El indescriptible infierno de Nagasaki

ESCRUTINIO

El indescriptible infierno de Nagasaki[1]

Juan José Morales

Hoy, 6 de agosto, se cumplen 69 años del lanzamiento en 1945 sobre la ciudad japonesa de Hiroshima de la primera bomba atómica utilizada en una guerra. Tres días después, se arrojaría una segunda sobre Nagasaki.

Acerca de Hiroshima «”donde murieron 140 mil personas»”, mucho se ha escrito y hablado, a tal punto que se convirtió en símbolo de los horrores de la guerra nuclear, y ello ha hecho olvidar a muchos que también Nagasaki, con 80 mil muertos, sufrió una devastación similar. Pero de recordárnoslo se ha encargado el reciente hallazgo de fotos de esta ciudad tomadas por Yosuke Yamahata, un fotógrafo militar japonés, al día siguiente del bombardeo. Yamahata, dicho sea de paso, murió en 1966 a los 48 años de edad víctima de un cáncer, presumiblemente debido a que estuvo expuesto a la intensa radiación remanente de la explosión.

clip_image001Nagasaki tras la explosión de la bomba. Salvo uno que otro edificio de concreto particularmente resistente, ninguna construcción quedó en pie en un área de cuatro kilómetros cuadrados, como si una inmensa niveladora hubiera pasado sobre la ciudad. El ardiente sol del verano, que brillaba en un cielo sin nubes, volvía más atroces los sufrimientos de los sobrevivientes, víctimas de terribles quemaduras.

Las fotos fueron publicadas el 21 de agosto de 1945 en el diario Mainichi Shimbun. En cuanto las tropas norteamericanas ocuparon Japón, confiscaron los originales, aunque Yamahata pudo esconder los negativos. Las 24 fotos que acaban de ser descubiertas estaban en un álbum decomisado por la policía militar norteamericana a un ciudadano japonés en Osaka.

Lo que muestran es la increíble destrucción de la ciudad, que quedó literalmente arrasada hasta sus cimientos. Aquello «”escribió Yamahata»” era un verdadero infierno. «El aspecto de la ciudad era totalmente diferente al de otras poblaciones bombardeadas. Aquí la explosión y los incendios redujeron la ciudad entera (unos cuatro kilómetros cuadrados) a cenizas en un instante. Las brigadas médicas, las cuadrillas de bomberos y las partidas de auxilio, no podían hacer nada. Aunque los bomberos de las áreas cercanas se apresuraron a llegar al lugar, las calles estaban completamente bloqueadas con escombros y nadie tenía la menor idea de dónde se hallaban las tomas de agua, de modo que no pudieron combatir el fuego.»

Y añade la descripción del fotógrafo japonés: «Las comunicaciones telegráficas y telefónicas estaban suspendidas, y los equipos de socorro no podían comunicarse con el mundo exterior para pedir ayuda. Aquello era un verdadero infierno en la Tierra. Quienes habían logrado sobrevivir a la intensa radiación, con los ojos quemados y la piel escaldada, vagaban sin rumbo fijo apoyándose en bastones y esperando en vano recibir ayuda».

Mucho se ha discutido si aquella carnicería fue necesaria. La justificación que tradicionalmente se ha dado, es que de esa manera se forzó a Japón a rendirse sin necesidad de una invasión que hubiera costado las vidas de un millón de soldados norteamericanos y de una mayor cantidad de militares y civiles japoneses. Pero quienes discrepan de ese punto de vista dicen que el factor decisivo para la rendición fue la entrada de la Unión Soviética en la guerra. En su fulgurante ofensiva, el ejército rojo ocupó rápidamente Manchuria, de donde procedía el grueso de las materias primas para Japón y existían industrias que le permitían seguir combatiendo. Privado de esos recursos, no habría podido resistir más de unos meses. La decisión de lanzar las bombas atómicas obedeció más bien, según algunos analistas, al deseo de los militares norteamericanos de probar la nueva arma en condiciones reales.

Incluso, se asegura que el alto mando norteamericano dio en secreto órdenes de que los médicos militares no intentaran curar a los sobrevivientes de Hiroshima y Nagasaki sino simplemente registraran lo que les ocurría, pues se quería averiguar qué efectos tenían altas dosis de radiación en el cuerpo humano.

Sea cual sea la verdad, el hecho es que Hiroshima y Nagasaki sufrieron una devastación que no se limitó a la destrucción y las muertes inmediatas, sino que «”por efecto de la radiactividad»” causaron a decenas o cientos de miles de personas terribles sufrimientos durante los años subsiguientes.

Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx


[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Miércoles 6 de agosto de 2014

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