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Ufología ¿Una ciencia? (2)

Hola a todos:

Comento algunas cosas del artículo de Luis Ruiz que nos hizo llegar Óscar García. Como Luis no está conectado a la lista tal vez Óscar quiera comentar algo. (Por cierto, ¿por qué no invitamos a Luis Ruiz a Anomalist?).

En primer lugar creo que, salvo que alguien opine lo contrario, cualquiera de nosotros suscribiría al cien por cien lo que afirma Luis Ruiz en su artículo; pero todo ello, sin restarle mérito, ya estaba dicho o sabido. Quiero decir que son esas las coordenadas desde las que la mayoría de nosotros intentamos pensar el fenómeno ovni. Ese es nuestro status quo de la cuestión de los ovnis. Otros «ufólogos» se dedican en cambio a idear nuevas tipologías de humanoides o a afirmar que cuando escribe sobre Jesucristo se siente «dirigido», se supone que por Dios mismo (¿por quién si no?): nuestro inefable JJ Benítez.

Luis Ruiz.- «La «falacia del residuo» se basa en el argumento de Joseph Allen Hynek de que aún cuando el 95% de los reportes de OVNIs se deben en realidad a OVIs (Objetos Volantes Identificados), queda un remanente del 5% que seguramente sí son OVNIs (en México ese residuo es del 100%. Todos los casos reportados son tomados por los ufólogos como verdaderos OVNIs)».

Esto es sociología de la ufología de México. Creo que se podría decir lo mismo del Perú. Estamos acostumbrados a noticias en los medios especializados de España referidas a frecuentes «oleadas» de ovnis en Sudamérica…

Luis Ruiz.- «La tesis de la ufología es una acusación contra la capacidad de la Ciencia contemporánea para explicar el universo. Las reglas de la Ciencia son claras: los alegatos extraordinarios requieren pruebas extraordinarias. Por lo tanto la ufología tiene que probar dicha acusación con pruebas contundentes. Mientras no lo haga, el modelo actual de la realidad, el Método Científico, seguirá siendo válido y los argumentos de la ufología simples sofismas y patrañas. Pero esto no lo comprenden los ufólogos. Para ellos la simple existencia de casos no resueltos es una supuesta prueba de la necesidad de modificar la Ciencia moderna».

La primera frase es contundente (y cierta), pero creo que se puede hacer una interpretación de ella. Está claro que los ufólogos menos racionalistas intentan «desafiar» a la ciencia actual, pero me resisto a creer que por una incompetencia para entender el método científico o por puros intereses económicos (en algunos casos seguro). Muchos ufólogos crédulos no son estúpidos, por tanto no puede tratarse de una simple incapacidad para darse cuenta de que «hechos extraordinarios requieres pruebas extraordinarias»: la causa es sociológica. Pasa lo mismo que con las pseudociencias en general. Benveniste con la homeopatía ha sometido voluntariamente a controles rigurosos sus ideas y afirmaciones; no ha podido probar nada, pero ha sabido reconducirlas y ponerlas a salvo, a la espera de nuevos controles. Y aún Benveniste es un caso anómalo dentro de las pseudociencias: lo habitual es que no se desee someter a controles las afirmaciones extraordinarias; las reglas del método científico establecidas históricamente son lo de menos para el creyente en todos estos hechos extraordinarios, pero no es que se trate de un estúpido o de un zote incapaz de comprenderlas y aplicarlas: es que no le importa, no las necesita para dar el visto bueno a su creencia, le basta con que le cuadren en sus ideas previas. El movimiento escéptico mundial (expresión que no me gusta demasiado pero que la uso porque se está imponiendo entre las asociaciones escépticas) no parece haber comprendido esto del todo: se siguen pidiendo pruebas y demostraciones (y es bueno pedirlas, no obstante), pero no nos damos cuenta de que al creyente no le hacen falta. Sociológicamente la ciencia es percibida como algo amenazante, o como algo que nos oculta la verdad sobre esta particular intuición nuestra (me pongo en el papel de un creyente convencido en los ovnis); ¡qué más me da a mi que no haya sido contrastada según el método científico! A los ufólogos les importa bien poco Popper… El panorama no es tal extremista como lo he presentado: de hecho los ufólogos de preocupan de presentar «pruebas» en forma de fotos, vídeos, trocitos de sustancias «extrañas» y los propios testimonios humanos. Para ellos son pruebas válidas. Pero lo que sustentan es una creencia, igual que la creencia en el poder curativo de una reliquia sagrada fortalece la creencia en unos seres superiores. Esto sería una «prueba» de la existencia se esos seres superiores. Para nosotros se trata más bien de efectuar interpretaciones, y no tanto seguir constatando la indigencia de la ufología como ciencia.

Saludos.

Ricardo Campo.


Me adhiero a las matizaciones que hace Ricardo Campo sobre el texto de Luis Ruiz. Creo que soy una persona poco sospechosa de suscribir la HET o cualquier otra tesis irracionalista (si no estáis de acuerdo en esto, decídmelo y sin ningún problema os desconectaré para siempre de la lista >:-)), pero me cuesta mucho tragar sin reparos un comentario como el de Luis Ruiz que para mí peca de partir de bases fisicalistas para juzgar un asunto que en absoluto las posee y que es más una cuestión sociológica -pero tampoco exclusivamente- que otra cosa, de ahí la incongruencia que le veo. Desde este punto de vista -y aprovechando cobardemente que Ignacio no nos lee- apunto también que estas consideraciones me hacen dudar sobre la rotunda negativa que algunos enarbolan respecto a las posibilidades de la ufología como ciencia. Entendida, aclaro, como estudio del hecho sociológico que representa la interpretación en clave platillista de estímulos no identificados, no como el análisis fisicalista de supuestas naves extraterrestres.

Matías Morey


Considero excelente el artículo de Luis Ruiz por 2 razones fundamentales:

1) No anda con medias tintas o ambigüedades.

2) Es contundente y directo al discurso que se suele presentar en los medios.

No encuentro ninguna incongruencia (como acusa Matías), por el contrario, los aspectos sociológicos están contemplados y el punto central está perfectamente definido. Tampoco sé qué nuevas interpretaciones sociológicas, psicológicas o psico-sociales se van a poder aportar y que no se hayan dicho en cuestiones de psico o socio de la creencia y/o religión. Tampoco entiendo la acusación gratuita de «fisicalista», cuando en la lista se siguen analizando y desmenuzando casos.

Ricardo Campo comenta: «En primer lugar creo que, salvo que alguien opine lo contrario, cualquiera de nosotros suscribiría al cien por cien lo que afirma Luis Ruiz en su artículo; pero todo ello, sin restarle mérito, ya estaba dicho o sabido. Quiero decir que son esas las coordenadas desde las que la mayoría de nosotros intentamos pensar el fenómeno ovni. Ese es nuestro status quo de la cuestión de los ovnis.»

¿En qué quedamos? Está todo dicho y sabido pero se siguen desmenuzando casos, ¿para qué? Si ya conocen el final, ¿qué nueva interpretación sociológica (y que no se haya dicho) van a aportar?

Continúa Ricardo Campo: «El movimiento escéptico mundial (expresión que no me gusta demasiado pero que la uso porque se está imponiendo entre las asociaciones escépticas) no parece haber comprendido esto del todo: se siguen pidiendo pruebas y demostraciones (y es bueno pedirlas, no obstante), pero no nos damos cuenta de que al creyente no le hacen falta.»

El M.E.M. la tiene más clara que vos Ricardito, la simbiosis creyentes-escépticos se nutren mutuamente (no podía ser de otra manera). La interpretación psico-sociológica que puedas hacer, necesita un paso previo que es precisamente contra-argumentar contra un discurso «fisicalista» que te presentará el ufólogo creyente. ¿Que al creyente no le hacen falta pruebas y demostraciones? FALSO. Las quieren, las necesitan y se muerden los codos porque no las consiguen. Vos también colaborás (aunque temas reconocerlo) para que se muerdan los codos. El discurso ambiguo y tembloroso (que no es el que maneja precisamente Luis Ruiz) es el que más les alimenta -a los creyentes- la esperanza de encontrar la prueba definitiva. Cuando se enfrentan a un discurso frontal, claro y sin pelos en la lengua, terminan reconociendo (cayendo) su credo, y ahí es cuando le diremos GRACIAS y ahora sí pueden ir a rezar a la iglesia. Es como tú dices, esto pasa en todas las pseudociencias. La tarea de los M.E.M. es ponerlos en su sagrado lugar (y es de donde no deberían salir disfrazados). El objetivo de los M.E.M. no son los creyentes (de ellos sólo se nutre) sino los dudosos y curiosos (también hay grados) que puedan ser presa del engaño y/o autoengaño y finalmente terminen sumándose a la manada.

Conclusión: menos matizaciones-ambigüedades-contradicciones-nies, y más claridad y definiciones.

Hasta pronto,

Enrique Márquez


Gracias por sus comentarios sobre el texto de Luis, supongo que de algo sirvió meterme a esta lista, ya los estoy viendo discutir (y como tengo un espíritu profundamente morboso -y a mucha honra- no saben cómo me divierto). Seguro Luis se pondrá feliz por sus comentarios. Ya casi lo convenzo de que le entre a este cybermundo abstracto…

Sobre sus comentarios pienso que tanto Matías como Enrique y Ricardo tienen razón, es cierto que en algunos sentidos el discurso es «fisicalista» porque argumenta de una forma técnica dejando a un lado lo social. Sin embargo no pierde de vista lo filosófico y cita a Popper y acepta que las respuestas científicas no son verdades. ¿Cómo creer que lo que creemos tiene algo que ver con lo que las cosas son? La realidad está ahí pero es inalcanzable para los hombres. La misma idea de que pueden existir otros seres con vida que viajan desde otros planetas son conceptos humanos. El concepto «viaje» es humano ¿Por qué habrían de viajar otros seres si semejante concepto no entra en su estructura de supuesto pensamiento? Igual y el pensamiento estructurado a nuestra manera no tiene que ver nada con los posibles «pensamientos» de otros seres. Con una «razón» de otro orden ¿por qué lo lógico en la mente de otro animal tendría que ser lógico..? Creo que el egoísmo del hombre (ese del que se habla siempre) está más bien en seguir pensando que hay otras cosas que corresponden a su condición humana… Todo por no querer aceptar que la «razón» adquirida por el hombre es un accidente difícilmente duplicable que corresponde a millones de factores de este planeta (incluyendo lo social e histórico). Siquiera creo que haya algo mínimo parecido al pensamiento tal y como lo entendemos (por no decir pensamiento humano) en el cosmos. Eso sí es ser escéptico.

Oscar.


Enrique Márquez escribió:

>Considero excelente el artículo de Luis Ruiz por 2 razones fundamentales:

>1) No anda con medias tintas o ambigüedades.

No, ni yo tampoco, ni Anomalist. Lo que pasa es esto no es una escuela rígida de pensamiento: cada uno tiene el suyo. Libérrimos que somos…

>2) Es contundente y directo al discurso que se suele presentar en los medios.

Estupendo.

>No encuentro ninguna incongruencia (como acusa Matías), por el contrario, los aspectos sociológicos están contemplados y el punto central está perfectamente definido.

Los aspectos sociológicos en el texto de Ruiz se deducen: no son explícitos.

>Tampoco sé qué nuevas interpretaciones sociológicas, psicológicas o psico-sociales se van a poder aportar y que no se hayan dicho en cuestiones de psico o socio de la creencia y/o religión.

Bien, esa es la puerta que deja abierta Matías Morey. Yo también tiendo a pensar que las ciencias humanas académicas puedan dar cuenta de la creencia ovni, es decir, que, como dice un refrán español, «para este viaje no nos hacían falta estas alforjas», donde el «viaje» son los ovnis, y las «alforjas» la ufología como ciencia de nuevo cuño que habría que inventar para estudiar el objeto «ovni». Esto es lo que piensa también Cabria y por eso bromeaba Morey con que «aprovechando que Nacho no nos oye…». Bueno, tampoco sé con exactitud si Morey piensa que la ufología puede aportar algo DESDE DENTRO al conocimiento de la creencia ovni, tal vez piense que la creencia necesite alguna aproximación novedosa o específica, aunque no sea determinante, y que sea la ufología la que esté en condiciones de hacerlo, por su ya antigua relación con el «objeto de estudio». A mí no me escandaliza que lo piense; probablemente me obligue a pensar más sobre mis opiniones…

>Tampoco entiendo la acusación gratuita de «fisicalista», cuando en la lista se siguen analizando y desmenuzando casos.

Una cosa no quita la otra. Libertad de enfoque se llama eso. O complementariedad.

>Ricardo Campo comenta: «En primer lugar creo que, salvo que alguien opine lo contrario, cualquiera de nosotros suscribiría al cien por cien lo que afirma Luis Ruiz en su artículo; pero todo ello, sin restarle mérito, ya estaba dicho o sabido. Quiero decir que son esas las coordenadas desde las que la mayoría de nosotros intentamos pensar el fenómeno ovni. Ese es nuestro status quo de la cuestión de los ovnis.» ¿En qué quedamos ? Está todo dicho y sabido pero se siguen desmenuzando casos, ¿para qué? Si ya conocen el final, ¿qué nueva interpretación sociológica (y que no se haya dicho) van a aportar?

Lo que pasa es que yo no tengo compartimentos estancos en mi aproximación al fenómeno ovni. Cualquier cosa que sirva para hacer luz me parece interesante, Borraz, Cabria, qué más da… La gente sigue reportando observaciones de apariencia anómala: suficiente para que el interesado se aplique a ellas. La leyenda se reconvierte, se agregan motivos, evoluciona, está viva, ¿quieres más motivos? Yo no conozco el final de esto.

>Continúa Ricardo Campo: «El movimiento escéptico mundial (expresión que no me gusta demasiado pero que la uso porque se está imponiendo entre las asociaciones escépticas) no parece haber comprendido esto del todo: se siguen pidiendo pruebas y demostraciones (y es bueno pedirlas, no obstante), pero no nos damos cuenta de que al creyente no le hacen falta.» El M.E.M. la tiene más clara que vos Ricardito,

Pues me alegro un montón… la simbiosis creyentes-escépticos se nutren mutuamente (no podía ser de otra manera). La interpretación psico-sociológica que puedas hacer, necesita un paso previo que es precisamente contra-argumentar contra un discurso «fisicalista» que te presentará el ufólogo creyente.

Bien, pero no nos quedamos ahí… vamos a esa hermenéutica de los ovnis…

>¿Que al creyente no le hacen falta pruebas y demostraciones ? FALSO.

No sé si leíste del todo mis comentarios al artículo de Ruiz: allí dije que sí necesita pruebas y demostraciones, pero NO DEL MISMO TIPO que en la investigación científica. Claro, estrictamente no son pruebas válidas en absoluto, pero ELLOS LAS LLAMAN PRUEBAS; así de «contaminados» están por el discurso cientifista, X-DD al que usan cuando les beneficia (las especulaciones SETI por ejemplo).

Las quieren, las necesitan y se muerden los codos porque no las consiguen. Vos también colaborás (aunque temas reconocerlo) para que se muerdan los codos.

No si yo no temo reconocerlo. Además tengo experiencia en listas de creyentes que me morderían a mí en vez de a sus codos si pudieran…

>El discurso ambiguo y tembloroso (que no es el que maneja precisamente Luis Ruiz) es el que más les alimenta -a los creyentes- la esperanza de encontrar la prueba definitiva.

¿De quién hablas? Por lo menos mi discurso no es ambiguo ni tembloroso. Lo que pasa es que no creo en el Movimiento Escéptico Internacional (¡lo que me cuesta escribir estas palabras con mayúscula inicial!). Mi escepticismo es previo a la constitución de ningún concilio del pensamiento correcto: no deseo que nadie se lo apropie. Me molesta fundamentalmente la tomadura de pelo a los crédulos por parte de los «Maussanes», «Beníteces» y «Zerpas» que pululan por ahí. Por lo demás considero al artículo de Ruiz reduccionista, lo cual no es ni malo ni bueno, ES, desde mi punto de vista, pero eso no lo invalida por supuesto. Estamos ante una leyenda (y la posibilidad de fenómenos extraños o poco conocidos para la ciencia, como por ejemplo los sprites y rayos en bola; esto se ha dicho tantas veces que ya me empieza a cansar tener que repetirlo una vez más…) que no se REDUCE a una pseudo-ciencia que no ha sido capaz de convertirse en ciencia.

>Cuando se enfrentan a un discurso frontal, claro y sin pelos en la lengua, terminan reconociendo (cayendo) su credo, y ahí es cuando le diremos GRACIAS y ahora sí pueden ir a rezar a la iglesia.

Esto no lo entiendo.

>Es como tú dices, esto pasa en todas las pseudociencias. La tarea de los M.E.M. es ponerlos en su sagrado lugar (y es de donde no deberían salir disfrazados).

Eso díselo a Benítez… Sólo le falta ponerse una bata blanca cuando habla de ovnis.

>El objetivo de los M.E.M. no son los creyentes (de ellos sólo se nutre) sino los dudosos y curiosos (también hay grados) que puedan ser presa del engaño y/o autoengaño y finalmente terminen sumándose a la manada. Conclusión: menos matizaciones-ambigüedades-contradicciones-nies, y más claridad y definiciones.

No he visto ni una sola ambigüedad en lo escrito por mí (así de chulo soy ;-)) ni en lo escrito por Morey. Y en cuanto a las matizaciones y las contradicciones HABRÁ TODAS LAS QUE SE CONSIDEREN OPORTUNAS, ETERNAMENTE Y POR SIEMPRE, PORQUE CREO QUE NO HAY SENTIDO, QUE ALGÚN DIOS CREÓ EL MUNDO Y SE RETIRÓ, QUE LA HISTORIA NO TIENE FINAL, QUE NO HAY NINGÚN ESPEJO EN EL QUE SE REFLEJE NUESTRA RAZÓN DE FORMA PURA, QUE ESTO NO ALIMENTA EN ABSOLUTO LAS CREENCIAS MÁS IRRACIONALES, Y QUE, FUNDAMENTALMENTE, CREO EN EL REALISMO HEROICO, O SEA, QUE EL SER HUMANO ES UN SER INACABADO, Y POR TANTO, LLENO DE MATICES CONTRADICCIONES. Y si mi amigo Alejandro Borgo cree que esto es pura poesía (de la mala, claro)… pues está en su derecho 🙂 Enrique: el debate es lo único que nos mantiene vivos: no veas blandura donde otros expresan simples opiniones pero de forma tan contundente como puede ser la tuya.

Saludos cordiales.

Ricardo Campo.

El ovni de Black River Falls

57 años después se revela como fraude el misterio del platillo volador de Black River Falls

Por Autumn Grooms

La Crosse Tribune

Black River Falls, Wis. –

Casi seis décadas después, Bob Huntley sigue siendo renuente a hablar de la broma extraterrestre que hizo, en 1947, a la gente de Black River Falls.

«Sólo estaba tratando de hacer un poco más excitante el verano», explicó la semana pasada en una entrevista telefónica desde su hogar en Lexington, Virginia.

Nunca pensé que se convirtiera en un caso federal.

Pero cuando un platillo volador bastante realista aterrizó en un campo de juegos, eso es justo en lo que se convirtió.

La Civil Air Patrol voló desde Milwaukee para hacer una inspección.

El FBI se interesó.

«Fue entonces cuando me asusté», dijo Huntley, de 76 años, después de declinar inicialmente ser entrevistado por el La Crosse Tribune.

Su historia se descubrió recientemente cuando envió anónimamente una carta al periódico en la que detallaba los pormenores.

Ver el fraude del 10 de julio de 1947 en la página A-6.

«Por supuesto que fue un fraude, pero sus perpetradores han permanecido anónimos durante unos 57 años», escribió el abogado John McDonald del La Crosse. «Pienso aclarar lo mejor posible el misterio, para dar el crédito debido a quienes crearon el platillo».

Así que pensando que había dejado todo en el olvido del tiempo, Huntley compartió sus recuerdos de la historia del platillo volador.

Él tenía 17 años por ese entonces. Pasó la primera parte del mes trabajando en la carpintería de su abuelo y en la tienda de pinturas de Black River Falls.

El exterior del platillo fue hecho con un tablero, y el interior de madera de balsa, con un motor hecho con viejas piezas de varios motores, y un bulbo fotoeléctrico de un viejo proyector de películas.

Con la ayuda de tres amigos «“Bud Bowler y sus primos John y Dan McDonald– Huntley «estrelló» el platillo en un lugar en donde estaba seguro que lo notarían. El platillo medía 15,5 pulgadas de diámetro, 4 pulgadas de altura y pesaba una libra y media.

Fue el finado Sigurd Hanson, quien era el electricista de la ciudad de Black River Falls, quien descubrió el platillo en la hierba del parque de atracciones del condado de Jackson cuando él, George Dickie y Aleck Gundreson instalaban la iluminación en campo de béisbol, según una vieja edición del Tribune.

La noche anterior, Huntley y el grupo de jóvenes habían utilizado palas para cavar una pista de aterrizaje para el platillo.

«Tuvimos que escoger un lugar en donde sabíamos que el disco sería encontrado, y sabíamos que habría un juego de pelota programado para la siguiente tarde», dijo Huntley.

«Entonces resultó que Sig Hanson tenía que hacer algún tipo de trabajo (en el parque)».

«Él era un fino caballero, y estoy muy apenado por las molestias que le debo haber creado», agregó Huntley. «Un muchacho de 17 años no piensa en estos términos».

Mientras la ciudad se preguntaba sobre el platillo volador, crecían los rumores. El Tribune publicó una edición especial sobre el descubrimiento, el 11 de julio de 1947, anunciando, «Se encontró un platillo volador en Black River Grounds».

McDonald dijo que tuvo «MIEDO, con mayúsculas», y eso lo condujo guardar silencio sobre el incidente durante todos estos años.

Huntley agregó. «No quería ser arrestado por el FBI o ser encarcelado por el ejército o por otros».

McDonald dijo que le vino la idea de confesar cuando limpiaba su garaje y encontró algunos recuerdos. Entre los artículos estaba la edición del Tribune del domingo, 13 de julio de 1997, con el encabezado, «Black River Falls se jacta de poseer un «˜misterio»™ de 50 años».

La historia contaba cómo el platillo era un fraude que nadie había podido explicar. Había especulación en torno a quién estaba detrás del fraude, y se incluían los nombres de Sig Hanson y su hijo, Jim, quien estudiaba ingeniería eléctrica en la UCLA y estaba en casa ese verano a la hora en que se descubrió el platillo volador.

«Pienso que (Huntley) debería tener todo el crédito», dijo McDonald la semana pasada.

¿La razón para hacer el fraude?

«Fue sólo para dar un poco de diversión a un pueblo pequeño», dijo Huntley. «Originalmente pensé que lo encontrarían los muchachos al día siguiente».

Huntley dijo que el platillo fue llevado a la Universidad de Minnesota, en donde se le colocó en un túnel de viento y demostró tener características aerodinámicas excelentes.

«Â¡Pero los funcionarios no tuvieron ninguna duda y descubrieron rápidamente que no era del espacio exterior!, La madera de la balsa pudo también haber sido una pista».

«Lo último que oí», dijo, «fue que terminó en los terrenos de prueba del ejército en algún lugar de Nebraska, quizá en Omaha. Eso fue lo último que oí del platillo».

http://www.lacrossetribune.com/articles/2004/10/10/news/00lead.txt

Las fotos corresponden a la obra «Crash Landed Flying Saucer», que pertenece al Programa de Arte en Lugares Públicos y se encuentra en el parque Arroyo de la ciudad de Davis, California.

El tal Noguez gana el premio Cuadernos de Ufología 2006

Matías Morey

Apreciado amigo:

Tengo la satisfacción de comunicarte que el Patronato de la Fundación Anomalía, reunido este pasado fin de semana, decidió concederte el Premio Cuadernos de Ufología http://www.anomalia.org/d002.htm> en reconocimiento a tu ya prolongada trayectoria en el campo de la ufología y de las anomalías, y en especial a tu incansable labor por difundir la vertiente más racional y objetiva de estos fenómenos, primero a través de los medios escritos y luego de los electrónicos, como «Perspectivas» y tu blog «Marcianitos Verdes». Sólo por la calidad de este último ya estaría plenamente justificada la concesión del premio, pero lo cierto es que en tu caso hay mucho y bueno donde escoger, y además supone galardonar a un investigador que ha colaborado activamente en diversas ocasiones con nosotros, primero con «Cuadernos de Ufología» y más tarde con la Fundación Anomalía

El premio en sí no tiene dotación económica, pero remitimos siempre un diploma acreditativo al ganador.

Mi más efusiva enhorabuena por tan bien merecido premio. Recibe mis felicitaciones y un cordial saludo,

Zombis ¿Muertos vivientes o drogados permanentes?

ZOMBIS ¿MUERTOS VIVIENTES O DROGADOS PERMANENTES?[1]

Por siglos ha pervivido la leyenda de los zombis o muertos vivientes, y hace apenas unos años se contabilizaron más de un centenar de hechiceros creadores de zombis en Nueva York. ¿Realmente existen, o son una especie de autómatas movidos por poderosísimas drogas? He aquí la respuesta.

A principios del siglo XIX, Moreau de Saint-Mery escribió la primera monografía del vudú y en ella adoptó la ortografía Vandoux y propuso una teoría para explicar el origen de esta secta. Según él, la palabra vudú se deriva del nombre de un hereje: Valdesius. Los seguidores de Valdesius, los valdenses, adquirieron tal poderío en la Edad media que llegaron a convertirse en un fuerte dolor de cabeza para la iglesia romana. Su nombre se convirtió en sinónimo de brujería, y a la esencia fundamental de la hechicería se le nombró Vaudoisie.

Sin embargo, la hipótesis de Moreau no era correcta. Investigaciones posteriores determinaron que el nombre del culto, así como el culto mismo, son de origen africano. El Vudú procede del reino de Dahomey, África, de donde partieron numerosas caravanas de esclavos rumbo a América. Según Robert W. Pelton, el culto y las concepciones religiosas de estos africanos tuvieron un mayor arraigo en la isla de Haití.


Alfred Métraux, antropólogo que vivió varios años en Haití estudiando el fenómeno, asienta en su obra Vudú, que la traducción más exacta de la palabra es «Ser todopoderoso y sobrenatural».


PROLIFERACIÓN DE UN RITO

Aunque las creencias y prácticas mágicas del vudú se hallan sobre todo concentradas en la isla de Haití, se difundieron también en los Estados Unidos, Francia y Canadá. Esto se debió a diversos factores, entre los que se encuentran, la cercanía geográfica, el idioma y el comercio de esclavos. El primer centro vudú de los Estados Unidos se fundó en el siglo XVIII, en Louisiana. El rito se extendió a Georgia y Carolina del Sur, y luego a Norte, a los ghettos y barrios humildes de las grandes ciudades industriales.

En 1978 Hugh J. B. Cassidy, jefe de policía del Distrito 77 de Nueva York, calculaba que en Brooklyn, en la zona Bedford-Stuyvesant, había 30 Houmfors (templos) secretos, y ejercían no menos de cien Houngans y Mambos (sacerdotes y sacerdotisas). Estudios recientes revelan que, sólo en Haití, hay más de tres millones y medio de seguidores del vudú.

Este arraigo a la religión vudú por parte del pueblo haitiano no pasó inadvertido para el difunto dictador Francois Duvalier, alias «Papa Doc». Numerosos artículos periodísticos afirmaban que Duvalier recurrió a la cara oscura del vudú para mantener el dominio sobre ciertos estratos de la sociedad haitiana. Los creyentes del vudú lo consideraban como el Supremo Houngan, y él utilizaba hábilmente este hecho y la ignorancia de sus «súbditos». Poseía una siniestra policía secreta: tipos salvajes, enmascarados por las gafas oscuras que jamás se quitaban en público, lo cual les daba un aspecto más sombrío. Eran los Tonton Macoutes, que algunos consideraban como magos, y otros como zombis.


¿QUÉ O QUIÉNES SON?

De acuerdo con la tradición haitiana, los zombis son aquellas desafortunadas criaturas que han sido regresadas de la muerte por brujos diabólicos, llamados Bocors, y mantenidos como esclavos. Los zombis son explotados por sus dueños y se reconocen por sus ojos vidriosos, su voz nasal y su aire ausente.


«Un zombi permanece en la misteriosa zona entre la vida y la muerte «“dice Métraux-. Se mueven, comen, oyen a los que les hablan, y aún hablan, pero no tienen memoria y conocimiento de su condición».

Para salvarlos de su destino, los supersticiosos ancianos creen que se les debe «matar» nuevamente, cortándoles la garganta.

Se dice que los zombis son seres tranquilos mientras no comen sal; si llegan a probarla reparan en su condición de esclavos y su ira es incontenible. Matan a su dueño y destruyen sus pertenencias; luego regresan a su tumba.

El escritor americano William H. Seabrook describe así su encuentro con un zombi durante su visita a Haití en 1923:


«Los ojos eran lo peor. No se trataba de mi imaginación. Eran verdaderamente los ojos de un muerto, no unos ojos ciegos , sino abiertos, que miraban hacia un punto indeterminado, sin ver. Toda la cara era algo horrible. Era hueca, como si nada tuviera por detrás. No sólo parecía inexpresiva, sino también incapaz de la menor expresión. En ocasiones previas ya había visto en Haití un montón de cosas fuera de la experiencia normal y en ese instante nauseabundo, casi de pánico, pensé, o mejor sentí: «˜Â¡Cielo santo!, tal vez estas cosas sean ciertas…»™»

La historia más conocida de Seabrook es aquella que dice que ocurrió en el verano de 1918. Aquel verano había sido uno de los mejores para el campo. Se rompieron todos los records de producción de azúcar. Las fincas necesitaban de mano de obra para poder recoger la cosecha.

Una de las plantaciones, pertenecientes a la Haitian-American Sugar Corporation (HASCO), recibió la visita de un grupo de hombres aparentemente desnutridos dirigidos por un capataz llamado Ti Joseph. Dijo que venían de un lugar cercano a la frontera con República Dominicana, un pueblo aislado. Sus muchachos nunca habían salido fuera del pueblo, por lo que se encontraban un tanto nerviosos y deseaban trabajar lejos de los demás campesinos. Se ponía sus servicios a la disposición de los dueños de la finca.

Como el trabajo era mucho y los brazos eran pocos. Los dueños de la plantación aceptaron contratar a los trabajadores. No se arrepintieron. La cuadrilla de Ti Joseph fue la que cosechó la mayor cantidad de caña, sin que se les notara el cansancio. Al final del día se retiraron a sus cabañas a comer y a descansar. La misma rutina la seguirían hasta el domingo. Ese día, Ti Joseph cobró por el trabajo y se dirigió a los bares de la ciudad de Port-au-Prince.

Una de las mujeres de los capataces se dio cuenta que los demás trabajadores se habían quedado en la cabaña. Le pareció que eso no era justo y fue para invitarlos al festival de la iglesia. Al llegar a la feria les dio a cada uno de ellos una bolsa con donas y otra con cacahuates. Cuando comenzaron a comer los cacahuates salados sufrieron una transformación extraordinaria. Comenzaron a llorar y a gritar jalándose el cabello. Pronto corrieron en diversas direcciones.

Días más tarde llegaron a sus casas y fueron reconocidos por sus parientes. Todos habían muerto meses atrás y habían sido enterrados.

Todas estas historias son interesantes como cuentos de terror, pero, ¿existen o no los zombis? Las opiniones están divididas. Los que no reconocen su existencia, sostienen que en la isla, sobre todo en el interior de Haití, hay retrasados mentales, seres que no hablan, o que temen a la gente. A esos, los campesinos los llaman zombis. En cada anormal, en cada loco, en cada ser solitario, los campesinos y supersticiosos ven a un zombi. Otros se preguntan qué puede ganarse si se convierte en zombis a los muertos. ¿Ahorrarse el salario que tendría que pagar a un vivo? Aunque los jornales son bajos en ese país, ese ahorro representan una verdadera diferencia económica.

En cierto sentido tienen razón los escépticos: la imaginación popular es tan grande que convierte a los locos y retrasados mentales en zombis. Sin embargo, para quienes sí creen en ellos, éstos forman parte de la realidad de los poderes de los brujos vudú. No obstante, es probable que muchos de los relatos de supuestos zombis puedan ser originados por observaciones de retrasados mentales ocultos por sus familias. Tal vez, por pena, los declaran muertos mientras los ocultan de la sociedad. Algún descuido hace que escapen, muchos años después, y son identificados como «muertos vivientes». Así ocurrió en un caso que relata Alfred Metraux. Le presentaron una zombi, pero al día siguiente fue identificada como una joven retrasada mental que se había fugado de su casa, donde sus padres, por lo general, la tenían encerrada bajo llave.

Lo mimo pensaba Seabrook. Su conclusión, luego de meses de estudio, era que los zombis que había visto sólo eran «pobres seres mentalmente débiles, idiotas, forzados a trabajar en el campo».

Metraux cuenta historias similares a las de Seabrook. Una de ellas dice que una joven que rechazó las proposiciones de un bocor fue amenazada por el brujo. La joven, como era de esperar, enfermó y murió. Por alguna razón que se desconoce, la enterraron en un ataúd muy pequeño, por lo que tuvo que ser doblada del cuello. Al ejercer fuerza para meter el cuerpo en el ataúd, una de las velas cayó dentro y le quemó el pie. Años más tarde la gente aseguró haber visto a la muchacha. Era perfectamente reconocible por su encorvamiento y por el pie quemado. Se dijo que el bocor la había convertido en zombi y la tenía en calidad de amante y criada.

El antropólogo británico Francis Huxley relata una historia que a su vez le contó un cura católico. En 1959 se encontró un zombi vagando por el pueblo. Entre varios ciudadanos lo llevaron a la comisaría, pero la policía estaba tan aterrada que decidieron ponerlo en la calle nuevamente. Alguien sugirió darle agua con sal. El zombi pudo, al fin, decir su nombre. Buscaron a su tía, que vivía cerca de la comisaría. La mujer lo identificó plenamente y dijo que había sido enterrado cuatro años atrás. El zombi reveló el nombre del brujo que lo había mantenido cautivo y dijo que había más como él en la plantación. Se trataba de un bocor muy poderoso. La policía se limitó a enviar una nota ofreciéndole la devolución de su zombi.

Dos días más tarde encontraron al zombi. Esta vez definitivamente muerto. Al fin se decidió ir por el brujo, pero no lo encontraron, ni a su mujer, ni al resto de los zombis.

Otra historia más. Un hombre rico se detuvo muy cerca de un almacén debido a una ponchadura de llanta. Pasó un anciano y le invitó un café mientras esperaban a un amigo para que les ayudara a cambiar el neumático. Mientras tomaban café, el viejo le dijo que era un bocor. Su invitado mostró de manera educada su escepticismo. Ante esto el brujo le miró inquisitivamente y le preguntó si había conocido al señor Célestin, que había muerto seis meses antes. El hombre rico dijo que casualmente eran amigos entrañables. «¿Le gustaría verle?» murmuró el brujo. Entre asombrado y curioso, el invitado asintió levemente con la cabeza. El anciano restalló su látigo seis veces y se abrió una puerta. Con pasos torpes, mirada perdida y en actitud sumisa entró Célestin. El hombre rico le adelantó su taza de café, pero el brujo se interpuso. Le explicó que era muy peligroso dar a una persona muerta algo en la propia mano. Ordenó que se retirara el zombi y luego le explicó que otro brujo se lo había vendido por 12 dólares.


PARA FABRICAR UN ZOMBI

Los que creen en ellos han elaborado inclusive interpretaciones acerca de su creación. Según ellos, muchas personas ávidas de riqueza, honores, salud o éxito, solicitan un favor de un brujo bocor. Este puede exigirles a cambio su espíritu. Si el creyente acepta las reglas establecidas por el bocor, el mago comienza su trabajo. Pasa el tiempo, y una noche el brujo llega hasta la cabaña de su «cliente». Viene montado en su jumento, pero dando la cara ala grupa. Desciende, arrima su boca a cualquier grieta y aspira el alma del desgraciado, encerrándola en un cobi (una botella con tapón de rosca). El infortunado cae en una especie de trance y no tarda en fallecer. Al día siguiente sus parientes lo encuentran muerto y, luego de velarlo, lo entierran. Después, el hechicero acude al cementerio e invoca a los Loas o dioses principales, mayormente al Barón Samedi (el demonio) y lanza un grito de exhorto al cadáver. Hace que sus ayudantes lo desentierren. Pronuncia el nombre de la víctima y, puesto que el brujo tiene su alma, la persona muerta tiene que levantar la cabeza en señal de respuesta. Al hacerlo, el bocor pasa momentáneamente por debajo de la nariz la botella con su alma. El muerto se reanima. Rápidamente los ayudantes le amarran las muñecas. Lo suben sobre el asno y el brujo se lo lleva en ancas hasta su choza, mientras sus ayudantes se quedan a cerrar cuidadosamente la tumba. El brujo debe pasar por la casa de su víctima para asegurarse que éste nunca más reconozca el camino. Al llegar a su destino, el bocor le da una droga para revivirlo. Al volver a la vida, el «muerto» da sus primeros vacilantes pasos como si fuera un robot. El zombi comerá, hablará, escuchará, caminará y verá, pero carecerá de recuerdos y no tendrá conciencia de su estado.

Otros compran a los brujos un baka (literalmente «punto caliente»), loa maligno o alma zombi que se compromete, bajo ciertas reglas y condiciones que establece el bocor, a servir a quien lo adquiere. Por lo regular las condiciones del baka consisten en exigir a su dueño constantes víctimas humanas para saciar su apetito, de preferencia los parientes o amigos del comprador. Finalmente, después de cierto número de años, establecido en el contrato, el bocor se apodera del alma del comprador y lo convierte en zombi para seguir el mismo proceso.

La palabra baka también designa a los espíritus malignos que merodean por los bosques y poblados bajo la apariencia de diversos animales y monstruos desconocidos.

Los haitianos adoptan diversas precauciones para no ser convertidos en zombis. Los que tienen recursos entierran a su muertos bajo una sólida obra de albañilería. Otro lo hacen en u patio trasero o cerca de un camino muy transitado. La mayoría montan guardia continua en el cementerio hasta estar seguros de que el cuerpo se ha descompuesto. Los más drásticos «matan» de nuevo al cadáver. Hay quien coloca un puñal en el ataúd para que sea el propio muerto el que se defienda al momento en que llega el bocor. También les llenan la boca con tierra y les cosen los labios para que no puedan responder al brujo cuando les llama por su nombre.


¿REALMENTE MUEREN?

En su artículo Voodoo Death, el fisiólogo de la Universidad de Harvard, Walter B. Cannon, describe el proceso por medio del cual un creyente en el vudú puede, si se cree víctima de un hechizo, hacerse morir de miedo a sí mismo. El shock autoinducido, que paraliza la circulación y determina que los órganos vitales dejen de funcionar, faltos de oxígeno, puede ser provocado simplemente, según el doctor Cannon, por el «funesto poder de la imaginación obrando a través de un terror desenfrenado».

En este caso sí se obtiene la muerte, no por los poderes de un muñeco vudú o de un brujo bocor, sino por el mismo poder de la autosugestión. Pero ¿qué ocurre en el caso de los zombis?

Ciertos estudios afirman que en realidad el paciente no muere. Es víctima de alguna droga vegetal proporcionada por el brujo, que lo deja en estado de catalepsia, que, como sabemos, hace pensar a los presentes que la víctima ha fallecido. De modo que, para evitar la descomposición del cadáver, los entierros ocurren a las pocas horas del fallecimiento de las personas. Si en realidad no se trata de una muerte real, sino de un estado de catalepsia, esa noche el brujo sacará a la víctima de su tumba. La revivirá usando otras drogas y apelando a ciertas raíces que afectan los centros nerviosos y el cerebro, los dejará sin voluntad. A partir de entonces será como un autómata pero no un zombi (muerto vivo).

Adamson, un especialista americano, afirmó haber descubierto un alcaloide extraído de la planta Kingo-liola, que produce unos efectos fisiológicos de muerte aparente. Otros vegetales (principalmente los del género solanácea, como la Branched calalve), provocan un brusco descenso del ritmo cardiaco, temperatura y otras funciones fisiológicas, sin llegar a provocar la muerte, dejando en ese estado cataléptico o de letargo a quien ingiere su pulpa macerada y filtrada.

Dice el siquiatra español Jiménez Del Oso: «Podríamos imaginar que la víctima así tratada sufra un deterioro neurofisiológico grave, convirtiéndose en un ser al que puede sometérsele mediante sugestión u otras artimañas».


UNA EXPLICACIÓN: LAS DROGAS

Fue el doctor canadiense, de origen haitiano, Emerson Lamarque Douyon quien supuso que el fenómeno de los zombis tenía un fondo de verdad. No se trataba de actos de brujería ni de verdaderos «muertos vivientes», sino de los efectos de algunas drogas.


«Estoy completamente convencido de que lo zombis existen «“declaró el doctor Douyon-. Sé que existen porque los he visto con mis propios ojos. Nos estamos enfrentando con individuos de carne y hueso que han caído en un estado de muerte aparente producido por drogas. Se les ha declarado muertos y han sido inhumados. Luego son exhumados y reanimados por hechiceros vudú quienes les administran drogas».

El doctor Douyon ha pasado los últimos 25 años denunciando fraudes parapsicológicos. Pasó una temporada de 18 meses en Haití estudiando el fenómeno zombi y el culto vudú mientras tenía a su cargo la dirección del Centro Psiquiátrico de la Clínica Médica Albert Schweitser de Port-au-Prince. Logró reunir tres zombis en su clínica: dos hombres y una mujer. Encontró rastros de seis drogas vegetales en su sangre.


«Esas drogas producen un estado cataléptico con el que su pulso y su presión sanguínea son casi imperceptibles. Sin embargo, permiten la oxigenación del cerebro impidiendo así que se produzcan lesiones mientras son enterrados».

Los futuros zombis, una vez declarados muertos y sepultados públicamente, son exhumados por el hechicero vudú que les suministró la droga. Los brujos logran esclavizar a estas gentes por el resto de sus vidas, manteniéndolos en un estado de idiotez, agregando pequeñas cantidades de la misma droga, como parte de su dieta diaria. Se han dado casos, sin embargo, en que los zombis han logrado escapar del embrujo y volver a su vida normal. Estos casos los veremos más adelante.

En un principio Douyon desconocía la naturaleza exacta de la droga, aunque sospechaba que era extraída de algunas flores de la familia de la Datura. Para comprobar su hipótesis, Douyon inyectó una poción de un extracto de esta planta a perros y ratones. Detectó un descenso notorio en sus signos vitales y actividad motora. Los animales pierden su vivacidad y entran a un estado comatoso que dura unas tres o seis horas, dependiendo de la dosis inyectada. Una vez pasado este tiempo, los animales sujetos al experimento se recuperaron totalmente.

Continuará…


[1] Publicado originalmente en Ruiz Noguez Luis, Los zombies. ¿Muertos vivientes o drogados permanentes?, Revista de Geografía Universal, Año II, Vol. 20, No. 3, México, septiembre de 1985, Págs. 273-288.

Los extraterrestres de Beckjord

LOS EXTRATERRESTRES DE BECKJORD

De vez en cuando eBay, la agencia de subastas por Internet, nos da grandes sorpresas. A finales del 2003 apareció una extraña oferta: vendían «9 fotografías auténticas de extraterrestres» en el módico precio de un millón de dólares: una bicoca.

Además, el vendedor Jon-Erick Beckjord, ofrecía el envío gratis. Eso sí, sólo dentro del territorio de los Estados Unidos.

Por si esto fuera poco, se comprometía a ceder los derechos de autor de las fotografías al comprador.

No sólo eso. Como si fuera una oferta de esas que se anuncian por televisión, añadía los servicios de su laboratorio fotográfico para autentificar las fotografías.

Si aún no estaba convencido, Beckjord incluía una carta de un laboratorio fotográfico independiente que afirmaba que las fotos no habían sido trucadas, ni fueron modificadas con photoshop.

Para concluir la oferta anexaba otra carta de un zoólogo que declaraba que las entidades que aparecían en las fotos no eran de ninguna manera animales de la Tierra.

¡Toda una oferta! De haberse enterado Jaime Maussán, hubiera pedido dos para llevar.

El anuncio en eBay decía:

Fotos extraterrestres: Las primeras y genuinas.

Número de artículo: 3237766352

¿Vendedor de este artículo?: Firme para conocer sus datos.

Oferta inicial: US $ 1,000,000.00

Final:

Aug-23-03 20:45:06 PDT

Historia: 0 ofertas

Localidad: San Francisco, CA, Estados Unidos.

Información del vendedor: Beckjord (15*).

Taza de retroalimentación: 15

Retroalimentación positiva: 100%

Registrado: Mar-28-99 en Estados Unidos

Descripción:

Edad: 1940

Color: Color

Región/País: Norteamérica

Tema: Animales-Vida salvaje

Dimensión más grande: 6″ «“ 12»

Marco: Sin marco

Lo incomprensible fue que, a pesar de que eBay recibió 1866 visitas, nadie se animó a comprar las fotos.

¿Quién era este Beckjord? ¿Qué mostraban sus fotos?

DE CRIPTOZOÓLOGO A UFÓLOGO

Erick Beckjord es un personaje muy conocido en el mundo de la criptozoología. Por años se ha dedicado a investigar y tratar de probar la existencia del Bigfoot en el territorio americano. Para ello implemento diversos proyectos: Grendle, Bigfoot y Sasquatch Research Project (en realidad simples acampadas en busca del bigfoot). Sus centros de operaciones estaban en Seattle y Bellingham, en el estado de Washington.

En 1978 entró en contacto con Judy Grant, una dama del área de la bahía de San Francisco, quien decía poseer una foto de un bigfoot rubio. Beckjord había escuchado en el programa radiofónico del locutor Dr Don que la señora Grant había tomado esa fotografía en un lugar de El Dorado National Forest.

Erick se puso en contacto con la señora Grant y acordó trasladarse de Bellingham, su hogar de residencia, a San Francisco, para ver la foto e ir a investigar el área para buscar y fotografiar el bigfoot.

La señora Grant había tomado varias fotos de sus vacaciones con una cámara de formato 110 de $ 40.00. En una de ellas aparecía una gran figura del otro lado de una charca. Ella nunca vio nada cuando estuvo de acampada. Pero al regresar a su casa y revelar sus fotos, varios de sus amigos creyeron ver la figura de un bigfoot de cabello rubio.

El o la bigfoot rubio era de color marrón y estaba a unos 40 metros de la cámara, del otro lado de la cañada.

La foto fue tomada justo en la madrugada, cuando los rayos del sol caían sobre la arboleda pintándola de tintes dorados y rojizos. El sol estaba a espaldas de la fotógrafa. ¿Será este bigfoot una simple formación de la maleza?

Pero para Beckjord eso no es así. Según el criptozoólogo la fotografía muestra un verdadero sasquatch ¡con todo y cría!

Erick ve una pequeño sasquatch en el hombro de la bigfoot (porque para él se trata de una hembra), y un bigfoot adolescente (12 años, según Beckjord) al lado de su madre.

Estas otras figuras tampoco fueron vistas por la señora Grant, ni por sus amigos que analizaron las fotografías. Sería Beckjord el que las «descubriría».

Grant y Beckjord se dirigieron a El Dorado National Forest, para investigar el sitio en donde se habían tomado las fotos. A la mañana siguiente se internaron en el bosque para buscar huellas. Al regresar encontraron que la camioneta pickup tenía la puerta trasera abierta, pero no habían robado nada: todo estaba en su lugar.

Nuevamente se internaron en el bosque, esta vez llevando la camioneta. Llegaron al sitio en donde la señora Grant había tomado su foto, 30 días antes. Midieron el árbol utilizando como escala una rama que aparecía en la foto. La altura que calcularon al bigfoot era de ¡3 metros!

Beckjord bautizó a esta figura con el nombre de Connie. Dijo que además de ella y de sus crías había un sasquatch macho: Thom.

Durante la noche escucharon ruidos de pisadas sobre la hierba y aullidos, que no eran de coyote. Las pisadas llegaban hasta el campamento, pero nadie pudo ver de qué se trataba.

Al día siguiente subieron la montaña y encontraron unas extrañas formaciones: 6 a 8 pilas de bellotas, cada una de 1 a 1.2 metros de alto, que difícilmente pudieron hacer las ardillas o los osos.

Al bajar de la montaña escucharon que algo los seguía, pero no pudieron ver de qué se trataba. El crujir de las hojas era claro. Cuando caminaban, la cosa caminaba con ellos; y se detenía, cuando paraban la marcha. Al llegar al campamento dejaron de escuchar esos pasos. La cosa se había marchado.

Nuevamente por la noche escucharon los aullidos y el ruido de las hojas cerca del campamento.

Al día siguiente abandonaron el sitio y regresaron a San Francisco.

Beckjord tomó varias fotos del área y las llevó, junto con la de la señora Grant, a su amigo Alan Gilliespie, quien hizo unas ampliaciones en las instalaciones del JPL en Pasadera. Encontró que los realces en blanco y negro de la cabeza eran muy raros. Estaban como retorcidos y parecían tener dos caras traslapadas que compartían un ojo. Según él, pueden ver unos grandes dientes caninos, y hay por lo menos tres niños sobre la criatura adulta, uno aproximadamente de 12 años, agarrando el cuerpo; y dos más jóvenes en la parte posterior y en los hombros del adulto.

¿Por qué tantos pies grandes? Beckjord responde:

«Bueno, ellos viajan en familia o grupos tribales, como los gorilas, chimpancés y babuinos, o los humanos. Así que ustedes están viendo las fotografías de una gran familia o clan. ¿Por qué no?»

En las fotos tomadas por Erick Beckjord encontraron otros humanoides. Ahí estaban, por ejemplo, Peter-g, quien fue fotografiado a la derecha de Igor y su amiga.

Estas fotos fueron tomadas con una cámara Minolta de 35 mm, con una lente de 50 mm y utilizando una película Panatomic X, blanco y negro, Asa 125.

Igor y su compañera Linda muestran grandes ojos almendrados. Su cara es triangular, de cabeza plana y boca delgada. Están de frente, mirando la cámara. Aparecen en las fotos 3, 4 y 5 y se mueven ligeramente en cada una de ellas. Están a un lado de un árbol de sequoia de unos 65 centímetros de diámetro. Los niños se encontraban a la derecha de los humanoides.

Beckjord nos informa que al año siguiente (1979), organizó otra expedición para investigar el área. Esta vez le acompañaba su novia Susy Adams, de Seattle. Erick dice que pasaron un buen tiempo nadando desnudos en la charca, pero esa no era la razón principal para hacerse acompañar por Susy. Beckjord asegura que las mujeres y los niños atraen a los pies grandes.

La expedición fue cubierta por la prensa local. Beckjord llevaba, entre otras cosas, una cámara de 16 mm y cámaras de foto fija de 35 mm (Hollywood), una cámara Polaroid de 120, y mucha cinta de audio.

La cámara de 16 mm no funcionaba bien y continuamente se atascaba. Los expedicionarios no utilizaron la cámara de película de 35 mm ya que su rollo era muy costoso. Pero las fotos polaroid mostraron algunas imágenes extrañas al otro lado de las rocas, que vieron a simple vista. No así en las fotos infrarrojas de Susy y Erick.

Pronto fueron apareciendo más y más figuras. En una foto, con cámara de 35 mm y película blanco y negro, en donde aparecen unos niños pescando aparece otro personaje. Este se encontraba a unos 70 metros de distancia, según Beckjord, y no fue apreciado a ojo desnudo. Se trata de Carl. Es un ser que se mueve. En las fotos 27 y 28 aparece de perfil y tres cuartos. El movimiento de cabeza es en la dirección de los niños que estaban pescando. Tiene unos grandes ojos negros. Su cabeza es plana. Se le forma una leve sonrisa y tiene una especie de puente sobre la nariz.

En otra foto tomada a 70 metros de distancia y con una lente común, apareció otro humanoide al que bautizaron Roderick. Beckjord encuentra cierto parecido con el dibujo del bigfoot descrito por Thomas E. Smith en junio de 1972, en Cascade Mountains, Oregon.

En la mancha ampliada, Erick ve «cejas y grandes globos oculares, una gran nariz, con las fosas nasales en forma de raya, quijada larga, pero sin barbilla, cabeza plana, sin frente, con cantos supraorbitales». El humanoide tiene «dientes, y una franja de pelo sobre la cabeza. Hay un globo ocular muy oscuro en la otra cuenca ocular. El cuerpo permanece oculto por la hierba».

Roderick, nuevamente según Beckjord, tiene las mismas fosas nasales largas, cabeza plana, sin frente, cuencas oculares profundas, cejas pobladas y quijada extendida y colmillos traslapados que el pie grande visto por Smith.

La entidad Roderick se encontró en la foto 3. Estaba entre los arbustos, entre las entidades 1 y 2 y el agua. Beckjord dice que también aparece en las fotos 4 y 5.

Si vemos la ampliación de la foto y luego la comparamos con un dibujo del propio Beckjord, nos damos cuenta que esa figura (y todas las demás) están sólo en su imaginación. Son simples pareidolias.

Pero aquí no acaba la historia. En 1981 Erick Beckjord regresó al lugar acompañado de tres amigos («recientemente divorciados», informa Erick). Uno era un rastreador profesional de pumas, quien dijo que sus perros se negaron a seguir una huella de bigfoot.

Beckjord y sus compañeros acamparon por toda una semana. Escucharon los mismos aullidos y las pisadas en la hojarasca. Pero lo mejor es que lograron fotografiar una figura muy parecida a Roderick: Peter-b.

Nuevamente hay que ver las ampliaciones y el dibujo de Beckjord para «identificar» al humanoide. Pero otra vez se trata de una pareidolia.

Parece que Beckjord estuvo buscando imágenes en cualquier parte de sus fotos. Hay una foto en su sitio web en donde aparece el criptozoólogo en el mismo lugar en donde estaba el pie grande que fotografió la señora Grant.

En una piedra que se encuentra a la izquierda de la foto, aparece señalada una figura que, probablemente Beckjord identificó como la de un sasquatch. Pero como es más que evidente que se trata de una simple muesca en la roca, el criptozoólogo no abundó en ello.

En la misma expedición de 1981 se tomó la foto de otro supuesto humanoide, bautizado como Dmitri.

Este individuo se escondía detrás de un árbol muerto a la salida de la charca, y cerca de 45 metros a la izquierda de donde estuvieron las entidades 1-4 de 1979.

Beckjord describe esta nueva figura:

«La cabeza de esta entidad es plana. Posee dos ojos, una nariz larga, una quijada prognata y una boca levemente abierta. No hay frente. Es algo como una cruza entre babuino y lobo. Tiene algunos rasgos de las entidades 1 a 4. ¿Será el bigfoot una mezcla entre babuino, lobo, humano y mono?»

Algunas de las imágenes Beckjord y Grant estuvieron en exhibición en el UFO, Bigfoot, Loch Ness Monster and Crop Circles Museum, de San Francisco, entre 1997 y 1998.

Jon-Erick Beckjord habla de diecisiete criaturas sin clasificar fotografiadas en sus campamentos en las altas montañas.

Dejamos al final una foto de Susy Adams, que Beckjord dice fue tomada en 1980. En ninguna parte de su web menciona una expedición hecha en 1980. Afirma que Susy lo acompañó en su expedición de 1979. Es importante aclarar estas fechas porque Erick muestra la siguiente fotografía con el siguiente pie de foto:

«Susy Adams posando cerca de la mancha en 1980. En el mismo árbol. Hay otras entidades a su alrededor, pero ella no las ve».

Beckjord abunda en lo siguiente:

«Algunos ven otra entidad sobre su brazo derecho. Otros dicen apreciar uno más al lado izquierdo de su cabeza».

Según el criptozoólogo, la foto de Susy fue tomada con un telefoto.

Pero ¿por qué es tan importante esta foto? Porque en ella aparecen dos piedras al lado del árbol. Esas piedras son las que Beckjord confunde con los «extraterrestres» Igor y Linda. No hay duda de que la foto fue tomada en 1979 y no en 1980 como dice Erick. Compare la ampliación en donde está Igor con esta foto de Susy. Hay una rama de un arbusto que cubre parcialmente la parte inferior del árbol. Esta rama es la misma que aparece en la foto de Igor y Linda, aunque la perspectiva es un poco diferente. La probabilidad de que un arbusto haya crecido de una manera idéntica en dos años distintos, es prácticamente cero.

La conclusión es que Beckjord estaba viendo «extraterrestres» y «pies grandes» en las manchas y sombras de los árboles. No creo que alguien se crea estas fotos. ¿Se lo cree Beckjord? ¿Quizás Maussán?

REFERENCIAS

Beckjord Jon-Erik, Beckjord’s Genuine Alien Head Photo, articulo en Internet, 25 de noviembre del 2003, http://www.beckjord.com/bigfoottribephotos/index.html

Ver también:

http://www.beckjord.com/bigfootphjotosbybeckjord

http://www.beckjord.com/firstalienphotos/

http://www.coasttocoastam.com/gen/page254.html

La oferta en eBay se podìa consultar en:

http://cgi.ebay.com/ws/eBayISAPI.dll?ViewItem&item=3237766352&category=14895

Este es Igor, una de las entidades fotografiadas por Erick Beckjord.

La foto de Judy Grant con el bigfoot reflejado en la charca.

Ampliación de la foto. Los «cabellos rubios» parecen ser ramas de los árboles.

Beckjord pintó de rojo la silueta de la cara del bebé bigfoot.

Beckjord ve dos caras en una misma cabeza.

Según Beckjord esta es una ampliación digital en donde se ve la hembra Connie, el bebé Autumn y el adolescente Bobbie.

Esta es la fotografía de Igor. En la parte de atrás se puede ver su amiga. Haga un esfuerzo por identificarlo antes de que le mostremos su ubicación.

No se preocupe si no identificó al segundo humanoide. Aquí está el dibujo de Beckjord en donde aparecen Igor y su amiga.

Cabeza y torso de una criatura, «primate/homínido» con dos jóvenes sobre su pecho, según Beckjord. Foto tomada en la misma área de la charca.

La Sierra Ponds Expedition de 1979, del Project Bigfoot. Foto de un periódico.

Las fotos 27 y 28 en donde aparece Carl. En la parte inferior, la interpretación de Beckjord.

Roderick aparece ocultándose tras la arboleda.

Roderick señalado con una flecha.

Dibujo de Thomas E. Smith del sasquatch que vio en junio de 1972.

Ampliación de Roderick. El recorte de la figura lo hizo el mismo Beckjord.

Dibujo de Erick Beckjord que muestra la cabeza de Roderick.

Jon-Erik Beckjord en el mismo sito en donde apareció en bigfoot de la señora Grant. Foto tomada en su viaje de 1981.

Peter-b en negativo Peter-b en positivo Dibujo de Peter-b

Dmitri señalado con una flecha. Parece que la «cara» está sobre una piedra.