Los Portulanos de Piri Re’is (Primera parte)

LOS PORTULANOS DE PIRI REIS

Después de la Primera Guerra Mundial los turcos, hastiados del sultán y de sus crueles arbitrariedades, se sublevan e instalan la república. Se designa como presidente a Mustafá Kamal Bajá Atatürk, que estuvo en el poder desde 1923 hasta 1938.

El nuevo régimen intentó suprimir las antiguas costumbres feudales e inició una época de cambios. Entre otros se decidió transformar el antiguo serrallo del palacio de Topkapi, en Estambul, donde tenía el sultán su harén, en un hermoso y bien dotado museo. Enviaron las odaliscas a casa y se hizo un inventario de lo que había adentro. A cargo de los trabajos se dejó a Halil E»™dhem, entonces director del Museo Nacional Turco.

El 9 de noviembre de 1929 se encontró, en la biblioteca del gineceo, dos mapas del mundo, o mejor, fragmentos, que se creían perdidos: los mapas de PÄ«rÄ« Muhyi «˜l Din Re»™is (PÄ«rÄ« Reis Ibn Hadji Mehemet, PÄ«rÄ«, almirante hijo del peregrino a la Meca Hadji Mehemet), cuyo verdadero nombre fue PÄ«rÄ« Reis Ahmet Muhiddin, o sencillamente PÄ«rÄ« Re»™is. En turco PÄ«rÄ« significa «admirable, sublime», y Re»™is, «animal»; por consiguiente PÄ«rÄ« Re»™is es más bien un subtítulo honorífico y no un nombre propiamente dicho.

Los mapas fueron dibujados en 1513 (919 d. H. o después de la Hégira, en el calendario islámico) sobre piel de gamuza y antílope con sustancias químicas. Muestran, además de los litorales, diversos dibujos entre los que podemos observar a los reyes de Guinea, Marruecos y Portugal. Se ve también un elefante y un avestruz en África. En América del Sur vemos una llama y un puma. Todos los dibujos poseen leyendas escritas en turco. Sólo se poseen fragmentos de estos mapas: la porción del Atlántico con sus costas americanas, europeas, africanas, árticas y antárticas. Es decir, la parte occidental del mapa. El tamaño de los mapas es de aproximadamente 85 por 60 centímetros. Aquí y allá se ven diversos dibujos de barcos y pájaros. Las montañas se indican por su relieve y los ríos con líneas gruesas. Los parajes rocosos se pintan de negro, las aguas arenosas y poco profundas con puntos rojos y los escollos no visibles en la superficie del mar se señalan con cruces. Casi todas las notas marginales fueron escritas en turco y sólo tres fueron escritas en árabe, en ellas se testifica que el autor es sobrino de Kemāl Re»™is y que su trabajo fue escrito y compilado de (sic) Gelibolu en el año 1513.

Lo «extraordinario» de los mapas es que, se dijo, habían sido creados por PÄ«rÄ« Re»™is basado en mapas dibujados por los griegos contemporáneos de Alejandro Magno. Otros «expertos», afirmaron que las fuentes eran anteriores al diluvio. También se dijo que habían sido elaborados desde un avión o un satélite artificial geoestacionario posado sobre Alejandría. ¿Es verdad todo esto? Veamos.

EL ALMIRANTE PIRI

De origen turco y cristiano (griego), PÄ«rÄ« Re»™is nació en el pueblo de Karaman, cerca de Konya, Gelibolu (Gallipoli), ciudad turca situada en la Península de Gallipoli, a orillas del mar Egeo, en el seno de una familia de grandes marinos turcos. Su padre fue el corsario HādjdjÄ« Meted (Hadji Mehemet), y su tío el mítico Kemāl Re»™is. Él mismo, en el prefacio de su libro, se llama hijo de HādjdjÄ« HaÄ·Ä«rÄ«, que quizá es un nombre que tomó para que rimara con PÄ«rÄ«. Otras fuentes citan que el nombre del corsario fue PÄ«rÄ« Muhyi «˜l-Din.

Se desconoce la fecha exacta de su nacimiento, pero debió ser a finales del sultanado de Mehemed II el Conquistador (1431-1481) o principios del de su sucesor, Bayaceto II (1481-1512).

En su juventud se unió a su tío Kemal Re»™is. Se distinguió durante las operaciones de la pequeña flota de su tío en las costas francesas y en Venecia. Cuando su tío abandonó la piratería y se unió a la flota del Imperio Otomano, durante el reinado de Beyazit II (o Bayaceto II), PÄ«rÄ« lo siguió y se hizo capitán. Las batallas de Modon e Inebahti (Lepanto), contra don Juan de Austria, le hicieron famoso. De acuerdo con el historiador von Hammer, «ganó mucha fama» por sus acciones en estas expediciones.

PÄ«rÄ« Re»™is fue un célebre héroe (para los turcos) o pirata (para los demás) del siglo XVI, que obtuvo numerosas victorias navales en todo el mediterráneo y mares vecinos, contribuyendo a asegurar la supremacía marítima del Imperio Otomano.

Extremadamente docto, utilizó sus conocimientos de castellano, catalán, griego, italiano, portugués y turco para descifrar viejos mapas que cayeron en su poder. Con ellos trazó dos mapas del mundo, uno en 1513 y el otro en 1528 (durante el reinado de Kanuní Süleyman o Suleimán el Magnífico).

En el prefacio del Bahriye evoca extensamente su primer mapa dibujado en su ciudad natal, Gelibolu, entre el 9 de marzo y el 7 de abril de 1513 (año 919 después de la Hégira). Indica que utilizó todos los mapas que conocía, algunos muy secretos y antiguos e incluso mapas orientales de los que sólo él tenía conocimiento en Europa en esa época. También dice haber utilizado un mapa trazado por el mismo Cristóbal Colón. Este último fue conseguido a través de un marino, miembro de la tripulación del genovés, que fue capturado por Kemal Reis. Esto ocurrió en 1507 cuando Kemal logró capturar siete barcos españoles frente a las costas valencianas.

PÄ«rÄ« Re»™is, continuó en la flota Otomana durante el reinado de Yavuz Selim (1512-1520) y Suleimán el Magnífico (1520-1566). Sirvió como ayudante de Barbaros Hayrettin Pasha, Gran Almirante de la Flota Imperial Otomana. En 1551 fue elevado al rango de Comandante en Jefe Ķapudan (Gobernador) de la Flota de Egipto, que entonces dependía del Imperio Otomano. Posteriormente formó parte de la tripulación del pirata Kahir Eddin Barbarroja, participando en el saqueo de Adén, Yemen y Mascate, en el Golfo de Omán, y del sitio de Hormuz.

En 1547 (945 d. H.) ocupó Adén perdiendo en las costas árabes varias de sus 31 naves. Tomó el puerto de MasÄ·at, sobre la Península de Arap, y se llevó muchos de sus habitantes como esclavos. Luego sitió la isla de Hormuz, en el Golfo Pérsico. Los isleños le ofrecieron tesoros, que él aceptó como pago de guerra y levantó el sitio. Al romperse el sitio regresó a BaÅŸra. En su camino a casa le llegaron noticias de que una poderosa flota portuguesa había bloqueado la entrada al Golfo Pérsico. Ordenó cargar todos los tesoros en tres barcos y dejó los otros 28 en BaÅŸra partiendo hacia Estambul. Mientras pasaba a través del bloqueo de los portugueses uno de sus barcos naufragó en la isla de Bahrain, pero se las arregló para regresar a salvo a Egipto con los otros dos. Finalmente logró llegar al Cairo con dos de sus barcos y todos los tesoros que había robado. Mientras tanto Ķobãd Pasha, el gobernador de BaÅŸra, uno de sus oponentes políticos, había reportado al Emperador en Estambul, que la expedición había fallado, «PÄ«rÄ« Re»™is ha regresado sólo con 2 barcos mientras que había partido con 31», sin mencionar los tesoros que había traído consigo. El Emperador Suleimán en un arranque de cólera, ordenó su ejecución, cometiendo uno de sus pocos errores en 46 años de reinado. Se dice que fue decapitado en El Cairo en 1554-1555 (962 d. H.), pero probablemente fue antes, en 1551 o 1552 y sus bienes fueron enviados a Estambul. Después de su muerte llegaron mensajeros de Hormuz que demandaban el retorno de los tesoros saqueados, naturalmente no tuvieron éxito. El puesto de Ä·apudan de Egipto fue dado a otro corsario, Murād.

EL BAHRIYE

Además de guerrero fue un hombre culto e inteligente y durante sus aventuras tuvo tiempo de escribir el Bahriye (El Libro del Mar o de la Navegación) que abunda en anotaciones pintorescas y vivaces sobre los puertos del Mediterráneo y en mapas diversos (215 en total) finamente dibujados por PÄ«rÄ« Re»™is.

En el capítulo sobre «El mar occidental» (Océano Atlántico) se expresa así sobre Colón:

«Se dice que un infiel llamado Colombo, que era genovés fue quien descubrió la Antilla[1]. En un libro que cayó en sus manos se decía que en el otro extremo del Mar Occidental, muy al Oeste, había costas, islas y toda clase de metales y también de piedras preciosas. Colombo era también un gran astrónomo. Los litorales y las islas que figuran en este mapa han sido tomados del mapa de Colombo. El citado Colombo, después de estudiar el libro durante largo tiempo, se dirigió a los Notables e Génova y les dijo: «˜Dadme barcos para ir allí y descubrir esas tierras»™. Ellos contestaron: «˜Oh, hombre necio, ¿cómo es posible encontrar límite alguno en el Mar Occidental, que se pierde en la bruma de la noche?»™ Colombo vio que nada podía esperar de los genoveses y se apresuró a ver al bey de España para referirle su historia en detalle. Le respondieron lo mismo que en Génova. Pero insistió tanto tiempo ante los españoles que su bey le dio finalmente dos barcos, muy bien equipados, y le dijo: «˜Oh, Colombo, si sucede lo que tú dices, te haré Rapudán de esa comarca»™. Y enseguida envió a Colombo al Mar occidental».

PÄ«rÄ« Re»™is menciona los datos proporcionados por el marino de Colón capturado por su tío Kemal:

«Los habitantes de esa isla vieron que la llegada de nuestro barco no significaba ningún mal para ellos; por consiguiente, tomaron pescado y nos lo llevaron en sus canoas. Los españoles quedaron muy contentos y les regalaron cuentas de vidrio porque Colombo había leído en su libro que a esos hombres les gustaban las cuentas de vidrio».

En la sección VI, PÄ«rÄ« Re»™is afirma que el libro de Colón data de la época de Alejandro Magno:

«Esta sección muestra cómo ha sido realizado este mapa. Nadie en este siglo posee uno similar. Ha sido elaborado y diseñado por el humilde suscrito. La carta es producto de estudios comparativos y deductivos hechos sobre veinte planos y Mappae Mundi, sobre ocho Djaferiye similares, que fueron trazados en los días de Alejandro, el Señor de los Dos Cuernos, y muestran el cuarto habitado[2]. Los árabes los llaman Djaferiye y se hicieron a partir de ocho mapas del tipo mencionado, de un mapa árabe del Hind[3] y otros que se supone fueron realizados por cuatro portugueses de los países de Sind, Hind y China y que fueron diseñados geométricamente; también ha sido realizado partiendo de un mapa diseñado por Colombo que muestra la región occidental. Reduciendo todos estos mapas a la misma escala, he llegado a esta disposición final. Hay que decir que si la carta de esos países es exacta y válida para los marinos, es igualmente exacta y válida para los siete mares».

PÄ«rÄ« cita a otros antecesores de Colón: Sanvobrandan[4], los portugueses Nicola Giuvan y Antón el Genovés. Termina diciendo que: «Nada hay en este libro que no se base en hechos. El más pequeño error hace inutilizable a todo mapa marino».

LOS PRIMEROS ESTUDIOS

Uno de los primeros analistas de los mapas de PÄ«rÄ« Re»™is lo fue el alemán Paul Kahle, de la Universidad de Bonn, quien los presentó en el XVIII Congreso de Estudios Orientales, celebrado en Leiden, Holanda, en septiembre de 1931.

Luego de haber sido descubiertos, en 1929, se sacaron varias copias que fueron enviadas a diferentes bibliotecas del extranjero. En 1953, un oficial de la marina turca envió una copia a la Oficina Hidrográfica de la Marina Norteamericana, en Washington, (aunque él desconocía que ya existían facsímiles en la Librería del Congreso y en otras librerías de los EU[5]). El mapa fue referido al cartógrafo M. I. Walters, quien a su vez lo remitió a su amigo, el especialista en mapas antiguos, capitán Arlington H. Mallery, experto cartógrafo, quien también trabajaba en la Oficina Hidrográfica.

En aquel entonces el capitán Mallery, ingeniero de profesión, navegante, arqueólogo y autor, había dedicado algunos años al estudio de antiguos mapas para determinar el posible itinerario seguido por las naves vikingas para alcanzar el continente americano.

Mallery había servido en los transportes de tropas durante la Segunda Guerra Mundial. Estaba obsesionado con el descubrimiento de América antes de Colón. Había escrito algunos artículos en donde trataba de demostrar que la lengua iroquesa poseía ciertos vocablos noruegos. Dos años antes de dar con los mapas de PÄ«rÄ« Re»™is (1951) había publicado el libro Lost America, con un prefacio de Mattew W. Stirling, Director de la Oficina de Etnología norteamericana, de la Smithsonian Institution. En el libro analizaba las sagas escandinavas y, ayudado de los portulanos[6] vikingos, pudo reconstruir la epopeya vikinga en Islandia, Groenlandia, Terranova y la costa canadiense.

La aparición de los portulanos de PÄ«rÄ« Re»™is abría nuevas perspectivas a su teoría. Él se llevó el mapa a su casa y regresó con algunos comentarios interesantes. Dijo que para él algunas de las tierras del sur podrían ser la Antártica, en específico la Tierra de la Reina Maud, actualmente bajo los hielos, lo que implicaba que alguien había dibujado este mapa antes de que aparecieran los hielos. Solicitó la colaboración de M. I. Walters, cartógrafo adscrito al Servicio Hidrográfico de la Marina Norteamericana y de R. P. Daniel L. Linehan, sacerdote de la Compañía de Jesús, sismólogo miembro del Observatorio Weston del Boston College y miembro integrante de las expediciones de la marina norteamericana a la Antártica durante el Año Geofísico Internacional. Al reverendo Dr. Francis Hieden, sacerdote jesuita, director del Observatorio de la Universidad de Georgetown. Estos investigadores dijeron haber descubierto que existían diversos accidentes geográficos que coincidían, según ellos, con lo conocido actualmente, aunque estaban desplazados de sus posiciones correctas. Dijeron haber encontrado que estos errores se debían a la proyección con la cual habían sido trazados. Por ejemplo, las distancias entre los puntos geográficos costeros y los distintos puertos eran correctas, pero su alineación parecía estar equivocada. El sistema de proyección empleado resultaba extraño, al menos para el profano.

Adolf Eric barón de Nordenskjold, un explorador sueco del siglo XIX, invirtió dieciocho años para verter la traducción de los portulanos al lenguaje cartográfico moderno, utilizando la proyección de Mercator. Una vez redibujados los mapas de acuerdo con esta proyección, empezaron a ocurrir hechos sorprendentes.

Algunos puntos geográficos, como la Tierra de la Reina Matilde[7], mostraban detalles desconocidos en el siglo XVI, supuestamente sin los hielos que la cubren en la actualidad. Puntos que PÄ«rÄ« Re»™is marca como islas, parecen ser picos montañosos subglaciares descubiertos por la expedición Antártica Noruega-Sueca-Británica de 1949-1952, y que fueron dados a conocer en el Geographic Journal, de junio de 1954.

Aparece la isla de Marajo, no descubierta hasta el año de 1543, aunque Gerhard Kremer, llamado el comerciante (Mercator), la situó en la desembocadura del Orinoco.

Se dice que también están las Malvinas[8], descubiertas en 1592, y las Schetland del hemisferio sur, y la península de Palmer.

NUEVAS INVESTIGACIONES

Los primeros resultados fueron dados a conocer en el Forum radial de la Universidad de Georgetown, el 26 de agosto de 1956, emisión radiofónica en forma de coloquio que dicha universidad venía haciendo todos los domingos a través de una emisora de Washington, D.C., y en la que tomaban parte eminentes personalidades científicas. En ese entonces Walters declaró:

«Este mapa del mundo tiene 5,000 años y aún más. Pero contiene datos que son todavía anteriores en muchos miles de años».

Por su parte Mallery dijo:

«En la época en que se hizo el mapa, no sólo era necesario que hubiera exploradores, sino también técnicos en hidrografía particularmente competentes y organizados, pues no puede dibujarse un mapa de continentes o territorios tan grandes como la Antártica, Groenlandia o América, si se es un simple individuo o apenas un pequeño grupo de exploradores. Se necesitan técnicos que conozcan de astronomía y los métodos para el relevamiento de mapas. No comprendemos cómo pudieron hacerse dichos mapas sin la ayuda de la aviación. Además, las longitudes son totalmente exactas, cosa que nosotros mismos sólo sabemos determinar desde hace apenas dos siglos».

Se distribuyeron resúmenes de estas pláticas, uno de los cuales fue a caer en manos de Charles H. Hapgood, historiador y geógrafo de la universidad de New Hampshire y del Keene State College, quien decidió investigar.

Hapgood era gran aficionado de los fenómenos paranormales, que había investigado las figurillas de Acámbaro[9], sostenía que Cristo había estado en América y era editor de libros psicografiados por mediums, es decir, la persona «idónea» para investigar este caso.

Hapgood inicialmente aseguró que los mapas fueron dibujados tomando como punto central de referencia la ciudad de Alejandría. Pero luego cambió de opinión al estudiar las rosas de los vientos que aparecen en el mapa de PÄ«rÄ« Re»™is. Las rosas de los vientos parecen reproducir el patrón del compás de los marinos. Algunas tienen 16 líneas y otras 32.

«Buscar el centro del mapa nos llevó tres años. Pensamos al principio que las líneas que se extendían desde los cinco puntos de proyección probablemente se juntaban en Egipto. Usamos varios métodos para proyectar las líneas a los puntos en donde se unían. Nuestra primera suposición para el centro del mapa fue la ciudad de Alejandría. Esto me parecía correcto ya que Alejandría fue durante mucho tiempo el centro de la ciencia y enseñanza del mundo antiguo. Me parecía que, si ellos hubieran decidido dibujar un mapa, los geógrafos de Alejandría naturalmente harían el centro en su ciudad.

«Sin embargo, esta suposición probó ser errónea. Apareció una contradicción. La gran rosa de los vientos en el Atlántico Norte se veía como si estuviera sobre el Trópico de Cáncer. Una de las líneas de su centro evidentemente iba directamente hacia el centro del mapa. Pero notamos que esta línea estaba en un ángulo recto de nuestro meridiano principal. Esto significaba, por supuesto, que era un paralelo de latitud. Ahora, el Trópico de Cáncer está a 23 ½º Latitud Norte, y por lo tanto el paralelo de la rosa de los vientos podría alcanzar un centro en Egipto a 23 ½º Norte. Pero Alejandría no está a esa latitud. Se encuentra a 31º Norte. Por lo tanto Alejandría no podía ser el centro de nuestro círculo».

Ayudado por uno de sus alumnos, Frank Ryan, y por el matemático Richard W. Strachman, descubrió que el mapa había sido diseñado partiendo de dos ecuadores. El error se debía a que el almirante turco se había basado en los datos de Eratóstenes, utilizando un radio de 66º 5″™, en lugar de 69º 5″™.

Según Hapgood este mapa, y el de Fineus, del que hablaremos más adelante, fueron dibujados a partir de mapas hechos en tiempos prehistóricos, antes de que el hielo cubriera la Antártica. Los cartógrafos debieron pertenecer a una civilización perdida de «antiguos reyes del mar», cuyas destrezas olvidadas fueron descubiertas posteriormente.

Estas locuras de Hapgood estaban avaladas por comentarios tan «técnicos y científicos» como los del comandante Harold Z. Ohlmeyer, de la US Air Force, quien en una carta dirigida a Hapgood, fechada el 6 de julio de 1960, escribe:

«Las líneas costeras debieron ser cartografiadas antes de que la Antártica quedara cubierta de hielo. Hoy en día, el hielo alcanza en este sector un grosor aproximado de una milla. No tenemos la más remota idea de cómo pueden encajar los datos de este mapa con los conocimientos geográficos de 1513».

En 1969 los doctores Walter Sproll y Robert Sinclair Dietz, científicos de la Enviroment Science Services Administration hallaron el punto exacto que unió en otros tiempos a la Antártica con Australia. Y ese punto, según Hapgood, venía indicado en el mapa de PÄ«rÄ« Re»™is. Sproll y Dietz declararon que la separación, resultado de la fragmentación de la original Pangea en lo que serían los continentes conocidos, tuvo lugar hace cuarenta millones de años. Linehan declaró que todos los accidentes topográficos y perfiles litorales de la Antártica coincidían con lo descubierto por la Task Force 43 norteamericana, mediante sondeos sísmicos realizados con explosivos a través de la corteza de hielo, de dos a tres mil metros de espesor.

OTROS MAPAS CURIOSOS

Existen otros mapas que parecen contener información «desconocida» para su época.

Está, por ejemplo, un mapa chino del año 1137 proyectado utilizando trigonometría esférica. Sin embargo el río Amarillo presenta varias desviaciones con la realidad.

El mapa Zeno, atribuido a los hermanos venecianos Nicolás y Antonio Zeno, quienes de acuerdo con un relato de su nieto en 1500, habían viajado a los mares nórdicos en 1380. El mapa fue encontrado en una catedral islandesa y muestra a Groenlandia dividida en dos partes, lo que de acuerdo con Hapgood, concuerda con los resultados de la expedición francesa de Paul-Emile Victor en los años 1947-1949.

El mapa del italiano Andrea Benincasa, de 1508, también muestra las costas escandinavas y de Groenlandia.

En 1519 Jorge Reinel publica su mapa mostrando el Océano Indico y Australia, que oficialmente fue descubierta en 1600.

Uno de los más famosos es el de Oronteus Finaeus[10] (llamado Oronzio Fineo en italiano y Orontius Finaeus en latín), trazado en 1531, que muestra la Antártica señalando el polo Sur. El mapa, llamado Nova el Integra Universi Orbis Descriptio fue comentado por Hapgood con estas palabras:

«La forma general del continente se parecía notablemente a las líneas del continente de nuestro mapa moderno. La posición del Polo Sur, más o menos en el centro del continente, en general parecía correcta. Las montañas que bordean la costa recordaban las numerosas cordilleras descubiertas en la Antártica en años recientes».

La carta o mapa de Oronce Fine, muestra alrededor del polo sur un gran continente llamado «Tierra Australis». Para los cultores de lo insólito esto demuestra que la Antártica ya era conocida antes de su exploración efectiva.. Pero lo que dibuja Oronce Fine en su mapa no es la Antártica sino una representación de una tierra mítica, compuesta uniendo la pequeña información disponible sobre la tierra de pocas regiones al extremo sur del mundo conocido.

Esa tierra mítica fue propuesta por los filósofos griegos, comenzando por Pitágoras. Desde antiguo se le dio el nombre de «Terra Australis Incógnita». El razonamiento para deducir su existencia se basaba en la esfericidad de la Tierra. Eratostenes, en el siglo III a. C., calculó, de manera aproximada, el diámetro de la Tierra. Los griegos creían que deberían existir esa tierras para compensar el peso de las tierras emergidas en el hemisferio Norte, de otra forma la Tierra quedaría «desbalanceada».

La idea de una «Terra Australis Incógnita» continuó durante siglos. Se escribieron libros y se dibujaron cartas geográficas que representaban ese continente fantástico aún antes de que Oronce Fine dibujara su mapa. Se trataba pues de un mito no distinto del paraíso terrenal, del reino del Preste Juan o del Dorado, que también eran representado a menudo en los mapas medievales y posteriores.

Varios especialistas ven las teorías de Hapgood con gran escepticismo; señalan que los cartógrafos medievales a menudo trazaban un continente meridional tan sólo para que el mundo se viera simétrico, y que muchos mapas antiguos son completamente inexactos pues sitúan países y costas a cientos de kilómetros de donde debían estar. Uno llegó a opinar que la Antártica de Finaeus es sencillamente un trazo adicional de África.

Después de las primeras exploraciones que siguieron al descubrimiento de América los navegantes llevaron noticias de tierras nuevas descubiertas al sur y esto consolidó la idea de que existía el continente mítico.

Ese gran continente que en la carta de Finaeus ocupa la mayor parte del sur del hemisferio se llama «Tierra Australis recenter inventa sed non plene cognita» que quiere decir Tierra Austral de reciente descubrimiento pero no completamente conocida. También de esto se entiende que no se puede tratar, como pretenden los escritores de misterios, de una representación del continente antártico antes de que se congelara (se ven los montes, valles, ríos…) sino de tierras de reciente descubrimiento y solo parcialmente conocidas por los navegantes de la época.

Sobre todo la Antártica verdadera no se encuentra en contacto con la América del sur, separada de ésta solo por el estrecho de Magallanes. El continente austral esta de hecho muy distante del estrecho y la parte más septentrional se encuentran a más de 1000 kilómetros al sur de la Tierra del Fuego. El mapamundi de Fineo es por lo tanto una carta aproximada, idealizada, donde la tierra sólo oteada por los navegantes vino a unirse en medio de ellas hasta formar un gran continente austral.

¿Cuáles pueden ser estas tierras «recenter inventa sed non plene cognita»? Una es seguramente la Tierra del Fuego, costeada por Magallanes en 1520, que para todo el siglo XVI se pensará que es una de las extremidades norteñas de la Tierra Australis. El mapa de Fineo por lo tanto no aparece, en la descripción de esa región, distinta de tantas otras del mismo período.

Pero también otra tierra, al extremo sur del mundo conocido, comenzó a ser visitada por los navegantes portugueses que en las primeras décadas del siglo XVI ellos mismos ya habían llegado hasta las islas del archipiélago indonesio.

En el mapa de Fineo se pueden ver por arriba las islas de Java y Timor, por lo tanto de aquel continente llamado «Tierra Australis», que se creía se extendía hasta el estrecho de Magallanes por lo tanto a la América del sur, también podría hacer la parte de Australia que se encuentra justo al sureste de Java y Timor. El gran golfo evidenciado en la Tierra Australis puede por lo tanto ser una representación primitiva del golfo de Carpentaria, al que dentro son reconocibles las dos islas, islas de Groote e isla de Wellesley.

La costa norte de Australia, y en particular la región llamada «Regio Patalis» a la derecha de un gran golfo, es reconocible también en muchos mapas de la mitad de los «˜500 y seguro había sido recorrida por los portugueses mucho antes del recorrido de Abel Tasman en 1642 o del descubrimiento «oficial» de parte del capitán Cook.

Escribe Kenneth Gordon McIntyre:

En los mapas del final de los ‘400 aparece ya de hecho el archipiélago indonesio (Java, Sumatra, Borneo, Celebes) y ciertamente muchos navegantes estaban al tanto de una gran tierra inexplorada al sur, y el mismo Marco Polo había hablado acerca de una gran isla al sur de Java, conocida por los chinos y rica de oro y de conchas.

Al principio de los «˜500 los portugueses habían iniciado la colonización de esas pequeñas islas distantes de Australia, que resultaron pertenecer a su jurisdicción. Habían llegado hasta Java y Malacca (1511) y Timor (1515), habían probablemente ya explorado las costas del norte de una gran tierra desconocida. La exploración de Mendonça al sur de Timor es de hecho de 1522. El navegante se fue a la búsqueda de las «Indias del Sur», citados en muchos historias de navegantes europeos y chinos. Cristóvão de Mendonça atracó en lo que al principio parecía una isla grandísima. Al regreso a Portugal De Mendonça guardó el descubrimiento en secreto para evitar que pudiera ser aprovechado por los españoles. La posición de la línea de demarcación entre España y Portugal en el Pacífico todavía era muy controvertida.

Una tierra muy extensa llamada «Gran Java», situada al sur de Java y Sumatra, aparece en muchos mapas franceses de los ‘500 que reportan nombres geográficos portugueses. Quizás habrían podido ser copiados todos del mismo mapa original trasfugado de Portugal por el obispo Miguel De Silva. Fue acusado por haber llevado ilegalmente fuera del país documentos reservados, y también mapas geográficos que eran considerados tales, porqué podrían proveer a otras naciones de información importante para las conquistas coloniales.

En aquellos tiempos los viajes y exploraciones no se emprendían por deporte, o deseo de saber. Lo importante era abrir nuevas rutas y encontrar las tierras, especies, metales preciosos, pero esa «Tierra Australis recenter inventa» siguió siendo por mucho tiempo inexplorada porqué no ofrecía una apariencia «distinta a costas áridas, habitadas poco por salvajes en condiciones casi inhumanas que no era posible entender». Australia aparece claramente en el mapa de Cornelius De Jode de 1593 y en los mapas del mundo del principio del siglo XVII, pero sólo hasta 1642 el holandés Abel Tasman navegó al sur de Tasmania y de Nueva Holanda, la actual Australia, descubriendo que esta tierra no pertenecía al mítico continente austral, pero era una isla grandísima.

Curioso también es el mapa de Hadji Ahmed (1559) muestra el perfil de las costas americanas, aunque posee grandes errores de proyección.

El portulano de Jehudi Ibn Ben Zara, de Alejandría, fue analizado por Jacques Victor, quien escribió:

«Es el mejor de todos, pero presenta tres anomalías: la desembocadura del Guadalquivir (actualmente un delta), se halla representada como si se tratara de una bahía; el mar Egeo está sembrado de islas, mientras que hoy se encuentra con muchas menos de las allí representadas; y finalmente, Ibn Ben Zara dibuja heleros en Irlanda e Inglaterra. Estos tres detalles sugieren la idea de que la carta original se remonta al final de la última glaciación».

Finalmente está el mapa de Philippe Buache, publicado seguramente después de 1739 porqué en él es citado el viaje del capitán Charles Bouvet quién había recorrido tierras nuevas al sur del cabo de la Buena Esperanza el primero de enero de ese año. En efecto el mapa parece muy extraño, el Polo Sur se encuentran al centro de un mar glacial y es circundado por dos islas más grandes que forman un continente austral inmenso. En este caso la semejanza con la antártica es más escasa, pero los magufos se atreven a decir que este mapa representa la Antártica antes que fuera cubierta por los hielos, hace cientos de miles de años.

También esta vez la verdad es mucho más simple y revela la manera de trabajar de estos autores. En este caso como ejemplo, no se han leído el texto, descripciones, y notas, presentes en el mapa de Buache, ya que si hubieran sido leídas habrían explicado claramente lo que deseaba representar el cartógrafo. Por otra parte se ocultó al lector una información muy importante, el hecho de que existen dos versiones de este mapa.

La primera contiene solamente la información verdadera sobre las tierras nuevas descubiertas recientemente al extremo sur del mundo: Australia, Tasmania, Nueva Zelanda, la isla de Bouvet con el Cabo de la Circuncisión, otra tierra al sur de la Tierra del Fuego (quizás una de las islas Shetland).

En el segundo el autor ha diseñado un continente imaginario uniendo con poca eficacia las costas explorada hasta ese período (diseñado en rojo), y llegando a crear por lo tanto al último heredero de la mítica «Terra Australis Incógnita» representada en muchos mapas del renacimiento. Buache por lo tanto no ha representado la Antártica como era hace cientos de miles de años sino ha trabajado solamente de fantasía. En particular Buache se ha inspirado, en el diseño de la forma de la Terra Australis, del mapamundi de Gerard De Jode de 1593, mientras que algunas denominaciones de partes de la Terra Australis (por ejemplo la Terre Des Perroquets) derivan del mapamundi de Gerard Mercator de 1541, que a su vez, para definir aquella tierra desconocida, citaba las historias de Marco Polo.

El mapa, en sus dos versiones, es abundante en información, toda concerniente a los viajes hechos al extremo sur del mundo conocido. En particular viene citado el capitán Bouvet, que descubrió el 1 de enero de 1739 un territorio nuevo al sur del Cabo de Buena Esperanza, llamado Cabo de la Circuncisión (el 1 de enero se dedica exactamente a esta tradición) y lo describió hablando de una gran montaña de hielo, amargo e inaccesible. Pero también él, como ya Magallanes con la Tierra del Fuego, no se da cuenta que aquella era una isla, pensó que era la parte septentrional del mítico continente austral. En los mapas de Buache el recorrido de Bouvet está marcado de manera exacta, con las fechas y la continuación de la ruta. En otra parte son descritos los icebergs encontrados en estos viajes. El Cabo de la Circuncisión se representa claramente en el segundo mapa y viene descrito como haciendo parte del continente austral.


[1] En aquella época nombre genérico para toda América.[2] Las tierras emergidas.

[3] India.

[4] San Brandán.

[5] De hecho Kemal Atatürk había enviado una hermosa copia multicolor al presidente Woodrow Wilson, en 1930. El mapa fue exhibido en Washington y posteriormente por todo Estados Unidos. Finalmente fue enviado a la Librería del Congreso

[6] Cartas marinas que incluyen informes y diversos comentarios. El término portulano, de «portolano», se deriva de las cartas navales que guiaban a los marinos de puerto en puerto.

[7] Maud.

[8] Falkland.

[9] Ver nuestro artículo sobre Acámbaro en Perspectivas

[10] Oroncio Fine.

10 pensamientos en “Los Portulanos de Piri Re’is (Primera parte)”

  1. YO QIERO VER EL MAPA DE AMERICA CON EL RECORIDO QUE HIZO MAGALLANE MUESTRELON POR LO NECESITO URGENTE

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