El misterio de las centellas (294)
En el verano de 1964 (tenía 15 años en ese entonces) mi madre y yo habíamos ido al sótano para recoger algo de ropa lavada. Era un día brillante y soleado, por cierto. Tan pronto como llegamos al sótano, las dos nos volvimos hacia la lavadora (con la pequeña ventana del sótano directamente sobre ella) cuando un brillante bola blanca, resplandeciente, del tamaño de una moneda de 50 céntimos pasó a través del cristal, rebotó en la lavadora y continuó su viaje rápido hacia nuestra mesa de metal, en donde rebotó y de nuevo se dirigió hacia la lavadora.
Con nuestra boca abierta, mi madre había caminado hacia la lavadora en el momento en que la «bola» pasó por la mesa de metal y cuando volvió hacia la lavadora, rebotó y se dirigió hacia el dedo pequeño de mi madre. Le picó terriblemente por lo que agitó la mano hasta que la bola de luz finalmente voló a una esquina y desapareció. ¡Y el cristal de la ventana ni siquiera se rompió! Sin lugar a dudas esta es una experiencia que mi mamá y yo NUNCA olvidaremos.
Pamela Hinkle
Akron, OH USA