Y siguen los robos en nombre del Señor

ESCRUTINIO

Y siguen los robos en nombre del Señor[1]

Juan José Morales

Varias veces hemos comentado en esta columna la forma en que la congregación de los Legionarios de Cristo se está adueñando de valiosos terrenos urbanos en Cancún, con la complicidad y el apoyo del gobierno estatal. En total, son 13 los terrenos destinados a equipamiento urbano «”es decir, parques, jardines, áreas deportivas, centros de salud, etc.»” que han invadido y en los cuales edifican lo que primero es usualmente una modesta capilla en un pequeño sector del predio, pero a medida que pasa el tiempo las construcciones se van extendiendo para abarcar mayor superficie y de capillitas se pasa a templos en toda forma, locales comerciales y para oficinas, criptas para cenizas de difuntos, e incluso viviendas.

clip_image001Esta es una de las muchas capillas que han servido a los Legionarios de Cristo «”atinadamente bautizados por el ingenio popular como Millonarios de Cristo»” para apropiarse de valiosos terrenos urbanos en Cancún.

El más reciente de tales robos de terrenos es el cometido en perjuicio de los vecinos de la llamada región 229 de Cancún, donde los legionarios se apropiaron de 900 metros cuadrados de un terreno destinado a parque público y han comenzado a edificar una capilla. El predio «”dicen el cura Moisés Julio González Douncé«” les fue cedido por el Instituto de Fomento a la Vivienda y Regularización de la Propiedad (Infovir), un organismo del gobierno del estado, que les entregó una orden de ocupación. Pero ni una orden de ocupación es un título de propiedad, ni el Infovir tiene facultades para donar terreno alguno a ninguna institución religiosa. Mucho menos superficies destinadas a equipamiento urbano, y mucho menos hacerlo pasando por encima de la autoridad municipal, a la cual corresponden la jurisdicción y el dominio sobre ese y otros terrenos.

Para justificar la invasión, los curas alegan que se trata de «un pedacito» del terreno destinado a parque, y que la mayoría de los vecinos están de acuerdo en que ahí se construya un templo. Pero eso equivale a decir que un robo debe ser tolerado si lo robado es de poca monta, y «”además»” la experiencia de casos como el del parque de la Supermanzana 30, de que hablamos en esta columna el pasado 3 de septiembre, demuestran que lo que comienza como la apropiación de «un pedacito del parque», termina convertido en un despojo mayúsculo de casi todo el terreno. Por otro lado, el argumento de que la mayoría de los vecinos están de acuerdo en la construcción del templo es irrelevante, pues no se puede poner a votación si una ley se cumple o se viola.

Lo más grave e irritante de todo este asunto, no son tanto el desparpajo y la desfachatez con que los curas se adueñan de terrenos ajenos que están destinados a parques e instalaciones deportivas y recreativas y debían servir para el descanso, el esparcimiento y el deporte de niños, jóvenes y ancianos, sino la forma en que intentan provocar un falso conflicto religioso que podría desembocar en graves hechos de violencia. Y no por parte de quienes se oponen a los atropellos de los legionarios, sino de fieles fanáticos azuzados desde el púlpito.

En efecto, ante la resistencia de las autoridades municipales de Cancún a que se consumen esos despojos y las protestas de los vecinos de las diferentes zonas donde ocurren, los curas han lanzado una ofensiva tachando al ayuntamiento de «enemigo de la Iglesia» y a los vecinos inconformes, de «almas diabólicas». Con semejantes prédicas, los ánimos se han caldeado y ya han ocurrido enfrentamientos, hasta ahora sin más consecuencia que algunos golpes y empellones, pero existe el riesgo de que algún desquiciado tome en serio lo de combatir a los enemigos de Dios y cometa un crimen.

Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx


[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Martes 24 de septiembre de 2013

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