Frivolidades del Feng Shui

FRIVOLIDADES DEL FENG SHUI[1]

Mario Méndez Acosta

Una noción frívola demanda, y obtiene, supersticiones frívolas; nada hay más frívolo en los Estados Unidos de América que Hollywood, y es en la capital mundial del cine donde florece, como un hermoso capullo de frivolidad e ignorancia humana, esa pintoresca seudo ciencia conocida como feng shui (viento»”agua).

El feng shui está relacionado con la razonable noción de vivir con la naturaleza y no contra ella, lo cual beneficia tanto a los seres humanos como al medio ambiente. Un entorno desagradable, sucio, con excesivo ruido, mala iluminación y lleno de símbolos de dolor nos va a corromper, pero si nos rodeamos de belleza, música, armonía, bondad y varias expresiones de la dulzura de la vida nos ennobleceremos beneficiándonos junto con el medio ambiente. Todas estas condiciones pueden ser logradas en nuestras viviendas, oficinas, talleres o hasta automóviles gracias a la intervención de buenos decoradores y diseñadores que conocen bien los requerimientos de nuestros sentidos para poder encontrar un hábitat agradable y hasta productivo.

El problema es que, según el feng shui, las cosas van más allá de la funcionalidad, la ergonomía, las proporciones armónicas de los objetos, la teoría de los colores, la acústica, el estudio del asoleamiento de los inmuebles y el comportamiento humano que constituyen las bases del diseño moderno. Para el feng shui es necesario tomar en cuenta, en todo medio ambiente, la presencia de dos energías mágicas que solo perciben los maestros del feng shui: el chi (energía sutil, vital y vigorizante) y el sha (energía «dura», inquietante; lo opuesto del chi), y que no pueden ser detectadas por ningún instrumento de medición desarrollado por la ciencia.

Tales maestros, que cobran alrededor de 740 dólares la hora, pueden detectar con sus sensores metafísicos los flujos buenos y malos de energía mágica y proponer una decoración y un diseño de interiores de manera que a la persona no le afecten los flujos de la energía mala y aprovechen los flujos de la energía buena. El feng shui se ha convertido en una especie de acupuntura arquitectónica. Los maestros se alquilan a un costo muy alto y señalan dónde deben ir los baños, hacia dónde deben orientarse las entradas y salidas; dónde colgar espejos, qué habitación requiere plantas verdes, hacia dónde debe apuntar la cabecera de la cama, etcétera.

El feng shui se ha convertido en un criterio muy de moda en la decoración de interiores del mundo occidental, y sus expertos cobran buenas cantidades para decir a personas como el magnate Donald Trump dónde abrir puertas y ventanas en sus edificios y casinos, y dónde colocar cuadros y macetas.

Señala el afamado arquitecto indonesio Sutrisno Murtiyoso, presidente del Instituto de Historia de la Arquitectura de Indonesia, que en los países en los cuales ha sido aceptado, el feng shui se ha convertido en una fuente de supersticiones y nociones no comprobadas que se hacen pasar, en los planes de estudio de ciertas universidades de oriente, como principios científicos válidos de la arquitectura y de la planeación urbana.

Nada puede sustituir a los principios estéticos y científicos del diseño arquitectónico y del diseño industrial que se justifican gracias a incontables y estrictas pruebas. Los maestros del feng shui aprovechan, sin confesarlo claramente, los conocimientos del diseño para obtener buenos resultados en sus proyectos.

Existe un derivado del feng shui, el feng che (viento»”vehículo), que es el arte de construir recorridos óptimos en función del chi del trayecto o del medio de transporte, y que abomina de todas las esquinas o salientes no redondas.

Los visitantes perspicaces que lleguen a Los Ángeles se encuentran con la presencia de esferas de acero inoxidable colgadas en las esquinas del barrio hollywoodense. También van a encontrar autos Mercedes Benz y BMW con pequeñas peceras fijas en la parte de atrás, junto al medallón del vehículo, además de autos con una especie de banderas de colores atadas a la antena; todos estos son talismanes recomendados por el feng shui, y que pagan ya sea el Ayuntamiento o los conductores de esos vehículos de lujo.

Como ocurre con muchas otras supersticiones de la Nueva Era y de sectas manipuladoras, el feng shui ha tenido una gran aceptación en la industria del entretenimiento. Para muchos directores la reconfiguración de sus entornos los conducirá a mejores películas, a mejores contratos a mejores actuaciones y hasta a mejores matrimonios. La cinta Meet Joe Black, (Conozcan a Joe Black), con Brad Pitt, se realizó totalmente conforme a las normas del feng shui, y se insistió en que todos los participantes redecoraran sus viviendas conforme a los principios mágicos de esta tradición china que supuestamente tiene 4000 años, pero que nunca alteró la situación de miseria y brutalidad que vivió en todo ese tiempo la mayoría de los chinos. Lamentablemente, la cinta en cuestión resultó un fracaso de taquilla.

Nada va a sustituir en el séptimo arte a los argumentos originales y a una buena campaña de promoción de la cinta. Eliminar esquinas en el escenario, y poner espejos, para deflectar las corrientes de chi en lugares estratégicos, no altera la realidad, sino solo la sugestibilidad de las personas. Tampoco va a ocurrir que una pecera en la repisa trasera del auto intercepte las malas vibraciones provenientes del vehículo de atrás.

Algunas personas construyen su ruta diaria de acuerdo con las recomendaciones del feng che, por lo que buscará sistemáticamente minimizar el número de intersecciones de cuatro carriles. Pero está el terrible ejemplo de un productor que murió en un accidente por tomar un camino rural peligroso con el que evitaba las angulares intersecciones urbanas.

La empresa Toyota lanzó al mercado un modelo, el Previa, diseñado conforme a los principios del feng shui, sin un solo relieve que no estuviese redondeado; desafortunadamente, el modelo fracasó en el mercado y resultó que no era muy seguro.

Entre los consejos que dan los expertos en feng shui a automovilistas se encuentra el sustituir todo adorno en el vehículo con campanillas de viento, tubitos colgantes de bambú y chalinas rojas. Recomiendan manejar siempre con las ventanillas cerradas para que no se salga el chi positivo. También se deben cubrir todos los orificios como ventilas, caja de guantes y encendedores para que no huya el chi. Les piden que nunca viajen a su trabajo desde el sur: «Si vive muy al sur de su oficina, mejor múdese», y «nunca deje su auto estacionado en una esquina, ni siquiera en un lote de estacionamiento».

Se calcula que el feng shui les cuesta a los californianos cerca de mil millones de dólares al año en medidas sin sentido.

Referencias:

Queenan, Joe. «Beyond Feng Shui». Movieline magazine, February 2000.

Carroll, Robert Todd. «Feng Shui». The Skeptic’s Dictionary. www.skepdic.com


[1] Publicado originalmente en Ciencia y Desarrollo, No. 174, México, enero-febrero de 2004, Págs. 66-67.

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