EL MAÃZ TRANSGÉNICO[1]
Mario Méndez Acosta
Se ha mantenido, a lo largo del último decenio, un debate muy enconado sobre la viabilidad del consumo del maíz transgénico en México. Los bandos en contra y a favor tienen razones aparentemente muy válidas para sostener sus asertos y temores, por lo que es necesario llegar a una solución de consenso.
Hoy, con una crisis mercantil de este cereal, vemos que se culpa al maíz transgénico de ser portador de sustancias tóxicas para el cuerpo humano y se asegura que ocasiona daños como alergias, aunque no hay, empero, estudios controlados que lo demuestren.
La agricultura es, a no dudarlo, una de las actividades humanas con mayor impacto sobre el medio ambiente y, desde luego, sobre la biodiverÂsidad de la vida en la Tierra. Su más grave efecto ha sido el reemplazo de la diversidad vegetal por el cultivo de algunas especies vegetales en una zona determinada. A ello se agrega el uso de pesticidas, herbicidas y fertilizantes que, en ocasiones, tienen un efecto devastador en la flora y la fauna originales.
No obstante, es indudable que las labores agrícolas, así como muchas otras actividades de nuestra especie, resultan indispensables para satisfacer la creciente demanda de insumos de la población del planeta. En el presente ya existe alguna conciencia de que es necesario limitar al máximo los efectos nocivos para el medio ambiente y la diversidad biológica. En el caso de la agricultura se hace deseable la reducción del uso de agroquímicos que dañan el medio ambiente, así como la obtención de variedades vegetales con mayor productividad para disminuir la necesidad de abrir nuevas zonas de cultivo. Paradójicamente, la solución a estas dos exigenÂcias la da, sobre todo, la tecnología transgénica.
Como señala el biólogo mexicano Luis Herrera Estrella, del CINVESTAV – Irapuato, el uso de plantas -es decir vegetales- transgénicas tal vez sea la respuesta más prometedora aunque también es la que más controversias ha causado. Su enorme potencial para aumentar la productividad, bajar los costos de producción y reducir el uso de agroÂquímicos ha sido claramente documentada en los casos de las plantas transgénicas resistentes a insectos, a virus y herbicidas. Estas caracteÂrísticas, en conjunto, representaron, en 1998, un beneficio adicional de más de 800 millones de dólares a los agricultores de todo el mundo; ello significa una reducción del uso de herbicidas de 10 a 40% y de 40 a 100% en insecticidas en las áreas cultivadas con plantas transgénicas resisÂtentes a herbicidas e insectos, respectivamente, y un incremento promedio en la producción de maíz, soya y algodón de más de cuatro por ciento por hectárea.
Existen nuevos desarrollos científicos capaces de prever el desarrollo de plantas que requieran menos fertilizantes para crecer o pueden ayudar a limpiar sitios contaminados por la presencia de metales pesados y, por lo tanto, es muy probable que alcancen un enorme significado para la conservación del medio ambiente y la biodiversidad.
A pesar de los claros beneficios económicos para el medio ambiente el uso de las variedades transgénicas, amplios sectores de la sociedad, sobre todo en países en desarrollo, han maniÂfestado su preocupación por los posibles efectos negativos que tendría el uso de las plantas transÂgénicas para el ambiente; así, se ha llegado a afirmar que dañan y envenenan los suelos y enferman a las personas.
La principal preocupación de estos grupos es el efecto que pueda tener la transferencia de los genes extraños a especies silvestres o a malezas. Es importante puntualizar que ya existe la tecÂnología adecuada para evitar que dicha transfeÂrencia ocurra y, además, sabemos que en diversos laboratorios del mundo se están desarrollando más tecnologías para eliminar la necesidad de utilizar genes poco deseables para la producción de plantas transgénicas, como son los genes que confieren resistencia a antibióticos. Al respecto, ha sido el biólogo mexicano Juan Pablo Ricardo Martínez Soriano quien ha demostrado que no hay tal contaminación[2].
En México, también se ha destacado la labor del ya citado doctor Luis Herrera Estrella, cuyas investigaciones son reconocidas en el ámbito internacional, no sólo por ser pionero en el estaÂblecimiento de la ingeniería genética como una herramienta indispensable para el estudio de la biología vegetal, sino porque su trabajo se ha convertido en una referencia obligada para quien entiende que la biotecnología agrícola es una piedra angular para el desarrollo futuro de los países con economías emergentes.
Herrera es contundente al señalar que resulta curioso que Greenpeace y otras gentes ataquen la ingeniería genética de manera violenta, afirÂmando que se están haciendo cosas terribles que sólo sirven para enriquecer más a las empresas multinacionales dominadoras del mercado munÂdial agrícola, sin darse cuenta, al parecer, del enorme potencial que la ingeniería genética tiene tanto para favorecer a los agricultores pobres que siembran sus cultivos en suelos marginales, como para resolver problemas ecológicos de gran importancia.
Ciertamente, es necesario limitar las prácÂticas abusivas de las empresas agroquímicas transnacionales que acaparan patentes y varieÂdades de semillas controladas más allá de la bioética, pero para ello no resulta necesario estigÂmatizar la ciencia agronómica mexicana.
Referencias
Herrera Estrella. Luis. «Alimentos genéticamente modificados: mitos y realidades». Teorema Ambiental. Núm. 44. Domingo 1 de febrero de 2004
[1] Publicado originalmente en Ciencia y Desarrollo, No. 206, México, abril de 2007, Págs. 60-61.
[2] Juan Pablo Ricardo Martínez Soriano. «Transgenic Maize in Mexico: No Need for Concern». Science Volume 287. Number 5457 p. 1399 February 25, 2000.