La historia que leerán a continuación es un clásico de la antigüedad que muestra los niveles que alcanza la credulidad humana. Hemos querido rescatarla para este blog con el añadido de una semblanza de un personaje al que admiro. La historia apareció en uno de sus libros, que debiera ser de lectura obligatoria para todas las mentes críticas.
Tal vez el primer escéptico mexicano lo fue, a su modo, el sacerdote jesuita Carlos María de Heredia. Nacido en la ciudad de México el 22 de noviembre de 1872 y muerto en la misma ciudad el 23 de marzo de 1951, Su padre era un hombre muy rico que construyó para sus hijos un teatro privado en donde los niños solían representar algunas obritas para la familia. En cierta ocasión llegó de visita el mago americano Herrmann y realizó en el teatro algunos de sus trucos. Carlos María quedó fascinado por la magia que pidió a su padre que contratara al mago para que les enseñara sus trucos. Cuando el espiritismo comenzó a ser popular, él percibió que los mediums no eran más que magos inadaptados, y dedicó gran parte de su tiempo en desenmascarar los así llamados «poderes misteriosos».
Heredia fue un activo luchador en contra del espiritismo que comenzaba a filtrarse en la sociedad mexicana. El mismo presidente Francisco I. Madero era un espiritista convencido.
Pero el padre Heredia no sólo presentó batalla al espiritismo en su propio país, sino también en los Estados Unidos y en Colombia. Durante la «revolución cristera» fue expulsado del país por el presidente Plutarco Elías Calles. Viajo a Colombia en donde dio clases de química en el colegio San Bartolomé. En la capital, Bogotá, montó y dio varias conferencias en donde mostraba los trucos usados por los espiritistas. Varias de esas conferencias espectáculo las dio en el Teatro Municipal. La más importante fue dada en Palacio en donde estuvieron presentes el presidente Miguel Abadía Méndez y varios ministros.
Heredia era un buen prestidigitador, amigo de Harry Houdini, con quien compartía, además, el gusto de desenmascarar los fraudes espiritistas. Sus conocimientos de ciencias, como la química y la física, así como de la magia, le permitieron resolver muchos de los «enigmas» del espiritismo. Pero el motor detrás de esa guerra en contra del espiritismo no lo era la Ciencia, sino la religión.
Ingresó a la Compañía de Jesús en 1887 y profesó el 2 de febrero de 1906. Fue capellán en Chapultepec. A iniciativa del arzobispo de México, José Mora y del Río, fundó la Asociación de Damas Católicas, en 1912, cuyo propósito era presentar un opción diferente a la YMCA americana. La sociedad fundada por Heredia se dedicó a fundar orfanatorios, escuelas, centros de recreación, escuelas de artes y oficios, casas de regeneración para mujeres y muchas otras actividades regionales.
También viajaría a, y residiría en, los Estados Unidos, en donde realizó muchas giras reproduciendo las «hazañas» de los médiums. Fue profesor en la Universidad de Fordham. Participó en diversos programas de TV desafiando a los espiritistas, y fue el primero en ofrecer una recompensa (de $ 10,000 dólares) a quien demostrara sus presuntas facultades como médium.
Su primer libro fue publicado en los Estados Unidos con un imprimatur de Patritius J. Hayes, D.D, Archiepiscopus Neo-Eborancensis, bajo el título de Spiritism and Common Sense, editado por P. J. Kenedy & Sons, en 1922. Sería la base para su obra más conocida Los fraudes espiritistas y los fenómenos metapsíquicos, publicada en México en 1931. Obra que llegaría a vender más de 100,000 ejemplares en menos de 10 años, y que sería reeditada en Uruguay, Argentina, España y traducida al inglés y al francés.
Lo mismo que a Carl Sagan, a Carlos María de Heredia le inventaron supuestas conversiones, después de muerto. La historia la cuenta Gutierre Tibón en Ventana al mundo invisible. Protocolos del Instituto Mexicano de Investigaciones Síquicas, publicado originalmente en 1960, es decir, 9 años después de la muerte del sacerdote. Antes de continuar habrá que decir que en la edición de 1960 aparecen como autores el citado Tibón y Alberto Algazi, pero para 1979, sólo es el primero quien aparece en los créditos. Escribe Tibón en la obra citada:
En otoño de 1941, leí en la revista neoyorquina Newsweek un artículo sobre personajes «olvidados». Junto con Mary Garden y Romain Rolland, mencionaba a Plutarco Elías Calles. Del autor de «˜Juan Cristóba»™l decía que vivía en una aldea de la Francia ocupada por los nazis: Vézelay, en Borgoña, y que se dedicaba a estudiar los cuartetos de Beethoven. Del antiguo «Jefe Máximo» de la Revolución Mexicana afirmaba que, a raíz de su regreso a México, después del largo exilio estadounidense, estaba convirtiéndose al catolicismo, por obra de un sacerdote de la Compañía de Jesús: don Carlos María de Heredia. Añadía Newsweek que el renombre universal del jesuita Heredia se debía a su controversia con Sir Arthur Conan Doyle, en que demostró irrebatiblemente al padre de Sherlock Holmes que el espiritismo es un conjunto de trucos y de alucinaciones.
¡El general Calles, promotor de la lucha entre el Estado y la Iglesia, dejaba de ser lobo y se volvía una mansa oveja de la grey cristiana! Me pareció extraordinario. Al encontrarlo, un domingo de ese mismo otoño, en la casa del doctor Abraham Ayala González, le pregunté si la noticia de Newsweek, que entre tanto había sido reproducida por la prensa diaria de México, correspondía a la verdad.
Mi pregunta pareció divertir mucho al general. Carraspeó, me dio una manotada cordial en el hombro, y me dijo algo que me dejó perplejo:
«Confidencialmente, amigo, muy confidencialmente, le digo que hay que invertir los términos. Soy yo quien está convirtiendo al padre Heredia».
…Pasaron varios años antes de que yo comprendiera la respuesta sibilina que me dio el general Calles, respecto a la conversión, por él provocada, del padre Heredia. Don Plutarco estaba convencido de que el ilustre jesuita había tenido que rendirse a la evidencia, palpando la realidad de los fenómenos, es decir, que había comprobado que no se trata de supercherías ni de alucinaciones. De acuerdo con el general Calles, don Rafael Ãlvarez y Ãlvarez invitó al padre Heredia para que asistiera a la sesión del 24 de septiembre de 1941, como invitado de honor. Acudió el sacerdote, y participó en la cadena que formaban, entre otras personas, los generales José María Tapia y José Ãlvarez y el notario Andrés Ruiz.
…Ahora bien: lo que alegraba al general Calles era que el enemigo acérrimo del espiritismo, el que declaraba que sólo se trataba de truco y superchería, había tenido que firmar el protocolo de la sesión. En efecto, su firma (C. M. De Heredia S. J.) aparece en primer término y da fe de la autenticidad de los fenómenos.
Pero antes de ver qué fue lo que impresionó al sacerdote en esa sesión, veamos cómo se enteró Tibón de la historia. Resulta que fue el propio Rafael Ãlvarez y Ãlvarez, fundador del Círculo de Investigaciones Metapsíquicas de México (que el 19 de agosto de 1944 se transformaría en el Instituto Mexicano de Investigaciones Síquicas, A. C.), quien se lo contó. Escribe Gutierre Tibón:
…cuando el jesuita Carlos María de Heredia, después de publicar un libro sobre supercherías que explican los «presuntos» fenómenos del espiritismo, asistió a una sesión de materializaciones del IMIS (México, 1941), pedía al fantasma Amajur que se le acercara, llamándolo con voz entrecortada por la conmoción, «hermanito» (Comunicado de Rafael Ãlvarez y Ãlvarez).
En las actas del IMIS podemos leer lo que ocurrió en la sesión del 24 de septiembre de 1941.
Médium: Luis Martínez.
Una sola cadena. 16 personas: Sr. Rafael Ãlvarez y Ãlvarez, Sra. Dora M. De Karras, Gral. José Ma. Tapia, Sra. Carolina R. De Ãlvarez, Dr. Alfonso Rodríguez Franco, Señorita Clotilde Corredor Quijano, Sr. Adalberto González, Sra. Ninfa S. De Ãlvarez, Sr. G. Karras, Sra. Rosa A. De Farías, Sr. Lorenzo Tapia, Sr. Presbítero de la Compañía de Jesús, Carlos María de Heredia (invitado de honor), Sr. Gral. José Ãlvarez y Ãlvarez, Sra. Concepción O. De Tapia, Lic. Andrés Ruiz y Soledad Maldonado de Martínez.
Transcurridos diez minutos se presentaron las primeras manifestaciones, siendo una la que quedó, y después de tocar la campana pendiente del techo, elevó la caja de música, y a petición especial, golpeó la tapa precisamente a la altura de la cabeza del Padre Heredia. A continuación se presentaron varias luces pequeñas que sonaron en el aire los juguetes, algunos de los cuales pendían del techo. Se presentó después la figura del Maestro, quien se mostró con toda claridad al padre Heredia, tocando su cabeza, y vertiendo agua en un vaso, después de saturarla, se la dio a beber. Tocó también a la señora Farías y a otras personas. Llegó enseguida la Hermana María de Jesús, quien se mostró con mucha luz, y después de saludar a varios de los asistentes iluminó su rostro de manera especial ante el padre Heredia; repartió flores entre todos los concurrentes, retirándose para dejar el lugar al Maestro del Castillo, quien se dio a conocer con su seña característica de tres golpes sobre la caja de música. Poco después, muchas pequeñas luces, indicadoras de varios seres, rodearon al Maestro del Castillo, levantando al médium con todo y silla, por los aires, hasta llevarlo y dejarlo en otro extremo de aquel en que estaba colocado. Es la primera vez que se verifica este fenómeno. El Maestro Amajur dejó en poder del P. Heredia un manuscrito que decía: Tu hermano, querido padre, con sus iniciales de siempre.
Y eso fue todo.
Dudo mucho que el padre Heredia, acostumbrado a las sesiones espiritistas, se hubiera impresionado siquiera un poco por esta fantochada. Quien haya leído su libro sobre los fraudes espiritistas estará de acuerdo conmigo. Hay que destacar varios puntos de esta sesión. Es al padre Heredia al único que se le presenta, en el libro de actas, con mucha pompa y ceremonia, como para destacar su presencia, pero eso sólo lo afirma Ãlvarez y Ãlvarez, un convencido espiritista. No estuvo presente Gutierre Tibón, por lo que no puede asegurar que el padre Heredia haya asistido a la misma. Es más, casi podríamos asegurar que la historia fue inventada por el espiritista en marras, pero como nosotros tampoco estuvimos ahí, sólo lo dejaremos en sospecha. Lo que sí podemos afirmar es que la firma de Heredia que aparece en las actas del IMIS, no es la misma que utilizaba el sacerdote jesuita. Anexamos copia de la que aparece en el acta de la sesión del 24 de septiembre de 1941, y de la que se encuentra en ejemplar número 721 de Los fraudes espiritistas y los fenómenos metapsíquicos, que se encuentra en mi biblioteca personal. Saquen sus conclusiones.
Lo que también puedo asegurar es que cuando muera no regresaré a jalarle las patas a Mauricio José Schwarz para que se convierta, ni tripularé ningún plato volador para beneplácito de los ufólogos. Me quedaré pudriendo en el cementerio. Por lo que no se vayan a creer ninguna historia en este sentido cuando yo estire la pata y cuelgue los tenis.
Carlos María de Heredia publicó varios libros:
Heredia Carlos María de, Spiritism and Common Sense, P J Kenedy & Sons. New york, 1922. (Este es el primer libro de Heredia sobre el tema del espiritismo).
Heredia Carlos María de, True Spiritualism, P J Kenedy & Sons, New York, 1924. (Se refiere al cristianismo como el verdadero espiritualismo en contraposición del espiritismo).
Heredia Carlos María de, Los fraudes espiritistas y los fenómenos metapsíquicos, Imprenta Teresita, México, 1931. (La obra clásica del padre Heredia).
Heredia Carlos María de, Una fuente de energía, Imprenta Teresita, México, 1945. (Cristo es esa fuente de energía).
Heredia Carlos María de, Memorias de un reportero de los tiempos de Cristo. Vol. 1: el que ha de venir, Imprenta Teresita, México, 1947. (Vida novelada de Cristo basada en Ben Hered).
Heredia Carlos María de, The Quest of Ben Hered: memoirs of a reporter in the time of Christ. translators: James T. Weber & Jose M. Alvarez-Tostado, P J Kenedy & Sons, 1952.
Heredia Carlos María de, Memorias de un reportero de los tiempos de Cristo, 2 tomos, Editorial Difusión, Buenos Aires, 1956.
Heredia Carlos María de, Aventuras espiritistas de Sherlock Holmes, Editorial Difusion, Buenos Aires, 1951. 331 p. Contiene: La linterna de Diógenes; Las Manos Blancas; El Desafio (Parte 1. La muerte de Sherlock. Parte 2. El contrabando y las sesiones. Parte 3. El abate Delle Quercie.). (Heredia utiliza al mismo Conan Doyle como personaje de esta novela, mezclándolo con Holmes y Watson).
Heredia Carlos María de, Aventuras Espíritas de Sherlock Holmes, Tradução de Luis Leal Ferreira, Rio de Janeiro, Editora Vozes Ltda., 1949. 311 p. Ilus. (Historietas e Lendas para Pequenos e Grandes, Tomo 4).
Heredia Carlos María de, La leyenda mariana. La vida de Myriam de Nazaret, prólogo a la edición española de José Caballero, Herder, Barcelona, 1988, 743 p. (Tomando de base algunos evangelios apócrifos, Heredia construye la vida novelada de María. Hay una edición de Editorial Difusión publicada a finales de los cincuenta, pero ni ésta ni la edición mexicana han llegado a mis manos).
Navarro Floria Juan G. y Heredia Carlos María de, Régimen jurídico de los religiosos y de los institutos de vida consagrada, 1997. (No he leído esta obra y no estoy seguro que el Heredia, autor de la misma, sea el famoso Carlos María de Heredia).
Heredia también escribió el guión de la película mexicana La Vírgen morena de 1942.
Ya sin otro preámbulo podemos comenzar a leer y disfrutar el primer capítulo de Los fraudes espiritistas y los fenómenos metapsíquicos, que se titula:
LOS BABILONIOS
Carlos María de Heredia
Mundus vult decipi «“ «El mundo quiere ser engañado» -dice un antiguo proverbio y por esto, en todas las edades del mundo, ha habido embusteros que han tratado de satisfacer este deseo de las masas.
La Historia nos da cuenta de los grandes engaños de que han sido víctimas las más civilizadas naciones del antiguo y nuevo Continente. Cuando estos engaños han tenido cierto fundamento en «algunos hechos», la mistificación ha llegado a un grado increíble. Especialmente en el terreno religioso, los grandes embustes han tomado, repetidas veces, dimensiones colosales y amenazadoras.
A esta inclinación de las multitudes debe añadirse que, según nos lo asegura la Sagrada Escritura: «Stultorum infinitus est numerus». (Eccles, 1-15.) «El número de los necios es infinito». Así es que el deseo de ser engañados por una parte y la estulticia de innumerables personas por otra, han sido el abono poderosísimo que ha hecho germinar y echar profundas raíces en el corazón humano a la semilla de la decepción, sembrada en abundancia entre el pueblo de los Grandes Embusteros de todos los climas del Planeta.
Cuando el «embuste» se vela con formas religiosas o misteriosas, cuando se hace intervenir como principales agentes de la mistificación a poderes desconocidos o sobrenaturales, entonces aquél arraiga de tal modo en el corazón, que ni la luz clarísima de la verdad desnuda y patente puede arrancarlo del todo de la imaginación popular.
Buen testigo de esta credulidad de las multitudes ha sido, en nuestros días, el famoso Barnum, fundador del Circo Americano. Aunque no había estudiado psicología en las universidades, tenía una práctica mucho mayor que la de cualquier psicólogo; había estudiado aquella ciencia en el innumerable público que asistía a las funciones de su inmenso circo de tres redondeles. Este estudio práctico lo llevó a sacar la misma conclusión «“conociérala o no- que miles de años antes nos había legado en sus escritos el inspirado autor del Eclesiastés, sólo que expresó su pensamiento diciendo que: «Every minute a sucker is born», esto es, que: «cada minuto nace un LOMPO». El lompo es el tipo de ciertos peces que tienen constantemente el hocico abierto y que tragan cuanto se les pone delante, siendo por esta razón, el símbolo de los tontos, bobos y otras muchas variedades de la extendida familia de los «necios».
De una «variedad» de éstos haremos aquí especial mención: de los «necios religiosos», a quienes llamaremos BABILONIOS por las razones que se verán en la historia que vamos a relatar.
Si el lector quiere tomarse el trabajo de abrir el libro de Daniel y leer allí el capítulo XIV, encontrará la verídica historia que vamos a contar a nuestro modo.
Tenían los Babilonios un ídolo llamado Bel, al cual le habían edificado un magnífico templo y a cuyo servicio había dedicados muchos sacerdotes. Los Babilonios tenían profundamente arraigada la creencia de que aquel ídolo de piedra tenía unas tragaderas descomunales y jugo gástrico abundantísimo para digerir cuantos manjares se le ponían delante. Heliogábalo le hubiera tenido envidia. Cada día colocaban los buenos Babilonios, delante del altar de Bel, toda clase de comestibles en extraordinaria abundancia y al día siguiente encontraban los platos limpios. De ello dedujeron los Babilonios que su dios tenía un apetito muy superior al de los pobres mortales y que la expansibilidad de su estómago estaba en razón directa de su divinidad. Y como férvidos creyentes seguían llevándole, cada día, mejor condimentados platitos y en mayor abundancia, sin que la cantidad, que iba creciendo, según crecía la devoción de los Babilonios, pudiera causar el menor trastorno digestivo al dios gastrónomo.
Por aquellos días vivía en Babilonia un profeta judío, hombre de Dios, que tenía mucho conocimiento, no sólo de las Santas Escrituras, sino también del corazón humano y se llamaba Daniel.
Los sacerdotes de Bel, que, aunque vivían en Babilonia, no eran Babilonios, debieron notar (muchos siglos antes que Barnum) que «cada minuto nacía un Babilonio» y se dijeron: «ésta es la nuestra» y usando de una trampa, tan sencilla como disimulada, empezaron a explotar a los Babilonios en su favor; pues ellos eran con sus mujeres e hijos, y no el ídolo de piedra, los que se comían por la noche las ofrendas. El jueguecito les había durado a los ministros del dios por muchos años, saliéndoles siempre bien, pues no solo los Babilonios de la clase pobre y media, sino aun los Babilonios ricos y el mismo rey creían, a pie juntillas, en el milagro de la extraordinaria deglución del ídolo de piedra. Pero he aquí que un día «se encontraron con la horma de sus sandalias».
El profeta Daniel había observado el mismo HECHO que los Babilonios, pero para explicarlo había formado una HIPÓTESIS distinta de la de ellos. El hecho era que «durante el día», los fieles llevaban sus ofrendas ante el altar de Bel; el templo se cerraba por la noche «sin que ninguno» pudiera entrar por las macizas puertas; pero al día siguiente, a pesar de esto, «las viandas habían desaparecido». Sobre este hecho los Babilonios formaban una teoría, basada en el «Deus ex machina», diciendo: «es un hecho que las viandas quedan sobre el altar y es un hecho que nadie entra en el templo por las puertas. No estando en la noche dentro del recinto más que Bel, es CLARO que Bel es (puesto que los comestibles desaparecen) quien se come los manjares». La conclusión no podía ser más evidente… para los Babilonios y así no se les ocurrió usar de cualquiera otra hipótesis. Pero no pasó lo mismo con el Profeta Daniel.
Partiendo del principio de que «en el monte está quien el monte quema», viendo que era un HECHO la desaparición de los comestibles y no siendo posible que un ídolo de piedra se los comiera, dedujo que los sacerdotes eran los que «realmente producían aquel fenómeno inexplicable». La cuestión era, pues, descubrir COMO entraban o lo que hacían para apoderarse de las ofrendas. Pensó su plan y confiado en Dios, se fue a ver al rey para desengañarlo. Pero para esto se necesitaba más que raciocinios; eran necesarias pruebas. Convino el rey, que estimaba mucho al profeta hebreo, en darle una oportunidad para demostrar su aserto y fue al templo. Después de depositar sobre el altar las ofrendas, el rey y los suyos se dirigieron a la puerta mientras Daniel, con un cedazo lleno de cenizas, esparcía una capa casi imperceptible de esta substancia alrededor del altar. Hecho esto, se juntó con el rey y, mandando éste cerrar las puertas del templo, puso sobre ellas un sello. Al día siguiente temprano, pues el rey estaba ansioso de saber el resultado, fue con Daniel y los suyos al templo, encontrando los sellos intactos. Por allí nadie había podido entrar. Ãbrense las puertas, y el rey, al notar que los manjares habían desaparecido, como de costumbre, exclamó: «Grande es Bel…»; pero Daniel lo interrumpió diciendo: «Lleguemos al altar» y procurando que nadie se adelantara, enseñó al monarca, marcadas en la ceniza, las huellas de pies de hombres, mujeres y niños. Siguió la pista y al fin llegó a un lugar donde había una gran losa; levantóla y enseñó al admirado rey de los Babilonios el conducto subterráneo por donde entraban los sacerdotes a comerse los manjares. El rey se enojó muchísimo al caer en la cuenta de que los ministros de Bel le habían estado «tomando el pelo» por un espacio tan prolongado de tiempo y, según lo convenido entregó al profeta el Ãdolo para que lo hiciera pedazos y él por su parte, se reservó el castigo de los sacerdotes embusteros. Quedaron estos convictos y confesos, atestiguando que ellos, por aquel conducto subterráneo, entraban todas las noches a comerse los manjares. No había, pues, duda del engaño y así se hizo saber a todo el pueblo. Después de una demostración gráfica, enseñándoles por donde se metían los sacerdotes y sus familias, Daniel tomó el ídolo y lo hizo pedazos, siguiendo poco después la terrible ejecución de los embusteros.
Después de esto, cualquiera creería que los habitantes de aquella grandísima ciudad quedarían agradecidos al profeta y se mostrarían más cautos en adelante, ya que habían sido víctimas tan fáciles de aquellos embusteros; pero no fue esto lo que hicieron, sino que, llenos de indignación, se fueron al rey pidiendo la cabeza del profeta que les había quitado su ídolo y había sido causa de la muerte de los sacerdotes y tal «bola» debieron armar aquellos Babilonios, que el rey, para aplacarlos, mandó meter al santo profeta Daniel en una cueva llena de leones hambrientos, para que lo devoraran, lo cual no sucedió, como sabemos.
REFLEXIONES PSICOLÓGICAS
Cuando una superstición ha arraigado profundamente en el pueblo, la evidencia del engaño no le basta para desarraigarla; es necesario, además, dar a la multitud «algo» que sustituya esa superstición. De lo contrario, se corre el peligro de que quedándose el pueblo «sin nada» quiera tomar venganza de aquel que le arrancó «lo que tenía» (verdadero o falso). Por eso persiguieron los Babilonios a Daniel, quien al descubrir la falsedad de las «tragaderas de Bel» y demostrar hasta la evidencia la culpabilidad de los sacerdotes, consiguiendo que el ídolo fuera destruido y los embusteros sacrificados, «dejó a los Babilonios» sin uno y sin otros. Quedando, pues, los Babilonios «nacidos en el minuto crítico», sin ocupación religiosa alguna, naturalmente emplearon este tiempo que les sobraba en perseguir a Daniel, que habiéndoles quitado lo que tenían, no les dio bastante ocupación para olvidarse de lo pasado.
Heredia Carlos María de, Los fraudes espiritistas y los fenómenos metapsíquicos, Imprenta Teresita, Capítulo I, México, 1931, Págs. 3-7.
Decepción i. e. Engaño psicológico.
El juego de palabras se puede extender a: baboso, bobo, tonto, zoquete, menso «¦ y la metáfora del padre Heredia es hoy aplicable a quienes creen en los fenómenos paranormales y/o los OVNIs. (nota LRN)