Centurio, el anciano durófago

IMPACTO AMBIENTAL

Centurio, el anciano durófago[1]

Juan José Morales

Para empezar 2016 «”que según los pesimistas será peor que 2015 y según los optimistas mejor que 2017″”, hoy hablaremos de un miembro poco conocido de la fauna peninsular pero notable por dos características: su aspecto y su mordida.

Se trata del murciélago de cara arrugada, o Centurio senex en la terminología científica, al cual basta verlo para entender la razón de su nombre común, pues tiene la piel del rostro llena de pliegues y arrugas que le dan una apariencia muy extraña y grotesca, como la de un anciano de muy avanzada edad. A esta característica obedece también su nombre científico, pues en latín Centurio significa cien, y senex anciano o persona de muy avanzada edad. Es decir, su nombre científico equivale a anciano centenario.

clip_image001A mucha gente el aspecto del Centurio senex quizá podría resultarle repulsivo o aterrador. Sin embargo, es totalmente inofensivo. Si bien puede morder para defenderse, no ataca a seres humanos ni animales. Su dieta consiste única y exclusivamente en frutas, de preferencia muy suaves y jugosas, como plátanos y mangos. Foto cortesía del biólogo Jesús Antonio Iglesias.

No resulta fácil verlo, sin embargo, salvo en fotografía. Aunque está ampliamente distribuido desde el sureste de México hasta Venezuela así como en las islas de Trinidad y Tobago en el Caribe, es muy escaso en toda el área. En las colectas realizadas por los biólogos generalmente el número de ejemplares de esta especie representa sólo entre uno y dos por ciento del total de murciélagos capturados. Durante un estudio realizado en Campeche, por ejemplo, entre los casi dos mil que cayeron en las redes, únicamente 37 «”o sea menos del 2%»” eran Centurio senex.

El hecho de ser tan escaso en todas partes, hace que sus poblaciones resulten vulnerables a cambios en el hábitat, aunque no se le considera una especie amenazada o en peligro. También, como resultado del reducido número de ejemplares que se capturan durante los estudios, hay todavía muchas lagunas en el conocimiento de su anatomía, hábitos reproductivos, proporción de sexos, detalles de su alimentación y otros aspectos de su vida.

Se sabe, sin embargo, que acostumbra pasar las horas diurnas entre el follaje de los árboles y que es frugívoro. Prefiere frutos tiernos y jugosos, y aparentemente la gran cantidad de arrugas y pliegues de su cara ayuda a que el líquido de las frutas escurra hacia su boca. Un detalle peculiar de esos pliegues, es que cuando está en reposo la piel del cuello se extiende para cubrirle por entero el rostro como una máscara, salvo por dos agujeros que le permiten respirar. No se sabe a qué se debe esta singularidad. Un detalle notable es que la piel, en la parte que queda sobre los ojos, posee unos sectores translúcidos que le permiten percibir la luz, y por tanto poder advertir algún posible peligro. Como complemento de ello, las alas, con las que se envuelve mientras permanece colgado reposando, tienen también sectores translúcidos. Los machos, además, poseen unos pliegues adicionales que alojan glándulas odoríferas, cuyo olor presumiblemente tiene funciones de atrayente sexual durante el cortejo y el apareamiento.

Es un animal de selva. Se le encuentra tanto en las selvas altas y medianas, como en las bajas y semisecas «”ocasionalmente también en zonas de escasa vegetación arbórea»” y desde el nivel del mar hasta 1 400 metros de altitud, aunque usualmente a menos de mil.

Aunque pertenece a la extensa familia de los filostómidos «”un grupo de murciélagos que se caracterizan por tener en la punta del hocico una protuberancia en forma de hoja que les sirve para modular y orientar las ondas ultrasónicas con que localizan obstáculos y presas»”, carece de esa hoja nasal. También, la nariz es muy pequeña y en cambio los ojos son bastante grandes.

Como decíamos, es mucho lo que se ignora acerca de su comportamiento, pero al parecer es polígamo y forma grupos de varias hembras con un macho dominante.

Y si bien hay otros murciélagos que podrían disputarle al de cara arrugada, el Centurio senex, la distinción de ser el más feo de todos, no cabe la menor duda de que, tomando en cuenta su pequeño tamaño «”pesa sólo 22.5 gramos en promedio»” supera a cualquier otro por la tremenda fuerza de su mordida. Sus poderosas mandíbulas pueden ejercer una increíble presión de once kilos, mucho más fuerte que la de murciélagos considerablemente mayores. Esto le permite morder y trozar frutos verdes, muy duros, que otros murciélagos frugívoros de similar tamaño no podrían comer. Durofagia llaman los biólogos a esta capacidad para alimentarse con frutos particularmente duros, y por supuesto le resulta muy ventajosa a nuestro murcielaguito en la búsqueda de comida.

Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx


[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Viernes 1 de enero de 2016

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