Otra historia de científicas marginadas

ESCRUTINIO

Otra historia de científicas marginadas[1]

Juan José Morales

Hace poco publiqué en la revista Gaceta del Pensamiento un artículo sobre las mujeres en la ciencia y la forma en que a lo largo del tiempo fueron discriminadas y marginadas de una u otra manera. Hoy tenemos otra historia de ese tipo. Apareció recientemente en la revista británica New Scientist y relata la forma en que una brillante y talentosa científica francesa, Marthe Gautier, fue despojada del mérito de haber descubierto la causa del síndrome de Down y cómo un investigador, Jérome Lejeune, se apropió de su trabajo y asumió la paternidad del hallazgo, considerado uno de los más importantes de la medicina en el siglo XX.

clip_image001Marthe Gautier en la actualidad. La Federación Francesa de Genética Humana le confirió una medalla y le otorgó un reconocimiento por sus trabajos en la determinación de la causa del Síndrome de Down, pero se le impidió asistir a la ceremonia en que se haría y hablar de sus trabajos, amenazándola con un juicio por difamación ya que el mérito por ese gran hallazgo científico se atribuye a una persona muy influyente.

De humilde origen, nacida en el seno de una familia de campesinos, Marthe Gauthier pudo sin embargo estudiar medicina y, gracias a su talento y dedicación, ganar becas en difícil competencia con sus colegas masculinos. Pero, como era usual en aquellos tiempos en que a las mujeres se les menospreciaba, tuvo que conformarse con un puesto técnico en un hospital parisino.

Ello, sin embargo, no frenó sus ímpetus de investigadora. A fin de apoyar los estudios sobre el síndrome de Down del Dr. Raymond Turpin, director de la unidad pediátrica del hospital en que trabajaba, ella comenzó a utilizar técnicas, muy avanzadas y novedosas en esa época, para observar los cromosomas humanos al microscopio. Lo hacía sin pago adicional alguno, y si bien se le proporcionó un laboratorio con dos ayudantes, los recursos eran tan limitados y las condiciones tan precarias, que debió pedir un préstamo personal para adquirir equipo y material de laboratorio, y utilizaba el suero de su propia sangre como nutriente de los cultivos de células. Pero pudo comprobar primero que las células humanas tenían 46 cromosomas y no 48 como se creía. Finalmente, encontró que las células de los afectados por el síndrome de Down, o mongolismo, como antes se le llamaba, tenían 47, y que ese cromosoma adicional era la causa del padecimiento.

Fue entonces cuando intervino el ahora acusado de plagiar su descubrimiento, Jérome Lejeune, quien trabajaba en el mismo hospital y precisamente sobre el síndrome de Down. Enterado de sus hallazgos, la visitó y le pidió datos al respecto. Entre otras cosas, ella le dijo que no contaba con equipo para fotografiar sus cultivos de células y confirmar la presencia de ese cromosoma adicional. Lejeune se ofreció a hacerlo, le pidió las placas con los cultivos»¦ y jamás se las devolvió.

Al poco tiempo apareció una publicación en la que Lejeune se atribuía el descubrimiento, y aunque mencionaba a Marthe, la ponía como simple miembro de su equipo, y para colmo con su nombre mal escrito. Como ella no protestó ni reclamó reconocimiento alguno, desde entonces Lejeune fue considerado el descubridor de la causa del síndrome de Down y por ello recibió numerosos premios y reconocimientos. Incluso se creó una fundación que lleva su nombre.

Fue sólo ahora, ya al final de su vida, con 88 años de edad, cuando Marthe Gautier pidió ser reconocida como la verdadera autora del descubrimiento. Y hay sólidas evidencias «”dice New Scientist»” de que realmente lo fue. No pide dinero ni honores. Sólo que se haga justicia. Pero resulta que Lejeune era un hombre muy poderoso e influyente, miembro del Opus Dei y gran amigo del papa Juan Pablo II, con muchas e importantes conexiones en los altos círculos gubernamentales y las grandes organizaciones científicas. Así, a Marthe se le impidió hace poco presentar un trabajo sobre sus estudios en una reunión de la Federación Francesa de Genética Humana, amenazándola con que se le seguiría un juicio por difamación. Y se ha intentado restar importancia al asunto diciendo que si bien realizó parte del trabajo, fue Lejeune quien analizó, interpretó correctamente los resultados y determinó el papel del cromosoma adicional, y que ella trata de aprovecharse de la actual tendencia a revalorar el trabajo de las mujeres en la ciencia, para hacerse pasar por autora del descubrimiento.

En fin, esta es la historia. Una historia más de mujeres científicas marginadas.

Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx


[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Martes 23 de septiembre 2014

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