El país de las 7 luminarias (2)

UN ET BAÑÁNDOSE EN LA ALBERCA

Oscar Arredondo es un fotógrafo profesional que tiene su local, Fotografía México, en la calle de Juárez, Valle de Santiago. En noviembre de 1992, cuando regresamos a Valle de Santiago para entrevistarlo debido a la, en ese entonces, reciente aparición de un rostro de Cristo en un espejo, y que más adelante detallamos, coincidimos con un periodista de un diario amarillista que recién había publicado la fotografía de un supuesto ser extraterrestre en el cráter de La Alberca.

Según Arredondo se les había anunciado la aparición de luces sobre el cráter, por lo que, de inmediato, él y dos de sus ayudantes de la fotografía, se dirigieron al lugar. Al llegar todo estaba quieto y a oscuras. De pronto, uno de sus ayudantes, el que tenía la cámara, exclamó asustado:

«Â¡Hay hijo de la chingada! ¡Hay hijo de la chingada!»

Al mismo tiempo que accionaba por dos ocasiones la cámara. Arredondo no vio nada, pero su compañero le describió al ser que posteriormente aparecería en las fotografías.

Esa fue la versión que nos dio Arredondo, pero es totalmente diferente a la del semanario que publicó la fotografía. Según ellos, Arredondo mismo tomó las fotografías: una de frente y otra de espaldas, y una tercera «donde aún se observa la figura del extraterrestre cuando se sumergía en el agua».

Lo cierto es que existen dos fotografías, ambas de frente. En ellas se observa un hombre vestido con un traje enterizo, tipo mameluco, de color aluminio. El personaje porta un instrumento conformado por varillas de forma triangular. La cara y las manos están impregnadas de polvo de aluminio, para semejar el tono metálico. Complementan el atuendo una peluca «aluminizada» y unos colmillos de vampiro del mismo tipo (y marca) de los que compran los niños en el mercado el día de muertos.

Tiempo después acompañamos al equipo de producción del programa de TV Azteca, En busca de lo desconocido, para entrevistar a Oscar. En esta ocasión, junto con Juan Chía, conductor del programa, pedimos a Oscar que nos narrara en el sitio su aventura. Conocíamos de antemano su versión. Sabíamos cuantos estaban, en dónde estaban, hacia dónde miraban, qué movimientos hicieron, y cuál fue la actitud del extraterrestre. Cuando cronometramos todo el asunto, Arredondo tuvo que ir modificando sobre la marcha su versión. Nada se ajustaba a lo que me había dicho meses antes.

Conclusión: otro más de los fraudes de Arredondo para llamar la atención y atraer incautos y turistas.

Pero, se preguntarán nuestros lectores, ¿y la foto del ET echándose un clavado a La Alberca? Bueno, esa es producto de la prensa amarillista que tomó otra foto de Arredondo, tomada desde el lado contrario de La Alberca y la hizo pasar por el chapuzón del ET.

La historia se relata de una manera más detallada en mi libro Cien fotografías de extraterrestres, y la misma la publicaremos en Marcianitos Verdes, en este serial dedicado a Valle de Santiago.

EL CRISTO DEL ROPERO

El lunes 28 de septiembre de 1992 una sensacional noticia cimbró a los vallenses: en casa del fotógrafo Oscar Arredondo se había aparecido el rostro de Cristo sobre el espejo de un ropero. Pronto diversos medios de comunicación, como El Sol de Salamanca, Día Siete y El Sol de Irapuato se dieron cita en el estudio de Arredondo.

La santa faz se había «aparecido» sobre el espejo de un viejo ropero, donde el propietario guarda algunas pertenencias. El mueble fue comprado 25 años atrás y nunca mostró ningún signo del portento.

Cuatro días antes de extenderse la noticia, Oscar descubrió lo que al parecer era un rostro. De acuerdo con un periodista guanajuatense:

«Al verlo bien, tras vencer su extrañeza, se encontró con la sorpresa de que los rasgos coincidían con los de Jesús de Nazaret»¦ se ve la silueta de un hombre de pelo largo, nariz recta, labios delgados, con barba y bigote, mirada de misticismo, mirada llena de compasión y rictus de dolor, que nos hacen evocar la imagen de Cristo».

Según Arredondo se trataba del rostro de Cristo, tal como quedó plasmado en el velo de la Verónica, cuando caminaba hacia el Calvario. Por eso sólo se ve el lado izquierdo, pues la cruz impidió que Verónica enjugara el lado derecho.

El mismo lunes en que apareció la noticia, por la tarde hubo algunas personas que acudieron a presenciar la imagen. Arredondo cubrió el ropero con un lienzo y permitió verlo a los visitantes, pero de lejos, «que es desde donde mejor se aprecia», declaró.

Entre los visitantes estuvo el señor cura Francisco Bombella Ayala, de la iglesia ubicada enfrente del estudio fotográfico. Fue el mismo Bombella quien descubrió otra silueta ubicada al lado derecho del «Divino rostro», que se asemeja a la Virgen de Guadalupe, y otra que representa un ángel. Claro que, como es normal, el sacerdote se guardó de hablar de milagros y dejó que esto se decidiera con el tiempo.

Cuando estuvimos con Oscar, éste nos contó una versión diferente del suceso. En este caso el descubridor del rostro fue uno de sus ayudantes en la fotografía y él, Oscar, no le creyó hasta que lo vio personalmente.

Lo anterior nos hizo sospechar de una nueva jugarreta del fotógrafo, por lo que le pedimos nos dejara analizar de cerca el ropero. Luego de mucho presionar, nos permitió acercarnos. Al tener a unos centímetros de nosotros la imagen, nos dimos cuenta que había sido fabricada («dibujada») al tallar sobre un espejo lleno de polvo y de grasa. El mismo Arredondo confirmaba esta hipótesis al arriesgarse a vender posters del rostro, en los que se lee la leyenda:

«Polvo, viento, tiempo»

Polvo que se había acumulado sobre el espejo, a través del tiempo, y que fue trabajado por manos humanas.

Las otras imágenes vistas por el sacerdote se tratan de manchas tipo Rorschars, como las figuras que forman las nubes, y que el cerebro interpreta según su conveniencia. Simples pareidolias.

EL CERRO DE CULIACÁN Y CHICOMOSTOC

A pocos kilómetros de Valle de Santiago se encuentra un cerro que presenta diversas cicatrices en su superficie. Se trata del Culiacán. Según Arredondo el cerro es un volcán que, al apagarse, quedó hueco, como si fuera un cono de papel invertido. En su interior también había un lago, y por debajo de él, a 16 kilómetros, se encuentra una ciudad intraterrestre. En palabras de Arredondo:

«La boca de ese volcán, dentro del cerro, conduce a una enorme ciudad habitada. La ciudad está aproximadamente a 16 kilómetros de profundidad. La ciudad posee construcciones tan grandes que desembocan al mar abierto».

Uriel, uno de los «amigos» de Arredondo afirma que, en ciertas ocasiones, el cerro se abre y por esa abertura salen o entran platillos voladores. Pero, incluso, no son necesarias las naves. También ha visto aparecer y desaparecer humanoides.

Yo estuve explorando el cerro durante dos días y por más que lo intenté nuca logré acceder al interior del mismo. Mejor suerte la tuvo el contactado peruano Sixto Paz quien afirmó haber descubierto la entrada.

Arredondo elaboró una mitología más complicada. Después de leer Historia Tolteca y Chichimeca, de Paul Kirchoff, supuso que el códice estudiado por el arqueólogo, referente a Chicomostoc, Aztlán o el lugar de las 7 cuevas de donde partieron las tribus nahuas, que fundarían Tenochtitlán, se refiere al Cerro de Culiacán.

Uno de los dibujos del códice muestra un par de ancianos con una hoguera entre ellos. La gráfica representa a la Tierra y a la sabiduría (según Arredondo). Un motivo parecido fue encontrado por Arredondo y sus amigos, grabado en una piedra, en las inmediaciones del Culiacán. Un campesino caminaba por las laderas del cerro cuando se le apareció un ser que dijo ser «sobreviviente de una de las siete razas que en el pasado remoto dieron conocimiento al mundo». El ser vivía en el interior del cerro. El intraterrestre guió al campesino hasta donde estaba la piedra grabada.

La piedra muestra, entre otras cosas, un mapa con la entrada al cerro: a Chicomostoc. El cerro, como ya se dijo, es hueco y su interior tiene forma de esfera. En su centro hay una pirámide. Los intraterrestres tienen nombres que parecen nahuas: Ixclaccloc; Ixchalchihualt[1]; Quetzalcóatl (en persona). Son originarios de «un planeta ubicado en los anillos de Saturno».

Pero hay más. La Torre de Babel, la Torre de los Siete Misterios, el Arca de Noé y el Cerro de Culiacán son una y la misma cosa para Arredondo.

«Esto nos pone a la cabeza y a la vanguardia de las posibilidades del mundo futuro, porque aquí estamos nada menos que en la capital mundial de la antigüedad misma. Esto nos debe hacer y sentir muy orgullosos».

¿Delirio de grandeza? Juzgue el lector.

EL CASO DE LAS VERDURAS GIGANTES

El asunto que más fama le ha dado a Valle de Santiago es el de las verduras gigantes.

José Carmen García es el nombre del campesino que comenzó a cosechar enormes hortalizas en el municipio de Valle de Santiago. Una de sus parcelas se encontraba en La Hoya de Flores, famosa por lo fértil de sus tierras[2]. Ahí, Carmen García comenzó a experimentar con diversos fertilizantes y sistemas de riego, hasta obtener los enormes ejemplares que le hicieron famoso.

Todo hubiera quedado en el éxito de un agricultor guanajuatense, de no ser por la aparición de Oscar Arredondo que, muy pronto se involucró e influyó a García. Hasta 1977 José Carmen sólo decía que tenía un método propio para hacer crecer sus cosechas. Esto mismo se lo dijo al entonces director de la revista Contactos Extraterrestres, Héctor Chavarría. Pero luego todo cambio. Comenzó a hablar de extraterrestres, de formulas mágicas en las que se mezclaba la astrología con la rabdomancia y los extraterrestres. Era clara la influencia de Arredondo.

El empuje y los oficios de Arredondo lograron que la noticia fuera conocida en diversas partes del mundo. Incluso los productores de Believe it or not! de Ripley, mostraron las maravillosas legumbres gigantes. Esto hizo que las autoridades de la Secretaría de Agricultura se mostraran interesadas. Francisco Merino Rábago, el entonces Ministro de Agricultura recibió a los campesinos en sus oficinas.

Arredondo y García solicitaban, a cambio de la formula, que se creara un Parque Nacional en la zona de Valle de Santiago; y que en el interior del cráter de La Joya de las Flores se construyera una escuela de agricultura.

Aunque el primer punto no dependía de la Secretaría de Agricultura, no era un problema insalvable. Merino aceptaría las peticiones de los campesinos, siempre y cuando demostraran, en condiciones controladas, que podían producir legumbres gigantes comestibles. Para tal efecto organizó una competencia entre los técnicos agrónomos y los campesinos. El lugar escogido fue el campo experimental de Tangasneque, Tamaulipas.

En abril de 1978 comenzó la competencia. Se sembraron dos parcelas de 20 hectáreas cada una. Los resultados fueron desalentadores. Después de consumir una gran cantidad de agua y fertilizantes, la producción por tonelada de verduras gigantes era muy similar a la producción normal de verduras. Pero la diferencia era en el valor nutritivo. Lo cosechado por García y Arredondo eran productos con un alto contenido de agua y fertilizantes.

Parece ser que la técnica de García consistía en utilizar fertilizantes y regar las cosechas al comienzo de la tarde o noche, de tal manera que las altas temperaturas de Valle de Santiago no evaporaran el agua. Las legumbres absorbían una mayor cantidad del vital líquido y crecían en enormes proporciones.

La historia la cuenta Arredondo de manera distinta. Para él, los que perdieron fueron los ingenieros agrónomos. Dice que los vallenses consiguieron cosechas de 107 toneladas por hectárea, mientras que los agrónomos sólo obtuvieron 5.

El hecho es que no obtuvieron ni la construcción de la escuela ni el Parque Nacional. Arredondo afirma que en todo ello estuvieron involucradas las grandes firmas trasnacionales. Pero si eso fuese así, seguro que esas firmas ya hubieran comercializado las legumbres gigantes desde hace muchos años. No lo han hecho porque esas legumbres no poseen valor alimenticio[3].

¿Para qué pueden servir este tipo de cultivos? Para ganar competencias de verduras gigantes. Este tipo de concursos son muy comunes en los Estados Unidos e Inglaterra. Las más frecuentes son las competencias de calabazas gigantes.

El Libro de los Records Mundiales Guinness menciona a Alan Smith, de Detling, Inglaterra, quien logró cosechar una manzana de 14.33 kilos.

En Cumnock, Inglaterra, Robert Holland cultivó una cebolla de 5.106 kilos. En el IX concurso de verduras gigantes de Inglaterra, Steven Rohn se llevó el premio de 5 mil libras por su gigantesco ajo. En Estados Unidos, Alan Lane consiguió una col de 38 kilos. Ann Gardener, de Ocala, Florida, también ha conseguido calabazas, pepinos y sandías enormes.

Bernard Lavery tiene decenas de premios y records mundiales. Ha cosechado calabazas de casi 400 kilos. Incluso ha escrito un libro How to grow giant vegetables, en donde explica la forma de obtener esos «monstruos». Algunos de sus consejos:

  • Poner tanta materia orgánica en el suelo como sea posible.
  • Pisar sobre tablones para no dañar las raíces.
  • Las guías se deben levantar, ayudándose de pequeñas estacas, para que no se quiebren.
  • Las hojas de la calabaza se deben sostener con redes para no apretar la tierra.
  • Utilice una buena cantidad de agua, pero no demasiada que pueda pudrir la planta.

Al parecer la «formula extraterrestre» para obtener verduras gigantes es ya muy conocida en todo el mundo.

Hasta aquí llegamos en el recuento de los «misterios» de Valle de Santiago. Quedan otros muchos mitos y leyendas de los que no hablaremos: como el de un enano extraterrestre que alzó una vaca para verle las ubres; o el de un testigo que murió de extraña enfermedad luego de observar un OVNI; o explosiones de ductos de PEMEX debidas al vandalismo de los extraterrestres.

Valle de Santiago es una ciudad que le debe mucho a Oscar Arredondo Ramírez. Su inagotable imaginación y afán de notoriedad han significado gran derrama monetaria sobre la ciudad, a través de los turistas que la visitan atraídos por sus «misterios». Desde aquí te damos las gracias por lo divertido que ha sido dilucidar esos «misterios», y esperamos con ansia los que nos depares en el futuro.

Continuará…

BIBLIOGRAFÍA

Andrade Martínez Jorge, ¿Encuentros cercanos del tercer tipo en Valle?, El Sol de Salamanca, domingo 24 de julio de 1994, página 4.

Anónimo, ¿Predijo «La Joyita» el terremoto en Japón?, El Sol de Salamanca, miércoles 18 de enero de 1995.

Anónimo, Analiza el clero el rostro divino, El Sol de Irapuato, jueves 1 de octubre de 1992.

Anónimo, Durante los meses de marzo y abril se coloca Osa Mayor exactamente sobre los volcanes de las Siete Luminarias, El Centro, Martes 9 de abril de 1996.

Anónimo, El extraño y alucinante Valle de Santiago, hoja turística.

Anónimo, El mosaico mexicano, Tomo I, No. 6, México, 15 de diciembre de 1836.

Anónimo, El rostro de Jesús se apareció en un ropero, El Sol de Salamanca, miércoles 30 de septiembre de 1992.

Anónimo, Las aguas del cráter «La Joyita» se tornan rojas y presagian terremotos, El Centro, viernes 4 de noviembre de 1994.

Anónimo, México, espejo que refleja las estrellas, Actualidades, suplemento de El Centro, domingo 8 de mayo de 1988, página 12.

Anónimo, No falló el sismógrafo natural del cráter «La Joyita», ya tembló en la ciudad de México, El Centro, martes 13 de diciembre de 1994.

Anónimo, Valle de Santiago, región de Dioses, mitos y leyendas, Actualidades, suplemento de El Centro, domingo 8 de mayo de 1988, páginas 2-3.

Kirchoff Paul, Historia Tolteca Chichimeca, Instituto Nacional de Antropología e Historia, México, 1974.

Lara González Benjamín, En el lago de sangre, publicación del autor.

Ruiz Noguez Luis, Cien fotos de extraterrestres, Mina Editores, México, 1996.

Ruiz Noguez Luis, Cuando el agua se hizo sangre, Duda, Lo increíble es la verdad, Año XXI, No. 1121, México, 28 de abril de 1993, páginas 26-27.

Ruiz Noguez Luis, La laguna de sangre, Duda, Lo increíble es la verdad, Año XXI, No. 1120, México, 14 de abril de 1993, páginas 28-29.

Villa Roiz Carlos, Ya no serán siete las Siete Luminarias, Natura, No. 58, enero de 1982, páginas 16-21.

PÁGINAS EN INTERNET

http://www.fortunecity.com/roswell/daniken/62/invest.html

Una de las fotografías del supuesto extraterrestre de Valle de Santiago.

En la segunda foto podemos ver al ET con barba postiza, cabello platinado, dientes de vampiro, y arma láser construida con alambre.

Uno de los muchachos que trabajan en las lanchas de La Alberca, muestra la ubicación del ET. Esta foto, obtenida a pocos días de que se diera la noticia en la prensa, demuestra que las fotos del ET son muy anteriores: han desaparecido los puestos de comida y el talud se encuentra bastante deteriorado.

El «Cristo del ropero».

Francisco Bombella Ayala frente al ropero con la imagen de Cristo.

El cerro de Culiacán.

Una de las fracturas del cerro por las que, se dice, entran y salen los ovnis.

Códice de la Historia Tolteca y chichimeca en donde podemos apreciar Chicomostoc, el lugar de donde partieron los aztecas.

Sixto Paz.

Paul Kirchoff.

Piedra grabada que supuestamente los extraterrestres le dieron a un campesino en las inmediaciones del cerro Culiacán, y que muestra el plano de la ciudad en el interior del cerro.

Salvador Freixedo estudiando la piedra.

Oscar Arredondo Ramírez y el agricultor José Carmen García Martínez, en la época de las verduras gigantes.

Don Carmen García muestra forma en que siembra las semillas.

Varias fotografías de Carmen garcía con legumbres gigantes.

Francisco Merino Rábago.

Una de las enormes lechugas que se llegaron a cultivar en Valle de Santiago. En la foto podemos ver a Arredondo, sosteniendo la lechuga, Carmen García, a la derecha, y de playera negra, el Ingeniero Carlos Merino Rábago, hermano del entonces Secretario de Agricultura.

Varias fotografías de lechugas gigantes.

También había cebollas y rábanos gigantescos.

Óscar Arredondo sosteniendo una de las legumbres gigantes.

Las fotos de los claveles tienen truco. Arredondo tomaba un ramillete y lo fotografíaba haciéndolo pasar como una sola flor.

Valle de Santiago fue un sitio de peregrinación ufológica. Aquí vemos a Don Pedro Ferriz al lado de Oscar Arredondo.

Alan Smith.

Robert Holland.

Steven Rohn.

Alan Lane.

Ann Gardener.

Bernard Lavery.

Sixto Paz, Salvador Freixedo y Alejandro Chionetti, en la fotografía, también peregrinaron a Valle de Santiago.

En el negocio de Arredondo aparecía esta fotografía recortada. Decía que se trataba de OVNIs sobrevolando el centro de Valle de Santiago.


[1] Este es el nombre del intraterrestre o extraterrestre que entregó la piedra grabada. Era un hombre con «rasgos indígenas semejantes a los caballeros águila». Curiosamente el nombre se parece mucho a Ixtlacíhuatl, «La mujer dormida», uno de los volcanes que circundan al D. F. Yo me pregunto ¿porqué un caballero águila tendría el nombre de una mujer?

[2] En general toda la zona es muy fértil debido a las tierras formadas al término de la actividad volcánica.

[3] Alguien dijo que era como estar tomando agua en presentación de lechuga.

Un bigfoot en problemas

Tal vez pocos se habían preguntado qué pasaba cuando los pies grandes sentían el llamado de la naturaleza. No nos referimos a la época de celo, más bien al momento cuando los patotas grandes necesitan ir a regar las florecitas.

Esos momentos son más complica-dos cuando los aún «patitas pequeñas» están en el kinder, pues tienen que pedir permiso a su maestra, y si no hay nadie que los acompañe, el «chorrito» puede bañar sus extremidades inferiores, pues supongo que, aunque todavía no desarrolladas, algo deben sobresalir.

Cuando ya son adultos el trance se limita a buscar un buen arbolito, y como los pies grandes suelen vivir en el bosque, ese es un problema menor. Nuevamente lo complicado es bajarse el ziper, pues aunque no son «manos grandes», sino «pies grandes», si las tienen proporcionadas a su cuerpo, y entre tanto pelaje les es difícil encontrar el ziper.

Meditando esta situación ahora pienso que las grabaciones de pie grande deben ser auténticas. Esos desgarradores aullidos los han de producir cuando se agarran el «pilín» al subir el ziper sin cuidado.

Para las hembras pies grandes la faena todavía es más peliaguda, pues si sus compañeros sólo tienen que bajar un ziper, ellas deben quitarse toda la piel, a menos que tengan un ziper que corra de la parte frontal a la posterior, o viceversa.

Todas estas profundas reflexiones filosóficas no hubieran salido a la luz de no ser por las oportunas fotografías de este bigfoot en apuros, tomadas por un famoso criptozoólogo.