Extraterrestres enlatados

ENLATADOS: EXTRATERRESTRES EN CONSERVA[1]

Jorge Martín es uno de los referentes obligados en la ufología de Puerto Rico. Es probablemente el ufólogo boricua más conocido dentro y fuera de la isla. Por eso no es extraño que los medios de comunicación de su país contacten con él cuando se enfrentan a un caso OVNI.

Así ocurrió en septiembre de 1997 cuando los periodistas de Noticentro 4, del canal WAPA TV, se comunicaron con Martín para que los asesorara en un extraño caso relacionado con OVNIs, extraterrestres y asesinatos.

La madrugada del 17 había aparecido el cuerpo de un desconocido, (según unos informes se trataba, al parecer, de un militar destacado en la Roosevelt Roads Naval Station de La Ceiba). El supuesto militar, de unos 30 años de edad conducía un Honda Prelude azul marino, modelo 1981, con placas ALT 475. Había sido asesinado, según algunos testigos, por el conductor de un vehículo 4X4, que lo perseguía. El hombre perdió el control de su vehículo y se estrelló contra dos autos estacionados en la esquina del callejón Progreso, en la comunidad de La Colectora, en Santurce. Del vehículo 4X4 salió el conductor y le disparo. La bala entró por la clavícula y descendió hasta el corazón. Los sucesos habían ocurrido a las 5:00 de la mañana.

Al sitio del asesinato había llegado el camarógrafo Alfonso Sánchez, de WAPA TV. De inmediato comenzó a filmar. Martín deja claro que el periodista llegó antes que la policía:

«El vídeo también mostraba la llegada de la policía y los servicios forenses de Puerto Rico y de cómo se hacían cargo de la situación, examinando la escena del crimen y el cuerpo del hombre. El cuerpo fue llevado al Instituto de Ciencias Forenses por órdenes del fiscal de distrito Lourdes Acevedo».

Este detalle es muy importante por lo que se verá más adelante.

En el lugar se presentaron los detectives Rico Jesús Pérez Cruz y Héctor Santiago, acompañando a la fiscal Acevedo. Se registró el cuerpo y sus pertenencias. Se encontró una cartera, sin identificaciones. Sólo una llave se encontraba dentro de uno de los compartimentos. No obstante, aunque no se sabe cómo se obtuvo la información, se dijo que el nombre del occiso era Fred Acevedo Martínez, residente en la calle 24, # Ac-10, Villas de Río Grande, Río Grande, Puerto Rico, y supuestamente pertenecía al ejército de los Estados Unidos.

Vestía, según Sánchez, pantalones verdes, una camisa beige y zapatos color café. En el asiento trasero del coche había un traje militar de color verde. En el interior de uno de los bolsillos encontraron un sobre de manila. Dentro del sobre había un frasco pequeño de vidrio de unos 8 a 9 centímetros de alto por 2.5 de diámetro. En su interior había un líquido viscoso en el que estaba inmerso una especie de feto.

Como parte de su trabajo, la fiscal Acevedo ordenó que cuerpo, traje, sobre y frasco fuesen enviados al Instituto de Ciencias Forenses para su análisis.

Sánchez, el camarógrafo, dijo que en el sobre tenía impresos los datos de un laboratorio y que estaba dirigido a la Base Ceiba (Roosevelt Roads Naval Station), esto último escrito con letra cursiva. También informó que, poco antes de llegar, los policías habían visto a un hombre parado al lado de la puerta del chofer del Honda, y poco más allá un vehículo 4X4. Ese hombre había huido poco antes de llegar la policía.

Y es aquí que surgen las primeras sospechas. ¿No se suponía que Sánchez había sido el primero en llegar a la escena del crimen? ¿No aparece en el video la llegada de los policías? ¿Cómo es que los policías informan al periodista de un sospechoso parado al lado del Honda, mientras que Sánchez no indica nada de eso? Muy extraño, ¿verdad?

Los directivos del canal 4, Miguel Banojian, vicepresidente, y Enrique Cruz, director del departamento de noticias, contactaron con Martín para que los asesorara en este caso pues se hablaba que el «feto» del frasco era un embrión extraterrestre o incluso un feto de chupacabras. Por lo menos esa era la opinión del reportero de WAPA TV Pedro Rosa Nales. Y parece que también era la de Martín:

«Fuimos a la estación de la TV y una vez allí fuimos sorprendidos por lo que vimos en una videocinta filmada en la escena del crimen»¦ Después de esto, me pidieron dar una opinión sobre la imagen del supuesto embrión extraterrestre, «¦ Puedo decir solamente que si esta imagen en el vídeo que estamos mirando es real, repito, si es real, y nosotros no tenemos ninguna prueba de esto en este momento, los detalles físicos del cuerpo en la imagen son algo compatible con los de una criatura del tipo de los chupacabras, especialmente la parte de la cabeza y ojos (la cabeza en forma de pera alargada con los grandes ojos negros en forma de almendra, casi sin fosas nasales y sin los oídos. Tenía dos colmillos pequeños evidentes que resaltaban fuera de la boca pequeña, sin labios). El resto del cuerpo parece compatible con el de una supuesta criatura extraterrestre del tipo humanoide gris (muy pálida, con sangre aparente y raspones, de dos brazos pequeños finos con manos de tres dedos pequeños y cuatro dedos en los pies)».

Y, ¡claro!, como la noticia apareció en la televisión, muy pronto fue la comidilla del día. Jorge Martín dibuja muy bien lo sucedido:

«No es necesario decir que la noticia del embrión se convirtió en la historia del día. Todos deseaban saber sobre el acontecimiento, y las historias de conspiración comenzaron a funcionar alrededor del hombre que fue asesinado por las fuerzas oscuras en el gobierno después (posiblemente) de robar tal evidencia de las instalaciones del gobierno. Otra teoría era que podría haber dos facciones del gobierno que luchaban por el control de los informes OVNI extraterrestres, y que quizá él transportaba el espécimen a la Roosevelt Roads Naval Station cuando lo mataron. Ésta era especulación pura».

Mientras tanto los periodistas trataban de obtener una declaración del doctor Weissman, del Instituto de Ciencias Forenses, pero lo único que se informaba es que se hacían los análisis químicos correspondientes. Eso alimentó aún más las historias de conspiración. Según Banojian y Cruz habían entrado en contacto con una fuente confidencial dentro del mismo Instituto de Ciencias Forenses, este doctor declaró que la «cosa no era ni ser humano ni cualquier tipo de especie animal conocida por la ciencia humana».

Pronto se fueron obteniendo más datos. Se dijo que el hombre asesinado no era militar, sino que trabajaba como empleado en el hotel El Conquistador, en Fajardo, o que trabajaba como técnico en máquinas de fotocopiado y que había llegado recientemente de Luisiana y que había vivido en Luquillo.

Luego se conocería la verdad. En el noticiero de las 5:00 p.m., conducido por Ada Torres Toro, se hizo un resumen de lo conocido hasta el momento. El superintendente de la policía Pedro Toledo, dijo que la criatura tenía un parecido notable con el chupacabras, aunque afirmo no haber tenido contacto con el frasquito.

Luego, Ada Torres dijo que algunos televidentes habían informado que se trataba de un souvenir, de una artesanía, de un amuleto o de un llavero. La reportera Maritza Díaz mostró algunos de estos llaveros comprados en un supermercado. Era una figura de plástico dentro de un frasco de vidrio.

Entonces se llegaba a la conclusión de que todos los implicados en el asunto habían sido engañados. Obvio que Martín puso el grito en el cielo:

«Ridiculizaron a todos y cada uno de los implicados con la investigación del embrión de una manera repugnante, incluso sus propios reporteros fueron ridiculizados».

Pero el ufólogo no estaba convencido de que eso fuera verdad. Para él no se trataba de un simple llavero o de un juguete. O en todo caso, ahí había una conspiración. Según él, el llavero mostrado en el noticiero no era el mismo que había visto en el video de Sánchez. Es más, como en el noticiero de las 10:00 p.m. todavía se informaba que el Instituto de Ciencias Forenses continuaba haciendo análisis con el «feto», según Martín, eso demostraba que algo se estaba ocultando

«¿Si el espécimen de embrión extraterrestre era un juguete plástico, por qué el Instituto hacía análisis químicos y otras pruebas? ¿Podemos creer que los funcionarios de policía, los investigadores forenses, los detectives del homicidio, el fiscal de distrito Lourdes Acevedo y los patólogos del Instituto de Ciencias Forenses no saben distinguir un juguete plástico de un organismo biológico de la carne y del hueso? Dudo que éste sea el caso».

Aunque esto sonaba lógico, Martín no contaba con la ley 13, que deben cumplir los oficiales del servicio forense en Puerto Rico. El protocolo que establece dicha ley indica que todas las evidencias relacionadas con un crimen deben ser evaluadas por los especialistas. Alma Rivera, vocera del Instituto de Ciencias Forenses dijo que era su deber analizar todas las evidencias:

«Por ejemplo, el líquido dentro del frasco habría podido ser un cierto tipo de veneno, o un cierto tipo de droga ilegal, podría estar relacionado con la muerte de la víctima, por lo tanto debemos comprobar todo a fondo. Era parte de la evidencia recolectada, y tuvo que ser tratada como tal.»

Pero eso no convencía a Martín que, como todos los ufólogos se vuelven escépticos (en el sentido equivocado), cuando alguien les destruye sus casos. Jorge Martín entrevistó a los detectives forenses que habían llegado a la escena del crimen: Jesús Pérez Cruz y Héctor Santiago. El primero le dijo que lo que estaba dentro del frasco parecía estar hecho de carne, pero para el segundo no había dudas: se trataba de un juguete.

¿Convencido el señor Martín? ¡No! ¡Claro que no! En su programa de radio, Evidencia OVNI, en Notiuno afirmó haber establecido contacto con una fuente anónima al interior del Instituto de Ciencias Forenses, quien le informó:

«Esto no es una broma, allí hay oficiales federales implicados con esto. Tan pronto como el espécimen fuera traído al Instituto por los agentes, fue llevado, por órdenes del doctor Weissman, a un cuarto estéril. En caso de que usted no esté bien informado de esto, los cuartos estériles en el instituto se utilizan cuando hay una cierta preocupación por la posibilidad de bacterias, virus o cualquier otro tipo de contaminación».

«El espécimen fue sacado del frasco de cristal y ambos, el cilindro y el pequeño cuerpo, fueron colocados encima de bandejas del metal, sobre algunos cojines de la gasa, para comenzar el examen y el análisis de las muestras».

«El doctor. Weissman estaba a cargo, pero repentinamente un patólogo americano, que no sabemos quién era, se unió durante el examen. Los dos fueron dejados solos en el cuarto estéril».

«Dos agentes federales, vestidos en trajes finos, que habían escoltado al especialista americano, quedaron de guardia fuera de la puerta del cuarto estéril, evitando que cualquier persona entrara. El cuarto estéril fue declarado sin acceso al personal del Instituto y se dieron ordenes en el sentido de que nadie podía hablar del trabajo que se hacía en el instituto sobre el examen del espécimen».

«Puedo asegurarle que esto es verdadero. Vimos el cuerpo pequeño que estaba en el frasco, y era diferente de los que fueron mostrados en la TV. No era un llavero. No era un juguete. Era un cierto tipo de organismo… No se que era. Parecía un feto pequeño, pero si era un feto no parecía a algo que hubiéramos visto antes… Lo qué vi estaba hecho de carne, de tejido fino, y su carne parecía a un tejido fino crudo… con el tejido fino fetal, piel pelada en algunos lugares… y lo qué se parecía como sangre. Tenía una piel muy pálida. Parecía un feto pequeño o embrión… pero era extraño. Realmente extraño. Usted puede creerlo, es extraño, pero cierto. Era una cosa pequeña y fea».

No fue hasta que la gente de WAPA TV le mostró nuevamente, cuadro por cuadro, el video de Sánchez, que Martín aceptó que, en verdad, se trataba de un llavero. En sus propias palabras:

«Las imágenes del frasco cristalino que contuvo el «supuesto embrión» lo mostraban siempre de lado, nunca fue mostrada su tapa, su casquillo. ‘Alguien’ hizo todo lo posible para no filmar la tapa, pero inadvertidamente la tomó un par de segundos. Mientras que lo revisábamos cuadro a cuadro, nosotros vimos un agujero pequeño en su tapa, un agujero compatible con el de los llaveros mencionados en el informe de TV. Esto implicaba que alguien en el canal 4 tuvo que saber que era un figura y no un «embrión extraterrestre» desde el principio, de que toda era parte de una identificación errónea… o de una broma».

«Sospechando juego sucio en este incidente, debido a las muchas contradicciones y ángulos extraños en él, continuamos investigando más, llegando a la conclusión que era toda una broma diseñada para desconcertar y para desacreditar los OVNIs y los extraterrestres en Puerto Rico, así como para desacreditar a los implicados en la investigación seria de este fenómeno».

¿Entonces qué ocurría con la información de su fuente confidencial y anónima al interior del Instituto de Ciencias Forenses? ¿Era todo mentira? ¿Lo había inventado Martín?

Para salvar la honra del ufólogo apareció una nueve fuente anónima al interior de dicho Instituto:

«También, después de una doble comprobación con otra fuente que tenemos dentro del Instituto de Ciencias Forenses, fuente en la que confiamos, concluimos que todo lo que nos dijo la otra fuente confidencial, que supuestamente trabajó en el instituto, con la que habíamos entrado en contacto a través de un amigo común, nos dijo que la noche posterior al incidente, se había hecho una operación secreta del gobierno federal en el instituto, no era verdad. Era todo el desinformación, una mentira».

Pero, ¿quién es el que esta desinformando? ¿Quién es el que miente? Jorge Martín lleva años hablando de OVNIs, extraterrestres, chupacabras, grises y otras lindezas, sin haber proporcionado una sola prueba. En muchos de sus casos sus fuentes son anónimas (tan convenientes como para que investigadores independientes no encuentren la verdad). Estas fuentes anónimas poseen otra virtud, siempre pueden aparecer nuevas fuentes anónimas que desdicen lo afirmado por las primeras, todo a beneficio del ufólogo.

Martín se sintió usado, vejado y burlado. Afirmó que había una conspiración para desinformar al público de Puerto Rico y ridiculizar y desacreditar a los ufólogos. Pero lo que nunca dijo fue el origen de esa «conspiración»: son los propios ufólogos los que debido a su falta de criterio y cultura se tienden sus propias trampas y enredos al seguir entelequias que los llevan a inventar mentiras y fantasías. Son ellos mismos los que se ridiculizan y desprestigian. Dice un refrán mexicano: «El que por su gusto es buey, del cielo le caen los cuernos»

REFERENCIAS

Martín Jorge, The ‘Alien Embryo’ Enigma – Hoax or Cover Up?, artículo en Internet, http://www.mufor.org/puertor.html

Martín Jorge, The ‘Alien Embryo’ Hoax : Disinformation Ploy?, 10 de octubre de 1997, artículo en Internet, http://www.mufor.org/puertor2.html

Reportes de un «informante anónimo» al interior de la bella isla de Puerto Rico 😉

Alien at area 51.

Supuesto extraterrestre encontrado en un frasco. En algunos sitios de Internet se le relaciona con el caso Salinas.

En esta otra foto vemos que en realidad se trata de un muñeco.

Existen varias versiones de estos juguetes.

Estos se venden en los Estados Unidos, pero se pueden adquirir a través de Internet.

Son conocidos como los Beaker Babies.

¡Los originales embriones alienígenas por tan sólo $ 39.95! (mas gastos de envío. Aplican restricciones)

Este «embrión» se comenzó a vender a principios de los noventa. Se anunciaba en las páginas del UFO Universe. La posición es muy parecida a la del muñeco encontrado en Puerto Rico.

Estos «marcianitos» son altamente radiactivos y sólo pueden ser usados por niños mayores de 8 años o de ufólogos acompañados de sus padres.

No alimente a su «marcianito» dentro del frasco, o aténgase a las consecuencias.

También tenemos el modelo «marcianito aceituna» como botana en una conferencia de OVNIs.

Este modelo de «marcianito frankenstein» se puede conectar a una fuente de poder.

Los japoneses nos muestran su modelo de «marcianito sirena» (Hantu), que haría las delicias de Jaime Maussán. Pero no Jimmy, esto tampoco es cierto.

El modelo «Roswell» es más sofisticado y por lo tanto, más caro. Sólo al alcance de ufólogos cinco estrellas.

El modelo «marcianito P. T. Barnum» viene con todo y vigía militar. Ideal para los ufólogos que dan conferencias y acostumbran cobrar por todo a sus seguidores.

Pero si usted no es ufólogo de las ligas mayores, no se preocupe. Por un módico precio le podemos vender esta cabeza de extraterrestre.

Ya en la década de los cincuenta las películas mexicanas de «Ciencia Ficción», mostraban «marcianitos enlatados».

En aquellos años no teníamos a Maussán para que nos vendiera esos «marcianitos». Afortunadamente «El Piporro» fue el encargado de salvarnos.

Una pregunta «nomás» por joder. ¿Qué hubieran hecho Martín y Maussán con las fotos de estos «extraterrestres»?

ADENDUM

Hace unos meses, en marzo de este año, nos enteramos de otro caso similar ocurrido esta vez en Malasia. No nos referimos a que se trate de un juguete, sino a que todo el caso está sostenido en unas fotos borrosas que sólo podrían convencer a los ufólogos.

La información apareció en el sitio de internet del NOL (la revista polaca de ufología) y en los blogs del ufólogo polaco Piotr CielebiaÅ›. Provenía del también ufólogo, malayo, Ahmad Jamaluddin. CielebiaÅ› se preguntaba si el ser de la botella era una especie peculiar de insecto de Malasia, un animal desconocido o un bebé extraterrestre.

Sólo se conservan las fotografías de un reportero de noticias. No se puede observar con claridad porque las fotos fueron tomadas a través de la botella y la reflexión en el cristal distorsiona la imagen.

Aquí tenemos la traducción del artículo de Piotr:

«INCIDENTE CURIOSO

«Este incidente ocurrió el 20 de febrero del 2006 en Kuala Pahang (Pahang), Malasia. El pescador de 22 años, Ahmad Affendi y varios de sus familiares encontraron una botella en una pequeña playa. En su interior había un pequeño ser de unos 15 centímetros de altura que permanecía estático, a pesar de sacudir violentamente la botella. Tenía un color verdoso y un par de ojos rojos. El minúsculo ser estaba envuelto en un paño negro y atado con una cuerda blanca. Affendi llevó la botella a un anciano, Ismail Omar, de 94 años, quien abrió la botella y se dio cuenta de que el mágico ser estaba vivo. Los testigos se trasladaron a la estación de policía en donde se les aconsejó llevarlo a un museo. Fue observado por cerca de seiscientas personas, según informó el ufólogo malayo Ahmad Jamaluddin.

«Desafortunadamente, al día siguiente, debido a la creencia supersticiosa lanzaron la botella al mar. En Malasia se cree que estas criaturas tienen malos efectos para el alma de las personas, por lo que no deben ser guardados.

«Ahmad Jamaluddin cree que este ser no es ningún humanoide malayo, aunque han sido vistos en varias ocasiones en tiempos recientes. Se mencionan reportes de pequeños seres en Argentina, en el estado de Paraná, en diciembre del 2005. En Malasia se han reportado raptos de niños realizados por seres mágicos parecidos al de la botella.

«Aquí presentamos algunas descripciones de observaciones de criaturas similares.

«En el año de 1973 cerca de Gambang Kuantan, dos escolares afirmaron haber encontrado cerca de la escuela 3 seres de una pulgada de alto. Uno de estos seres fue capturado por los niños y al mostrarlo a los profesores se escapó volando.

«Otro caso ocurrió accidentalmente en 1979. Un pequeño ovni aterrizó cerca de un grupo de testigos. Uno de ellos intentó capturar a uno de los 3 tripulantes, pero del disco fue lanzado un rayo que le paralizó momentáneamente la mano derecha. Luego los diminutos extraterrestres regresaron al ovni que se alejó volando.

«Elaboración y traducción de Piotr CielebiaÅ›.

«Fuente Servicios NPN con material de Ahmad Jamaluddin».

http://sladamiprawdy.i365.pl/readarticle.php?article_id=77

http://npn-humanoidy.blogspot.com/

http://npn.ehost.pl/archiwum.php?start_from=105&archive=&subaction=&id=&

http://farshores.org/ufo06v23.htm

http://www.rense.com/general69/hhhn.htm

http://ufoinfo.com/sightings/malaysia/060220.shtml

http://www.iraap.org/rosales/2006.htm

http://iraap.org/rosales/2006.htm

http://www.ufoinfo.com/humanoid/humanoid2006.shtml


[1] También podríamos haber titulado: De cómo después de hacer el ridículo los ufólogos hablan de conspiraciones.

El «Pájaro serpiente» de Puerto Rico

QUETZALCÓATL EN PUERTO RICO

Comenzamos mal. Jorge J. Martín es la fuente de esta historia. Martín es un famoso ufólogo de Puerto Rico, conocido en el mundillo de los platillos voladores por difundir y apoyar historias sensacionalistas y falsas de ovnis, como el caso de las fotografías de Amaury Ribera, el de Majestic 12, el Informe Matrix y otros.

En el número 24 de la revista ¡Enigma!, que dirigía Martín, se presentaba el caso de una «extraña» ave con colmillos de serpiente. El pájaro había sido encontrado una noche de finales de abril de 1989 por el esposo y el cuñado de la señora María Ortiz Hernández, en un sector del barrio Jaguas, mientras pescaban. No se si finalmente se dieron los nombres de estas dos personas. En el artículo original de Martín no se daban estos datos.

Repentinamente los hombres escucharon un aullido fuerte. Tomaron sus linternas e iluminaron hacia el lugar de donde provenía el ruido. Asombrados vieron un extraño pájaro parado en la rama de un árbol a punto de volar en picada en contra de ellos. Lo extraordinario del pájaro era que mostraba dos enormes colmillos como los de una serpiente. Sin embargo, al ser iluminado por las linternas, el pájaro quedó inmóvil y cayó del árbol. Momento que aprovecharon los pescadores para atraparlo.

La noticia fue publicada por el periódico El Vocero, de Puerto Rico, en donde se informaba que incluso el alcalde de Gurabo, el señor Ramón García Caraballo, un agente de la Oficina del Gobernador, de la Defensa Civil de Gurabo, representantes de la Fortaleza y de diversas agencias gubernamentales habían ido a ver el animal. No se indicó si habían sido visitas oficiales o por mera curiosidad particular.

Se dijo que el animal tenía ojos que brillaban por la noche «como brazas de fuego, rojos como la sangre». El periódico afirmó que la hermana de María Ortíz era pastora de la Iglesia Pentecostal, y que había dicho que el pájaro era el anticristo. Ante esta declaración María, molesta, indicó;

«Â¡Eso no es verdad y el periódico tiene que aclararlo, porque si no lo hace lo vamos a demandar!»

La descripción del animal, según María, era esta:

«Aquello era como del tamaño de una gallina pequeña y era como un pichón, como si fuese jovencito todavía. La cabeza no tenía muchas plumas y la piel parecía como la de los sapos, medio como de culebra… rugosa. En la boca tenía dos piquitos chiquititos nada más y del cuello para abajo tenía plumas. Tenía dos patitas chiquititas. Aullaba como un perro, hacía un ruido feo… y era bravo. Solamente a mí no me tiraba. Yo lo tenía en una jaula con una piedra encima para que no pudiese salirse».

En las fotografías a color del animal se aprecia otra cosa. El pájaro tiene plumas a todo lo largo de su cuerpo, inclusive en la cabeza.

«Los colmillos esos, los dientes, no se le habían visto después de que me lo trajeron. Al otro día por la noche tarde fue que aquello abrió la boca y le salieron los colmillos. Aquí vino un biólogo que me lo quería comprar, me quería dar $ 1,500.00 por él. Ese biólogo examinó el pájaro y dijo que se parecía en algo a un chotacabras o guabairo de esos, pero que no era nada de eso, que era algo extraño. Cuando lo examinó notó que en el cielo de la boca, arriba, tenía dos rotitos… uno a cada lado… y me dijo que aquello tenía que sacar algo o echar algo por allí, que estuviese pendiente. Entonces más tarde por la noche abre la boca y vemos que saca esos colmillos. Todos nos asustamos y gritamos. Le metimos un palo en la boca y no podía cerrarla y los colmillos no podían echarse pa atrás. Así lo llevamos a retratar a Quality Photo y todos lo vieron, el alcalde y todo el mundo. De Salud Ambiental aquí vinieron y le tiraron muchas fotos y ahora nadie sabe dónde están esas fotos. Si no fuese porque le tiramos unas fotos en Quality Photo, aquí en Gurabo, no tendríamos pruebas del pájaro y los dientes».

CHOTACABRAS

Nunca se dio el nombre de tan importante personaje en este caso: el biólogo, por lo que esa parte de la historia no se puede confirmar. De lo que se deduce por las fotos, el animal no debería ser tan bravo pues con sólo un dedo en el pico se le controla muy bien. Parece que está muerto, o por lo menos eso es lo que aparenta en la foto. Está rígido, sin un movimiento aparente, y no por el hecho de ser una foto sino por la aparente falta de elasticidad de las alas.

«Como decían que aquello tenía que ser un chotacabras le dimos para que comiese cosas que según la gente esos animales comían; lagartijos, insectos… y nada. Sólo cuando le di pedazos de bistec crudo frescos fue que comió, que se los tragaba enseguida, nada más».

Chotacabras es el nombre común que se les da a diversas aves de la familia caprimúlgido, del orden caprimulgiformes. El chotacabras gris (Caprimulgus europaeus) mide unos 25 centímetros y presenta una coloración parda y manchada de gris que les permite camuflarse perfectamente en el terreno; tiene el pico corto, pero puede abrir mucho las fauces. Durante el día permanecen posados en las ramas en la dirección de éstas; despliega su actividad durante la noche persiguiendo mariposas nocturnas; no construyen ninguna clase de nido, y depositan los huevos en el suelo. Se les encuentra en diversas partes de América, inclusive en Puerto Rico. La chotacabras parda (Caprimulgus rupicollis), algo mayor, presenta un collar rojizo en el cuello y es de distribución más meridional. Se caracteriza por presentar la abertura bucal muy ancha, ojos grandes, pies de reducido tamaño y cola larga. El plumaje es muy abundante, con coloraciones miméticas. En general son nocturnas.

La fotografía representa ni más ni menos que una chotacabras gris y la descripción que de ella da María también se ajusta a la de un chotacabras. El único detalle que no concuerda con la morfología de este animal son los dos «colmillos» tipo víbora de cascabel que, muy probablemente sean, como se dijo, un par de espolones de gallo incrustados en la boca del animal.

«El biólogo sacó una muestra del tejido de adentro de la parte de debajo de la boca del pájaro, que cuando el alcalde vino vio que todavía brotaba sangre por ahí, para hacerle unas pruebas, analizarlo y ver qué encontraba y me dijo que después me llamaba y me decía qué encontraba. Al otro día me llamó bien nervioso y me dijo que no quería saber nada más de eso, que ese animal tenía que ser un aborto de la naturaleza, una mutación o algo así o producto de algún experimento genético de alto nivel que alguien bien arriba está haciendo, porque dijo que cuando hizo las pruebas con el tejido, que las repitió varias veces porque no podía creer los resultados, encontró que aquello no tenía casi tejido de ave ni de lagarto, sino que parecía ser tejido humano. Estaba bien nervioso… y dijo que él no quería meterse en eso, que ya la cosa era fuera de lo normal y él no quería meterse en problemas».

Esta no es la actitud de ningún científico. Al contrario, acicateado por el extraño comportamiento de la muestra, debió haber seguido con la investigación. Por otra parte no creo que esta declaración sea de María, más bien se parece a la forma de decir y de redactar del propio J. J. Martín y de sus ideas conspiranóicas. María, por lo que se ve en la foto, debe ser un ama de casa de escaso nivel económico y cultural, cuyo lenguaje distaría mucho del que aquí se expone.

SE DESCUBRE EL FRAUDE

Finalmente un policía que visitó la casa dijo que eso no podía existir. Acto seguido tomó el pájaro y le arrancó los colmillos. Se trataba de espuelas de gallos. Al enterarse de lo anterior, el Departamento de Recursos Naturales publicó una carta abierta en la prensa negando todo, diciendo que el asunto era falso y afirmando que el pájaro era un miembro de la especie del llamado Guabairo, una especie protegida, por lo que se advertía al público que la captura de esos animales estaba penalizada por ley, y que cualquiera que capturara uno de esos pájaros sería procesado. Al animal de María Ortíz se le había mutilado agregándole unos espolones de gallo en la boca.

Luego de esto, y seguramente temiendo las represalias del Departamento de Recursos Naturales, María Ortíz hizo «desaparecer» al pajarraco. Según ella llevaba al animal a la alcaldía (sin razón aparente, o por lo menos ella no supo explicar el por qué), cuando unos policías que estaban en una camioneta Van negra la detuvieron y le preguntaron si ella era la dueña del extraño animal y que si podían verlo (¿cómo sabían que llevaba el pájaro? La historia está muy forzada en este punto).

Cuando ella les pasó la caja en donde llevaba el pájaro, el de la ventanilla derecha la tomó, mientras que el otro arrancaba el auto a gran velocidad.

«Por poco me arrancan el brazo «“dijo María- . Después fui al cuartel, pero allí dicen que ellos no saben nada y que no era gente de ellos. Ahora nadie sabe quienes eran esos tipos y se han dedicado a decir que todo es mentira y que nosotros fabricamos eso. Pero hay una muchacha que trabaja en la alcaldía que vio todo y vio a los tipos esos y sabe que lo del pájaro es verdad, pero cuando se puso a decirlo empezaron a presionarla y me dijo que ya no iba hablar de eso, pero que si se hacía una verdadera investigación del asunto ella me respaldaba, porque sabía que era verdad. Esa muchacha es una que llaman La Cana. A todos los que vimos eso nos están presionando y nos dicen que si seguimos hablando de eso nos van a meter presos, que eso conlleva cinco años de cárcel y qué sé yo. A mi no me mete miedo nadie porque yo sé lo que vi y sé que es verdad, y por decir la verdad no se mete a nadie preso. Eso sí, a los policías que vieron eso los han trasladado para que no podamos hablar con ellos y nos dan un montón de excusas… y a los de salud ambiental los han trasladado también o «se han ido de viaje» nos dicen. Aquí quieren esconder algo y no sé por qué. Pero alguien esconde algo. A lo mejor no quieren que el público se alarme, pero yo creo que es algo más… y bien grande. Lo que es injusto es que quieran venir a tratarnos como mentirosos a nosotros que somos personas serias».

Se supone que Martín hizo una «verdadera investigación del asunto» y sin embargo «La Cana» no apoyó las declaraciones de María. ¿Se trata de otro testigo falso? ¿Qué intereses podría tener el gobierno de Puerto Rico para ocultar este caso sin importancia? ¿Por qué iban a trasladar al personal policiaco y burocrático por un simple pajarraco?

«Nosotros no estamos locos y sabemos lo que vimos y esto en su momento se va a saber todo y lo que es va a sorprender a mucha gente aquí y como siga la campaña esa de que nosotros fabricamos eso vamos a demandar a los que estén diciéndolo porque habemos más de 25 personas que somos testigos de que ese animal existe. Que quieran ahora ocultarlo es otra cosa, pero que a nosotros nos quieran desprestigiar porque eso no es cierto no se lo acepto a nadie».

Recientemente se informó que vecino de María, Agustín Morales, dijo que también había encontrado otro ejemplar y que lo tuvo en su casa durante tres meses, el tiempo que tardó en curarse la herida en un ala. La criatura únicamente comía trozos de pescado crudo y aullaba. Pero esto nunca se conoció en aquella época y muchos dicen que se trata del mismo caso y que sólo es una confusión de nombres.

Nunca se dio a conocer ni uno solo de los nombres de los 25 testigos de los que hablaba Martín, es más, ni el nombre del marido, ni el del cuñado de María, los testigos principales, quienes encontraron al animal.

En México se cambió la versión y se dijo que fue el propio alcalde quien ordenó que confiscaran al pájaro ya que «podía hacer negocio cobrando por exhibirlo, por lo que abusó de su autoridad y mandó a dos policías para que confiscaran el animal».

Aunque esta versión pudiera estar más cercana a la verdad, nada de eso ocurrió. Tan es así que nunca más se supo del extraño Quetzalcoatl de Puerto Rico. Sólo en una revista española se le mencionó, pero nunca se dijo que se trataba del cuerpo mutilado de un chotacabras.

REFERENCIAS

Del Amo Freixedo Magdalena, ¿Qué está pasando en Puerto Rico?, en Espacio Tiempo, No. 6, Madrid, agosto de 1991, págs. 8-21.

Escorza Vicente, ¡Se capturó viva una «Quetzalcoatl», serpiente emplumada que, se creía, nunca había existido, en Semanario de lo Insólito, No. 223, México, abril de 1996, págs. 30-31.

Martín J. Jorge, Continúa el misterio del pájaro-serpiente de Gurabo, en ¡Enigma!, No. 24, Puerto Rico, 1989, págs. 3-9 y 22.

Ruiz Noguez Luis, La garra extraterrestre y el ejemplar de «Quetzalcóatl», en 100 fotos de extraterrestres, Corporativo Mina, México, 1996, Págs. 24-27.

Jorge J. Martín

Víctimas del «vampiro de Moca».

María Ortiz Hernández

Agustín Morales

El Quetzalcóatl puertorriqueño.

Chotacabras

El plato volador de Aztec

Antes de ser extraditado a los Estados Unidos, Gary McKinnon se apresura a sacar la información que obtuvo en los sitios internet de los militares.

El documento filtrado por McKinnon demuestra la veracidad de la historia contada por Frank Scully, en su Behind the flying saucers, y más recientemente por William Steinman y Wendelle Stevens, en UFO crash at Aztec.

La foto muestra el plato volador caído en Aztec, Nuevo Mexico, así como a los técnicos de la NASA que se apresuran a recuperar los restos, antes de que los marcianitos verdes se los lleven. Al fondo podemos observar la famosa pirámide de Marte en Texashuácan.

El chupacabras en Argentina

(RECORTES DE PRENSA)

«VISIONES MUTILADAS» DE LA REALIDAD

Vacas muertas, periodismo y alienación. De cómo se construye una oleada… de lo que sea y el papel del crítico informado sobre lo paranormal.

Por Alejandro Agostinelli

Argentina, mayo de 2002. La oleada de «mutilaciones de ganado» había madurado. Nadie, empezando por los organismos oficiales, explicaba las causas de ese aluvión de denuncias extrañas. Era el momento en que los diversos actores sociales peleaban por establecer su definición del problema. Los juegos de palabras oscilaban entre el asombro silencioso, la retórica vacua y profusión de citas al conocimiento popular.

«Presa de la prensa», la imaginación se había apoderado de las reflexiones de los argentinos. La mayoría de los medios, como cada vez que navegan en aguas desconocidas, explotaban la ausencia de respuestas oficiales impulsando el estado de perplejidad social. Cuando no del disparate. El novel ufólogo Francisco Fazio, por ejemplo, entró «por la puerta grande» de la pantalla chica pontificando sobre el «chupacabras», depredador invisible prestamente incorporado al catálogo de la zoología fantástica rural. Así, Fazio alternaba con otro ufólogo, el veterano actor Fabio Zerpa, uno de los responsables de haber encendido la mecha relacionando las primeras historias de reses tullidas con cuentos de «enanito orejudos» en el interior del país. El «escepticismo militante», representado por el efímero Christian Sanz, repartía spam a los medios quejándose de que «nadie lo invitaba» a decir que todo aquello eran «tonterías» cuya explicación «es más sencilla de lo que creen»[1]. Tan simple no debía ser: en sus mails decía más bien poco y nada sobre las posibles causas de la oleada. Pronto, Sanz iba a convertirse en otro ejemplo de que la arrogancia puede ser pariente cercana de la pereza, pero también hija de la deshonestidad intelectual[2].

Lo cierto es que, a diario, se difundían nuevas historias e interpretaciones, casi todas aportando un grado más al clima de confusión general. Por entonces, entrevistado por el noticiero de Azul TV, describí la leyenda del chupacabras como una mitología importada de los EE.UU. y Puerto Rico y señalé que «la experiencia sugiere no descartar la participación de animales depredadores o carroñeros».

¿Creer o saber?

En mi fuero íntimo estaba (casi) seguro de que aquella hipótesis iba a confirmarse. Pero, honrando el «casi», dije «no descartar». En esta salvedad aparentemente menor yace un asunto que, con el permiso del lector, no relegaré a una nota al pie. Porque se refiere al papel crucial que juega la «experiencia» (entendida como suma de conocimientos teóricos y prácticos sobre un tema dado) en la evaluación temprana de sucesos extraordinarios.

Quiero decir: no me siento especialmente orgulloso por haber anticipado las conclusiones del informe que dos meses después iba a presentar el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA).

Entonces, como ahora, era consciente de que la prudencia se debe anteponer a la soberbia del que «cree saber». Es que, muchas veces, la especialidad nos expone al riesgo de introducir sesgos, desinformar y hasta desviar el curso de una investigación. ¿Exageraciones? Ojalá: transladar conclusiones remotas o ajenas a un escenario nuevo se parece más a una cornisa que a un atajo: adelantarse puede propiciar conclusiones falsas o crear estados de opinión injustificados.

No hace falta dar ejemplos «paranormales»: ahí están los incriminados por la prensa antes de que se pronuncien los fiscales (promoviendo un público «concientizado» en tal o cual dirección que «presiona»); los rumores que derrumban economías o destruyen carreras; los estigmatizados por portación de cara, apellido o carnet… Intento decir que -cuando «creemos saber»- no sólo nos debería importar reducir el (casi inevitable) margen de error sino la responsabilidad ética de evitar dar un mal ejemplo educativo.

El (d)efecto de la memoria

Esta preocupación por el uso de «conclusiones de archivo» es un asunto al que tarde o temprano nos enfrentamos todos los periodistas que tratamos de escapar a la fuerza de la costumbre. Naturalmente, es innegable que la «experiencia» sirve para obtener una perspectiva más profunda (y a la larga más precisa) de la actualidad. Pero eso no significa perder de vista que «creer saber» -y asegurarlo sin atenuantes- puede teñir el análisis con los prejuicios que la misma «experiencia» nos presta. Es decir: si bien la especialización nos permite otear más allá del horizonte plano de la noticia cruda, transferir conclusiones del pasado a fenómenos actuales puede ser precipitado. La sociedad, los grupos de interés y el mismo vértigo de los medios continuamente nos obligan a informar contra reloj. Es por esta razón que extremar el rigor informativo debe privar sobre la primicia.

¿Qué nos enseña la historia? Que «lo paranormal» (en su sentido amplio) sigue ciclos de actividad imprevisibles pero cuyo contenido (la casuística, el anecdotario) tiende a acomodarse a un marco de creencias preexistente, las cuales son «recortadas» culturalmente por los medios. A este efecto paradojal alguien (no recuerdo quién) le llamó efecto bucle: los medios le imprimen a la noticia (y a los relatos que ellas contienen) un perfil, un sentido y una identidad propios porque… los mismos medios son los que definen las características del problema del cual se ocupan y se encargan de potenciar.

Evidentemente, la utilidad de la memoria y, sobre todo, la capacidad para elaborar los datos que ella nos proporciona, son asuntos que están fuera de discusión. Pero rescatar experiencias pasadas, por ejemplo, no nos inmuniza de moldear las novedades en arreglo a los antecedentes. Además, si en ocasiones anteriores las causas de fenómenos semejantes -en principio tan «inexplicados» como los presentes- acabaron siendo individualizadas, la tentación de «anticipar el veredicto» se vuelve difícil de resistir.

¡Otra vez vacas!

El conocimiento nos contagia de cierto sentimiento de urgencia. «Decir primero» halaga a la vanidad. Y seguir el impulso más «empírico» que «escéptico» de la primicia nos puede alejar de la tensión a la objetividad que todo comunicador debería pretender. Y ejercer un sano escepticismo, recordémoslo, implica no pronunciarse a priori. Por eso, cuando la prensa comenzó a cubrir el caso de las «vacas mutiladas», esa tentación tenía un nombre: Informe Rommel. En efecto, la investigación que había realizado en 1979 el agente retirado del FBI Kenneth M. Rommel en los Estados Unidos parecía iluminar el camino. Al cabo de analizar 27 casos de «mutilaciones de ganado», Rommel atribuyó al efecto combinado de los medios de difusión, la influencia social de «expertos» y a la acción de diferentes depredadores la génesis, formación y extensión de la oleada[3].

¿Estábamos ante una reedición de aquel fenómeno? Quizá, aunque sólo estábamos seguros de algo: la oleada de «ganado despanzurrado» se presentaba en la Argentina post debacle del nuevo milenio, no en el dorado veranito texano de los ’70, y el SENASA no era la NASA. Dos meses antes de la oleada, la TV había difundido a una horda de pobladores hambrientos tumbando un camión con reses en las afueras de Rosario y poco antes, a fines de diciembre de 2001, la gente había salido a la calle, cacerola en mano, a derribar a un gobierno dormido en medio de la crisis más brutal de la historia reciente. Así, el misterio rural criollo aparecía rodeado por una aureola de extravagancia latina. Posiblemente, en la remake local de aquella loca epidemia ganadera (que entonces, como ahora, se anclaba en clisés ufológicos) podrían incidir causas cualitativamente diferentes. La aplicación automática de las conclusiones de Rommel ¿forzaría el hallazgo de «patrones comunes» en la oleada argentina o… los propiciaría?

Sin hilar tan fino, el show de arranque era casi copia fiel: las primeras noticias aparecieron vinculadas con informes sobre visiones de «enanos» misteriosos de la mano de Zerpa, el más conocido amplificador local de la creencia en ETs «abductores de vacas» y los portavoces fueron veterinarios influidos por la perplejidad alienígena del mismo «profesor». Los medios, por su parte, forjaban a diario un «retrato tipo» (que a la vez era un «criterio de selección») para establecer una «categoría» de animal mutilado[4].

Pero. ¿acaso esos personajes, con los medios, eran los únicos responsables?

En realidad, el espectáculo más surrealista no lo dio la fauna de opinators televisivos sino los propios expertos en sanidad animal: en el curso de tres meses de agitación mediática, los funcionarios del SENASA arriesgaron por su cuenta al menos cuatro explicaciones diferentes antes de presentar su «informe final». Algunos, como el veterinario Alejandro Martínez, infundieron temores sin fundamento advirtiendo sobre la presencia de cierta clase de «cuatrerismo tecno» ostentando el termocauterio (una barra metálica afilada y caliente utilizada para cauterizar las heridas) * para argumentar que los cortes que presentaba el ganado muerto podían ser causados por «cualquier organización»[5]; otros, como el patólogo Ernesto Odriozola, titular de Diagnóstico de Sanidad Animal del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) en Balcarce, apostó a «la acción de algún loquito« ya que «aquí está claro que todo fue provocado por alguien»[6]; y el doctor Bernardo Cané, presidente del SENASA, no sólo señaló que había «indicios preliminares de algún tipo de acción humana» sino que descartó la actividad de «otros animales carroñeros», atribuyéndola a alguna clase de «práctica esotérica«[7].

Las andanzas del súper ratón

Por esos días, el denominador común era el asombro: aquellos malolientes cadáveres vacunos con sus panzas henchidas de gases presentaban «cortes netos, quirúrgicos» que aparecían «lejos de las rutas» y «sin signos evidentes» de haber recibido tarascones de carroñeros. Pero, semanas después, los mismos científicos que habían diseminado suposiciones contradictorias iban a cambiar diametralmente de parecer: el 1° de julio de 2002 la «oleada» ya no había sido provocada por sectas satánicas, veterinarios desquiciados o estudiantes contratados para probar virus de diseño en campos librados a la buena de Dios. Ese día, el presidente del SENASA (sí, el mismo Cané que había hablado de «esoteristas» envueltos en el asunto), dio una conferencia de prensa en la cual, no sin burlarse de «los marcianos, el pombero y otras tradiciones rurales argentinas», presentó las conclusiones a las que llegaron los doctores Alejandro Soraci, Ofelia Tapia y Ernesto Odriozola, de la Universidad Nacional del Centro: el protagonista de las enigmáticas «mutilaciones» era, ante todo, un roedor del género Oxymycterus, el llamado «hocicudo rojizo». El ratón ahora estaba entre los sospechosos de infligir los raros cortes al ganado, muerto por causas naturales. Si bien el informe del SENASA citaba el accionar de zorros, peludos y otros carroñeros «activos a causa de cambios en el ecosistema regional», el funcionario centró su charla en el roedor, sirviendo en bandeja los titulares del día siguiente. La noticia se había «reinventado»: previo recorte mediático de una realidad más compleja, el «misterio» de las vacas mutiladas era reemplazado por unos poco conocidos ratones rojos que invadieron las pampas argentinas asestando dentelladas «perfectas» ¿Qué credibilidad se le podía dar a esta (convengamos, razonable) explicación, propuesta por los mismos que poco antes habían defendido que tales cortes sólo podrían haber sido causados el hombre?

La explicación que faltó

Hasta fines de agosto se habían registrado más de 200 casos, en casi tres meses y a lo largo de diez provincias del país, desde el Chaco hasta la Patagonia[8]. En su informe a la prensa, el SENASA (basado en 20 necropsias de otros tantos animales recogidos en quince fincas de diferentes partidos bonaerenses), concluyó que el ganado murió a causa de «neumonías, desnutrición, enfermedades metabólicas o infecciosas de altísima incidencia en época invernal». El misterio, entonces, se reducía a la mitad: las «vacas mutiladas» ya estaban muertas. «Alguien» (difícilmente «alien»), se había hecho la panzada. La correlación entre mortalidad y estación del año no es un dato menor si, como se repitió 2003, las denuncias aumentan en invierno. De igual modo, que los tejidos afectados fueran los que estaban a la vista (el «mutilador» no completaba la faena volcando al animal de lado) revelaba otra cosa: el predador no lleva a su presa a platos voladores ni a laboratorios clandestinos, sino que cena «in situ».

El SENASA quiso sacarse de encima un fenómeno que había ganado estatus mitológico presentando un informe de dos carillas y un video del ratón hocicudo en acción, devorando carne cuando se lo creía insectívoro. ¿Estos elementos alcanzaban para satisfacer la demanda de una explicación científica? No, y de hecho el argumento convenció a pocos. ¿Por qué? Tal vez, porque faltó plantear una hipótesis psicosocial que no sólo permitiera explicar la proliferación de casos sino responder otras dudas, que aún acosan a muchos veterinarios y productores agropecuarios, a saber: ¿Por qué esos «experimentados hombres de campo» están tan seguros de que esos «cortes» difieren de los causados por otros predadores? ¿Por qué afirman que «antes esto no pasaba»?

A propósito de estos asuntos pendientes -sobre los que se deberá rendir cuenta en cualquier explicación definitiva- se me ocurrió oportuno recordar la llamada «epidemia de los parabrisas picados» de Seattle[9]. Cuando en 1954 la prensa norteamericana informó que los vecinos de esa ciudad habían detectado «pequeñas mordeduras» en los parabrisas de sus coches, en el curso de la oleada abundaron hipótesis sensacionalistas. El gobierno le encargó estudiar el caso a la Universidad de Washington y se determinó que esas marcas siempre estuvieron ahí: los vecinos habían puesto atención en un detalle en el que nunca antes habían reparado. Habían sido causadas por el reiterado «picoteo» de asfalto que saltaba en la ruta. Las partículas asfálticas de Seattle fueron el «ratón hocicudo» de las pampas argentinas. La explicación psicosocial –un caso percepción selectiva moldeada por un estereotipo provisto por los medios– fue más poderosa que la técnica.

Pasó medio siglo de la extraña fiebre de los parabrisas: la manía desapareció para siempre. Aunque, pensándolo bien, su fantasma nunca se fue del todo. Ya nadie se asusta en Seattle si descubre a su parabrisas picado. Pero seguimos siendo presas de aquel viejo espectro todos aquellos que, al tropezar con nuevas leyendas, somos espectadores -o presentamos- «visiones mutiladas» de la realidad.


[1] Sanz, Christian. «Vacas mutiladas «“ Indignación»/ «A los medios: Ref: Vacas mutiladas / programas Memoria y Va por vos…». Email a los medios del 21-06-02.

[2] Sanz aún no había sido expulsado de la ASALUP, acusado de plagios reiterados y de falsificar pruebas.

[3] Ver Operation Animal Mutilation Project, http://www.parascope.com/articles/0597/romindex.htm

[4] Según este «retrato tipo», los animales debían haber sido despojados de sus órganos o partes blandas (labios, lengua piel y músculos de la mandíbula, ojos, orejas, colas, glándula mamaria y genitales); aquellos cuya piel faltante presentaba bordes nítidos, circulares o con ángulos precisos; ausencia de sangre en algunos casos; inexistencia de rastros humanos en las cercanías y, por último, la presencia de animales evitando acercarse al cadáver.

[5] Kollman, Raúl: «Unas heridas bien terrenales», diario Página/12, Buenos Aires, 20 de junio 2002.

[6] Diario La Nueva Provincia, Bahía Blanca, 23 de junio de 2002.

[7] Diario Clarín el 22 de junio de 2002.

[8] Agostinelli, Alejandro : Vague de mutilations animales en Argentine, VSD Hors Série N° 5, Oct. 2002, pp. 56-61. Ed. GS Presse Com., Francia; traducido en español como «Vacas mutiladas y chupacabras en la ruta del ‘ratón hocicudo'»; en Dios! 20-05-03 (http://www.dios.com.ar/paginas/grupos/2-enigmas/fenomenos.htm). Ver también de Morales, Rubén O. «Â¡Todo por tu culpa, hocicudo rojizo!», Mitos del Milenio, Editorial N° 6, julio de 2002 http://www.advance.com.ar/usuarios/moralesr.

[9] Agostinelli, Alejandro: «El extraño caso de la epidemia de parabrisas picados de Seattle» en Dios ! 20-05-03 (http://www.dios.com.ar/paginas/grupos/2-enigmas/fenomenos.htm)
También ver Bartholomew, Robert; «The Seattle Windshield Pitting Epidemic: A Famous Mass Delusion of the Twentieth Century» (http://www.eskimo.com/~pierres/windshield.html).

* En una versión anterior confundí el termocauterio con un rifle de aire comprimido para tirar dardos tranquilizantes. Le agradezco al lector Julio Salas por salvar el error. / Alejandro Agostinelli

Ovnis y bengalas

Susto ovni

¡Falsa alarma! Los fanáticos de los ovnis pueden colgar los prismáticos y cerrar los archivos X»¦ por el momento.

Ayer (Miércoles) The Star divulgó cómo el lector Malcolm Rotchell y su desconcertada familia observó una extraña luz a través del horizonte de Rotherham poco después de la tormenta eléctrica en el área la tarde del domingo.

La brillante bola anaranjada «voló» sobre su hogar en Spring Croft, Kimberworth Park, y cayó a plomo a la tierra después de volar en dirección de Swinton.

Malcolm pensó que el fenómeno habría podido ser una centella, un fuego artificial o aún extraterrestres.

Pero el trabajador del Concejo de Rótterdam David Barker dijo: «Vivo en Kimberworth Park y vi el supuesto ovni. ¡Era definitivamente una luz de bengala! Era el tipo de fuego del ejército en el cielo para iluminar la tierra. Tampoco ascendió tan alto».

«Realmente no veo cómo alguna persona podría confundirla con cualquier otra cosa. Fue hacia arriba como una luz de bengala, moviéndose lentamente hacia abajo como una bengala hasta apagarse. No era ciertamente una centella.

«Para ser justos, las bengalas han sido confundidas con ovnis en el pasado. Hubo un gran flap en Arizona en los años 90 en donde una ciudad entera observó «ovnis» aterrizar en una montaña, sólo para descubrir un par de días después que eran maniobras del ejército».

Paul Williams, de Greasbrough, también vio la luz. Él dijo: «Cuando la vi, no pensé otra cosa que eso era una luz de bengala de una señal de socorro.

«Fue hacia arriba bastante rápido entonces pareció planear por un tiempo. Era anaranjada, como dijo el testigo, y entró en la dirección en que él la vio. También se ajusta a la fecha. Era definitivamente una bengala».

http://www.barnsleytoday.co.uk/ViewArticle2.aspx?sectionid=86&articleid=1611354

El caso de Arizona es el del supuesto ovni gigante que fue filmado por varios testigos, en Phoenix, el 13 de marzo de 1997. (nota del tal Noguez)