Los niños salvajes (20)

OTROS NIÑOS CONFINADOS

La niña de Caerphilly, Gales, estuvo confinada durante dos años en su propia recámara a la que habían quitado la puerta y tapiado con tablas hasta una altura de 1.5 metros.

Fue descubierta en 1996, a la edad de 3 años, y se cree que había pasado por lo menos 2 años confinada. A pesar de que estuvieron involucrados 173 oficiales, no tomaron en custodia a la niña. En lugar de eso se dedicaron a quitar las tapias, a lavar el cuarto lleno de excremento y a monitorear la familia durante seis meses.

Pasó el tiempo y cuando la niña tenía unos 5 años se le encontró nuevamente en pésimas condiciones. Esta vez sí fue tomada en custodia y los padres fueron encerrados seis meses en prisión por crueldad infantil.

El 7 de septiembre de 1999 encontraron encadenada a una cama a Betty Topper, de Norco, California. Tenía 6 años y desde su nacimiento había permanecido aislada por su madre, Cindi Sue Topper, de 39 años, y su abuelo Loren Bess, de 76 años.

Betty fue llevada al Centro Médico de la Universidad de Loma Linda. No hablaba y pesaba sólo 30 libras. Un mes después, gracias a un régimen alimenticio, había ganado 10 libras.

Otra niña que fue encerrada por su propia madre fue Anna, de Sydney, Australia. La encontraron el 17 de abril del 2002, a la edad de 18 años. Había pasado dos años encerrada en su cuarto.

Anna se había escapado a través de la ventana del baño y le tomó media hora hacer el trayecto que normalmente lleva 10 minutos, hasta la estación de policía para pedir auxilio. Estaba en pésimo estado. Pesaba tan sólo 44 kilogramos porque durante todo ese tiempo había sido alimentada únicamente con Weet-Bix mezclado con vinagre y agua con sal. Ocasionalmente recibía una rebanada de pan.

Su madre, de 43 años, fue sentenciada a 21 meses de detención, y su padrastro, de 56 años, a 15 meses.

El 30 de noviembre del 2002, en Toronto, Canadá, encontraron a Jeffrey Baldwin, un niño de 6 años de edad que había permanecido 5 años confinado. Sólo pesaba 10 kilos y medía 92 centímetros. El niño estaba muerto sobre una mesa. Los paramédicos trataron de resucitarlo, pero ya nada se podía hacer.

Quien había llamado a los paramédicos era la abuela materna de Jeffrey, Elva Bottineau, quien había recibido la custodia de Jeffrey y de sus otros tres nietos con el apoyo de la Catholic Children’s Aid Society (CCAS).

Oficialmente el niño murió de neumonía, pero estaba en tal estado, prácticamente era un esqueleto, que la policía tuvo que intervenir. Cuando se iniciaron las investigaciones en torno a la muerte del niño, la policía encontró, a principios del 2003, que poco más de una década antes había muerto otro niño que estaba bajo la custodia de Elva y su esposo Norman Kidman, ambos fueron convictos por abuso infantil.

A finales de los setenta le quitó la custodia de sus dos hijos a la señora Bottineau (de un matrimonio anterior a Kidman), cuando descubrió que abusaban de ellos. Pero poco después Elva estaba trabajando en el propio CCAS.

La información se encontraba archivada en las oficinas del CCAS, pero a pesar de ello los directivos del CCAS abogaron por que se le otorgara la custodia de Jeffrey y sus hermanos.

Pero Elva y Norman mantenían encerrado a Jeffrey y a una de sus hermanas. Los niños se alimentaban de las migajas que caían de la mesa y bebía del escusado.

Cuatro meses después de la muerte de Jeffrey, Norman y Elva fueron arrestados bajo los cargos de asesinato en segundo grado. Tras un juicio que se prolongó algunos años, Elva Bottineau y Norman Kidman, fueron sentenciados a prisión el 10 de junio del 2006.

El siguiente documental muestra parte de la investigación y las entrevistas a los padres biológicos de Jeffrey. Advertencia, el documental es muy crudo.

Los gemelos Edward Rodríguez y Edmond Rodríguez vivían en Phoenix, Arizona, dentro de jaulas infestadas de gusanos, durante 20 horas al día. Sus padres, Etelvina Rodríguez, de 42 años, y Luis Rodríguez, de 69 años, los mantuvieron en esas condiciones durante 5 años, porque Luis sufría del corazón y era incapaz de lidiar con los niños mientras la madre no estaba en casa. En cierta ocasión salieron de la casa y fueron mordidos por un perro. Etelvina dijo que los mantenían encerrados por su propia protección.

Las condiciones insalubres de vivir entre cucarachas y desechos orgánicos les provocaron infecciones en la piel. Los niños estaban encerrados en dos jaulas, una de 1.2 X 1.2 metros y la otra de 1.8 metros por 60 centímetros. Cada una tenía una abertura por la cual se pasaba el alimento a los niños, y estaban cubiertas con una lámina de plástico. Sólo se les permitía salir de sus jaulas cuando su madre regresaba de trabajar.

La historia fue conocida por las autoridades a través de Bayron Grijalva, hermano mayor de los gemelos, de 20 años. Los Servicios de Protección al Menor (CPS) habían recibido dos años atrás un reporte sobre la situación de abuso a los gemelos, pero nunca investigó.

Louis Grijalva, un medio hermano de los gemelos recuerda que la última vez que los vio, dos años antes de ser descubiertos: «Estaban bien. Estaban tan felices porque querían tocarme. Sentí pena por ellos, porque uno de ellos me abrazó y el otro se peleó porque quería que yo lo abrazara también, pero no podía abrazarlos a los dos al mismo tiempo. Me sentí muy mal».

Los vecinos informaron que Luis es una persona muy agresiva e incluso ha amenazado con comprar una pistola para dispararles a sus vecinos.

La policía los encontró el 23 de agosto del 2003. No podían hablar. El oficial Javier Avalos dijo: «Tratan de hablar pero no saben cómo. Murmuran y hacen sonidos, pero no dicen palabras. Les hablamos en español pensando que la barrera era el lenguaje, pero continuaron sin poder hablar».

Luis y Etelvina fueron arrestados por abuso infantil y secuestro. Luis declaró que no encontraba nada malo en encerrar a los niños ya que él los alimentaba y no les pegaba. Tampoco encontró incorrecto que no aprendieran a usar el baño pues él no lo usó hasta que fue más grande. Ambos fueron ingresados a la cárcel y se les fijó una fianza de $ 243,000 a cada uno. A principios de 2007 Luis fue sentenciado a 15 años de prisión y Etelvina a 6.

CASOS EXTREMOS

Un caso particular es el de la familia Majola, de Free State, Sudáfrica. Cuatro jóvenes de 14, 16, 18 y 22 años vivieron en condiciones de aislamiento junto con sus padres durante 20 años. No tuvieron ningún contacto social con ninguna persona durante ese tiempo.

Los niños no podían hablar y se comunicaban usando signos complementados con gruñidos. Uno de ellos se desplazaba a gatas. El caso fue conocido en el 2004.

Jessica murió en Hamburgo, Alemania, en el 2005, luego de permanecer 4 años confinada por su madre Marlies S., de 35 años, y su padre, Burkhard M. de 49 años. Durante todo ese tiempo la mantuvieron en el cuarto trasero de su departamento. Era un cuarto, sucio, apestoso que siempre estaba oscuro.

Los doctores forenses determinaron que la niña murió de hambre. Tenía unos 7 años al morir, pero su cuerpo parecía el de una niña de 3 años. Sus huesos eran frágiles como el vidrio. A través de las investigaciones se supo que la niña tenía retraso mental, no hablaba ni podía caminar.

Uno de los casos de mayor tiempo de confinamiento es el de Annapurna Sahu de Dhenkanal, a 100 kilómetros de Orissa, India, quien fue encontrada el 9 de septiembre del 2005, tras permanecer 25 años confinada.

Cuando fue descubierta tenía 45 años. Según su familia tenía retraso mental, por lo que la habían mantenido encerrada, desnuda y despeinada en un cuarto de 2 X 1.5 metros de piso lodoso.

Sin embargo, cuando la rescató la policía, Annapurna parecía una persona normal: habla, se comportaba y se expresaba correctamente.

El 9 de septiembre del 2005 fueron encontrados 11 niños enjaulados en Gravelle, Ohio. Eran niños adoptados cuyas edades iban de 1 a 14 años.

Tres hermanas, Viktoria de 7, Katharina de 11 y Elisabeth de 13 años, de Linz, Austria, vivieron confinadas por un periodo de 7 años, hasta que fueron rescatadas en el 2005.

Los oficiales de policía informaron que se encontraban en un cuarto lleno de excremento hasta 1 metro de altura. Lo sorprendente es que los vecinos habían informado del caso en diversas ocasiones y nunca se les había hecho caso.

Las niñas no hablaban normalmente. Habían desarrollado un lenguaje propio basado en el alemán. Su madre, psíquicamente enferma, las tuvo presas a oscuras durante siete años.

Según el diario Österreich, la mujer las trataba como animales y evitaba a toda costa que su ex esposo entrara en contacto con ellas. Cuando el hombre quería verlas, le decía que estaban enfermas o que estaban en casa de la abuela. La mujer era una abogada de Klagenfurt, y ante las autoridades decía que ella se encargaba de la educación de sus hijas.

Los únicos «juguetes» de las niñas eran los ratones de la casa, a quien les habían dado apodos.

Según la terapeuta Waltraud Kubelka, Elisabeth padece de «invalidez psíquico-social» incurable.

El 14 de enero del 2005 el Jacksonville Department of Children and Families, respondió a una llamada anónima para que visitaran una casa en Fallohide Lane, Jacksonville, Florida. Ahí mantenían encerrado a un niño de unos 17 años de edad.

El chico era un niño adoptado por la señora Brenda Sullivan, de 48 años, y su esposo Wilson Sullivan, de 55 años. En la casa había otros seis niños, uno de ellos hijo biológico de los Sullivan. Sólo el joven de 17 años permanecía encerrado.

Según el Children»™s Crisis Center, el chico sufría de «enanismo psicosocial» y desnutrición. Esta condición también se conoce como «Síndrome de basurero», en la que los niños pueden comer basura, vómito y otras porquerías. Los niños con esta enfermedad no responden a las hormonas del crecimiento que produce su cuerpo. La altura de este chico era la de un niño de 9 años y sólo pesaba 22 kilos, lo mismo que un niño de 6 años.

Había sido mantenido en confinamiento durante 10 años. No podía hablar y sólo gruñía. Estuvo encerrado en una jaula del tamaño de una cama gemela.

El 9 de marzo del 2005, los padres adoptivos fueron acusados de felonía. Se les impuso una multa de $ 200,003 a cada uno. El joven recuperó 13 kilos y aumentó 1 centímetro su estatura. Pero continúa sin poder hablar.

También en Estados Unidos, pero en Carson City, Nevada, encontraron a dos hermanos, David Rios, de 11 años, y Jasmine Rios de 16, encerrados en un cuarto de baño. Cuando fueron descubiertos, el 19 de enero del 2006, pesaban 15 y 20 kilos, respectivamente.

David no podía caminar pues sus piernas y pies se habían deformado por vivir en confinamiento. Tampoco hablaba. Habían pasado 5 años encerrados.

Recientemente se supo que, luego de un año de rehabilitaciones, Jasmine ha subido a 48 kilos, pero todavía sigue midiendo 1.35 metros de altura y no puede caminar bien. Su hermano ya pude caminar, pero no muestra desarrollos en el lenguaje.

Anja W. fue encontrada el 18 de junio del 2007 confinada en una granja de Bayersried, Alemania. Su madre soltera, Angela había heredado la granja y temiendo que las autoridades no permitieran que Anja viviera en las inclemencias y la difícil vida de la granja, Angela decidió encerrarla.

Dos niños, en su camino a la escuela, notaron la presencia de Anja detrás de las ventanas. Lo comentaron con sus padres y éstos con las autoridades. Pronto los trabajadores sociales se presentaron en la granja y encontraron a una niña de 7 años que aunque estaba bien alimentada, sólo era capaz de decir «Hallo» y «Mutter».

Actualmente las autoridades deliberan si presentan cargos por negligencia.

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