El Monstruo del Loch Ness. (La evidencia foográfica 1)

EL MONSTRUO DEL LOCH NESS: LA EVIDENCIA FOTOGRÁFICA 1

No siempre resulta cierto aquel aforismo que dice que «una imagen vale más que mil palabras». En el caso de las fotografías de ovnis, fantasmas y monstruos, por ejemplo, estas «pruebas» presentan numerosas dudas e interrogantes. A este respecto los ufólogos argentinos Guillermo Roncoroni y Gustavo Álvarez[1] dicen lo siguiente:

«En realidad, la prueba fotográfica es la más incierta y endeble de las evidencias con que cuentan el investigador y el analista científico para dilucidar la problemática del fenómeno ovni.

«Es bien sabido que cualquier persona, con los adecuados conocimientos de la técnica fotográfica y los equipos apropiados, puede amañar una placa fotográfica y así confundir, y hasta llegar a engañar, al analista más experimentado.».

Lo mismo que se dice para el fenómeno ovni es aplicable a los monstruos, y en especial a las fotografías del Monstruo del Loch Ness. Los documentos gráficos al final nada prueban acerca de la realidad de Nessie.

El estudio del material fotográfico es algo complicado; hay que someter el material al escrutinio de, por lo menos, dos expertos independientes que examinen las imágenes, y preferiblemente el negativo, en busca de señales de engaño o manipulación. De descubrirse la trampa, ahí termina todo para la fotografía y el fotógrafo; de no poderse demostrar el engaño, no cabe concluir necesariamente que éste no existe.

También se puede decir que «las fotografías no mienten». En efecto, los que mienten son los seres humanos, en este caso particular, los fotógrafos.

Tomando en cuenta estas aclaraciones, veamos las «pruebas» fotográficas.

FOTO GRAY

La primera fotografía publicada del monstruo del Loch Ness fue tomada por Hugh Gray un domingo de noviembre de 1933. Apareció en el Daily Record and Mail de Glasgow, el 6 de diciembre de ese año.

Aquel domingo 12 de noviembre Gray hacía su habitual paseo dominical después de salir de la iglesia, por las cercanías de su casa en la playa de Foyers. Procedió a lo largo de una senda de la parte nororiental que bordeaba un acantilado de unos diez metros de altura producido por los sedimentos del río a lo largo de los años. Mientras contemplaba las aguas, repentinamente vio que la quietud de éstas se rompía. Ante sus ojos, como a unos noventa metros de la orilla, aparecieron un dorso redondeado y una cola.

Gray había descrito la superficie calma y lisa como un espejo y perfectamente iluminada por la luz del Sol. De pronto vio: «un objeto de considerables dimensiones, haciendo una salpicar el agua sobre la superficie» del Loch.

No surgió nada que hubiera podido identificarse con una cabeza. El animal se movió de manera muy agitada y levantó gran cantidad de agua. El objeto permaneció en su campo de visión durante varios minutos, después de lo cual se hundió en las aguas. Afortunadamente él tenía su cámara con él, así que empezó a sacar fotos. Gray tomó cinco fotos. Debido a la rociada que levantaba, Gray no creyó que sus instantáneas pudieran revelar mucho. Sólo una de las imágenes mostraba algo.

Lo que Gray nunca supo explicar «“y se sentía incómodo y molesto cuando se le preguntaba- era la extraordinaria «coincidencia» de que ese día portara una cámara (tipo y lente, sospechosamente, no fueron especificados).

Gray había vivido siempre en Foyers, pueblo sito en la ribera oriental del lago, y fue durante mucho tiempo (desde 1916) un empleado en la British Aluminium Company de Foyers. Más adelante dijo: «Temía las burlas que todos los trabajadores y compañeros lanzarían sobre mí». Así que dejó el rollo en un cajón en donde permaneció hasta el 1 de diciembre.

En esa fecha, el hermano de Gray llevó la película a Inverness con el fin de revelarla. Sólo una de las cinco tomas resultó buena. Mostraba un cuerpo que dejaba una estela.

La mayoría de los investigadores presentan a Gray como una persona formal cuyo único interés era saber qué había fotografiado. Esa imagen está lejos de la verdad. Lo primero que hizo Gray al ver sus fotos fue vender los derechos sobre la imagen y su historia al Daily Record and Mail.

Según Constance Whyte[2], el negativo fue examinado en las oficinas del periódico por M. C. Howard de la casa Kodak, C. L. Clarke de la revista Kodak, y por dos personas más. Nadie detectó defecto alguno en el negativo.

Constance Whyte era la esposa del superintendente del Canal de Caledonia, que lleva las aguas del Mar del Norte al lago Ness, y de éste al Océano Atlántico, y conocía perfectamente a su vecino Hugh Gray. ¿Qué podía decir de él?

La serie de detalles sospechosos y oscuros no terminaba ahí. Gray estimó inicialmente una longitud del objeto observado como de unos doce metros; más tarde, después de los análisis fotográficos, afirmó: «No puedo dar una idea definida sobre sus dimensiones, salvo en cuanto a que eran notables», añadiendo que la criatura poseía una piel oscura de color grisáceo, brillante y lisa. Dijo también que el objeto sobresalía casi un metro por encima de la superficie de las aguas.

Afortunado mortal, Gray observó al «monstruo» por lo menos otras cinco veces más (hasta 1955), mientras que la mayoría de los vecinos del lago nunca han tenido oportunidad de ver a tan extraordinario animal.

El profesor Graham Kerr, de la Universidad de Glasgow, definió la fotografía como «poco convincente». J. R. Norman, del Museo Británico de Historia Natural, declaró: «A mí no me parece que sea la imagen de ningún ser vivo. Mi opinión personal es que muestra el tronco podrido de un árbol que sube a la superficie del lago debido a los gases generados dentro de él por la descomposición de sus células». W. T. Calman, también del Museo Británico, informó que él no podía creer en ningún monstruo hasta no examinar un espécimen.

La foto apareció en el libro de Gould[3] y está retocada para dar la impresión de espuma. Aunque en 1968 F. W. Holiday la describió como «la fotografía más detallada obtenida hasta el presente»[4], en la página 23 de su libro Gould se refiere a los «vagos contornos del original».

En efecto, la foto es tan mala que puede ser cualquier cosa. Algunos han sugerido que se parece a una imagen distorsionada de un perro (quizás del propio Gray) llevando un palo en su boca, nadando en el agua. A. G. Harmsworth dice:

«Me gusta pensar que el Sr Gray realmente fotografió su perro Labrador dorado nadando hacia la cámara, llevando una vara en su boca. No soy un artista, pero he tratado de mostrar a lo que me refiero a continuación. La confusión se debe a que las cámaras de caja tienen una exposición demasiado lenta para un objeto en movimiento».

La siguiente fotografía en orden cronológico sería la de Robert Kenneth Wilson, conocida como la fotografía del cirujano, pero por su importancia le dedicaremos un capitulo completo.

LAS FOTOS DE 1934

1934 fue un año pródigo en cuanto al número de fotografías obtenidas. Además de las fotos de Wilson, se tomaron las siguientes:

El 13 de julio, los miembros de la Expedición de Sir Edward Mountain obtuvieron 21 fotografías. Sir Edward había colocado a veinte vigilantes alrededor del lago, equipados con binoculares y cámaras fotográficas[5].

Sin embargo, de las 21 tomas, sólo 5 tienen la calidad suficiente como para ser tomadas en cuenta, de acuerdo con Constance Whyte. De estas cinco, Maurice Burton[6] descubrió que tres eran efectos de olas, la cuarta era la estela de una embarcación que acababa de pasar, y la quinta podía ser una especie de giba o joroba rodeada de espuma, aunque no era concluyente debido a la distancia a la que fue tomada (unos 130 metros).

En la famosa «expedición» de Sir Edward Mountain se decidió pagar dos libras esterlinas por semana a los trabajadores desempleados para que se sentaran al lado del lago con cámaras. Además, se les ofreció una bonificación de 10.5 libras por cada imagen obtenida del monstruo de Loch Ness. Lógicamente los resultados fueron tan impresionantes: nunca antes ni después se pudieron obtener tantas fotos en tan corto espacio de tiempo.

El 24 de agosto de 1934, F. C. Adams (según unos) o el doctor James Lee (según Nicholas Witchell[7]), tomó una foto de un objeto oscuro entre una masa de espuma y que al parecer había sido proyectado fuera del agua desde sus profundidades.

La fotografía fue publicada por el Daily Mail el 25 de agosto. Su aspecto es el de un tronco o una rama que hubiera sido arrancada de las profundidades. Otros mencionan que se parece al apéndice de un gran animal marino. Lamentablemente Loch Ness no es un medio marino.

ContinuarỦ


[1] Roncoroni Guillermo & Álvarez Gustavo, Los ovni y la evidencia fotográfica, Cielosur Editora S. A. C. I., Colección Cuarta Dimensión, No. 5, Buenos Aires, 1978.

[2] Whyte Constance, More than a legend, Hamish Hamilton, Londres, 1957.

[3] Gould T. Rupert, The Loch Ness monster and others, Geoffrey Bles, Londres, 1934.

[4] Holiday F. W., The great Orm of Loch Ness, Faber & Faber, Ltd., Londres, 1968.

[5] Edwards Frank, Strange than science, Bantam Books, Inc., New York, (reimpresión) 1968.

[6] Burton Maurice, The elusive monster, Rupert Hart David, Ltd., Londres, 1961.

[7] Witchell Nicholas, The Loch Ness story, Penguin Books, Baltimore, 1975.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.