Privatizaciones y la terca verdad de la historia

ESCRUTINIO

Privatizaciones y la terca verdad de la historia[1]

Juan José Morales

La privatización del petróleo y el gas que acaba de cometer el gobierno del PRIAN no ha sido un hecho aislado, sino la culminación de una larguísima cadena de privatizaciones de empresas y bienes de la nación iniciada hace más de 30 años, en 1982, bajo el gobierno de Miguel de La Madrid y continuada entusiastamente por sus sucesores del PRI y del PAN. En todos los casos, la justificación fue que el país no contaba con recursos para invertir en esos bienes o compañías, y que al ponerlos en manos privadas se impulsaría el desarrollo y el crecimiento económico, habría más empleos para todos, bajarían los precios, etc.

Pues bien, no está de más retomar algunos conceptos sobre ese tema vertidos por Martí Batres Guadarrama, presidente del Comité Ejecutivo Nacional del Movimiento Regeneración Nacional (MORENA) durante la Asamblea Nacional de esta naciente organización el pasado 13 de septiembre.

clip_image002Como muy bien señala esta caricatura, sólo un niño puede tragarse el cuento de que las grandes empresas petroleras vendrán a México para ayudar al desarrollo nacional y no a saquear el país como han hecho sistemáticamente en todas partes.

Señaló Batres en aquella ocasión que después de la expropiación petrolera y la creación de empresas paraestatales como la Comisión Federal de Electricidad y Nacional Financiera, la economía nacional estuvo creciendo sostenidamente durante más de 40 años a un ritmo promedio de más de seis por ciento anual. Y es innegable que en aquel período hubo un mejoramiento constante de las condiciones de vida de la mayoría de la población, inclusive con beneficios tales como un amplio acceso a la educación superior, servicio médico y un sistema de pensiones, y se desarrolló una clase media que pudo gozar de un satisfactorio nivel de ingresos económicos.

Todo ello fue hasta 1981. A partir de 1982, el ritmo de crecimiento comenzó a decaer. Actualmente anda apenas por el uno por ciento anual. Y es innegable también que durante las últimas décadas el ingreso promedio de las familias y el nivel de vida de la mayoría de la población se han deteriorado sin cesar, los salarios han disminuido cada vez más en términos reales, y la clase media se halla en un proceso de constante empobrecimiento.

Fue justamente en 1982 cuando comenzaron las privatizaciones. Esas privatizaciones que pusieron en manos de grandes empresarios nacionales y de compañías extranjeras prácticamente todos nuestros recursos. ¿Dónde están, pues, los beneficios que, según se nos ha dicho una y otra vez, obtendríamos como resultado de esa «desincorporación», de empresas como amañadamente se le llamó?

Aquello fue un engaño sistemático. Peor aún: con tales medidas hemos salido perdiendo, pues muchos de los negocios entregados a la iniciativa privada tuvieron después que ser rescatados por el gobierno a un altísimo precio. Como señaló Batres, «de la venta de las empresas públicas la nación obtuvo 30 mil millones de dólares, pero por el rescate de las empresas privatizadas quebradas gastó 90 mil millones de dólares». O sea, que a los mexicanos las privatizaciones nos han costado una fortuna. Y creo que Batres se quedó muy, pero muy corto, Ahí está como ejemplo el Fobaproa, por el cual nosotros, nuestros hijos y nuestros nietos siguen pagando anualmente intereses monstruosos para engordar los beneficios de los bancos extranjeros.

En cambio, dijo Batres, los grandes empresarios se han enriquecido hasta la saciedad. «En 1991 «”subrayó»” los tres hombres más ricos de México juntaban una fortuna de 4 mil millones de dólares. Para 2011, 20 años después, los tres hombres más ricos de México ya juntaban 100 mil millones de dólares.» Y ni qué decir de los bancos extranjeros, que en México obtienen ganancias superiores a las que logran en cualquier otro país.

Solamente el más crédulo de los ingenuos puede creer que, como dice el gobierno, la privatización de Pemex traerá una catarata de beneficios a los mexicanos. La historia nos demuestra lo contrario.

Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx


[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Miércoles 22 de enero de 2014

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