podemos pensar el fenómeno de «La Cosa», en sus rasgos genuinos. Mientras que parece común ordenar los avistamientos de ovnis a partir de sus propiedades luminosas, forma material o efectos electromagnéticos la premisa de lo percibido por los habitantes de Warminster es la presencia de sonidos extraños que alteran la parsimonia de la localidad. ¿Qué expresan los sonidos? En los últimos años se volvieron frecuentes las grabaciones de las «trompetas del apocalipsis» con las cuales internautas hacen conjeturas sobre posibles mensajes ocultos respecto al fin de nuestra especie por castigo divino, mostrando que nuestras sociedades aparentemente «visuales por antonomasia» no han dejado los vestigios de la fabulación de la audición, así, no es de extrañar que las psicofonías y otros fenómenos paranormales relacionados con el oído (humano y con aparatos de grabación) continúan vigentes. Incluso podemos pensar en que fue una sociedad auditiva la que dio uno de los casos más tristemente emblemáticos de la cultura OVNI: la transmisión de la lectura de fragmentos de la obra de H.G. Wells La Guerra de los mundos hecha por Orson Wells en octubre de 1938 que devino en un caos colectivo. Podríamos continuar así hasta ejemplos de la importancia de lo audible en las creencias paranormales que nos remontarían antropológicamente a mitos en donde espectros y otras entidades emiten sonidos, que de ser lejanos advierten la cercanía de la entidad en cuestión respecto del sujeto que les percibe.

Los habitantes de Warminster y sus vecinos empezaron a escuchar ruidos extravagantes desde 1930 con un punto álgido tres décadas posteriores, justo ese fue el periodo en el cual su entorno agrícola y rodeado de talleres comenzó a hospedar guarniciones militares, los cuarteles no fueron efímeros puesto que adquirieron un estatus de permanente. Si bien, los sonidos convertidos posteriormente en luces y naves con forma de cigarro, se pueden explicar en gran medida por ejecución de maniobras militares en bases cercanas, no hay que olvidar tampoco los resabios culturales de la transición entre la Segunda Guerra Mundial y el periodo de la Guerra Fría que marcaron un antes y un después en las muestras de la capacidad armamentista.

Lo que oyen y ven los habitantes de Warminster tiene una pluralidad de explicaciones (físicas), interpretaciones y si nos apegamos a la Historia Cultural, inclusive podemos observar también una multiplicidad de representaciones. Historiadores británicos como Eric Hobsbawm pusieron de manifiesto que a finales del siglo XIX Inglaterra, a pesar de ser el imperio más poderoso en términos económicos y comerciales, dejó de ser cuna de la innovación tecnológica que le caracterizó anteriormente cediendo el paso a otras naciones en ese campo como Estados Unidos de América o Alemania. En algunos testimonios rescatados por Luis Ruiz Noguez, intérpretes humanistas de la cultura incluso podría encontrar ecos de esas glorias lejanas de Inglaterra cuando los sonidos emitidos por «La Cosa» remiten a los testigos a la idea de latas o engranes funcionando como un mecanismo en donde hay «enormes tuercas y tornillos», muy similares a las representaciones de la maquinaria que dio a Inglaterra la maternidad de la Primera Revolución Industrial. En contraste, otros testigos en 1967 mencionaban que los sonidos de las naves visitantes externaban vibraciones que alteraban la atmósfera violentamente y emitían ondas de choque, una visión que se parece más a los efectos colaterales de una bomba nuclear; respecto a esto no hay que dejar de lado los estragos en la opinión pública que desde 1955 se gestaron a partir del debate gubernamental en donde los seguidores de Aneurin Bevan (del Partido Laborista) se opusieron a la construcción de la fabricación de la bomba de hidrógeno en Inglaterra.

Algunos aspectos más que trabajó el autor en esa sección fueron los análisis de fotografías de ovnis que resultan ser trucadas y otras estratagemas para poner en duda el raciocinio colectivo como el caso Simpson. No se escapan a Luis Ruiz Noguez las interpretaciones exageradas dadas por investigadores de la ufología inglesa que incluso aseguraron haber contactado a los alienígenas autores de «La Cosa», tampoco el autor soslaya los supuestos avistamientos de extraterrestres en los caminos de la población de Warminster, algunos de estos casos guardan semejanza con las apariciones de los autoestopistas fantasmas que el folklorista Jan Harold Brunvand ha trabajado.

La segunda parte del libro, «La Oleada Británica de 1967» nos lleva un fenómeno de gran amplitud, pero escasamente rescatado en donde se atestiguaron no solo ovnis sino también encuentros cercanos del tercer tipo de manera masiva. Sin embargo, el autor dará una explicación, que no desvelaremos aquí, de cuál fue el origen verdadero y bastante peculiar que desató el pánico de la invasión extraterrestre en septiembre de 1967.

En esta sección los casos pasan del testimonio particular de las personas a un entramado de mayores dimensiones en donde incluso el gobierno inglés se verá involucrado de manera más directa puesto que hay archivos desclasificados que muestran indagaciones del Ministerio de Defensa (MoD) respecto a los avistamientos e incidentes de las presuntas naves alienígenas, específicamente en los alrededores de Wiltshire, condado en donde se encuentran los restos arqueológicos de Stonenhenge.

Algunos de los avistamientos de la oleada ovni rescatados por el autor en esta sección difieren drásticamente de los estruendosos fenómenos de Warminster, por ejemplo, hay pequeñas naves de colores vívidos que intentan pasar desapercibidas e inclusive que no emiten sonido alguno. Parte de los informes hablan de restos de naves que cayeron en distintas secciones de la región (inclusive en un campo de golf), éstas eran pequeñas parecidas a huevos, con diseños menos pretensiosos y que parecían haber estado coordinadas para actuar de manera cautelosa para vigilar a los ingleses desde los cielos de su país.

Al llegar a este punto uno puede preguntarse por las proyecciones respecto a los tipos de invasiones que los seres del espacio pretenden realizar a nuestro planeta. Podemos pensar por un lado en La Guerra de los Mundos, publicada en 1898 por H.G. Wells. En esta obra, donde por cierto primeramente se denomina «La Cosa» a una de las naves marcianas, se refleja una percepción de conflagración inmediata. Recordemos que la Primera Guerra Mundial no inicia incidentalmente en 1914, la Triple Alianza ya estaba formada para el año de 1882 y las tensiones entre naciones anunciadas, por lo tanto Wells percibe en cierto sentido el potencial conflicto y el tipo de combate que enuncia asemeja a una invasión frontal típica de los países imperialistas de su época a territorios que no puede responder de manera equivalente ante las tecnologías y armas del atacante.

Por otra parte, el contexto que atañe a la oleada inglesa de 1967 rescatada por Luis Ruiz Noguez es otro, como ya mencionamos, el de la Guerra Fría. Las implicaciones son bastas y difíciles de capturar en su totalidad pero se puede concluir que la representación de la invasión extraterrestre ya no es un ataque frontal como el de Wells, estamos en la época en la cual los extraterrestres se volvieron espías, así fue literalmente, se atestiguó en Roswell y no por nada las naves extraterrestres avistadas en Inglaterra durante 1967 agregaron a su diversidad a estas cápsulas o transportes compactos y silentes que al igual que Francis Gary Powers en 1960,realizaban vuelos espía pero no podían evitar ser derribados o caer accidentalmente.

Así como misterioso fue el Proyecto Manhattan respecto al público, así como desde 1946 nace la Big Science en donde se conjugaron ciencia, tecnología, y proyectos militares bajo la supervisión del Gobierno (no puede existir una bomba nuclear sin el Estado), los casos ovnis involucran desde 1947 la representación cultural de una trama de secretismo gubernamental en donde los militares no son ajenos pero también se pretende en este mito moderno toda una estructura burocrática de jerarquías, en donde un policía local que llega a ser testigo de los ovnis no tiene ningún poder frente a las agencias investigadoras o en su caso frente a los «hombres de negro» que aparentemente se hacen cargo del registro de las entidades alienígenas y sus tecnologías.

No me queda más que agradecer a Luis Ruiz Noguez por permitirme realizar este texto a partir de su investigación. Su libro abre las puertas tanto al público que se acerca recién al tema, pero también a aquellos ya empapados de la literatura ufológica que, aunque ya conozcan a Jacques Vallée quieran conocer a otros tantos involucrados en la indagación del fenómeno, puesto que aparecen actuantes e investigadores del acontecer ovni no tan conocidos como David Holton o Arthur Shuttlewood, investigadores peculiares del panorama ufológico inglés. Las fuentes manejadas por el autor son ricas, en razón de que abarcan documentos oficiales, hemerografía especializada y documentales que parecieran olvidados pero que son contemporáneos a los fenómenos.

Sin duda, con una excelente pluma, una indagación rigurosa además de metódica y con explicaciones que retoman la gran cantidad de factores involucrados en cada caso, este texto no sólo es para una lectura entretenida para las seguidoras y los seguidores del tema, es un escrito que invita a que más gente comience investigaciones pertinentes sobre el fenómeno ovni con calidad, un legado que Luis Ruiz Noguez sigue dejando como inspiración a muchos de nosotros que a pesar de corroborar las falacias que rodean al tema y de querer fomentar un pensamiento crítico, sentimos mucho cariño por aquellos marcianitos verdes que al hacernos voltear al cielo nos dicen tanto de nosotros mismos.

Andrés Moreno Nieto

El libro se puede comprar en:

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