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Los ovnis boludos (4)

LAS BOLAS DE AYACUCHO

La noche del 18 al 19 de febrero de 1984 cayó una bola de metal de unos 13 kilogramos de peso, 15 pulgadas de diámetro y 47 de perímetro, a unos cuantos metros de una docena de terneros que dormían apaciblemente en la estancia Don Joaquín, en Ayacucho, República Argentina. El encargado de la finca, Don Federico Tomás Sabaleta, declaró a los periodistas[1]:

«La verdad es que esa noche no oí nada, y eso que tengo el sueño más liviano que baba de mosca».

Como todos los días por la mañana, los miembros de la familia Sabaleta se levantaron antes de salir el Sol. Don Federico tenía que ir a recorrer las 1,700 hectáreas de la estancia. Tomó su acostumbrada ración de mates y se despidió de su esposa. Iba acompañado de su hijo Tomás Sabaleta. Al llegar al potrero número 4, donde esa mañana estaba el grueso del ganado, encontraron «aquello»:

«Habría pasado media hora y me avispo de que algunos animales andaban alejándose de los demás «“dijo Don Federico-. Me voy a buscarlos y en cuanto me acuerdo veo la cosa rara en el suelo. Pensé en acercarme pero»¦ la verdad es que me dio miedo. Pensé que podía ser una bomba o alguna porquería así, pensé que en una de esas explotaba. Le hice señas a mi hijo para que siguiera de largo, y yo también me fui»

Todo el día tuvo en mente la «cosa rara». Al regresar a casa, a la hora de la cena no pudo evitar contarle a su esposa sobre el extraño hallazgo en el potrero.

«Los dos estuvimos de acuerdo en que lo mejor era llamar por teléfono a Don Aquiles (Ferranti, dueño de la estancia Don Joaquín) a la mañana siguiente, y que él decidiera lo que había que hacer. Tenga en cuenta, amigo, que era la primera vez que yo veía una cosa así de rara»¦ pensaba y pensaba, y lo que más se me ocurría era que se le había caído a algún avión; ¡pasan tantos por acá! Vea que justo venir a caer ahí nomás».

Al día siguiente, al conocer la noticia, Aquiles Ferranti, se comunicó con la comisaría de Ayacucho, con el comisario Néstor Omar Vapore, quien a su vez lo hizo con el principal Miguel Reynoso, a cargo del puesto caminero en Las Armas, sobre la ruta 2, para que formara una comisión.

Acompañado por el inspector Rodolfo Luján y dos policías, Reynoso llegó a la estancia el día 20 a las 10 de la mañana. Efectivamente, ahí estaba la «cosa rara». Después de muchas cavilaciones se decidió subirla a una camioneta para su traslado a la capital, y «despacito, muy despacito» cargaron la cosa.

«Por si las dudas «“recuerda el principal Reynoso- metimos arpillera arriba y abajo, la arropamos como si fuera un nene que tiene que dormir tranquilo».

El comisario Vapore comunicó el hecho a sus superiores en Mar del Plata. También se puso en contacto con un ingeniero de apellido Nielsen, miembro del staff de la antena terrestre de Balcarce, quien le prometió:

«Tomar contacto de una forma u otra con las embajadas y fuerzas espaciales de nuestro país a ver si podemos localizar la procedencia».

En la esfera se podían leer los siguientes números grabados en su superficie, 8M 06 3361 N08 220K 2540 50, aunque estaban muy borrados por el desgaste que ocasiona al metal la fricción y las grandes temperaturas durante el reingreso a la atmósfera. (Caso 114)

ENTRE BROMA Y BROMA SE ENCUENTRA UNA SEGUNDA BOLA

Pronto se recibió la llamada de un ingeniero de apellido Vrefartet, supuesto agregado de la Embajada Soviética en Buenos Aires. Dijo que el objeto era un satélite Cracheko, lanzado al espacio desde una base en Liberia en 1978.

Vapore solicitó el teléfono de este ingeniero, «por si se produce alguna novedad». Pero tiempo después, al intentar comunicarse a dicho número, se dio cuenta de que estaba llamando al cementerio porteño de la Chacarita.

Se propuso que la «cosa rara» fuera convertida en mascota de la Fiesta Nacional del ternero, celebración máxima de la localidad, que se inicia el 1 de abril.

Un teniente aviador de la Base Aérea de Mar del Plata, Jorge Reyes, se presentó el 22 de febrero con un contador Geiger-Müller. Tenía órdenes, dijo, de medir el grado de radiactividad del objeto. El resultado fue «la media normal». Poco antes de la media noche, el teniente Reyes se marchó, con el objeto metido en una caja, rumbo a Mar del Plata. De allí fue trasladada al Centro Nacional de Investigaciones Espaciales, instalado en el edificio Cóndor de la Fuerza Aérea Argentina, en la Capital Federal.

Otro bromista llamó por teléfono e informó que:

«El lanzamiento de bolas en la región continuará sin medir las consecuencias hasta que los comerciantes de la Ciudad Feliz se decidan de una vez por todas a cobrar precios razonables a los turistas».

Seguro que este bromista estaba en lo correcto pues, cuando todo el mundo se había olvidado de la esfera, un gaucho se presentó en el puesto caminero de Las Armas y pidió hablar con el principal Reynoso. Le dijo:

«Hay otra cosa de esas en Los Álamos».

Se formó otra comisión que recorrió nuevamente los 20 kilómetros hasta Los Álamos. Esta nueva esfera estaba dentro de un galpón, donde Don Nebel Curuchet, encargado de la finca, había ordenado que la metieran. (Caso 115)

Según el testimonio de Curuchet, la «cosa rara» apareció en la mañana del 9 de febrero.

«La primera vez que la vi creí que era un hongo y seguí de largo. Uno o dos días después me acerqué y la toqué con el talero, y ahí me di cuenta de que era de metal. Como teníamos que arar el campo decidí sacarla de donde estaba. La miré mejor y vi que tenía unos agujeros. Noté que estaba vacía. Así que la levanté y me la traje hasta el galpón: para algo pueden servir, siempre, estas porquerías»¦»

Los ayacuchenses comenzaron a hacer bromas:

«Hay que caminar mirando al cielo, no sea que te vaya a caer un bolazo de esos en la jeta».

Los técnicos del Centro de Observadores del Espacio dijeron que se trataba de dos tanques impulsores de la llamada tercera etapa de los lanzamientos espaciales, de los que se utilizan para producir cambios de órbita.

«Forman parte del cohete impulsor de alta velocidad, constituido en su parte exterior por una coraza protectora que lleva varios tanques de ese tipo, encargados de alimentar la puesta en órbita final del satélite propiamente dicho».

DOCUMENTOS DESCLASIFICADOS

Mediante el FOIA, el Departamento de Estado liberó algunos documentos relacionados con caídas de esferas. Dos de estos se refieren al caso de Ayacucho. El primer documento dice lo siguiente:

UNCLASSIFIED

CONFIDENTIAL n/a

Page: 1

Released in full

page 0l buenos 01377 231818z

ACTION OES-09

INFO OCT-00 COPY-0L ADS-00 INR-10 SS-00 CIAE-00 DODE-00 ARA-00 NSAE-00 NASA-0L L-03 DOE-10 PM-09 ANAE-00 ACDA-12 /055 W

———————— 323324 231826z /43

P 231816z feb 84

FM AMEMBASSY BUENOS AIRES

To secstate washdc priority 0508

C o n f i d e n t i a l buenos aires 01377

E.O. 12356: decl: oadr

TAGS: TSPA, AR

Asunto: Reporte del hallazgo de restos de satélite

1. (u) De acuerdo con reportes de prensa del 23 de febrero, se encontraron los restos de lo que podría ser un satélite, al Sureste de la provincia de Buenos Aires, a unos 70 kilómetros de Ayacucho. Los reportes indican que el objeto tiene forma esférica, de 1.2 metros de diámetro y con un peso de aproximadamente 12 kilos. Al parecer estuvo expuesto a calores intensos y la gente en el área reportó haber visto «bolas de fuego» en el cielo, justo antes de encontrar el objeto.

2 (u) En la prensa se han dado dos versiones sobre los números que aparecen sobre el objeto: 8m 06 33 61 n008 22k 2540 5okf; y 8m 06 3361 n08 220k 2540 50. También se observaron las últimas tres letras de una palabra «»¦ Moc». El objeto fue llevado a la base de la Fuerza Aérea Argentina en Mar de Plata para ser estudiado por la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales.

3. (c) El departamento solicitó una evaluación sobre si el objeto descrito podría ser parte del sistema de aproximación de un satélite ruso o americano.

Page 02 Buenos 01377 231818z

Goa. También agradeceremos la transmisión de las instrucciones del departamento con respecto a los reportes de objetos espaciales. Copias de la correspondencia fueron destruidas durante el conflicto de las Malvinas/falklands. Ortiz

Departamento de Estado de los Estados Unidos

Review authority: Sam a. Moskowitz

date/case id: 7 feb 2000 199404243

N/a page: 1

Unclassified

DOCUMENTO DOS

UNCLASSIFIED

CONFIDENTIAL n/a

Page: 1

Released in full

page 0l buenos 01723 071650z

ACTION OES-09

INFO OCT-00 COPY-0L ADS-00 INR-10 SS-00 CIAE-00 DODE-00 ARA-00 NSAE-00 NASA-0L L-03 DOE-10 PM-09 PA-0L

ACDA- 12 /056 W

—————————156341 072318Z /63

R 071646z mar 84

FM AMEMBASSY BUENOS AIRES

TO SECSTATE WASHDC 0657

C o n f i d e n t i a l Buenos Aires 01723

E.O. 12356: decl: oadr

TAGS: TSPA, KSCA, AR

Asunto: caída de un objeto especial en Argentina. Aparentemente parte de un satélite soviético

Refs: (a) Buenos Aires 1574; (b) state 56800

1. Confidencial «“ Texto entero.

2. En respuesta a una invitación de Ernesto Kramer, jefe de planeación y control de la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE) de Argentina, emboff visitó los laboratorios de CNIE en San Miguel, provincia de Buenos Aires, para ver el objeto espacial no identificado recuperado cerca de Ayacucho, Argentina. Ahí estaban en exhibición dos esferas metálicas similares, de aproximadamente dieciocho pulgadas de diámetro. Estaban fabricadas de acero sellado con tres soldaduras: una que unía a los dos hemisferios y las otras en los polos en donde se había añadido una válvula. Una perforación de prueba realizada por el CNIE indicaba que el metal tenía aproximadamente media pulgada de grosor. Aparentemente una boquilla colocada en uno de los polos se había fundido por el intenso calor.

3. El director asistente del Instituto Espacial de San Miguel, comodoro Guerrero, identificó el objeto como de origen soviético. Señaló los oscuros caracteres cirílicos en una de las esferas y mencionó que ellos habían recuperado una similar varios años antes. Mostró a emboff una ilustración de una cápsula espacial tripulada soviética Vostok en donde se puede ver varias esferas parecidas, que se usan para contener oxígeno y nitrógeno. Varias otras ilustraciones de otros diversos tipos de satélites soviéticos no tripulados también tienen este tipo de esferas metálicas.

4. Guerrero establece que, basados en el análisis de la órbita, el goa cree que las esferas provienen de un satélite de comunicaciones soviético con un perigeo orbital sobre la Antártica. Argentina, por lo tanto, sería uno de los lugares en los que con seguridad caerían cuando reentren a la atmósfera. Guerrero dijo que la publicidad que se le dio al descubrimiento del primer objeto, le llevó a encontrar la segunda esfera. EL CNIE cree que existen otros residuos similares sin descubrir o que se encuentran en el seno de familias rurales. Dijo que estaba asombrado porque los soviéticos no reclaman el objeto ya que los argentinos podrían necesitar un acuerdo internacional para regresar los objetos si les fueran reclamados.

5. El CNIE intenta hacer más estudios de las esferas antes de hacer públicos sus descubrimientos. Mientras que el CNIE no intenta declarar categóricamente el país de origen, sino que planea decir que son muy parecidas a los tanques de combustible y de oxígeno utilizados en los satélites soviéticos tripulados y no tripulados. Bushnell

NNN

LA ESFERA DE MARBLE BAR

En junio de 1988 cayó otra esfera de titanio. Esta vez fue en la región de Marble Bar, Australia. Medía 37 centímetros de diámetro. (Caso 116)

«Yo la compre para tenerlo en mi colección de meteoritos», dijo Pieter Heydellar, un traficante y coleccionista de gemas y meteoritos. «Pero aparentemente la cosa se ha hecho más cara. Es decir, todo el mundo la quiere. Si alguien me garantiza un buen precio no podría negarme a venderlo».

Se puede apreciar unas muy tenues letras en el alfabeto cirílico.

La esfera cayó en abril, mayo o junio de 1988, unos tres años después de que fuera lanzado el satélite. Graham Ducas, un empleado de la Western Australia State Water Company, lo encontró en junio de ese año, mientras prospectaba una región del desierto australiano. La vegetación calcinada y los nuevos brotes permitieron determinar que la fecha de la caída no era mayor a unos pocos meses.

La esfera, de una capacidad de 25 litros (6.5 galones) es parte del cohete Foton 1, en abril de 1985, desde el Cosmódromo de Plesetsk, al Norte de Rusia. Se trata de un tanque que contiene nitrógeno, el cual se utiliza para el control de altitud y/o cambio de órbita, en los cohetes. Esta construido de titanio. Su grosor es de unos 6 milímetros (un cuarto de pulgada). Reentró a la atmósfera terrestre en abril de 1988.

El Foton 1 fue el primero de la serie que se usó para colocar en órbita a la cápsula Vostok, para hacer experimentos de microgravedad. El conjunto operó unos 12 días antes de que el Vostok cayera en Kazajstán. Originalmente todo pesaba unos 6,200 kilogramos. La parte recuperable de la cápsula tenía un peso de 700 kilogramos.

En el diagrama se indican las partes de un satélite tipo Vostok. Las esferas, como la encontrada en Australia, están colocadas en el punto que se señala con 7.

1. Cápsula de las baterías para suministrar energía.

2. Cápsula de reentrada para los experimentos de microgravedad.

3. Módulo de instrumentos de la nave espacial.

4. Paneles para el control térmico

5. Antenas de radio.

6. Motor de reentrada de combustible sólido.

7. Tanques esféricos que contienen nitrógeno comprimido.

8. Sensores de ajuste y control de altitud.

9. Carga de los experimentos.

10. Cargas pirotécnicas para desenganchar la cápsula de entrada de la nave especial.

11. Controles térmicos de los paneles para la batería de la cápsula.

LA ESFERA DE HATUM

Llegamos a la década de los noventa.

A las 01:00 (hora local), del 7 de febrero de 1991 cayó cayeron diversos fragmentos en Argentina. Se trataba de los restos del Salyut 7. Algunos fragmentos incendiaron un basurero en Puerto Madryn, Chubut, otros fueron a parar en una zona cordillerana de San Juan y también cayeron en el océano Atlántico.

En la localidad de Piedritas, provincia de Buenos Aires, el policía Leandro Rodriguez recogió una esfera metálica. (Caso 117).

Otra esfera fue recuperada en Venado Tuerto, Santa Fé. Esta última fue a parar a las manos de los ufólogos del grupo CIC de Venado Tuerto. (Caso 118).

Finalmente otro objeto fue recuperado por la Sociedad Meteórica Argentina. Se trataba de una esfera que contenía gas presurizado, posiblemente helio, que presentaba diversas perforaciones, micro cráteres debidos, posiblemente, al impacto de diminutos fragmentos meteóricos. Presenta en su superficie más de doscientos impactos de micrometeoritos, resultado de sus 5 años de viaje por el espacio. El mayor de ellos tiene entre 8 y 9 mm.

Su viaje a través de la atmósfera provocó la ablación de un segmento de la superficie de 10 x 6 cm.

Tiene 40 centímetros de diámetro por 140 de circunferencia. Pesa 18.2 kilogramos. (Caso 119)

En cuanto al tipo de material está constituido por Titanio 88%, aluminio 8%, vanadio 3%, y el 1% restante C, N, O, Si, Fe, Ca, Mg, y Cu.

La pieza se exhibió Planetario Móvil y Muestra Itinerante de Meteorítica y Ciencias del Espacio de la Asociación Hatum Pampa. Para Oscar Alfredo Turone, miembro de la Sociedad Meteoritica Argentina, se trata de restos pertenecientes a la estación rusa Cosmos 1686 (acoplada a la Salyut 7).

Turone dice que una esfera similar se expone en un museo de Buenos Aires. (Caso 120)

No sabemos si esta otra esfera sea la de las siguientes fotografías, que proceden de la Tercer Conferencia Europea sobre Basura Espacial.

El hecho es que esta esfera también proviene del Salyut 7 / Cosmos 1686. La nave cayó a la Tierra 3 o 4 años antes de lo que se esperaba.

La Salyut 7 fue lanzada en abril de 1982, como parte del programa Interkosmos, estaba constituida por tres sectores cilíndricos conectados entre sí, con una longitud total de 12 metros y un diámetro de 2 a 4 metros.

La Salyut 7, estuvo ocupada durante 800 horas en sus 9 años de vida orbital, en los cuales su deterioro se fue haciendo cada vez más acentuado hasta reentrar en nuestra atmósfera y caer a la Tierra en febrero de 1991, impactando gran parte de su fuselaje en los Andes, Buenos Aires y Entre Ríos (Argentina).

Para evitar accidentes, los controladores pusieron a girar la nave, tratando de controlar el impacto y de que éste se hiciera en el Océano Atlántico. Obviamente fallaron todos esos intentos, y el complejo satelital cayó convertido en una bola de fuego. Algunos de los fragmentos tocaron tierra cerca del pueblo Capitán Bermúdez, a unos 400 kilómetros de Buenos Aires

Entre los restos también se encontró la sección de la escotilla, caída en la provincia de Entre Ríos, y parte del fuselaje y paneles con gran cantidad de componentes electrónicos. Actualmente se encuentran en el predio del Observatorio Astronómico. (Casos 121 y 122)

Otra esfera, probablemente también caída en Argentina, pero de la que no se proporcionan datos, fue estudiada en el Museo de Historia Natural, de Londres. La esfera estudiada en Europa tiene 14 pulgadas de diámetro y pesa 7.4 kilogramos. Esta fabricada en titanio y, al igual que la esfera exhibida por la Asociación Hatum Pampa, contiene cientos de diminutos cráteres. (Caso 121)

A los extremos se puede ver una especie de varilla y una válvula, respectivamente. Estos aditamentos fueron los que sufrieron un mayor daño debido a las altas temperaturas. Parte del material fundido formó una especie de flujo que indica la dirección de vuelo de la esfera

La esfera estuvo bajo un completo escrutinio e investigación. Los análisis duraron 12 meses y sus resultados se expusieron en el congreso citado, en el paper «Analysis of Impact Residues on Spacecraft Surfaces: Possibilities and Problems».

Al año siguiente, el 29 de marzo de 1992, se encontraron diversas piezas en la zona chasqueña de Figueroa, Argentina. (Caso 122)

También en Santiago del Estero se encontraron más restos. No se conoce la forma de estos objetos. (Caso 123)

Argentina es uno de los países con más observaciones de caídas de objetos espaciales.

El grupo Vision OVNI de Silvia y Andrea Perez Simondini investigaron un supuesto OVNI que explotó, en el verano de 1992, sobre Montoya, provincia de Entre Ríos.Actualmente parte de esos restos pertenecen a su colección particular. (Caso 124)

Este caso sería recordado por la reciente caída de una esfera en corrientes, y del que nos ocuparemos en otra parte (2004).

LA PLACA DE COSALA

En diciembre de de 1994 se encontró una placa metálica, en Cosala, México. El médico veterinario zootecnista Javier Patiño encontró un «disco» de aproximadamente 1.40 metros, con un orificio de 40 centímetros en su centro. Era una noche lluviosa. Luego de una gran explosión, se encontró el «disco» sobre un árbol. (Caso 124)

Del «disco» sobresalen cuatro «orejas», de 50 centímetros de longitud y a 90º de arco de separación, una de otra. El objeto presenta en su centro una forma de embudo. Este objeto puede ser abarcado por un cuadrado imaginario de 2.4 m de lado. No obstante, su peso no es mayor a los 20 kilos y el material del que esta formado es muy flexible (los investigadores del caso dicen que es maleable), pero no pierde nunca su forma original[2].

El Dr. Cástulo A. Alejo Armenta, y Luis A. Garduño, responsable del Planetario hacen la siguiente descripción del objeto:

«La parte posterior del objeto presenta un recubrimiento por demás curioso. A simple vista se aprecia que es un aislante térmico, similar al utilizado en calentadores de agua. También se ve una tela blanca que al contacto con el fuego no produce flama, y su composición y textura son sintéticas. Lo más curioso es el tejido, posiblemente a mano, con alambre, que une el recubrimiento térmico al cuerpo metálico del centro del objeto.

«La parte posterior del objeto presenta un recubrimiento por demás curioso. A simple vista se aprecia que es un aislante térmico, similar al utilizado en calentadores de agua. También se ve una tela blanca que al contacto con el fuego no produce flama, y su composición y textura son sintéticas.

«En el centro, arriba, se muestran restos de remaches derretidos y cuya trayectoria sugiere una dirección de centro del objeto hacia afuera.

«Es posible apreciar, claramente, una serie de números: T291; y un tres romano -en negro- que corresponden a la numeración de las piezas circulares que dan forma al orificio central: cuatro en total. 17 (el siguiente es un símbolo en forma de triangulo) 62.0000 – 0 20. 88. y lo que parece ser una «S» girada 90º.

Según Mark Wade, se trata del módulo de propulsión del Cosmos 2238 el primer satélite de reconocimiento naval electrónico (Ruso), que cayó el 10 de diciembre de 1994.

Jonathan McDowell no concuerda con lo anterior e indica que las marcas 17D62-0000-0 se refieren a un motor espacial ruso hecho por la compañía Melnikov:

«No estoy familiarizado con el 17D62, pero creo que es probablemente una nueva versión del 17D61, el cual fue usado en los años 80s como motor de maniobra orbital por satélites espías rusos. Este es probablemente parte de un módulo de servicio de un satélite espía de clase Yantar. El satélite NemanKosmos-2267 (reentrado el 28 de Dic. de 1994) podría ser un buen candidato. No hallé ningún ejemplo correspondiente al verano de 1994″.

Javier Susaeta, también cree que es soviético. Sus razones:

«Yo sospecho que es ruso porque el signo que parece un ‘III’ tiene solamente una barra uniendo los palos. Eso puede ser una letra cirílica, o bien un ‘3’ romano trazado por alguien acostumbrado a la escritura cirílica, que tendiese a unir los palos con una sola barra. De su antigüedad no tengo ni idea, claro».

Aspecto de la segunda esfera de Ayacucho.

El impacto dejó una profunda huella sobre el terreno. Los pastos se chamuscaron. Gracias a que estaban verdes, el fuego no se extendió sobre la pampa.

Los investigadores de lo insólito cayeron en el lugar como aves de rapiña. En la gráfica Antonio Las Heras examinando el interior de la segunda esfera.

Hasta parece que supiera lo que está haciendo. Pero sólo es una pose. Anuncia el tónico, de su invención, para la caída de cabello. Ni idea tiene del origen de la esfera.

Don Nebel Curuchet, el gaucho que encontró la segunda esfera.

La policía retirando la esfera, que sería llevada a la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales (CNIE) de Argentina, para su estudio. No conozco los resultados.

Muestra de cómo los micrometeoritos pueden llegar a perforar el titanio.

No es un meteorito, ni tampoco una piedra preciosa, pero la esfera de Marble Bar se encuentra dentro de la colección de Pieter Heydellar.

El metal se fundió durante su reingreso a la atmósfera terrestre.

Satélite tipo Vostok.

Diagrama y fotografía de un satélite tipo Vostok.

La esfera de Piedritas sobre el escritorio del comisionado Rodríguez.

Miembros del CIC y la esfera de Venado Tuerto.

Descenso sobre el Cosmos 1686.

La esfera que cayó en Argentina en 1991.

Perforaciones debidas al impacto de los micrometeoritos.

Fotografía y esquema de la estación Cosmos 1686 acoplada a la Salyut 7.

Escotilla de la Salyut 7.

Paneles del Salyut 7 que se recuperaron en Argentina.

Aquí se puede ver la esfera estudiada en Europa. Los restos de la varilla aún son visibles en esta toma.

La esfera en el Departamento de Ingeniería del Museo de Historia Natural de Londres.

Lugar en donde se hicieron las perforaciones para tomar muestras de análisis.

Las doctoras Monica Grady y Sara Russell del Departamento de Mineralogía Museo de Historia Natural. En el piso se puede observar los discos de muestra.

Micro-fotografía de uno de los cráteres. La «sombra» blanca, en la fotografía, se debe a que la varilla protegió esta parte de la esfera, durante el reingreso a la atmósfera.

Más imágenes de la esfera estudiada en Londres.

Fragmento del «OVNI» que explotó en Montoya.

El ufólogo argentino Luis Burgos con parte del fragmento encontrado en Montoya. Se puede ver a la señora Simondini en segundo plano.

Javier Patiño delante de la placa, cuyo peso es de unos 20 kilogramos.

Prueba de la flexibilidad del metal.

El doctor Cástulo A. Alejo Armenta, el doctor Javier Patiño y Luis A. Garduño.

Las diferentes capas de materiales que constituyen el aislante térmico.

Algunos de los números de serie que presenta el objeto en su superficie. En el círculo una especie de número III romano. En el rectángulo se puede leer T291.

Otra de las series que aparecen en la placa. En esta ocasión se puede leer 17D62-0000-0

Una especie de «palangana» en una de las esquinas de la placa. ¿Es aquí en donde van colocadas las esferas?


[1] Ver diario Clarín, del 23, 24, 25 de febrero y 31 de marzo de 1984.

[2] ¿Acaso no recuerdan Roswell?

Los ovnis boludos (3)

LAS ESFERAS DE NUEVA ZELANDA

Unos meses después, en abril de 1972 habían caído en la localidad de Ashburton, Canterbury, South Island, Nueva Zelanda, cuatro esferas metálicas con letras del alfabeto cirílico. Por eso los periodistas dijeron que pertenecían a un satélite artificial de los soviéticos. (Casos 92 a 95)

A la 1 de la mañana del 3 de abril, se escuchó una fuerte explosión. Horas después aparecieron desperdigadas en un radio de unos 16 kilómetros una de la otra, cuatro bolas de una aleación de titanio. Las esferas pesaban unos 13.6 kilogramos y medían unos 38 centímetros de diámetro. Dejaron unos huecos quemados, pero nadie resultó herido.

Las esferas fueron encontradas por varios granjeros de la localidad. Uno de ellos, John Lindores, se sorprendió al encontrar dos de las bolas en su potrero. Cuando las encontró pensó que alguien le estaba jugando una broma. Avisó a sus vecinos y alguien dijo que podrían ser radiactivas. Luego llamaron a la policía.

Un tercer objeto esférico cayó en un club hípico.

Se ordenó a los guardias rurales que estuvieran alertas por si aparecían más, para tratar de recuperarlas. Después de varios días de una búsqueda infructuosa, finalmente el 8 de abril el guardia rural Jack McClure, al realizar un patrullaje por esa zona desértica, encontró una y la entregó a las autoridades.

Se dijo que el 23 de junio de 1972 se encontró otra esfera en Nueva Zelanda. Esta mostraba una abertura en uno de sus lados. Algunos ufólogos, incluyendo el mexicano Jaspersen, dijeron que fueron casi 50 las esferas que cayeron en Nueva Zelanda, cubriendo un radio de unos 80 kilómetros. Se dijo que estaban fabricadas de Cadmio, Bario, Remio (sic) y Níquel. (Caso 96)

Seguramente estas esferas sí eran extraterrestres, ya que estaban construidas con Remio, un elemento que pertenece a la familia de la Krypyonita y del elemento 115 de Bob Lazar, de los que nunca se ha sabido que existan en estado natural en la Tierra. ¿O acaso se trataba de otro de los vocablos pseudocientíficos a los que nos tienen acostumbrados los ufólogos?

En ese mismo año, sólo que el 28 de junio y a 90 kilómetros de distancia de donde se encontró la primera esfera, unos granjeros hallaron otra igual. Esta fue encontrada en Hakataramea Valley, South Canterbury. (Caso 97)

Originalmente The New Zealand Joint Intelligence Bureau clasificó los hallazgos en el nivel «Restricted».

Pesaba cinco kilogramos y medía 15 pulgadas de diámetro.

El 12 de julio se encontró la última esfera muy cerca del pueblo de Muloorina o Mullorina (Nueva Gales del Sur). Esta última medía 6 pulgadas de diámetro y pesaba tres kilogramos. Presentaba un orificio de una media pulgada (aproximadamente 12 milímetros). Había una oquedad recubierta con una delgada capa de plomo. (Caso 98)

En 2002 el gobierno de Nueva Zelanda desclasificó la información sobre las esferas caídas en Canterbury en 1972. Desde la caída se había sospechado que pertenecían a la Unión Soviética. Los archivos del Ministry of Foreign Affairs recientemente desclasificados contienen la correspondencia girada entre las autoridades de Nueva Zelanda, la Unión Soviética y los Estados Unidos. The New Zealand Herald publicó parte del reporte de investigación ya desclasificado. Los documentos dicen que las bolas fueron analizadas por los científicos de Nueva Zelanda. Estos científicos encontraron que las esferas eran de origen soviético.

La correspondencia de Sir Keith Holyoake, entonces Ministro de Asuntos Exteriores, concluía que eran, probablemente, recipientes de gas a presión del tipo usado en los cohetes y vehículos espaciales.

De acuerdo con Graeme Beere, antiguo consejero del Ministro de Defensa de Nueva Zelanda, las legislaciones, local e internacional, indicaban que los restos espaciales deberían regresarse a sus legítimos dueños.

En efecto, el Artículo 5 del Agreement on the Rescue of Astronauts, the Return of Astronauts and the Return of Objects Launched into Outer Space, un tratado internacional, indicaba que cualquier acontecimiento de este tipo debía ser reportado al Secretario General de la ONU. Pero Sir Holyoake dijo que los soviéticos formalmente habían negado la propiedad.

Un reporte de la división de tecnología extranjera del US Air Forces Systems Command indicaba que las esferas pertenecían uno de los cohetes que intentaron colocar en órbita la cápsula no tripulada Venus 9. Este intento falló. El 31 de marzo de 1972 la nave se partió en 4 pedazos, dos de los cuales permanecieron en una órbita baja, para finalmente caer a la Tierra. Luego el aparato fue renombrado como Cosmos 428.

Mientras las dos superpotencias discutían la propiedad del objeto, el Club de Ponis de Ashburton solicitó al Gobierno Neocelandés que retirara la pieza debido a que pronto tendrían una competencia.

Como los soviéticos negaron cualquier relación, los objetos quedaron en propiedad de los granjeros que las habían encontrado.

John Lindores, por ejemplo, la mantuvo en exhibición en su sala, pero luego la guardó en un closet cuando pasó la novedad, para finalmente donarla a Jim Chivers, curador del Museo de Aviación de Ashburton, cuando se mudó y vendió su granja.

PSEUDOCIENCIA Y DESINFORMACIÓN

Jaspersen había exagerado las cosas en el caso de las esferas de Nueva Zelanda. Pero no solo eso, también había utilizado pseudociencia en sus argumentos. Pero no fue el único. Otros ufólogos habían hecho lo mismo en el caso de Belem, Brasil.

Pero en el caso más famoso de «OVNIs esféricos» estaría involucrado el doctor Allen Hynek.

El 27 de mayo de 1974 cayó una esfera en Fort George Island, Jacksonville, Florida, EU, en la finca del señor Antoine Best. Pesaba 11 kilogramos y medía 8 pulgadas de diámetro. La esfera fue descubierta por la señora Gerry Betz y por su hijo Terry Betz. (Caso 99)

Este fue el caso más famoso, ya que el tabloide National Enquirer le otorgó el premio Ribbon Blue, máximo galardón para el mejor caso OVNI anual.

La esfera fue presentada en público en el congreso ufológico de Nueva Orleáns. Se decía que si alguien tocaba la guitarra cerca, el objeto despedía sonidos metálicos. Si alguien se alejaba corriendo, la bola lo perseguía. Y si se colocaba en un plano inclinado, no caía[1].

Desafortunadamente para los organizadores del congreso, la bola se comportó como una vedette y no quiso mostrar ninguna de sus facultades histriónicas delante del público.

Nuestro ya viejo conocido Luis Andrés escribió que la esfera fue estudiada:

«»¦en los laboratorios del ICUFON, en la Northwestern University de Illinois, ésta comenzó a flotar ante los azorados ojos del Dr. Hynek y ayudantes, ascendiendo gradualmente hasta el techo para luego dirigirse hacia la ventana abierta de la habitación y salir volando hacia las nubes, donde se perdió de vista».

Esto es realmente sorprendente, no por el hecho de que la esfera flotara (cosa que después el propio Hynek me comentaría que nunca había presenciado) sino porque una de las vacas sagradas de la ufología nacional nos dice que en «»¦en los laboratorios del ICUFON, en la Northwestern University de Illinois»¦» se realizó ese portento. En primer lugar, el ICUFON (Intercontinental Galactic Spacecraft UFO Research and Analytic Network, dirigido por el mayor Colman von Kevitzky) no tiene laboratorios y mucho menos pertenece a la Northwestern University de Illinois, ya que se trata de un grupo ufológico. ¿Cómo es posible que uno de los «máximos expertos» en OVNIs de México no conozca este organismo? Si se equivoca en eso, mucho menos le voy a creer que la esfera salió volando a través de la ventana, más al saber que su fuente de información (de donde se fusiló esos datos) fue una revista comic que se editaba en México hace algunos años.

El alumno de Jaspersen, el ufólogo Rubén Manrique todavía fue más lejos. Afirmó que Hynek mando analizar la bola a un laboratorio de la NASA, en Cabo Cañaveral.

«Los resultados fueron sorprendentes, de acuerdo con lo expuesto por Hynek en un simposium del rotativo Nacional Enquirer (durante el premio al mejor caso OVNI, organizado por esta empresa, denominado Panel Listón Azul) aseguró que dicha esfera al ser puesta sobre una superficie lisa de vidrio ésta comenzó a tener movimiento propio y tintineaba cada que se movía, poseía cierto grado de «inteligencia» (quizá tecnológica), pues cuando llegaba a los bordes de dicha mesa de análisis se detenía y retrocedía para no caer, Hynek y el Dr. Chris Benninger de la Marina de los Estados Unidos fueron testigos de esto; además cuando se le practicó una sesión de rayos X para ver su conformación interior se descubrió que ésta poseía tres esferas más pequeñas concéntricas que gravitaban en su interior, separadas entre sí, la misteriosa esfera fue presentada en dicho evento en ese año 1974 (marzo), pero lo más extraordinario sucedió durante otra sesión de investigación, ya que en la primera no se pudo determinar su composición material y química, cuando iba a ser bombardeada con rayos X, gamma e infrarrojos, ésta de pronto comenzó a moverse y a ¡elevarse en medio de la habitación!, y salió con estrépito por la ventana destrozando los cristales, los científicos que la analizaban quedaron estupefactos y sin saber qué hacer, pues ésta se remontó a las nubes, y ahí fue donde terminó esta historia real, que por cierto sucedió el 25 de abril de ese año».

También se dijo que hacía gemir al perro de la casa. ¡Claro! Si hasta bailaba tap, tocaba la trompeta y hacía pantomima. Seguro.

OVNIS EN SUBASTA

Según El Sol de México, el 8 de agosto de 1976 cayó un OVNI en Acapulco. El objeto explotó en el cielo. Era seguido por otros dos objetos que, al parecer, «lo cuidaban». Decenas de testigos en Acapulco y Zihuatanejo fueron capaces de observar las maniobras.

El objeto que explotó se desplazaba en línea recta. A su lado había otros dos objetos más pequeños, que intentaban interceptarlo. De pronto, el primer objeto aumentó de tamaño para luego transformarse en cuatro objetos más pequeños, que se perdieron en el espacio.

¿Un OVNI al estilo de Ubatuba? En realidad fue la caída de un meteorito. Días después, el 11 de agosto, uno de los testigos encontraría uno de los fragmentos. Se trataba de una roca de color dorado, una condrita de aspecto anómalo. Había hecho un cráter de unos 30 centímetros de profundidad. El meteorito cayó en la colonia El Quemado, en el Puerto de Acapulco, Guerrero.

Actualmente, varios fragmentos de este meteorito se encuentran a la venta.

El 19 de septiembre de 1976 Allan Johansson, de Sundsvall, encontró una esfera metálica a la orilla del bosque Porsi Jokkmokk. Estaba constituida, como muchas otras, de dos semiesferas soldadas entre sí. Fue investigada por el profesor K-G Andersson, de la secundaria técnica de Luleå. Era muy delgada, pesaba sólo 270 gramos y estaba hecha de titanio. (Caso 100)

LITERATURA DE TABLOIDE

Si bien estos últimos casos no parecen del todo serios, hay otros que caen francamente en el delirio.

Los tabloides son esos periódicos amarillistas que se editan en diversas partes del mundo. Entre los más famosos están el Weekly World News y el Sun. Ambos previenen a sus lectores, con letras pequeñísimas, que se trata de artículos para el regocijo y entretenimiento de sus lectores y que, por lo tanto, éstos deberán suspender todo juicio crítico al respecto, en beneficio de la diversión[2]. No obstante esta advertencia, varios ufólogos toman como una fuente confiable los artículos que aparecen en estos medios.

En el asunto que nos ocupa uno de estos diarios dio la siguiente noticia, misma que varios ufólogos tomaron como cierta:

En 1979 cientos de pequeñas bolas de metal fueron encontradas en el interior de rocas de unos 2.8 billones de años de antigüedad.

Las bolas tenían tres líneas que las cortaban en su ecuador. Las esferas fueron estudiadas por J. R. McIver, profesor de Geología de la Universidad de Witwatersrand, en Johannesburgo, capital de Sudáfrica.

El profesor Andries Bissoff, de la Universidad de Potchesftroomm, dijo estar fascinado por el descubrimiento:

«Por la posición en que se encontraron estas esferas metálicas, suponemos que fueron construidas por alguien que vivió hace más de dos billones de años, es decir, cuando en nuestro planeta apenas se estaban desarrollando las primeras formas de vida primitiva».

Las esferas, cuyos diámetros varían entre 1 y 3 pulgadas, fueron halladas en un depósito mineral de la mina Wonderstone en Transvaal. Según los mineros, estas esferas han venido apareciendo desde hace más de veinte años.

«Para ser honestos «“dijo el oficial de la mina- nunca dimos importancia las bolas que aparecían al partir una roca. La mayoría de las que hemos encontrado, alrededor de unas doscientas, fueron sustraídas por turistas y visitantes que se las llevaron.

«Algunas de las esferas «“prosiguió el oficial- estaban cubiertas de una delgada cáscara metálica de menos de un centímetro de espesor. En su interior había un extraño polvillo que se deshacía al tocarlo. Este tipo de bolas pueden ser abiertas fácilmente.

«Otras esferas son completamente sólidas, el metal es de color azulado y en algunas partes se aprecia una especie de fibras. Son ovaladas y tienen tres líneas rectas que las parten exactamente por la mitad. Estoy completamente seguro de que fueron hechas por un hombre o un ser inteligente».

Roelf Marx, curador del Museo Klerksdopr de Sudáfrica, dijo que las esferas caben perfectamente en el puño de la mano, como si hubieran sido hechas para llevarlas en esa forma.

FINALES DE LOS SETENTA

Fue la agencia Reuter la encargada de difundir la noticia aparecida originalmente en el diario La Crónica. Un OVNI cayó y quedó suspendido en las ramas de un árbol en las inmediaciones del pueblo de Nauta, del Departamento de San Martín, en la amazonia peruana, a 800 kilómetros de Lima. El objeto tenía forma ovalada y medía unos 4 metros de largo por 3.8 de ancho. Poseía dos esferas del tamaño de una pelota de básquetbol, de unos 30 centímetros de diámetro cada una. Una de las esferas se había abollado por el impacto. La otra estaba intacta. También tenía una antena longitudinal con cinco transversales, de metal en forma de cruz.

Se observaba en su interior instrumentos en forma de cilindros con los extremos ovalados, finos cables y otros aparatos desconocidos. En la parte posterior del extraño artefacto, se apreciaba un tubo similar a una pluma fuente (estilográfica) de un gran tamaño, de la cual pendía un cable. Otra esfera menor, con cables y puntos brillantes como los de un transmisor de señales, se encontraba montada en la parte central. El diario indicó que de esta parte del aparato salían pequeños destellos luminosos al momento de precipitarse a la tierra.

El objeto fue recuperado por los miembros de la policía municipal y se desconoce su destino final. (Caso 101)

En enero de 1978 se encontraron diversos fragmentos en el Norte de Canadá. Eran varillas de 2 por 10 centímetros, y de 55 gramos de peso; y cilindros de 10 por 40 centímetros y 3.6 kilogramos. Estaban fabricadas con berilio. (Casos 102 y 103)

Seis Años después de la caída de esferas en Ashburton, cayó una quinta esfera cerca de Eiffelton, Nueva Zelanda. Era 1978. (Caso 104)

A las 2 de la madrugada del 21 de diciembre de 1978 diversos fragmentos metálicos cayeron en la estancia San José, de la localidad de General Campos, en la provincia de Entre Ríos, Argentina. (Caso 105)

Los vecinos fueron despertados por un enorme estallido y el posterior aullido de los perros. Algunos testigos lograron observar un objeto incandescente que se desplazaba de Oeste a Este. El objeto fue visto en Córdoba y en Santa Fe, ubicados en una línea recta imaginaria, al Oeste de General Campos.

Entre los testigos en Córdoba se encontraba el matrimonio compuesto por Américo Navarro y Amelia de Navarro, quienes declararon:

«Como a las tres de la mañana del jueves pasado no podía dormir y fue cuando dirigí mi mirada hacia la ventana, asombrado por la aparición del fenómeno que componían tres objetos iguales unos de otros, a los que compararía con sifones puestos horizontalmente, pero sin picos, con leves ovulaciones en la parte superior e inferior y que iban como unidos unos de otros o muy juntos, como un trencito. Me llamó la atención el marco de colores que rodeaba a los objetos, compuesto el objeto en sí de color verde claro y la luminosidad que lo rodeaba de color amarillo intenso que gradualmente se hacía más claro. Al llegar a dos cuadros dentro de la reja de la ventana desperté a mi esposa, quien vio el mismo cuadro. Para seguir su trayectoria mejor me levanté y me asomé por entre las rejas de la ventana, viendo que seguían avanzando con la misma velocidad del comienzo perdiéndose a lo lejos sin ningún cambio de altura, color, ni dirección ya que seguían como al comienzo o sea de Oeste a Este».

El objeto, o parte de él, cayó en San José. El periódico El Heraldo, de Concordia, tuvo acceso a los fragmentos:

«Pudimos tener en nuestras manos uno de los trozos metálicos desprendidos del objeto volador que surcó el espacio aéreo de General Campos en la madrugada del 21 Es una chapa metálica de 14 cm de ancho en su parte máxima, y de 12 cm de diámetro (sic) en su parte más angosta. Un espesor de 2 mm. Los bordes están derretidos como si hubieran sido quemados por un soplete de soldadura autógena.

«El metal era muy duro, con los bordes quemados, derretidos y en otros sectores como arrancados por la explosión. En la superficie había leves rastros de pintura contra la fricción de la atmósfera. También había rastros de oxidación. Nuestra impresión personal es que se trata de los restos de una chapa protectora de algún cohete de lanzamiento de satélites, aunque siempre queda la ilusión de que se tratara de un objeto extraño.

«Pudimos rescatar sólo ese trozo; los demás fueron desperdigonados por los peones del campo».

El ingeniero aeronáutico, del Departamento de Energía Eólica, Juan José Mañé, y el primer teniente Roberto Hugo Vázquez, Jefe del Departamento de Electrónica de la Comisión Nacional de Investigaciones Espaciales, dependiente de la Fuerza Aérea Argentina, recogieron los trozos de manos de Carlos Liebermann, director del periódico El Heraldo.

Luego, en enero se encontrarían más restos en la finca San Miguel. (Caso 106). Fue Darío Sauer, de 18 años, hijo del dueño de la finca, Federico Sauer, quien encontró el fragmento:

«El trozo metálico tiene las siguientes características: 17 centímetros de largo, 14 centímetros de ancho, pesa 200 gramos, el espesor es de casi 2 milímetros en su superficie y casi 3 milímetros en su base.

«Tiene la forma de un cilindro o cápsula abierta, como por una explosión, conservando una de sus bases. La base del cilindro presenta números en bajo relieve: 04522 sobre el diámetro; 7312, en el borde de la circunferencia. Su consistencia es de un metal duro. Los bordes aparecen como quemados o arrancados por efectos de una explosión. El interior del cilindro, desde la base aparece oxidado. Hay vestigios de pintura. En el extremo opuesto a la base del sector abierto, exterior, puede verse un trocito adherido al parecer por soldadura, de 3 x 4 centímetros. Además, a lo largo de la circunferencia de dicho extremo, hay una hendidura característica de una cápsula o carcaza».

En enero de 1979, en Piamonte, cerca de la presa de Beinasco, en Italia, unos adolescentes encontraron una esfera de color blanco de unas 8 pulgadas de diámetro. Se le sometió al ataque de varios ácidos y agentes químicos corrosivos sin ser dañada. (Caso 107)

Una esfera de 36 pulgadas de diámetro cayó el 10 de agosto de 1979, muy cerca del pueblo Buen Retiro, en Bolivia, a 900 kilómetros de La Paz. Fue el campesino Benigno Roca el que le toco en suerte encontrar la esfera. Tenía una perforación opuesta a una especie de protuberancia lateral. (Caso 108)

La esfera estuvo bajo la custodia de los campesinos durante cuatro días y luego fue recogida, según dicen algunos ufólogos, por miembros de la Fuerza Aérea Boliviana (FAB).

Días después se encontraron otras dos a 25 kilómetros al Sur de Buen Retiro, en el pueblo de Santa Cruz de la Sierra. La primera era idéntica a la encontrada por Roca. La segunda, mucho más pequeña, de 4 pulgadas, pesaba 7 kilogramos. Esta era la que se conservaba en mejores condiciones. (Casos 109 y 110)

Entre el 20 y el 21 de agosto de 1979 se encontró una en la hacienda El Buen Retiro. Gonzalo Menacho, un granjero local, indicó que había visto caer otra esfera desde el cielo a primera hora de la mañana del 19 de agosto. Antes del amanecer Menacho se despertó nuevamente al oír el sonido de un avión militar que hacía círculos sobre el área, como buscando algo.

Poco después, ese mismo día, en compañía de un amigo, Menacho encontró la esfera de metal aproximadamente tres veces más grande que una pelota de basketball (alrededor de un metro de diámetro). El artefacto era muy ligero, según sus propias palabras.

Luego llegaron los militares. Un coronel de la Fuerza Aérea Boliviana (FAB) indicó que la esfera no era extraterrestre:

«Se trata de un tanque de combustible de un satélite artificial».

Las esferas fueron enviadas a la Embajada Americana, en La Paz[3].

PRINCIPIOS DE LOS OCHENTA

La revista Contactos Extraterrestres publicó que el 15 de mayo de 1980, en Jolostititla[4], Jalisco, cayó un objeto envuelto en una luz violácea. En el lugar de la caída se encontró el objeto enredado en las ramas de un árbol. Se trataba de un artefacto metálico de 8 caras, de unos 60 kilogramos de peso que iluminaba los alrededores con una luz roja. No se menciona la presencia de un paracaídas, pero un objeto de ese peso sólo podría haber quedado enredado en caso de haber caído colgado de un paracaídas. (Caso 111)

El objeto fue retirado por las autoridades municipales y, posteriormente, entregado al consulado de los Estados Unidos en Guadalajara, ya que tenía una inscripción que decía «U.S. Government».

A las 6 de la mañana del 24 de noviembre de 1981 un fuerte ruido proveniente del cielo, seguido de un gran estrépito, como de objeto al chocar con la tierra, despertó a las señoras Edna Headrick y J. R. Bankson, de Siux Falls, Dakota del Sur. Se trataba, al parecer, de la caída de una esfera de unos 6 kilogramos de peso, que había quedado semienterrada en su jardín[5].

La señora Headrick se comunicó con la policía. Ahí le dijeron que probablemente algún bromista había arrojado la bola para después huir. Las señoras, al ver que no eran tomadas en cuenta por la policía, insistieron con los bomberos, la Fuerza Aérea, y finalmente, la NASA, para reportar el incidente. Un grupo de técnicos de la NASA llegó al lugar y retiró la esfera. (Caso 112)

El objeto mejor conservado de este tipo es una esfera que cayó el 6 de enero de 1984 en Huntsville, Alabama. Se trata de una esfera de 32 pulgadas de diámetro, con un peso de 25 kilogramos. La parte superior muestra un disco con nueve perforaciones en las que se introducen igual número de pernos que sostienen dicho disco pegado al cuerpo principal de la esfera. El diámetro del disco es de 6 pulgadas y media. Las perforaciones están distribuidas 8 en la periferia y una en el centro.

El dueño de la esfera informa que el material parece acero, pero le causa extrañeza que no sea magnético. El estado de conservación de la esfera, sin oxidación, podría indicar que el material es acero inoxidable o titanio. Esto también explicaría la falta de magnetismo. El relato de este testigo anónimo es el siguiente:

«El objeto se encontró en los bosques al Norte de Alabama a mediados de los ochenta. Parece que cayó de gran altura ya que estaba enterrado en el suelo (arcilla roja), dejando sólo una pequeña porción visible. Poco después de descubrirlo contacté con la U.S. Army en el Redstone Arsenal de Huntsville, Alabama, y les di la descripción de la esfera y mi nombre, dirección y teléfono. Esperaba que alguien me contactara, pero nadie lo hizo. Luego llamé a la NASA y les di la misma descripción y datos para que me contactaran. Tampoco ahí obtuve respuesta. Luego llamé al escuadrón de explosivos de la Policía de Hunstville, y dos oficiales me visitaron pocos minutos después de mi llamada. Después de una inspección me dijeron que probablemente fue fabricada en secreto por el gobierno, aunque no tenía marcas de origen. En el pasado ellos habían visto otros cachivaches, incluyendo tarjetas de circuitos. Les pregunté si podía ser extraterrestre. Ambos se rieron y me explicaron que eso era imposible ya que tenía tornillos, y que los tornillos eran una invención humana. Me pidieron permiso para llevarse el objeto, pero decidí quedármelo porque me explicaron que iban a destruirlo. (Su política es destruir todo lo que no pueden identificar). De cualquier forma he tenido en mi poder este objeto desde entonces y nunca he encontrado una explicación. Mucha gente lo ha visto (durante años lo mantuve en mi escritorio como pieza de conversación) y han propuesto varias teorías: Una simple Cápsula de Tiempo; un aparato para rastreo; parte de un avión; etcétera. Algunos creen que puede ser un artefacto extraterrestre».

«En alguna ocasión un amigo la azotó contra el concreto intentando romperla. El único resultado fue la fractura del concreto»¦ Nunca he intentado quitarle los tornillos»¦No tengo acceso a un contador Geiger o a un aparato de rayos X».

La esfera podría pertenecer a un cohete o satélite artificial, pero lo más intrigante es su aspecto terso y pulido. Probablemente se deba a los cuidados y manejos de su dueño. Pero habría otra explicación: tal vez sea uno de esos aparatos de refrigeración que se mencionan en el reporte Condon. (Caso 113).

Continuará…

Los periódicos informaron que los objetos pertenecían al Cosmos 428.

Una de las esferas encontradas en Nueva Zelanda. Muy parecida a la encontrada en Comitán, Chiapas.

La esfera encontrada en Hakataramea Valley.

La esfera de Jacksonville. Terry Bets muestra a los fotógrafos cómo se mueve la esfera sobre la mesa.

La esfera del nacional Enquirer. Ganadora del Ribbon Blue de 1974. Detrás de la pipa se encuentra Hynek.

La esfera de la Florida fue tan famosa que ocupó las páginas de varios libros de ovnis. Aquí uno italiano.

Una de las esferas supuestamente encontrada en una mina de Sudáfrica.

La esfera de Piamonte.

Fotografía del señor Benigno Roca, publicada originalmente en el periódico Presencia, de Bolivia. Su esposa y nieta posan con una de las esferas que cayeron en agosto de 1979.

¿La esfera de Siux Falls?

La esfera de Alabama.


[1] Entonces no entiendo ¿cómo pudo caer en la granja de los Bets?

[2] Cuando en septiembre de 1996 publiqué la versión original de este artículo, en el número 20 de Contacto OVNI, el editor (que también publica el famoso Semanario de lo Insólito, el tabloide mexicano en el que se traducen las notas aparecidas en sus similares americanos e ingleses) le sorprendió este párrafo. ¡El creía que las notas publicadas en esos medios sensacionalistas eran auténticas!

[3] Cable de la agencia UP, fechado en La Paz, 23 de agosto de 1979

[4] Probablemente se refería al pueblo de Jalostotitlán, a 20 kilómetros de la ciudad de San Juan de los Lagos.

[5] Tomás Doreste menciona este caso, pero dice que ocurrió a las 6 de la mañana del 11 de julio de 1979. Dice que la esfera era de color naranja, pesaba 8 kilos y era semejante a las que se usan para jugar a los bolos.

Los ovnis boludos (y 2)

BOMBARDEADOS POR LAS ESFERAS

El 17 de agosto de 1967 se encontró un objeto cúbico, a 90 kilómetros de Kutum, Sudan. El cubo pesaba unas tres toneladas. No tenía marcas de identificación. Difícilmente se cortaron algunos trozos de muestra. Se tomaron fotografías. (Caso 54)

Una esfera parecida a la de Xochilapa cayó en Arabia Saudita en septiembre de 1967. También era de 24 pulgadas de diámetro. (Caso 55)

El objeto que se menciona en el informe Condon, encontrado en una granja de Arkansas el 3 de noviembre de 1967 y que resultó ser una esfera fabricada por la Universal Metal Spinning Company de Alburquerque, Nuevo Mexico, por el Physical Science Laboratory de la New Mexico State University en Las Cruces. (Caso 56)

En Colombia, el 22 de febrero de 1968, después de tres fuertes explosiones, se encontró un fragmento de metal de 39 pulgadas por 118 de largo y de unos 57.5 kilogramos de peso, muy cerca del poblado de Orocue. Se mencionó otro objeto en forma de disco. Los restos fueron enviados a Bogota. El agregado militar de los Estados Unidos los identificó como parte de un satélite americano[1]. (Caso 57 y 58)

Una punta cónica o triangular, de 0.3 por 1.2 metros, pesando 10 a 15 kilogramos; un disco de metal de 10 a 12 centímetros de diámetro; una pieza oval; y otro objeto del que no se dio mayor información sobre su forma, cayeron en Gandaki, Nepal el 25 de marzo de 1968. La Embajada Americana en Katmandú, en un mensaje secreto fechado el 23 de julio, alertó al 1127th USAF Field Activities Group, para que recuperaran los objetos. Se les relaciona con el Project Moon Dust. (Casos 59 a 62)

Otra más, de características similares a la de Arkansas, cayó en Mudgee, Australia, en abril de 1968. De treinta kilos de peso y 24 pulgadas de diámetro. (Caso 63)

Un caso Colombiano, ocurrido el 29 de agosto de 1968. La esfera, que fue encontrada al Este de Colombia, en Villavicencio, medía 28 pulgadas de diámetro y tenía 20 kilos de peso. Tenía vestigios de antenas. Fue trasladada a Bogotá[2]. (Caso 64)

Alaska tuvo su encuentro en septiembre de 1968. El objeto se encontró cerca del pueblo de Nome. Esta vez la esfera medía 38 centímetros y pesaba 14.5 kilogramos. (Caso 65)

En ese mismo mes, el 21 de septiembre de 1968, según un cable de la agencia UP, publicado por el diario La Razón[3], una pequeña esfera metálica con cuatro antenas había caído en Venezuela. Medía tan solo 9 centímetros de diámetro y se aseveró que tenía letras del alfabeto cirílico (ruso) grabadas en su superficie. Este aparato era muy similar al recogido en Irlanda tan sólo unos días después. (Caso 66)

El 2 de octubre de 1968 cayó en Irlanda una esfera incandescente provista de cuatro varillas metálicas. El Ejército Irlandés recogió el objeto y declaró que se trataba de parte de un satélite artificial. (Caso 67)

También en el hemisferio Norte, pero esta vez en Conway, Arkansas, Estados Unidos, el 21 de enero de 1969 cayó una esfera que fue encontrada por el señor Richard Cummings. El objeto pesaba unos 15 kilogramos. (Caso 68)

En junio de 1969 cayeron algunas piezas de otra nave espacial sobre un carguero japonés. El buque se encontraba en el Pacífico, muy cerca de las costas de la Unión Soviética. Se habla de otra esfera que cayó en julio de 1969, sobre una nave alemana que cruzaba el Atlántico, y que se supone que eran fragmentos de la primera etapa de un Saturno, usado para lanzar el Apollo II. (Caso 69 y 70)

También en el Norte, el 11 de septiembre de 1969, Henning Höglund, Erik Hemmingsson y otros leñadores de Stugun, cerca del pueblo de Ostersound, en el condado de Jämtland, Suecia, encontraron otra esfera. Esta era de 38 cm de diámetro y 13.8 kilogramos de peso. (Caso 71)

La esfera había hecho un hoyo al caer. El hueco estaba lleno de agua. Fue llevada a la policía y de ahí turnada a los militares. Mostraba evidentes signos de haber estado sometida a las altas temperaturas, estaba chamuscada y, en algunas partes, se veía ligeramente azul.

La prensa publicó una entrevista con el doctor Tage O. Eriksson, quien dijo:

«No hay duda que se trata de un producto soviético. La «bola espacial» estaba llena de gases que probablemente estabilizarían el satélite o las cámaras».

Encontré dos casos más en 1969, pero desconozco la fecha exacta. Estos casos son:

El trozo analizado por la ufóloga brasileña Irene Granchi. Se dice que fue metido dentro de un horno y que no se fundió (no se especifica la temperatura alcanzada). Si fue un horno casero no es extraño este resultado; si fue en una mufla, la cosa ya es diferente. (Caso 72)

El globo metálico descubierto en Reeding, en los Estados Unidos. El análisis del mismo arrojó los siguientes resultados: cobre 76,6%, estaño 18,4% y vestigios de plata, cromo, silicio y hierro. (Caso 73)

En el pueblo de Marie Galante, en la Martinica, en diciembre de 1969 cayó un cilindro de 39 pulgadas de diámetro. (Caso 74)

Para cerrar la década, veamos

ALGUNOS CASOS MEXICANOS

El siguiente caso ocurrió ese mismo año, sólo que en el estado de Chiapas. Fue el ufólogo Luis Andrés Jaspersen quien dio la noticia en el número 7 de la revista Insólito. Según él, el 14 de agosto de 1969, a las 19:00, se escuchó una fuerte explosión en la ciudad de Comitán, al mismo tiempo que se veía un objeto pequeñito, resplandeciente, que cayó del cielo envuelto en llamas y dejando un cráter de tierra quemada de cuatro metros de diámetro.

El lugar del impacto fue a unos 60 kilómetros al Noroeste de Comitán, en unos terrenos ejidales. Los dueños del predio observaron una pequeña esfera que emitía una especie de humo a través de una tobera, y un agudo siseo. Parecía que iba a explotar. Creyendo que era una bomba avisaron a las autoridades locales. Se envió un destacamento militar y se acordonó la zona. Los soldados de inmediato se dieron cuenta que no era ningún artefacto explosivo y trataron de abrir la esfera utilizando martillos y destornilladores. Como estas herramientas eran muy precarias se decidió trasladarlo al cuartel militar en Comitán, para que de ahí fuese enviada a la ciudad de México para su estudio. El objeto no tenía ninguna identificación.

Según Jaspersen, los funcionarios de la NASA y la USAF se interesaron en el asunto. Andreas Kusulas, de la Comisión de Energía Nuclear Mexicana[4] decidió enviar la esfera a los Estados Unidos en calidad de préstamo. Al parecer Jorge Reicher Brower, uno de los fundadores del CIFEEEAC (Centro de Investigación de los Fenómenos Extraterrestres, Espaciales y Extraordinarios Asociación Civil) obtuvo una muestra del propio Kusulas, misma que luego entregaría a Jaspersen. (Caso 75)

Pedro Murguía Mora escribió en la revista argentina Akasha que algo «parecido a un platillo volador se estrelló en las montañas aledañas a Parral, Chihuahua. Pero de esto sólo se cuenta como única evidencia el relato de los testigos». Murguía tal vez se refiera al suceso que, supuestamente ocurrió el mismo día a miles de kilómetros de Comitán, en la famosa Zona del Silencio. A 70 kilómetros de Ceballos, Durango, cayó otra esfera estrellándose contra una piedra y haciendo una abolladura de 20 centímetros de diámetro en la cara opuesta de la tobera. El objeto, que pesaba unos 25 kilogramos, también fue enviado a la ciudad de México. Jaspersen cuenta que:

«»¦ mandé analizar el fragmento por mi cuenta, utilizando un espectrógrafo de absorción atómica[5].

«En ese análisis me ayudaron dos buenos amigos. Ambos catedráticos en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, (en físico-química)»¦

«A esos desinteresados científicos les envío desde aquí mi más profundo agradecimiento y estima, lamentando no poder citar sus nombres[6].

«Estos análisis determinaron que los mini-OVNIs estaban constituidos de Vanadio al 92%, Titanio al 6% y Aluminio al 2% (cuantitativamente), mientras que cualitativamente resultaron 100% puros todos los componentes[7]«.

Si en su primer artículo sobre el tema Jaspersen no da el nombre de sus «científicos», trece años después menciona a un tal Dr. Gustavo del Castillo, pero de la Universidad de Arizona[8]. En este nuevo artículo vuelve a mencionar los porcentajes del análisis químico, quedando esta vez con Vanadio y Titanio (92% y 6% respectivamente), pero no menciona el Aluminio y sí el Silicio (1%)[9]. Termina diciendo lo siguiente:

«Hubo un uno por ciento que se gasificó y no pudo ser identificado[10]«.

En el nuevo artículo de Jaspersen, que aparece en un número de la revista Contacto OVNI, junto con la primera versión de este artículo, vuelve a mencionar al Dr. Castillo, del que da su segundo apellido, Gama, pero ahora perteneciente al laboratorio Química del Potosí[11]. En esta ocasión el análisis es de:

«Vanadio 100% puro al 92% de abundancia; Titanio 100% al 6% de abundancia; y sílice 100% puro al 1% de abundancia. Hubo un 1% que se gasificó rápidamente y que el aparato no pudo identificar[12]«.

Jaspersen nos informa, además, que en el interior de la esfera había una malla, «que resultó ser Silex 100% puro al 100% de abundancia«[13].

LOS ANÁLISIS

En 1992, en uno de los programas de Nino Canun (¿Y usted qué opina?), Jaspersen me proporcionó una muestra de este material para su análisis. En esa ocasión dijo que se trataba de Titanio puro, «un metal sumamente duro»[14].

Los análisis que mandé hacer a tres diferentes lugares (la Universidad Nacional Autónoma de México, la Universidad Autónoma Metropolitana y Altzairu), demuestran que se trata de una aleación de aluminio[15].

Desafortunadamente yo no tengo la dirección de Jaspersen por lo que no le pude comunicar los resultados.

La muestra fue enviada, repito, a tres organismos independientes y con analistas que están interesados en los OVNIs, es decir, que no son escépticos. Se les dijo que eran probables restos de OVNIs, pero nada más. Sus resultados coinciden en que se trata de una aleación de aluminio. Entre los elementos aleantes se encontró Zinc con 5.6%; Magnesio, 2.5%; Cobre, 1.6%; y Cromo 0.3%. El resto es aluminio, Hierro y Silicio. Su resistencia a la compresión fue de 72,000 libras por pulgada cuadrada; a la tensión, 83,000 libras por pulgada cuadrada. Pose una dureza Brinell de 150, y una gravedad específica de 2.8. Se funde a los 637°C.

La pequeña muestra que me dio Jaspersen era de extremada dureza y no presentaba signos de corrosión. El aluminio y el titanio presentan esta última característica. Pero es el titanio el que tiene una mayor dureza. Los resultados de los análisis fueron una gran sorpresa para mí. Yo pensé que íbamos a encontrar una aleación de titanio, pero no era así. Dudo mucho que una esfera de un depósito de combustible para cohetes se fabrique de una aleación de aluminio, pero los resultados son los resultados[16].

En las microfotografías se observa una estructura de la fase alfa de aluminio-hierro-silicio. Probablemente se trate de una aleación conocida como 7075. (Caso 76)

EN LA ZONA DEL SILENCIO

Según el ufólogo argentino Héctor Anganuzzi, en Carlos Casares, Buenos Aires y en Santa Fe, se encontró un aparato compuesto por una batería y equipo de transmisores, y «válvulas y cables o circuitos eléctricos», a principios de 1970. Fue examinado por el ingeniero electrónico Otto de la Sota y el técnico electricista Ricardo Bonnet. En los dos sitios los objetos tenían una forma similar. (Casos 77 y 78)

El 7 de febrero de 1970 en Piamonte, Santa Fe, República Argentina, Aeronáutica Militar recogió dos cuerpos pequeños, metálicos, de sólo 30 cm. y una especie de válvula y cable. No se si este caso sea el mismo que se dice ocurrió en Piamonte, Italia, en 1979. (Casos 79 a 81). Ver más adelante. (Caso 107)

Venezuela inicia la década con un caso ocurrido en mayo. El 2 de mayo de 1970 se descubrió otro objeto «extraño», según los testigos. Algunos suponen que se trataba de un globo de experimentación[17]. (Caso 82)

También en ese año, Colombia presenta un caso ocurrido en junio de 1970. Se encontró en su territorio una esfera de metal de 36 pulgadas de diámetro. (Caso 83)

Un mes después (julio de 1970), se halló una esfera cerca de Lai, en el Chad. El 1 de agosto de 1970 el Ministro del Interior del Chad se comunicó con la Embajada de los Estados Unidos para informar que después de tres explosiones y un incendio que duró unos cinco días, se había recuperado una esfera de metal de 18 pulgadas de diámetro y 20 a 25 libras de peso. (Caso 84)

Luego de estos acontecimientos ocurriría un suceso que dio mucho que hablar a los ufólogos mexicanos y españoles.

A las 03:15 de la madrugada del día sábado 11 de julio de 1970, fue disparado desde Green River, Utah, Estados Unidos, un cohete de investigación espacial del tipo Athena. Una hora después de su lanzamiento, los científicos que estaban vigilando su trayectoria le perdieron el rastro. El cohete estaba programado para caer una hora más tarde en la Base de la Fuerza Aérea de White Sands, Nuevo México. Sin embargo no fue así, El cohete jamás llegó. Se había perdido contacto con él y parecía imposible localizarlo. Los científicos, después de haber hecho numerosas operaciones y estudios, calcularon y llegaron a la conclusión de que el aparato debía haber sufrido una alteración en su curso y por lo mismo debería haber caído en las cercanías de Ceballos, en la Zona del Silencio, en territorio mexicano. Era vital encontrar el aparato pues en su interior, en específico en el cono, había una cápsula de cobalto 57 altamente radiactivo, que proporcionaba energía a las pequeñas computadoras y al resto de los instrumentos técnicos.

No sólo falló el sistema que controlaba su rumbo (el giroscopio), sino que, además, los paracaídas no se abrieron, lo cual era lo normal en estos primeros intentos y experiencias de la NASA.

Era necesario pedir permiso al gobierno de México para internarse y buscar el cohete con avionetas y helicópteros. A las 5 de la mañana del día siguiente (12 de julio), la Secretaría de la Defensa Nacional, en el Distrito Federal, recibió una llamada telefónica desde los Estados Unidos.

El Gobierno mexicano aceptó que fuera enviado un equipo de rescate siempre y cuando se cumplieran con los siguientes requisitos: el equipo y militares americanos quedarían bajo las órdenes de algún general mexicano; no deberían utilizar uniformes ni vehículos militares; y deberían esperar hasta que el personal mexicano se instalara, antes de cruzar la frontera.

Poco más de 24 horas después de recibirse la llamada, miembros de la Policía Rural de Ceballos y militares comandados desde México D.F., iniciaron la búsqueda del cono. Al día siguiente, 14 de julio, llegó en un avión de la Fuerza Aérea Mexicana (FAM) el General Rangel Medina, que se instaló en Ceballos para controlar a los técnicos norteamericanos que participaban en el rastreo. Pero para la búsqueda del cohete, también fue necesario contratar a cientos de ejidatarios y vecinos de la región, aprovechando sus conocimientos de la zona.

El accidente había sido observado por un campesino de San Ignacio, Chihuahua, Antonio Muñoz, quien informó haber visto una bola de fuego que cayó del cielo en un lugar cercano. Desgraciadamente en esos días cayó un tremendo aguacero que obligó a suspender las maniobras de rescate.

El 15 del mismo mes llega al sitio personal calificado del Instituto Nacional de Energía Nuclear (INEN). Por fin, el 16 de julio se permite la llegada a Ceballos de los primeros técnicos yanquis, entre los que se encontraba el jefe del programa Athena, Werner von Braun. La visita de von Braun no pasó inadvertida para los ufólogos, quienes especularon sobre su presencia. En realidad esa presencia tenía una explicación que veremos más adelante.

En conjunto con el Gobierno de México, personal militar de los Estados Unidos emprendió la búsqueda del objeto, a la vez que alertaba a los habitantes de los posibles lugares de impacto, y del peligro que podría representar la cápsula de cobalto.

Durante dieciocho días se buscó infructuosamente el cono estrellado, a pesar de que en la operación participaban cientos de hombres.

Técnicos americanos, todos ellos al mando de un coronel yanqui y del capitán e ingeniero mexicano Carlos Bustamante, rastrearon el terreno durante 24 días, con cerca de 150 jornaleros. Se fotografió la zona con película infrarroja y foto-topogramétrica aérea, según informes de los pilotos Edward Schultz y John Kleland, del Beech B-50 N.702-B, que realizó la operación.

EL ENCUENTRO CON EL ATENÍA

Finalmente el domingo 2 de agosto es localizado desde el aire el cráter abierto por la caída del cohete Athena, en una planicie cercana al rancho de San Ignacio, sobre el cerro de San Ignacio (26° 43″™ 30″™»™ latitud Norte, 103° 44″™ 30″™»™ longitud Oeste). Dentro del cráter del montículo se localizaron los restos del cohete.

Durante días se trabajó con el precario equipo que se permitió pasar la frontera. Los científicos analizaban cada acción del terreno con contadores Geiger-Müller tratando de localizar las zonas contaminadas. De esa manera pasó más de un mes. El terreno, la arena y las rocas contaminadas llenaron 20 tambores, contabilizando un total de 10 toneladas. Como no se había permitido el paso de vehículos militares, y en la localidad no había camiones de transporte, y aunque los hubiera el peso impediría el avance en una zona de arena, los americanos tuvieron que iniciar la construcción de unas vías de ferrocarril desde San Ignacio hasta Ceballos. Estos trabajos se iniciaron el 17 de agosto y se concluyeron hasta el 30 de septiembre.

Los trabajos se suspendieron con motivo de las fiestas nacionales de Independencia (15 y 16 de septiembre).

El 30 de septiembre se conminó a los americanos para que se marcharan, enviándoles un comunicado que a la letra dice:

«Se les concede un plazo de setenta y dos horas a los señores norteamericanos para retirarse de Ceballos y la Zona del Silencio, y trasladarse de inmediato al Puente Internacional».

Según la leyenda ufológica, los americanos se llevaron cientos de toneladas de arena. Aquellas diez toneladas se habían multiplicado como por arte de magia:

«Lo único que hicieron los norteamericanos después de recuperar la «nariz» o cono del cohete, fue llevarse en barricas fuertes cantidades de arena contaminada por el artefacto, que fueron transportados por ferrocarril.

«En el transcurso de los diez días siguientes cargaron y se llevaron ochenta furgones con toneladas de tierra y rocas».

Aunque el asunto de las toneladas de arena era una exageración, sin embargo, los ufólogos no estaban equivocados del todo. Los americanos efectivamente tenían interés por esos terrenos. Al parecer querían instalar una base de rastreo de misiles y de cohetes espaciales. De hecho se sabe que hubo pláticas, conversaciones y negociaciones con el Gobierno Mexicano a ese respecto, sin que se llegara a un acuerdo.

Entre los miembros de la comisión de negociaciones americana estaban el profesor Oscar Valles, de la United States Information Service (USIS), del Consulado Americano en Chihuahua, y el señor Jorge M. Flores, Jefe del Servicio de Información del Consulado Americano en Chihuahua, y el mismo von Braun.

De hecho, el periódico de Coahuila, El Siglo de Torreón, en su edición del 4 de marzo[18], informó sobre las gestiones que estaba haciendo von Braun con el gobierno mexicano para instalar una base en Ceballos:

«Si las gestiones no fructifican y no se obtiene el permiso del Gobierno Mexicano para instalar cerca de Ceballos la estación espacial, entonces tendrán que ponerla en el suelo norteamericano, en el lugar más cercano posible a la zona de los meteoritos o sea en El Paso, Texas. Esa estación de observación, por los fenómenos señalados, es importantísima para la NASA, y por ello Ceballos tiene una gran estrella en el mapa donde están señalados los trabajos urgentes a realizar por ese organismo».

En realidad se trataba de una estación de rastreo, como lo explicó el ingeniero Harry de la Peña en una conferencia:

«La región de Ceballos, Durango, está marcada con una gran estrella en los mapas de la NASA. Para los científicos espaciales norteamericanos tiene tanta importancia que actualmente ese organismo gestiona ante el gobierno de México la construcción en ese lugar de una estación de observación, que comprendería: radar, computadoras electrónicas, telescopio óptico, radiotelescopio y sus respectivos edificios».

Las pláticas no tuvieron éxito pues el presidente Luis Echeverría Álvarez se negó rotundamente a que en México existieran bases de los norteamericanos. (Caso 85)

UN CASO DE OTRO MUNDO

En agosto de 1970 unos cazadores de Belem, Brasil, encontraron una esfera que pesaba unos 15 kilogramos y medía unas 16 pulgadas de diámetro. Estaba muy caliente después de impactarse con la Tierra. Los testigos dijeron que minutos después de haber caído del cielo aún producía un sonido parecido al de una tetera de agua hirviendo. Probablemente pertenecía al Cosmos 316, de la Unión Soviética. (Caso 86)

En Dakota del Norte, Estados Unidos, cayeron tres esferas en abril de 1971. (Casos 87 a 89)

Otra esfera «misteriosa» apareció en Yugoslavia el 16 de octubre de 1971. (Caso 90)

En Francia se recogió un cilindro pequeño que «parecía de plomo», en ¿enero? de 1972. (Caso 91)

La esfera encontrada en Conway, Arkansas, por el señor Richard Cummings.

Wernher von Braun

El ingeniero mexicano Harry de la Peña, descubridor la Zona del Silencio.

A la derecha, diversas tomas de la esfera que cayó en Comitán, Chiapas, en agosto de 1969. Al parecer, las fotografías fueron tomadas por militares. En ese entonces la guerrilla estaba muy activa en diversos lugares de la República Mexicana. Cualquier asunto «fuera de lo normal» era rápidamente intervenido por las autoridades militares.

En las fotografías, obtenidas por Jorge Reicher Brower, se puede ver que los militares manipulan y acomodan las esferas para que sean fotografiadas. Por lo menos son dos las esferas que aparecen en las fotografías.

Una de las claras diferencias que nos hacen sospechar que son varias las esferas fotografiadas en los patios militares es el enorme hueco que aparece en la esfera de la fotografía. Las fotografías de la página anterios no muestran esta característica.

La parte interna muestra, al fondo, el inicio de una especie de conducto (también visible en las fotografías de la página anterior, por su parte externa). El metal alcanzó altas temperaturas que lo hicieron fundirse.

Fotografía que nos da una idea del tamaño de los fragmentos. Podemos observar el tejido del material ignífugo que se encontró junto con la esfera.

En esta microfotografía, con ampliación de 200 X, se observa una estructura de la fase alfa de aluminio-hierro-silicio. La probeta fue atacada con ácido fluorhídrico al 5% durante 15 segundos, para eliminar la presencia de silicio.

La segunda microfotografía, amplificación de 200 X, se observa una estructura de aluminio-silicio. La probeta también fue atacada con ácido fluorhídrico al 5%, durante 15 segundos. Los resultados de los análisis concluyeron que era una aleación de aluminio, conteniendo una matriz de aluminio-silicio, con zonas de silicio-calcio y algunas trazas de la fase alfa de aluminio-hierro-silicio.Microfotografía con una amplificación de 100 X, se observa una estructura de aluminio con una pureza del 99%, según los análisis que se le practicaron.


>[1] Cable de AFP fechado en Bogotá el 23 de febrero de 1968.

[2] Cables de las agencias ANSA (fechado en Villavicencio, 29 de agosto de 1968); y AFP (fechado en Bogotá el 30 de agosto de 1968)

[3] Cable de UP fechado en Caracas, Venezuela, 22 de septiembre de 1968, La Razón, Argentina.

[4] En ese entonces había un Instituto de Energía Nuclear, pero no una Comisión de Energía Nuclear Mexicana.

[5] En otro artículo, y refiriéndose al mismo asunto, Jaspersen dice que el espectrógrafo de absorción atómica también es conocido como espectrógrafo de masas. Este es un error. Al mismo tiempo estas técnicas casi no se utilizan en el análisis de metales y aleaciones.

[6] No veo la razón para no citar los nombres de esos «científicos». Al contrario, y tal como da a entender Jaspersen, sus científicos no tenían objeción en ser identificados. El proporcionar nombres, fuentes y referencias no solo ayuda en las investigaciones sino que le da un respaldo a cualquier historia, evitando que sea tomada como una mera fábula.

[7] Esta es una de las mayores estupideces que cometen muchos ufólogos. Muestran un análisis químico en el que se reporta una aleación de diversos metales, pero dicen al mismo tiempo que esos metales son puros.

[8] San Luis Potosí está a miles de kilómetros de Arizona. O bien Jaspersen está mintiendo en torno a los supuestos análisis, o en realidad se hicieron dos análisis de las muestras.

[9] Existe una aleación que contempla a estos tres elementos. Se le conoce como (Ti-6AL-4V) y esta constituida principalmente por Titanio, un 6% de Aluminio, un 4% de Vanadio, un máximo de 0.25% de Fierro, un máximo de 0.08% de carbono, un máximo de 0.0125% de Hidrógeno y un máximo de 0.05% de Nitrógeno. Esta aleación tiene una gravedad específica de 4.46 y un punto de fusión de 3,000°F (1,649°C). Se utiliza principalmente en la construcción de tanques para combustible de satélites artificiales, debido a su alta resistencia a la corrosión y a la temperatura. La composición reportada en el segundo artículo de Jaspersen muestra un 1% de Silicio. La presencia de este elemento puede proporcionar fragilidad a la aleación, por lo que regularmente se trata de mantenerlo a niveles bajos (trazas). Hay que hacer notar un tremendo error del que no se ha dado cuenta Luis Andrés: aquí ha ocurrido una transmutación alquímica en la que el aluminio se ha transmutado en silicio, lo que resulta altamente sospechoso y hace dudar de la veracidad de la historia.

[10] Esta es una tontería. Los análisis se debieron hacer en función de lo que se tenía. Ese era el 100%. Si es que algo se gasificó, ese gas no estaba presente en la muestra analizada, por lo que no puede formar parte del 100%. Además, ¿cómo podemos asegurar que lo gasificado constituía el 1%? ¿por qué no el 2%, el 50% o el porcentaje que se nos antoje? Si suponemos que lo que quería decir Jaspersen es que el 1% «desapareció» (gasificándose), el restante 99% que quedó en la muestra, sin gasificar, constituiría el 100% de ella y en base a ese residuo se debió haber hecho el análisis. Aún si pensáramos de otra manera, es decir, que Jaspersen se refiere a que el 1% de la muestra eran gases, de todos modos los análisis debieron identificarlos. Ningún científico daría de esta manera sus resultados. Este es otro punto sospechoso en torno al supuesto análisis de las muestras.

[11] Efectivamente existió un doctor en física llamado Gustavo del Castillo y Gama. Fue el fundador, en 1956, de la Escuela de Física, hoy Facultad de Ciencias, de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Graduado en ingeniería química, viajó a los Estados Unidos (Universidad de Purdue, Lafayette, Indiana) para obtener el doctorado en Física en radiaciones ionizantes. Siguiendo sus estudios e inquietudes, regresa a México a fundar la Escuela antes citada y a iniciar los proyectos de lanzamiento de cohetes, con el fin de estudiar la radiación en la alta atmósfera. También trabajó para el Instituto Mexicano del Petróleo. Hasta el momento no he encontrado referencias que indiquen que desarrolló su carrera de ingeniero químico. No se si realmente trabajó para la supuesta Química del Potosí. Tampoco he encontrado referencias de la existencia de esta compañía. El Doctor Gustavo del Castillo y Gama era el científico potosino de mayor renombre en el Estado. Una hipótesis sería que, Jaspersen, apurado porque diera el nombre del científico que hizo los análisis, proporcionara el nombre de la máxima luminaria de la ciencia potosina en esa época.

[12] Esto, como ya decíamos en la nota 16, es una tontería. Es como afirmar que la sal está constituida de Sodio 100% puro al 50% de abundancia y Cloro 100% puro al 50% de abundancia, y así ad infinitum todas las sustancias están constituidas por sus elementos 100% puros, lo que no es del todo cierto, ni del todo falso, aunque sí es una perogrullada. De hecho el hablar de una sustancia q.p. (químicamente pura) son palabras mayores. Una aleación no es pura, ya que esta constituida por una «mezcla» de metales. Apuesto a que los metales que constituyen la aleación de la que estamos hablando no son q.p.

[13] ¿Silex? ¿Sabe Jaspersen lo que es el silex? Se trata de una variedad criptocristalina de cuarzo, también llamada pedernal, de color gris pardo, amarillento o negro; translúcido en los bordes. Fue empleado por el hombre prehistórico para la fabricación de sus armas o como piedra de chispa. Si lo que quiso decir fue Silicio, también está en un error. Las fotografías muestran una carpeta o «petatillo» de un material parecido al asbesto, que es un silicato doble de calcio y de magnesio (es decir, una mezcla que no es 100% pura). Este material se utilizaba como retardante al fuego, actualmente está en desuso debido a sus propiedades cancerígenas.

[14] Aquí volvió a ocurrir otra transmutación. Esta vez el Vanadio y el aluminio y/o Silicio se transformaron en Titanio puro. Como hemos dicho, el Titanio presenta una gran resistencia a la corrosión. La muestra que me entregó Jaspersen no presentaba corrosión. Sin embargo, si vemos las fotos de la esfera que cayó en Ceballos, nos daremos cuenta que está cubierta por varias costras de herrumbre. Definitivamente no se trataba de los mismos materiales. Tal vez Jaspersen me dio una muestra que no pertenece a la esfera sin saberlo él; ya que fue la misma que le entregó Jorge Reicher Brower. Si vemos las fotos nos daremos cuenta que el pedazo de Jaspersen no pertenece a ninguna parte de la esfera (su curvatura, forma, color, etcétera, son completamente diferentes).

[15] El aluminio tiene una «alta resistencia a la corrosión» debido a que se oxida muy fácilmente. Esta aparente contradicción se explica de la siguiente manera: el aluminio se transforma rápidamente en óxido de aluminio, que es el material un tanto opaco que vemos en todos nuestros utensilios de cocina. Este óxido de aluminio no cambia de color ni de densidad (no se esponja) como el óxido de hierro. La capa de óxido de aluminio externa protege de la oxidación al aluminio metálico de la parte interna. Si rayamos un utensilio de aluminio veremos aparecer el color metálico y brillante del aluminio sin oxidar.

[16] Cavilando sobre este problema me he puesto a pensar si no hubo una confusión en las muestras. Una de las muestras proporcionadas a Altzairu, pertenecían al caso del camión que transportaba asbesto, y que fue quemado con un rayo láser por los chaneques (pequeños duendes del Sureste mexicano), según la leyenda ufológica. Esos camiones tienen en la parte trasera un piso de madera consolidado con unas tiras de una aleación de aluminio. Los restos que conseguí del camión quemado, según yo, eran de aluminio. ¿Pudo haber ocurrido un traslape de muestras? ¿Pudo Javier Rosales, uno de los ingenieros metalurgistas que coordinaba los análisis en las tres instituciones, confundir las muestras?

[17] Cable de la agencia EFE, fechado en Caracas el 2 de mayo de 1970.

[18] Es decir, mucho antes del incidente del Athena.

Ovni fortuito 3

Carlos Díaz fue el primero en fotografiarlas. Las naves de plasma (biológico para Maussán) son más discretas y se conocen pocas fotografías de ellas. Por eso obtener una «fotografía de ovni fortuito y, además, plasmático» es como ganarse la lotería sin comprar boleto. En esta foto podemos ver una agradable escena familiar, por demás neutra, lo que asegura la transparencia y veracidad del caso. La familia Arnold jugaba con su perro Billy cuando una misteriosa nave hizo su aparición. El objeto pasó inadvertido por todos, pero la cámara captó su presencia. Desdichadamente en la copia que ha llegado a nuestras manos se ha introducido la propaganda de esas pastillas de menta, lo que afea la toma. Pero en la ampliación podemos ver que el ovni es del mismo tipo de los fotografiados por Díaz. Otra evidencia irrefutable.

Los ovnis boludos (Primera parte)

EL ENIGMA DE LAS ESFERAS METALICAS

DEDICADO A MANUEL BORRAZ

Desde finales de la década de los cincuentas, hasta nuestros días, se ha reportado, en diversas partes del mundo, el hallazgo de curiosas esferas metálicas, que han caído a la Tierra y que algunas personas han tomado como fragmentos de platillos voladores o hasta como OVNIs mismos. Se trata de un curioso fenómeno que ha sido investigado por diversos ufólogos a nivel mundial, pero que yo sepa, hasta el momento nunca se le había dado una explicación racional. Existen, como decía, muchos reportes en la literatura ufológica a este respecto, pero los que siguen son los que se citan con más frecuencia. Veamos de forma cronológica una lista de estos hallazgos para luego dar una explicación de los mismos.

FRANK EDWARDS Y LOS OVNIS AUSTRALIANOS

Aún antes del lanzamiento del Sputnik se tienen datos de restos de objetos metálicos que han caído a la tierra. Tal es el caso de un disco de 1,2 metros de diámetro, que cayó a principios de abril de 1949 en Colorado, USA, en dos piezas fragmentadas. Tenía inyectores y otros adminículos como un anillo de aluminio. En ese entonces se iniciaban los primeros experimentos en la cohetería americana, por lo que no sería raro que el objeto perteneciera a estos proyectos. Sin embargo este caso no lo consideraremos porque tenemos puesta nuestra atención en los casos de esferas o, por lo menos, cilindros, y de restos asociados directamente a este tipo de avistamientos.

A principios de la primavera de 1953, un niño encontró, en unos tiraderos de basura de Connecticut, una esfera de 36 pulgadas de diámetro, con un interior hueco en el que se podía observar un disco. La esfera estaba fabricada de una aleación de Fe-Al-Co. Desconozco las proporciones de estos elementos en la aleación. (Caso 1)

Un granjero de Skene, condado de Västergötland encontró otra esfera el 28 de noviembre de 1957. A las 15:30 había viajado al pueblo sin encontrar nada anormal en su camino. A su regreso, una hora más tarde, vio sobre el camino la esfera. El reporte de la Agencia de Defensa Sueca (FAO) es simplemente la copia del documento de la policía local dirigido al personal de Defensa en Estocolmo. El reporte no indica las dimensiones ni el peso de la esfera, pero el artículo en el Borås Tidning, aparecido al día siguiente, menciona que tenía unos 40 centímetros de diámetro.

El policía Edvin Cederfeldt, dijo a los reporteros que la esfera no tenía nada que ver con globos meteorológicos ni radiosondas que eran lanzados ocasionalmente en el área.

Una nota manuscrita del capitán Lennart Bunke (quien investigó OVNIs para la FAO de 1957 a 1961), indica que el objeto fue identificado como un reflector de radar para pruebas de tiro de una base militar a 30 kilómetros a Noreste de Gothenburg.

El ufólogo sueco Svahn Clas trató de identificar el objeto de Skene como perteneciente a un Sputnik.

El Sputnik 1 reingresó el 4 de enero de 1958, pero el cohete que lo puso en órbito, el Alfa 1, lo hizo el 1 de diciembre. El Suptnik 2 reingresó el 14 de abril de 1958. Probablemente la identificación de Bunke sea la más correcta. (Caso 2)

El 1 de abril del 1958, en Neuquén, Argentina, cayeron algunos fragmentos de objetos construidos con un material negrusco, identificado como titanio, por el profesor Tomás Suárez Mignon. No se menciona la forma de dichos objetos. Probablemente eran restos del cohete que puso en órbita al Suptnik 2. (Caso 3)

En su libro Alien Liaison (1991), Tim Good relata este caso. Un hombre que trabajó durante 5 años (1956 a 1960) en el National Weapons Research Establishment (NWRE), Woomera Test Range, Salisbury, Australia, dijo que en una fecha no determinada (1958 o 1959) se recuperó una esfera de 2 pies 9 pulgadas de diámetro. La esfera parecía haber estado sometida a grandes temperaturas pues presentaba un color gris oscuro metálico.

Se intentó cortarla pero ninguna herramienta (martillos, seguetas, cinceles, desarmadores) le hizo mella.

Los americanos informaron que el objeto les pertenecía y fue enviado a la Base Aérea de Wright Patterson. (Caso 4)

En total once piezas de restos de metal, entre los que se incluía una bola de metal de 22 pulgadas de diámetro y 21.7 kilogramos de peso, fueron encontradas en Brasil, entre marzo y junio de 1962. En ese mismo período de tiempo se recuperó otra esfera en Sudáfrica (Casos 5 y 6).

En julio del mismo año se encontró otro recipiente esférico de 16 pulgadas de diámetro, cerca de Porto Allegre, Brasil. (Caso 7)

Un residente de Las Víboras, a 20 kilómetros de Gancedo, en la provincia de Chaco, encontró un tetraedro metálico y pulido, de aspecto macizo, de unos 90 kilogramos de peso y 16 pulgadas de lado. Fue en julio de 1962. (Caso 8)

Luego de conocerse la noticia del hallazgo, en agosto llega al sitio el profesor Cassidy, de la Universidad de Colorado. Desde General Pinedo, que fue tomado como base, partía todos los días, en un avión de la Marina Argentina para explorar los alrededores. Luego, en un Land Rover, dirigió un equipo de escavadores, reclutado entre la gente del pueblo y campesinos. La consigna era desenterrar varias piezas metálicas diseminadas en el campo, pero sin tocarlas.

En noviembre Cassidy regresa a los Estados Unidos, llevándose consigo el tetraedro y los demás restos encontrados. Luego volvería a Las Víboras el año siguiente.

Luego tenemos dos esferas halladas en septiembre de 1962, en Wisconsin y Carolina del Norte, la última de las cuales tenía antenas por doquier semejando un «erizo». Era muy parecida a la que caería en Irlanda, en 1968. La esfera de Wisconsin estaba fabricada con acero. Se le identificó con los restos del Sputnik 4. (Casos 9 y 10)

Pero, tal vez el primer reporte de objetos esféricos caídos a la Tierra, que fue relacionado con OVNIs, provenga de Australia. En 1963 se encontraron tres esferas huecas en el desierto australiano. Medían 6, 15 y 18 pulgadas de diámetro (aproximadamente 15, 38 y 46 centímetros) y eran de metal. (Casos 11 a 13)

La primera fue vista, el 24 de marzo de 1963, desde una avioneta que sobrevolaba el desierto de Broken Hill, en Nueva Gales del Sur. El piloto descubrió un pequeño objeto esférico que resplandecía bajo los rayos del Sol. Se trataba de una esfera del tamaño de una bola de boliche.

Veinticinco días después, el 30 de abril, el Ministro Australiano de Abastecimientos, Allen Fairhall, declaró ante la Cámara de Representantes, que las tres esferas serían entregadas a la Fuerza Aérea de los Estados Unidos «sus legítimos dueños». Más adelante veremos el porqué de esta extraña declaración.

Frank Edwards escribió a la Embajada de Australia en Washington para solicitar información del caso. Se le informó que se trataba de simples unidades congeladoras de un viejo modelo descontinuado de refrigerador eléctrico.

De acuerdo con Peter Twist, de The Weapons Research Establishment, de Salisbury, South Australia, la esfera encontrada en Broken Hill, conocida como la Boulia Ball, fue enviada al National Weapons Research Establishment (NWRE) en Adelaida para su examen. Se trató de enviar la esfera por avión, pero el piloto se negó a partir pensando que la bola podría explotar. Finalmente se decidió enviarla por vía terrestre.

La esfera fue identificada por el capitán D. W. Boucher, de la USAF, como perteneciente a un satélite espacial, posiblemente el Cosmos 428.

Después de ser analizada se determinó que pesaba unos 7.5 kilogramos y medía 18 pulgadas de diámetro.

Luis Andrés Jaspersen relata estos casos en el número 58 de Reporte OVNI y pone como referencia el libro Flying Saucers Message, de Rex Dutta. En realidad su fuente fue un artículo de Edwin Möller aparecido en la revista Duda. Lo increíble es la verdad No. 586. En ese artículo se hace referencia al libro de Rex Dutta, pero no se da la editorial ni el año de publicación, por lo que Luis Andrés tampoco proporciona ese dato. No he leído este libro, pero el caso realmente apareció en el libro de John Michell y Robert J. M. Rickard, Phenomena: A book of wonders, publicado en Londres en 1977 por Thames & Hudson Ltd. En esta obra se dice, además, que las esferas tenían una serie de números que casi no se distinguían debido a la fusión del metal. Este detalle fue censurado por Möller y Jaspersen. Este libro es fuente de varios de los casos reportados en este artículo, por lo que el comentario un tanto vanidoso de que sólo él (Jaspersen) y Hynek se habían ocupado del asunto de las esferas metálicas que caen del cielo es una mentira (por lo menos podemos contar a Rex Dutta, John Michell, Robert J. M. Richard, Frank Edwards, Allen Hynek, Tomas Doreste, Edwin Möller y Antonio Las Heras).

Ya el doctor Edward U. Condon se había ocupado de este caso. En el informe Condon, sección III, capítulo 3 («Direct Physical Evidence»), apartado 3 («Parts of UFOs, or UFO Equipment»), podemos leer lo siguiente:

«Se ha encontrado en el campo y en los bosques, esferas de metal de uno o dos pies de diámetro, que se han reportado como OVNIs o evidencia de los mismos. Estas esferas huecas son realmente blancos de prueba para calibrar equipos de radar. Uno de estos objetos, que en este caso no fue considerado como un «OVNI» por el que lo encontró, es de sumo interés. Se trata de un objeto encontrado en una granja de Arkansas el 3 de noviembre de 1967. La esfera fue fabricada por la Universal Metal Spinning Company de Alburquerque, Nuevo Mexico, por el Physical Science Laboratory de la New Mexico State University en Las Cruces. Estas esferas, de acuerdo con el fabricante, están hechas de aluminio, tienen diámetros que van de 3 3/16 a 28 pulgadas y se lanzan desde aviones, globos y cohetes. Por lo regular, caen libremente, alcanzando una velocidad de 90 millas por hora. Por lo regular se les deja caer en lugares deshabitados. Unas de tales esferas, las encontradas en Australia, fueron mencionadas por Edwards en un contexto ufológico (1967)».

ALGUNOS CASOS DE LOS SESENTA

En marzo de 1964 cayó otra esfera de 11 kilogramos cerca de Belem, Brasil. (Caso 14)

El 8 de septiembre de 1964, un cazador sueco encontró una en un paraje desolado cerca de Vemdalen, en el condado de Härjedalen. Tenía unos 371 mm de diámetro y pesaba 5.28 kilogramos. Los análisis espectrales identificaron que estaba hecha de titanio.

Los investigadores de la FOA encontraron seis posibles fuentes para la esfera. En todos los casos se trataba de tanques presurizados pertenecientes a un cohete Agena D. La fuente más probable era la misión 1964-43A, lanzada el 5 de agosto de ese año. El cohete había reingresado a la Tierra el 31 de agosto y, seguramente, parte de él fue encontrado por el cazador una semana después.

Se calculó que la chatarra espacial había llegado a Vemdalen desde el Mar del Norte, con una inclinación de 80 grados, lo que explica que no hubiese reportes de su caída. (Caso 15)

En la Navidad de 1964 en Tío Pujío, Córdoba, República Argentina, cayó una esfera de más de 32 pulgadas de diámetro y 100 kilogramos de peso. El administrador de DINFIA, comodoro Sixto Fernández y el comodoro Jorge L. Ballesteros, comunican en junio de 1965, en el Casino de Aeronáutica, que la esfera estaba fabricada con Titanio y que en su interior se encontraron vestigios de hidrógeno o de helio (¿?). (Caso 16)

Poco tiempo después del caso anterior, en enero del año siguiente, una esfera gemela a aquella, es ubicada en Villa María, Córdoba, a escasos kilómetros de Tío Pujío. (Caso 17)

En Santa Fe, Argentina, también en enero de 1965, se encontró un tanque considerablemente más largo, de 40 pulgadas de diámetro por 200 de largo, que mostraba señales de haber sido impactado por micrometeoritos. (Caso 18)

En ese mismo mes y año, pero en Mendoza (¿San Luis?), se hallaron fragmentos metálicos sin forma definida, o de forma circular con «alerones». Hicieron unos cráteres de regular tamaño en el suelo[1]. (Caso 19)

En Lavalle, Mendoza, el 13 de enero de 1965, se encontró un tanque de 13 pies de largo por 4 de diámetro, y 99 kilos de peso. DINFIA realizó una investigación oficial. (Caso 20)

Según los ufólogos, las comunicaciones se interrumpieron por 4 días y se «observaron seres diminutos enfundados en traje de buzo, que despedían una fosforescencia verdosa».

También en Mendoza, en la localidad de Luján, el 30 de enero se encontró un cuerpo fusiforme de unas 16 pulgadas, provisto de 4 alerones. (Caso 21)

Luego, muy cerca de donde se había hallado la esfera de Tío Pujío, se encontró otra, el 21 de febrero de 1965. La esfera era muy parecida a la primera, pero con dos tuercas en sus extremos. (Caso 22)[2]

El 5 de abril de 1965 un objeto similar cayó en el pueblo de Borås, al sur de Suecia, en el condado de Västergötland. Medía 310 mm de diámetro y pesaba 4.16 kilogramos. Estaba casi intacta pues cayó en un área lodosa cercana a un lago. (Caso 23)

La FOA estudió las tablas de decaimiento de chatarra espacial de la NASA e identificó la bola como perteneciente a la misión 1965-26A, lanzada el 25 de marzo. Se trataba de restos del TAT-Agena-D que había reingresado a la Tierra el 4 de abril.

Anders Liljgren encontró en una librería de viejo, un ejemplar de un reporte sobre la literatura OVNI, de la Agencia de Investigación de Defensa Sueca (FOA). El reporte de unas 43 páginas no fue considerado «Hemlig» (secreto). Formaba parte de los archivos privados del doctor Tage O. Eriksson, el meteorólogo que dirigió las investigaciones OVNI oficiales para la Defensa Sueca, entre 1966 y 1976.

En el reporte aparecen este y otros casos de esferas metálicas recobradas en Suecia.

La gente de la localidad de Borås escuchó un fuerte ruido. En el reporte de la FAO se puede leer:

«»¦ existen numerosos avistamientos de la 1965-26A por toda Europa. La inclinación de 96.1 grados significa que su trayectoria pasó por diversas áreas densamente pobladas de Europa».

Se descubrió otro objeto «extraño» en Rolon, La Pampa, el 9 de julio de 1965[3]. (Caso 24)

En 1965 se encuentra un objeto «similar a un circuito electrónico de los utilizados en Aeronáutica», en San Luis, San Luis, Argentina. Las autoridades de DINFIA hicieron una investigación. (Caso 25)

También en 1965, en San Miguel Tucumán fue hallado un cilindro de titanio. (Caso 26)

El ufólogo brasileño, doctor Olavo T. Fontes aseguró que se trataba de objetos de origen extraterrestre.

La llamada Bola de Merkanooka, cayó en septiembre de 1965 cerca de ese pueblo de Australia. Era de titanio y medía 20 pulgadas. (Caso 27)

Tres meses después, el 6 de diciembre de 1965, caían tres esferas de metal en Lora del Río, cerca de Sevilla, España. Eran esferas de 15 pulgadas de diámetro que pesaban, 9.6, 14.6 y 14.7 kilos, respectivamente. Tenían una protuberancia en la parte superior y un cordón de soldadura que las circundaba por su ecuador. (Casos 28 a 30)

Cinco días después, el 11 de diciembre, se encontraron otros dos objetos en Montemolinos, Badajoz. Esta vez eran dos cuerpos cilíndricos de 15 pulgadas de longitud por 8 de diámetro y 6.4 kilos de peso. (Casos 31 y 32)

Otro objeto fue encontrado el 28 de ese mismo mes en Fuentes de Cantos, en la misma región de Badajoz. Era otra esfera de 15 pulgadas de diámetro y 4.7 kilos. (Caso 33)

El INTA encontró que estaban hechas de una aleación de titanio y que en su interior se podían leer algunas letras en alfabeto cirílico. Se estableció que eran restos de algún satélite soviético y se inició un rastreo de nuevos objetos. En total se recuperaron otros 9 pequeños cuerpos, algunos de ellos metálicos, otros estaban carbonizados.

El gobierno de los Estados Unidos pidió que los restos fueran enviados al Battelle Memorial Institute para su análisis. El BMI emitió un comunicado de 284 páginas, el 15 de junio de 1967 (Investigation of five metallic bodies recovered alter space flight(s), #T67 94769 «SECRET No foreign dissem except Spain«)

Se decía que eran recipientes para almacenar gas a presión.

Durante el proceso de desclasificación OVNI español, los militares encargados encontraron el informe y toda la documentación oficial generada en su día. Los documentos no se desclasificaron porque no estaban relacionados oficialmente con los OVNIs. Sin embargo Vicente Juan Ballester Olmos fue autorizado, por el jefe del estado Mayor del Aire, para consultar dichos documentos en la base de Torrejón. Obtuvo una copia de los mismos y luego investigó en la base de datos del NORAD, encontrando que el cohete SL-6, que había puesto en órbita el satélite Luna 8, había caído el 6 de diciembre de 1965. El 28 de diciembre cayó el cohete SL-3 (que había colocado en órbita el satélite Cosmos 99). Pero no encontró un dato que coincidiera con el suceso del 11 de diciembre.

El Lunik 8 (NSSDC ID: 1965-077A), fue lanzado el 3 de diciembre de 1965 a las 10:48:00 UTC, desde el cosmódromo de Baikonur. La sonda tenía un peso de 1,552 kilogramos. Todo el conjunto pesaba 40 toneladas. El cohete impulsor un SS-6 modificado (Sapwood), constaba de dos etapas. Parte de estos cohetes fue lo que cayó en España.

Su misión era aterrizar en la Luna, pero como los retrocohetes se tardaron en encender, el aparato se destrozó al caer en el Mar de las Tormentas (Oceanus Procellarum).

La señora Schirmer, de Florence, Oregon, encontró una esfera el 2 de enero de 1966. Estaba incrustada de barnaclas y medía 2 pies de diámetro. Tenía dos tubos que sobresalían a lados opuestos. Apareció sobre la playa después de una tormenta. La señora Schirmer la ocultó con ramas y llamó a la Guardia Costera de Siuslaw.

Las autoridades pensaron que podría tratarse de una mina, por lo que llamaron al equipo especializado de la Marina, en Bremerton. Los militares hicieron un hoyo de 4 pulgadas y encontraron que la esfera estaba vacía.

El objeto estaba hecho con placa de titanio de 1/4 de pulgada de grosor. En su superficie había grabados varios números, lo mismo que en las placas que sostenían las válvulas.

La señora se quedó con la esfera y la mantuvo en su casa por casi treinta años. En noviembre de 1996 la señora Schirmer la donó al Oregon Air & Space Museum de Eugene. Los curadores del museo creen que se trata de parte del equipo modular de una nave Géminis.

Este objeto debió estar en la parte trasera de la cabina del Géminis. La esfera se separó poco antes que la cabina, que transportaba a los dos astronautas, reentrara a la atmósfera. Estas esferas contienen oxígeno y helio. Probablemente, por la fecha, haya pertenecido a las Géminis 3, 4 o 5, que fueron lanzadas en marzo, junio y agosto de 1965. (Caso 34)

Pescadores brasileños encontraron frente a las costas brasileñas, en abril de 1966, una esfera metálica, conteniendo trazas de helio, de 1 metro de diámetro y unos 113.3 kilogramos de peso. (Caso 35)

Un mes después, en mayo de 1966, una pieza ligera de metal de unas 20 por 12 pulgadas; otra de forma oval, de 16 por 8 pulgadas; una tercera en forma de colmena negra, de 4 por 5 pulgadas; y cuatro piezas de alambre fueron encontradas en el distrito de Río Negro, Brasil. (Casos 36 a 39)

En octubre de 1966 se encontró un recipiente esférico de titanio en Tomahawk, Wisconsin. Era de 37 centímetros de diámetro y pesaba 13.6 kilogramos. (Caso 40)

El 27 de octubre de 1966 se encontraron tres objetos cilíndricos en Punta Arenas, Chile. Cada uno pesaba unos 120 kilogramos. (Casos 41 a 43)

En enero de 1967 otra esfera cayó en Perú. Era de 23 pulgadas de diámetro y pesaba 15.8 kilogramos. (Caso 44)

«Bolitas y clavos de titanio y platino» (respectivamente), fue lo que se encontró en algún lugar no determinado de los Estados Unidos en 1967. (Casos 45 y 46)

1967 EN MÉXICO

Un objeto ovalado y con hendiduras cayó en Escobar, Buenos Aires, el 7 de febrero de 1967[4]. (Caso 47)

No solo en la parte austral del planeta ocurrían estos hallazgos. En nuestro propio país, ese mismo 7 de febrero de 1967 cayeron dos esferas metálicas, al parecer de titanio, en Monterrey. En 1996 no sabía más de este caso, ni el destino de estas esferas, pero años después supe que tenían 15 y 24 pulgadas de diámetro y pesaban 17 y 30 kilogramos, respectivamente. (Casos 48 y 49)

El suceso ocurrió en el pueblo de General Terán, Estado de Nuevo León. Los testigos enviaron una carta al secretario privado del Gobernador de Nuevo león, y anexaron un memorando en el que firmaban su declaración. A finales del siglo XX, gracias al Acta de Libertad de Información, se liberó una serie de documentos que relacionaban este caso. En dichos documentos se puede leer lo siguiente (memorando):

«En la villa de General Terán, Estado de Nuevo León, a los 15 días de febrero de 1967, a las once en punto, el profesor Ernesto Torres Malagón se presentó ante el Presidente Municipal, Ingeniero Plutarco Elías Calles Sáenz. El profesor Torres es un maestro de la Escuela Rural Federal del Ejido «Las Anacuitas» Sección Victoria del Municipio de General Terán, informando que llegó a trabajar el día martes 7 de febrero cuando los vecinos alarmados le informaron que cerca de las 10:30 horas de ese día, escucharon 2 ó 3 explosiones y súbitamente vieron descender una esfera de tamaño indefinido, dirigiéndose al Oeste, cubierta por humo y algo de fuego, cayendo en el ejido, cerca de 1,500 metros de la cantera del pueblo, considerando la posibilidad de desplazarse hacia el lugar en donde el objeto cayó, sin embargo desistieron de acercarse debido al olor tan fuerte que despedía el objeto, como de pólvora, por lo que decidieron regresar a sus casas.

«Posteriormente, el señor Reyes Perales Pérez, el domingo 12 encontró accidentalmente el objeto visto, consistente en una esfera de metal, de un material desconocido, de color indefinido, de 30 kilogramos de peso aproximadamente y cerca de 60 centímetros de diámetro. Por aviso del profesor acudieron las siguientes personas a observar el objeto: cc. Profesor Rubén Garza Rodríguez, Secretario del Ayuntamiento; señor Genaro Rodríguez Ramírez, segundo Comandante Municipal y el Profesor Leopoldo Díaz Alejandro, jefe del Departamento de Tránsito del pueblo, los cuales estuvieron de acuerdo con los testimonios de los vecinos del maestro, además pudieron investigar que el objeto, quebró ramas de un árbol, así como también se impactó en una colmena. Para transportarlo al pueblo, fue desplazado cerca de 40 metros sobre un camino para posteriormente subirlo a una camioneta y llevarlo a la población en donde tres pequeños tornillos le fueron removidos. Vecinos de la comunidad también informaron que otras partículas del objeto continuaron cayendo y una de ellas lo hizo en una propiedad privada, siendo incapaces de poder localizarla. Se debe decir que el individuo de encontró la esfera, dio muy poca información y parecía estar muy engreído por la información que poseía. La esfera, al caer, hizo un gran ruido, una especie de zumbido.

«Este memorando fue escrito como una prueba y es firmado por los que intervinieron y así lo desearon. Estamos de acuerdo.

Torres Malagón (firma) Garza R (firma) Leopoldo Díaz (firma)»

En los documentos liberados se menciona que la esfera fue enviada a la ciudad de México. Ahí, en la oficina del Director Nacional del Arsenal de Artillería, el Jefe Científico del Departamento de Seguridad Nacional, un tal De la Rosa, por parte de las autoridades mexicanas, y Abernethy Mackay, por las americanas, hicieron un cuidadoso análisis llegando a determinar que se trataba de parte o restos de un cohete fabricado con titanio. Abernethy dijo que se trataba de una esfera de titanio usada para almacenar combustible. Pertenecía a la última etapa del Titan III-C, del DoD, que cayó el 7 de febrero de 1967, después de poner en órbita 7 satélites de comunicaciones.

La esfera había caído sobre un árbol de mezquite, quebrándole las ramas, para luego caer sobre el panal. La esfera fue trasladada, el 17 de febrero, a la oficina del Gobierno del Estado, en la Ciudad de Monterrey.

En toda esa investigación no se menciona nada de la esfera de 14 pulgadas. ¿Serían los restos reportados como caídos en una propiedad privada y que, al momento de redactar el memorando, no se habían encontrado?

A finales de marzo de 1967, un objeto en forma de cilindro luminoso y del tamaño de un autobús, se precipitó contra la ladera de un cerro ubicado entre Mezcala y Xochilapa[5] en medio de una explosión. El misterioso objeto volante fusiforme cayó a tan sólo 30 kilómetros de la ciudad de Chilpancingo, capital del Estado de Guerrero, a 400 kilómetros al Sudoeste del Distrito Federal y muy cerca del lugar de operaciones de la Brigada Campesina de Ajusticiamiento del Partido de los Pobres, comandada por el líder guerrillero Lucio Cabañas.

Fue un diario de la capital de la República, Últimas Noticias, del 28 de marzo, el que informó de la caída y explosión. El corresponsal de dicho periódico informaba que al menos un millar de habitantes de la vecina población de Xochilapa, vieron caer el objeto del cielo y escucharon una atronadora explosión cuando chocó contra el suelo. El impacto hizo retumbar muchas casas. Varios testigos dijeron al corresponsal que el objeto tenía forma de cigarro, despedía una luz cegadora y era imposible de confundir con un meteorito. Al parecer, una unidad de infantería recibió la misión de buscar los restos del aparato.

La noticia sería reproducida en diversos periódicos del mundo, como el Evening News of India, del 30 de marzo; Le Maine Libre, del 30; y Ouest-France de Caen, del 31; La Tribune de Sherbrooke, del 12 de julio. También apareció en la Flying Saucer Review, de mayo-junio de 1967 (págs. 32), citando el nombre del pueblo como Ochilava.

La noticia en el Últimas Noticias añadía además que el objeto había sido visto desde la ciudad de México (?) por la señora Amy Sziper. Este último avistamiento fue sometido a reencuesta por Héctor Escobar Sotomayor en 1985, variando ampliamente la versión de la señora Sziper, con la versión de la prensa. Según los periodistas la señora Sziper vio un objeto luminoso en forma de puro, pero ella declaró que no fue así, sino que únicamente vio un destello similar al de un rayo, cerca de la medianoche. Escobar afirma que, «probablemente no hay ninguna relación con lo visto en Guerrero». (Caso 50)

Otras dos esferas cayeron en México en Julio de aquel año. También tenían 24 pulgadas de diámetro, con una circunferencia de 38.5 pulgadas. Se sabe que una de ellas era de titanio. Desconozco el material con el que estaba fabricada la otra. También se halló una placa de metal con tornillos. (Casos 51 a 53)

El guardia rural Jack McClure nos muestra cómo domina los mini OVNIs esféricos.

La famosa fotografía del OVNI de Mendoza, que incluso llegó a aparecer en la Flying Saucer Review. Chatarra espacial.

La esfera de Borås.

Las esferas españolas son de las pocas que han caído casi intactas a la tierra. Aquí una rara foto de las mismas.

Actualmente la esfera se encuentra en exhibición en el Oregon Air & Space Museum de Eugene.

Perforación que hicieron los miembros de la Marina.

Probablemente esta foto pertenezca al caso peruano, pero no tengo la confirmación.

Traducción del memorando de Torres, Garza y Díaz, en donde mencionan del hallazgo de una esfera en el General Terán, Nuevo León.

Aerograma del 17 de febrero de 1967, dirigido al departamento de Estado de los Estados Unidos, con copias para la NSF, NASA y OST. Informa de la caída de la esfera sobre territorio mexicano.

Telegrama del 17 de febrero en donde se informaba de un futuro análisis de la esfera. Se veía la posibilidad de que vinieran técnicos de la NASA.

Telegrama del 6 de marzo en donde se indica que el objeto es un tanque de combustible de los utilizados en las sondas espaciales.

Rubén Garza Rodríguez, Secretario del Ayuntamiento del pueblo de General Terán, posa con la esfera en su oficina, poco antes de enviarla para su análisis.

[1] Según el Clarín, del 31 de enero de 1965; y Los Andes, de Mendoza, del 13 de enero de 1965, Pág.. 5; 14 de enero de 1965, Pág.. 6; 15 de enero de 1965, Pág.. 5; y 16 de enero de 1965, Pág.. 5.

[2] Estos casos argentinos fueron relatados en los diarios Clarín, en sus ediciones del 27 y 28 de diciembre de 1964, 13, 14 y 15 de enero de 1965; Crónica, del 27 de diciembre de 1964; y La Razón, del 13 de enero y 24 de febrero de 1965.

[3] El diario Crónica, del 10 de julio de 1965, menciona esta noticia originada en Rolón, La Pampa.

[4] Según el diario Crónica, del 8 de febrero de 1967.

[5] El nombre del poblado fue escrito, indistintamente, como Xochilapa y Ochávala.