EL OVNI DE ATLIXCO A VEINTE AÑOS DE DISTANCIA
La ciudad de Atlixco es la cabecera del municipio del mismo nombre. Se encuentra ubicada al Suroeste de la ciudad de Puebla. En ese municipio, entre los pueblos de Metepec, San Baltazar Atlimeyaya y San Pedro Atlixco ocurrieron una serie de avistamientos a finales de los ochentas y principios de los noventas, que «estallarían» luego de la divulgación por televisión del famoso «ovni del eclipse».
Fue José Luis Martínez Jiménez, un profesor de computación que decía ser físico matemático, el encargado de catapultar a la fama a este sitio, al que nuestro amigo Oscar García llamaba «Santuario Extraterrestre». En 1991 Martínez publicaba en el periódico capitalino La Prensa una sección dedicada a los ovnis. Fue ahí donde dio a conocer que en un paraje junto a la carretera Metepec-San Baltazar Atlimeyaya, a unos 8 kilómetros de Atlixco, y cerca de Los Molinos, había un sitio conocido como La Casita Blanca, en donde noche a noche se reunían decenas de personas para observar una bola de luz que cruzaba el horizonte.
Martínez recorrió la zona entrevistando a los lugareños. Estuvo en San Pedro Atlixco, un pueblo a las faldas de un cerro[1], a 17 kilómetros de Atlixco. Ahí encontró a los medios hermanos Pedro Fernández Orea y Ceferino Fernández Flores. El primero le dijo que había observado la luz en tres ocasiones, desde el techo de su casa, según una versión de Martínez[2], o desde el panteón, en medio de una fogata con sus amigos, según otra versión del mismo Martínez[3].
En la primera versión «la luz sale de atrás del Pedreguero»[4]. Por el contrario, en la segunda versión la luz llega al Pedreguero, saliendo del Cerro del Tetliyólotl[5]. Fernández dice que la luz sale del «cerro picudo», se dirige hacia San Juan y luego regresa hasta el Pedreguero, en donde apaga casi todas sus luces, dejando encendidas «una rojiza[6] y la otra azul». A veces esta maniobra se repite y permanece dando vueltas.
Martínez dice que le gustó la forma en que Fernández le describió el «objeto», «porque es natural, no está envuelto en prejuicios, lo que él describía precisamente era una nave extraterrestre o platillo volador».
Martínez habla de Fernández como del «pobre salvaje e inculto testigo, puro e inmaculado, jamás tocado por la mitología ovni», como si Fernández no tuviera acceso a la televisión, a la radio o a cualquier otro medio de comunicación. Consideremos, además, que justo en esa época los programas sobre ovnis estaban causando un furor desmedido. No sería de extrañar que Fernández estuviera influenciado por estos programas en su descripción. Aún si no fuera el caso, y que en realidad su descripción estuviera libre de prejuicios, el que no lo estaba era el propio Martínez al decir que «lo que él describía precisamente era una nave extraterrestre o platillo volador». ¿Cómo sabía que eso era una nave extraterrestre? ¿Acaso eso no es un prejuicio?
En el mismo pueblo habló con Aldebundo Gómez, o Aldebundio Gómez, como también escribe este nombre Martínez. Nuevamente utilizando su estilo de superioridad, Martínez nos dice que se trata de «un campesino muy sencillo«[7], quien vio la «extraña luz».
Gómez estaba con cuatro amigos, según la primera versión[8], o con tres amigos, según la segunda[9], caminando por la sierra entre las once o doce de la noche. En cierto momento vieron la luz por arriba de los cerros. Se movía rápido en dirección a ellos. Se paró a diez metros por encima de sus cabezas. La luz era tan intensa que parecía de día, haciendo innecesarias las linternas de pilas que llevaban consigo. Todo mundo estaba aterrado. Aldebundio gritó:
«Â¡Ora pues! ¿Qu黦?»
La luz parecía estar en llamas, pero estas no quemaban. Según Aldebundio era como «cuatro cosas redondas como platos, pero que no emitían sonido alguno».
«Los jóvenes y señores que estaban cerca, se me empezaron a acercar y me preguntaron si eso no sería por lo del eclipse, mientras otro preguntó si era malo verlo directamente, porque una señora le dijo que se podía quedar ciego; incluso me insinuaron que era peligrosa esa cosa».
Entre otros testigos de San Pedro con los que habló Martínez están:
Pascasio Reyes Camacho, quien describió la luz como «una luna muy brillante que sale de una barranca, el Pedreguero, exactamente donde está el Tetliyólotl, y viaja hasta enfrente de donde está la iglesia, pero hay ocasiones en que llega a Metepec, y que se le puede distinguir desde la cascada entre las diez y las doce de la noche».
Ignacio Bueno Huerta, otro vecino del pueblo, quien dijo que su hijo la vio y que un amigo de éste la fotografió, pero Martínez no lo pudo localizar porque se acababa de ir.
Agustín Zacarías, de 45 años, quien maneja un taxi, y confesó que vio la luz dos veces en la noche.
Fidencio Romero Rodríguez la vio por aproximadamente diez minutos.
SAN BALTAZAR ATLIMEYAYA
José Luis Martínez también estuvo en otros pueblos de la región. En uno de ellos, del que no da el nombre, encontró a cuatro muchachos, a los que tampoco identifica, que en mayo de 1991, mientras hacían una labor social, se quedaron a dormir en una casa del pueblo. A eso de las 23:00 horas observaron que una potente luz iluminó toda la casa, penetrando por las rendijas en las paredes de adobe y por la ventana. La luz estuvo suspendida sobre la casa durante algunos minutos y luego se retiró.
San Baltazar Atlimeyaya, pueblo vecino a San Pedro, fue otro lugar visitado por Martínez. Ahí habló con Paulino López López, a quien yo también conocería cuando en compañía de Oscar García visitamos el lugar a fin de investigar el «ovni de Atlixco».
Oscar ya había estado en el sitio y fue él quien me presentó a Paulino. Se trata de un restaurantero propietario de La Cabaña Encantada, el primer restaurante establecido en el poblado de San Baltazar. Aquella tarde llegamos a comer a su restaurante y Paulino nos contó la historia, que ya había escuchado Oscar, y que también le refirió a Martínez.
López nos dijo que antes de dedicarse al negocio del restaurante había trabajado como agricultor. Cierto día conoció a un hombre curioso, de mirada profunda, que le enseño una nueva técnica para sembrar árboles de aguacate y obtener frutos de inmejorable calidad. De inmediato sonó mi alarma escéptica interna. Una historia similar la había escuchado en un pueblo de Guanajuato[10].
Dejé que Paulino continuara con su relato, tratando de no expresar mi escepticismo. Aunque debo aclarar que las historias de Paulino no se acercan, ni de cerca, a las elaboradas por Oscar Arredondo, de Valle de Santiago.
El ex agricultor pronto obtuvo unas buenas cosechas. De hecho ese fue el origen de su fortuna y lo que le llevó al negocio del restaurante.
Al anciano sólo lo volvería a ver 15 años más tarde, cuando regresó para ver si sus consejos sobre agricultura habían dado buen resultado en este planeta, y a despedirse, porque ya había cumplido su misión.
En esta descripción que nos dio a Oscar y a mí, y que fue la misma que publicó Martínez en sus artículos de La Prensa, se habla de un hombre de edad avanzada y mirada profunda. Curioso, sí, pero nada extraño. Sin embargo, tiempo después, el propio Martínez, en su libro Contactos Extraterrestres[11], cuenta una historia distinta. Aquí el hombre se transforma en un joven de cerca de un metro ochenta de altura, y cabello rubio largo. El extraño ser le dio a Paulino un costalito que contenía una sustancia mezclada con un fertilizante. Hecho esto, dio la vuelta y se marcho. Lo que le extrañó a Paulino fue que el visitante no se hundía en el suelo, a pesar de haber mucha tierra suelta. Sus botas seguían igual de relucientes, sin una mota de polvo.
La descripción que hace Paulino es muy similar a la que cuarenta años atrás dio nuestro primer contactado, Salvador Villanueva[12]. Incluso el hecho de que su traje era de una sola pieza y portaba un cinturón con una hebilla metálica muy grande, concordaba con la descripción de los extraterrestres de George Adamski y Villanueva. Era claro que Paulino había leído detenidamente el libro del contactado mexicano.
Un mes después el hombre rubio de facciones angelicales regresó con Paulino y le dijo:
– Hola Paulino, ¿cómo estás?
– Muy bien. ¿Y usted cómo ha estado?
– ¿Ya fuiste a ver cómo va la siembra?
– No he ido porque he estado muy ocupado.
– Ve mañana sin falta.
Nuevamente el hombre se dio la media vuelta y se alejó sin hacer ruido, a pesar de que había muchas hojas secas tiradas en el suelo.
Lo que a mí me parece extraño de este relato es el hecho de que Martínez no haya caído en la cuenta de que era completamente distinto al que el mismo Paulino nos había contado meses atrás. Tal parecía que Martínez, como todo buen ufólogo, estaba cegado por sus creencias y no se daba cuenta de que Paulino estaba mintiendo.
Otra versión es la que cuenta el ufólogo Óscar Zapién Jimeno[13]. En esta Paulino describe al visitante como de «piel completamente lisa». Dice que tendría unos treinta años, de cara completamente blanco, como si nunca le hubiera dado el sol, sin bigote, pero de largos cabellos rubios hasta los hombros. Sus ojos eran azules y penetrantes. El hombre le dijo:
«Yo quiero ayudarte, porque tengo una misión que cumplir contigo y tú posteriormente cumplirás una misión más grande aún».
Aquí la versión vuelve a cambiar pues ahora el hombre le propone hacer un experimento con un número determinado de árboles y no le entrega ninguna bolsita con «polvos mágicos»:
«Vamos a hacer un experimento con cinco árboles de aguacate», y me dio una fórmula que tuve que comprar en el mercado, y aparte me dio dos botellitas que al parecer eran de agua y él me anotó la fórmula de un fertilizante químico. Yo tenía que ponerle dos gotas de ese líquido y los demás elementos de la fórmula a cada uno de los árboles. Este señor, del cual nunca supe su nombre, me dijo que regresaría posteriormente. Y en efecto, en un mes regresó y me preguntó que cómo había resultado el experimento. Fuimos a ver los árboles, eran como las diez de la mañana y mi sorpresa fue grande[14] al ver que los árboles habían crecido mucho, en tan poco tiempo, parecía como si los hubieran estirado. Normalmente miden entre 60 a 70 cm de altura, pero los arbolitos del experimento habían crecido el triple, medían como dos metros, y además tenían un brillo muy especial que se notaba a lo lejos. Me quedé muy sorprendido, él me comentó: «¿Ya viste que era cierto lo que te dije?, entonces aplica la misma fórmula a todos los árboles».
Ahora continuemos con la historia que nos contó a Óscar García y a mí.
Mientras comíamos una trucha «“la especialidad de La Cabaña Encantada-, Paulino nos siguió contando sus «encuentros cercanos». Dijo que cierto día, de 1990, mientras conducía su auto compacto rumbo a Metepec, al pasar por La Casita Blanca, desde lo alto pudo observar un ovni que se encontraba sobrevolando el estanque de agua que se encuentra cerca del Seguro Social. Paulino paró su auto y observó el ovni por unos cinco minutos. La nave estaba como a 15 metros de distancia. El objeto era sumamente brillante, como la luz de una soldadura autógena, y emitía un zumbido, como un panal de abejas o un transformador.
A pesar de la cercanía y del enorme brillo, Paulino pudo apreciar que dentro de la cúpula del platillo volador se movían unos seres extremadamente delgados y de aspecto cadavérico. Aquí la descripción de los visitantes cambia de los «bellos venusinos» a los extraterrestres del tipo Spielberg (Encuentros cercanos del tercer tipo)
No recuerdo cómo terminó esta aventura, ¿se fue el ovni? ¿Paulino se aburrió y siguió su camino? Lo que sí comentó es que, debido a la alta radiación lumínica que despedía el objeto, Paulino resultó con quemaduras en la cara, como si hubiese estado expuesto al sol durante muchas horas. Por tal motivo fue hospitalizado en el Hospital de Atlixco.
A Zapién le dijo que había experimentado una perdida de 3 horas. Que su reloj se detuvo y que regresó a su casa hasta las 3 de la mañana. Comentó que en el hospital le pusieron suero intravenoso, pero nada habló de un tratamiento para las quemaduras de su cara. A nosotros nada nos contó de este supuesto «missing time».
En la versión dada a Zapién estacionó su coche de subida; a nosotros nos dijo que había llegado a la cima y desde ahí observó el ovni hacia abajo, en las cañadas. Nada nos dijo de que el coche no hubiera arrancado, lo que sí le confirmó al ufólogo. Tampoco nos dijo que el ovni lo siguió durante un trecho, frenando o arrancando cuando él lo hacía.
Otro día, luego de participar en una junta de vecinos, regresaba a su casa, y al pasar por el panteón vio otro ovni suspendido. Esta vez estaba justo sobre el panteón y emitiendo un haz de luz que alumbraba una tumba en particular, «como si estuviese queriendo sacar algo de ella».
Otra historia de Paulino tiene que ver con una versión cutre de un cropcircle. Hay que tomar en cuenta que por aquellos años el tema estaba de moda en México. Paulino nos dijo que había visto un ovni mientras él conducía por un camino de terracería. No se porque en esta ocasión no se quedó a observarlo, aunque en realidad no recuerdo si nos lo dijo. La cuestión es que, al día siguiente, regresó al sitio y encontró un círculo en el pasto, perfectamente definido, con la hierba cortada «como si hubiese sido mantequilla».
Al llegar la hora del postre, Paulino se paró por un momento, fue a la cocina y luego regresó. En su mano traía una pieza de cerámica que trataba de mantener oculta, mientras seguía platicando. De nuevo, y perdón por la mala memoria, no recuerdo si comentó por qué comenzó a excavar un hoyo en cierta parte de los terrenos de su restaurante. El hecho es que ahí encontró una cabeza de barro. En ese momento, de manera teatral, nos muestra la figurita, ¡tarán»¦! Se trata de una cabeza que, según Paulino, tiene facciones extraterrestres y que no pertenece a ninguna cultura prehispánica.
Paulino dijo que algunos fotógrafos habían intentado fotografiarla, pero «la imagen se borraba». No nos dejó fotografiarla. No tenía caso»¦ la fotografía se iba a borrar.
La pieza, como dije, era de barro, pero, aunque no soy ningún experto, a mí no me pareció que fuese antigua. Estaba sucia, sí, pero parecía recién hecha. No sería raro ya que Puebla es famosa por su cerámica de Talavera[15] y abundan los talleres de cerámica.
Finalmente Paulino nos permitió armar nuestra tienda de campaña en los jardines de su restaurante para que ahí, desde el mirador, pudiéramos observar el paso del ovni.
No estuvimos ahí ni siquiera una hora. Finalmente decidimos ir a La Casita Blanca y desde ahí esperar la llegada del ovni de las 11.
LA CASITA BLANCA
El lugar «oficial» de reunión de todos los que iban a ver el «ovni de Atlixco» es una construcción, no terminada, destinada a albergar una bomba de agua para bombear el líquido proveniente del deshielo de la nieve del Popocatépetl, conocida como La Casita Blanca.
Se dice que en los mejores días se llegaron a reunir cerca de 1,000 personas en ese sitio. Todos soportando el frío durante varias horas, con tal de ver al ovni. Tal cantidad se debía a la enorme promoción que se le hacía en los programas de ovnis de la televisión. Las autoridades de Atlixco también habían provechado el bum. Cecilia Cabrera, la delegada de turismo de Atlixco, invitaba a los visitantes y luego los llevaba ver las muestras de arquitectura barroca que aún quedan en el rumbo, los criaderos de truchas, una esforzada exposición permanente de arte, y los ricos viveros de orquídeas, crisantemos y rosas.
Los dueños de microbuses, de la Línea Azul «“que regularmente une Atlixco con San Baltazar-, cobraban mil pesos[16] por llevar a la gente, desde Atlixco a La Casita Blanca. En sus parabrisas se podía leer la palabra ovnibuses, pintada con letras grandes blancas.
El ambiente era de feria, de romería. La gente hacía fogatas, bebía mientras esperan que el ovni hiciera su aparición (y para mitigar el frío). En un puestecito se vendían calcomanías y playeras con la imagen del ovni y una impresión que decía Ovni, San Baltazar, mismas que también se podían comprar en el mercado de Atlixco y en una tienda de uniformes escolares, al precio de 30,000 a 50,000 pesos[17]. Ahí, en medio de toda esta vorágine ufológica, estábamos Oscar y yo cuando, de repente, comenzamos a oír aplausos y gritos: el ovni había hecho se aparición.
Pero, un momento, ¡aquello no era un ovni! Parecía»¦ casi podríamos asegurar»¦ ¡en efecto, eran las luces de un avión! ¡Claramente se veía la luz principal, las luces rojas y verdes y una luz estroboscópica! Seguramente era un avión haciendo su aproximación al aeropuerto de Huejotzingo[18], a unos kilómetros de distancia, cuya pista de aterrizaje tiene una orientación Norte-Sur. Pero parecía que sólo nosotros veíamos un avión. Los demás estaban frenéticos señalando un «ovni».
Martínez había experimentado esa romería. En una de sus visitas había preguntado si entre los asistentes había alguien que hubiera fotografiado o filmado al ovni, o si conocían a alguien que lo hubiera hecho. Pronto se dio a conocer Federico García Núñez, ex profesor de la Universidad Iberoamericana y fotógrafo profesional, quien de hecho tenía varias fotos, 14 en total, del «ovni de Atlixco».
Federico García había estado varias veces en el lugar y había experimentado con diferente tipo de cámaras, exposiciones y papeles fotográficos. Finalmente se decidió por una película ASA 400, forzada a 800, con una larga exposición (un minuto). En sus fotos se ve una larga línea luminosa que corta el horizonte oscuro.
Una de estas fotografías se hizo famosa al ser publicada en el periódico La Prensa[19], y posteriormente en el libro de Martínez. En el periódico, Martínez dice que la foto fue tomada el 31 de julio, a las 22:10 horas; pero en el libro afirma que fue en mayo del mismo año, 1991.
Lo cierto es que la foto muestra»¦ una luz frente a la cámara cuyo diafragma se mantuvo abierto durante un minuto. El «extraño» movimiento del «ovni» no es más que el propio movimiento de la cámara al ser accionada. De esta forma identificamos que el inicio de la exposición es justo en donde se ve esa especie de triángulo y que el «objeto» (seguramente un avión) se movió de izquierda a derecha)
Pero no todos aceptarán que eso es un avión. Comenzando por el propio Federico, quien, según nos explica Martínez, es un acérrimo creyente en los ovnis que, incluso, buscaba contactar con los extraterrestres y que había realizado varias expediciones a esa zona, en compañía de sus ex alumnos. En una de estas expediciones vio un ovni posándose sobre las casas de un pueblito, durante varios minutos. Fenómeno tan extraordinario que debió haber aparecido en los periódicos (no hay una sola mención), o por lo menos debió haber sido denunciado ante las autoridades municipales (las que desconocen por completo el asunto).
Otro que tampoco acepta la explicación de avión para el «ovni de Atlixco» es el odontólogo de la Ciudad de México Marco Antonio Rosas, quien también formó su propio «grupo expedicionario». Rosas dijo haber confirmado en el aeropuerto del D.F. que ningún vuelo regular pasa por los cielos de Atlixco después de las 11:30 de la noche.
¡Pero es que los vuelos no salían ni iban al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México! Se trataba de vuelos de aviones de carga que salían o llegaban al aeropuerto de Huejotzingo[20]. El propio José Luis Martínez confirmó que: «El último avión que llega viene de Tijuana, hace escala en Guadalajara y es de la línea Aero California, aterriza a las 23:00″[21].
Las apariciones del «ovni de Atlixco» se iniciaron justo cuando ese aeropuerto comenzó a recibir vuelos comerciales[22]. «En ese entonces los agricultores empezaron a observar, por lo regular después de las 11 de la noche, un objeto ovoide y luminoso que se desplazaba silenciosamente por el cielo, a escasa altura. Al principio los campesinos echaban mano a sus escopetas y la emprendían a perdigonadas contra la inquietante aparición, sin obtener reacción alguna», según nos informa Laura Cortés[23].
Quien sí estaría de acuerdo con nuestras conclusiones es el maestro de la Facultad de Psicología Social de la UAM-Iztapalapa, Francisco Javier Uribe Patiño, quien afirmó que el mejor espectáculo del cerro La Casita Blanca no lo constituían los danzarines reflejos en el cielo, sino la necesidad de la gente de creer en algo más grande y mejor que ellos mismos»¦
EL CERRO TETLIYÓLOTL. LA BASE EXTRATERRESTRE
Según José Luis Martínez «El Tetliyólotl tiene una impresionante forma de pirámide egipcia, muy erecta y terminada en punta». Y es de ahí de donde sale «»¦una bola luminosa fluorescente muy intensa que no emite zumbidos y aparece aproximadamente a las once y media de la noche».
En su nota del 3 de julio[24], José Luis escribe refiriéndose al número de testigos del «ovni de Atlixco»:
«Según mis cálculos, pasa el medio millón de personas».
Pero para el 5 y 6 de ese mismo mes, su suposición se transformaba en todo un hecho, en una verdad indiscutible:
«Después de un largo y fructífero camino en entrevistas e investigaciones, de saber que hay más de medio millón de testigos que incluso han visto esa misteriosa luz más de dos veces»¦»[25].
«Ya sabíamos que se trataba de más de medio millón de testigos directos, quienes estuvieron cerca de esa misteriosa luz que ya la podemos llamar ovni»¦»[26]
Y esas no fueron las únicas exageraciones del periodista. También afirmó que el ovni se posó sobre las líneas de transmisión de energía, como a 50 metros de La Casita Blanca. ¿Tan cerca y Federico García que no aprovecho la ocasión para fotografiarlo? Y que tenía: «más de tres videocintas donde se le ha filmado, y la declaración de más de cien mil testigos oculares»[27]. Suponiendo que le dedicara tan sólo una hora a entrevistar cada uno de sus testigos y que trabajara cuarenta horas a la semana, entonces estaría terminando sus entrevistas alrededor del 2040 (tal vez en menos tiempo, considerando que muchos de sus testigos se van a morir en la fila antes de ser entrevistados)
Aún había más:
– Aseguró que más de 20 elementos del Ejército Mexicano estuvieron en la zona, por tres días, y que como pretexto habían dicho que estaban buscando avionetas perdidas en el bosque, aunque todo mundo sabía que estaban por el ovni.
– Dijo que algunos campesinos, sin dar nombres, le aseguraron que habían visto a unos seres chaparritos y cabezones.
– Otro más vio otros seres chaparros bajando de la luz, en una pequeña área quemada, cerca del Tetliyólotl.
– Que había personas que recibían «»¦mensajes extraños, otros en sus sueños describen cómo fueron llevados al interior de ovnis y ahí platicaron con seres extraterrestres».
Nunca dio los nombres de dichos «testigos».
Pero lo más ridículo fue cuando aseguró que:
«Sin embargo, decidí sin equipo llegar al Tetliyólotl, lugar donde supuestamente tiene su base esa misteriosa luz u ovni y después de que me encaminó un niño por la cantidad de 20 mil pesos, se regresó; al parecer concluí el viaje en cuarenta o cincuenta minutos, casi al llegar se queda uno impresionado por la forma piramidal del cerro, en esos momentos se vino a mi mente la película «˜Encuentros Cercanos del Tercer Tipo»™, donde se halla el ovni con los terrestres, ya que era una montaña similar a ésta, me impactó pero deseaba seguir para investigar, no encontré el área quemada, pero al llegar a las faldas del cerro de repente algo no me permitía el paso, no se veía nada, en ese momento empecé a sentir una presencia de un fuerte campo magnético[28], y decidí abandonar la búsqueda»[29].
Algo que contrastaba por completo a lo vivido por Oscar García, quien escribió[30]:
«En ningún momento tuve problemas de campos magnéticos o alguna cosa parecida. Finalmente aquella tarde del 8 de febrero de 1992 llegué hasta la cima del Tetliyólotl.
«Sin embargo aquellas noches que pasé bajo el intenso frío de la zona, en la punta de un cerro enigmático, apartado de la civilización, resultaron en balde ya que las pocas luces que logré ver se trataban únicamente de aviones que, lo confieso, hacían que reviviera mi espíritu «ovniloco» con la esperanza de que algo sucediese; al fin y al cabo me encontraba en la punta de una base extraterrestre la cual, seguramente varios kilómetros allá, era observada con impaciencia desde La Casita Blanca por cientos de buscadores de lo insólito».
Pero Martínez no fue el único ufólogo en decir tonterías sobre el caso del «ovni de Atlixco». Óscar Zapien Jimeno, integrante del grupo Misión Humanidad, del que hablamos más arriba, afirmó que la razón de su presencia en Atlixco era detener una inminente erupción del Popocatépetl.
Las autoridades estatales nuca informaron nada oficialmente sobre este fenómeno. A lo más el presidente municipal de Atlixco, Miguel Ãngel Ordoñez, dijo que había gran cantidad de turistas que pasaban la noche entera en vela, esperando observar el fenómeno, aunque pocos lo habían visto. Hacía la broma de que eso se debía que en ese día en particular «el ovni no circulaba».
Pocos reporteros acudieron al cercano Observatorio de Tonanzintla (sobre la carretera Atlixco-Santa María Tonanzintla, en plena zona de apariciones), en donde el astrónomo Enrique Chavira, que ha dado su nombre a varias estrellas, les hubiera dicho que la gente estaba viendo «ilusiones ópticas, provocadas por objetos voladores perfectamente identificados, como satélites de comunicaciones que giran en órbitas perfectamente establecidas y pasan reiteradamente, a horario fijo, sobre determinados puntos de la Tierra.
«Todo lo que se ve en el cielo tiene una explicación: las condiciones atmosféricas, capaces de provocar distorsiones asombrosas de la visión, y la imaginación de las personas, más creativa que la más salvaje tormenta eléctrica en las alturas».
REFERENCIAS
Cortés Laura, El ovni de Atlixco, Contenido, No. 350, México, agosto de 1992. Págs. 66-70.
García Oscar, Atlixco: Donde la razón desafió al Santuario Extraterrestre, Perspectivas Ufológicas, Año 1, No. 2, México, abril de 1994. Págs. 59-60.
García Oscar, Santuario extraterrestre: entre el mito y la realidad, artículo sin publicar, México, junio de 1992.
Macías Palma Carlos, ¿Encuentros cercanos»¦? ¿Observadores»¦?; se manejan múltiples versiones. Afirman que ET se pasea por Atlimeyaya, Puebla, Excélsior, México, 26 de mayo de 1991.
Martínez Jiménez José Luis, Contactos extraterrestres, Editora La Prensa, No. 1 de la Colección Enigmas, México, 1993. Págs. 47-52.
Martínez Jiménez José Luis, El maravilloso mundo de los ovnis, Populibros La Prensa, No. 13 de la Colección Reportaje, México, 1991. Págs. 68-73.
Martínez Jiménez José Luis, El misterio de Atlixco, La Prensa, México, 20 de octubre de 1991. Págs. 2 y 55.
Martínez Jiménez José Luis, Extraña nave en Atlixco, La Prensa, México, 3 de julio de 1991. Págs. 2 y 28.
Martínez Jiménez José Luis, Fructuosa investigación, La Prensa, México, 5 de julio de 1991. Págs. 2 y 28.
Martínez Jiménez José Luis, Ovni que cruzó el cielo de Atlixco, La Prensa, México, 8 de septiembre de 1991. Págs. 2 y 64.
Martínez Jiménez José Luis, Sigue la investigación, La Prensa, México, 6 de julio de 1991. Págs. 2 y 34.
Zapién Jimeno Óscar, Yo soy contactado y poseo el mensaje de los extraterrestres, Contacto Ovni, No. 1, diciembre de 1995. Págs. 22-25.
[1] La iglesia del pueblo se encuentra en la cima del cerro.
[2] Martínez Jiménez José Luis, Fructuosa investigación, La Prensa, México, 5 de julio de 1991. Págs. 2 y 28.
[3] Martínez Jiménez José Luis, El maravilloso mundo de los ovnis, Populibros La Prensa, No. 13 de la Colección Reportaje, México, 1991. Págs. 68-73.
[4] Una loma de piedra cerca de San Pedro.
[5] Según Martínez «Corazón de piedra». Consultando el diccionario Aulex, náhuatl «“ español http://aulex.org/nah-es/ tendríamos Teutli (esmeril), y Yólotl (corazón).
[6] «»¦como un foco del lado izquierdo de esa cosa»¦»; en Martínez Jiménez José Luis, Fructuosa investigación, La Prensa, México, 5 de julio de 1991. Págs. 2 y 28.
[7] ¿Porqué no decir que es, simplemente, un campesino? ¿acaso arriba, cuando hice la presentación de Martínez, dije que era un profesor de computación muy sencillo?
[8] Martínez Jiménez José Luis, Fructuosa investigación, La Prensa, México, 5 de julio de 1991. Págs. 2 y 28.
[9] Martínez Jiménez José Luis, El maravilloso mundo de los ovnis, Populibros La Prensa, No. 13 de la Colección Reportaje, México, 1991. Págs. 68-73.
[10] Ver https://marcianitosverdes.haaan.com/2006/07/el-pais-de-las-7-luminarias-primera-parte/
https://marcianitosverdes.haaan.com/2006/08/el-pais-de-las-7-luminarias-2/
https://marcianitosverdes.haaan.com/2006/08/el-pais-de-las-7-luminarias-final/
https://marcianitosverdes.haaan.com/2006/08/el-marcianito-de-la-alberca/
[11] Martínez Jiménez José Luis, Contactos Extraterrestres, Editora La Prensa, Colección Enigmas No. 1, México, 1993. Págs. 47-52.
[12] Ver: https://marcianitosverdes.haaan.com/2010/04/viaje-a-venus-en-un-plato-volador-la-increble-historia-de-salvador-villanueva-1/
[13] Zapién Jimeno Óscar, Yo soy contactado y poseo el mensaje de los extraterrestres, Contacto Ovni, No. 1, diciembre de 1995. Págs. 22-25.
[14] El hecho de que durante todo un mes Paulino no haya visto sus árboles de aguacate me parece muy sospechoso. Cualquiera que estuviera haciendo un experimento estaría al pendiente de los resultados. Más si los aguacates estaban dentro de los terrenos de su restaurante, en la huerta, como lo relató a Zapién. Es decir, estaban a la vista, por lo que es incomprensible que se hubiera sorprendido por el tamaño en que habían crecido. Aún más, el «brillo especial» y su altura, los hubiera hecho resaltar de entre los otros. A mí no me cabe duda de que Paulino estaba mintiendo.
[15] No estoy diciendo que esta cabeza tuviera ni remotamente la calidad de la cerámica de Talavera, sino que Paulino pudo haber mandado confeccionar su cabeza con algún artesano local.
[16] Unos 40 centavos de dólar.
[17] Se dice que el ovni hizo que se multiplicara por 10 el número de visitantes en la zona, provocando una derrama económica que originó modesta prosperidad.
[18] Actualmente Aeropuerto Internacional de Puebla.
[19] Martínez Jiménez José Luis, Ovni que cruzó el cielo de Atlixco, La Prensa, México, 8 de septiembre de 1991. Págs. 2 y 64.
[20] Actualmente el AIP tiene las siguientes corridas (las que no necesariamente se ajustan a los vuelos que había en aquellos años, pero de los que no se cuenta con información)
Salidas
Aeromar vuelo 7211, 17:15 con destino a Acapulco. Todos los domingos
Volaris vuelo 461, 20:30 con destino a Tijuana. Toda la semana
Llegadas
Volaris vuelo 461, 19:55 de Cancún. Toda la semana
Continental vuelo 2970, 20:22 de Houston. Toda la semana
[21] Martínez Jiménez José Luis, El misterio de Atlixco, La Prensa, México, 20 de octubre de 1991. Págs. 2 y 55.
[22] El aeropuerto se inauguró el 18 de noviembre de 1985 y era utilizado principalmente para aviones de carga. Fue hasta años después que comenzó a recibir vuelos comerciales.
[23] Cortés Laura, El ovni de Atlixco, Contenido, No. 350, México, agosto de 1992. Págs. 66-70.
[24] Martínez Jiménez José Luis, Extraña nave en Atlixco, La Prensa, México, 3 de julio de 1991. Págs. 2 y 28.
[25] Martínez Jiménez José Luis, Fructuosa investigación, La Prensa, México, 5 de julio de 1991. Págs. 2 y 28.
[26] Martínez Jiménez José Luis, Sigue la investigación, La Prensa, México, 6 de julio de 1991. Págs. 2 y 34.
[27] Martínez Jiménez José Luis, El misterio de Atlixco, La Prensa, México, 20 de octubre de 1991. Págs. 2 y 55.
[28] Ningún verdadero físico matemático diría semejante tontería.
[29] Martínez Jiménez José Luis, Sigue la investigación, La Prensa, México, 6 de julio de 1991. Págs. 2 y 34.
[30] García Oscar, Santuario extraterrestre: entre el mito y la realidad, artículo sin publicar, México, junio de 1992.
Un pensamiento en “El ovni de Atlixco a veinte años de distancia”