Sequía en EU, hambre en México

IMPACTO AMBIENTAL

Sequía en EU, hambre en México[1]

Juan José Morales

Quizá a muchos pueda sorprender que la sequía que agobia a Estados Unidos pueda provocar carestía, hambre y desnutrición en México. Pero así es, y ello no sería consecuencia de un fenómeno natural inevitable sino de una deliberada política gubernamental que se inició en el sexenio de Carlos Salinas y fue mantenida por los sucesivos gobiernos priístas y panistas, y que consistía en retirar los apoyos al campo y dejar a los campesinos abandonaros a su propia suerte, para «obligarlos a ser más eficientes» al tener que competir con los productos agrícolas importados; productos que «”hay que subrayarlo»” son competitivos en precio gracias a los subsidios que reciben de su gobierno los granjeros norteamericanos.

clip_image002Un maizal afectado por la sequía en Estados Unidos. Se estima que el fenómeno ya afecta en mayor o menor grado al 87% de la superficie cultivada con ese grano en el país, y la mitad de ella se encuentra en condición grave o crítica.

Gracias a esa política, México, antes exportador de maíz, ahora es el mayor importador mundial de ese grano. Se trae de Estados Unidos y hay que pagarlo a los precios internacionales. Y como la sequía en el vecino país hará desplomarse en casi 13% la producción respecto al año pasado, los precios se elevarán considerablemente, según prevé la FAO, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación. De hecho, ya se han disparado. Según el Boletín Trimestral de Seguridad Alimentaria y Nutricional de la propia FAO, los precios internacionales del maíz, el trigo y la soya, se elevaron más de 30% entre el primero de junio y el 20 de julio pasados.

Si se considera que México ya tiene sus propios problemas de sequía, y que este año habrá que importar probablemente 11.1 millones de toneladas de maíz en lugar de los 9.8 millones del ciclo anterior, se comprenderá mejor la magnitud del problema que se nos viene. Necesitaremos más maíz, y habrá que pagarlo cada vez más caro. Hace diez años, las importaciones de ese alimento nos costaban 800 millones de dólares anuales. En 2011 nos costaron tres mil millones.

Por lo demás, contar con maíz no sólo es cuestión de precios, sino también de disponibilidad. Porque no hay que olvidar que el gobierno norteamericano tiene una política de apoyo a la fabricación de biocombustibles a partir del maíz, y eso hace que los volúmenes destinados a la alimentación humana sean menores.

Debido a esa combinación de factores «”menores cosechas y mayor demanda para biocombustibles»”, se pronostica que las exportaciones norteamericanas de maíz «”de las cuales dependemos crucialmente»” se contraerán más de 16%, para situarse en el nivel más bajo de los últimos 27 años. Ciertamente, el aumento de producción en otras regiones del mundo, como Brasil y Argentina «”cuyos gobiernos tienen políticas de apoyo al campo»” ayudará a compensar la baja en las cosechas norteamericanas. Pero a nivel mundial, se calcula que este año habrá en el mercado mundial 3.2% menos maíz que el año pasado, y que la producción no será suficiente para cubrir la demanda.

Para la mitad de la población mexicana, que está muy por debajo de la línea de la pobreza, todo esto significa simple y sencillamente que pasará más hambre. Y las consecuencias sociales de esa situación son impredecibles. No faltan quienes rememoren los disturbios que hace cinco años, en 2007 y 2008, ocurrieron en una treintena de países, entre ellos el empobrecido Haití, como resultado de una crisis similar que hizo encarecer desmesuradamente los alimentos básicos.

Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx


[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Viernes 17 de agosto de 2012. Reproducción autorizada por Juan José Morales

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