Los fraudes criptozoológicos no son algo moderno. Scott Maruna rescata este viejo artículo publicado en The Courier, de Hannibal, Missouri, la ciudad natal de Mark Twain, alias Samuel Langhorne Clemens. La historia fue publicada en la edición de marzo de 1914.
El artículo cuenta cómo Twain y un amigo de la infancia llamado Napoleon Pavey, o Pole Pavey, fabricaron un «raro espécimen geológico» (como escriben en el Courier).
El juez John Marshall Clemens, padre de Twain, era un naturalista aficionado que se apasionaba por todo lo que fuera extraño o raro en el reino animal. Su hijo, ayudado por su amigo Pole, construyeron una quimera utilizando un cuervo negro y un halcón. Las plumas del segundo le fueron pegadas a la cola del primero.
El juez Clemens quedó impresionado y pensó que se trataba de una especie diferente a los cuervos. La historia tiene un final chusco que se puede leer en
http://biofort.swampgasbooks.com/2006/12/22/mark-twain-cryptozoological-hoaxer/