Archivo de la categoría: Forteanismo

Zombi (Final)

OTRAS DROGAS TERRIBLES

La tetrodotoxina proviene del pez erizo cornudo (Diodon hystrix), también conocido como pez globo por su costumbre de hincharse cuando es molestado. Un pez erizo de 20 centímetros absorbe poco más de un litro de agua, al mismo tiempo que eleva sus espinas hasta convertirse en un cojín flotante lleno de pinchos.

Estos peces son afines a los Teiraodon, cuya carne y viseras son altamente tóxicas, como consecuencia de una singular neurotoxina: la tetrodotoxina, o simplemente TTX. Viven en la mayoría de los mares cálidos del mundo. En la Polinesia se les conoce como Maki-Maki, que significa «muerte mortal». El veneno se concentra en la piel, los órganos reproductores, el hígado y los intestinos.

La tetrodotoxina, cuya fórmula química es conocida desde 1965, posee una curiosa propiedad de la cual deriva un efecto especial: bloquea los canales submicroscópicos que permiten el paso de iones de sodio a través de la membrana de las células nerviosas y musculares. El bloqueo iónico imposibilita las actividades nerviosa y muscular. Así, se produce una parálisis de los músculos del organismo y una depresión del sistema nervioso.

Ahora bien, recordemos que las leyendas vudú afirman que hay que evitar proporcionar sal (cloruro de sodio) a los zombis, para que estos permanezcan en ese estado. Parece ser que esta leyenda también tiene un fundamento. Probablemente al aumentar la concentración de iones de sodio en el cuerpo de los zombis, al ingerir sal por descuido, se contrarrestan los efectos del bloqueo iónico de la tetrodotoxina.

La bufotenina, otra de las drogas encontradas por Davis, proviene del sapo Bufomarinus. Estos sapos tienen veneno en unas glándulas situadas detrás de los ojos, las glándulas Parótidas. El veneno contiene una serie de sustancias llamadas bufoteninas, bufotalinas y bufaginas. Algunas tienen el mismo efecto que la digitalia: disminuyen las pulsaciones del corazón y aumentan la presión sanguínea, lo que va acompañado de hinchazón y náuseas.


DATURA Y CURARE

Davis encontró que los bocors obligan a los zombis a comer una pasta hecha de Datura, una potente planta alucinógena del género de los herbáceos, de la familia de las solanáceas, que acumulan alcaloides en las hojas, raíces y semillas. Comprende dos especies importantes: Datura metel y Datura stramonio.

El Datura stramonio es originario de México y comprende unas veinte plantas, algunas de ellas muy ornamentales y cultivadas con frecuencia en los jardines. Son plantas de olor desagradable que alcanzan más de un metro de altura. Sus hojas son aovadas, delgadas y agudas. Las flores son blancas y tubulares, con cáliz tubuloso, y se alargan en su extremo formando cinco lóbulos algo radiados. Están sobre cortos cabillos. La corola es blanca y el fruto es una cápsula ovoide erizada de púas verdes. En su interior poseen cuatro cavidades en las que alojan numerosas semillas reniformes de color oscuro. En términos generales tienen forma de Dalia.

La Datura stramonio es conocida en Haití como «Pepino de los zombis». Nace en primavera, florece en verano hasta bien entrado el otoño y muere a principios del invierno. Su principal alcaloide es la daturina, aunque también tiene hiosciamina (Atropina) y escopolamina.

Davis continuó sus investigaciones en Sudamérica. En el Amazonas se dedicó a estudiar las plantas medicinales y brebajes utilizados por los nativos. Trabajó con más de una docena de tribus y encontró que el veneno más conocido era «“y sigue siendo- el Curare.

El Curare es una sustancia extraída de diversas especies del género Strychnos (Strychnos toxifera, Strychnos panamensis, etc.)

El Curare debe su acción al alcaloide D-tubocurarina, que produce bloqueo del impulso nervioso a nivel de placa motora; ello trae como consecuencia una parálisis muscular, que afecta primero a los músculos de la cara, proporcionándole a la víctima un aspecto de idiota, y en el último término a los músculos respiratorios. Dicha acción es contrarrestada por la Fisostigmina y la Prostigmina.

En la antigüedad lo utilizaban los nativos de América, Asia y Oceanía para impregnar sus flechas. Los monos envenenados comienzan por relajar sus músculos y terminan por caer de los árboles. «La poción no mata necesariamente a los monos», dice Davis. Actualmente se emplea para reducir las convulsiones y espasmos musculares, y suprimir así el peligro de fracturas óseas, en el electrochoque, y en muchos síndromes neurológicos que causan la hipertonía muscular. Asimismo se utiliza en la anestesia con el fin de obtener una relajación muscular más completa.


DEL AMAZONAS AL JAPÓN

Para averiguar más sobre estas pociones, Davis recurrió a una extraña fuente de información: la literatura médica japonesa.


Engelbert Kaempfer, médico agregado a la embajada holandesa en Nagasaki a finales del siglo XVIII escribió:


«Los japoneses lo consideran un pescado muy delicado, y son muy aficionados a él, pero hay que quitarle la cabeza, las tripas, las espinas y todos los desperdicios, y lavar y limpiar cuidadosamente la carne antes de que esté lista para comerla. Y aun así, mucha gente muere a causa de él. El veneno de este tipo de pescado es absolutamente mortal, y ningún lavado ni limpieza puede eliminarlo. Por consiguiente, nadie lo quiere, a no ser que pretendan quitarse la vida».

Kaempfer se refería al Fugu o pez globo. Cada año unos 50 japoneses padecen envenenamiento con tetrodotoxina, por comer peces erizos cornudos mal preparados, y, aún más, la mitad de ellos muere. El veneno actúa con rapidez. En media hora la víctima se siente débil y mareada, con sensación de hormigueo, y el entumecimiento se extiende apareciendo el sudor, la dificultad para respirar y hemorragias. Finalmente, la parálisis y quizá la muerte.

En Japón, algunos restaurantes especializados sirven este pez, preparado por Chefs especialmente entrenados. Se eliminan las entrañas antes de comerse. Si se llega a consumir el veneno en pequeñas cantidades produce una sensación placentera y eufórica. Además se cree que es un afrodisíaco. Tal vez por eso los japoneses se atreven a comerlo. Existe un refrán japonés que dice : «Grande es la tentación de comer Fugu, pero mayor es el temor de morir».

Davis descubrió algunos casos que «parecían relatos de zombificación»: dificultad para respirar, mirada vidriosa y parálisis. Algunos japoneses fueron declarados muertos, pero revivieron después de haber sido enterrados. Sin embargo, las víctimas conservan sus facultades mentales. En dos casos, por lo menos, los japoneses afectados recuperaron sus facultades antes de que los enterraran. Durante horas, la persona intoxicada se encuentra en un estado de muerte reciente. La muerte se produce por parálisis de los movimientos respiratorios.


«Una docena de jugadores se hartaron de fugu en Nakashimamachi de Okayama, en Bizen. Tres de ellos presentaron síntomas de envenenamiento, y dos acabaron por morir. Como uno de los muertos era natural de la ciudad, fue enterrado sin dilación. El otro pertenecía a un distrito distante…, bajo la jurisdicción del shogun. Por consiguiente, el cadáver fue trasladado a un depósito, donde quedó bajo la vigilancia de un guardián hasta que un funcionario del gobierno pudiera examinarlo. Siete u ocho días más tarde el hombre recobró la conciencia y curó por completo. Cuando le interrogaron acerca de su experiencia, dijo que lo recordaba todo y afirmó que, cuando oyó decir que la otra persona había sido enterrada, quedó aterrorizado al pensar que podían sepultarle vivo».


«Un hombre de Yamaguchi, en Boshy, sufrió en Osaka un envenenamiento por fugu. Creyendo que había muerto, enviaron su cuerpo al crematorio de Sennichi. Al retirar el cuerpo del carro en que lo habían transportado, el hombre se recobró y regresó a su casa. Como en el caso anterior recordaba todo lo sucedido».

Davis menciona un tercer caso:


«En la Nochebuena de 1977 un residente de Kyoto, de cuarenta y ocho años, fue admitido en el hospital a causa de un envenenamiento por fugu. El paciente dejó pronto de respirar, y todos los síntomas demostraban la muerte cerebral. Los médicos recurrieron de inmediato a la respiración artificial y a otros tratamientos adecuados. No le sirvieron de nada pero, cuarenta y ocho horas más tarde, el paciente empezó a respirar de nuevo de modo espontáneo. Acabó por recuperarse del todo y, más tarde, recordó haber oído llorar a su familia sobre su cuerpo inmóvil. El veneno no le había afectado los sentidos. Desesperado, intentó hacerles saber que seguía con vida, pero no pudo conseguirlo. «Fue un verdadero infierno», dijo a los investigadores médicos cuando se recuperó».

Los investigadores japoneses Fukuda T. y Tani I. distinguen cuatro grados de envenenamiento con tetrodotoxina: los dos primeros se distinguen por una sensación progresiva de entumecimiento; el tercero incluye parálisis del cuerpo entero, dificultades respiratorias, cianosis y presión sanguínea baja, aunque la víctima conserva la conciencia; el último grado produce un paro respiratorio y la muerte.


LA SOLUCIÓN AL MISTERIO

Davis cree que los bocors, que conocen perfectamente las cualidades positivas y negativas de las plantas, preparan un brebaje para dárselo a la persona, aplican una cocción conteniendo Bufotenina y tetrodotoxina a la piel de sus víctimas, causando una dificultad respiratoria, insuficiencia cardiaca y renal, agitación psicomotriz y confusión mental progresiva.

La persona cae en un estado de enfermedad grave, más grave, hasta que el cuerpo empieza a ponerse rígido, adquiere un tono cadavérico y el pulso se hace débil, tan débil que llega a creerse que está muerto. Parece que no hay ningún soplo humano en sus células y después de varias horas, si al doctor se le pide el certificado luego de sus exámenes, determina oficialmente que esta persona está muerta. La víctima es enterrada.

El bocor se encarga, antes de 24 horas, de exhumarlo y devolverlo a la vida… Pero a la vida de zombi, drogándolo con Datura. El tratamiento a que se somete a la víctima es brutal. En este punto es decisivo suministrarle al presunto zombi un preparado vegetal alucinógeno a base de stramonio (Toloache). La víctima, probablemente afectada por lesiones residuales en el cerebro, provocadas por la escasez de oxígeno durante la falsa muerte y el sucesivo sepelio, vuelve a tener conciencia en medio de espantosas alucinaciones y es fácil convencerlo de que es un «muerto viviente».

Las investigaciones realizadas por Davis señalan que el zombi sólo puede efectuar trabajos físicos, como labores en el campo y en la casa. Las funciones intelectuales son perdidas por completo, e incluso habla con dificultad. Vive como un retrasado mental o idiota y pierde por completo sus posibilidades de hacer vida sexual. Se ha convertido en un esclavo.


«Es verdad «“dice el doctor Douyon- que hay personas consideradas como muertas y enterradas que «resucitan» y son encontradas meses o años después por sus familiares o amigos. Pero no hay nada de misterioso en esto; más bien se trata de un asunto terriblemente inmoral. Llevo años denunciándolo».

Para concluir sólo señalaremos que el mismo antiguo Código Penal Haitiano, en su artículo 246, hacía referencia directa a los zombis:


«Se considera atentado a la vida de una persona por envenenamiento, todo empleo que se haga contra ella de sustancias que, sin dar la muerte, hayan producido un estado letárgico más o menos prolongado, y esto sin tener en cuenta el modo de utilización de estas sustancias o su resultado posterior. Si a consecuencia de este estado letárgico la persona ha sido enterrada, el hecho será calificado de asesinato».


REFERENCIAS

Anónimo, Explican el misterio de los «muertos vivientes» de Haití, Cable de la agencia ANSA, Nueva York, 5 de octubre de 1984.

Anónimo, La ciencia explica los zombis, Muy Interesante, Año I, No. 6, México, 22 de febrero de 1985.

Anónimo, Los poderes desconocidos, Selecciones del Reader»™s Digest, México, 1983.

Bernardo Stephanie, Zombies: They»™re more than just Voodoo, says an ethnobotanist, Science Digest, Vol. 92, No. 2, febrero de 1984, Págs. 87-88.

Bombal Mario Luis, Los zombies ¡existen!, 2ª de Ovaciones, México, 1983.

Bourguignon E., The Persistence of Folk Belief: Some Notes on Cannibalism and Zombis in Haiti, Journal of American Folklore, American Folklore Society, vol. 72, Philadelphia, 1959.

Burton Robert, Animales venenosos, Colección La Naturaleza, Ediciones Castell, Barcelona, (sin fecha).

Cannon B. Walter, Voodoo death, American Anthropologist, No. 44, 1942, Págs. 169-181.

Carmenta J., Vampiros y zombies, Duda, No. 437, México, 14 de noviembre de 1979, Págs. 2-4.

Clavijero Francisco Javier, Historia de la Antigua o Baja California, Editorial Porrua, 1982.

Davis E. Wade, Passage of darkness, The University of North Carolina Press, 1988.


Davis E. Wade, Preparation of the Haitian zombi poison, Botanical Museum Leaflets Harvard University, Vol. 29, No. 2, 1983, Págs. 139-149.


Davis E. Wade, The Serpent and the Rainbow, Simon & Schuster, Nueva York, 1984 (Hay traducción al español: El enigma zombi, Martínez Roca, Barcelona, 1987).


Davis E. Wade, The ethnobiology of the Haitian zombi, Journal of Ethnopharmacology, Vol. 9, No. 1, 1983, Págs. 85-104.

Del Oso Jiménez, Los poderes mágicos, Biblioteca Básica de Temas Ocultos, No. 8, Editorial Universo, México, 1983.

Dewisme C. H., Les zombis, Grasset, Paris, 1957.


Diederich B., On the nature of zombi existence, Caribbean Review, Vol. 12, No. 3, Haití, 1983, Págs. 14-17.

Díaz Muñoz Ricardo, El Vudú. ¿Hechicería o religión?, Editorial Posada, Colección Duda Semanal, No. 194, México, 1976.

Douyon Lamarque Emerson, Les zombis dans le contexte voudou et Haïtien, Haïti Santé I, Port au Prince, 1980, Págs. 19-23.

Eades J. S., The Yoruba Today,. Cambridge University Press, 1980.

Fenjues F. Pablo, Haitian zombies, OMNI, Vol. 4, No. 6, marzo de 1982, Pág. 92.

Fukuda T. & Tani I., Violent increase of cases of puffer poisoning, Clinics and studies, Vol. 29, No. 2, 1951, Pág. 1762.

Gutiérrez Ch. Alonso, La verdad sobre los zombies, Duda, No. 559, México, 17 de marzo de 1982, Págs. 28-30.

Hurston Zora Neale, Tell my Horse, J. B. Lippincott Company, Philadelphia, New York, London, Toronto, 1990.

Lee Ron, Zombies: muertos vivientes del vudú, Duda, No. 578, México, 28 de julio de 1982, Págs. 28-29.

Métraux Alfred, Croyances et Pratiques Magiques dans la Vallèe de Marbial, Haïti, Journal de la Société des Américanistes, Nouvelle Serie, T. XLII, 1953, Págs.135-198.


Métraux Alfred, Haïti, la Terre, les Hommes et les Dieux, Beconnière, Neuchâtel, 1957.


Métraux Alfred, Le Vaudou Haïtien, Sociétés de Sorciers et Zombis, Les Lettres Nouvelles, 6e année, N° 64, Paris, Octubre 1958 (Hay versión en español: Vudú, Editorial Sur, Buenos Aires, 1963).

Möller Erwin, Zombis: ¡El enigma de los muertos vudú!, Duda, No. 621, México, 25 de mayo de 1983, Págs. 2-19.

Pelton W. Robert, Los secretos del Vudú, Editorial Bruguera, Barcelona, 1974.

Pradel J. & Casgha L., Haití: La République des morts vivants, Éditions du Rocher, Paris, 1983.

Ríos Parra Fernando, Los zombies: prisioneros de cuerpo y espíritu, 2ª de Ovaciones, México, 19 de julio de 1981.

Ruiz Noguez Luis, Los zombies. ¿Muertos vivientes o drogados permanentes?, Revista de Geografía Universal, Año II, Vol. 20, No. 3, México, septiembre de 1985, Págs. 273-288.

Seabrook H. William, The Magic Island, George G. Harrap and Co., Ltd., Londres, 1929.

Simpson G. E., Magical practices in northern Haiti, Journal of American Folklore, Vol. 67, No. 266, 1954, Pág. 401.

Wallis Claudia, ¿Existen los zombies?, Selecciones del Reader»™s Digest, No. 528, (condensado del Times), Noticiero de la Ciencia, México, noviembre de 1984, Págs. 154-155.

El premio Cuadernos de Ufología

Honorables miembros de la Academia. ¿Eh?… No… ¡Perdón!… Me equivoqué de discurso. Este es para cuando gane el Oscar.

Estimados amigos

Estoy brincando de gusto por el premio Cuadernos de Ufología. En este momento tengo el ego por las nubes que casi alcanza a subirse en un platívolo volador. Pero como soy escéptico, y no creo en los platívolos, tengo que desinflarlo (al ego, por su puesto; los platívolos se desinflan solos).

En realidad de no ser por los amigos, colaboradores y maestros, en este momento yo continuaría siendo un magufín del montón. Mucho le debo a Mauricio José Schwartz, Mario Méndez, Philip Klass, Héctor Quintanilla, Edward Condon, James Oberg, Martín Gadner, Carl Sagan, Donald Menzel, James Moseley, Karl Pflock, Ronald Story, Vicente Juan Ballester Olmos, Manuel Borraz, Luis Alfonso Gámez, Félix Áres, Werner Walter, Roberto Banchs, Ruben «Guru» Morales, Heriberto Janosch, Guillermo Roncoroni, Alejandro Agostinelli, Peter Brookesmith, John Rimmer, Andy Clarke, Sergio Sánchez, Edoardo Russo, Mauricio Verga, Giussepe Stilo y de otros que en este momento no me vienen a la memoria, pero que prometo que citaré sus nombres en cuanto me acuerde. Sus libros y artículos han sido mi guía para tratar de entender la ufología.

Ha sido una experiencia imborrable el haber podido trabajar con Héctor Escobar, Héctor Chavarría, Óscar García, Kentaro Mori, Diego Zúñiga. Todos y cada uno de ellos son mentes privilegiadas a las que envidio. Lo mismo que Luis R González, con quien para mi mala fortuna no he trabajado nunca. La primera vez que lo leí me dije: «Cuando sea grande quiero ser como él» (aún no llego a su edad, pero sigo queriendo ser como él).

Hay otros a los que quiero agradecer sus comentarios. A Marta, y no sólo por lo del premio, sino porque le parecía gracioso Perspectivas. A Manolo Elmas, que por lo visto sigue sin saber de ovnis (al igual que todos nosotros). A quark con chocolate, cuyo trabajo es el impecable. A AleB por su revista Pensar y por ayudarme a desentrañar el misterio de la raya en el agua. Al tal Agostinelli (AleA) quien no sólo fue el primero en leer mis mamotretos, sino mi primer corrector (sigo escribiendo «ocación»). Saludetes al Magno Carolus, pero te equivocas, es Disneyworld el que me financia. Josué Belda, no sé cuál será el equivalente mexicano a la expresión ¡Torero!, pero te la mereces por Paranormalidades. Appzuh, te seguiré debiendo ese artículo, ya AleA y Luis R González se encargaron de resolverlo (¿permitirán que publique algún resumen?). Bajo el volcán de Gerardo es otro blog que debería ser premiado. Lo mismo que La corte de los milagros de Martín Pereyra.

También debería agradecer a los del otro bando: a los magufos. Porque sus burradas (saludos Cardeñosa), fraudes y mentiras me han enseñado de qué lado está la razón.

Pero más que premios y buenos comentarios de los amigos, lo que deberíamos hacer es promover nuestros trabajos en los medios no escépticos. Lo importante no es encontrar los argumentos o los datos que demuestran que lo paranormal es una mezcla de fraudes, engaños, malas interpretaciones o ilusiones, sino formar y educar a las nuevas generaciones, o darle ese empujón a los que están indecisos. Intentaré estar a la altura con Marcianitos verdes, porque al ver la lista de los que han ganado este premio, me ha entrado un poco de pánico:

1997

Revista Anomalia de CNIFO en Oporto (Portugal).

1998

Pere Redón Trabal, presidente del CEI.

1999

Joaquín Abenza Moreno y su programa de radio El último peldaño.

2000

La revista británica Magonia.

2001

La revista chilena La nave de los locos, en la persona de Diego Zúñiga Contreras.

2002

La revista británica European Journal of UFO and Abduction Studies, en la persona de Craig Roberts.

2003

El Centro Italiano Studi Ufologici, en la persona de Edoardo Russo.

2004

El weblog Magonia, de Luis Alfonso Gámez.

2005

La revista inglesa Fortean Times.

El tal Noguez gana el premio Cuadernos de Ufología 2006

Matías Morey

Apreciado amigo:

Tengo la satisfacción de comunicarte que el Patronato de la Fundación Anomalía, reunido este pasado fin de semana, decidió concederte el Premio Cuadernos de Ufología http://www.anomalia.org/d002.htm> en reconocimiento a tu ya prolongada trayectoria en el campo de la ufología y de las anomalías, y en especial a tu incansable labor por difundir la vertiente más racional y objetiva de estos fenómenos, primero a través de los medios escritos y luego de los electrónicos, como «Perspectivas» y tu blog «Marcianitos Verdes». Sólo por la calidad de este último ya estaría plenamente justificada la concesión del premio, pero lo cierto es que en tu caso hay mucho y bueno donde escoger, y además supone galardonar a un investigador que ha colaborado activamente en diversas ocasiones con nosotros, primero con «Cuadernos de Ufología» y más tarde con la Fundación Anomalía

El premio en sí no tiene dotación económica, pero remitimos siempre un diploma acreditativo al ganador.

Mi más efusiva enhorabuena por tan bien merecido premio. Recibe mis felicitaciones y un cordial saludo,

Vampiros (Final)

¿VAMPIROS?

Hasta el momento no hemos encontrado un verdadero vampiro como el de la leyenda con todo su trasfondo mágico: que se puede transformar en murciélago y que es un «muerto-viviente» que se alimenta de la sangre de los vivos. Sólo nos hemos topado con seres anormales, por fortuna bastante raros, que muestran una sed de sangre patológica

Otros miembros de esta extraña galería de degenerados son:

Fritz Haarmann, El vampiro de Hannover, que fue jugado en Alemania en 1924 por el asesinato de 24 muchachos, la mayoría de los cuales mató de un salvaje mordisco en la garganta.

El pirómano Peter Kürten (El vampiro de Dusseldorf) que fue sentenciado a muerte nueve veces, una por cada uno de sus asesinatos, de acuerdo a la ley alemana. Fue ejecutado el 23 de abril de 1931.

John George Haigh, El vampiro de Londres, que guardaba los cuerpos de sus víctimas en barriles llenos de ácido sulfúrico. Fue ahorcado en la prisión de Wandsworth el 10 de agosto de 1949 por sus nueve asesinatos.

Más recientemente los diarios también nos hablan de degenerado de este tipo.

Los habitantes del poblado de Korogwe, en el África oriental, dieron muerte a un tal Klaus Kaufman, de 41 años. Desde principios de 1969 varios campesinos habían desaparecido misteriosamente, según informó el Daily Mirror[1]. Algunos africanos habían oído las leyendas europeas sobre los vampiros, creyeron que esas desapariciones se debían a uno de estos seres e inmediatamente se organizaron para darle muerte[2].

Los campesinos fueron arrestados y presentados ante el tribunal de Dar-es-Salaam. No se supo cuál fue su fin.

Ocho años después la policía de Dar-es-Salaam arrestó a una mujer que sostuvo que un vampiro le había chupado la sangre, y casi logró un gran tumulto en un parque céntrico, según informó el Daily News.

Según el periódico, Ramadhani Asan aguardaba en una esquina para cruzar la calle, cerca del parque Mnazi Moja, en el centro de la ciudad, «cuando repentinamente fue tomado por el cuello por una mujer que le acusó de chuparle la sangre»[3].

En 1979 el diario El Tiempo de Colombia informó sobre una «banda de vampiros» que aterrorizó la zona cafetalera al occidente del país.

La primera víctima fue un residente de la población de Santa Rosa de Cabal al que le extrajeron el 70% de la sangre, según informó la policía.

La segunda víctima fue el obrero Dimas Hurtado quien fue atacado cerca del cementerio de Armenia, capital del departamento de Quindío. Dos individuos le obligaron a penetrar a una bóveda en demolición y le extrajeron dos litros de sangre. Hurtado, semiinconsciente logró salir de la bóveda para pedir ayuda y fue hospitalizado.

Pocas horas después una mujer informó haber sido atacada por una negra corpulenta, que le mordió el brazo con el ánimo de chuparle la sangre, y de paso le arrancó un pedazo de carne.

La misma pareja que había atacado a Hurtado logró extraerle un litro de sangre a otra mujer no identificada.

Jaime Peralta Figueroa, secretario de gobierno de Armenia, admitió que esos ataques «habían creado una situación verdaderamente alarmante»[4].

En Bulgaria, Ava Jasevic, una atractiva jovencita, fue atacada por un vampiro después de salir de una fiesta. Escuchó unos ruidos extraños provenientes de detrás de los árboles.

«Miré hacia atrás para ver quien era, pero antes de que pudiera reaccionar, un hombre me golpeó, me rompió la blusa y mordió en el cuello; luego comenzó a succionar ávidamente. Era muy fuerte y logró sujetarme de los brazos de manera que no pude moverme. Estaba tan asustada que lo único que hice fue ponerme a llorar. Esta terrible experiencia duró como unos diez minutos, luego el hombre corrió perdiéndose en la noche».

Fue entonces cuando la joven gritó histérica pidiendo ayuda. Cuando llegaron algunos vecinos, Ava se desmayó.

Meses antes, en Inglaterra había ocurrido un hecho similar. Una mujer fue atacada por un extraño, pero en esta ocasión, la dama logró zafarse de su agresor.

El mismo año, 1979, en Francfort, Alemania, fue arrestado un joven acusado de violar y beber la sangre de sus víctimas. Admitió que por medio de engaños atraía a adolescentes entre 12 y 15 años, para drogarlas, violarlas y luego beber la sangre que extraía por medio de jeringas hipodérmicas[5]

En México tres personas murieron desangradas después de haber sido atacadas por un maniático que intentó chuparles la sangre de sus cuerpos.

Los sucesos ocurrieron a finales de 1981 en la ciudad de Puebla. En toda la ciudad corrieron rumores que llegaron a las escuelas, donde los estudiantes fueron presa de pánico. Según el jefe de la policía, mayor Sergio Cruz Bonilla, todos los rumores sobre un «muerto-viviente» carecían de fundamento[6].

En la ciudad de Barcelona, Venezuela, cinco niños fueron atacados por una mujer que se decía monja, y un hombre de aspecto de funcionario policiaco.

Cuatro de los niños fueron encontrados con mordeduras en el cuello y de inmediato se les internó en el centro hospitalario de la ciudad.

Otros cuatro niños fueron atacados en Puerto la Cruz, ciudad portuaria cercana a Barcelona. Según los informes médicos, los infantes habían perdido mucha sangre. Los habitantes de ambas localidades trataron de defenderse clavando estacas en el suelo en forma de cruz[7].

La policía de Pitsanulok, pequeña aldea a 498 kilómetros al Este de Bangkok, arrestó a Thoop Inthrong, de 54 años, a quien se señaló de haber dado muerte a una niña de dos años y luego bebido su sangre, en agosto de 1984[8].

ENFERMOS MENTALES

No cabe duda que en todas las historias de vampiros existe un gran contenido sexual. Muchos sicólogos indican la conexión simbólica entre la sed de sangre y la sexualidad. El mismo Freud discutió esta actitud en su libro Tótem y tabú. Ciertos casos de locura necrofílica o alguna otra perversión que implica el robo de cadáveres, proporcionan al enfermo satisfacción sexual. Otros enfermos tratan de robarle la vida a sus congéneres. Por supuesto, «robarles la vida» es simbolizado por robarles el líquido de la vida: la sangre. Estas creencias fueron alteradas según el folklore de cada pueblo y así nació el mito de los vampiros.

Brad Steiger, en su libro Sex and the supernatural[9], menciona varios casos célebres en los que hombres y mujeres dementes hallaron satisfacción sexual en actos de asesinato salvaje, que incluía el beber la sangre de sus víctimas. Varios pseudovampiros abrieron sepulturas recientes y mutilaron los cadáveres, o hasta se los comieron.

Para John A. Keel[10] «estos personajes infortunados parecían obsesionados por los mismos espantosos apetitos que empujaban a los hombres pantera y les hacían aterrorizar generaciones enteras, en el África Occidental. Apetitos que hubieran causado náuseas al mismo marqués de Sade».

ENTIERROS PREMATUROS

Probablemente el origen más común de la idea del vampiro fueron los entierros prematuros. Sucede hoy todavía, y sucedió con una frecuencia terrorífica unos cientos de años atrás. Las personas que entraban en coma, embriagadas o en estado de catalepsia, eran enterradas vivas. Al despertar dentro del ataúd y dándose cuenta de su condición, gritaban, arañaban y se mordían, pero todo era inútil, terminaban muriendo en una forma espantosa. Cuando sus cuerpos eran exhumados, los creyentes de las leyendas de vampiros veían reforzar sus ideas con detalles tan espantosos: los cadáveres habían cambiado de posición, tenían las uñas rotas y había sangre en el ataúd.

No nos debe extrañar la enorme cantidad de personas enterradas vivas en esos tiempos. Recordemos que hasta hace poco tiempo la medicina recurría a distintos procedimientos, poco concluyentes, para determinar si un difunto efectivamente lo era. Uno de estos métodos era colocar un espejo ante la cara del «difunto», el cual quedaba empañado si la persona estaba viva.

Otra forma de determinar la muerte era escribir en una tira de papel utilizando acetato de plomo como tinta. Por lo común se escribía la frase «Estoy muerto». La tinta era invisible hasta que se hacía reaccionar con alguna emanación sulfurosa. La tira se colocaba frente las fosas nasales del supuesto difunto. Si e verdad estaba muerto, el cuerpo en descomposición emitía derivados sulfurosos que reaccionaban con el acetato de plomo y lo transformaban a sulfuro de plomo, de color oscuro. La frase aparecía en color negro dando el veredicto: «Estoy muerto».

También se utilizaban sanguijuelas para succionar la sangre. Luego de algunos minutos se retiraba al animal y se le hacía regurgitar la sangre. Si era de color carmín, de baja viscosidad y se mezclaba fácilmente con el agua, la persona estaba viva. Pero si era densa, con coágulos, de color púrpura o negruzco, y se coagulaba al contacto con el agua, la persona estaba muerta.

El método más ridículo, por toda su parafernalia, era el utilizado en España durante la Edad de Oro.

Un alguacil se presentaba en la casa del «difunto». Se colocaba a los pies de su cama y con voz engolada le llamaba por su nombre. Repetía por tres ocasiones el ritual. Luego se dirigía al juez e informaba protocolariamente:

«Señoría. Después de llamar consecutivamente por tres veces a don «fulano» y no habiendo obtenido por parte deste contestación a mi requerimiento, puedo asegurar que don «fulano» ha fallecido».

El temor a ser enterrado vivo es un desequilibrio metal muy frecuente en el mundo occidental que convierte al paciente en víctima de su propio temor. De acuerdo con un estudio sociológico realizado recientemente se comprobó que los individuos adictos a cualquier fe religiosa, principalmente cristianos, sentían mayor ansiedad y temor a la muerte, que los no creyentes. Esto fue algo que sorprendió a los sociólogos. De alguna manera las religiones no habían podido preparar a sus fieles para el tránsito final, a pesar de las promesas de una vida mejor en el paraíso.

MUERTOS QUE COMEN EN SU SEPULCRO

A principios del siglo XVIII, Miguel Raufft publicó su De masticatione mortuorum in tumulis, en donde aseguraba y daba por probado que algunos muertos han devorado los forros de paño del interior de sus ataúdes, así como todo lo que estaba al alcance de su boca, y, en algunos casos, incluso su propia carne. Dice que en algunas partes de Alemania, para impedir que los muertos masquen, se les pone bajo el mentón un montoncito de tierra, se les introduce en la boca una moneda de plata y una piedra; y en otros países se les ata fuertemente la mandíbula con un pañuelo.

«Henry «“escribe Raufft-, conde de Salm, a quien todos daban por muerto, fue enterrado vivo. En la iglesia de la abadía de Haute-Seille, en la que fuera enterrado, se oyeron por la noche grandes gritos y, por la mañana, al abrir su tumba, lo encontraron con la cabeza doblada hacia abajo y de bruces, mientras que en el momento de enterrarlo estaba en posición de decúbito supino y con la cabeza bien levantada».

Raufft habla también de una mujer de Bohemia, que en el año de 1345 fue exhumada descubriéndose que se había comido su mortaja. Otro infeliz, un borracho que fue enterrado vivo en el siglo XVIII se había comido la carne de sus brazos. Una señorita de Rousburgo entró en estado de catalepsia y se le creyó muerta. Su cuerpo fue colocado en un sepulcro. Años después murió otro miembro de la familia. Se abrió el sepulcro y se encontró el cuerpo de la señorita junto a la losa que cerraba la entrada. Se había devorado los dedos de desesperación.

CADÁVERES INCORRUPTOS

Otro asunto que le ha dado credibilidad a la leyenda de los vampiros es el de los cadáveres incorruptos.

Karls F. Von Schetz en su Magia Posthuma dice a este respecto lo siguiente:

«Lo mismo podría decirse de otros lugares donde se ha visto a semejantes «˜aparecidos»™. Al exhumarlos, los encontraban como manchados de sangre, con los miembros flexibles y doblegables, sin gusanos ni síntomas visibles de descomposición, aunque, eso sí, desprendían un insoportable hedor. El único remedio contra estas apariciones es cortarles la cabeza y quemarles el cuerpo»[11]

Según el padre benedictino Dom Agustín Calmet, en su Vampires de la Hongrie et des ses alentours, dice que determinadas sustancias químicas del suelo pueden conservar indefinidamente los cadáveres. Bajo influencia del calor, el nitrógeno y el azufre que contiene la tierra pueden licuar de nuevo la sangre coagulada. Los gritos de los supuestos vampiros serían causados por el aire expulsado por el calor de la hoguera en que eran quemados al pasar por su garganta.

Otros cuerpos incorruptos se pueden explicar por la acción del formol segregado por la madera del ataúd, o a que éste haya sido cerrado y sellado de tal forma que se haya formado un gran vacío. Las condiciones químicas de ciertos suelos salitrosos pueden también impedir el proceso de la corrupción. Se ha comprobado médicamente que, según los lugares, ciertos cuerpos se descomponen mucho más lentamente que otros, y que la abstinencia, en alimentos y bebidas (alcohólicas), preserva durante más tiempo los restos mortales del regreso al polvo.

Los testimonios presentados de los movimientos de algunos cadáveres tienen también una explicación natural. El desarrollo de gases como subproducto de la descomposición, la posibilidad de que se desarrollen altos potenciales de membrana que afecten por medio de corrientes galvánicas y otros fenómenos similares son los culpables de esos movimientos.

Aún los relatos que afirman que el pelo y las uñas de los cadáveres continúan creciendo después de mucho tiempo tienen una explicación biológica normal. Las uñas y el pelo continúan creciendo debido a que las células que los alimentan siguen funcionando hasta agotar el oxígeno en los tejidos. Desde Plinio existen descripciones sumamente interesantes de cadáveres a los que les había crecido el cabello.

Evidentemente existen exageraciones como las del doctor Caldwell, de Iowa, quien escribió en el New York Medical Record de 1877, describiendo una exhumación, que decía haber presenciado, en la que el pelo y la barba de un hombre afeitado al enterrársele había reventado el ataúd, y crecía en las grietas, Gould y Pyle, en sus Anormales, hablan de un cadáver al que debía cortársele el cabello regularmente. Casi todos los demás narradores se conforman con crecimientos menos lujuriantes[12].

VAMPIRISMO COMO ENFEREMEDAD

El fenómeno del vampirismo en las regiones eslavas y los estados bálticos de la Europa oriental fue causado por la endogamia entre los nobles eslavos, que condujo a numerosos desórdenes genéticos, entre ellos una rara enfermedad llamada Protoporfiria eritropoyética.

Esta enfermedad es causada porque el organismo no produce porfirina o la desecha abundantemente. La porfirina es una molécula muy compleja que le permite a la sangre llevar oxígeno de los pulmones a los tejidos del cuerpo. La enfermedad se caracteriza por el déficit de la enzima ferroquelatasa (FECH) Las personas que desarrollan este mal sufren de todos los síntomas adjudicados en las leyendas y la literatura al vampirismo. Una breve exposición a la luz solar los hace sufrir de una comezón insoportable, enrojecimiento, edema y grietas sangrantes en la piel. También hay engrosamiento de la piel, lo que les da el aspecto de envejecimiento. Rápidamente adquieren una palidez cadavérica y el deseo incontrolable de beber sangre humana.

Quienes padecen de esta enfermedad tienden naturalmente a evitar los paseos diurnos y se vuelven criaturas de vida nocturna. La enfermedad no fue diagnosticada hasta el siglo XIX.

Uno de los especialistas de esta enfermedad, el doctor Dave Dolphin, químico de la Universidad de Columbia Británica en Vancouver, Canadá, afirma que dichos enfermos pueden empeorar si comen ajos o toman refrescos o agua quina. «Tal vez por eso se ha creado la leyenda de que el ajo aleja a los vampiros».

Se aconseja tratar la protoporfiria con betacarotenos, los cuales se pueden encontrar en las zanahorias, calabazas y espinacas.

Existen varios tipos de porfirinas, todas ellas tienen gran avidez por los átomos metálicos y pueden formar complejos, generalmente con hierro, magnesio y cobre. Las más importantes son: el hemo (grupo prostético de la hemoglobina y la mioglobina), la clorofila y los citicromos.

La protoporfirina (del griego porphyra, morado o púrpura) produce una alergia a los alimentos de alto contenido proteico. De acuerdo con las investigaciones del doctor Thomas McDevitt, de la Universidad de Idaho, «muchas personas alérgicas a ciertos alimentos también pueden desarrollar una adicción hacia ellos. Cuando se les priva de esos alimentos ellas reaccionan de manera agitada. En nuestro estudio sobre Vlad Tepes, llegamos a la conclusión de que padecía de una alergia a las proteínas, incluyendo la sangre. Probablemente bebió sangre, pero al ser alérgico y tratar de evitarla se convirtió en un hombre extremadamente violento»[13].

Resulta paradójico par los vampiros que la vida que a otros les roban a través de la sangre se les escape a ellos mismos al beberla. En el crimen tienen su castigo.

Los vampiros se han sabido adaptar a este mundo moderno. Ahora se agrupan en clubes tipo Alcohólicos Anónimos. Monica Mobley, sicóloga de la Universidad de Louisville, Kentucky, entró en contacto con una de estas asociaciones. Estos individuos se autodenominan «sangroides».

«Uno de mis estudiantes me confesó que a él le gustaba beber sangre, pero que odiaba lastimar a la gente, deseaba mi ayuda, pero yo no supe cómo podía dársela. Ese joven también me confesó que había entre ellos algunos sangroides que necesitaban para sobrevivir de 90 a 180 mililitros de sangre diariamente».

En México había uno de esos grupos y tenían una dirección postal: «Carmilla», Apartado Postal 19-167, 03900, México.


[1] Anónimo, Muere un hombre en una emboscada tendida para capturar a un vampiro, cable de la agencia AP, Londres, 27 de febrero de 1969.

[2] Bergier Jacques, El libro de lo inexplicable, Plaza & Janes S. A., Colección Otros mundos, Barcelona, 1974.

[3] Anónimo, Se la chupó el vampiro, cable de la agencia UPI, Dar-es-Salaam, Tanzania, 1 de julio de 1977.

[4] Anónimo, Banda de vampiros aterroriza a Colombia, cable de la agencia AP, Bogota, 23 de agosto de 1979.

[5] Anónimo, Vampiro sofisticado, Duda, No. 406, México, 11 de abril de 1979, Pág. 1.

[6] Anónimo, El vampiro de Puebla, Duda, No. 498, México, 14 de enero de 1981, Pág.. 1.

[7] Anónimo, Vampiros humanos en Venezuela, Duda, No. 524, México, 15 de julio de 1981, Pág.. 1.

[8] Anónimo, Arrestan a un sujeto acusado de vampirismo, cable de la agencia UPI, Bangkok, Tailandia, 10 de septiembre de 1984.

[9] Steiger Brad, Sex and the supernatural, Award Books, New York, 1968.

[10] Keel A. John, El enigma de las extrañas criaturas, Editorial ATE, Colección Libro Expres, Barcelona, 1981.

[11] Alexander Jacques, Los enigmas de la supervivencia, Editorial Bruguera, Colección Enigmas del Universo, No. 14, Colección Libro Amigo, No. 256, Barcelona, 1973.

[12] Gould T. Rupert, Oddities: A book of unexplained facts, Philip Allan and Co., London, 1928.

[13] Schwartz Joel, Dracula»™s blood, OMNI, Vol. 5, No. 5, New York, febrero de 1983, Pág.. 96.

Vampiros (2)

LA ESTIRPE DE DRACULYA

En 1969 dos catedráticos de la Universidad de Boston, Raymond T McNally y Radu Florescu, visitaron Transilvania en busca de mayor información sobre Draculya. Después de varios siglos Draculya todavía inspira pavor entre los campesinos de aquellas tierras, y ese sentimiento es transmitido de padre a hijo. Por su parte el profesor Florescu descubrió su parentesco personal con el conde.

Fruto de la investigación de estos profesores fue el libro Drácula, una biografía de Vlad el empalador[1].

Parece que aún quedan descendientes de Draculya (no sólo el profesor Florescu). Por lo menos eso es lo que dice Lily Sullos, una graciosa viejecita políglota (siete idiomas) y amante de los gatos. Ella afirma ser descendiente directa de Draculya.

La señora Sullos ejerce la profesión de «experta en estadísticas planetarias», como prefiere ella denominar a la astrología, y vive actualmente en la República de Argentina. Su apellido materno es Bathory, apellido relacionado también con el vampirismo. El escudo de armas de la familia Bathory se distingue por tres dientes de dragón. Uno de los antepasados de la señora Sullos fue el conde Vela Bathory, padre de Istvan, que fue príncipe de Transilvania y rey de Polonia. El conde Vela, que vivió en el siglo XV, era un hombre extraño que trabajaba como alquimista en las catacumbas de su gran castillo[2].

ELIZABETH BATHORY

Pero quizá el antepasado más famoso de la señora Sullos (excluyendo a Vlad Tepes o Draculya) lo fue la condesa Erzsébet o Elizabeth Bathory «“eso si creemos en la genealogía que presenta la señora Sullos.

Esta princesa húngara nació en 1560. Su familia era harto «curiosa». Su abuelo, el conde Vela, era aficionado a coleccionar murciélagos que luego mataba en sus experimentos alquimistas. Uno de sus tíos fue un conocido satanista practicante de magia negra. Su hermano era un sátiro, y su tía predilecta una lesbiana no menos famosa. La misma Elizabeth presentaría poco después inclinaciones lésbicas.

Al cumplir 15 años, en 1575, fue desposada con el conde Ferencz Nadasdy, mejor conocido como el «Héroe Negro» por sus varias victorias en contra de los turcos. Elizabeth tuvo que dejar las comodidades de la corte para irse a recluir al castillo de Csejthe, en las solitarias colinas del Noroeste de Hungría.

Su esposo, que era más afecto a las batallas que a las mujeres, pronto partió a la guerra dejando sola a Elizabeth. Se dice que por ese entonces Elizabeth tuvo una aventura con un joven noble con fama de vampiro. Pero estas relaciones heterosexuales la hastiaron pronto. Comenzó a coquetear con sus sirvientas. Primero fue un juego inocente que luego se transformaría en ceremonias de vampirismo llenas de sadismo.

Su criado Thorko, su nodriza Ilona Joo y el mayordomo Ujvary, la iniciaron en la magia negra. Pero Elizabeth no pudo dar rienda suelta a sus instintos sádicos hasta 1600, fecha en que murió su marido. Fue entonces cuando Elizabeth expulsó del castillo a su suegra y mandó a sus cuatro hijos con unos parientes.

Ayudada de sus sirvientes comenzó a reclutar jovencitas de los campos prometiéndoles contratarlas en el castillo. Pero la realidad era otra; las mantenía prisioneras en las mazmorras del castillo, torturándolas y desangrándolas mediante cortes en las venas. ¡Elizabeth se bañaba en la sangre de esas desdichadas!

Su fama de vampiro trascendió los muros del castillo y los campesinos pidieron ayuda al rey. Se le ordenó al conde Gyorgy Thurzo, primo de Elizabeth, presentarse sorpresivamente para investigar el asunto. El conde llegó al castillo de Csjthe la noche del 30 de diciembre de 1610. Se encontró con una escena que lo horrorizó: una doncella, dentro de una jaula y por encima de la condesa, se desangraba, y con su sangre, cual si fuera una ducha, Elizabeth se bañaba desnuda.

Fueron hallados más de cincuenta cadáveres bajo el castillo, sin contar los que habían sido arrojados fuera de él. Los 16 miembros de la servidumbre fueron capturados y juzgados. Catorce de ellos fueron decapitados e incinerados; dos, Thorko e Ilona Joo, fueron quemados vivos.

La condesa, debido a su condición noble, fue emparedada en su dormitorio, dejando sólo una pequeña ranura para permitir el paso de agua y comida. Allí sobrevivió durante cuatro años[3].

GILLES DE RAIS

Gilles de Rais[4] nació en la Torre negra del castillo de Champtocé, en Anjou, Francia, en el otoño de 1404. Hijo de Guy II de Laval, barón de Rais, y la dama Marie de Craon. Sus dos padres pertenecían a las familias más acaudaladas y poderosas de Francia. Tuvo sólo un hermano, René de Rais y ambos fueron creados por tutores e institutrices. Su educación fue esmerada y pronto aprendieron a leer y escribir en latín y griego.

Los jóvenes quedaron huérfanos a edad muy temprana. Gilles sólo había cumplido los 11 años cuando su padre fue atacado por un jabalí, durante una cacería. Guy murió dos días después en medio de dolores atroces. Gilles presenció toda la agonía. Durante el proceso que se le instauró en 1440 se señaló que el origen de su crueldad se podía rastrear hasta este momento de su vida.

Marie de Craon murió un mes después, pero se desconoce los motivos de su muerte. El abuelo materno, Jean Craon, tuvo que hacerse cargo de los niños. Este Jean Craon era un hombre violento y enérgico, y Gilles le tenía más que respeto, pavor. Años más tarde Gilles de Rais se referiría a su abuelo en estos términos:

«Me enseñó a beber, inculcándome desde muy niño a extraer placer de pequeñas crueldades. Nada más lejos de lo que otros hombres han pensado, sentido, imaginado o incluso hecho… Bajo su custodia aprendí a despegarme de los poderes terrenos y divinos, con lo que creí que era omnipotente».

Jean era también un buen administrador que supo incrementar la fortuna de sus nietos. Una de sus estrategias fue casar a Gilles con una de sus primas lejanas, Catalina de Thouars, para incrementar su fortuna. Esto ocurrió cuando de Rais tenía 16 años. No es muy claro, pero parece que raptaron a Catalina para luego celebrar una boda clandestina. En 1429 la pareja tendría una niña: Marie de Rais.

Gilles recibió la orden de caballero a la edad de 14 años. En la ceremonia se le entregó una bella armadura blanca milanesa. Parecía que se destino era la carrera militar. Era muy hábil con las armas y su complexión, de más de 1.80 metros de altura, le permitía destacarse en el combate.

Al cumplir los 20 años, en 1424, solicitó se le concediera el dominio absoluto de su patrimonio y entró al servicio de Carlos VII, el delfín de Francia. Cinco años después los ingleses y borgoñeses estuvieron a punto de impedir la llegada al trono de Carlos VII. Surgió la figura de Juana de Arco, aquella modesta campesina que aseguraba oír voces que le ordenaban defender y ayudar a coronar al delfín.

Gilles de Rais fue comisionado de escoltar y proteger a la doncella para levantar el sitio de Orleáns, último bastión fiel a Carlos VII. El barón de Laval se enamoró de la doncella de Orleáns:


«Cuando la vi por primera vez parecía una llama blanca. Fue en Chinon, al atardecer, el 23 de febrero de 1429. Desde el principio fui su amigo, su campeón. En el momento en que entró en aquella sala un estigma maligno escapó de mi alma y, ante el escepticismo del delfín y la corte, yo persistí en creer en su misión divina. En presencia de ella y por ese breve lapso de tiempo, yo iba en compañía de Dios y mataba por Dios. Al sentir mi voluntad incorporada a la suya, mi inquietud desapareció».

1429 fue el año de la liberación de Orleáns, del nacimiento de Marie de Rais y de su condecoración como Mariscal de Francia. Gilles se había convertido en el hombre más poderoso de Francia y uno de los más ricos de Europa. Parecía que todo le sonreía a de Rais.

Pero luego Juana de Arco fue capturada y quemada por los británicos, ante la impasibilidad del monarca francés, Gilles aseguró que la «pureza» había muerto. Su mundo se vino abajo: renunció a ser Mariscal de Francia; se separó de su esposa y se marchó a su castillo de Tiffauges, negándose a tener contactos sexuales con ninguna mujer. Pronto cayó en un abismo. No comprendía porqué Dios había permitido que Juana fuese torturada y quemada.

Para olvidar sus penas y encontrar un poco de diversión comenzó a dilapidar su fortuna en grandes y lujosísimas fiestas o en obras de teatro en las que se representaba el sitio de Orleáns. Pero no olvidó su religión: mandó construir una iglesia dedicada a los Santos Inocentes, con paredes, techos y retablos recubiertos de oro puro y piedras preciosas. Sus excesos eran conocidos por toda Europa, tanto que el mismo Papa de Aviñón lo llamó al orden. Tal fue el derroche que tuvo que vender algunas de sus posesiones. Comenzó por las periféricas, y a finales de 1438 sólo le quedaban unas pocas propiedades en Bretaña.

Preocupado por la pérdida de su patrimonio, en lugar de parar los gastos intentó obtener dinero por medios sobrenaturales. Conoció a un clérigo de nombre Blanchart, iniciado en artes alquímicas, quien le presentó a un colega, el sacerdote italiano, Prelati. Estos charlatanes le hicieron creer que podían obtener la piedra filosofal y transmutar el plomo en oro. Construyó un laboratorio y trajo magos y alquimistas de toda Europa para trabajar en él. Pero el oro nunca llegó y las arcas estaban cada vez más vacías. Despidió a los alquimistas y sólo se quedó con Blanchart y Prelati. Estos le persuadieron de realizar misas negras para pedir la ayuda del diablo.

Este fue el origen de su primer crimen. La desdichada víctima se llamaba Bernard Lecamus de Douardenez , y tenía 15 años de edad. En la macabra ceremonia Gilles firmó un documento en el que le dejaba su castillo al diablo, pero resguardaba su vida y su alma. Según la leyenda, en las escrituras del castillo de Tiffauges figura como dueño el mimo diablo. Luego comenzó la misa negra. Gilles le cortó las muñecas, sacó los ojos y el corazón de Lecamus. Pero el diablo no apareció, ni tampoco el oro. Lo único que se presentó fue la lujuria. Gilles había descubierto sus bajos instintos: la tortura, la violación y el asesinato de niños.

EL PROCESO

Pronto comenzaron a desaparecer niños y niñas de las localidades cercanas; Bourgneuf, Tiffauges, Machecoul, Nantes, etc. Los desaparecidos tenían entre 8 y 17 años. Todos ellos huérfanos o hijos de campesinos y siervos, o los pequeños mendigos que pedían limosna frente al puente levadizo. Se estima que entre 1431 y 1440 desaparecieron en aquella zona no menos de 1.000 niñas y niños. Los niños eran retenidos contra su voluntad por sus servidores, violados y desmembrados posteriormente. La sangre y otros restos se conservaban para propósitos mágicos.

En su proceso, Gilles relató que le gustaba visitar la sala en donde eran colgados los niños en ganchos. Simulaba y fingía sentir horror ante sus lamentos, súplicas y contorsiones. Cortaba las cuerdas y los bajaba de los ganchos. Tiernamente los trasladaba a una enorme cama al fondo de los calabozos. Enjugaba sus lágrimas y curaba sus heridas. Luego, cuando había obtenido la confianza del infante, sacaba de entre sus ropas una daga con la que les cortaba el cuello. Se sentaba sobre ellos mientras se convulsionaban y se masturbaba. Finalmente, con la ayuda de sus criados, les cortaba la cabeza y violaba los cadáveres, al mismo tiempo que los cubría de besos y lamía su sangre.

A los cuerpos se les extraían las entrañas para ser usadas en hechizo alquímicos. Los restos eran quemados, pero las cabezas eran guardadas para una última ceremonia. Pasaba la noche dormido en la cama con las sábanas empapadas en sangre. A la mañana siguiente sus sirvientes habían «embellecido» las cabezas: se les pintaba los labios y las mejillas, y se les peinaba. Durante el desayuno eran exhibidas ante sus amigos e invitados, quienes votaban por la más «bella». Gilles se llevaba la cabeza «ganadora» para propósitos necrofílicos.

Tras las numerosas desapariciones de niños, los aldeanos comenzaron a sospechar del señor del castillo. Acusaron al barón pero sus voces no fueron oídas, antes bien fueron acalladas con amenazas. Parecía que nada se iba a hacer y que todo continuaría igual. Pero sucedió algo que cambiaría el curso de los acontecimientos.

Gilles de Rais continuaba gastando a manos llenas. Llegó el punto que sólo le quedaron un castillo propio, algunas tierras y dos castillos propiedad de su esposa Catalina. Antes de eso su familia solicitó la protección del rey y éste prohibió a los nobles que compraran ninguna propiedad a Gilles, pero el Duque de Bretaña y su Canciller Jean de Malestroit, el Obispo de Nantes, se saltaron esta orden y le compraron varias propiedades. Cuando llegó la prohibición del rey, el Duque de Bretaña quiso aprovechar la ocasión y se negó a pagar por una propiedad en St. Etiénne. Entonces Gilles de Rais la recuperó por las armas y, de paso, torturó al párroco de la iglesia, que casualmente era el hermano menor del Duque. Éste último habló con el rey y se ordenó que Gilles de Rais regresara la propiedad, además del pago de una multa exorbitante, so pena de ser confiscadas todas sus propiedades. Pero Gilles aún contaba con un poderoso ejército y era recordado como el héroe de Orleáns y antiguo Mariscal de Francia. No era conveniente enfrentarlo por las armas.

El Obispo de Nantes, Jean de Malestroit, recordó las recientes acusaciones de los campesinos. Era la excusa perfecta para llevarlo ante el Tribunal del Santo Oficio. Rápidamente el Duque de Bretaña ordenó una investigación.

Durante la primavera y el verano de 1440 el obispo investigó los casos de desapariciones en la comarca, y presentó más de 140 testimonios ante la Inquisición. En una torre del castillo de Tiffauges se encontraron más de 40 esqueletos de pequeños, y un montón de cabezas en el castillo de Champtocé. Se ordenó su detención. Cuando fue detenido el 13 de septiembre en Machecoul, los soldados se encontraron con el espectáculo de 50 cadáveres de niños mutilados en los sótanos de ese castillo. El 29 de septiembre de aquel año compareció ante el tribunal. Allí se le acusó de «hereje, reincidente, brujo, sodomita, conjurador, espíritu malvado, adivino, asesino de inocentes, apóstata, servidor de fetiches desviado de la fe y su enemigo, además de vaticinador y maestro brujo que era y es».

Blanchart y Prelati fueron los principales testigos de los cargos de adoración al diablo y herejía. Ellos declararon que Gilles ofrecía los niños a un demonio llamado Barón. Junto a ellos fueron juzgados dos de los sirvientes, Poitu y Henri y una anciana proxeneta. Los primeros se encargaban de secuestrar a los niños y luego de limpiar el castillo; la segunda proporcionaba las niñas. Extractos de las declaraciones durante el juicio:


«Poitu declaró que tuvieron que pasar la noche en una residencia a las afueras de Nantes. Cuando a su señor Gilles le dio la «apetencia» el que declara junto a Henri salieron a buscar entre los pequeños mendigos que dormían en las calles uno rubio y de rostro angelical que satisficiera a su señor. Una vez encontrada la víctima adecuada, de unos 10 años, lo metieron de tapadillo en la mansión, pues el anfitrión no debía enterarse de lo que aquella noche iba a suceder.


«Taparon la boca del pequeño para que sus gritos no alertaran a los que allí vivían, y atándole las muñecas con una soga lo colgaron de una de las vigas del techo. Gilles de Rais frotó su miembro con el cuerpo del niño colgado y lo sodomizó.


«Una vez terminada la aberrante copula, Poitu y Henri se llevaron al niño a las caballerizas, y allí lo asesinaron cortándole la cabeza. Para deshacerse del cadáver lo arrojaron a la letrina, guardando la cabeza para su señor».

Gilles no fue sometido a tortura, dada su condición de noble, pero aceptó todos los cargos cuando se le amenazó con excomulgarle. Parte de su confesión:

«Recuerdo que desde mi infancia los más grandes placeres me parecían terribles. Es decir, el Apocalipsis era lo único que me interesaba. Creí en el infierno antes de poder creer en el cielo. Uno se cansa y aburre de lo ordinario. Empecé matando porque estaba aburrido y continué haciéndolo porque me gustaba desahogar mis energías. La muerte se convirtió en mi divinidad, mi sagrada y absoluta belleza. He estado viviendo con la muerte desde que me di cuenta que podía respirar. Mi juego por excelencia es imaginarme muerto y roído por los gusanos».

En octubre de 1440, después de un tumultuoso juicio, Gilles fue declarado culpable del asesinato de entre 140 y 200 niños, aunque se dijo que pudieron ser muchos más. Al amanecer del 26 de octubre fue llevado a un descampado, cercano a la ciudad de Nantes, junto con Potiu y Henri. Por ser noble y haberse arrepentido de los cargos de herejía, se le concedió ser ahorcado, para posteriormente ser enviado a la hoguera.

Sus esbirros Poitu, Henri y la proxeneta fueron quemados directamente en la hoguera sin más trámite previo. Por su colaboración, Blanchart y Prelati fueron condenados a cadena perpetua.

En el patíbulo pidió perdón a los padres de sus víctimas, instando a todos los presentes a no seguir su ejemplo. Murió aferrándose desesperadamente a su fe cristiana.

Accediendo a las súplicas de algunos de sus parientes, el cuerpo, parcialmente quemado, fue retirado de la hoguera y enterrado en una iglesia de las carmelitas en Nantes.

Los bienes de Gilles de Rais fueron embargados por el Duque de Bretaña para el pago de la exorbitante multa, las familias de los niños asesinados no vieron ni un céntimo y la esposa e hija del barón de Laval quedaron en la miseria.

Durante años se fueron tejiendo leyendas en torno a este personaje al que pronto se le bautizó como Barba Azul. A finales del siglo XVII, el escritor francés Charles Perrault recogió esas leyendas, y las anexó a su inmortal obra Cuentos de Mama Oca.

LO ABSURDO Y LO RIDÍCULO EN LAS HISTORIAS DE VAMPIROS

Las historias de vampiros no sólo son terroríficas, sádicas y con alto contenido sexual. También las hay ridículas, absurdas y hasta cómicas. Como ejemplo podemos citar las siguientes.

En enero de 1973 fue encontrado el cuerpo de Dmitris Myiciura, refugiado polaco que vivía desde la Segunda Guerra Mundial en el pueblo de Stoke-on-Trent, Inglaterra.

Su muerte no tendrá nada de particular a no ser que Myiciura era conocido en el barrio como un tipo excéntrico que tenía gran temor por los vampiros. Su casa estaba completamente tapizada con dientes y manojos de ajos.

El comisario John Pye, que levantó el acta correspondiente, encontró miles de ajos regados por la cama y los mubles. Myiciura los usaba para espantar y alejar a los vampiros, pero paradójicamente fueron los ajos los que causaron su muerte. Como todas las noches, Myiciura se había introducido un diente de ajo en la boca al ir a dormir. El diente se le atragantó y terminó por asfixiarlo[5].

El antropólogo inglés Esthelbert Forbes Skertchley fue el primero en hablar de los Berbalangos, vampiros que habitan la pequeña isla de Cagayan Sulu, en el archipiélago filipino.

«Son vampiros que de vez en cuando han de comer carne humana, pues si no la comieran morirían. Se les reconoce de inmediato, porque sus pupilas tienen forma de rendijas, como las de los gatos. Cuando deben comer, abren las tumbas e ingieren las entrañas de los cadáveres»[6].

A los berbalangos se les puede mantener alejados con un talismán de «perla de nuez de coco», una piedra parecida al ópalo. Algunos campesinos rocían las tumbas con jugo de lima para impedir que los berbalangos devoren los cadáveres que se encuentran en ellas.

En Europa se usaba otro método para abolir el vampirismo: embotellando vampiros. Montague Summers, cronista de los vampiros, decía que había personas que se dedicaban a esto obteniendo buenos dividendos.

El hechicero, armado con la foto de algún santo y unas gotas de sangre fresca dentro de un frasco, buscaba a un vampiro hasta que lo arrinconaba. Cuando el vampiro se encontraba indefenso, el hechicero, con la ayuda de la fotografía, lo obligaba a entrar en la botella donde había un poco de sangre. Cuando el vampiro entraba se le arrojaba un crucifijo y rápidamente se tapaba con un cordón. Luego se le arrojaba al fuego para hacer desaparecer al vampiro[7].


[1] Florescu Radu & McNally T. Raymond, Drácula, una biografía de Vlad el empalador, Editorial Diana, México, 1976.

[2] Anónimo, Descendiente de Drácula en Argentina, Duda, No. 339, México, 28 de diciembre de 1977, Pág. 1.

[3] Anónimo, Los poderes desconocidos, Selecciones del Reader»™s Digest, México, 1983.

[4] Bataille Georges Michel, Le procès de Gilles de Rais, J. J. Pauvert, Paris, 1965.

Bataille Georges Michel, Gilles de Rais, Mercure de France, Paris, 19 de septiembre de 1972.

[5] Doreste Tomás, Grandes temas de lo oculto y lo insólito, Ediciones Océano, S. A., Tomo III, Barcelona, 1983.

[6] Forbes Skertchley Esthelbert, Cagayan Sulu: habits, legends and superstitions, Journal of Asiatic Society of Bengal, 1896.

[7] Summers Montague, The vampire in Europe, University Books, Inc., London, 1911.

Summers Montague, The vampire: his kith and kin, Rotledge & Paul, London, 1928.