¡Sorpresa! ¡Horror! ¡Léelo todo!

9 de marzo de 2023

John Rimmer

Simon Young. The Nail in the Skull and Other Victorian Urban Legends. University of Mississippi Press. 2022.

Siempre he pensado que no se ha prestado suficiente atención a los desastrosos efectos del uso de la bicicleta. Considerada hoy como la clave de una nueva utopía urbana de transporte sostenible, sin humos y respetuoso con los osos polares, parece que los victorianos tenían una visión más crítica de los peligros de las entonces novedosas máquinas. Identificaron una serie de afecciones derivadas del uso excesivo de la bicicleta, como por ejemplo la “cara de bicicleta”.

Era algo más que una sonrisa de satisfacción y la incapacidad de ver los semáforos en rojo. Afectaba sobre todo a las ciclistas. Un informe de 1896 da cuenta de “un gran baile celebrado en Londres” y señala que “el número de chicas con cara de bicicleta era tan extraordinario, que el hecho era generalmente perceptible”. Esto se debía a “la ansiedad, la eterna mirada hacia adelante, la tensión en una disposición nerviosa que impone una mirada dura y fija en la cara y da una expresión demacrada y ansiosa a los ojos”.

Las dolencias de la bicicleta también incluían la espalda de ciclista, causada por inclinarse hacia delante en el manillar; la mano de ciclista, que “adoptaba la forma permanente de una garra”; la nariz de ciclista; y el dolor de garganta de ciclista, entre otras muchas dolencias que cambiaban la vida.

Estas aflicciones aparecieron en los periódicos de la época. La cara de ciclista apareció en el Dundee Evening Telegraph en 1896 y en el Worcester Chronicle en 1897; el Edinburgh Evening News en 1898, informando sobre el dolor de garganta de los ciclistas. Pero con el cambio de siglo todas estas trágicas dolencias parecen haber desaparecido, ya que el Leeds Mercury de 1902 sólo detectó “formas leves de inflamación” como consecuencia del ciclismo.

Ésta es sólo una de las setenta “leyendas urbanas” recogidas en este volumen. Además del clavo craneal epónimo, que se remonta a mucho antes de la época victoriana, hay muchos horrores contemporáneos, como las historias de pasajeros drogados y robados en los trenes, que han sobrevivido como rumores hasta nuestros días. Los trenes aparecen con frecuencia en estos relatos, ya que en el siglo XIX seguían siendo un medio de transporte novedoso y a menudo bastante aterrador. Eran sin duda lugares de transgresión sexual; los jóvenes amantes podían aprovecharse del aislamiento de los compartimentos, o los depredadores atacar en la oscuridad de los túneles.

Los túneles eran tan temidos como lugares de ataque que circuló el rumor de que la Great Western Railway planeaba quitar la parte superior del túnel de Box, cerca de Bath, convirtiéndolo en un tajo abierto. En aquella época, el túnel era el más largo del mundo, y el rumor sugería que iba a abrirse a la luz del día para evitar “acoplamientos ilícitos”, ya que los vagones quedaban sumidos en la oscuridad durante un largo periodo. La idea de una pareja en la oscuridad sin compañía era claramente perturbadora para la mente victoriana y requería una drástica solución de ingeniería.

Muchas de las leyendas descritas en esta fascinante colección son expresiones del miedo y la ignorancia ante nuevas ideas, inventos y actitudes sociales. En su introducción, Simon Young compara la función de la leyenda urbana con la del sueño: “Del mismo modo que el soñador procesa su día por la noche, la sociedad recorre sus preocupaciones en narraciones convincentes y fáciles de compartir”.

En el siglo XIX, el lugar donde más a menudo se procesaban estas preocupaciones era la prensa popular. El autor, Simon Young, es también autor de The Boggart, donde examina los orígenes, distribución y evolución de los cuentos y leyendas de la criatura sobrenatural autóctona del noroeste de Inglaterra. Muchas de las historias sobre la maldad y las travesuras del boggart aparecieron en periódicos locales y nacionales y en panfletos publicados localmente, y en aquel libro y en éste Young ha explorado los recursos del creciente volumen de periódicos y diarios digitalizados que ahora están disponibles en fuentes en línea. En su introducción da valiosos consejos a quienes le sigan en este terreno.

Para la circulación de estas historias fue importante la gran difusión de la alfabetización a lo largo del siglo XIX, que pasó de alrededor del 50% de la población británica en los albores del reinado de Victoria, a casi el 100% a finales, y prácticamente todo este aumento se produjo en la clase trabajadora urbana.

Esto dio lugar a un número cada vez mayor de fuentes impresas para satisfacer la demanda creada. Young señala que a finales de la década de 1890 se publicaban en las Islas Británicas más de 300 penny magazines, todas ellas necesitadas de un suministro regular de historias breves, divertidas, inspiradoras, alarmantes o sentimentales. Aunque estos relatos rara vez se publicaban como ficción pura y dura, muchos se encubrían con términos como “incapaz de verificar la narración con precisión”, o titulándolos “Una historia muy extraña” o “Maravillosa si es verdad”, o acreditándolos vagamente como “una historia que circula en…” Young comenta: “el lector pudo disfrutar de la narración, y el editor evitó la responsabilidad directa”.

Las setenta historias se presentan aquí con referencias a la fuente del periódico o revista, y siguen el desarrollo de la historia a medida que se reproduce, con distintos grados de fidelidad a través de una amplia gama de fuentes y durante un largo período de tiempo. Muchas de ellas siguen circulando hoy de forma reconocible. De vez en cuando, un periódico contemporáneo publica la historia de un “cruel bromista” que ha engañado a la gente para que recoja algún objeto inverosímil -a menudo paquetes vacíos de papas fritas o cigarrillos- con el fin de recaudar fondos para el tratamiento de un niño gravemente enfermo. Esto se remonta a las historias de campañas para coleccionar un millón de sellos de correos “con la idea de que, presentándolos, podrán conseguir la admisión de un niño en alguna institución benéfica” que circularon pocos años después de la introducción de los sellos de correos en 1840.

Algunas de las historias corresponden a motivos folclóricos reconocibles, lo que se señala en la introducción de cada sección, junto con notas sobre cualquier historia comparable en otras fuentes literarias.

Se trata de un relato erudito de un ámbito de la literatura popular que sólo recientemente ha sido reconocido como un área de investigación seria por folcloristas, historiadores y científicos sociales. Young comenta que una definición “convincente” de las leyendas urbanas podría ser “historias no recogidas por los folcloristas británicos y estadounidenses antes de 1950 aproximadamente”. Pero también es una introducción entretenida y absorbente a algunas de las preocupaciones más extrañas de la vida victoriana, muchas de las cuales encuentran eco en nuestra propia época.

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El misterio de las centellas (1419)

Sobre la producción de elementos y plasmoides

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Edward Lewis

P. O. Box 13050

Chicago, Illinois 60613

[Recibido por correo electrónico del INE, junio de 1996; revisado en julio y 8 de octubre de 1996].

[Republicado el 15 de noviembre de 1996].

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Sobre la producción de elementos y plasmoides

Copyright 1995, 1996 por Edward Lewis

Recientemente, en el número de abril de 1996 de Fusion Facts, H. Fox informa(1) sobre el reciente trabajo experimental de Bockris y Minevski y Mizuno, et al. Parece que tanto Bockris y Minevski(2), como Mizuno et al.(3) han informado sobre la producción de elementos pesados y nuevos elementos en una capa superficial de su electrodo de paladio. Bockris comentó: “Hay pruebas sugestivas de que los nuevos núcleos se producen en sitios ocupados dentro del paladio y que estos sitios son ‘áreas de daño’ que consisten en huecos en el paladio(4)”. Tal fenómeno de huecos cerca de la superficie que contienen nuevos elementos es bastante similar a los resultados que Matsumoto publicó hace casi cuatro años y medio, y yo expliqué tales huecos según mis ideas del plasmoide(5). En 1991, Matsumoto presentó pruebas convincentes de la producción masiva de muchos elementos y elementos pesados en huecos de un electrodo de paladio, y desarrolló su propio modelo “Nattoh”(6). Y resolví estos fenómenos de CF como un fenómeno plasmoide que Matsumoto escribió que cree que es correcto. Sin embargo, los fenómenos que produjo han sido casi totalmente ignorados. De acuerdo con muchas evidencias, me parece que los átomos y las partículas son plasmoides al igual que las galaxias y las estrellas(7,8,9,10), y he desarrollado una teoría de trabajo sobre todos los fenómenos como fenómenos plasmoides. La comprensión de los átomos y las partículas como plasmoides permitiría entender muchos fenómenos anómalos, como los fenómenos de fusión fría y la producción de elementos y átomos.

La investigación de los plasmoides se remonta a décadas atrás, y muchas personas han desarrollado fenómenos e ideas similares en diferentes áreas, como la investigación de la fusión por descarga eléctrica, la astrofísica, la investigación de las centellas y las teorías físicas generales. W. Bostick produjo cosas que denominó “plasmoides” mediante descargas a través de electrodos, y en un artículo(11) publicado en 1957 especuló sobre la identidad de las galaxias y las partículas como “plasmoides”. Según A. Peratt(12), Bostick acuñó el término “plasmoide”. Estos primeros trabajos condujeron a otras investigaciones experimentales sobre los plasmoides con diversos fines. A partir de los primeros trabajos de Bostick, y de los primeros trabajos de Alfven con plasmas, se ha desarrollado también toda una escuela de investigación astrofísica del plasma. E. Lerner publicó recientemente un buen libro(13) sobre el desarrollo de las teorías astrofísicas de los plasmoides. La investigación sobre plasmoides también condujo a la investigación y modelización de las centellas.

Recientemente, resolví los fenómenos de las centellas y los diminutos objetos emitidos durante los fenómenos de fusión fría como fenómenos plasmoides, y desarrollé una teoría general sobre los fenómenos como fenómenos plasmoides. Los diversos tipos de plasmoides emitidos por los aparatos de electrólisis y descarga utilizados por Matsumoto emiten diminutos plasmoides que él ha fotografiado y dejan varios tipos de huellas en las emulsiones(8). Viajan a través del cristal, el agua y el aire para llegar a las emulsiones, lo que constituye un comportamiento similar al de las centellas. Ha publicado muchas fotos de estos rastros en muchos artículos como los referenciados en este artículo, y acepta que está produciendo plasmoides parecidos a centellas.

Creo que los átomos son plasmoides que son orígenes de lo que se manifiesta como electricidad o luz y que los átomos pueden convertirse en luz y/o electricidad directamente, y que la luz y la electricidad pueden convertirse en átomos. Esta idea contradice las ideas básicas de conservación del número de bariones, hadrones, estructura nuclear y etc., pero creo que la prueba de ello es simplemente la evidencia de plasmoides que emiten partículas atómicas, como el que atravesó un cristal que dejó el rastro y las huellas de partículas que Matsumoto llama la “Superestrella” (Fig. 8)(14) , los túneles huecos dejados por plasmoides en movimiento y otros huecos en electrodos y otros materiales, los recientes trabajos con “gotitas de electrones” o “aglomeraciones de electrones” que algunos investigadores experimentales como Marc Kastner en el MIT están llamando “átomos artificiales” y que son indicios de tal idea, y la producción atómica anómala de la que se informa en todo el mundo. En particular, los trabajos recientes con los cúmulos de electrones como los producidos por Kastner y otros sugieren cómo los plasmoides pueden agruparse más estrechamente. Como ha informado Kastner, los campos magnéticos o eléctricos hacen que los cúmulos de electrones se vuelvan cada vez más apretados. Yo generalizaría y resolvería esta información a la idea de que la electricidad o la luz hacen que los plasmoides se agrupen en general, como sospechaba desde hace tiempo.

Como me escribió K. Shoulders: “Se ha encontrado un nuevo método de unión para los electrones y el antiguo que utilizaba un núcleo está pasado”(15)(16) Sin embargo, puede que se refiriera simplemente a que las reacciones atómicas están superadas como fuente de energía por los “VE” más grandes(17) y que en realidad acepte la idea de “hadrones” permanentes en los dispositivos que fabrica. Ya no hay razón para pensar en términos de núcleos como la razón por la que la electricidad parece agruparse en átomos. Sin embargo, no conozco suficientes pruebas experimentales para pronunciarme sobre la estructura de los átomos u otros plasmoides, y no sé si los plasmoides suelen ser aglomeraciones de electrones o de objetos más grandes que los electrones.

He explicado dos tipos diferentes de agujeros que la gente encuentra en los electrodos: los redondos debidos a la perforación de plasmoides y los huecos intergranulares o en forma de grano que pueden estar recubiertos de nuevos elementos y cristales que se deben a la aglomeración o conversión de átomos de plasmoides, y a la emisión de plasmoides de diversos tipos y tamaños. Otros, como Liaw y Silver(18), han fotografiado esas fosas redondas aparentemente anómalas de tamaño micrométrico o han producido imágenes SEM de las mismas. Y tanto Silver como Matsumoto (Fig. 10)(19) han mostrado fotografías o imágenes SEM de zanjas o senderos de tamaño micrométrico en sus electrodos que son similares a los senderos en las emulsiones nucleares que ha mostrado Matsumoto. K. Shoulders ha informado tanto de fosas y túneles como de zanjas o surcos(20) en los materiales producidos por los plasmoides que él utiliza. Tanto los tipos de huecos como las zanjas son pruebas de la conversión de átomos de plasmoide en luz y/o electricidad y/o otros tipos de plasmoides en asociación con los plasmoides en movimiento.

Curiosamente, los nuevos vacíos rellenos de elementos en el electrodo que utilizó Matsumoto parecen estar “cerca de la superficie” o abrirse en la superficie, casi en su totalidad dentro de unos 20 micrómetros de la superficie, la mayoría dentro de 10 micrómetros. Pero los huecos son bastante grandes, a veces de más de 8 micrómetros de anchura. Del mismo modo, los huecos en el electrodo de Numata et al.(21) parecen estar en y cerca de la superficie, en una capa de granos en la superficie distinta de los dos enormes cristales que forman el grueso. No pude saber las dimensiones por el artículo. No realizaron análisis elemental.

Varios grupos anteriores, como el de Numata et al., compararon el fenómeno de los electrodos con los terremotos y volcanes de la Tierra. La emisión de plasmoides en forma de centellas por los electrodos es similar a la emisión de gorgonas(22) de la Tierra. Las gorgonas son un tipo de plasmoide que se comporta como una centella atmosférica, pero que la Tierra emite desde los volcanes o durante los terremotos, o en otros momentos. A veces tienen una vida muy larga y viajan a velocidades supersónicas. Pueden ser partículas microscópicas como las producidas por Matsumoto o fenómenos enormes de más de media milla de longitud como el recientemente grabado en vídeo y mostrado en Paranormal Borderlines(23). Quizás muchos de los lectores vieron el programa. Recientemente, un video tomado alrededor de abril de 1996 de un “cilindro blanco” de media milla de largo viajando muy rápido a unos 75000 pies sobre Colorado fue presentado en ese programa de televisión. También se mostró una imagen similar que fue tomada un poco más tarde en otro estado. Según los informes, el objeto era luminoso y exhibía rápidamente una variedad de colores cambiantes y parece haber sido estratificado o algo segmentado. Egon Bach ha estudiado este tipo de fenómenos durante muchos años y describe muchos fenómenos como éste. En el libro referenciado(24) de Egon Bach, hay una serie de imágenes de una cadena semicircular de larga duración de gorgonas gigantes cerca de una nube volcánica que muestran que la cadena plasmoide no rotaba. Esto sugiere que no todas las cadenas plasmoides circulares rotan. Evidencia de que los plasmoides anulares de aspecto sólido no son en sí mismos vórtices aunque puedan estar asociados con aire o agua en movimiento es un trazo de anillo roto mostrado por Matsumoto en la Fig. 7 de la Ref. 14. Los plasmoides gigantes mostrados en el libro de Bach parpadeaban periódicamente al igual que otros plasmoides. Dado que, tal como describió Bach, algunos fenómenos de centellas son fríos o fríos, es posible que varios tipos de plasmoides tengan fases tanto exotérmicas como endotérmicas.

Ohmori et al.(25) publicarán pronto un artículo sobre la producción de elementos y elementos pesados por electrólisis de agua normal y electrodos de oro. En muchos aspectos, su trabajo me recuerda al anterior artículo de transmutación de Matsumoto. Presentaron este artículo en una reunión sobre la producción de elementos que se celebró en Texas, y también se presentaron varios otros artículos experimentales que informaban sobre la producción de elementos. Así que la observación de Matsumoto se confirma ahora. Encontraron depósitos en el fondo de su recipiente de vidrio en los que la mayoría de los elementos eran elementos nuevos: Hg, Pt, Fe, Si y F. También encontraron en sus electrodos estructuras parecidas a volcanes que se asemejan en cierto modo a volcanes terrestres, uno de los cuales tenía 20 micrómetros de ancho y 30 micrómetros de alto, aunque es evidente que el diminuto tamaño y la diferente composición de las diminutas estructuras pueden ser responsables de las novedosas formas. Sin embargo, a diferencia del procedimiento de Matsumoto, no analizaron la estructura interna del electrodo. Así que se sugiere que los abran y lo hagan.

Había estado prediciendo este tipo de estructuras volcánicas en electrodos y diversos dispositivos. Los volcanes están compuestos de oro y también de los elementos que quedaron en el fondo del dispositivo. Esto me sugiere algo parecido a lo que ocurre en los volcanes de la Tierra. Hay producción de elementos y desplazamiento de sustancia por encima de la superficie formando un cono. También existe la emisión de plasmoides en movimiento que pueden dejar nuevos elementos como residuos en diversos lugares, como en el fondo de las celdas, y la expulsión de sustancias de forma similar a como la lava es lanzada hacia arriba y vuelve a caer sobre la Tierra en forma de diversos tipos de rocas ígneas, como la piedra pómez o las rocas basálticas. Sugiero que los distintos tipos de rocas y minerales que se encuentran en las formaciones rocosas ígneas pueden imitarse mediante diversos dispositivos. Busque tipos de rocas más porosas en el fondo de los artefactos o depositadas lejos de los puntos de erupción, y busque depósitos más densos o flujos de lava en la superficie del material cerca del punto de erupción. Busque cristales de diversos minerales y elementos tal vez bajo las estructuras volcánicas, de forma similar a como puede haber zonas de cristales bajo los volcanes o en los conductos ígneos. Sin embargo, la emisión plasmoide de diversos artefactos puede dejar residuos muy distintos a los que normalmente se cree que se producen en los volcanes, sino como los residuos de gorgonas y centellas. Los residuos que se encontraron en el fondo de los volcanes eran porosos como la piedra pómez.

Es posible que al menos algunos de los huecos revestidos de cristales hallados por Matsumoto y mostrados en su artículo de 1991 dieran lugar a estructuras superficiales similares a las de los volcanes. Por tanto, los huecos revestidos de cristales pueden ser similares a los encontrados en tubos y formaciones ígneas.

Para mí, la importancia de este trabajo de producción elemental y de diversos tipos de dispositivos que producen un exceso de energía o de corriente es la confirmación de mis ideas originales sobre los átomos y las transformaciones atómicas. Durante mucho tiempo he pensado que los átomos son plasmoides y que, como los plasmoides, pueden convertirse en luz y electricidad directamente. Esta ha sido mi explicación para los fenómenos de la FQ y de la centella y otras anomalías. Los átomos pueden transformarse en otros tipos de átomos, en plasmoides más grandes o más pequeños que pueden moverse, o directamente en electricidad y luz. Sospecho que las recientes patentes de Correa son las que más se acercan a mostrar a la gente que la red de electrodos se convierte realmente en plasmoides y en salida eléctrica, las sobretensiones de las que informan. La gente puede encontrar a menudo salida eléctrica adicional asociada con varios dispositivos asociados con transformaciones atómicas o exceso de radiación en forma de emisión de plasmoides como electrones o corriente eléctrica.

He descrito los intentos de aplicar la teoría MHD, desarrollada por físicos y astrofísicos especializados en plasmoides, a los fenómenos de plasmoides en superconductores denominados “vórtices superconductores”(26), y sospecho que los aspectos superconductores de los plasmoides, incluida la capacidad incluso de los más grandes, como las centellas, de viajar a través de aislantes como el vidrio o la cerámica sin que se produzcan grandes cambios en los aislantes, están relacionados con la aglomeración de átomos y otros plasmoides. Los plasmoides muy pequeños, como los electrones, pueden agruparse para formar átomos, y éstos, a su vez, pueden agruparse para formar átomos más grandes o plasmoides más grandes.

Algunos de los investigadores recientes de centellas han destacado que hay casos de observación de centellas a partir de los cuales se puede determinar una estimación del contenido energético y de la densidad energética de la centella por los efectos. En varios casos comunicados por Barry(27) y Roth(28), la energía manifestada por tamaño de BL era muy superior a la de cualquier efecto químico conocido: hasta unos 100,000 julios por centímetro cúbico de centella. En comparación, el TNT manifiesta una energía de unos 2,000 julios por centímetro cúbico de material. También hay varios informes de personas que recibieron quemaduras de centellas y luego manifestaron síntomas a largo plazo típicos del envenenamiento por radiación debido a explosiones atómicas, e informes de fenómenos similares a centellas que dejaron residuos de sustancias radiactivas e incluso elementos radiactivos raros muy pesados(29)(30), como uno que cayó en una colina cerca de Vladivostok(29). Muchos de estos fenómenos se denominaron “ovnis” y aparecieron en revistas especializadas o en populares programas de televisión, pero yo creo que probablemente se trataba de plasmoides. Matsumoto ha informado sobre la observación de nuevos elementos en una cosa de tamaño micrométrico que él imaginó(31) y que era un plasmoide anular oscuro o un residuo o efecto de plasmoide anular. Se producía por descarga y estaba sobre un electrodo, y estaba cargado negativamente y magnetizado, como parece ser habitual en los plasmoides. Lo llamó “centella”. Como es evidente que en los aparatos de electrólisis y descarga se producen plasmoides similares a BL, éstos deben considerarse fuente de al menos parte de la radiación anómala.

También existen pruebas de una asociación entre las centellas y la combustión humana espontánea (SHC). Según un reportaje(32) en The Extraordinary, tres mujeres bajaban unas escaleras al aire libre, cuando según las otras dos una “extraña chispa” cayó hacia una de ellas y ésta estalló en llamas. La combustión humana espontánea también parece ser un fenómeno plasmoide, y varios aspectos anómalos, como la fusión o la combustión localizadas, recuerdan a los fenómenos de la centella.

Durante la electrólisis o descarga eléctrica, al igual que durante la actividad volcánica, mucha sustancia puede convertirse en luz y/o electricidad, y puede convertirse en plasmoides de diversos tipos y tamaños. Los plasmoides de diversos tamaños pueden ser emitidos y convertirse en descargas eléctricas o luz o provocar cambios lejos del lugar de origen. Pueden emitirse neutrones y otros tipos de plasmoides, y pueden producirse nuevos elementos y sustancias que queden como residuos.

Figura 1:

Un plasmoide anular de tamaño micrométrico dejó estas marcas en un trozo de emulsión nuclear que Matsumoto colocó cerca de un dispositivo de descarga eléctrica. Ha producido muchos otros rastros como éstos. El plasmoide se produjo por descarga eléctrica en una solución de agua ordinaria y carbonato potásico utilizando un electrodo de cadmio, y viajó a través del agua, el vidrio y el aire para llegar a las emulsiones. de T. Matsumoto, Artificial Ball-Lightning – Photographs of Cold Fusion, manuscrito fechado el 17 de enero de 1995 presentado en la 5ª Conferencia Internacional sobre Fusión Fría, 9-13 de abril de 1995, Mónaco.

Huellas como éstas producidas por Matsumoto son fenómenos muy importantes. Esta traza es de un fenómeno intermedio entre las centellas, los torbellinos y los plasmoides, por lo que constituye una prueba de la identidad de todos estos fenómenos. Tales plasmoides de tamaño micrométrico están obviamente asociados con los fenómenos de “fusión fría”, y son aparentemente un locus de los fenómenos. Son la prueba de mi idea original de que Matsumoto producía plasmoides como centellas.

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Referencias:

1. H. Fox, «Implications of the Bockris-Minevski & Mizuno, et al. Papers,» Fusion Facts, 7 (no. 10), 1 (April 1996).

2. J. O’M Bockris and Z. Minevski, «Two Zones of Impurities Observed After Prolonged Electrolysis of Deuterium on Palladium,» Infinite Energy, 1 (no. 5 and 6), 67 (1996).

3. T. Mizuno, T. Ohmori, and M. Enyo, «Anomalous Isotopic Distribution in Palladium Cathode after Electrolysis,» INET# Document Id: UX00e.BUX0462455.

4. J. O’M Bockris, «Comments From John O’M. Bockris,» Fusion Facts, 7 (no. 10), 3 (April 1996).

5. E. Lewis, «Plasmoids and Cold Fusion,» Cold Fusion Times, 2, no. 1, 4 (Summer 1994).

6. T. Matsumoto, «‘Nattoh’ Model for Cold Fusion,» Fusion Technology, 16, 532 (1989).

7. E. Lewis, «Luminous Tornadoes and Other Plasmoids, Cold Fusion Times, 1 (no. 4), 4 (Winter, 1994).

8. E. Lewis, «Some Important Kinds of Plasmoid Traces Produced by «Cold Fusion» Apparatus,»Fusion Facts, 6 (no. 8), 16 (February, 1995).

9. E. Lewis, «Plasmoid Phenomena,» New Energy News, 2 (no. 12), 9 (May, 1995).

10. E. Lewis, «Tornadoes and Tiny Plasmoid Phenomena,»New Energy News, 3 (no. 10), 18 (March, 1996).

11. W. Bostick, «Plasmoids,» Scientific American, 197, 87 (October 1957).

12. A. Peratt, email note, January 27, 1995.

13. E. Lerner,The Big Bang Never Happened, Vintage Books, New York, 1991, 1992.

14. T. Matsumoto, «Observation of Gravity Decays of Multiple-Neutron Nuclei During Cold Fusion,» Fusion Technology, 22, 164 (Aug. 1992).

15. K. Shoulders, Letter, 10/18/82.

16. Me gustaría decir que entendí que la estructura de los átomos puede ser la misma que la de la centella antes de recibir esta carta, después de leer su patente. También, E. Lewis, «A Description of Phenomena According to My Theory and Experiments to Test It», enviado a Fusion Technology, diciembre de 1992..

17. K. Shoulders, personal conversation at the 2nd Int. Conf. on Low Energy Nuclear Reactions, Texas A & M, College Station, Texas, 10/13/96.

18. D. Silver, J. Dash, and P. Keefe, «Surface Topography of a Palladium Cathode After Electrolysis in Heavy Water,»Fusion Technology, 24, 423 (December 1993).

19. T. Matsumoto, «Experiments of One-Point Cold Fusion,» Fusion Technology, 24, 332 (Nov. 1993).

20. K. Shoulders, «Energy Conversion Using High Charge Density,» Patent Number 5,123,039.

21. H. Numata, R. Takagi, I. Ohno, K. Kawamura, and S. Haruyama, «Neutron Emission and Surface Observation During a Long-Term Evolution of Deuterium on Pd in 0.1 M LiOD,» Proceedings of the II Annual Conference on CF, T. Bressani et al. editors, Como, Italy, June 29 – July 4, 1991.

22. E. Lewis, «Gorgons, Tornadoes, and Plasmoid Phenomena,» manuscript dated April 28, 1996 submitted to Fusion Facts May 1, 1996.

23. Paranormal Borderlines, May 14, 1996.

24. E. Bach, «UFO’s» from the Volcanoes, Hermitage Publishers, Tennafly, NJ, 1993.

25. T. Ohmori, T. Mizuno, M. Enyo, «Isotopic Distributions of Heavy Metal Elements Produced During the Light Water Electrolysis on Gold Electrode,» manuscript article presented at the 2nd Int. Conf. on Low Energy Nuclear Reactions, Texas A & M, College Station, Texas, 10/13/96, to be published in the proceedings in the Journal of New Energy.

26. E. Lewis, «Considerations about Plasmoid Phenomena and Superconductivity Phenomena,» manuscript article May 29, 30, 1996.

27. J. Barry, Ball Lightning and Bead Lightning — Extreme Forms of Atmospheric Electricity, Plenum Press, New York (1980).

28. J. Roth, «Ball Lightning: What Nature is Trying to Tell the Plasma Research Community,» Fusion Technology, 27, no. 3, 255 (May, 1995).

29. SIGHTINGS, in Chicago, Saturday, April 1, 1995, 11:30 P.M.

30. E. Lewis, «Plasmoid Phenomena and ‘Cold Fusion,'» manuscript article submitted to Fusion Technology, Summer of 1995; and «Cold Fusion» November or December of 1995.

31. T. Matsumoto, «Artificial Ball-Lightning — Photographs of Cold Fusion,» manuscript dated Jan. 17, 1995 presented at the ICCF-5, April 9-13, 1995, Monte Carlo, Monaco.

32. The Extraordinary, in Chicago, November 5, 1994.

https://web.archive.org/web/20001205152400/http://www.padrak.com/ine/ELEWIS1.html