TRES DEDOS, EL MONSTRUO DE CLEARWATER
Una mañana de febrero de 1948 una pareja (anónima) de novios que paseaba por las playas de Clearwater, en Florida, fueron sorprendidos por un «monstruo» que emergió entre las olas. Más tarde se descubrieron unas huellas con tres dedos en la playa. Un episodio similar ocurrió pocos días después, el 6 de marzo a unos 2.5 kilómetros al Norte. Luego, el 20 de marzo hubo otro avistamiento, esta vez al Sur, en la Isla de Dan. Nuevamente el 3 de abril se encontró una hilera de huellas a lo largo de unos 300 metros en Indian Rocks, a 10 kilómetros de Clearwater. Algo similar ocurrió en Philip»™s Hammock, Tampa Bay. En todos esos casos no se conoció el nombre de los supuestos testigos.
El 25 de julio dos instructores de vuelo de la Dunedin Flying School, John Milner y George Orfanides, mientras volaban a unos 60 metros sobre el Golfo de México vieron una gran criatura nadando cerca de la Isla Hog (ahora Isla Caladesi). Calcularon que medía unos 5 metros de largo, con un cuerpo «muy peludo, una cabeza roma pesada y las piernas hacia atrás como un cocodrilo, pero mucho más pesado. La cola (era) larga y contundente».
Regresaron a su base y les contaron a sus socios Mario Hernández y Francis Whillock. Luego todos regresaron a la isla Hog. Pudieron ver a la bestia que tenía cuatro patas, según dijeron.
Un mes después un par de turistas (no identificados) de Milwaukee, mientras pescaban en un bote de remos entre las Anclote Keys, al Norte de Tarpon Springs, vieron un objeto grande gris en tierra. Pensaron que era una tienda de campaña, pero luego observaron que nadaba como pato entre las olas, y dijeron que «tenía una cabeza como de rinoceronte, pero sin cuello. Era gris y cubierto con piel gruesa corta. Tenía las piernas cortas, gruesas y pies grandes, y de sus hombros colgaban dos aletas. No corrió hacia el agua, o buceo, sino que se deslizó de costado».
Los avistamientos continuaron en octubre. El 21 varios miembros de la iglesia Bautista local, de los que no se dio sus nombres, estaban de picnic a orillas del Río Suwannee, cerca de Chiefland, al ver «un objeto áspero y nudoso en forma de cúpula» en el agua, todos supusieron que era un tronco, hasta que se dieron cuenta de que nadaba contra la corriente del río. Ese mismo día, se encontró un nuevo sendero de 242 huellas de tres dedos en Suwannee Gables, cerca de Old Town. Tres días más tarde, Mary Belle Smith vio «un animal muy grande, de color pardo» remando en Suwannee, cerca del puente de la Highway 19.
La «cosa» llegó a ser conocida como Three-Toes o Tres Dedos. La noticia llegó a Nueva York donde el escritor británico Ivan Terrence Sanderson se las arregló para que el New York Herald-Tribune y la National Broadcasting Company lo respaldaran para ir a Florida a investigar.
A su llegada tuvo oportunidad de observar y estudiar el sendero de huellas en Suwannee Gables. En su reporte, de 53 páginas, informa que medían 13.41 pulgadas (la pata izquierda), desde su base de apoyo a la punta del dedo medio, mientras que la derecha era de 13.5 pulgadas. Las más profundas se hundían 1.8 centímetros en la arena.
«Varias personas, incluyendo la policía local, nos dijeron que habían observado las huellas cuando estaban frescas, y que las huellas originalmente estaban claramente definidas en la arena más dura, aunque no hemos podido hacer ninguna impresión sobre esta, estampando o incluso lanzando un modelo de 35 libras de plomo desde una altura de tres pies.
«Cuando tratamos de reproducirlas con modelos de plomo de 35 libras atados a los pies del escritor, no dejaron impresión alguna en la arena cuando estaba mojada, y las impresiones hechas en barro medio o suave estaban rodeados por un canto que bordeaba completamente la impresión. En ningún momento apareció un canto alrededor de ninguna huella en Clearwater, en Suwannee, o en otro lugar».
Sanderson dijo haber consultado a Ingenieros de caminos, que opinaron que «si un hombre las hiciera físicamente, ya sea con dispositivos atados a sus pies o en zancos», las huellas de la Florida requerirían «una tonelada en cada pierna», como «peso mínimo» para reproducir las descubiertas.
El criptozoólogo revisó unas huellas que subían por un terraplén. Se hundían unos 7.5 centímetros, pero no había rastro del talón. En otro lugar encontró una raíz que impidió que el dedo central dejara una huella nítida, mientras los otros se hundían en la arena, algo «manifiestamente imposible de reproducir con cualquier dispositivo rígido».
El propio Sanderson tuvo oportunidad de ver al Tres Dedos. En un vuelo de reconocimiento, al lado del piloto del Herald-Tribune, Rondeau Lloyd, a medio camino entre Old Town y la boca del río, vieron una «criatura enorme de color amarillo sucio rodando por la superficie del agua, haciendo una gran mancha de espuma en forma de rombo en las oscuras aguas a su alrededor», pero la bestia desapareció antes de que giraran de nuevo para hacer otro pase. Sanderson escribió más tarde que «lo mismo» fue visto en Dundein, el 14 de noviembre, pero no se conocen más detalles de la última aparición de la criatura.
anderson contó el caso en dos artículos para la revista Fate, que posteriormente pasarían a ser dos capítulos de su libro More «Things». En el artículo de diciembre se ocupó de los casos sucedidos antes de los avistamientos de Clearwater. Decía que habían aparecido huellas de tres dedos en playas solitarias de Queensland, Tasmania, Nueva Zelanda, Patagonia y Nantucket, Massachusetts.
El más conocido ocurrió en 1937 en Natal, Sudáfrica, donde el testigo Aleko Lilio fotografió huellas y afirmó haber disparado contra un corpulento reptil. Al ser entrevistado por los periodistas, extrañamente, Lilio afirmó que algunas de las huellas eran falsas, hechas por un brujo zulú, lo que cubrió de sospechas a toda la historia.
Sanderson concluía su investigación sugiriendo que las huellas de Tres Dedos, aparecidas en Clearwater eran las de un «pingüino gigante».
LA VERDAD DETRÃS DE TRES DEDOS
Las huellas continuaron apareciendo luego de la partida de Sanderson. El jefe de la policía de Clearwater, Frank Daniels, sospechaba de Al Williams, dueño la tienda Auto Electric. Aunque muchos pensaban que Williams era un malhumorado, Daniels conocía su lado bromista. Él mismo lo había experimentado. Una vez encontró un caballo encerrado dentro de la prisión. El autor había sido Williams.
La idea de crear huellas de «un dinosaurio» sobre la arena de la playa le vino a la mente luego de ver las fotos de unas huellas en la revista National Geographic. Entonces construyó unas plantillas de yeso, pero no se hundían lo suficiente en la arena. Luego las hizo de plomo. Cada molde pesaba unos 15 kilos. Hizo que uno de sus empleados, Tony Signorini, se las pusiera. Luego subieron a un bote, se acercaron a la playa y Signorini saltó a la arena con los moldes amarrados a unos zapatos tenis.
Signorini columpiaba sus piernas hacia atrás y hacia adelante y luego daba un salto grande, logrando huellas profundas con una separación de cerca de 1.8 metros. Pero, debido al peso, la longitud promedio entre las pisadas coincidía con las medidas de Sanderson (entre 62 y 77 centímetros). «Tuve que mover mis piernas, hacia fuera al lado y luego hacia delante, para conseguir caminar». Los zapatos eran lo suficientemente pesados como para hundirse en la arena.
En 1969 murió Al Williams. Pasaron varios años para que Signorini contara su aventura a algunos de sus amigos. Ellos lo animaron a contarla al reportero Jan Kirby, quien la publicaría en el St. Petersburg Times. El artículo fue reproducido en el boletín trimestral de la International Society of Cryptozoology, el ISC Newsletter
Pero no todos los criptozoólogos estuvieron de acuerdo. El inglés Mike Dash, uno de los colaboradores de Fortean Times dijo que las plantillas de plomo no «cuadraban perfectamente con las impresiones del molde de yeso tomadas en la playa de Clearwater, lo que demuestra que el asunto era un engaño». Pero esos moldes de yeso parece que no sobrevivieron. Sólo se cuenta con algunas fotografías en las que aparece Sanderson. Comparar unas fotografías de plantillas de plomo con otras fotografías de moldes de yeso es demasiado complejo y no concluyente.
Dash se pregunta «El enigma principal es como un naturalista de la talla de Sanderson podría haberse dejado llevar por un burdo engaño». Y continúa:
«En efecto, la existencia de tantos testigos -Sanderson incluido- es muy revelador. Dado que no había pingüinos gigantes inquietantes en la Costa del Golfo… ¿qué vieron realmente (varios testigos) y el naturalista británico? Otro animal misterioso, tal vez, pero parece ser una coincidencia que se extiende demasiado lejos. Debe ser más probable que ellos no hayan visto nada, y ya sea que inventaron sus historias de travesuras para complacer a su interlocutor, o atrapados en la emoción del pánico por los pingüinos gigantes, identificaron erróneamente animales que habían visto por sólo un instante».
Y en este punto le responde el criptozoólogo Michael Newton:
«Pero aquí está el problema: no hubo «˜pánico por el pingüino gigante»™ en Clearwater (o en cualquier otro lugar) en 1948. Como se señaló anteriormente, la teoría de Sanderson del pingüino apareció por primera vez en la revista Fate, 20 años después del hecho. Nadie en la Florida esperaba ver un pingüino gigante en 1948. No podían tratar de «˜complacer a su interlocutor»™ cuando nadie les preguntó sobre un pingüino. Y, en efecto, ninguna de las descripciones de los testigos oculares registrados, incluyendo Sanderson, se refieren a algo parecido a un pingüino gigante».
Consideramos que Dash no está del todo equivocado. En la histeria generada por la prensa la gente debió haber confundido animales de la zona con «monstruos de tres dedos». Es muy probable que los primeros reportes hayan sido difundidos por el mismo Williams, ya que no se dan los más mínimos detalles que identifiquen a los testigos.
Por otra parte está el asunto de Sanderson. Newton duda que haya mentido sobre su avistamiento desde la avioneta. Pero consideremos, primero, el asunto de los «ingenieros de caminos», de los que nunca se da el nombre. Es difícil creer que una persona preparada en estos asuntos pueda decir que las huellas fueron hechas por una criatura que pesaba unas 4,000 libras (poco menos de dos toneladas). El mismo efecto se puede obtener con unas plantillas al golpearlas con un martillo. Creo que el asunto de los «ingenieros» se lo inventó Sanderson y sospecho que el avistamiento, si no fue una confusión, fue otro de los inventos del criptozoólogo y ufólogo.
REFERENCIAS
Anónimo, Florida «˜Giant Penguin»™ Hoax Revealed, The ISC Newsletter, No. 7, Winter 1988, Págs. 1-3.
Anónimo, Giant penguin hoax, en Wikipedia. http://en.wikipedia.org/wiki/Giant_penguin_hoax.
Carlson Charlie, artículo en internet, Charlie Carlson’s Strange Florida: A Case of a Giant Penguin Clearwater Beach-1948.
Dash Mike, Borderlands, Delta, New York, 2000. Pág. 275.
Kirby Jan, Clearwater can relax; monster is unmasked, St. Petersburg Times, 11 de junio de 1988.
Klinkenberg Jeff, Man, not Beast, St. Petersburg Times, 24 de junio de 2006. Traducción en https://marcianitosverdes.haaan.com/2006/11/el-pinguino-gigante-de-clearwater/
Rickard Bob, Florida’s Penguin Panic, Fortean Times, No. 66, diciembre 1992 «“ enero 1993, Págs. 41-43.
Sanderson Ivan, More «Things», Pyramid Books, New York, 1969. Págs. 26-30.
Sanderson Ivan, That Forgotten Monster: Old Three-Toes, Fate, No. 20, diciembre de 1967. Págs. 66-75, y 21.
Sanderson Ivan, That Forgotten Monster: Old Three-Toes, Fate, No. 21, enero de 1968. Págs. 85-93.
Un pensamiento en “Tres Dedos, el monstruo de Clearwater”