El sombrío futuro de la miniballena mexicana

IMPACTO AMBIENTAL

El sombrío futuro de la miniballena mexicana[1]

Juan José Morales

En el famoso Libro Rojo de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza «”IUCN por su sigla en inglés»” la vaquita de mar o cochito, como se le conoce popularmente, Phocoena sinus en la clasificación científica, está enlistada como críticamente amenaza. Y lo de críticamente hay que tomarlo en sentido literal: se estima que ya sólo quedan unos 60 ejemplares. Dada la tasa de mortalidad natural, su baja capacidad reproductiva y el elevado número de muertes por captura accidental, en unos años ya habrá desaparecido por completo si no se adoptan medidas drásticas para salvarla.

imageVaquita de mar con su cría. La tasa de reproducción de esta especie es baja, pues la edad reproductiva se alcanza entre los tres y los seis años, la gestación dura 10.6 meses, las hembras dan a luz sólo un hijo en cada ocasión y pueden pasar dos o tres años entre un parto y otro. Un rasgo distintivo de esta marsopa es la mancha circular negra que tiene en torno a cada ojo, la cual le da una apariencia singular.

Por ello el gobierno mexicano ha tomado la decisión «”discutible, opinan algunos expertos»” de capturar todos esos pocos ejemplares y mantenerlos en cautiverio para garantizar su sobrevivencia y reproducción.

Quizá lo más dramático en la historia de esta diminuta ballena o marsopa de apenas metro y medio de largo y unos 75 kilos que sólo habita aguas mexicanas, es que llegó a tan crítica situación menos de 60 años después de haber sido identificada como especie, en 1958, y comenzado a ser estudiada por la ciencia.

La razón de que fuera desconocida por los biólogos «”se le confundía con otros tipos de marsopas o delfines»” es que sólo habita una zona muy reducida en el extremo norte del Golfo de California. De hecho, es el mamífero marino con el área de distribución más restringida. Le cabe también la nada envidiable distinción de ser, entre los 159 existentes en el mundo, el más gravemente amenazado de extinción.

Al parecer, el hecho de que sólo se le encuentre en el fondo del golfo, se debe a que desciende de otra especie muy parecida en forma, peso y tamaño: la marsopa negra Phocoena spinipinnis de Sudamérica.

Los biólogos creen que en épocas remotas, cuando la temperatura de la Tierra era más baja, esa marsopa sudamericana llegó a lo largo del litoral del Pacífico hasta el Golfo de California y se internó en él. Al hacerse más cálido el clima, una población quedó atrapada ahí, imposibilitada tanto de migrar hacia el norte ya que estaba confinada en una especie de bolsón, como hacia el sur, donde las aguas eran cálidas.

Este punto de vista se fortalece por la gran afinidad genética que, según los estudios de biología molecular, existe entre ambas especies.

Sea como sea, el hecho es que la vaquita de mar está a punto de ingresar a la lista de animales extintos. En parte, ello fue resultado de la mortandad accidental en las redes de los buques camaroneros y los pescadores de totoaba que operan en la zona (la totoaba o machorro, Cynoscion macdonaldii, es un pez también gravemente amenazado de extinción).

Pero un factor muy importante ha sido, en opinión de los expertos, la construcción de presas en territorio norteamericano a lo largo del río Colorado, que desemboca precisamente en el extremo norte del golfo.

Esas obras redujeron a cero las descargas de agua dulce del río, y alteraron profundamente las condiciones naturales al formar una zona de alta salinidad, situación que se agravó con las operaciones de lavado de tierras ensalitradas que realizaban los agricultores norteamericanos. El agua usada para ello, fuertemente cargada de sales, se arrojaba al Colorado y desde luego llegaba al golfo. Para colmo, esa agua inútil se contabilizaba como parte de la cuota del caudal del río que corresponde a México según el tratado de límites y aguas con Estados Unidos.

Sacar a las pocas vaquitas sobrevivientes de su ambiente natural y mantenerlas confinadas, es una medida radical y desesperada. No se sabe qué repercusiones podrá tener en la ecología del Golfo de California de la cual han sido parte durante miles de años. Pero quizá tengamos que resignarnos a que desaparezca de la naturaleza y sólo pueda sobrevivir en cautiverio.

Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx


[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Lunes 2 de enero de 2017

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