Nessie no puede ser un plesosauro

El monstruo de Loch Ness no es ningún dino: afirma un estudio

Amy Bonin, DiscoveryChannel.ca

Si existe tal criatura, la nueva investigación muestra cómo el monstruo de Loch Ness nunca habría podido ser un plesiosauro.

La leyenda de Nessie ha durado décadas, con gente imaginativa describiéndolo como serpiente enroscada en una tortuga, dejando a muchos con la sensación de que podría ser un dinosaurio prehistórico de cierta clase.

El plesiosauro es un reptil marino que vivió hace 160 millones de años. Tenía el cuello largo -en muchos tan largo como su cuerpo y cola combinados. Los científicos se han preguntado porqué un animal necesitaría un cuello tan largo. Leslie Noè del museo de Sedgwick en Cambridge, Reino Unido tiene una respuesta.

Los Plesiosauros, dice, usaban sus cuellos largos para alcanzar el fondo y alimentarse de los animales de cuerpos blandos que viven en el fondo del mar. Durante una reunión de paleontología de vertebrados en Canadá, el mes pasado, Noè examinó los fósiles de un plesiosauro llamado Muraenosaurus.

Midiendo las articulaciones de los huesos del cuello, él concluyó que el cuello era flexible y podría moverse fácilmente hacia abajo. Explicó cómo el cuello era como un tubo de alimentación, para recoger las presas de cuerpos suaves: Los pequeños cráneos de los plesiosauros no podían triturar presas de caparazón duro.

Sin embargo, la osteología del cuello demuestra sin lugar a dudas que el plesiosauro no podía levantar su cabeza del agua -como la mayoría de las supuestas fotos de Nessie muestran.

Noè eliminó, tristemente, al plesiosauro como candidato para el monstruo de Loch Ness.

Ufología ¿Una ciencia? (Final)

EL OBJETO UFOLÓGICO PERMANENTE

UNA PRUEBA EXTRAODINARIA

El ufólogo mexicano Óscar García reflexionaba sobre la calidad de las pruebas ufológicas

«Nadie es conocedor de todo en este mundo y por lo tanto ante un avistamiento uno debe confesarse incapaz de determinar lo que se observa y humildemente decir: «no sé lo que es» y no decir que ese ovni es una Nave Extraterrestre… Aunque el hecho de que uno no sepa qué es lo que se está observando no quiere decir que no haya alguien que sí sepa de qué se trata… Un meteorólogo que no puede identificar un objeto que está avistando en el cielo no tiene porque ser infalible, como tampoco un piloto pues, por ejemplo, existe una cantidad de trastornos mentales que, en determinado caso, podrían producir alucinaciones, hay también espejismos y cosas por el estilo que su especialidad no abarca y ellos no tienen porqué conocer… Entonces, en el mundo y en la naturaleza y en nuestra mente ocurren una cantidad extraordinaria de fenómenos, es decir, de «cosas que ocurren», y para decir que lo observado es un NO identificado primero el reporte debe pasar por todos estos filtros. Si el caso se mantiene inexplicado es eso: Un Inexplicado, un No Identificado; mas no una nave extraterrestre.

«Errores con las palabras

«Sin embargo es común creer que los ovnis son naves extraterrestres y eso es un error. Uno puede estar convencido de que los Objetos No Identificados son Naves Extraterrestres y puede decirlo (la libertad es de todos), pero debe antes aclarar que se trata únicamente de una creencia, de una cuestión personal de fe, mas no de un hecho. Uno puede decir «yo creo que ese caso reportado es una nave extraterrestre», más no afirmar «es una nave extraterrestre», porque la afirmación requiere de demostración y si quien afirma cree que sus «pruebas» son cosas tales como fotos o videos, se equivoca; porque esas «pruebas» de ningún modo son validas pues lo único que demuestran (en el caso de no ser trucadas) es que se ha filmado ALGO, un objeto que no se sabe qué es, y punto…

«…soy un ufólogo escéptico y un ufólogo es un investigador y un investigador debe solucionar casos y no, NO solucionarlos… Es como si a un detective le ovacionaran no resolver los casos… Por eso cada vez que encuentro una explicación satisfactoria a un reporte me siento sumamente contento, porque cumplí con mi trabajo de investigador, tal y como lo habría hecho Sherlock Holmes.

«Entonces el mejor modo de llamar a mi trabajo es como de «Ufología dubitativa o Escéptica». Pero, ¿qué pasaría si un día obtuviera una prueba de que esos Objetos No Identificados son efectivamente Naves Extraterrestres? Lo diría, por supuesto. Pero claro que lo gritaría a mil voces y yo sería el primero en estar feliz en demostrarlo, porque el día que me convenza es porque voy a tener una PRUEBA que podrá demostrar mi afirmación, porque si no, no sería una prueba.

«Me explico. Como afirmar que los ovnis se pueden identificar como Naves Extraterrestres es algo sumamente extraordinario, mi prueba debe ser así de extraordinaria… Esta sería tan extraordinaria que nadie podría negarla.

«Sin embargo, en estos casi 50 años de ufología no hay nada, y por eso mi trabajo es identificar a los ovnis uno por uno, pues si es verdad que son naves extraterrestres, entonces es muy posible que algún día aparezca esa PRUEBA que tanto se busca.

«Mi amigo, Luis Ruiz Noguez, encontró el hilo negro y nombró a esa prueba perfecta «El Objeto Ufológico Permanente»

En casi 60 años de platos voladores sólo tenemos que echar un vistazo a los avances obtenidos en cualquier disciplina del quehacer humano. En los deportes constantemente se rompen las marcas. Los logros en las artes plásticas, en la literatura y en otras bellas artes son de inapreciable valor para la humanidad. Pero en donde el avance es más notorio es en el terreno científico y tecnológico. Veamos la medicina; escudriñemos la informática; observemos los adelantos de la física, la astronomía o la química. Hay un mundo de diferencia entre lo que eran hace sesenta años y lo que son hoy.

Ahora revisemos la ufología de la era platillista y comparémosla con la ufología roswelliana y abductóloga basada en videos de globovnis. Nada ha cambiado. Los ufólogos no han podido demostrar que estamos siendo visitados por civilizaciones de otros mundos. Viven empantanados en un mundo cuyo reloj se descompuso hace sesenta años. Parece que tendremos que esperar otros sesenta años, no para que los ufólogos presenten una sola prueba, sino para que la gente se de cuenta que ha sido engañada durante muchos años; se les ha visto la cara vendiéndoles libros, fotografías, videos y otras mercaderías ufológicas, que no constituyen ninguna prueba a favor de la hipótesis extraterrestre. Viven en un mundo en el que lo normal es lo extraordinario. Los aviones, globos y pájaros son ovnis, y si no, sólo hay que esperar un poco para que se alejen y filmarlos o fotografiarlos para que no se les pueda identificar y se conviertan así, en no identificados. Lo que buscan es hacer enigmas, no encontrarles respuestas o resolverlos.

Aunque no podemos afirmar que no estemos siendo visitados por seres de otros planetas conduciendo naves en forma de plato volador, sí podemos asegurar que la probabilidad de que esto sea cierto es muy baja. Efectivamente, hasta el momento no existe una sola prueba contundente de que los ovnis sean naves de otros planetas (o que sean zeroides, o vengan de mundos paralelos, o del interior de la tierra, o sean viajeros del tiempo, …) De existir tal prueba el fenómeno ovni dejaría de ser lo que es: un campo de cultivo y especulación para las hipótesis más delirantes y la fauna (ufólogos) más curiosa que existe en el planeta.

Pero, ¿qué o cuál sería la prueba ufológica perfecta? Sin duda el ovni mismo (la nave, si se prefiere), o los «marcianitos verdes». Antes de ocuparnos de estas pruebas veamos lo que puede aportar la parapsicología.

EL PUNTO DE VISTA DE LA PARAPSICOLOGÍA

El recientemente fallecido John Beloff es uno de los pocos parapsicólogos respetables. Durante muchos años trató que la parapsicología fuera estudiada de forma académica utilizando medios científicos. A diferencia de Joseph B. Rhine nunca manipuló sus resultados para demostrar la existencia de los fenómenos Psi o PK. Antes bien, conociendo que el terreno era resbaladizo, propuso la búsqueda del fenómeno paranormal perfecto al que llamó Objeto Paranormal Permanente. La primera referencia al OPP se publicó en 1984 en la Parapsychology Review. La siguiente es la parte medular de ese artículo:

«Estrategias de investigación para tratar un fenómeno inestable

«El asunto que quiero abordar en este artículo es, qué opciones tenemos si el objetivo de repetibilidad de resultados es inalcanzable. Yo arguyo, contrario a algunos críticos que, aún si la repetibilidad es lo más deseado para una ciencia experimental, hay otras estrategias que podemos seguir. Además, ya que el prospecto de alcanzar la repetibilidad es aún remoto, la preocupación excesiva por esto puede generar desesperación; por lo tanto, se debe poner más atención en esas alternativas.

«Hay, primero, una débil sensación de que se puede confirmar un experimento o hipótesis o fenómeno simplemente si se confirma independientemente por al menos otro experimentador. Esto puede contrastarse con una fuerte sensación, que puede implicar que el experimento o hipótesis o fenómeno en cuestión es suficientemente robusto y suficientemente independiente para ser confirmado por cualquier investigador competente que adopte los procedimientos prescritos.

«Aún la forma limitada de repetibilidad que puede presentarse por la capacidad de un sujeto especial de producir fenómenos en una forma independiente y consistente continúa fuera de nuestro alcance. Sin embargo, es precisamente esta forma dura de repetibilidad a la que más abajo me referiré como repetibilidad estricta, la única que puede satisfacer nuestros criterios.

«Un carácter distintivo de la situación actual es que, no sólo carecemos del conocimiento de cómo se produce el fenómeno sino que ni siquiera conocemos la razón de nuestra ignorancia. ¿Es la cabal multiplicidad de factores que están involucrados en la producción de un efecto psi dado? ¿Es la razón por la cual nunca podemos reproducir la situación original en la cual el objeto se observó? ¿O hay, tal vez, alguna razón teórica fundamental por la que, en la naturaleza del caso, el fenómeno psi permanece elusivo e inestable? Si la explicación anterior es correcta, entonces la situación en parapsicología no es diferente de la que obtenemos en ciertas áreas de la sicología social, donde uno está tratando con el sutil comportamiento humano; uno debería estar contento en tales circunstancias si el efecto se nos muestra sólo ocasionalmente.

«Hay, al presente, un número de teorías que, si son válidas, pueden implicar que la repetibilidad estricta es una imposibilidad teórica. Por ejemplo, de acuerdo con la teoría observacional, la variable crítica en cualquier experimento psi es el observador y el evento crítico su observación de los resultados. Entonces es imposible aislar el fenómeno de sus observadores y, si se toma en cuenta la divergencia del problema, todos los subsecuentes observadores. Desde este punto de vista la repetibilidad estricta carece de significado.

¿Qué es lo que podemos hacer en ausencia de tal repetibilidad?

«Veamos primero por qué la repetibilidad es tan importante en cualquier ciencia experimental. Hay, esencialmente, dos razones. En primer lugar, cuando se reporta alguna nueva observación, la comunidad científica necesita saber si la nueva observación es confiable y no se debe a algún error del aparato o engaño y, naturalmente, mientras más extraordinaria es la observación, más necesitamos estar seguros. El método aprobado para obtener tal seguridad es tener corroboraciones independientes y mientras más mejor. Ya que el fenómeno psi es, por definición, extraordinario, son más necesarias tales corroboraciones independientes. En segundo lugar, siempre que se reporta una nueva observación en la literatura científica inmediatamente surgen preguntas sobre su naturaleza y explicación y se sugieren varias hipótesis que pueden dar luz sobre estas cuestiones. Pero estas cuestiones sólo pueden responderse y las hipótesis sólo pueden probarse si la observación se puede repetir bajo condiciones controlables. El problema es, por supuesto, que cuando nos enfrentamos con un fenómeno inestable esto no es posible. Esto es, más que nada, lo que ha atrasado el progreso en parapsicología.

«Estas, entonces, son las razones esenciales por las que la ciencia insiste en la repetibilidad; primero para probar que el fenómeno es real y, segundo, para avanzar en nuestro conocimiento de la naturaleza.

«El Objeto Paranormal Perfecto es aquel que no puede haber sido producido normalmente no importa qué tan ingenioso sea el falsificador y no importa cuál sea su origen. El único objeto de esta clase que conozco que cumple claramente con estas especificaciones es aquel que involucre una imposibilidad topológica y como ejemplo pueden ser dos eslabones interconectados sin costura. Además de ser sin costura es necesario estipular que la unión debe ser tal que a) no hayan sido construidos in situ o b) labradas en un solo bloque de material. Estas condiciones se cumplen si los anillos sin costura están hechos de materiales naturales tales como la madera o la piel; en el caso de la madera los anillos deberán estar hechos de diferentes maderas que no puedan ser labradas del mismo bloque.

«Se puede decir que el progreso en todas las ciencias empíricas viene a través de la prueba de hipótesis o, usando la expresión de Karl Popper, a través de conjeturas y refutaciones. La pregunta que debemos hacernos es si el progreso es posible aún si no podemos reproducir el fenómeno sobre el que estamos teorizando. Si la respuesta es no, entonces estamos en una situación desesperada. Sin embargo, existen varias ciencias puramente observacionales que sugieren que el progreso es posible aún en ausencia de experimentación. En tales campos como la astronomía, geología y climatología, uno nunca está en posición de producir el fenómeno que pueda probar la teoría. En su lugar, usamos los datos disponibles de las observaciones pasadas o esperamos por nuevas observaciones».

Aunque Beloff lo llamó originalmente Objeto Paranormal Perfecto, posteriormente utilizó Objeto Paranormal Permanente. Con esto quería decir que esos objetos debían ser durables y trascender en el tiempo. A finales de siglo XIX diversos mediums, como los hermanos Davenport o Henry Slade presentaron «cadenas» cuyos eslabones estaban fabricados con maderas de distintos tipos. Sir Oliver Lodge declaró que no había pegamento ni juntas. Estos eran los Objetos Paranormales Perfectos a los que se refería Beloff. Pero cómo actualmente sólo se tienen fotografías de tales portentos, Beloff se dio cuenta que esos «Perfectos» deberían cambiarse a «Permanentes», a fin de que todo estudioso en el futuro tuviera acceso a ellos

En su libro The Relentless Question: Reflections on the Paranormal, Beloff explica:

«Siendo palpables, objetos materiales mensurables, estos objetos pueden se analizados en laboratorios reconocidos por muchos investigadores, incluidos los escépticos, usando las ciencias duras «“física y química.

«¿Existen el fenómeno psi y paranormal?

«Mi breve respuesta a esto es que no tengo ni la más mínima idea. Los investigadores psíquicos y parapsicológicos han tratado durante casi 140 años de construir una base científica para Psi. En el mejor de los casos, la situación continua siendo equívoca. En mi opinión los parapsicólogos primero deberían poner en orden su casa y luego invitar al resto de los científicos a inspeccionar sus mercancías.

«Aún si concedemos a los parpsicólogos su afirmación de que al menos han establecido la existencia de una anormalidad, tienen todavía gran camino por recorrer antes que puedan domesticar la anomalía y específicamente por lo menos algunas condiciones bajo las cuales tenemos una oportunidad razonable de observarlas. Si lo que dicen es correcto, entonces se están enfrentando con un fenómeno muy errático y elusivo. Sin embargo, no sabemos si en realidad se enfrentan con un solo fenómeno o varios fenómenos posiblemente no relacionados.

«Las ventajas peculiares de los PPOs son obvias. Su paranormalidad no depende de ningún testimonio de persona alguna en particular ni de las condiciones bajo las cuales fue producido. Pueden examinarse a placer, usando el equipo necesario, por muchos expertos que uno puede nombrar. Sin otra clara evidencia, fuerte o débil, la prueba es siempre aquella que clama paranormalidad; en el caso delos PPOs la demostración cae con el escéptico, si él puede refutarlo, entonces el objeto en cuestión es un artefacto normal».

EL OBJETO UFOLÓGICO PERMANENTE

Hasta que conocí al crítico de la parapsicología, el mexicano César Tort, estas eran las conclusiones a las que había llegado en torno al estudio del fenómeno ovni:

La mayoría de las personas no mientes al afirmar que han visto un ovni, pero definitivamente no pueden afirmar que han visto una nave extraterrestre. La humanidad no es tan importante como para que seres de diversos planetas confluyan en la Tierra. No existe un caso ovni, bien investigado, que no tenga una explicación racional. Los ufólogos creyentes son los menos capacitados para investigar el fenómeno ovni. Por el contrario, si el ufólogo es crítico encontrará fácilmente la explicación a la mayoría de los casos ovni que se le presenten. Digo la mayoría porque hay un pequeño residuo que no tiene explicación per se, pues se trata de casos que ofrecen muy pocos datos al investigador. Dentro de esas explicaciones encontraremos las ya conocidas (que siempre han sido minimizadas por los ufólogos crédulos): fraudes, fenómenos atmosféricos inusuales, aviones y otros aparatos terrestres, confusiones, etc., que son el estímulo que ocasiona las visiones ovni, ampliamente estudiadas por los ufólogos de la corriente psicosociológica.

Luego entonces podemos decir que mientras que la probabilidad de que los reportes ovni tengan una explicación convencional y racional tiende a 1, la probabilidad de que las «hipótesis» (entre comillas puesto que no son verdaderas hipótesis desde el punto de vista científico) alternativas paranormales sean ciertas tiende a 0.

Hasta el día de hoy no existe una sola prueba, irrefutable, de la visita de naves extraterrestres. Los ufólogos crédulos no han podido, después de casi 60 años, dar una demostración contundente de que estamos siendo visitados por naves de otros mundos. Todo lo que hacen es reunir «pruebas» para reafirmar su «hipótesis» en la que creen, es decir, anécdotas que refuerzan su fe. Estas «pruebas» no han aportado nada al desarrollo del conocimiento humano y sólo han creado ilusiones y mundos para-lelos y para-anormales. Sin embargo han tenido más eco y publicidad en la mente del ciudadano común que los reclamos y advertencias de los verdaderos científicos. Tan es así que la palabra escéptico se ha convertido en un adjetivo peyorativo.

Nada extraordinario. A las mismas conclusiones habían llegado Donald Menzel, Philip Klass y otros críticos de la ufología. Pero César Tort me acercó a la literatura parapsicológica de corte académico. Me habló de los PPOs y me invitó a colaborar con él para tratar de dilucidar si las caras de Bélmez eran auténticos PPOs. Para César los únicos posibles candidatos a PPOs eran las citadas caras y el sudario de Turín. Este último resultó una falsificación y en cuanto a las caras, César y yo contribuimos en aclarar su origen.

Pero el concepto de PPOs me pareció extraordinario y lo tomé de la parapsicología para traerlo a la ufología. Como a los ufólogos hay que enseñarles con palitos, el Objeto Ufológico Permanente me pareció lo más adecuado para hacerles entender lo que era una prueba verdadera, y no los videos, las fotografías o los reatos de testigos. Un OUP es la nave extraterrestre y/o los «marcianitos verdes».

Pero pedí mucho al considerar que los ufólogos entenderían el concepto. Cuando le mencioné a Maussán que las únicas pruebas válidas para la hipótesis extraterrestre serían los «marcianitos verdes» y la nave extraterrestre, me dijo que eso demostraba mis instintos asesinos: que yo quería ver muerto a un extraterrestre para poder aceptar su existencia. En realidad lo único que yo quería, y quiero, es una muestra de cabello, de saliva, de piel, de sangre o de cualquier otro elemento al que se le pueda hacer pruebas de ADN, que nos lleven a concluir que el propietario no es ninguna especie conocida en la Tierra. O un aparato cuya tecnología no corresponda a las conocidas en la Tierra. Pero debe ser Permanente, es decir, no los «marcianitos verdes» y platos voladores que se encuentran en el Hangar 18, en el Área 51 o en el sótano de Es Tontón Fredman, porque ninguno está accesible al publico en general para poder ser estudiado.

Lo interesante del concepto PPO es que es lo bastante elástico que se puede aplicar no sólo a la parapsicología, y ufología, sino a todas las demás pseudociencias. Puede postularse la existencia de un Objeto Criptozoológico Permanente, o de otro Objeto Forteano Permanente, o el más general Objeto Magufo Permanente. Dejamos a nuestros lectores que nos digan cuales serían estos objetos en las distintas disciplinas.

Los ufólogos actuales sólo se concentran en intrusiones alienígenas, abducidos y en colectar videos de luces en el cielo, que podrían ser cualquier cosa, desde globos, aviones, videos trucados, hasta «naves» de otros planetas. El problema consiste en explicarles que los OVIs u Objetos Voladores Identificados, constituyen algo más que basura, que son una realidad conceptual que deben y que deben ser admitidos como parte del problema. Aún más difícil es que lleguen a aceptar que los videos no constituyen en forma alguna prueba de naves extraterrestres, sino que caen en e campo de lo anecdótico.

Si los ufólogos realmente desean una aproximación científica de los ovnis, deben pasar de los videos y concentrarse en la prueba irrebatible: el Objeto Ufológico permanente.

Considero que va a pasar mucho tiempo para que los ufólogos presenten un OUP. Pero, ¿qué podrían hacer los ufólogos mientras llega esa preciada prueba? ¿Seguir filmando y fotografiando globos en el cielo? ¿Seguir dando conferencias? ¿Seguir escribiendo basura ufológica? ¿O hacer algo en realidad de provecho? Los que no se quieran alejar de su amada ufología pueden intentar nuevas rutas.

Hay un área en el campo de la ufología que se ha dejado de lado y poco se ha investigado. Aparte de estudiar reportes de ovnis, los ufólogos han investigado a los testigos, los abducidos y los contactados, pero creo que sería mucho más interesante estudiar a los mismos ufólogos: quiénes son, cómo son, qué piensan…

En esta ruta de investigación los mejor preparados son los psicólogos y los sociólogos. En México el licenciado Héctor Escobar está iniciando lo que, creemos, es el primer estudio del Fenómeno Ufólogo a nivel mundial. Ya veremos los resultados.

REFERENCIAS

Beloff John, Research strategies for dealing with unstable phenomena, Parapsychology Review, Vol. 15, No. 1, Parapsychology Foundation Inc., New York, Jan-Feb 1984, págs. 1-7.

Beloff John, The Relentless Question: Reflections on the Paranormal, McFarland, Jefferson, N. C., 1990.

Escobar Sotomayor Héctor, Sobre el nivel epistemológico de las hipótesis ovni, sin publicar.

García Óscar, El Objeto Ufológico Permanente, Contacto Ovni, No. 22, México, octubre de 1996, Págs. 22-25.

Hyman R., The Elusive Quarry: a Scientific Appraisal of Psychical Research, Prometheus Books, New York, 1989.

Ruiz Noguez Luis, La nueva ovnilogía, Duda, No. 1106, México, 14 de octubre de 1992. Pág. 22.

Tort J. Cesar & Ruiz Noguez Luis, Are The Faces of Bélmez Permanent Paranormal Objects?, Journal of the Society for Psychical Research, Vol. 59, No. 832, July 1993, págs. 161-171.

Tort J. Cesar, Will Permanent Paranormal Objects vindicate Parapsychology?, Journal of the Society for Psychical Research, Vol. 58, No. 824, March 1991, págs. 16-30.

El día que los marcianitos llegaron bailando ricachá

Obviamente no podía ser en ningún otro lugar mas que en La Habana, Cuba.

El suceso, verídico, ocurrió en 1954 y era poco conocido en los medios ufológicos. Uno de los testigos escribió:

«La vista que podía presenciar el que llegaba al lugar era sobrecogedora: efectivamente, sobre el terreno se hallaba posado un platillo volador, de grandes dimensiones, quizás unos 10 metros de diámetro. Era brillante, de apariencia metálica y en medio tenia como una especie de cúpula».

Lea la crónica completa en este sitio:

http://ourworld.cs.com/rosafornes/page71.html

Ufología ¿Una ciencia? (3)

EL OBJETO UFOLÓGICO PERMANENTE

¿Qué estudia la ufología? ¿Qué estudian los ufólogos? Estas no son preguntas triviales. Sin ninguna excepción todos los ufólogos que conozco, a los que les hice estas preguntas, dieron respuestas equivocadas. Algunos me veían como un bicho raro: «¿Mira lo que pregunta este escéptico? Pero si todo mundo sabe que lo que estudia la ufología son los ovnis».

El problema es que ningún ufólogo tiene un ovni para estudiarlo. Lo que «estudian» son reportes de gente que dice haber visto ovnis. Esos reportes pueden ser verbales, escritos, fotografías o videos, supuestos restos de aterrizajes o registros en el radar. Todo menos un ovni. Y entrecomillo la palabra «estudian», porque lo que realmente hacen los ovnílogos es coleccionar: coleccionar cualesquiera de esos reportes (informes, fotos o videos); coleccionar revistas de ovnis; recopilar libros sobre el tema; sumar kilómetros tras los ovnis; compilar entrevistas con los testigos; juntar dibujos de las «naves» y de los «extraterrestres»; reunir leyendas relacionadas con el tema.

Recuerdo que en una entrevista para la radio mexicana mencioné que ningún ufólogo era investigador, sólo coleccionista. Hubo quien llamó a la estación para retarme a debatir con él y que le demostrara que no había investigadores de ovnis y todos eran coleccionistas. Este ufólogo no entendía que los ovnis no poseen naturaleza ontológica y que, por lo tanto, no se pueden estudiar. Es decir, en palabras del psicólogo Héctor Escobar, «lo único que podría ser ovni sería lo que no es (no es planeta, no es fenómeno atmosférico, no es satélite, no es ave… así hasta el infinito), huelga insistir en lo absurdo de esta posibilidad».

A una conclusión similar llegó Heriberto Janosh:

«Creo que lo único que podemos hacer con los casos no identificados es tratar de identificarlos, de lo contrario su importancia es nula.

«Con los IDENTIFICADOS sí podemos trabajar científicamente, por ejemplo planteando la siguiente hipótesis:

«Todos los casos en que los testigos afirman haber observado o registrado una nave espacial extraterrestre (NET) han sido explicados como confusiones con otros objetos que no eran NETs, fraudes o fantasías psico(pato)lógicas.

«Esta hipótesis es REFUTABLE (basta presentar pruebas de la aparición de una nave ET) y ha sido CONFIRMADA miles de veces».

Escobar menciona que para desarrollar una epistemología de la ufología es necesario abordar los siguientes temas

a) definición del objeto de estudio de la ufología.

b) definición de una metodología para el estudio de dicho objeto.

c) caracterización de una teoría explicativa del fenómeno en cuestión.

En el asunto del objeto de estudio de la ufología Héctor nos explica que:

«El problema que enfrentamos aquí consiste en establecer una caracterización positiva de lo que sería un ovni. Tradicionalmente, el problema ha sido resuelto mediante una trampa lógica, se ha otorgado un significado a ovni que lo define en base a alguna hipótesis (naves extraterrestres, zeroides, etc.) y eliminado el criterio de necesidad empírica que requiere una definición operativa, se ha procedido a una amplísima serie de argumentos a favor de tal o cual hipótesis, es decir, se construyen castillos en el aire. Está todo el edificio, pero falta el cimiento (ontológico y empírico del mismo).

«Si definimos ovni como nave extraterrestre, ¡damos por supuesto la existencia de naves extraterrestres!, cosa que según sé, no ha podido demostrarse, pese a lo que diga uno que otro contactado. Este argumento es igual en todo tipo de explicaciones que consideren a los ovnis como entidades ontológicas.

«Es requisito en todo conocimiento que pretenda denostarse como científico, la presentación de un objeto sobre el cual ejecute su estudio. Esto no quiere decir, como podría leerse ingenuamente, la presentación de un ovni (que obviamente ya no sería tal sino una nave extraterrestre, o cualquier otra cosa por el estilo), sino una serie de elementos teóricos y factuales que permitan suponer la existencia de un fenómeno inexplicable en términos convencionales, y que por lo mismo requerirá del desarrollo de un marco teórico y conceptual en el cual sea posible su definición.

«Aquí, como se ve, hemos pasado de los ovnis (con toda la ambigüedad que implica la palabra), al concepto de un reporte ovni, en el cual los términos No Identificado, han adquirido un valor relativo en posición al valor absoluto que tenían en el marco de una ufología ingenua. El No Identificado lo es con respecto al testigo del avistamiento. Aquí aparece uno de los meollos del asunto, es decir, la posibilidad de identificación del reporte ovni para convertirlo en un ovi.

«El trabajo de la ufología seria empezará en este nivel: el estudio del reporte ovni para buscar su explicación. Nótese que aún seguimos careciendo propiamente de un objeto pues, si explicamos el reporte eliminaremos nuestro elemento en la categoría de fenómenos conocidos en donde serán objeto de estudio de ciencias ya establecidas (astronomía, meteorología, aeronáutica, etc.). La idea es pues, encontrar reportes que resistan toda explicación, y que de este modo, se constituirían en el objeto de estudio de una ciencia ufológica…

ACORRALANDO AL TESTIGO

Desconociendo las ideas teóricas de Escobar y Janosh, mi acercamiento a la investigación ufológica de campo era enfrentando al testigo, casi acorralándolo, para evitar o impedir que embelleciera o modificara su relato. Partía del hecho de que los testigos no dicen la verdad, lo cual contradecía todos los estándares ufológicos en los que los perseguidores de ovnis incluso se atrevían a afirmar la existencia de testigos de elite: pilotos, científicos, militares y otros. Desde mi punto de vista el testigo miente consciente o inconscientemente. En el primer caso tenemos a los fabuladores (esencialmente los contactados y la mayoría de los abducidos); en el segundo tenemos a los testigos que se enfrentan a un fenómeno natural o artificial que el testigo, en su ignorancia, asimila a la fenomenología ovni (entendiéndose esta como naves extraterrestres). En este caso, aunque el testigo no mienta descaradamente y diga «su verdad», esta no se ajusta a la realidad de la naturaleza.

Tomaba (y tomo) la investigación ufológica como una especie de gimnasia mental. Se trata de resolver acertijos del tipo: en caso de que el testigo no sea un fabulador ¿qué fenómeno natural pudo haberlo engañado o confundido?; si el testigo es un mendaz incorregible ¿cómo fabricó su historia?

Esta no es una actitud anticientífica. Manuel Borraz lo explica de manera sencilla, con su habitual claridad de ideas:

«Es bien sabido que no todos tienen la misma idea de lo que constituye una prueba del origen no terrestre de los ovnis.

«Por ejemplo, los menos exigentes echan en cara a los escépticos que cuando se enfrentan a los casos más «sólidos» acaban recurriendo, por ejemplo, a:

«- sembrar sospechas de fraude, poniendo en duda la veracidad de los testimonios;

«- trocear los hechos y los avistamientos hasta hacerlos irreconocibles, proponiendo explicaciones sumamente improbables.

«Pero estos procedimientos no son ninguna aberración. Cuando se indaga con espíritu científico un asunto novedoso debe tenerse auténtico terror a que se cuelen lo que se conoce a veces como «falsos positivos», en este caso, a dar por anómalos sucesos que no lo son. Se trata de un terror a dar pasos en falso, a dar por supuesto cosas que pueden resultar completamente falsas. Un terror, por otra parte, al que debe su buena salud el edificio de las teorías científicas. Frente a estos «falsos positivos», la posibilidad de «falsos negativos» (en nuestro caso, las eventuales visitas de naves extraterrestres erróneamente «explicadas» como sucesos convencionales) puede quedar incluso en segundo plano. Esto marca de entrada la actitud con que se aborda el tema. Después viene el argumento razonable de que fraudes los ha habido y los habrá siempre, y seguro que algunos de ellos nos acechan entre los casos aparentemente más «difíciles». Y otro argumento de peso: increíbles casualidades las ha habido y las habrá siempre, y seguro que algunas de ellas acaban dando vida a una insólita cadena de despropósitos que va a parar al cajón de sastre de las historias de ovnis. Es muy improbable que un piloto observe un lucero sin reconocerlo a la vez que se detecta por radar un eco espurio en la zona, pero si algo así ocurre «“puede ocurrir- seguro que lo encontraremos recogido en un catálogo de avistamientos de ovnis. En definitiva, lo que se plantea el escéptico es: si hay algo auténtico detrás de alguno de estos casos, algún día nos encontraremos con uno en que tanto la posibilidad de un fraude, como las posibilidades de un cúmulo de coincidencias u otras explicaciones convencionales, aparecerán como claramente inverosímiles. Pero los más creyentes se preguntan si realmente hay algo que pueda convencer a un escéptico. ¿Aceptaría un escéptico la existencia de naves extraterrestres en nuestros cielos si se le suministrara un pedazo de aeronave o se le concediera una entrevista con uno de sus tripulantes? Los más creyentes se temen que no, y que eso de «dadme pruebas y os creeré» es un cuento chino. Y tienen bastante razón… No obstante, lo que no aciertan a comprender es que, a menos que su composición fuera realmente extraordinaria, pudiéndose demostrar su procedencia extraterrestre de origen no meteórico, un pedazo de metal que no se diferenciara de una pieza de lavadora nunca probaría nada. Ni aunque llevara grabados símbolos venusianos. Y un intercambio de impresiones con un tipo cuya única «rareza» fuera su aspecto nórdico u oriental, su atuendo de opereta espacial o su lengua incomprensible, tampoco sería convincente, salvo en caso de que pudiera procederse a exámenes médicos y genéticos con resultados demoledores, o el contacto aportara información «revolucionaria» e inequívocamente de origen no terrestre. Es decir, una muestra material o un contacto fugaz con el mismísimo comandante de las fuerzas intergalácticas no tienen por qué resultar necesariamente probatorios…»

«A priori uno piensa que un observador podría equivocarse durante un rato pero que acabaría reconociendo su error enseguida. Casos como éstos sugieren que no siempre es así. Habría ocasiones en que, por ejemplo, el observador no percibiría una luna tras un velo de nubes sino un objeto cercano sombrío como en Feignies, o no reconocería la luna lejana sino un artefacto luminoso que estaría siguiendo a su coche. Me parece que es un poco como lo que ocurre cuando se contemplan esos dibujos ambiguos que permiten una doble lectura (busto de joven/cara de vieja, cubos cóncavos/convexos,…), que se mencionan a veces al hablar de la psicología de la percepción. Uno puede estar todo el tiempo del mundo percibiendo los trazos de una manera hasta que alguien le llama la atención sobre la otra forma de «verlos». Trasladado a los casos anteriores, resultaría que una «confusión» de larga duración sería perfectamente verosímil. Creo que éste es un aspecto fundamental en este tipo de observaciones.

«Lo de la psicología social lo mencionaba por la segunda parte del problema. Otro punto crucial. Suponiendo que un observador quede cautivado por su propia interpretación anómala de una luz en el cielo durante tanto tiempo, parece poco creíble que suceda lo mismo con dos o más observadores. Pero de nuevo los ejemplos sugieren lo contrario. A la hora de interpretarlo no creo que haya que recurrir a conceptos tan equívocos -y pasados de moda- como las «alucinaciones colectivas». Posiblemente se trate de una especie de proceso de «contagio» psicológico. Las reacciones y/o los comentarios de un observador influyen en otro y los de éste en el primero, que puede ver reforzada su interpretación. Se va creando un consenso perceptivo. Me parece que es este juego de influencias y sugestiones mutuas el que podría hacer verosímil la existencia de «confusiones colectivas»».

EL MISTERIO CENTRAL

Luis R González Manzo llamaba la atención sobre un artículo publicado por Andy Roberts en el número 118 de Fortean Times, que tiene que ver con estos errores de percepción. Roberts decía, en la traducción de González:

«Han habido nuevas revelaciones sobre el enigma del bosque de Rendlesham. Declaraciones originales hechas por los testigos principales de los sucesos de Diciembre de 1980 sugieren que habrían visto (y malinterpretado) el faro de Orford Ness y el buque-faro de Shipwash. En lugar de un asombroso descubrimiento tenemos que el caso Rendlesham queda eliminado como evidencia de un encuentro exótico con un OVNI.

«Pero, ¿es tan simple? Muchos de aquellos que aceptan su caída se pavonearan de que se trató «sólo» o «simplemente» de una percepción errónea. Mientras tanto los creyentes pasarán al siguiente «gran caso». ¿Que tan equivocados están? «Simple» o «sólo» son meras palabras que hacen muy mal servicio a estos recientes descubrimientos. Quizá el caso Rendlesham esté resuelto pero lo que de verdad ha revelado es el verdadero meollo, el misterio central, no sólo de la ufología sino de la gran mayoría de temas forteanos.

«Revisen la historia de la ufología y se encontrarán caso tras caso nacidos de percepciones erróneas (…) Demasiado a menudo, cuando la «verdad» sobre una de estas percepciones erróneas es revelada, el caso es rechazado y eliminado de cualquier posterior estudio. Pocos investigadores se cuestionan PORQUE una estrella puede «convertirse» en un OVNI para determinado testigo. O por qué un avión en un vuelo normal se convierte, por un momento nada más, en un OVNI

«(…) Los errores de percepción y su descendencia de «creencias» evidencian un raro tesoro, el poder de la imaginación humana y su habilidad para transformar lo ordinario en lo misterioso y lo mítico. Nuestra capacidad para atrapar este resbaladizo hecho convierte el multiverso en un lugar mucho más interesante».

Alejandro Agostinelli se preguntaba sobre el «proceso cultural anterior y posterior del acto de percibir un estímulo súbitamente transformado en nave extraterrestre o en cualquier otro evento extraordinario. Lo que Roberts llama «el misterio central»». Y se respondía:

«La transformación de la percepción de un suceso «banal» en otro más elaborado («ufológico», «paranormal», «mágico», etc.) tiene que ver con procesos creativos que probablemente han sido mejor estudiados por áreas más cercanas a la investigación etnográfica, artística y literaria. ¡Y que seguramente pocos de nosotros conocemos! Otra excepción de esta afirmación es el análisis del trasvasamiento de flujos de conocimientos míticos provistos por la ciencia ficción (Kottmeyer, Mehéust et al) y los estudios comparados de mitos afines (me refiero al acto de cotejar el contenido simbólico de los relatos actuales con otros equivalentes generados en épocas anteriores).

«Ese «momento nada más» que menciona Roberts (el trance donde se produce la metamorfosis del estímulo original en otra cosa más compleja) no es «un momento y nada más»: aquí hay que incluir a lo que llamaría la ANTESALA DE LA EXPERIENCIA (la información disponible, la educación impartida, el contexto cultural del testigo, que influyen en la memoria activa del «momento», y la POST-EXPERIENCIA (el intercambio con el contexto inmediato y remoto, desde la que aportaron otros testigos con los que ha compartido el evento hasta los comentarios de familiares, amigos y entrevistas de periodistas o ufólogos)».

Ese «misterio central» de la ufología (y de los fenómenos paranormales) está constituido por aquellas percepciones erróneas de fenómenos u objetos comunes que son transformados posteriormente en naves extraterrestres, monstruos peludos, imágenes milagrosas y otros fenómenos paranormales, gracias o debido a una deformación cultural, muchas veces influenciada por los medios de comunicación. No se debería trivializar su importancia. Antes bien este debería ser el núcleo central del estudio de todos los fenómenos paranormales. Ya que no se pueden extraer patrones ni tendencias coherentes de los casos todavía inexplicados, debido a su diversidad, habrá que estudiar los explicados. Nuevamente Manuel Borraz nos advierte:

«Estoy de acuerdo en que a veces se ha enfocado de forma muy simplista esta categoría de casos, tan frecuentes, de las «confusiones». Si se descubre que un testigo de la aparición de un ovni observó Venus, la explicación del caso no es el planeta Venus en sí mismo (millones de observadores debieron ver el planeta en la misma fecha sin que dieran lugar a ningún informe sobre ovnis…), sino fundamentalmente los procesos involucrados desde el punto de vista psicosocial (procesos perceptivos, del recuerdo, de la transmisión de la información, etc.) que, por desgracia, suelen obviarse o se tienen poco en cuenta. Tanto es así que algunos perciben el enfoque psicosocial como un insulto a la inteligencia de los testigos (como si se quisiera hacer creer que el testigo no sabe distinguir un ovni de un simple lucero) mientras otros llegan a pensar que lo que se está postulando en realidad son extravagantes alucinaciones de todo tipo. En la mayoría de los casos, no se trataría ni de lo uno ni de lo otro (¿por qué costará tanto la aceptación generalizada del enfoque psicosocial más elemental?).

«Sobre la misma cuestión puede notarse que la verdadera naturaleza de los estímulos, es decir, su identificación precisa en cada caso (astro, avión, etc.), es bastante irrelevante en el contexto del enfoque psicosocial. Incluso hay ocasiones en que estímulos distintos hubieran dado lugar seguramente a experiencias similares de observación de ovnis. No obstante, también hay que reconocer que esa identificación precisa es lo que permite legitimar dicho enfoque. Si no se hubiera conseguido la identificación del estímulo en ningún caso, deberíamos contentarnos con trabajar con una hipótesis psicosocial meramente especulativa, sin confirmación empírica.

«Volviendo al hilo de la discusión, si estaba de acuerdo en que hay que dar importancia a todo lo que rodea a las «percepciones erróneas», en lo que ya no estoy tan de acuerdo es en darle una importancia desorbitada, pues por lo general, estamos hablando de procesos bastante triviales. Tampoco estoy de acuerdo en hablar a estas alturas de un «misterio central», pues hay mucha información sobre dichos procesos y hace muchos años que se ha venido abordando el tema. A menudo parece que cualquier cosa que se comente sobre este asunto ya ha sido dicha antes y mejor… Por ejemplo, algo hay en el «informe Condon» de hace treinta años. Y habría trabajos en esta línea anteriores a la aparición de los platillos volantes, en relación a temas como el de las apariciones marianas… A Michel Monnerie se le reprochó hace veinte años el no haberse basado en trabajos previos de psicología a la hora de plantear su noción de «rêve-éveillé» («sueño despierto» o «sueño a ojos abiertos»). Para contrarrestar estas críticas, en «Le Naufrage des Extra-terrestres», su segundo libro, dio por referencia la obra «Les apparitions de Belgique», del Dr. A. Ladon (Doin, 1937), un estudio sobre ciertas apariciones marianas belgas. Basándose en las conclusiones del Dr. Ladon, Monnerie reafirmaba que muchas visiones de ovnis proceden de lapsus perceptivos, alucinosis, ilusiones, ciertos estados crepusculares, etc. (Si alguien ha leído el libro de Ladon ya nos comentará algo al respecto).

«El enfoque psicosocial contempla fraudes e historias inventadas, observaciones de fenómenos conocidos pero inhabituales, «mal interpretaciones» de fenómenos convencionales, determinadas vivencias relacionadas con el sueño, etc. ¿Son estos recursos suficientes para interpretar hasta el último rincón de la casuística?

«Cuando comienzan las complicaciones es cuando nos detenemos en algún caso en que PODRIA ser necesario contemplar la existencia de algún fenómeno físico novedoso o poco conocido. Y se me ocurre un segundo campo en el que podría haber complicaciones. Me refiero a los casos en que, análogamente, PODRIA ser necesario contemplar la existencia de algunos procesos psicológicos novedosos o poco conocidos. Pero si llega el caso, pienso que lo prudente es comenzar pensando en posibles fenómenos mal conocidos -de los que ya habría precedentes antes de la era de los platillos volantes- antes que en fenómenos inéditos desconocidos…

«En cuanto a fenómenos físicos, hay que empezar citando al eterno candidato a «fenómeno respetable perfectamente comprendido»: el rayo en bola. Me temo que continuará así hasta que se elabore un modelo físico que permita reproducirlo y estudiarlo a fondo. Por lo demás, me da la impresión de que se abusó del rayo en bola en el siglo pasado, cuando estuvo de moda, y se ha abusado de él en la «era de Arnold», utilizado a veces como cajón de sastre por escépticos y ufólogos racionalistas. Espero que algún día sepamos si de verdad existe el rayo en bola y cuáles son sus auténticas posibilidades y limitaciones.

«Más nebuloso veo lo de las «luces tectónicas» y lo de los fenómenos luminosos recurrentes que se manifestarían en lugares muy determinados.

«Sobre las primeras, si no recuerdo mal, los análisis de Persinger han recibido muchas críticas metodológicas. Ignoro si ha ido tomando nota con los años, si se ha hecho el sordo o si ha tirado la toalla. Sobre los segundos, un paseo virtual por el Proyecto Hessdalen me ha decepcionado enormemente. No sé si en otros ejemplos la evidencia es más sólida (me vienen a la cabeza las luces de Marfa o las de Yakima).

«También hay casos puntuales intrigantes. Pienso en un clásico francamente enigmático, los incidentes de Levelland de la noche del 2 al 3 de noviembre de 1957, con su profusión de presuntos «efectos electromagnéticos» y una gran cantidad de testigos (aparentemente) independientes. Hay quien lo considera el mejor o uno de los mejores casos de apariciones de ovnis (¡pero ojo, el caso es más bien la excepción y no la regla!). ¿Fenómeno meteorológico extraordinario? ¿Montaje fraudulento?…

«Para terminar, unas pinceladas sobre el otro apartado, el de posibles fenómenos psicológicos poco conocidos. Antes de lanzarnos a especular en este campo habría que tener datos fiables para poder decidir sobre ese conjunto de casos, generalmente de testigo único, en que las «percepciones erróneas» pueden descartarse, en que tampoco hay un contexto que nos remita a estados próximos al sueño, viéndonos en consecuencia abocados al dilema fraude o «algo» realmente raro (alucinaciones especiales, estados mentales poco conocidos, etc.). ¿Cuál sería el auténtico alcance de las fabulaciones puras y duras en este dominio? ¿Cuál el de la patología mental? ¿Es realmente necesario recurrir a hipotetizar «estados alterados de conciencia» transitorios o cosas por el estilo? Esas son, a mi juicio, cuestiones clave.

«Algunos autores (hemos de citar de nuevo a Persinger, entre otros) han especulado con que fenómenos electromagnéticos podrían inducir un estado transitorio inusual de actividad en el lóbulo temporal del cerebro (como un «microataque» epiléptico) generando vívidas alucinaciones. Con esta hipótesis se ha pretendido abordar un amplio abanico de experiencias anómalas (encuentros con ovnis, experiencias cercanas a la muerte, etc.). No hace mucho, en la sección de «Cartas al Editor» de la revista «Skeptical Inquirer» (sep./oct. 1998), un tal Clifford A. Pickover comentaba su teoría según la cual la epilepsia de lóbulo temporal (ELT) podría tener un papel tanto en el fenómeno de la abducción extraterrestre como en la experiencia religiosa (al respecto, había escrito el libro: «Strange Brains and Genius: The Secret Lives of Eccentric Scientist and Madmen»). Pero, ¿qué hay realmente de verificable en todo esto? ¿Hay algún experto en la sala…?

«También puede ser de interés señalar que Paul Devereux (cuyos puntos de vista son o eran afines a los de Persinger) se viene interesando de un tiempo a esta parte por los llamados «sueños lúcidos» y experiencias afines.

«Ya veremos si se produce algún progreso en estas áreas o si por el contrario todo irá a quedar en meras especulaciones».

Continuará…