EDITORIAL[1]
Mario Méndez Acosta
Mario Méndez Acosta es periodista y divulgador científico. Desde hace años dedica parte de sus esfuerÂzos a presentar en los medios de comunicación la posición escéptica. Desde la constitución de SOMIE funge como su presidente.
En todos los tiempos han existido pensadores que han osado cuestionar las más diversas afirmaciones que el pensamiento mágico hace prevalecer en las diverÂsas civilizaciones.
La explicación sobrenatural de los fenómenos de la naturaleza y las diversas creencias maravillosas o paranormales han sido siempre cuestionadas por una minoría de individuos difíciles de convencer en ausencia de pruebas contundentes.
Sin embargo, en todas las épocas la disponibilidad de información en favor de la interpretación mágica de la realidad ha superado en volumen a la información crítica o a los puntos de vista escépticos que ponen en duda las supercherías en boÂga.
Nuestros tiempos no constituyen una excepción a este respecta Muchas perÂsonas de mediana cultura, ubicadas en puestos de gran influencia en la política y en la economía, someten sus decisiones a los dictados de adivinos y charlatanes de la peor ralea.
El presidente Ronald Reagan tomó una serie de desastrosas determinaciones de política internacional basándose en las recomendaciones de una astróloga.
La Unión Soviética vio dañada gravemente su agricultura al someter oficialÂmente sus políticas en ese sector a las determinaciones de un seudocientífico llaÂmado Lysenko.
El daño de la seudociencia y la charlatanería no se reduce al empobrecimiento de la vida de sus numerosas víctimas, sino que les causa perjuicios graves en su saÂlud y economía al posponer tratamientos médicos serios por seguir las discutibles indicaciones de una medicina «alterna» cuyos postulados esenciales son indistinguiÂbles de las creencias mágicas más elementales que sostuviera el hombre de las caÂvernas.
El objetivo de nuestra sociedad es convertirse en foco de difusión de informaÂción verídica y verificable que critique las afirmaciones de quienes se benefician de muchas maneras de la explotación de las seudociencias y de las supersticiones enÂtre nuestro pueblo.
[1] Publicado originalmente en El Investigador Escéptico, Vol. 2, No. 1, noviembre-diciembre de 1989. Pág. 2.