MÉXICO: OVNIS EN LA ANTIGÜEDAD[1]
Héctor Escobar S.
A lo largo de los 4 números anteriores de Perspectivas Ufológicas hemos tratado de ofrecer a nuestros amables lectores un amplio panorama de lo que ha sido la ufología mexicana. Continuando con esta labor, ofrecemos a continuación un análisis de los reportes de ovnis anteriores a 1947, así como de una serie de «hechos forteanos». Tratando de ofrecer una explicación razonable. En esta labor hemos consultado principalmente fuentes documentales como periódicos, en especial La Gazeta de México (Siglos XVII y XVIII), el Diario de Guijo[2] (Siglo XVII) y el Diario de Sucesos Notables, (Siglo XVIII).
Cabe señalar que los reportes son en muchísimos casos muy, escuetos, y en muchos casos más los mismos resultan perfectamente explicables (cometas, parhelios, halos solares y similares).
EN ÉPOCA DE LOS AZTECAS.
Con anterioridad a la conquista tenemos algunos fenómenos interesantes que fueron relatados a los conquistadores por los nativos, es decir ya con posterioridad a 1521, fecha en que se consuma la conquista de México.
Entre los principales narradores de estos fenómenos tenemos a Salvador Madariaga y a Diego Muñoz Camargo.
El primer relato proviene de 1509 y lo encontramos en El ciclo hispano de Salvador de Madariaga. El caso refiere a que los sacerdotes del templo de Tezcatlipoca informaron a Moctezuma que cierta noche, al Oriente de la ciudad, pudieron ver un humo blanco y espeso que brillaba en la oscuridad.
LOS SORPRENDENTES COMETAS
En 1517, cuando se iniciaban los viajes de exploración de las costas mexicanas tenemos tres casos de observación de fenómenos anómalos, los cuales aparecen relatados por Diego Muñoz Camargo y por el mismo Madariaga.
El primer relato lo citamos de manera textual y es el siguiente:
«Apareció una columna muy flamígera y encendida, de tal tamaño y claridad que a media noche parecía la aurora de la mañana. Dicha señal fue vista durante todo el año causando gran espanto entre los naturales…»
Este reporte corresponde a la observación de un cometa de gran brillo, lo cual se puede ver claramente si examinamos el códice que dejaron los antiguos mexicanos para hacer referencia a este fenómeno (ver figura en la parte superior)[3].
El mismo Diego Muñoz Camargo nos pone al tanto de otra observación bastante interesante:
«Siendo día y habiendo sol, aparecieron tres cornetas en el cielo que lo recorrieron de Occidente a Oriente (oeste a este) con gran fuerza y violencia, y llevaban tan grandes colas que tomaba gran distancia su largor y grandeza; y al mismo tiempo que eran vistas estas señales, hubo un gran fragor y tronido que asustó mucho a los naturales…»
Ese mismo año, los marineros de la expedición al mando de Juan de Grijalva presenciaron un fenómeno muy curioso, la aparición de un objeto luminoso. Relata Madariaga:
«…En este día, ya tarde, vimos un milagro muy grande el cual fue que apareció una estrella encima de nuestras naves después de tramontar el sol. Y se partió siempre echando luces hasta que se posó sobre el pueblo grande y dejó una estela en el cielo que duró más de tres horas…»
APARICIONES ASOCIADAS A CARACTERES RELIGIOSOS
Félix Ramos Duarte en su Diccionario de Curiosidades Históricas, relata algunos casos bastante interesantes. Las notas hablan de la aparición en el cielo del Apóstol Santiago montado en blanco corcel, este hecho, nos dice, ocurrió en Tabasco en 1519, en Otomapulco y en Querétaro en 1531. Aclara que el hecho es mencionado por Bernal Díaz del Castillo en su Vera historia de la conquista de la Nueva España, pero que éste no pudo verlo por ser pecador (sic).
En 1523 se informa que en algunos poblados de la costa del Golfo de México se vieron en el cielo extrañas nubes y signos que brillaban con gran claridad.
Algunos años después, en 1531, en la Ciudad de Querétaro se apareció una cruz en el cielo[4], a la vez que surgía olor a rosas. Probablemente sea la misma referencia acerca del apóstol Santiago.
TRES SERES Y UNA NAVE VOLADORA
En su obra Misterios terrestres y extraterrestres, Francisco Aniceto Lugo señala un caso ocurrido en el siglo XVI, y que lo toma de una comunicación del historiador Ãngel Grisanti, quien a su vez lo refiere al Archivo Simancas. Desgraciadamente, el archivo Simancas es gigantesco, y es muy difícil referimos a este supuesto caso sin mayor referencia, por lo cual, al menos por ahora, hemos de suponer que se trata de un caso apócrifo. No obstante, lo incluimos como mera curiosidad.
En una mañana (no se especifica la fecha ni el lugar), aterrizó en una ciudad un objeto. Acudieron a recibirlo el alcalde acompañado de una escolta de hombres del pueblo. Al llegar al lugar, se encontraron con dos hombres altos que portaban extraños ropajes con mucha pedrería (sic). Los hombres del pueblo les hablaron en español, portugués y francés sin obtener respuesta alguna. Al no poder comunicarse hablando, intentaron hacerla mediante señas, los extraños señalaron entonces hacia el cielo.
UN NUEVO SIGLO
Para el siglo XVII, la colonia estaba en su apogeo y la cultura cristiana se había afincado ampliamente en suelo nacional.
En esta época los reportes son muy escasos pero llaman nuestra atención varios cometas que fueron vistos en la Nueva España en los años de 1652, 1664, 1668, 1679 y 1682. Las observaciones aparecen comentadas en dos diarios de aquellas épocas, el Diario de Guijo y el Diario de Sucesos notables. No obstante, en este último, nos llama la atención una muy pequeña nota que nos dice que en el año de 1665 en la ciudad de México fue vista una esfera sanguinolenta (color rojizo) atravesar el cielo. Desgraciadamente la nota es muy escueta y poco es lo que podemos decir al respecto.
LAS IMPRESIONANTES BOLAS DE FUEGO
Los casos que a continuación presentamos tienen una explicación perfectamente natural y corresponden a un fenómeno meteorológico muy poco común, conocido como Rayo en Bola[5]. No obstante, dado lo impresionante de este tipo de manifestaciones, constantemente se reportan como observaciones de ovnis.
La Gazeta de México, con fecha 4 de marzo de 1703 nos informa:
«Tempestad.- Domingo 4, a las tres y media de la tarde cayó un furioso aguacero con tempestad de granizo grueso y duró como una hora, en el ínterin cayó un rayo o centella que entró por una ventana de la iglesia de la Casa Profesa y salió por la puerta; y otro cayó en la iglesia de la Encarnación por el cimborrio, y gracias a Dios no hicieron daño».
Más impresionante sin duda es el siguiente caso, también tomado de La Gazeta de México y que ocurrió en la ciudad de Zultepec, en Oaxaca el día 8 de octubre de 1739:
«Zultepec.- Las cartas que de este real nos llegan nos aseguran que el jueves 8 de éste, como a las cuatro de la tarde, cayeron en seco dos centellas, la segunda en casa de Don Francisco Gastón de Orozco, alcalde mayor que fue de aquí y actual de Ajuchillán (Que como su mayordomo y muy devoto), había venido a celebrar el cuarto antecedente de Nuestra Señora del Rosario, y estando en su alcoba de conversación con un pariente; y su esposa en la pieza principal con algunas vecinas, que hablaban sobre la enfermedad de un chicuelo que en sus faldas tenía, oyeron todos el tranquido y sin haber hecho otro perjuicio, solo a ella que chamuscó de la cintura para abajo, y pasando hacia adentro ejecutó lo mismo en el marido, de la cintura para arriba, tanto que levantó llama el cabello, y chamuscó el pañuelo, quedando él y su consorte privados de los sentidos y bastante lastimados, como también el techo, mas no el maíz que en la azotea se hallaba desgranado para el diario gasto de la casa… El mes pasado cayó otra centella en un copado moral de tres unidos troncos, que está junto a un banco de herrados, y aunque levantó llama y asustó a los vecinos no ejecutó en mayor daño ni aún en la frondosidad de sus hojas…»
Para1784, tenemos dos importantes informes; el primero, de manera muy escueta, nos dice que un indígena vio una extraña luz cruzar el cielo. El segundo es mucho más interesante, y también se trata de una centella, sólo que en este caso, una centella de proporciones extraordinarias, mismas que son muy raras.
«RELACIÓN DE UN GLOBO DE FUEGO, QUE SE OBSERVÓ EN SAN LUIS POTOSÃ EN LA NOCHE DEL 7 DE NOVIEMBRE, CON ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE ESTE METEORO»
«En los días 4, 5 y 6 de presente llovió mucho casi desde del amanecer hasta la noche: el 7 estuvo muy claro y limpio el cielo: por la noche brillaban las estrellas y había una calma total, cuando a las 9 y 50 minutos, pasó, primero como sobre las azoteas, del sur al Nordeste, y después siguiendo el mismo rumbo bajó casi arrastrada por la tierra, una bola como de fuego con su cola de color muy encendido y verdioso que arrojaba chispas de trecho en trecho; tardó unos tres instantes en pasar, iluminando hasta las piezas más remotas de las casas, y otros tres instantes después se oyó un ruido como de cosa que rodaba.
El día 9 a las 7 de la mañana se supo haber oído y visto lo mismo en diez leguas, en contorno (Unos 50 kms). (Lo que prueba que cuando se observó en Potosí ya había bajado mucho, pues para ser visto de diez leguas alrededor, necesitó remontarse algunos centenares de pies, bien que su luz y magnitud aparente harían juzgar más corta su distancia.)»
En Irapuato, Guanajuato, el 4 y 5 de diciembre del mismo año se informa lo siguiente:
«En dicho cerrato, en dos días consecutivos a las 2 y 3 de la mañana, los campesinos o gente del campo, vieron pasar un globo de fuego, que dio un tronido, cuyo raro fenómeno tal vez habrá sido visto en muchas otras partes».
MANCHAS FRENTE AL SOL
Un caso verdaderamente interesante lo encontramos, el 30 de abril de 1772; cuando, de acuerdo con La Gazeta de México, ese día fue vista una sombra cuadrada cruzar frente al Sol. Desgraciadamente no se proporcionan más detalles, pero podría tratarse de un fenómeno similar a la observación de Bonilla más de cien años después[6].
Catorce años después, el 29 de julio de 1786, se informa que se vieron numerosas manchas frente al sol a las cuales se les calculó un diámetro de 16,000 leguas (Aproximadamente 90,000 Km).
EL MISTERIOSO AEROLITO DE LA SIERRA DE PUEBLA
La revista Contactos Extraterrestres en su número 141 nos presenta este extraordinario caso que; de ser cierto, permitiría interesantes especulaciones acerca de la posible llegada a la tierra de un objeto artificial de procedencia extraterrestre.
El caso en sí reviste un gran interés y nos traslada hasta el año de 1856. En ese entonces, un grupo de científicos alemanes se encontraban en la sierra que se encuentra entre los estados de Puebla y Tlaxcala, realizando un muestrario botánico de la región. Uno de estos hombres, Federico Guillermo Grube, a su retorno a Alemania publicó un libro titulado Viaje a México y vuelta al hogar en el cual proporciona amplios detalles de lo encontrado por él y un botánico de nombre Carlos Sartorius.
Se trata de un aerolito encontrado prácticamente a flor de tierra, mismo que pesaba algo más de una tonelada. Grube nos dice que el aerolito fue trasladado hacia Apizaco en donde los científicos se pusieron en contacto con el Colegio de Minería, el cual les pidió una muestra del objeto. Al realizar un corte longitudinal para obtener ésta, encontraron que el interior de la pieza estaba formado por varias cuñas que ensamblaban una especie de plancha triangular y lo que Grube llamaría, «Un ingenio de maquinaria poco común».
De Apizaco, el objeto fue trasladado a la finca El Mirador, misma que ocuparan los científicos como hospedaje. En ella se realizaron análisis que demostraron que el centro del aerolito estaba compuesto por formas de hierro y cristales comunes a cualquier aerolito, pero Grube insiste en que la forma central no era natural y la compara con un mecanismo de relojería o de impresión.
Se dice además que el Colegio de Minería se interesó por el objeto, pero cuando éste iba a ser trasladado a México, bajo el cuidado del ingeniero Ricardo Lizárraga, estalló la guerra con Francia y el objeto se extravió. No obstante, se informa que dicho ingeniero Lizárraga, 20 años después hablaba de la existencia del meteorito.
La nota es verdaderamente interesante, pero desgraciadamente, parece imposible averiguar qué fue de aquel aerolito, si es que verdaderamente existió, y si no se trata de una mera fábula inventada por el alemán. Incluso no sabemos si existió en realidad el Sr. Grube y si en realidad publicó tal libro, ya que la información es de segunda mano, pues el autor del artículo la toma a su vez de la obra Historia de Tlaxco de Julián Nava.
MÃS FENÓMENOS CELESTES
A fines del siglo XIX se registran en México una serie de fenómenos, la mayoría de los cuales aparecen narrados en el famoso Calendario de Galván.
El primero de estos fenómenos tiene por fecha el 5 de marzo de 1871 y nos lleva a la ciudad de Oaxaca, en donde se dice que a las 11.30 de la mañana se vio una ráfaga de luz seguida por un trueno. La luz resultaba tan brillante que se podía ver claramente en el cielo, no obstante la luz solar. Los cálculos de quienes la vieron, señalan que medía aproximadamente 2 ½ varas de largo (unos 2 m) por 1 vara (90 cm) de ancho.
Dos meses después, el 27 de marzo, en la ciudad de Querétaro, a las 6 de la tarde con siete minutos, se vio pasar de oriente a poniente (Este-Oeste) un meteoro que dejaba una estela luminosa de la cual se desprendían chispas y que posteriormente se revolvió en nubecillas blancas para finalmente estallar en el aire, esparciendo fragmentos encendidos en todas direcciones.
El 6 de julio del año siguiente, según señala el volumen VI del Scientific American Supplement, en el estado de Oaxaca, se informa que se vio un enorme objeto en forma de una trompeta de unos 150 metros de largo, mismo que estuvo suspendido en el cielo por espacio de 6 minutos.
En abril de 1875, los pasajeros del barco Bulldog que se acercaba al puerto de Veracruz pudieron ver unas líneas luminosas desplazarse a gran velocidad sobre la costa.
Del 28 de octubre al 7 de noviembre de 1878, en la ciudad de Tula de Tamaulipas, entre las 12 del día y las 5 de la tarde se observó el paso de gigantescos enjambres de moscas que dejaban caer una especie de telarañas.
En 1880, en Chihuahua, Chihuahua, se vio un globo luminoso cuyo tamaño aparente era similar al de la luna. El globo explotó en el aire iluminando toda la ciudad.
Ese mismo año entre Apizaco, Tlaxcala y Apan, Veracruz, se pudo observar un bólido con un diámetro aparente de unos 50 m. El bólido atravesó el cielo de Sureste a Noroeste, dejando en el aire una estela que permaneció durante más de un cuarto de hora. Un año después tenemos una segunda noticia con las mismas características; por lo que parece ser una repetición de la nota anterior y no un segundo fenómeno; esta noticia tiene por fecha el 2 de septiembre de 1881.
El 9 de mayo de 1883 se informa que en Zongolica, Veracruz, se registró una extraña granizada en la cual cayó granizo en forma de estrella, otro en forma de durazno con un hueco en el centro y otro más en forma de metlalpilitos (sic).
Finalizando el siglo, el 20 de diciembre de 1899, en Laguna del Carmen, Campeche, a las 20:40, se observó un aerolito en el cenit pasar con dirección Norte-Sur, mismo que tenía una gran cola y era de color rojo pálido.
LA OBSERVACIÓN DE JOSÉ VASCONCELOS
Aunque de este avistamiento no poseemos datos precisos, aparece relatado por José Vasconcelos en su obra Ulises Criollo, de carácter autobiográfico[7]. En los primeros capítulos nos relata su infancia, cuando vivía en Villa Acuña, Coahuila. Como Vasconcelos nació en 1882, es probable que el avistamiento que describe haya tenido lugar en la década de 1os 90 del pasado siglo. El relato es como sigue:
«Regresábamos de un paseo al otro lado. La mañana estaba luminosa y tibia. Leves gasas de niebla borraban el confín, se esparcían por la llanura. Serían las once de la mañana y comenzaba a quemar el Sol. Desde el puente contemplábamos la margen arenosa, manchada de grama y mezquites, cortada de arroyos secos, en suave ondulación bajo el terreno hacia la cuenca del río que corre manso. De pronto, nacidos del seno humoso del ambiente, empezaron a brillar unos puntos de luz que, avanzando, ensanchándose, se tornaban en discos de vivísima coloración bermeja o dorada. Con mi padre y mis hermanos éramos cinco para atestiguar el prodigio. Al principio creíamos que se trataba de manchas producidas por el deslumbramiento de ver el Sol. Nos restregábamos los ojos, nos consultábamos y volvíamos a mirar.
No cabía duda, los discos giraban, se hacían esferas de luz, se levantaban de la llanura y subían, se acercaban casi hasta el barandal donde nos apoyábamos. Como trompo que zumbara en el aire, las esferas luminosas rasgaban el tenue vapor del ambiente. Hubiera dicho que la niebla misma se cristalizaba, se acrisolaba para engendrar forma, movimiento y color.
Asistíamos al nacimiento de seres de luz. Conmovidos, comentábamos, emitíamos gritos de asombro, gozábamos como quien asiste a una revelación.
En tantos años de lecturas diversas no he topado con una explicación del caso, ni siquiera con un relato semejante, y todavía no sé si vimos algo que nace del concierto de las fuerzas físicas o padecimos una alucinación colectiva de las que estudian los psicólogos…»
En fin, y a modo de conclusión, podemos establecer que una enorme parte de los avistamientos ocurridos antes del siglo XX en México obedecen a causas perfectamente naturales (rayos en bola, bólidos, cometas, perros de sol, etc.) Igualmente y no es de extrañar, gran parte de los casos no cuentan con datos suficientes. En especial es evidente que este tipo de fenómenos fue utilizado en la época de la conquista con fines abiertamente adoctrinadores, como lo muestran los informes citados por Bernal Díaz del Castillo. Igualmente, algunos casos, como el de los tres extraterrestres, parece a todas luces un caso falso.
[1] Publicado originalmente como: Escobar Sotomayor Héctor, México: Ovnis en la antigüedad, Perspectivas Ufológicas, Año 2, No. 5, México, mayo de 1995. Págs. 46-53.
[2] Se refiere al Diario de Gregorio Martín de Guijo. (Nota LRN)
[3] Se trata del cometa reportado por Mather y Pingré. Ver Galindo Trejo Jesús y Poveda Ricalde Arcadio, Cometas en el México prehispánico: El cometa de Motecuhzoma, Ciencias, No. 46, México, abril-junio de 1997. Pags. 40-44. (Nota de LRN)
[4] Ver: https://marcianitosverdes.haaan.com/2011/02/fenmenos-atmosfricos-en-la-fundacin-de-quertaro/ (Nota LRN)
[5] Las centellas (Nota LRN)
[6] Ver: http://www.anomalia.org/perspectivas/in/ovnisbonilla.htm
http://www.anomalia.org/perspectivas/in/ovnisbonilla2.htm
[7] Ver: https://marcianitosverdes.haaan.com/2006/06/burbujas-aereas-luminosas/ (Nota LRN)