FENÓMENOS ATMOSFÉRICOS EN LA FUNDACIÓN DE QUERÉTARO
Cuando uno viaja hacia el Norte desde la Ciudad de México, antes de llegar a la ciudad de Querétaro, a mano izquierda, puede ver una enorme estatua de un guerrero llamado Conín.
Lo único que sabía de él era que había sido un cacique indígena otomí y que tenía que ver con la fundación de Querétaro. Un día decidí investigar más sobre su vida»¦
Conín fue un indio de raza otomí que nació en el pueblo de Nopala, de la región del señorío otomí de Xilotepec (Jilotepec). Comerciaba con los chichimecas asentados en la zona denominada La Cañada. Intercambiaba sal y granos por pieles.
Como en La Cañada había muchas peñas, su nombre tarasco era Queréndaro, que significa «Lugar donde hay peñas»[1].
Al llegar el encomendero español Hernán Pérez de Bocanegra y Córdoba se dio cuenta que si quería extender su encomienda hacia el Norte, debía aliarse con los otomíes para derrotar a las tribus chichimecas. Pronto supo de Conín y decidió utilizar sus «relaciones diplomáticas» en su beneficio.
Hernán Pérez se dirigió a Michoacán para traer a un fraile franciscano para que evangelizara estas tierras. El elegido fue Fray Jacobo Daciano.
Algunos dicen que antes de partir a Michoacán Pérez hizo que uno de sus criados, Juan Sánchez de Alanís, bautizara a Conín con el nombre de Fernando de Tapia. Pero lo más seguro es que fuera Daciano el encargado de esta tarea. El hecho es que en 1529, al ser bautizado, Conín también juró fidelidad a la Corona Española.
A Conín y a Sánchez se les encomendó catequizar y conquistar a los indios de Andamaxey en La Cañada.
Hacia 1530 Fernando de Tapia ya contaba con una fuerza de 500 arqueros, pero era insuficiente para derrotar a los chichimecas. Fue por eso que decidió aliarse con Don Nicolás de San Luis Montañez, otro cacique de Jilotepec y pariente político[2], a quien nombró su Capitán General. Pronto conquistaron Itzacchichimecapan en donde fundaron San Juan Bautista (hoy San Juan del Río).
LA LEYENDA DORADA
Las crónicas de esas batallas se deben a frailes franciscanos, como Isidro Félix de Espinosa[3], y están llenas de errores, manipulaciones y alegorías religiosas. Hablan, por ejemplo, de una batalla de 60,000 hombres, población que difícilmente alcanzaba la región por aquel entonces. Pero principalmente fueron estos frailes los que generarían la llamada Leyenda Dorada.
Según esta leyenda, Fernando Tapia partió de San Juan del Río el domingo 23 de julio de 1531 rumbo al Norte. Acampó en el Cerro Colorado, muy cerca del Valle de Queréndaro. Al día siguiente envió emisarios con un ultimátum a las huestes de Don Juan Bautista Criado, Don Lobo y Don Coyote, los caciques chichimecas, anunciando que iba a llegar con la nueva doctrina. Pero los jefes indígenas no se asustaron.
«Se enfrentaron cristianos y gentiles, en la loma conocida con el nombre de Sangremal que es esta misma en que hoy está la iglesia y colegio de la Santísima Cruz; y puestos en fila, en número igual de combatientes, se trabó de una y otra parte la lucha tan reñida, que llegaron a herirse a puños cerrados. Las voces, las cajas y los clarines resonaban entre tanto. Los que estaban a la vista disparaban hacia lo alto a carga cerrada, los fusiles y las flechas.
«Con la polvareda que levantaban los pies, con el humo de la pólvora y con un eclipse que parece hubo a es tiempo, se oscureció el día con una opacidad tan pavorosa, que acongojaba los ánimos de todos. En medio de esta oscuridad observaron de repente, tanto cristianos como gentiles, una claridad tan viva que les llamó fuertemente la atención aún a los mismos combatientes: y vieron en lo alto del cielo, suspensa en el aire, una cruz refulgente, de color entre blanco y rojo, como de cuatro varas de largo[4], y a su lado, el batallador patrono de España, el Apóstol Santiago, en su blanco corcel, como ya en muchas otras ocasiones se había aparecido en las batallas de los españoles contra los gentiles, decidiendo todas ellas a favor de los cristianos, y cuyo día era. Con este prodigio, terminó la enconada lucha entre cristianos y gentiles, los caudillos del ejército conquistador tomaron posesión del lugar en nombre del Rey de España. Los gentiles sometidos se pacificaron y admitieron desde luego la luz del Evangelio que les proporcionaron los misioneros y pidieron en señal de paz, que se colocara una cruz en la cumbre de la toma del Sangremal, que fue el lugar donde se dio la batalla y donde se apareció la Santa Cruz y el Apóstol Santiago».
La leyenda se fue modificando. En otras versiones se dice que los caciques chichimecas contestaron al ultimátum de Fernando de Tapia con algo como, «si quieren conquistarnos muestren su valentía» y propusieron una lucha entre igual número de hombres, cuerpo a cuerpo, sin armas, a mano limpia, «usando solamente los brazos, los pies y la boca». Según esta versión los indígenas habían decidido rendirse, pero no deseaban hacerlo sin luchar, pero tampoco deseaban derramar sangre. La pelea debía durar hasta que el agotamiento anulara a los combatientes.
FUNDACIÓN DE QUERÉTARO
Tal vez esta versión se debe a una interpretación literal del párrafo de fray Isidro Félix («la lucha tan reñida, que llegaron a herirse a puños cerrados»). Es innegable que se dio una batalla y que esta fue cruenta, con gran mortandad, no pudo ser de otra manera. Era imposible que se pactara una lucha amistosa con infieles.
Más interesante resulta la aparición de la «cruz refulgente, de cuatro varas de largo y de color blanco rojizo». Lo mismo se puede decir de la visión del Apóstol Santiago.
Algunos hablan de un eclipse, y que los chichimecas se sometieron y pidieron que se pusiera una cruz en la loma del Sangremal como símbolo del milagro que ahí había ocurrido. Pero, el relato es poco creíble. Por una parte los chichimecas no iban a pedir que se colocara una cruz, más bien los españoles la han de haber puesto como recuerdo de su victoria. Por otra parte, si recurrimos a las efemérides encontramos que ningún eclipse ocurrió en ese día.
Sea como fuere, el hecho es que en ese lugar se fundó la villa de Santiago de Querétaro. Tiempo después, en recuerdo a la batalla, el 29 de octubre de 1655, el rey autorizó que en el escudo de la Muy Noble y Leal Ciudad de Santiago de Querétaro -un ovalo-, apareciera el apóstol Santiago montado sobre un caballo blanco y el Sol coronado con una cruz. En el cielo se pueden ver dos estrellas en las esquinas superiores; en la parte inferior derecha hay una vid cargada de uvas y cinco espigas de trigo.
En 1531 se construyó una pequeña capilla a la Santa Cruz y a mediados del siglo XVII se erigieron la iglesia y el convento de la Santa Cruz de los Milagros. En su interior estaba una cruz labrada en piedra.
La villa de Querétaro estuvo a cargo de Fernando de Tapia hasta su muerte en 1571. El cacique tuvo cinco hijos con Magdalena Ramírez: Diego, Magdalena, María, Catalina y Beatriz.
EL FENÓMENO CELESTE
En otro trabajo[5] planteamos la posibilidad de que la visión del Crismón por Constantino haya sido un fenómeno celeste como una cruz parhelica. El relato de la batalla de la loma de Sangremal parece tener alguna relación con esta historia.
¿Pudo haber sido un halo de 22º con falsos soles? ¿Las condiciones atmosféricas en ese lugar y en ese día eran las adecuadas para la formación de cristales?[6] Es difícil responder a estas preguntas. No hay referencias históricas que nos den una pista. Tal vez nunca se llegue a saber la verdad, pero entre el espectro de un apóstol cabalgando en el cielo sobre un corcel blanco y una formación ordenada de cristales de hielo reflejando el Sol, yo me quedo con la segunda posibilidad.
Aunque hay una tercera: que todo haya sido un invento de los frailes franciscanos, para «mayor gloria del Señor».
REFERENCIAS
De la Llata Manuel M., Así es Querétaro, 1525-1910, Volumen 41 de la colección Libros de ayer, de hoy y de siempre, B. Costa-Amic, México, 1976. 139 s.
[1] También era conocida como Créttaro, en chichimeco, que significa lo mismo. Los otomíes lo llamaban Maxey y Andamaxey que significa «El Gran Juego de Pelota» y Tlaxco o Tlachco, con el mismo significado.
[2] Fernando estaba casado con su sobrina, Magdalena Ramírez.
[3] Isidro Félix de Espinosa, Crónica Apostólica y Seráfica de todos los Colegios de Propaganda Fide de esta Nueva España, publicado en México por la viuda de Hogal en 1746.
[4] La vara mexicana corresponde a 83.8 centímetros.
[5] https://marcianitosverdes.haaan.com/2007/08/un-fenmeno-atmosfrico-en-el-origen-del-cristianismo/
[6] Recordemos que la batalla se dio en pleno verano, aunque el avistamiento se dio al oscurecer (se supone que la batalla duró 11-12 horas)
Se me hizo muy interesante esta investigación, lo único que no creo muy valido es suponer o poner en entre dicho la historia, se que nadie tiene la verdad absoluta, también creo en la gente que tiene fe y que en su momento haya sido lo que haya sido creyeron y tuvieron fe, se quedaron impactados de ver algo tan hermoso y significativo, lo relacionaron con lo más grande que hay en este mundo «Dios». Finalmente todos los eventos naturales maravillosos no son obra de Dios? Saludos
No, los fenómenos naturales no son obra de ningún dios. Son simplemente eso, y tienen su explicación que no necesita a ningún dios para que funcione.