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Meteoritos

METEORITOS[1]

«No puede ser un meteoro porque no caía hacia la Tierra»

Testigo de la trayectoria de un meteoro perteneciente a las Líridas

La palabra meteoro se refería originalmente a cualquier fenómeno o aparición inusual en la atmósfera. Estos fenómenos atmosféricos podían ser de varios tipos: Aéreos, como los vientos; Acuosos, como la lluvia y la nieve; Luminosos, como el arco iris, el parhelio; y Eléctricos, como el rayo y el fuego de San Telmo.

En la actualidad a una partícula moviéndose en el espacio exterior se le llama Meteoroide, y a la estela luminosa que éste produce al desintegrarse por fricción en la atmósfera superior se le llama Meteoro, y si la partícula es lo bastante grande como para llegar a la superficie de la Tierra, se le llama Meteorito. El meteoroide es un cuerpo sólido de tamaño variable y de origen interplanetario. El meteoroide se convierte en meteoro al entrar en la atmósfera de la Tierra. Su velocidad estimada oscila entre los 12 y 72 kilómetros por segundo. Pueden verse a distancias de hasta 650 kilómetros debido a que se localizan desde alturas de hasta 100 kilómetros. Su duración típica es de 1 a 15 segundos, aunque hay casos excepcionales que llegan a durar más[2]. La definición moderna dice que el meteoroide debe tener un tamaño entre 100 μm y 10 m. Cualquier objeto más pequeño que esto es considerado polvo interplanetario, mientras que los objetos mayores a este rango son asteroides.

Se llama Bólido o Bola de Fuego a un meteoro con luminosidad igual o mayor que la de Venus, y cuya magnitud puede ser en ciertos casos de «“13. Su cola es típicamente muy larga, y aunque su coloración depende siempre de las sustancias que le integran, no es difícil que abunde en amarillos y naranjas. Sus colores pueden variar de celeste, blanco y amarillo verdoso a rojo. Algunas veces los bólidos se parten en pedazos. Algunos poseen cola y otros no. Podemos decir que cualquier meteoro cuya brillantez sea mayor a «“3 se le denomina bólido.

Los meteoritos son meteoroides de gran tamaño que, al atravesar la atmósfera se volatilizan sólo parcialmente, llegando a caer sobre la Tierra, de lo que se desprende que su masa debe ser superior a los 5 kilogramos, pues de lo contrario se desintegrarían totalmente antes de alcanzar la superficie. Normalmente hacen explosión a cierta altura, disgregándose en numerosos pedazos. Esta explosión acarrea la producción de un fuerte ruido, consecuencia de la velocidad supersónica de los meteoritos, que se oye como un potente trueno en una vasta región. Sus velocidades son considerables, pudiendo alcanzar los 300 Km/seg, y sus trayectorias aparecen como rectilíneas para los testigos, a lo sumo, algo parabólicas. Las trayectorias irregulares reportadas en algunos avistamientos se deben a su forma irregular. Se estima que durante un año llegan a caer 2,000 meteoritos a la Tierra[3].

En un reporte titulado Long enduring meteor trains and fireball orbits, escrito por Charles P. Oliver, profesor emérito de astronomía de la Universidad de Pennsylvania, se determinó que de los 33,000 meteoros observados por el profesor Guno Hoffmeister del Observatorio de Sonneburg, Alemania, sólo 42, o uno de cada 786, posee cola que persiste 10 segundos o más, La American Meteor Society indica una razón de 1 a 750 y se calcula la existencia de un bólido por cada 258 meteoros. Se calcula que caen dentro de la atmósfera terrestre un promedio de 2,400 meteoros que son fácilmente vistos a ojo desnudo, en un intervalo de 24 horas.

La mayoría de las estrellas fugaces son producida por partículas no más grandes que un grano de arena; su brillantez es parecida a la de la estrella polar. Los bólidos son producidos por pedazos de materia del tamaño de un cacahuate.

Si atendemos a su composición química los meteoritos pueden dividirse en:

a) Sideritas (con 98% de metal) formadas por una aleación de hierro-níquel.

b) Siderolitos (con un 50% de metal y un 50% de silicatos), compuestos principalmente por ferroniquel y silicatos (olivino y pirosceno).

c) Aerolitos (o piedras meteóricas) que son los meteoritos más frecuentes y abundantes y están formados en gran parte por silicatos. Poseen un alto porcentaje de silicio, magnesio y calcio, aunque se han encontrado trazas de otros elementos como el cobre.

d) Tectitas, compuestas por vidrio rico en sílice.

Existen varias teorías para explicar el origen de los meteoritos. Se cree que se originaron por la explosión de un cuerpo celeste en el sistema solar. Este cuerpo tenía una composición similar a la de la Tierra. Esto se ha comprobado debido a la similitud entre la composición química y mineralógica de los meteoritos y las rocas eruptivas básicas y ultrabásicas. También se les conoce como meteorolitos o piedras meteóricas.

Es probable que muchos de ellos sean restos de cometas o asteroides. Su constitución en términos medios es de: 72% de hierro, 10% de oxígeno, 6% de níquel, 5% de silicio, 4% de manganeso, y el resto trazas de otros elementos[4].

Se tornan luminiscentes por rozamiento con la atmósfera a una altitud de 90-95 kilómetros.

Todos los días caen sobre la Tierra tres o más meteoritos que pesan cada uno 9 kilogramos «“en promedio-. Se cree que un meteorito que pesa 4,000 toneladas por lo menos, se incrusta en nuestro planeta cada 100 año. Comas Solá refiere la aparición de un bólido, l 15 de mayo de 1933, que fue perceptible en toda Cataluña, y a cuya bola luminosa se le calculó un tamaño de unos 90 metros de diámetro[5]. Cerca de 40,000 toneladas de material meteorítico cae sobre la Tierra cada día, la mayoría en forma de fino polvo.

Pueden durar de uno a 20 segundos. El 79% dura menos de 10 segundos. Pueden existir meteoros que duren más de 20 segundos, pero son muy raros. Los deshechos de satélites artificiales han durado más de dos minutos[6].

El color verde de algunos meteoros puede provenir del cobre o del magnesio. Se cree que algunos «cometoides» o pedazos de cometa conteniendo nitrógeno congelado, son los responsables de los meteoros verdes vistos en Nuevo México en la década de los cincuenta del siglo pasado, y que fueron confundidos con ovnis. El nitrógeno vaporizado puede producir el color verde[7].

La luminosidad no depende del tamaño del meteoro. Un fragmento pequeño como un grano de arena puede producir una gran luminosidad.

Algunos producen sonido y otros no. La mayoría se vaporizan silentemente. De los que explotan se ha dicho que su sonido es como el tronar de cañones.

La recuperación de fragmentos meteóricos es un evento sumamente raro, aún cuando la caída ocurra en el día y sobre una zona densamente poblada. Esto se debe a la difícil determinación de las direcciones y distancias. En 50 años (de 1898 a 1948) sólo se recuperaron 48 fragmentos en los Estados Unidos, y sólo 8 fueron de avistamientos nocturnos. La recuperación depende de muchos factores: el número de testigos, la exactitud de las estimaciones de la distancia y dirección, el tamaño de los meteoritos, la paciencia de los investigadores, los fondos para la búsqueda, y lo más importante, la suerte.

La frase que sirve de epígrafe a este capítulo es muy común en los reportes de avistamientos de meteoros (confundidos con ovnis), y constituye una falsa apreciación. La trayectoria depende de nuestra línea de visión. Es decir, el meteoro puede adoptar cualquier dirección y ángulo, incluyendo el «ascenso», dependiendo de nuestro punto de visión. El ángulo aparente de la trayectoria del meteoro visto por un observador, depende de la distancia y de la dirección relativa entre el objeto y el observador. Cuando el meteoro viaja paralelo a la línea visual del observador, parecerá más lento que si pasa a ángulos rectos con esta línea.

La mayoría de los meteoros son visibles cuando alcanzan una altura de 90 o 100 kilómetros. Se ha reportado que algunos cambian de curso después de explotar. En realidad lo que ocurre es que los testigos ven la nube de humo que deja el meteoro y que adopta formas caprichosas. El 12 de enero de 1947 se vio explotar un meteoro sobre Puerto Rico. La estela que dejó fue fotografiada unos 20 minutos después que desapareció el meteoro.

Los meteoros siempre han despertado temor y curiosidad en todas las épocas y culturas. Ya en 1702 Luis González Solano imprimió una breve disertación Phenomeno examinado, discurso del aparecido metheoro, donde daba cuenta de un espectacular evento celeste que cubrió de luminosidad la ciudad de México, a las 8 de la noche del 26 de febrero de ese año[8].

Según José Ortega en sus Apostólicos afanes de la Compañía de Jesús, escritos por un padre de la misma sagrada religión de su provincia de México[9], los indios de Nayarit creían que los meteoritos, a los que llaman Merit (hombres que morían violentamente), venían a espantarles.

Los meteoros tienden a agruparse, en tiempo y espacio, en lo que se conoce como Lluvia de Estrellas. La mayoría de estas lluvias de estrellas se deben a que la tierra atraviesa una zona en donde probablemente explotó un cometa, por ejemplo, las Perséidas, que son fragmentos del cometa 1862 III y han aparecido por más de 1,200 años; y las Leonidas, que son restos del cometa Temple (1866 I). Estas últimas tuvieron un marcado incremento cada 33 años durante casi un milenio (de 902 d. C. A 1866). Su aparición en 1833 fue la más espectacular. La gente decía que las «estrellas estaban cayendo como si fuesen ladrillos o nieve». En 1899 casi ya no se les vio debido a que pasaron cerca de Júpiter. Desde entonces las Leonidas casi han desparecido.

Las cercanías de un cometa produce en ocasiones una lluvia de estrellas, tal como ocurrió el 27 de noviembre de 1885 cuando el cometa Biela pasó cerca de la Tierra. Se contaron en una sola noche más de 75,000 meteoros.

Los meteoritos miembros de un particular enjambre poseen una velocidad característica. Las Perséidas, por ejemplo, tienen una velocidad de 60 Km/seg, mientras que las Gemínidas tienen una de 35 Km/seg.

Existen otras diferencias marcadas en los enjambres. Las Táuridas son estructuras rígidas que muestran poca tendencia a romperse en vuelo y por lo regular alcanzan la Tierra. Las Gemínidas son muy densas, mientras que las Dracónidas son frágiles y de baja densidad.

La mayoría de los meteoros no llega a la tierra pues están compuestos de gases congelados que rápidamente se vaporizan en contacto con la atmósfera y no dejan fragmentos detectables.

Durante los meses de enero y febrero ocurren 4 lluvias de estrellas. Las principales son las Cuadrántidas, cuya radiante se encuentra en la constelación de Bootes (El Boyero), que junto con Hércules y Draco (El Dragón), constituían la constelación de Quadrantis Muralis (El Cuadrante de Pared). Su máximo se da del 3 al 6 de enero y su velocidad media es de 41.5 Km/seg. Estas son numerosas, débiles, con trazos delgados y muy azules. Provienen del cometa Ceplecha. Se vieron durante más de 100 años.

Marzo es el único mes que no tiene lluvias de estrellas importantes; solamente 3 muy débiles.

De las 9 lluvias que aparecen en abril, únicamente las Líridas, cuya radiante está en la constelación de Lyra y Hércules, se ven al suroeste de Vega (α Lyrae). Pertenecen a los restos del cometa Thatcher (1861) y penetran a nuestra atmósfera con una velocidad media de 47 Km/seg dejando estelas cortas y brillantes tras de si. Su máximo ocurre el 21-22 de abril y tienen una duración aproximada de 4 días. Se pueden contar 8 destellos por hora, aproximadamente. Se les ha visto durante más de 2,500 años.

De las 4 lluvias de estrellas de mayo las más importantes son las η Acuáridas que tienen un máximo entre el 3 y el 7 de mayo. Su radiante esta cerca de la estrella η Acuarii (de ahí su nombre). Dejan estelas muy brillantes, a veces amarillas. Se derivan del cometa Halley y penetran a la atmósfera terrestre a una velocidad de 67 Km/seg. Se desplazan continuamente hacia el Noreste.

En junio se pueden ver 13 lluvias de estrellas. Las principales son las Líridas del 15 de junio, con radiante al Sur de vega, y con velocidades de 31 Km/seg, y estelas persistentes.

Entre julio y agosto tenemos un total de 10 lluvias de estrellas. Las más importantes son las Perséidas que presentan su máximo la noche del 11-12 de agosto. Nacen entre la constelación de Perseus y Casiopea y penetran a nuestra atmósfera con velocidades de 60 Km/seg. Dejan estelas persistentes y se cuentan hasta 100 por hora. Son conocidas también como «Lágrimas de San Lorenzo».

San Lorenzo fue un sacerdote católico que después de martirizado, fue quemado vivo sobre una parrilla, el 10 de agosto del año 258. Sus reliquias se conservan en su Basílica en Roma.

Las Perséidas con radiante al Norte de Perseus tienen su origen en el cometa Swift-Tuttle (1862 III). Dieron la clave en 1866 a Schiaparelli, quien reconoció las lluvias de estrellas como remanentes de cometas. Sus trazos son de varios colores y duran algunos segundos. Se les ha visto durante más de 1,200 años.

En julio se pueden ver las δ Aquáridas (del 14 de julio al 19 de agosto) y las ι Aquáridas (del 16 de julio al 25 de agosto). Ambas con un máximo el 30 de julio.

Las α Capricórnidas de agosto 1 al 21, con máximo el 17 de agosto, son residuos del cometa 1948 n.

Finalmente, en agosto se pueden ver las Cygnidas, del 9 al 22 y con un máximo el 17.

De las 11 lluvias que ocurren en septiembre y octubre, las más importantes son las Dracónidas y las Oriónidas, ambas en octubre. Las primeras tienen su radiante en la cabeza del Dragón, cerca de la estrella Vega de Lira y siguen la misma dirección que el movimiento orbital de la Tierra. Su máxima frecuencia es el 9-10 de octubre. Estos meteoritos son lentos (21 Km/seg), frágiles y se fragmentan fácilmente. Provienen del cometa Giacobini-Zinner y se han contado hasta 7,200 trazos por hora en 1946. Las Oriónidas con su radiante cerca de Betelgese, en la constelación de Orión, tienen su máximo los días 20 y 21. Conviene observarlas en la madrugada una vez puesta la Luna. Son muy rápidas (67 Km/seg). Las hay de varios colores; provienen del cometa Halley, igual que las η Acuáridas y dejan estelas tras de si de una duración de 1 o 2 segundos. Aunque su frecuencia es sólo de 25 a 50 por hora, sin duda es una lluvia espectacular.

En septiembre se pueden ver las Táuridas, con una duración desde el 15 de septiembre al 2 de diciembre. Son producto del cometa Encke (1957 c) y su máximo ocurre el 12 de noviembre.

De las 16 lluvias de noviembre-diciembre, las más importantes son las Biélidas, las Leonidas, las Gemínidas y las Úrsides. Las primeras tienen su máximo el 14 de noviembre y se derivan del famoso cometa de Biela que se partió en dos en 1845; sus velocidades son de 16 a 25 Km/seg, siendo las más lentas y presentando estelas rojizas.

Se sabe que el 17 de noviembre de 1950 hubo una extraordinaria lluvia de estrellas y cayeron varios meteoritos metálicos en la zona de Mazapil, en el estado de Zacatecas. Estos meteoritos eran restos de las Biélidas.

Las Leonidas, son las más rápidas de todas las lluvia de estrellas (71 Km/seg, en promedio). Su máximo ocurre el 16-17 de noviembre a las 22 horas. Debido a su velocidad jamás llegan a la Tierra. Su color es verdoso o azulado y dejan estelas con persistencia de hasta varios minutos. En 1964 se contaron más de 500,000 por hora. Derivan del cometa Temple-Tuttle (1866 I), con periodo de 33 años. Se les ha observado desde el año 902 d. C.

Las Gemínidas, cuya radiante está al Noroeste de Castor, la principal estrella de la constelación de Géminis, tienen su máximo el 13-14 de diciembre y entran a nuestra atmósfera con velocidades entre 33 y 37 Km/seg. Llegan a la Tierra lateralmente. No se conoce el cometa que las originó. Dejan estelas blanco amarillento o anaranjadas, poco visibles. Se han contado de 40 a 50 meteoros por hora.

El último enjambre importante durante el año son las Ursides. Su radiante se localiza en la Osa Mayor. Su velocidad es de 33 Km/seg y se derivan del cometa Temple (1939 X). Tienen su máximo el 22 de diciembre en la madrugada.

Los meteoritos pueden ser confundidos, y se les ha confundido, con ovnis. Jean-Claude Pecker, tras la caída de un meteorito en suelo galo, conminó a través de la prensa, a los lectores a que le refirieran cómo habían visto aquél fenómeno celeste: Pecker no comunicó en aquel primer momento el origen natural del fenómeno. Para su asombro, no tardó en recibir reportes y declaraciones sobre naves discoidales con ventanillas iluminadas. Pecker cree que esto se debió a que en aquellos días se habían proyectado un par de películas por la televisión sobre el tema de los ovnis, por lo que la gente estaba sensibilizada sobre el tema ufológico y de ahí procedí el mecanismo que estimuló la fantasía de los comunicantes de Pecker.

Cualquier persona que se dedique a investigar los reportes sobre ovnis debe estar familiarizado con las características y propiedades de estos fenómenos atmosféricos; debe saber localizarlos en el tiempo y en el espacio, para lo cual resulta de gran ayuda el uso de mapas celestes para los diferentes días el año.

Los meteoritos podrían funcionar también como productores, indirectos, de reportes ovni. Los investigadores del Laboratorio Lunar y Planetario de la Universidad de Arizona proponen que, puesto que la estela de un meteorito entrando en la atmósfera terrestre es un plasma, y puesto que un meteorito forma un flujo de estela sumamente turbulento, quizás movimientos vorticales en la frontera de dicha estela pudieran expeler masas giratorias de plasma incandescente que descenderían a la atmósfera más baja y fueran considerados como ovnis[10].

Ya sean productores directos o indirectos de reportes de ovni, lo meteoritos deben tomarse en cuenta en el estudio de este evasivo fenómeno.

REFERENCIAS

Abell George O., Exploration of the Universe, Holt, Rinehart and Winston, New York, 1982.

Adell Sabates Alberto, Manual del ufólogo, Editorial 7 ½, Barcelona, 1979, Págs. 111-114.

Beech, M., Steel, D. I., On the Definition of the Term Meteoroid, Quarterly Journal of the Royal Astronomical Society, Vol. 36, No. 3, September 1995, Págs. 281″“284.

Comas Solá J., Astronomía, Editorial Ramón Sopena, S. A., Barcelona, 1965.

Hendry Allan, The UFO Handbook, Doubleday & Company, Inc., New York, 1979, Págs. 41-43.

Klass Philip J., The other side of the Coyne encounter, Fate, diciembre 1978, Pág. 79.

McDonald E. James, UFO. An International Scientific Problem, Conferencia pronunciada el 12 de marzo de 1968 en el Simposio de Astronáutica del Instituto Canadiense de Aeronáutica y del Espacio, Montreal, Canadá.

Menzel H. Donald & Boyd Lyle G., The World of Flying Saucers. A Scientific Examination of a Major Myth of the Space Age, Doubleday & Company, Inc., New York, 1963, Pág. 89.

Menzel H. Donald & Taves H. Ernest, The UFO Enigma. The definitive explanation of the UFO Phenomenon, Doubleday & Company, Inc., New York, 1977, Págs. 143-145.

Ortega José, Apostólicos afanes de la Compañía de Jesús, escritos por un padre de la misma sagrada religión de su provincia de México Pablo Nadal Impresor, Barcelona, 1754.

Robey D. H., An hypothesis on the slow moving green fireballs, Journal of the British Interplanetary Society, Vol. 17, Londres, 1959-1960, Págs. 398-411.

Tacker J. Lawrence, Flying Saucers and the U. S. Air Force, D. van Nostrand Company, Inc., Princenton, N. J., 1960.

Trabulse Elías, Historia de la Ciencia en México, Siglo XVI, Tomo I, CONACYT/Fondo de Cultura Económica, México, 1983.


[1] Este artículo se publicó en: Ruiz Noguez Luis, Meteoritos, Cuadernos de Ufología, No. 12, 2º Época, Santander, 1992, Págs. 93-97.[2] Abell George O., Exploration of the Universe, Holt, Rinehart and Winston, New York, 1982.

[3] Comas Solá J., Astronomía, Editorial Ramón Sopena, S. A., Barcelona, 1965.

[4] Adell Sabates Alberto, Manual del ufólogo, Editorial 7 ½, Barcelona, 1979, Págs. 111-114.

[5] Comas Solá J., Op. Cit.

[6] Hendry Allan, The UFO Handbook, Doubleday & Company, Inc., New York, 1979, Págs. 41-43.

[7] Robey D. H., An hypothesis on the slow moving green fireballs, Journal of the British Interplanetary Society, Vol. 17, Londres, 1959-1960, Págs. 398-411.

[8] Trabulse Elías, Historia de la Ciencia en México, Siglo XVI, Tomo I, CONACYT/Fondo de Cultura Económica, México, 1983.

[9] Ortega José, Apostólicos afanes de la Compañía de Jesús, escritos por un padre de la misma sagrada religión de su provincia de México Pablo Nadal Impresor, Barcelona, 1754.

[10] Ribera Antonio y Vignati Alejandro, Ovnis. El último desafío, Cielosur Editora S. A. C. I., Buenos Aires, 1980.

El mito Daniel Douglas Home

EL MITO DANIEL DOUGLAS HOME[1]

Uno de los grandes mitos del espiritismo y la parapsicología lo constituye los supuestos fenómenos paranormales del médium escocés Daniel Douglas Home. La leyenda, que se ha transmitido de generación en generación, dice que a Home nunca se le agarró en un fraude. La verdad es que lo anterior sólo lo mencionan aquellos que se han acercado a la parapsicología superficialmente. Los verdaderos investigadores saben que Home sí hacía trucos y fraudes. Desafortunadamente la falta de espacio nos impide extendernos en todos ellos, pero mencionaremos dos casos que no dejarán lugar a dudas. Se trata del juicio entablado por la señora Jane Lyon en contra de Home por una «estafa psíquica» por 60,000 libras esterlinas; y el famoso caso de levitación de Daniel D. Home.

La bella viuda Lyon era una londinense que, muy jovencita, había conocido a su esposo, el señor Tobias Lyon, dueño ya de una respetable fortuna hecha en Australia, de donde era oriundo. Se había casado a los 18 años y había viajado con su marido a los Estados Unidos para fincar su residencia en Boston. Él, dedicado a los negocios del algodón, llegó a ser dueño de la más importante plantación y cardaduría de algodón de Nueva Inglaterra, y al fallecer la había dejado sola, sin hijos ni parientes, y dueña de una riqueza que al parecer, ni ella misma tenía exacta noción de su volumen.

Jane conoció a Home en una de sus tantas sesiones espiritistas. Pronto la señora Lyon pasó de ser su mecenas a ser su amante. Home la había seducido y la había engañado. Afirmaba que el difunto Tobias deseaba que Jane lo adoptara como al hijo que nunca tuvieron. La jugada era clara, D. D. Home no se conformaba con las enormes sumas que Jane ponía en sus manos, él deseaba toda su fortuna. Esta situación duró algunos años hasta que Jane Lyon se dio cuenta de las verdaderas intenciones del médium. Se presentó ante la justicia e inició una querella para retirar su apellido y toda su fortuna legada a Daniel D. Home.

La ventilación pública del caso la estableció el tribunal competente para quince días más tarde de la presentación de la demanda, y en ese interregno, el «escándalo Lyon-Home» fue la comidilla de las clases encopetadas. Durante el pleito fueron llamados a testificar camareras, cocheros, mayordomo, valets, cocineras y hasta proveedores de la casa, aportando cada uno de ellos un testimonio tan singular sobre la vida privada de sus señores, que provocaban verdaderas tempestades de carcajadas entre los asistentes a las audiencias. Cuando le correspondió prestar declaración a Jane Lyon, admitió sin ambages que:

«Evidentemente no debía haber estado en mi sano juicio, ya que sólo una demente habría podido hacer lo que yo a favor de un desnaturalizado e infernal hijo, que valiéndose de sus poderes diabólicos, me había inducido a hacer cuanto había hecho en su beneficio. Me tenía sugestionada con peligros del más allá».

Home perdió el juicio y a punto estuvo de ir a parar a la cárcel si sus amigos espiritistas no hubieran reunido la cantidad suficiente para resarcir lo defraudado a la señora Lyon quien se conformó con eso, permitiéndole su libertad. Para prevenir un posible cambio de opinión en su examante, Home puso tierra de por medio y huyó a Francia.

UNA LEVITACIÓN A OSCURAS

Es sorprendente que nuestro amigo Juan Chia haya escrito en estas mismas páginas que Home realizó una «espectacular levitación». De acuerdo con Chia, Home:

«… levitó durante varios minutos. Después puso su cuerpo rígido y salió por la ventana del edificio de tres pisos, la luz de la luna iluminaba su cuerpo. Luego entró por otra ventana y llegó suavemente a posarse en su asiento».

La verdad es muy diferente. El suceso ocurrió en Londres, en la noche del 13 de diciembre de 1868, siendo testigos el vizconde Adare, hijo del tercer duque de Dunraven; su primo el capitán Charles Wynne; y el astrónomo lord Lindsay, James Ludovic Lindsay, vigésimo sexto Earl of Crawford y noveno Earl of Balcarres. Cada uno de ellos hizo un reporte de lo sucedido[2]. Lord Lindsay escribió:

«Home, que desde hacía cierto tiempo, se encontraba en trance tras haberse paseado por la habitación, se dirigió hacia la sala vecina. En aquel momento oí una voz que murmuró en mi oído: «˜Va a salir por una ventana y entrará por otra»™. Completamente estupefacto ante el pensamiento de un experimento tan peligroso, participé a mis amigos lo que acababa de oír, y todos esperamos su regreso con gran ansiedad. Entonces oímos cómo se levantaba la ventana de la habitación contigua, y, casi inmediatamente vimos cómo Home flotaba en el aire, a la luz de la luna. Tras permanecer en aquella posición durante algunos segundos, levantó la ventana, se deslizó al interior de la habitación con los pis hacia delante y se fue a tomar asiento. Lord Adare pasó a la otra estancia, y al observar que la ventana por la que acababa de salir Home estaba abierta sólo 18 pulgadas[3], expresó su sorpresa de que el médium hubiera podido pasar por aquella abertura. Home, aún en trance, respondió: «˜Se lo voy a demostrar»™. Dio la espalda a la ventana, se echó atrás y salió por la abertura de la ventana, pasando primero la cabeza y con el cuerpo completamente rígido. Después volvió y ocupó su sitio. Esta ventana se halla a 70 pulgadas del suelo; las dos ventanas están a una distancia entre sí de 7 pies y 6 pulgadas aproximadamente, y ambas tienen un saledizo de unas 15 pulgadas[4], que sirve para depositar recipientes».

Por su parte Adare dice:

«Estaba tan oscuro que no pude ver con claridad cómo se sostenía afuera. Aparentemente no estaba aferrado a la balaustrada ni apoyado en ella. Fuera de cada ventana hay un pequeño balcón o cornisa de 19 pulgadas de profundidad, bordeado por balaustradas de piedra de 18 pulgadas de altura. Las balaustradas de las dos ventanas tienen 7 pies y 4 pulgadas de separación, midiendo desde los puntos más cercanos».

Las declaraciones de los tres testigos difieren, sin embargo, en detalles que son triviales e importantes a la vez. En verdad, Adare y Lindsay dieron varias versiones cada uno, contradiciéndose mutuamente y a sí mismos. El siguiente resumen dará una idea de su vaguedad:

El incidente ocurrió en el número 5 de Buckingham Gate, Kensington (Adare); en Ashley Place, Westminster (Adare); en la calle Victoria, Westminster (Lindsay).

Había una cornisa de 4 pulgadas de ancho bajo las ventanas (Adare); una cornisa de 1.5 pulgadas de ancho (Lindsay); ningún lugar donde apoyar los pies (Lindsay); balcones con 7 pies de separación (Adare); ningún balcón (Lindsay); a 80 pies (Home)[5]; en el tercer piso (Adare); en el primer piso (Adare).

Estaba oscuro (Adare); había un brillante claro de luna (Lindsay).

Home dormía en un cuarto y los testigos pasaron al contiguo (Adare); Home dejó a los testigos en un cuarto y él mismo fue al contiguo (Adare).

Trevor H. Hall ha establecido y demostrado que el acontecimiento sucedió en Ashley House, Ashley Place, Westminster, donde había balcones con 4 a 7 pies de separación, en el tercer piso, que estaba a 35-40 pies de la calle[6]. En la noche en cuestión había luna nueva.

Hall también demostró que Adare, además de ser amante de Home, estaba bajo su influencia en otros sentidos. Las versiones de Lindsay contradicen tanto las de Adare como ciertos hechos. La única declaración del capitán Wynne, preparada a requerimiento de Home, dice sólo que Home salió por una ventana y entró por otra:

«Puedo jurar el hecho de que el señor Home salió por una ventana y entró por otra: cualquier persona que me conozca en ningún momento puede decir que fui víctima de una alucinación o de cualquier otra clase de embuste».

La omisión de cualquier referencia al vuelo o a la levitación implica que el capitán Wynne no estaba convencido de que Home había levitado, y limitó su declaración al hecho más simple de la salida y de la entrada.

Finalmente, parece probable, que se pudo tender una cuerda entre los dos balcones por la cual pudo pasar Home.

A fin de cuentas no nos queda ninguna evidencia de que se haya producido un hecho sobrenatural. Todo apunta a que se trató de un fraude montado y preparado por Home y solapado por Adare.

Parafraseando a Chia, las levitaciones de D. D. Home seguirán siendo un gran engaño para los advenedizos de la parapsicología.

REFERENCIAS

Adare Lord, Experiences with D. D. Home, Londres, 1869.

Hall H. Trevor, New light on old Ghosts, Londres, 1965.

Hall H. Trevor, The Enigma of Daniel D. Home, Prometheus Books, Buffalo, N.Y., 1984.

Home D. D. Mrs., Gift of D. D. Home, Londres 1890.

Home Daniel Douglas, Incidents in My Life, University Books, Secaucus, N. J., 1972.

Inglis Brian, Natural and Supernatural, Hodder & Stoughton, Londres, 1977.

Jenkins E., The Shadow and the Light: A Defence of Daniel Dunglas the Médium, Hamish Hamilton, Londres, 1982.


[1] Este artículo se envió a la revista Duda como respuesta a un artículo sobre Daniel Douglas Home escrito por Juan Chia.[2] Adare Lord, Experiences with D. D. Home, Londres, 1869.

Home Daniel Douglas, Incidents in My Life, University Books, Secaucus, N. J., 1972.

Home D. D. Mrs., Gift of D. D. Home, Londres 1890.

Hall H. Trevor, New light on old Ghosts, Londres, 1965.

Hall H. Trevor, The Enigma of Daniel D. Home, Prometheus Books, Buffalo, N.Y., 1984.

[3] Unos 45 centímetros.

[4] 70 pulgadas son aproximadamente 1.75 metros; 7 pies y 6 pulgadas son 2.25 metros; 15 pulgadas son 38 centímetros.

[5] Esta es una exageración de Home que correspondería aproximadamente a un edificio de 7 pisos.

[6] Correspondientes a un edificio de 3 pisos.

Zombi (Final)

OTRAS DROGAS TERRIBLES

La tetrodotoxina proviene del pez erizo cornudo (Diodon hystrix), también conocido como pez globo por su costumbre de hincharse cuando es molestado. Un pez erizo de 20 centímetros absorbe poco más de un litro de agua, al mismo tiempo que eleva sus espinas hasta convertirse en un cojín flotante lleno de pinchos.

Estos peces son afines a los Teiraodon, cuya carne y viseras son altamente tóxicas, como consecuencia de una singular neurotoxina: la tetrodotoxina, o simplemente TTX. Viven en la mayoría de los mares cálidos del mundo. En la Polinesia se les conoce como Maki-Maki, que significa «muerte mortal». El veneno se concentra en la piel, los órganos reproductores, el hígado y los intestinos.

La tetrodotoxina, cuya fórmula química es conocida desde 1965, posee una curiosa propiedad de la cual deriva un efecto especial: bloquea los canales submicroscópicos que permiten el paso de iones de sodio a través de la membrana de las células nerviosas y musculares. El bloqueo iónico imposibilita las actividades nerviosa y muscular. Así, se produce una parálisis de los músculos del organismo y una depresión del sistema nervioso.

Ahora bien, recordemos que las leyendas vudú afirman que hay que evitar proporcionar sal (cloruro de sodio) a los zombis, para que estos permanezcan en ese estado. Parece ser que esta leyenda también tiene un fundamento. Probablemente al aumentar la concentración de iones de sodio en el cuerpo de los zombis, al ingerir sal por descuido, se contrarrestan los efectos del bloqueo iónico de la tetrodotoxina.

La bufotenina, otra de las drogas encontradas por Davis, proviene del sapo Bufomarinus. Estos sapos tienen veneno en unas glándulas situadas detrás de los ojos, las glándulas Parótidas. El veneno contiene una serie de sustancias llamadas bufoteninas, bufotalinas y bufaginas. Algunas tienen el mismo efecto que la digitalia: disminuyen las pulsaciones del corazón y aumentan la presión sanguínea, lo que va acompañado de hinchazón y náuseas.


DATURA Y CURARE

Davis encontró que los bocors obligan a los zombis a comer una pasta hecha de Datura, una potente planta alucinógena del género de los herbáceos, de la familia de las solanáceas, que acumulan alcaloides en las hojas, raíces y semillas. Comprende dos especies importantes: Datura metel y Datura stramonio.

El Datura stramonio es originario de México y comprende unas veinte plantas, algunas de ellas muy ornamentales y cultivadas con frecuencia en los jardines. Son plantas de olor desagradable que alcanzan más de un metro de altura. Sus hojas son aovadas, delgadas y agudas. Las flores son blancas y tubulares, con cáliz tubuloso, y se alargan en su extremo formando cinco lóbulos algo radiados. Están sobre cortos cabillos. La corola es blanca y el fruto es una cápsula ovoide erizada de púas verdes. En su interior poseen cuatro cavidades en las que alojan numerosas semillas reniformes de color oscuro. En términos generales tienen forma de Dalia.

La Datura stramonio es conocida en Haití como «Pepino de los zombis». Nace en primavera, florece en verano hasta bien entrado el otoño y muere a principios del invierno. Su principal alcaloide es la daturina, aunque también tiene hiosciamina (Atropina) y escopolamina.

Davis continuó sus investigaciones en Sudamérica. En el Amazonas se dedicó a estudiar las plantas medicinales y brebajes utilizados por los nativos. Trabajó con más de una docena de tribus y encontró que el veneno más conocido era «“y sigue siendo- el Curare.

El Curare es una sustancia extraída de diversas especies del género Strychnos (Strychnos toxifera, Strychnos panamensis, etc.)

El Curare debe su acción al alcaloide D-tubocurarina, que produce bloqueo del impulso nervioso a nivel de placa motora; ello trae como consecuencia una parálisis muscular, que afecta primero a los músculos de la cara, proporcionándole a la víctima un aspecto de idiota, y en el último término a los músculos respiratorios. Dicha acción es contrarrestada por la Fisostigmina y la Prostigmina.

En la antigüedad lo utilizaban los nativos de América, Asia y Oceanía para impregnar sus flechas. Los monos envenenados comienzan por relajar sus músculos y terminan por caer de los árboles. «La poción no mata necesariamente a los monos», dice Davis. Actualmente se emplea para reducir las convulsiones y espasmos musculares, y suprimir así el peligro de fracturas óseas, en el electrochoque, y en muchos síndromes neurológicos que causan la hipertonía muscular. Asimismo se utiliza en la anestesia con el fin de obtener una relajación muscular más completa.


DEL AMAZONAS AL JAPÓN

Para averiguar más sobre estas pociones, Davis recurrió a una extraña fuente de información: la literatura médica japonesa.


Engelbert Kaempfer, médico agregado a la embajada holandesa en Nagasaki a finales del siglo XVIII escribió:


«Los japoneses lo consideran un pescado muy delicado, y son muy aficionados a él, pero hay que quitarle la cabeza, las tripas, las espinas y todos los desperdicios, y lavar y limpiar cuidadosamente la carne antes de que esté lista para comerla. Y aun así, mucha gente muere a causa de él. El veneno de este tipo de pescado es absolutamente mortal, y ningún lavado ni limpieza puede eliminarlo. Por consiguiente, nadie lo quiere, a no ser que pretendan quitarse la vida».

Kaempfer se refería al Fugu o pez globo. Cada año unos 50 japoneses padecen envenenamiento con tetrodotoxina, por comer peces erizos cornudos mal preparados, y, aún más, la mitad de ellos muere. El veneno actúa con rapidez. En media hora la víctima se siente débil y mareada, con sensación de hormigueo, y el entumecimiento se extiende apareciendo el sudor, la dificultad para respirar y hemorragias. Finalmente, la parálisis y quizá la muerte.

En Japón, algunos restaurantes especializados sirven este pez, preparado por Chefs especialmente entrenados. Se eliminan las entrañas antes de comerse. Si se llega a consumir el veneno en pequeñas cantidades produce una sensación placentera y eufórica. Además se cree que es un afrodisíaco. Tal vez por eso los japoneses se atreven a comerlo. Existe un refrán japonés que dice : «Grande es la tentación de comer Fugu, pero mayor es el temor de morir».

Davis descubrió algunos casos que «parecían relatos de zombificación»: dificultad para respirar, mirada vidriosa y parálisis. Algunos japoneses fueron declarados muertos, pero revivieron después de haber sido enterrados. Sin embargo, las víctimas conservan sus facultades mentales. En dos casos, por lo menos, los japoneses afectados recuperaron sus facultades antes de que los enterraran. Durante horas, la persona intoxicada se encuentra en un estado de muerte reciente. La muerte se produce por parálisis de los movimientos respiratorios.


«Una docena de jugadores se hartaron de fugu en Nakashimamachi de Okayama, en Bizen. Tres de ellos presentaron síntomas de envenenamiento, y dos acabaron por morir. Como uno de los muertos era natural de la ciudad, fue enterrado sin dilación. El otro pertenecía a un distrito distante…, bajo la jurisdicción del shogun. Por consiguiente, el cadáver fue trasladado a un depósito, donde quedó bajo la vigilancia de un guardián hasta que un funcionario del gobierno pudiera examinarlo. Siete u ocho días más tarde el hombre recobró la conciencia y curó por completo. Cuando le interrogaron acerca de su experiencia, dijo que lo recordaba todo y afirmó que, cuando oyó decir que la otra persona había sido enterrada, quedó aterrorizado al pensar que podían sepultarle vivo».


«Un hombre de Yamaguchi, en Boshy, sufrió en Osaka un envenenamiento por fugu. Creyendo que había muerto, enviaron su cuerpo al crematorio de Sennichi. Al retirar el cuerpo del carro en que lo habían transportado, el hombre se recobró y regresó a su casa. Como en el caso anterior recordaba todo lo sucedido».

Davis menciona un tercer caso:


«En la Nochebuena de 1977 un residente de Kyoto, de cuarenta y ocho años, fue admitido en el hospital a causa de un envenenamiento por fugu. El paciente dejó pronto de respirar, y todos los síntomas demostraban la muerte cerebral. Los médicos recurrieron de inmediato a la respiración artificial y a otros tratamientos adecuados. No le sirvieron de nada pero, cuarenta y ocho horas más tarde, el paciente empezó a respirar de nuevo de modo espontáneo. Acabó por recuperarse del todo y, más tarde, recordó haber oído llorar a su familia sobre su cuerpo inmóvil. El veneno no le había afectado los sentidos. Desesperado, intentó hacerles saber que seguía con vida, pero no pudo conseguirlo. «Fue un verdadero infierno», dijo a los investigadores médicos cuando se recuperó».

Los investigadores japoneses Fukuda T. y Tani I. distinguen cuatro grados de envenenamiento con tetrodotoxina: los dos primeros se distinguen por una sensación progresiva de entumecimiento; el tercero incluye parálisis del cuerpo entero, dificultades respiratorias, cianosis y presión sanguínea baja, aunque la víctima conserva la conciencia; el último grado produce un paro respiratorio y la muerte.


LA SOLUCIÓN AL MISTERIO

Davis cree que los bocors, que conocen perfectamente las cualidades positivas y negativas de las plantas, preparan un brebaje para dárselo a la persona, aplican una cocción conteniendo Bufotenina y tetrodotoxina a la piel de sus víctimas, causando una dificultad respiratoria, insuficiencia cardiaca y renal, agitación psicomotriz y confusión mental progresiva.

La persona cae en un estado de enfermedad grave, más grave, hasta que el cuerpo empieza a ponerse rígido, adquiere un tono cadavérico y el pulso se hace débil, tan débil que llega a creerse que está muerto. Parece que no hay ningún soplo humano en sus células y después de varias horas, si al doctor se le pide el certificado luego de sus exámenes, determina oficialmente que esta persona está muerta. La víctima es enterrada.

El bocor se encarga, antes de 24 horas, de exhumarlo y devolverlo a la vida… Pero a la vida de zombi, drogándolo con Datura. El tratamiento a que se somete a la víctima es brutal. En este punto es decisivo suministrarle al presunto zombi un preparado vegetal alucinógeno a base de stramonio (Toloache). La víctima, probablemente afectada por lesiones residuales en el cerebro, provocadas por la escasez de oxígeno durante la falsa muerte y el sucesivo sepelio, vuelve a tener conciencia en medio de espantosas alucinaciones y es fácil convencerlo de que es un «muerto viviente».

Las investigaciones realizadas por Davis señalan que el zombi sólo puede efectuar trabajos físicos, como labores en el campo y en la casa. Las funciones intelectuales son perdidas por completo, e incluso habla con dificultad. Vive como un retrasado mental o idiota y pierde por completo sus posibilidades de hacer vida sexual. Se ha convertido en un esclavo.


«Es verdad «“dice el doctor Douyon- que hay personas consideradas como muertas y enterradas que «resucitan» y son encontradas meses o años después por sus familiares o amigos. Pero no hay nada de misterioso en esto; más bien se trata de un asunto terriblemente inmoral. Llevo años denunciándolo».

Para concluir sólo señalaremos que el mismo antiguo Código Penal Haitiano, en su artículo 246, hacía referencia directa a los zombis:


«Se considera atentado a la vida de una persona por envenenamiento, todo empleo que se haga contra ella de sustancias que, sin dar la muerte, hayan producido un estado letárgico más o menos prolongado, y esto sin tener en cuenta el modo de utilización de estas sustancias o su resultado posterior. Si a consecuencia de este estado letárgico la persona ha sido enterrada, el hecho será calificado de asesinato».


REFERENCIAS

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El premio Cuadernos de Ufología

Honorables miembros de la Academia. ¿Eh?… No… ¡Perdón!… Me equivoqué de discurso. Este es para cuando gane el Oscar.

Estimados amigos

Estoy brincando de gusto por el premio Cuadernos de Ufología. En este momento tengo el ego por las nubes que casi alcanza a subirse en un platívolo volador. Pero como soy escéptico, y no creo en los platívolos, tengo que desinflarlo (al ego, por su puesto; los platívolos se desinflan solos).

En realidad de no ser por los amigos, colaboradores y maestros, en este momento yo continuaría siendo un magufín del montón. Mucho le debo a Mauricio José Schwartz, Mario Méndez, Philip Klass, Héctor Quintanilla, Edward Condon, James Oberg, Martín Gadner, Carl Sagan, Donald Menzel, James Moseley, Karl Pflock, Ronald Story, Vicente Juan Ballester Olmos, Manuel Borraz, Luis Alfonso Gámez, Félix Áres, Werner Walter, Roberto Banchs, Ruben «Guru» Morales, Heriberto Janosch, Guillermo Roncoroni, Alejandro Agostinelli, Peter Brookesmith, John Rimmer, Andy Clarke, Sergio Sánchez, Edoardo Russo, Mauricio Verga, Giussepe Stilo y de otros que en este momento no me vienen a la memoria, pero que prometo que citaré sus nombres en cuanto me acuerde. Sus libros y artículos han sido mi guía para tratar de entender la ufología.

Ha sido una experiencia imborrable el haber podido trabajar con Héctor Escobar, Héctor Chavarría, Óscar García, Kentaro Mori, Diego Zúñiga. Todos y cada uno de ellos son mentes privilegiadas a las que envidio. Lo mismo que Luis R González, con quien para mi mala fortuna no he trabajado nunca. La primera vez que lo leí me dije: «Cuando sea grande quiero ser como él» (aún no llego a su edad, pero sigo queriendo ser como él).

Hay otros a los que quiero agradecer sus comentarios. A Marta, y no sólo por lo del premio, sino porque le parecía gracioso Perspectivas. A Manolo Elmas, que por lo visto sigue sin saber de ovnis (al igual que todos nosotros). A quark con chocolate, cuyo trabajo es el impecable. A AleB por su revista Pensar y por ayudarme a desentrañar el misterio de la raya en el agua. Al tal Agostinelli (AleA) quien no sólo fue el primero en leer mis mamotretos, sino mi primer corrector (sigo escribiendo «ocación»). Saludetes al Magno Carolus, pero te equivocas, es Disneyworld el que me financia. Josué Belda, no sé cuál será el equivalente mexicano a la expresión ¡Torero!, pero te la mereces por Paranormalidades. Appzuh, te seguiré debiendo ese artículo, ya AleA y Luis R González se encargaron de resolverlo (¿permitirán que publique algún resumen?). Bajo el volcán de Gerardo es otro blog que debería ser premiado. Lo mismo que La corte de los milagros de Martín Pereyra.

También debería agradecer a los del otro bando: a los magufos. Porque sus burradas (saludos Cardeñosa), fraudes y mentiras me han enseñado de qué lado está la razón.

Pero más que premios y buenos comentarios de los amigos, lo que deberíamos hacer es promover nuestros trabajos en los medios no escépticos. Lo importante no es encontrar los argumentos o los datos que demuestran que lo paranormal es una mezcla de fraudes, engaños, malas interpretaciones o ilusiones, sino formar y educar a las nuevas generaciones, o darle ese empujón a los que están indecisos. Intentaré estar a la altura con Marcianitos verdes, porque al ver la lista de los que han ganado este premio, me ha entrado un poco de pánico:

1997

Revista Anomalia de CNIFO en Oporto (Portugal).

1998

Pere Redón Trabal, presidente del CEI.

1999

Joaquín Abenza Moreno y su programa de radio El último peldaño.

2000

La revista británica Magonia.

2001

La revista chilena La nave de los locos, en la persona de Diego Zúñiga Contreras.

2002

La revista británica European Journal of UFO and Abduction Studies, en la persona de Craig Roberts.

2003

El Centro Italiano Studi Ufologici, en la persona de Edoardo Russo.

2004

El weblog Magonia, de Luis Alfonso Gámez.

2005

La revista inglesa Fortean Times.

Zombi (2)

LOS PRIMEROS INDICIOS

Tal vez la primera investigadora que sospechó la verdad en el asunto zombi fue la escritora Zora Neale Hurston. Nacida a finales del siglo XIX en una pequeña aldea negra de Florida. Su padre fue un predicador baptista quien le inculcó la admiración por las raíces africanas de su pueblo. Su interés le condujo a estudiar, bajo la dirección del etnógrafo Franz Boas, los cultos africanos instalados en América y principalmente en Haití. En la década de los treinta viajó a la isla para investigar el culto vudú.

Al igual que Seabrook, Zora Neale recopiló varios relatos de zombis. Uno de ellos refiere que una tal Marie, una joven encantadora que pertenecía a la alta sociedad de Haití, murió en 1909. Cinco años después sus antiguas condiscípulas la vieron al lado de la ventana de una casa, en Port-au-Prince. Hubo gran escándalo. El dueño de la casa se negó a que fuera registrado su inmueble. La policía ordenó abrir la sepultura, a regañadientes del padre de Marie. En el interior encontraron un esqueleto demasiado grande para ser el de Marie, incluso casi no cabía en el ataúd. Al lado del esqueleto estaban las ropas con las que había sido enterrada, cuidadosamente dobladas.

Entonces se dio una orden de cateo. Pero el propietario ya había desaparecido y no encontraron ni rastro de la muchacha. Se dijo que había sido convertida en zombi por un bocor. Al morir éste, su viuda la había entregado a un cura católico, quien la confió al dueño de la casa. Los miembros de la familia habían sacado a Marie ilegalmente de Haití, vestida de monja. Más tarde su hermano dijo haberla visitado en un convento de Francia.

Durante su estancia en Haití ocurrió un hecho sorprendente que marcaría la vida de la etnógrafa. En octubre de 1936 apareció una mujer desnuda caminando por el borde de la carretera en el valle de Artibonite. Decía llamarse Felicia Felix Mentor, natural de Ennery, y se dirigía a la casa de su hermano. Estaba en un estado tan miserable que fue conducida al hospital de Gonaives, en donde uno de sus hermanos la reconoció. De acuerdo con sus declaraciones había «muerto» dos años atrás y había sido enterrada. El certificado de defunción y las declaraciones de su marido, y otros miembros de su familia, confirmaron el relato. Felicia había perdido por completo la facultad de hablar y se escondía cuando alguien se le acercaba. No era capaz de pensar coherentemente

La noticia llegó a oídos de la doctora Hurston, quien visitó a la zombi en el hospital de Gonaives. Ahí logró fotografiarla, siendo ésta una de las pocas fotografías que se conocen de zombis.


«La mujer ofrecía un espectáculo horrible «“escribió Hurston-, su cara estaba lívida, con ojos de muerto; los párpados blancos rodeando los ojos, como si se los hubiesen quemado con ácido. No se le podía decir nada ni oír una palabra de sus labios, sino sólo mirarla, y la visión de aquel desecho era demasiado para soportarlo durante mucho tiempo».

Zora Neale Hurston llegó a intuir la verdad. En su libro Tell my Horse, publicado en 1938, expuso su hipótesis y sus conclusiones extraídas de las pláticas sostenidas con los doctores que atendieron a Felicia:


«Hablamos largo rato acerca de las teorías sobre el modo en que una persona llega a ser zombi. Concluimos que no se trataba de un caso de resurrección, sino de una apariencia de muerte inducida por una droga, que muy pocos conocían. Un secreto traído probablemente de África y transmitido de generación en generación. Los hombres conocen el secreto de la droga y del antídoto. Es evidente que destruye la parte del cerebro que rige la palabra y la voluntad. La víctima puede moverse y actuar, pero no formula un pensamiento. Los dos médicos expresaron su deseo de enterarse de ese secreto, pero se dieron cuenta de la imposibilidad de hacerlo. Esas sociedades secretas son realmente secretas».

Hurston estuvo a punto de descubrir que la causante era la Datura stramonium, que los haitianos llaman cocombre zombi, o pepino de los zombis: la flor sagrada de la Estrella Polar.

El nombre de esta planta proviene de la palabra dhatureas, que eran bandas de ladrones de la India antigua. En ese país, tanto los asaltantes como las prostitutas utilizaban esta planta para atontar a sus víctimas. El principio activo de la planta actúa tópicamente, y una dosis relativamente pequeña provoca alucinaciones e ilusiones enloquecedoras, seguidas de confusión, desorientación y amnesia. Dosis más elevadas causan el estupor y la muerte.

En el siglo XVII, Johann Albert de Mandelslo escribió que las mujeres de la India engañaban a sus maridos con los europeos, drogando a los primeros con datura, «entregándose a las delicias del sexo, incluso en presencia de los maridos, que las miraban con ojos muy abiertos, sumidos en un estupor total». Decía que cuando un hombre ingiere Datura, se atonta por 24 horas. «Durante ese tiempo está privado del uso de sus sentidos; no puede ver lo que se encuentra frente a él, aún cuando mantenga los ojos abiertos».

La Datura se usó durante muchos años en los ritos mágico-religiosos de Sudamérica. Los sacerdotes de los chibchas suministraban una droga parecida a las esposas y los esclavos de los reyes muertos, antes de enterrarlos vivos con sus difuntos amos. En México se le utilizaba para «embrujar» a los amantes. Es el famoso Toloache.

La datura es una de las varias drogas que se utilizan para «fabricar» zombis, pues como veremos, existen otras toxinas involucradas en la poción zombi.


G. E. Simpson menciona el encuentro con otro zombi de Ennery. La mujer se llamaba Francina Illeus, a la que apodaban Ti Femme.


DOS ZOMBIS EN VIVO

Las investigaciones del doctor Douyon estuvieron apoyadas por el doctor Jean Bátiz Romain, director de Investigación y Ciencias Humanas de la Universidad de Haití. Romain, con 60 años (en 1980), había estudiado durante 35 años las prácticas del vudú haitiano. En 1981 mostró al reportero mexicano Fernando Ríos Parra, varias fotografías de zombis, pero rehusó que se publicaran. Estudió, junto con Douyon, a tres zombis, dos de los cuales continuaron siendo atendidos en el centro de investigación de Romain.


«El primer caso «“relata Romain-, corresponde a Ellen, quien, dos años después de haber fallecido (en 1978), es encontrada por sus familiares, pero ya como una autómata.


«Ellen con 30 años de edad, tiene su acta de defunción; sus padres y marido asistieron al funeral y la enterraron. Al volver a la vida, luego de ser desenterrada, se le observó en la frente una marca o perforación que sufrió por uno de los clavos del ataúd, que era suficiente para haberla matado. La identificación de las huellas dactilares y el reconocimiento de sus familiares hacen imposible una suplantación».

Cuando se procedió a exhumar su ataúd, se le encontró lleno de piedras.


Clairvius Narcisse es el otro caso. Fue declarado muerto a la una y cuarto de la tarde del 2 de mayo de 1962.

La historia de Narcisse es la más importante de todas ya que el hombre fue atendido en el servicio de urgencias del Hospital Albert Schweitser de Deschapelles, en Artibonite, en donde se conserva un registro preciso y digno de fiar. El hombre ingresó el 30 de abril a las 9:45 de la noche, sufriendo intensos dolores en todo el cuerpo y fiebre. Poco tiempo después comenzó a escupir sangre y los médicos que lo atendían no pudieron hacer nada. Narcisse sufrió hipotermia, náuseas e hipotensión, antes de quedar totalmente paralizado y encontrar la «muerte». Sin embargo, conservó la conciencia hasta en la tumba, según contó después.

Sus hermanas, Angelina Narcisse y Marie Claire Narcisse, estamparon su pulgar en el certificado oficial de defunción. El cuerpo pasó al depósito de cadáveres, en donde permaneció por varias horas, hasta que lo llevaron a enterrar.

Su funeral fue conocido tanto por sus parientes como por sus amigos. Narcisse fue inhumado el 3 de mayo a las diez de la mañana en el pequeño cementerio situado al Norte de su pueblo, L»™Estere.


«Durante todo el tiempo estuve consciente, aunque absolutamente inmovilizado. Escuché al médico cuando me declaró muerto y oí a mi hermana llorar. Cuando me metieron al ataúd y lo clavaron, uno de los clavos atravesó mi mejilla derecha, justo al lado de la boca. Pasó el tiempo, tal vez días, cuando escuché que me llamaban por mi nombre, y el suelo se abrió. Había tambores y gente que cantaba. Entre varios hombres me sujetaron y maniataron. Luego me golpearon con un látigo obligándome a caminar en la oscuridad de la noche. Caminamos durante varias jornadas ocultándonos de día, hasta que llegamos a una plantación de azúcar».

En 1980 regresó a su pueblo natal asustando a quienes lo reconocieron. Clairvius se presentó ante su hermana Angelina utilizando el diminutivo con que lo conocía la familia desde su niñez. Narcisse contó que había sido un zombi y había trabajado como esclavo en una plantación de azúcar durante varios años.

Dijo que había sido su propio hermano quien había contratado a un bocor, Josef Jean, para convertirlo en zombi a causa de su herencia: Clairvius no quiso ceder su parte y eso selló su destino. Todo sucedió muy rápido: el domingo fue envenenado; el martes tuvo que ir a Gonaives, porque se sentía débil y con náuseas; por la tarde, al ingresar al hospital, tosía y respiraba con dificultad; al día siguiente, al medio día, entró en agonía. La lista de síntomas incluyen: edema pulmonar, trastornos digestivos con vómitos, dificultades respiratorias acentuadas, uremia, hipotermia, pérdida rápida de peso, hipertensión, cianosis y parestesia. Durante dos años permaneció trabajando como esclavo en la plantación de azúcar del propio bocor, en las inmediaciones de Ravine-Trompette, un pueblo situado al Norte cerca de Pilate, y no lejos de Cabo Haitiano. Junto a él trabajaba una docena de zombis que recibían una sola ración de alimentos por día. La alimentación era la misma que comía en su casa, sólo que no contenía sal. Uno de los cautivos, no se sabe por qué razón, dejó de comer durante varios días; luego pareció salir de su letargo y se reveló: tomó un azadón y mató al bocor Al morir el brujo, los zombis se dispersaron. Clairvius no quiso regresar a su pueblo por temor a su hermano y pasó dieciséis años vagando por diferentes zonas; ocho años los pasó en Saint Michel de L»™Attalaye. Al enterarse de la muerte de su hermano, finalmente regresó a su pueblo.

La noticia dio vuelta al mundo y en 1981 la BBC llegó a Haití para filmar un documental. Ayudados de la familia redactaron una serie de preguntas que sólo el propio Clairvius podría responder. La entrevista se hizo justo sobre la tumba de Narcisse, en donde se puede leer «Ici repose Clairvius Narcisse». Al llegar al cementerio se detuvo unos minutos, tratando de orientarse, y luego se hizo paso entre las apiladas tumbas hasta llegar a la suya. Ante las cámaras dijo:


«Ni siquiera estaba aquí cuando arrojaron tierra sobre el ataúd. Mi cuerpo estaba aquí, desde luego, pero yo flotaba en algún lugar indeterminado. Podía oír todo lo que sucedía. Entonces llegaron. Tenían mi alma en su poder. Me llamaron y la enviaron a través del suelo. Pensaban que yo era un bourreau (verdugo), de modo que, después de pasarse la botella, me ataron los brazos a los costados. Después fui citado a juicio, para ocho días más tarde. Son los amos de la tierra y hacen lo que les place».

Clairvius no fue bien recibido en L»™Estère, dijo que al llegar los aldeanos se burlaban de él y que incluso su familia le pidió que se retirara. Su propia hermana le ofreció dinero para que se fuera. Todos le tenían miedo. Pronto se armó gran alboroto y llegó la policía. Tomó a Clairvius bajo su protección y, tratando de evitar una tragedia, lo encerraron en la cárcel para protegerlo. Luego fue trasladado a la misión baptista. Finalmente el doctor Douyon se hizo cargo de él.


Natagette Joseph, otra de las zombis tratadas por el doctor Douyon, nació en 1920 y murió en 1966 en una refriega a causa de unas tierras. El cuerpo de la mujer fue llevado a la comisaría en donde el policía a cargo firmó el certificado de defunción, por ausencia del médico. En 1980 fue reconocida mientras vagabundeaba en torno a su pueblo, por el mismo policía que había certificado su muerte.

A finales de 1980 los medios de comunicación de Haití informaron del descubrimiento de un grupo de personas que se comportaban como retrasados mentales. Vagaban sin objeto cerca de la costa Norte del país. Rápidamente los campesinos los identificaron como zombis. La policía los capturó y los envió a Cabo Haití, en el destacamento militar. El ejército se encargó de regresarlos a sus comunidades de origen.

Tanto Ellen como Narcisse están siendo tratados de rehabilitar en el Hospital de Romain, aunque se avanza poco en ellos, ya que la falta de oxígeno afectó sus cerebros.

Según se cree, los dos zombis que se tienen en estudio, están ahí porque se cometieron sendos errores con ellos. En el caso de Ellen, el bocor murió bruscamente, por lo que ella quedó liberada sin proponérselo. En el segundo, uno de los encargados de darle un brebaje le dio por equivocación sal, y esto provocó que se rebelara y saliera del control del sacerdote.

Posteriormente discutiremos la importancia de la sal en el proceso de zombificación.


UN PODEROSO ANESTÉSICO

El doctor Douyon logró conseguir de un bocor «polvos de zombi» y envió una muestra de ellos a los Estados Unidos para su análisis. Quien analizó los polvos fue el doctor Richard Evans Schultes, director del Museo Botánico de la Universidad de Harvard, que había estudiado los narcóticos del Amazonas, como la ayahuasca, por más de 40 años. Aunque esta muestra no proporcionó mucha información, sí despertó la curiosidad de Schultes.

El etnobotánico Wade E. Davis, que en ese entonces trabajaba bajo las órdenes de Schultes, tuvo la misma curiosidad. Viajó a Haití, enviado por Schultes, para tratar de colectar muestras de «polvo zombi». Preguntó a los bocors cómo se usaba, de qué estaba hecho y cómo se preparaba.

Davis obtuvo cinco muestras de «polvo zombi» y descubrió que en cuatro de ellas, cada una de regiones diferentes, contenían un mismo ingrediente: Tetrodotoxina, un anestésico que, de acuerdo a Davis, «es 160 mil veces más potente que la cocaína y quinientas veces más fuerte que el cianuro. Una cantidad de la toxina pura del tamaño de la cabeza de un alfiler supondría ya una dosis letal».

Las muestras del polvo zombi contenían: un lagarto grande llamado Agamont; un sapo, el crapaud bouga (Bufo marinus), especie original de los trópicos americanos; el mal llamado sapo de mar o crapaud de mer, que en realidad es un pez globo, el Diodon hystrix; otras tres especies de peces globo, como el Diodon holocanthus, Sphoeroides testudineus y Sphoeroides spengleri; un gusano anélido de la familia de los Polychaeta; tarántulas y ciempiés.

Entre los productos vegetales se encontraban: Albizzia lebbeck, que los haitianos llaman tcha-tcha, una especie de árbol productor de sombra, originario de África occidental. La corteza y las vainas contienen saponinas que actúan como vermífugos, y sapotoxinas. Los síntomas por envenenamiento con saponinas incluyen: náuseas, vómitos y secreción excesiva en las vías respiratorias y edema pulmonar. También había Pois gratter, guisante picapica, una especie de liana Mucuna pruriens cuyas vainas tienen pelos extremadamente urticantes y sus semillas son psicoactivas. En África se utiliza una especie similar, la Mucuna flagellipes, como veneno con el que untan sus flechas. Contiene una sustancia muy parecida a la fisostigmina. Semillas de consigne (Trichilia hirta), un árbol de la familia de la caoba. Hojas de pomme cajou (Anacardium occidentale) o anacardo común. Hojas de bresillet (Comocladia glabra), una hiedra venenosa que produce dermatitis graves. Maman guepes (Urera baccifera), mashasha (Dalechampia scandens) y dumbcane (Dieffenbachia seguine) o «caña del mudo», que utilizaban los dueños de las plantaciones como castigo, obligando a comerlas: como contienen oxalato de calcio, las hojas irritan la laringe y causa hinchazón, dificultando la respiración e impidiendo el habla.

Las muestras que consiguió Davis contenían también sustancias como la Bufotenina, la cual produce alucinaciones; y otros ingredientes activos que afectan al corazón y al sistema nervioso.

Davis publicó un artículo en el Journal of Ethnopharmacology en el que establece que los zombis existen, pero que se pueden explicar científicamente.

Los egipcios ya conocían el veneno del pez globo. En la tumba de Ti, faraón de la V dinastía, aparece representado. Se cree que los judíos prohibieron comer peces sin escamas (Deuteronomio) debido a estos animales. En China se le menciona en el Pentsao Chin, la primera gran farmacopea, escrita durante el reinado del mítico emperador Shun Nung (2838 a 2698 a. de C.). Más recientemente, durante la dinastía Han (202 a. de C. A 220 d. de C.) se descubrió que la toxina se acumula en el hígado de los peces. En el Pentsao Kang Mu (1596 d. de C.) se asegura que los niveles de toxina varían según las especies, y en la misma especie según la época del año.

Uno de los primeros europeos en comer pez globo lo fue el capitán James Cook. Por suerte el guiso no fue de su gusto y sólo le dio un bocado. Cook relata los síntomas de esta manera:


«Sentimos una debilidad extraordinaria en todos los miembros, acompañada de un entumecimiento o una sensación como la que se experimenta al exponer las manos o los pies al fuego después de haberse quedado aterido de frío. Perdí casi por completo la sensibilidad, y no distinguía los cuerpos ligeros de los pesados…; para mi mano, una medida de un cuarto de galón llena de agua y una pluma venían a ser lo mismo»

No corrieron con la misma suerte los marinos holandeses del Postilion. En la bitácora del barco se puede leer las anotaciones del médico de abordo, prácticamente, la descripción de un zombi: Diez minutos después de haber comido el pescado, el contramaestre


«yacía en el entrepuente y no podía levantarse sin hacer grandes esfuerzos; tenía la cara un tanto arrebolada, los ojos brillantes y las pupilas más bien contraídas; la boca estaba abierta y, como los músculos de la faringe se hallaban agarrotados por un calambre, se les escurría la saliva; tenía los labios hinchados y un poco azulados, le frente cubierta de sudor, el pulso rápido, breve e intermitente. El paciente estaba extremadamente agitado y sentía gran angustia, pero conservaba todavía la conciencia. Su estado pasó rápidamente a una forma de parálisis; los ojos quedaron fijos en una dirección; la respiración se hizo dificultosa, con dilatación de las aletas de la nariz; la cara palideció y se cubrió de un sudor frío; los labios se pusieron lívidos; perdió la conciencia y le falló el pulso; por último, su agitada respiración se detuvo. El paciente murió apenas diecisiete minutos después de haber comido una parte del hígado del pescado».

Otro marino sufrió los mismos síntomas pero menos acentuados debido a que había vomitado varias veces, pero murió un minuto más tarde que su compañero: «Se produjo un movimiento convulsivo de los brazos, después de lo cual desapareció el pulso, y la lengua, lívida, se proyectó entre los labios».

En México, el historiador Francisco Javier Clavijero escribió que en 1706, mientras exploraba Baja California en busca de un emplazamiento para una misión, los soldados españoles que le acompañaban encontraron, en un campamento abandonado por los indios, un hígado de botete (Sphoeroides lobatus). Se les hizo fácil asarlo para luego engullirlo. Uno se comió un trozo pequeño, otro lo probó y el tercero lo masticó sin llegar a tragarlo. El sabor era desagradable. El primero murió en menos de veinte minutos, el segundo poco después, mientras que el tercero permaneció inconsciente hasta el día siguiente.

Continuará…