La otra cara de las cuotas escolares “voluntarias”

ESCRUTINIO

 

La otra cara de las cuotas escolares «voluntarias»[1]

 

Juan José Morales

Con frecuencia se escuchan protestas contra las llamadas cuotas voluntarias que se piden para inscribir a los alumnos en las escuelas oficiales. De ellas se dice que son ilegales, puesto que por norma constitucional la educación pública obligatoria debe ser gratuita. Cada año, al iniciarse el ciclo escolar, se repiten las mismas quejas e incluso, un partido político, el PVEM, utiliza el asunto como bandera electoral para llevar agua a su molino y explotar el descontento de los padres de familia.

Pero vale la pena conocer el reverso de la medalla. Es decir, la opinión de los maestros. Sobre este particular, una mentora veracruzana, Nancy Ortiz, escribió hace tiempo un artículo con interesantes datos y reflexiones que vale la pena transcribir.

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Muy pocos gobiernos tienen programas permanentes de mantenimiento y reparación de edificios escolares, y menos aun les suministran recursos económicos para cubrir los gastos que implica su funcionamiento.

Dice la maestra que si bien la mayoría de las escuelas exigen pagar estas cuotas, no es por capricho o abuso, sino porque son necesarias para la subsistencia de las propias escuelas, pues en su mayoría no reciben subsidios ni financiamiento para su mantenimiento. El Estado lo único que paga es el salario de los maestros. Por lo tanto, los planteles necesitan mantenerse con las cuotas de los padres para cubrir los numerosos gastos que implica su funcionamiento.

Por ejemplo, pago de luz, agua, teléfono, internet, papelería de oficina (gasto de impresión, fotocopias, hojas, carpetas, sellos, tinta, etc.) material de limpieza (cubetas, trapeadores, escurridores, franelas, esponjas, jabón, papel de baño, detergente, toallas, cloro, limpiadores, etc.), equipo de computo, equipo audiovisual, mantenimiento del edificio escolar (pintura, impermeabilizante, etc.), y material didáctico, entre muchas otras cosas más.

Estos gastos «”añade»” se solventan con las cuotas de los padres de familia y mediante acciones para obtener fondos entre padres y maestros. Sólo en algunos casos se llegan a acordar subsidios el pago de agua y luz.

Las supervisiones escolares «”que generan casi los mismos gastos que una escuela»” tampoco reciben subsidio ni financiamiento alguno. Se mantienen gracias a las cuotas de los profesores y padres de familia y hay casos en que los edificios de la supervisión escolar fueron construidos gracias al trabajo y colaboración de maestros y padres de familia.

Decir que no se deben pagar las cuotas «voluntarias» de inscripción «”subraya la maestra Ortiz»”, es dejar sin fondos económicos a las escuelas, es desinformar a los padres de familia sobre la situación real que viven las instituciones educativas día a día. Esta posición es cómoda, pero un tanto perversa, pues se enarbola el principio de gratuidad sin resolver el problema del mantenimiento.

Ciertamente, añade la autora, los padres no deberían pagar nada, pero el Estado debería hacerse cargo de proveer todos los recursos. Lamentablemente esa no es la realidad mexicana. El presupuesto a la educación es más limitado año con año y, absurdamente, no contempla el mantenimiento de las escuelas de educación básica.

«Estoy «”concluye la maestra»” a favor de que los padres no paguen cuotas de inscripción, pero para ello es necesario que haya un presupuesto especial para el mantenimiento de todas las escuelas, y que se les provea de los recursos necesarios para su adecuado funcionamiento. Los padres de familia, lamentablemente, tienen que pagar cuotas, porque nuestros gobernantes prefieren gastar el dinero público en cosas más banales que en educación.»

Esa es, como decíamos, la otra cara del asunto. Los lectores opinarán al respecto.

Comentarios: kixpachoch@yahoo.com.mx


[1] Publicado en los diarios Por Esto! de Yucatán y Quintana Roo. Miércoles 18 de enero de 2012

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