Historia ilustrada de los ovnis

Historia ilustrada de los ovnis

HistoriaMarcianitosAdam Allsuch Boardman, Libros del Zorro Rojo, 2021, 126 páginas

Ahora que esta cosa de los ovnis vive un “revival”, al menos si hablamos del interés de las editoriales por publicar libros referidos al tema, es un buen momento para ver si se ha puesto a la venta algo que verdaderamente valga la pena meter a la biblioteca. Atendiendo a las buenas reseñas en Amazon y al concepto que se deja entrever desde la portada, darle un vistazo a este libro -traducido increíblemente rápido al español por Libros del Zorro Rojo, un año desde su publicación en inglés- no parecía una idea tan descabellada.

Y, sinceramente, no lo es. “Historia ilustrada de los ovnis” no es, desde luego, un libro para expertos en la materia. Tampoco para personas que tienen un conocimiento medianamente profundo sobre el enigma de los no identificados. Su ambición está más bien puesta en llegar a lectores poco familiarizados con el tema, poniendo especial énfasis en el diseño, con imágenes coloridas, bastante humor y textos breves, pero explicativos y directos.

Si bien el abordaje de los distintos tópicos que pretende presentar es superficial, difícilmente podemos pensar que el autor esperaba hacer otra cosa. La gracia de este libro es más visual que de contenido, y desde esa perspectiva es evidente que cumple cabalmente su fin. Sin embargo, también es verdad que si uno tiene la mala costumbre de leer mucho sobre estos “misterios” y se conoce ya de memoria los casos clásicos, difícilmente va a encontrar algo acá novedoso o sorprendente, más allá de -reitero- la luminosa puesta en escena. Porque eso sí vale la pena repetirlo: el contenido podrá ser pobre, pero el continente es una delicia.

Adam Allsuch Boardman es, de hecho, ilustrador. No se presenta como ufólogo (Dios lo libre de semejante despropósito) ni como una persona aficionada a estos problemas. Sin embargo, es notorio que se supo documentar. No lo vamos a culpar por dar una mirada demasiado centrada en Estados Unidos y Europa -regiones del mundo que creen tener el monopolio de las cosas interesantes que pasan en el planeta-, porque al fin y al cabo recurrió a obras que tienen por costumbre no preocuparse del resto del orbe. Pero sí vamos a reprocharle omitir la picaresca que domina buena parte del libro es algunos momentos en que esa mirada crítica se hacía imprescindible, como cuando habla de reptilianos, del rol de Bob Lazar o de una supuesta batalla entre grises y humanos que habría tenido lugar en 1976. Si bien estas cosas son ridículas por sí solas, extraña que la sorna sutil que se aplicó en otros momentos acá brille por su ausencia.

El libro se lee rápido y es interesante como propuesta estética. El autor tampoco se toma tan en serio el objeto de estudio, lo que en modo alguno debe leerse como una crítica. Al finalizar pide a los lectores que miren bien al cielo y, “por lo que más quieran, usen una cámara fotográfica que no sea un cacharro”. A mí, al menos, me parece un consejo del todo atendible, dada la paradoja de que nunca tuvimos tantas cámaras a la mano y hubo tan pocas fotos de ovnis listas para ser diseccionadas por los expertos. Lo que no es atendible, y no se puede dejar pasar sin un raspacacho, es la intromisión innecesaria que hizo algún vivaz de la editorial que tradujo el libro. En el apartado “Para leer más” se agregaron obras publicadas en España que son, cuando menos, intrascendentes (aunque seguramente de autores que son amigos de alguien en la editorial). También parece una metida de mano negra la aparición de Fernando Jiménez del Oso en el rincón de los “personajes relacionados con los ovnis”. Antonio Ribera era mucho más conocido a nivel internacional porque escribía en las revistas grandes del tema y se carteaba con los ufólogos importantes de los 60 y 70. Jiménez del Oso será una figura para los españoles, sobre todo para los que crecieron viendo sus programas de TV, pero dista de ser un personaje relevante a nivel mundial, y ponerlo junto a los Lorenzen, Vallée, Hynek o Philip Klass (¡!) es, por decir lo menos, un disparate. Y no hablemos ya de la presencia de Jaime Maussán en ese listado, algo que a todas luces solo podemos interpretar como un chiste más del autor.

En resumen, un buen libro para jóvenes y amantes de lo visual, que no sepan mucho del tema y que busquen un documento introductorio que los deje con hambre de algo más profundo.

Diego Zúñiga

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