El pie-grande mexicano

El pie-grande mexicano

Los indios de California lo llaman «Cemis». Los mayas del sureste de México y de Belice también lo llaman casi igual: tzimi, que significa monstruo. Los lacandones que, a pesar de que dicen ser caribes hablan maya, también lo han visto muchas veces. Lo describen como un ser grande y peludo y con ¡sus enormes pies al revés! De tal manera que las huellas que deja marcadas, cuando parecen acercarse en realidad se alejan. Le temen mucho porque es caníbal.

Porfirio Díaz los vio

Un reportero de principios de siglo narró que una vez el dictador don Porfirio Díaz asistió a una cena que le ofrecieron un grupo de personajes prominentes. Después de una charla de sobremesa se habló del eslabón perdido, un ser de características simiescas a la vez que humanas, que, se suponía, aún vivía en las selvas de Borneo, en el sur de. Asia, Unos opinaban que sí existía y otros lo negaban. Entonces intervino don Porfirio, que era un hombre muy poco locuaz, y narró lo que le sucedió en su tierra natal, Oaxaca, cuando era joven. Contó que para luchar contra el gobierno conservador formó una guerrilla.

Él y sus guerrilleros tuvieron un éxito regular basta que un ejército conservador los derrotó y casi los aniquiló. Díaz y tres de sus compañeros huyeron hacia las montañas boscosas, seguidos de cerca por sus enemigos.

Después de varios días de internarse en la selva, perdieron a sus, seguidores y caminando sin rumbo fijo llegaron a unas chozas donde unos indios preparaban muchas flechas y arcos. Los indios no hablaban español, pero Díaz conocía su dialecto y les pidió comida.

Después de darles alimentos, los indios rogaron a Díaz que con sus hombres les ayudaran a matar unos hombres monos que habían robado a sus mujeres y las mantenían presas.

Díaz accedió pensando que los indígenas exageraban al hablar de monos enormes y supuso que se trataba de monos saraguatos, esos pequeños changos gritones que tanto abundan por allá; en cuanto a que secuestraban mujeres, era imposible.

Encontraron unos monstruos

Los indios llevaron a los guerrilleros hasta un gran cerro, cuando de pronto se abatió sobre ellos una lluvia de pedruscos lanzados desde lo alto por una especie de enormes monos. En defensa propia, Díaz y sus hombres hicieron una descarga de fusilería y los indios los secundaron con flechazos.

Los extraños monstruos cayeron e inmediatamente los indios treparon hasta llegar a ellos, remataron a los heridos y después acabaron con sus hembras y sus crías que estaban dentro de una cueva. Díaz trató en vano de evitar la matanza. En otra cueva estaban las indias secuestradas y recibieron a los hombres con gritos de alegría.

Don Porfirio terminó diciendo que examinó a los extraños monos muertos y lo único animal que vio en ellos fue su gran pelambre y su enorme musculatura. Pero tenían facciones muy humanas. Agregó que pesó mucho sobre su conciencia el haber participado en la extinción de esos seres, que posiblemente fueron los últimos de su especie, y juzgó que formaban parte de un eslabón que unía a los hombres con los monos.

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